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Revista de la Facultad de Medicina

versión impresa ISSN 0798-0469

RFM v.24 n.1 Caracas mar. 2001

 

EDITORIAL

DISCURSO PRONUNCIADO POR LOS DOCTORES C CABRERA, JF VELÁSQUEZ, HJ GUTIÉREZ Y E FIGUEROA.

(Caracas 23 de Noviembre del 2000)

Discurso Pronunciado por la Dra. Carmen Cabrera en el Acto Protocolar Conmemoración de los 60 Años de Fundada la Cátedra de Puericultura y Pediatría de la Universidad Central de Venezuela. Homenaje a su Creador

Es un honor y un orgullo el haber sido designada para dirigirme a tan distinguido auditorio, en representación de las Cátedras de Clínica Pediátrica y Puericultura de la Escuela de Medicina "Luis Razetti", en este día de júbilo para la Pediatría Nacional en el que celebramos el sexagésimo aniversario de la primera Cátedra permanente de Pediatría de la Universidad Central de Venezuela, fundada por el insigne pediatra venezolano Dr. Pastor Oropeza.

Como dijo el maestro el 26 de septiembre de 1940: "el tiempo y la circunstancia histórica más que los méritos personales nos colocan en la situación que nos toca vivir".

Fundamento mi exposición en tres palabras y su significado con la Conmemoración que hoy nos reúne: Pasado, Presente y Futuro y en algunos pensamientos de ilustres colegas cuyos nombres y vigencia están relacionados con nuestras Escuelas y Cátedras.

Comienzo con las palabras del pastor de sueños y realidades pronunciadas por el profesor Oropeza en el acto inaugural de la Cátedra. Cito: "mis palabras serán breves; quiero empezar mi labor en la Cátedra de Clínica Pediátrica y Puericultura cumpliendo fielmente con el artículo 27 del reglamento de la Universidad Central, que dice así: el profesor si ha bien lo tuviere pronunciará un breve discurso de circunstancias"; por lo tanto seré breve, lo seré en el discurso y también en la descripción del pensador insigne maestro de maestros Dr. Pastor Oropeza, médico y pediatra en toda la extensión de la palabra, con su capacidad de administrador sanitario, docente, humanidad, bondad y don de gente.

Con estas cortas palabras se puede describir a un hombre pero se necesitarían millones, para tratar de mostrar la magnitud de su obra, que muchos conocen o deberíamos conocer. La moral fue una de sus principales cualidades, tan necesaria en nuestro país y especialmente en la noble profesión médica.

El Dr. Luis Razetti cuyo nombre orgullosamente lleva nuestra escuela y a quien el Dr. Pastor Oropeza señaló como el puericultor que comprendió y luchó por la mejora de nuestro estado social, al hurgar en las cifras de nuestra biodemografía para decirnos porque no crecemos. Decía entonces:

"Los médicos verdaderamente honrados son aquellos convencidos de la alta misión que desempeñan con la sociedad como sacerdotes de la salud y del dolor humano, son capaces de comprender la gravedad y toda la importancia que representa un objeto tan hermoso como la vida de los hombres" y continuaba "no basta ser médico sabio para ser médico honrado; hay médicos sabios que practican el industrialismo médico en su forma más baja".

Que legado más hermoso y vigente.

El Dr. José María Vargas, su nombre distingue nuestra hermana Escuela y Cátedra, en uno de tantos momentos estelares de su pensamiento creador expresó o mas bien manifestó respuesta en su momento al autoritarismo y la violencia.

"El mundo es del hombre justo". Justo es reconocer a los precursores de la enseñanza pediátrica de nuestra Universidad. Conocer la historia es una obligación, ignorar el pasado un acto irresponsable.

Hoy es el momento propicio para enaltecer a los hombres y mujeres que hicieron la primigenia historia en la especialidad a la que dedicaron su vida.

Los primeros pasos de la enseñanza pediátrica en la Universidad Central de Venezuela se remontan a Octubre de 1885 con una disposición en la cual se creaba una Cátedra denominada: enfermedades de los niños. Desafortunadamente no hay constancia de su funcionamiento. En la misma época aunque sin carácter universitario el Dr. José Manuel de los Ríos a quien el Dr. Pastor Oropeza llamó: el mejor pediatra de todos los tiempos, dictaba lecciones de Pediatría en un dispensario fundado por él, la clínica de los niños pobres que funcionó de 1889 a 1897. Publica en 1874 un tratado elemental de higiene pública y privada. En 1881 un código de sanidad y en 1889 edita la primera revista de pediatría en Hispanoamérica. Merecidamente el Hospital Municipal de Niños de Caracas fundado en 1937 lleva su nombre.

La enseñanza de la Pediatría en la UCV de manera regular y con evaluación, comienza con el Dr. Carlos Manuel Velásquez: prueba de ello es que el Dr. José Izquierdo presentó la asignatura Pediatría el 19 de Julio de 1912, 28 años antes de la creación de la Cátedra permanente en 1940, así consta en su biografía realizada por su sobrino el Dr. Francisco Plaza Izquierdo.

