Interciencia
versão impressa ISSN 0378-1844
INCI v.32 n.11 Caracas nov. 2007
LA CULTURA DE LA PUBLICACIÓN CIENTÍFICA (IV)
Entre las características que pueden ser consideradas como factores negativos en nuestra cultura de la publicación científica, editoriales recientes de Interciencia han abordado problemas referentes a el idioma, la estructura y formación de los equipos editoriales, y la deficiente puntualidad. Otro aspecto que merece ser analizado es el relativo a la distribución y mercado de las revistas científicas.
En anterior editorial se comentó la existencia de revistas de indudable calidad en la región y la necesidad de que nuestros investigadores las utilizaran para publicar sus hallazgos e ideas, de que nuestros investigadores, docentes y estudiantes las leyesen y de que, finalmente, nuestros autores las citen. Se indicaba, sin embargo, que de una veintena de miles de publicaciones periódicas incluidas en Latindex, aproximadamente una en cincuenta han sido consideradas para integrar las colecciones de Scielo y Redalyc, y cerca de una en quinientas están incluidas en los índices del ISI, indicador universal este último de presencia en la llamada ciencia de corriente principal.
Cada agrupación de profesionales de la ciencia y la tecnología, bien sea un centro de investigación, especializado o no, una facultad universitaria, una sociedad profesional o asociación de científicos, aspira y persigue contar con su propio medio de difusión. Ello obedece en cada caso a razones diversas, tales como identidad, orgullo, competencia, desconfianza, necesidad, etc.
En un mismo país o región, por pequeños que sean, y a veces en una misma institución se publican revistas con duplicidad de títulos o cobertura. También es común encontrar revistas almacenadas sin haber sido distribuidas oportunamente y son relativamente escasos los títulos que son capaces de acumular una proporción importante de suscripciones pagadas por instituciones o audiencias interesadas.
¿Por qué no enfocar el problema desde el punto de vista del mercado? Las revistas científicas, como todas las cosas que atienden a un sector de la población o que se venden, ciertamente tienen un mercado. Los responsables de cada una de ellas tienen la obligación de estudiar ese mercado, determinar sus intereses, tamaño y alcances. A la par de la duplicación de títulos o coberturas señalada, llama la atención los pequeñísimos tirajes de muchas de las revistas, aspecto que tiene una incidencia directa en sus costos unitarios de producción.
Es la magnitud del mercado lo que determina en cada caso la cantidad de ejemplares a imprimir, o tiraje. En Latinoamérica y el Caribe, el mercado de las revistas de las sociedades y agrupaciones científicas, quizá con la excepción de las brasileras, abarca del orden de una décima, y a veces una centésima, parte de aquel de las europeas o norteamericanas. El objetivo no ha de ser el de competir, a riesgo de fracasar, sino el de mejorar los aspectos cualitativos y cuantitativos de nuestras publicaciones científicas.
La consolidación de publicaciones afines y el esfuerzo conjunto podrían constituirse en elementos que ayudarían sustancialmente en el arduo camino de la consecución del financiamiento adecuado y, más aún, podrían ayudar a lograr audiencias mayores y superar las siempre presentes dificultades de distribución.
La superación de los problemas de distribución que representa la existencia de revistas electrónicas es una de sus ventajas sustanciales. No obstante, aún falta bastante para que el alcance de las redes informáticas y el cambio de hábitos de lectura suplanten la publicación impresa. Mientras llegan los tiempos en que las últimas no sean necesarias, es menester adaptarse al mercado real y reducir las duplicaciones y costos a través de la racionalización y el esfuerzo conjunto.
Miguel Laufer, Director Interciencia











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