Investigación Clínica
versão impressa ISSN 0535-5133
Invest. clín vol.55 no.2 Maracaibo jun. 2014
¿Es el cerebro el creador de los fenómenos psíquicos o es ineludible un cambio de paradigma?
Kuhn (1) utilizó el término paradigma científico en dos sentidos diferentes. Por una parte, comprende la constelación total de creencias, saberes y técnicas compartidas por los miembros de una comunidad específica. Por otro lado, denota una serie de elementos en esa constelación y la solución concreta del rompecabezas que, empleado como ejemplo o modelo, puede reemplazar a las reglas explícitas como base para la solución de los rompecabezas remanentes de la ciencia normal.
La decisión de adoptar un nuevo paradigma ocurre simultáneamente con la de rechazar a otro porque al compararlos entre sí y con la naturaleza, el viejo paradigma no responde a las nuevas interrogantes surgidas de nuevos hallazgos, aparentemente imposibles de existir si se tratan de explicar por el paradigma sujeto de reemplazo. Guiados por el paradigma recién incorporado, los científicos adoptan nuevos instrumentos de investigación y proclaman que ahora pueden resolver los problemas que condujeron al anterior a la crisis. Gradualmente, se irá multiplicando el número de experimentos, artículos y libros basados en el nuevo, renunciando simultáneamente a los libros y artículos que incorporaron el viejo paradigma.
Tradicionalmente, los propulsores del nuevo paradigma son científicos jóvenes o recientemente incorporados al campo sujeto de la crisis y menos comprometidos que la mayoría de sus contemporáneos a las reglas y a la visión del mundo del viejo paradigma, que ha fallado en la solución del rompecabezas que originó la crisis. Lentamente, se produce la conversión de los investigadores al nuevo paradigma hasta que los sostenedores del viejo hayan desaparecido. Finalmente, toda esa comunidad lo estará practicando hasta que entre en una crisis y se conciba otro que lo reemplace porque es un mejor instrumento para descubrir y solucionar los rompecabezas de la naturaleza. Decía Kuhn las sucesivas transiciones de un paradigma a otro vía alguna revolución, es el patrón de desarrollo usual de la ciencia madura (1).
¿Puede lo que sabemos sobre los fenómenos psíquicos obligarnos a cambiar el paradigma que afirma que éstos no representan sino epifenómenos de la actividad cerebral? ¿Es la conciencia un producto de la actividad eléctrica del cerebro o es independiente de éste?
Varios hallazgos presionan hacia ese cambio. 1. Algunas personas pueden inequívocamente demostrar que han adquirido informaciones concretas y definitivas que no habrían podido obtener mediante los canales sensoriales o por extrapolación de los datos logrados a través de los sentidos; tales son los casos de la telepatía, la clarividencia, el presentimiento y la precognición. 2. El espacio u otro factor físico (muros, montañas, la curvatura terrestre) entre la fuente de la información original y la persona que demuestra conocer esa información no son factores limitantes. 3. Los elementos emocionales son los más importantes para relacionar el origen de la información y la persona que demuestra tener ese conocimiento (2). 4.Los fenómenos que sugieren la sobre vivencia después de la muerte corporal, incluyendo las experiencias cercanas a la muerte, las comunicaciones después de la muerte y la reencarnación.
Las experiencias cercanas a la muerte (ECM) son eventos lúcidos que ocurren cuando una persona está inconsciente, sin latidos cardíacos detectables, sin respiración y con registros electroencefalográficos planos. Durante las ECM se han descrito algunos de los siguientes fenómenos: encuentro con seres místicos o familiares y amigos fallecidos y experiencias fuera del cuerpo o separación de la conciencia del cuerpo físico, durante la cual las personas pueden ver y oír y lo que perciben es casi siempre real. Las ECM pueden ocurrir durante la anestesia general, cuando se ha perdido por completo la conciencia Es inexplicable, desde el punto de vista médico, que un individuo tenga una experiencia lúcida y altamente organizada mientras está inconsciente o muerto clínicamente. Durante las ECM, la conciencia puede ser experimentada en otra dimensión aparte de nuestro espacio-tiempo convencional, en la cual todos los eventos pasados, presentes y futuros pueden ser observados simultánea e instantáneamente (no-localidad cuántica) (3). Existe, por lo tanto, mucha más conciencia y memoria de lo que puede ser explicable solamente por la actividad cerebral.