En 1920 se crea una Cátedra a cargo del Dr. Beltran Perdomo y el 19 de septiembre de 1922 en la Universidad de Caracas se restablece por decreto la Cátedra de Clínica Pediátrica siendo titular de la misma el Dr. Luis Felipe Blanco, esta Cátedra desaparece en 1927.

En 1936 Caracas contaba con solo 4 especialistas en Pediatría con formación en el extranjero. El Dr. Oropeza desde la dirección de la división de Materno Infantil organiza un curso para 4 pediatras doctores:

- Carlos Castillo quien va a Maracaibo.

- Luis Zapata a Barquisimeto.

- Milton López Enríquez a Cumana.

- Miguel Franco a Carabobo.

Luego vendrán Decanio Damico, Joaquín Brillemburg, Gabriel Barrera Moncada, Ernesto Figueroa y Miguel Raga.

En 1940 el Dr. Gustavo Machado es llamado por el ministro de instrucción pública Profesor Gustavo Herrera para promover la creación de una Cátedra de Pediatría en la Universidad de Caracas. El Dr. Machado declina el ofrecimiento y sugiere al Dr. Pastor Oropeza a quien en su opinión le correspondía, pues ya tenía 4 años formando pediatras.

El 27 de Julio de 1940 se aprueba la nueva Ley de Educación. Por primera vez en la historia de la educación venezolana aparece oficialmente la Clínica Pediátrica y Puericultura.

Es el 24 de septiembre del mismo año, cuando aparece en la gaceta oficial publicada la resolución N° 281, donde se hace el nombramiento del Dr. Pastor Oropeza como Profesor Interino de la Cátedra de Clínica Pediátrica y Puericultura y el Dr. Ernesto Vizcarrondo Jefe de Clínica Interino.

El Profesor Oropeza dicta su lección inaugural el 26 de septiembre de 1940 en el auditorio del Hospital Municipal de Niños. Dice entonces: "con la inclusión en el pensum de Ciencias Médicas de la Puericultura se responde a una profunda necesidad social". Poco tiempo después se integra el Dr. Espíritu Santos Mendoza.

Estos 3 eminentes pediatras constituyeron el trípode con el cual se inicia la enseñanza de la Pediatría en la UCV.

Esta Cátedra comienza a funcionar de manera permanente el 28 de septiembre de 1940, en el Hospital "J.M. de los Ríos" en la esquina de Pirineos.

En 1947 ingresan 3 instructores los Dres. Miguel Raga, Ernesto Figueroa y Gabriel Barrera Moncada, anexándose al equipo docente en 1950 los Dres. Hernán Méndez Castellano y Eduardo Urdaneta.

En 1956 la Cátedra se traslada al recién inaugurado Hospital Universitario de Caracas, quedando una fracción de su personal docente en el Hospital de Niños y en el Instituto de Puericultura; allí estaban los doctores: Humberto Arroyo Parejo, Francisco Miranda Ruiz, Antonio Mota Salazar, J J Mayz León, Simón Gómez Malaret, Francisco Castellanos, Pedro J. Alvarez, Lya Imber Coronil, Juvenal Irazabal, Armando Sucre, Fabio Zerpa, Rafael Delgado y Alberto Bercoswky.

Mientras en el Universitario con el Dr. Oropeza se encontraban Guillermo Tovar, Hernán Méndez Castellano, Hernán Quintero Uzcátegui, Guillermo Dewitz, Josefina Tejeda de Sosa, Homero Alvarez Perera y Rafael Galarraga.

En 1968 el Dr. Francisco Castellanos gana concurso de oposición y asume la Jefatura de la Cátedra C, adscrita a la Escuela de Medicina "José María Vargas", que en 1970 se traslada a la Escuela "José María Vargas".

En 1974 el Dr. Hernán Quintero Uzcátegui funda la Cátedra de Clínica Quirúrgica Pediátrica que en conjunto con las Cátedras A y B conforman el Departamento hasta la actualidad.

En los años siguientes muy notable ha sido el desarrollo de la docencia pediátrica. Se han seguido las líneas de acción iniciadas por el Dr. Pastor Oropeza.

Sostenía el historiador de la medicina Douglas Guthrie en el prefacio de su libro "El pasado nos da la clave del presente y futuro."

Justo es reconocer la labor encomiable desarrollada actualmente por el personal docente que decidió seguir adelante esta obra magna dedicada al futuro de la nación, el niño, inspirados en la tenacidad de nuestros maestros del pasado.

Las cátedras de la Escuela de Medicina "Luis Razetti" tienen como objetivo realizar una adecuada docencia de pre y post grado, actividades de investigación y de extensión que permiten proyectar el Departamento, así como una actividad asistencial dirigida a la atención del niño en los aspectos preventivos y curativos.

Estamos trabajando con ahínco en la consecución de los cambios curriculares necesarios para que la docencia sea adecuada en todos los niveles. Creemos en la necesidad de impartir una docencia centrada en el estudiante que promueva la participación del mismo y en donde el docente se constituya en un facilitador del aprendizaje.

Concebimos el egresado de nuestro postgrado como un médico especialista en puericultura y pediatría con criterios que responden de manera efectiva y científica a las principales necesidades de salud, biológica, psicológica y social del niño hasta los 18 años de edad a través de acciones preventivas y curativas dirigidas al individuo, a la familia y a la comunidad.

Decía el Dr. Pastor Oropeza en 1940:

"El problema del niño es económico y de educación".

¿El mensaje es diferente actualmente?. A las puertas del 3er milenio, la miseria, desnutrición, maltrato infantil, maternidad y paternidad irresponsables siguen presentes; nefasta combinación que rompe la esperanza y los sueños de la construcción de una patria digna, donde su bien más preciado, nuestros niños, puedan vivir, educarse y desarrollar sus potencialidades.

¿Que podemos decir de los años por venir?. Necesitamos ahondar en el aspecto preventivo a través de los programas de salud pública en los cuales el pediatra está profundamente involucrado.

Prevención educación y saneamiento son 3 aspectos fundamentales en los cuales debemos trabajar con pasión, dedicación, esfuerzo y vocación de servicio.

En la enseñanza del estudiante de pre y postgrado, más que extrapolación foránea debemos utilizar la experiencia nacional para un programa de estudio con orientación adecuada, basando el aprendizaje en la resolución de problemas. Integrar la universidad y la comunidad es indispensable.

El fortalecimiento de los recursos de informática, el desarrollo de la globalización comunicacional es y será una premisa en el futuro inmediato en la formación del médico. Ojalá seamos capaces de conservar en medio de tanto tecnicismo la dimensión humana de la medicina.

Para Terminar: Soy optimista en el futuro del país, creo en su recurso humano, creo en la familia, creo en nuestros jóvenes en formación, creo en los Pediatras, creo en Dios.

Gracias por Vuestra Asistencia a este acto de la familia pediátrica.

Gracias.

 

 

Discurso Pronunciado por el Dr. Jesús F. Velásquez Rojas, Jefe de la Cátedra de Clínica Pediátrica

y Puericultura de la Escuela De Medicina «José María Vargas» El 23-11-00 en la sala de Conciertos de la Universidad Central de Venezuela, con motivo del Sexagésimo Aniversario de la fundación

de la Cátedra de Clínica Pediátrica y Puericultura de la Facultad de Medicina

de la Universidad Central de Venezuela

El 26 de Septiembre de 1940 la prensa nacional informaba a grandes titulares las consecuencias del Bombardeo de las incursiones de la aviación Alemana sobre Londres y de la aviación de Inglaterra sobre Berlín. Ejércitos de varias naciones de Europa y Asia mataban decenas de miles de seres humanos por la supremacía del Poder y la imposición de un orden político ideológico. En esa misma fecha y sin que se hiciera mención como noticia nacional un grupo de médicos, liderizados por el Dr. Pastor Oropeza en la sede del Hospital Municipal de Niños, construía el cuartel general donde se formaría el ejército de hombres que combatirían las enfermedades endémicas y epidémicas que diezmaban la población venezolana, en especial su grupo etario más vulnerable: ¡LOS NIÑOS!.

Se fundaba la Cátedra de Clínica Pediátrica y Puericultura de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela; dos días antes se crearon los cargos de la Jefatura de la Cátedra y de Jefe de Clínica y 2 días después se nombraba temporalmente al Dr. Pastor Oropeza, Jefe Encargado de la Cátedra y al Dr. Ernesto Vizcarrondo como Jefe Clínico encargado. Ambos cargos debían ser concursados el 1ero de Noviembre de ese año, de acuerdo a los recientemente aprobados reglamentos de funcionamiento de la UCV y de las escuelas universitarias, pero este concurso solo pudo llevarse a cabo en el año 1942 y 1943, respectivamente.

Aquel día, 26 de Septiembre de 1940, de los muchos días que el Maestro debió recordar en su vida, éste ha debido quedar como sello imperecedero en su currículum íntimo. Lograba materializar una idea duramente trabajada, con las dificultades de todo aquello que se construye como necesidad para modificar la realidad actual. En especial si se piensa que con dicho cambio, como en este caso, se lograrían beneficios para la comunidad.

Su visión futurista lo convencía de que se era injusto con el pueblo venezolano y era política errónea de la UCV, el que egresarán médicos sin los conocimientos sobre de qué y por qué se morían miles de niños venezolanos.

Desde el principio de sus funciones como Jefe de Cátedra, el Maestro Oropeza tenía claro cual debía ser el fin último de la enseñanza de la Pediatría en el país. En el acto de toma de posesión de la Cátedra señaló lo que debía ser la concepción filosófica de la enseñanza Pediátrica de la recién creada Cátedra de Clínica Pediátrica y Puericultura. Entonces dijo: «…Oficialmente la Cátedra a la que aspiro reza así: Clínica Pediátrica y Puericultura. Empezaría por modificar el enunciado diciendo Puericultura y Clínica Pediátrica. Para tratar y diagnosticar un niño enfermo, necesitamos saber las características de cuando estaba sano» … «mi mayor empeño al frente de esta Cátedra será formar médicos pediatras pero con la mentalidad de higienistas, puericultores, que no vean nunca el caso aislado, al individuo que tienen por delante sino que piensen en el niño como parte integrante de una familia».