Van Lommel (3) ha propuesto una analogía entre la conciencia y la comunicación a través de campos electromagnéticos, como sucede con la radio, la televisión, el teléfono y el Internet, donde la información transmitida permanece presente en los campos electromagnéticos. Si se interrumpe la conexión, la información no se desvanece y puede ser recibida en otro equipo receptor (no-localidad cuántica). Los campos de información de la conciencia y de la memoria pueden hacerse disponibles a la conciencia sólo a través de las células cerebrales y otras células del cuerpo en forma de campos electromagnéticos. Cuando cesa la función cerebral, como sucede en la muerte clínica o cerebral, la memoria y la conciencia aún existen, pero la recepción se ha perdido, la conexión se ha interrumpido. La conciencia parecería estar sustentada en campos de información consistentes de ondas originadas en el pleno cósmico. Esta afirmación cambiaría fundamentalmente la opinión sobre la muerte, debido a la casi inevitable conclusión de que al momento de la muerte física la conciencia continuaría siendo experimentada en otra dimensión, en un mundo invisible e inmaterial. De esta manera, la muerte y el nacimiento serían simples cambios de un estado de conciencia a otro (4).
Según Goswami (5), el cuerpo físico muere, con todas sus memorias clásicas, pero la mónada (el espíritu), no tiene estructura, no tiene nada que morir. El espíritu con su memoria cuántica, con sus componentes mentales, permanece disponible como un conglomerado de posibilidades mentales y vitales. Por lo tanto, el espíritu forma un continuo con las encarnaciones físicas porque lleva consigo parte de la identidad individual, el carácter, las tendencias mentales y los sentimientos, los contextos aprendidos mentalmente, las fobias, el rechazo de ciertos contextos; en fin, los patrones de buenos y malos hábitos que las tradiciones espirituales denominan karma. Al nacer, el espíritu trae el karma a la presente encarnación. Al morir, la mónada continúa con el karma acumulado en esta vida (5).
Laszlo (6) trata de explicar la persistencia de la conciencia que no está asociada a un cerebro viviente mediante la teoría del campo Akáshico, según la cual las trazas holográficas de la conciencia asociada con un cerebro viviente son conservadas en el pleno cósmico que contiene no sólo un registro pasivo de la conciencia de una persona, creado durante toda su vida y que persiste sin cambiar, sino que almacena un manojo de información dinámica, basada en las experiencias acumuladas en esa vida. En condiciones apropiadas, esa información es capaz de un desarrollo autónomo, a pesar de la ausencia del cuerpo con el cual estuvo ligada. Para que esto ocurra se han postulado varias hipótesis. De acuerdo a los místicos y a la tradición esotérica, varias capas componen a un ser humano: el cuerpo físico, el alma y el espíritu. Cuando el individuo muere, su alma y su espíritu abandonan el cuerpo físico. Al nacer, el espíritu trae el karma a la presente encarnación (6).
La coherencia no local entre los cerebros y las mentes de diferentes individuos produce un buen número de los fenómenos paranormales tales como la telepatía, la visión remota o clarividencia y la curación a distancia. En estos casos la coherencia no local entre las mentes de los individuos está mediada por sus cerebros y sus cuerpos, pero qué pasa con la conexión y la coherencia con una mente que no está asociada a un cerebro y cuerpo viviente. La comunicación después de la muerte se ha realizado a través de los médiums. Sin embargo, el psiquiatra Alan Botkin (7) la ha inducido en más de tres mil personas mediante lo que ha denominado reprocesamiento y desensibilización sensorial.
Los fenómenos psíquicos han sido declarados oficialmente y públicamente como imposibles. Sin embargo, una encuesta realizada en más de 1100 profesores universitarios en los Estados Unidos reveló que el 55% de los estudiosos de las ciencias naturales, el 66% de los científicos dedicados a las ciencias sociales (excluidos los psicólogos) y el 77% de los profesores de arte, humanidades y educación, reportaron que creían en los fenómenos psíquicos como hechos establecidos o muy posibles. Pero, curiosamente, sólo el 34% de los profesores de psicología lo creían (8).