Aunque en la cita se refería a médicos pediatras, no cabe duda que esa misma filosofía sería aplicada en la enseñanza de la Pediatría para los estudiantes de Medicina. Al presentar el Programa que desarrollaría como Jefe de Cátedra, señaló: «…El anterior Programa y la enseñanza expuesta están destinados para estudiantes de Medicina, y no buscan otro fin que llevar a la mente de nuestros futuros prácticos de cómo se evita la enfermedad en los niños y cómo hay que tratarlos cuando están enfermos».

Herederos como somos de las enseñanzas del Dr. Oropeza, de los precursores y de los que lo han seguido, no podemos menos que además de solidarizarnos con estos postulados, promover, divulgar y difundir en el ánimo de nuestros estudiantes esta concepción tan visionaria de la enseñanza integral de la Pediatría.

Muchos años más tarde de estas enseñanzas del Maestro, a partir de 1978, los organismos internacionales de salud, reconocieron que la atención integral a la salud en el primer nivel, era la estrategia correcta para lograr mejorar los índices de salud, en especial en los países en desarrollo.

A partir de entonces, cada uno de nuestros gobernantes al plantear soluciones para el sector salud, esgrimen estereotipadamente la bandera de la atención integral ambulatoria como panacea a los innumerables problemas del sector. Es necesario precisar que dicha atención involucra, no solo la formación de un profesional médico sobre la base de una visión integral de la medicina, sino también un compromiso de los organismos gubernamentales para que en la práctica sus políticas sean coherentes con las pautas en las que se basa esta estrategia.

No podemos negar que en la formación del egresado de Medicina, en general, se ha privilegiado la función curativa en desmedro de las actividades de promoción, y prevención; sin embargo, los docentes de pediatría, fieles a los postulados del Dr. Oropeza, asignan a la promoción, la prevención, y a los aspectos psicosociales del proceso salud enfermedad, rol prominente en los pensum de estudios de la carrera médica. Además de estar presente en los contenidos de las asignaturas preclínicas, también se enseña en todos los años de las asignaturas clínicas.

Nuestros egresados, sin duda poseen todas las herramientas para controlar el problema biológico del proceso salud enfermedad; no obstante, aunque entienden la influencia que en dicho proceso ejercen los factores socioculturales, poco es lo que pueden hacer al respecto. Las variables económicas, culturales, políticas, sociales, educativas, constituyen factores condicionales del proceso, que deben ser reconocidas como tales por los organismos competentes y programar su solución para lograr una efectiva y eficiente atención médica integral.

Quizás el mayor homenaje que podamos hacer al Maestro Oropeza en este aniversario de la fundación de la Cátedra de Clínica Pediátrica y Puericultura es expresar con viva voz en todos los medios y por todos los medios, que no sólo formando médicos aún cuando cuenten con las características que se requiera, según las necesidades de la población, podemos desarrollar una adecuada Atención Integral del Niño.

Es necesario que se corrijan los factores perversos que establecen la diferencia entre una buena y mala situación de salud: el medio ambiente, el hambre, la ignorancia, el ingreso familiar, la educación, la escolaridad, la estructura familiar, la miseria, la vivienda con sus consiguientes rupturas de las estructuras tradicionales que dan lugar a nuevos problemas de salud e impiden el bienestar de madres y niños.

Nos parece vergonzoso que aún hoy estemos clamando por lo mismo que hace 60 años el Dr. Oropeza consideraba que modificarlo era responsabilidad del estado.

El Doctor Gabriel Banera Moncada, en el libro: Por los Niños de Venezuela editado en 1994 por el Congreso de la República en homenaje al Dr. Pastor Oropeza, refiere que en una de sus primeras lecciones, el Dr. Oropeza al hablar de la atención integral de la Pediatría dijo: «…Las luchas sanitarias hay que plantearlas en un frente integral y completo, y si traigo a colación esto, es para rechazar el concepto simplista de que inundando el país de médicos se solucionan nuestros problemas». Para dar fuerza a estas palabras se apoyaba en frases como los de Florencio Escardó, famoso pediatra Argentino, quien señalaba refiriéndose a este tema que «…la pretención es tan graciosa como la de pensar que distribuyendo estratégicamente en el país a cocineros, el pueblo se encontrará de pronto bien alimentado».

La mortalidad infantil en 1940 rondaba la increible cifra de 120 x 1000 nacidos vivos registrados, 5 años después en 1945 había bajado a 110 x 1000 nacidos vivos registrados y 5 años más tarde, 1950, a 70 x 1000 nacidos vivos. En 10 años la mortalidad infantil descendió en 50 puntos, como nunca en ningún otro decenio. En el análisis de este hecho, se han considerado muchos factores; pero sin duda que la formación de médicos con conocimiento de la Pediatría, bajo la perspectiva de la prevención, en conjunción con la enseñanza de esta asignatura sobre la base de programas elaborados de acuerdo a los anuarios de Epidemiología y Estadística vital, significó un importante aporte para obtener tan buenos resultados. Considero que este hecho, constituye uno de los de mayor relevancia en la enseñanza Pediátrica en el país. En esa oportunidad, había una perfecta unión de fuerzas, entre lo que el País quería y lo que la Universidad enseñaba. El Dr. Oropeza, responsable del desarrollo de los programas de salud Materno infantil desde la dependencia ministerial respectiva, también era responsable de la enseñanza de la Pediatría.

El advenimiento de la tecnología aplicada al ejercicio médico cada día de mayor complejidad, y la suma de numerosos otros intereses en la formación de los médicos, fue separando progresivamente lo que en su oportunidad dio tan buenos resultados.

La práctica nos señala que las características de nuestro egresado de hoy, probablemente no sea compatible con el perfil del médico que desee el Estado, por lo que es necesario que Universidad y Estado logren acuerdos en ese sentido.

Más recientemente el Ministerio de Salud y Desarrollo Social, ha reactivado la concepción de atención integral ambulatoria y ha planteado a la Asociación de Facultades de Medicina la necesidad de formar profesionales médicos de acuerdo con las necesidades de las comunidades. Ojalá que al mismo tiempo se introduzcan también modificaciones presupuestarias en los entes oficiales, a quienes les compete solventar los diferentes aspectos que conduzcan al Desarrollo Social.

Tengo el honor de representar en este acto a la Cátedra de Clínica Pediátrica y Puericultura de la Escuela de Medicina «José María Vargas», con sede en el Hospital de Niños «José Manuel de los Ríos», institución que guarda los recuerdos de las grandes obras desarrolladas e iniciadas en su recinto en favor de la Niñez por el Dr. Oropeza, y al mismo tiempo testigo del progreso de la enseñanza de la Puericultura y de la Pediatría, en cuya construcción contribuyen todos y cada uno de su planta profesional a la que nunca será bien reconocida su colaboración.

Al Cumplirse 60 años de la fundación de la Cátedra de Clínica Pediátrica y Puericultura de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela, nos es grato recordar a dos hombres, quienes como el Dr. Oropeza, en distintos escenarios y en diferentes momentos, han contribuido de gran manera a la enseñanza de la Pediatría Nacional. Nos referimos en primer lugar al Dr. José Manuel de los Ríos, precursor de la Pediatría Nacional y de quien el Maestro Oropeza dijera de él en la sesión inaugural del Curso de Postgrado Pediatría 1946-1947: «… En la clínica de niños pobres (1894-1897) corren insertas sus exposiciones y toda su admirable labor de investigación y divulgación. Fue en verdad y aunque no figura en presupuesto o en el pensum, el verdadero fundador de esta Cátedra en Venezuela. Era un Pediatra excelente, clínico, sagaz, escritor, claro y preciso, maestro frente al niño enfermo».

En segundo lugar, al Dr. Francisco Castellanos, excelente docente, trabajador incansable, creador de la estructura académica de los estudios pediátricos de la Cátedra de Clínica Pediátrica y Puericultura de la Escuela de Medicina «José María Vargas» y de los estudios de Postgrado Universitarios en la especialidad Pediátrica en la actual sede del Hospital de Niños «J.M. de los Ríos».

Finalmente quiero expresar en nombre de todos mis compañeros Profesores de la Cátedra de Clínica Pediátrica y Puericultura de la Escuela de Medicina «José María Vargas», el agrado de compartir con los Profesores de nuestras hermanas gemelas Cátedras del Departamento de Puericultura y Pediatría de la Escuela de Medicina «Luis Razetti», descendientes directos de aquella vieja pero vigente Cátedra fundada por el Maestro Oropeza, la celebración de este sexagésimo aniversario, momento propicio para recordar las enseñanzas del Maestro y no desmayar en la lucha para lograr una mejor salud para los niños.

Profesores y amigos: Pediatras, Psicólogos infantiles y otros académicos, han estudiado en diversas ocasiones el significado del grito del niño al nacer. Sabemos de su correspondencia biológica, pero no hay acuerdo en cuanto a su connotación humana. Algunos ven en ese grito, la protesta del hombre por el mundo que le tocará vivir. Los Pediatras, sensibilizados por nuestro ejercicio diario, emulando al recién nacido, en cualquier escenario, debemos elevar nuestra voz de protesta por las condiciones sociales en las que están creciendo y desarrollándose la mayoría de nuestros niños, la mayoría de los hombres del mañana.

Muchas Gracias.

 

 

Discurso Pronunciado por el Dr. Humberto J. Gutiérrez R. en el Acto Protocolar Conmemoración de los 60 años de la Fundación de la Cátedra de Pediatría de la Universidad Central de Venezuela. Homenaje a su Creador

Referirse a la Cátedra de Clínica Pediátrica y Puericultura en fecha tan insigne como la que hoy nos convoca, significa ineludiblemente rendir honores al visionario y soñador cuya lucha hizo posible la construcción de esta herramienta contundente dirigida desde su génesis a enfrentar la impronta sombría de la fatalidad que siempre se ha erigido contra nuestra prolongación histórica como pueblo destinado a liderizar el camino de un continente irredento.