Vale la pena insistir en el hecho de que no existen vacas sagradas en el desarrollo de las ciencias. Muchas concepciones científicas que hemos tenido en el pasado y que fueron creídas como verdades irrefutables, han sido desechadas posteriormente. Es decir, las ciencias tienen una estructura inestable sujeta continuamente a la renovación. No podemos ni debemos ignorar los datos reales aunque nos hagan sentir incómodos; la teoría debe inclinarse siempre ante los hechos. En apenas unos pocos lustros hemos pasado de una época en la que los individuos tenían dificultades para comunicarse con otros distantes, al maravilloso desarrollo de la telefonía celular y el Internet (9).
Como se ha descrito, los hallazgos reportados en la literatura científica en las últimas décadas parecen demostrar no una relación causa-efecto entre el funcionamiento cerebral y los fenómenos psíquicos, sino una correlación entre ambos, porque estos fenómenos, al parecer tienen un origen extra cerebral (¿campo cósmico, conciencia cósmica?). Por supuesto, el cerebro está involucrado intensamente en la forma como la conciencia se manifiesta en nuestra vida diaria, pero esa afirmación no equivale a decir que el cerebro crea la conciencia. Esto nos obliga a considerar e investigar un aspecto no físico, espiritual y transpersonal de la realidad, en lugar de esperar lo que algunos filósofos de la ciencia han denominado el materialismo promisorio según el cual posteriormente se demostraría la naturaleza física de estos fenómenos. Se trata de pseudo-escépticos, pero creyentes en otro sistema, listos para
Ernesto Bonilla
1. Kuhn TS. The Structure of Scientific Revolution. Third Edition. Chicago, Illinois, TheUniversity of Chicago Press, 1996, p 1-210. [ Links ]
2. Le Shan LA. New Science of the Paranormal. The Promise of Psychical Research. Wheaton, Illinois, Quest Books, 2009, p 1-117. [ Links ]
3. Van Lommel P. About the continuity of our consciousness. Adv Exp Med Biol 2004; 550: 115-132. [ Links ]
4. Bonilla E. Experiencias cercanas a la muerte. Invest Clin 2011; 52: 70-100. [ Links ]
5. Goswami A. Physics of the Soul, Charlottesville, Virginia, Hampton Roads Publishing, 2001, p 198-230. [ Links ]
6. Laszlo E. Science and the Akashic Field. An Integral Theory of Everything, Rochester, Vermont, 2007, p 134-157. [ Links ]
7. Botkin Al, Craig Hogan R. Induced After Death Communication, Charlottesville, Virginia, Hampton Roads Publishing, 2005, p 1-170. [ Links ]
8. Mayer EL. Extraordinary Knowing, New York, Bantam, 2007, p 1-263. [ Links ]
9. Bonilla E. Conexión mente-cuerpo, fenómenos parapsicológicos y curación espiritual. Invest Clin 2010; 51: 209-238. [ Links ]
Is the brain the creator of psychic phenomena or is a paradigm shift inevitable?
Every day new scientific information is appearing that cannot be explained using the classical Newtonian model and is calling for the emergence of a new paradigm that would include the explanation of such phenomena as telepathy, clairvoyance, presentiment, precognition, out of the body experiences, psychic healing, after-death communication, near-death experiences and reincarnation. The materialist paradigm which considers the brain as the sole cause of consciousness and psychic phenomena has been challenged by a new paradigm that seems to demonstrate that there is not a cause-effect relationship between brain activity and psychic phenomena but only a correlation between them, since these phenomena can be experienced without the body and appear to have an extra-cerebral origin (cosmic field, cosmic consciousness?). Of course, the brain is intensely involved in the manifestation of consciousness in our daily life but this is not equivalent to affirm that brain creates consciousness. Recent findings force us to consider a non-physical, spiritual and transpersonal aspect of reality.