Pensar en dirigir el conocimiento médico hacia la búsqueda de respuestas científicas ante la especial vulnerabilidad de los niños frente a las patologías propias del subdesarrollo, combinadas satánicamente en los años 30 y 40 con la introducción de las discracias de un desarrollo incipiente llegado de las manos de la explotación petrolera, colocaba sin duda al mundo médico de la época en presencia de una mente privilegiada capaz de discernir por una parte acerca de la necesidad de construir un referente académico institucional con la capacidad para codearse con las disciplinas tradicionales de la medicina cientificista ya en boga para la época y por la otra acerca de la perentoriedad de comenzar a sembrar el país de Médicos portadores del conocimiento básico para interrumpir el ciclo de un proceso salud - enfermedad de consecuencias nefastas para la población llamada a garantizar el futuro de la nacionalidad: Los niños.

Se trata entonces de una afortunada simbiosis, un hombre y su tiempo, un hombre y su obra, ineluctablemente unidas y en donde el portento del pensamiento se erige como el determinante del pasado, el presente y el futuro de una manera tan ineludible que basta con recorrer aun someramente las invalorables referencias bibliográficas para encontrarse con afirmaciones de esta emocionante magnitud:

"Mi mayor empeño al frente de la Cátedra será el de formar médicos pediatras, pero con mentalidad de higienistas, que no vean nunca el caso asilado, al individuo que tienen por delante sino que piensen en el niño como parte integrante de una familia. La unidad de higiene y que traten siempre de abarcar la amplitud del problemas socioeconómico y de educación".

"La única arma, la más efectiva de protección a la infancia, está en la solidez económica del hogar proletario de la Ciudad y el Campo".

Y si la curiosidad apasionada, por tanta creatividad nos sigue acuciando encontramos entre tantos pensamientos uno que nos hace detenernos por lo actual y lapidario.

"El niño no es un conjunto de órganos y aparatos, la visión integral de un todo se impone, una sola ventana como perspectiva lo que trae es confusión".

Ambos pensamientos entre muchos de una prolífica prosa oral y escrita permiten afirmar la presencia de un portento bienaventuradamente llegado al espacio de la medicina del niño con una especial capacidad para entender no sólo la estrecha relación existente entre los determinantes socioeconómicos implícitos en las cifras de morbimortalidad infantil sino también la importancia de superar el abordaje individualista y medicalizante por otro capaz de dar cuenta de todos los aspectos del plano de lo general implicados esencialmente en su causalidad, es decir, este Julio Verne de la Pediatría descubrió en la primera mitad del Siglo XX algo que todavía es tema de discusión entre nosotros, la necesidad del abordaje Holístico.

Iniciamos esta intervención enlazando a nuestra Cátedra con su fundador y lo hicimos convencidos de la vigencia de su pensamiento y en consecuencia de su trascendencia, por cierto esta manera de orientarla no lleva implícita jamás la intención de desmeritar la acción de otros actores que como Ernesto Vizcarrondo, Espíritu Santos Mendoza, Lya Imber de Coronil, Ernesto Figueroa, Simón Gómez Malaret, Francisco Castellanos, Guillermo Tovar, Armando Sucre, Humberto Latuff, Hernán Méndez Castellano, por nombrar algunos se erigieron en consolidadores de tan magna obra. Se trata solo de ratificar la actualidad de un discurso y de una acción cuya insólita frescura puede con toda facilidad servir de base para el quehacer de los pediatras de hoy. Y lo decimos al entender nuestro compromiso como un asunto forjado al fragor de una realidad más cruda y patética que las encontradas por el maestro en su momento vivencial y que se expresan en estadísticas serias en un aumento sustancial de los problemas conducentes a la enfermedad y/o muerte de nuestros niños.

Esto implica un esfuerzo importante de nosotros para dar respuestas a una sociedad caracterizada por la desigualdad que exige de hombres y mujeres privilegiados por su acceso al conocimiento científico de respuestas adecuadas a fenómenos con características tan colectivas que convierten al abordaje individual en un asunto casi menos que ineficiente.

Por ello este día recordando al Dr. Pastor Oropeza y a su magna obra "La Cátedra de Clínica Pediátrica y Puericultura" solo resta pedir a todos los colegas asistentes a este acto dos cosas fundamentales:

Una: Colocar corazón, espíritu y alma en el mantenimiento y consolidación de la Cátedra de Pediatría como cantera de los seguidores de Pastor Oropeza garantes de la felicidad de los niños venezolanos.

Y dos: Llevar a todo lo largo y ancho del país, el mensaje indeleble sobre el compromiso de los pediatras venezolanos en su participación activa para la construcción de un nuevo país donde los niños sean felices.

Señores.

 

 

Palabras del Dr. Ernesto Figueroa P. en la Conmemoración de los 60 años de Fundada la Cátedra de Puericultura y Pediatría de la Universidad Central de Venezuela. Homenaje a su Creador

Iniciamos esta exposición haciendo alusión a una frase atribuida por algunos al Dante Alighieri y por otros a Leonardo da Vinci, que reza así:

"Desgraciado el discípulo que no supere a su maestro". El maestro de esta Cátedra fue el Dr. Pastor Oropeza quien ninguno de nosotros pudo con él, pero, en lo que no estamos de acuerdo, es con lo de desgraciado, gracias a que con la sabia de su ejemplo y el fermento de sus lecciones, pudimos desarrollar una labor fructífera, donde se recogieron copiosos frutos tanto en Caracas como en el interior del país.

Dado lo apretado de esta agenda no es posible extendernos en su debida forma y por ello nos concentramos a determinados aspectos del maestro que han merecido el respeto y consideración de propios y extraños.

Es propicia la ocasión para recordar el magnífico libro que en su honor editara la Cámara de Diputados del Congreso de la República en 1994, contentiva de 29 artículos de gran valía en donde se ensalzan las cualidades bibliográficas, científicas, culturales y humanistas de tan esclarecida figura.

Resalta en la citada publicación su primer libro pediátrico EL NIÑO, cuya lectura impresionó tanto al entonces Ministro de Sanidad Dr. Enrique Tejera, para ofrecerle, el cargo de jefe de la división materno infantil, oportunidad que anhelada tener en fecha más lejana.

Comienza su obra en 1936 con la creación del Instituto Nacional de Puericultura donde se elaboraron las normas de acción de la División Materno Infantil y el funcionamiento modelo de higiene para madres y niños en donde se realizarían consultas de puericultura tendientes a lograr un adecuado control de prenatales y favorecer a una futura y buena asistencia obstétrica, un control precoz del recién nacido y educar a las madres sobre los buenos cuidados del niño tanto con entrevistas en el Centro como a través de las enfermeras visitadoras cuya magnífica labor nos llenan de gratos recuerdos sobre la obra educativa impartida a las madres pobres y conocer muy de cerca, sus problemáticas realidades. Sobre estas labores sanitarias sociales sólo nos queda mencionar la atención de los Infantes y Preescolares considerando el control de su crecimiento y desarrollo de suyo, indispensables para su salud, los mismo que las vacunaciones preventivas, pruebas diagnósticas, hábitos de alimentación, entre otros cuidados.

En apoyo a todas esas actividades se contó con la gran ayuda de panfletos, folletos, periódicos, murales, el periódico SER editado por el ministerio y demás medios visuales disponibles.

Además de los expuesto como labor básica, no podemos olvidar ciertas actividades específicas sanitario-sociales que en honor al tiempo debemos acotar:

1. Los cursillos y entrenamientos para comadronas urbanas y rurales de importancia obvia.

2. Las estaciones de leche que sustituyeron a los antiguos repartos de leche en donde no solamente se repartía el producto, sino que se repartía toda una puericultura.

3. La lactancia materna, de suyo considerado como insustituible para las diversas clases sociales.

4. La hidratación oral con pastillas electrolíticas debidamente diluidas y que asentaron un duro golpe a la mortalidad infantil por diarreas.

5. La creación del servicio de Control de recién nacidos y prematuros, atendiendo a los de mayor riesgo preferentemente en hospitales y a los que lucían en mejores condiciones clínicas recibían atención en servicios ambulatorios prestados en los centros maternos infantiles, y los más delicados se atendían en un servicio domiciliario en donde recibían asistencia por médicos y enfermeras especializadas.

Este servicio domiciliario causó gran demanda por el éxito de sus resultados, ser de bajo costo, proporcionar enseñanza y participación de la familia en sus cuidados, promocionar la lactancia materna y reducir significativamente la mortalidad del prematuro.

Por otra parte, logró estrechar relaciones de trabajo con las divisiones técnicas del Despacho de Sanidad así como diversas instituciones públicas y privadas a favor de binomio madre-niño.

Esta fue en breves rasgos su gran labor en el Ministerio de Sanidad. No obstante comprendió la necesidad de participar activamente en muchas otras instituciones de la infancia y así fue Miembro Fundador y Jefe del servicio N° 3 del Hospital Municipal de Niños, Miembro Fundador del Consejo Venezolano del niño y Presidente de una de sus directivas.

Crea la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría. Funda en ella también los Archivos Venezolanos de Puericultura y Pediatría que ha mantenido unidos a todos los pediatras del país y ser fuente de enseñanza y aprendizaje de la Pediatría a través de sus jornadas y congresos científicos, entre otros eventos pediátricos.

En el Instituto Nacional de Puericultura se realizaron numerosos cursillo para auxiliares de enfermería para proporcionar personal para hospitales y ambulatorios cuya importancia es obvia.

Dirigió por pocos meses el primer Hospital de Niños del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales de Caracas con la finalidad de organizar su funcionamiento.

Como se comprende esta preocupación en tantas instituciones le permitió realizar una labor integral y debidamente coordinada.

He dejado para lo último de sus actividades colectivas la creación de la Cátedra de puericultura y Pediatría en 1940, para lo cual fue designado como Jefe y en 1942 adquiere su Jefatura por concurso de oposición. Inició su labor con el pregrado médico de la Universidad Central de Venezuela y comenzó los cursos de post-grados universitario en 1949 con sede en el Hospital de Niños y en el Instituto Nacional de Puericultura extendiéndose luego a similares postgrados universitarios en el Hospital Universitario de Caracas, y en otras universidades del país.

Con sus grandes facultades humanísticas, pedagógicas y científicas, recalcó la necesidad de realizar grandes transformaciones estructurales y grandes cambios sociales del bienestar humano siendo oportuno recordar al sabio Heráclitus al decir: "Nada es permanente, excepto el cambio".

Sobre esta primera cátedra de la pediatría venezolana se han descrito elogiosos comentarios entre ellos el informe del excelente pediatras James Hughes, comisionado por la Academia Americana de Pediatría para evaluar el funcionamiento de las Cátedras de Pediatría en Sur América en donde señala como una de las mejores, a la de la Universidad Central de Venezuela.

Lamentamos no poder continuar con esta sabia pedagogía del maestro Oropeza y al lector interesado recomendamos consultar el Informe presentado en 1968 a la Organización Panamericana de la Salud sobre la problemática sanitaria de la América Latina por los distinguidos profesores Lázaro Benavides (Hospital Infantil de México), Julio Menenghello (Universidad de Chile), Pastor Oropeza (Universidad Central de Venezuela) y Renato Woisky (Universidad de Sao Paulo).

Síntesis biográfica de otros aspectos de la vida del Dr. Pastor Oropeza

Es obligante presentar, al menos sucintamente, las principales virtudes y otras características de su vida que serán gratas para los que vivimos esas reminiscencias como para las nuevas generaciones médicas a fin de admirar esa ejemplar figura del maestro donde resulta oportuno recordar una frase del evangelio:

"Nada grande se hace sin pasión". Dice el evangelio. Procede de una familia ejemplar y ejemplar fue también su descendencia. Mis recuerdos espirituales a su dilecta esposa Doña Egilda Herrera de Oropeza.

Entre Carora y Caracas hace sus estudios de primaria, secundaria y superior. Con excelentes notas. En su etapa premédica, fue objeto de muchas designaciones y distinciones.

Se gradúa de médico a los 23 años en 1924 y recibe el título de Doctor en Ciencias Médicas de la Universidad Central de Venezuela en 1937. desde su graduación hasta 1935, ejerce en su pueblo natal de Carora con las interrupciones propias por sus viajes de estudios pediátricos y trabajó como médico en el Hospital San Antonio de Padua a título gratuito durante 10 años.

Estudia pediatría en París durante el período 1926 – 1928 en una de las épocas más brillantes de la pediatría francesa de la época.

Regresa a París en 1934 y hace una puesta al ida de sus estudios pediátricos al lado del Profesor Marfan quien desde 1914 era un excelente médico internista, investigador y pediatra.

Tuvo gran preocupación por su continua formación intelectual y espiritual, lo que le hizo tener gran inclinación por la lectura. Sanitarista creativo de grandes aplicaciones prácticas y orador de grandes quilates.

Su contracción al trabajo y afición por los estudios, su vocación de servicio, el orden y la disciplina en sus acciones, su preocupación por cumplir metas trazadas, artífice en sus relaciones públicas y privadas debido a su gran simpatía y correctos procederes. Buen amigo y tuvo amigos y ahijados a granel.

A propósito, de una frase de Nicolás Maquiavelo: "El hombre ama la alabanza y detesta el vituperio".

Da la impresión que ella fuera norma de su vida por ser muy discreto en señalar defectos personales y ser muy generoso en elogiosas expresiones, lo que lo hacía poseedor de una perfecta armonía mente-cuerpo por su gran corazón y su grandeza mental que nos permite recordar a René de Chateaubriand en su pensamiento: "No es sólo la cabeza la que debe el hombre mantener en alto, sino también al corazón a modo de antorcha sacra, de luciente y atractivo faro".

A pesar de haber obtenido brillantes actuaciones de la clientela privada, esta no llegó a ser su mayor anhelo médico. Su ética profesional y competencia, lo hacían frecuentemente ser designado por pediatras y clientes como uno de los miembros de las antiguas Juntas Médicas Pediátricas, a fin de discutir casos problemáticos.

Nunca tuvo interés por el afán del lucro y en uno de sus discursos criticó severamente a médicos que así actuaban y citó como doctor ejemplar a Don Cecilio Acosta, escritor y filósofo insigne quien murió en gran pobreza, pero colmado de grandes riquezas espirituales sus trabajos científicos pasan del centenar.

Como político se definió como un socialista-liberal. Fue miembro y presidente de la Cámara de Diputados y Senador por el estado Lara en cuyas altas posiciones supo sacar provecho a favor del binomio madre-niño.

En sus ansias de libertad y dignidad sufrió prisión de un año durante la dictadura del general Juan Vicente Gómez y la expulsión de la Cátedra junto con un grupo de Profesores durante el gobierno dictatorial de Marcos Pérez Jiménez.

Ante tan magistral labor tuvieron que aparecer reconocimientos como los siguientes:

• Miembro de diversas Sociedades Pediátricas, algunas con categoría de correspondiente u honoraria, así como de muchos hospitales y otras instituciones.

• Miembro de numerosas comisiones de trabajo: oficiales, universitarias y otras instituciones.

• Individuo de Número y Presidente de la Academia Nacional de Medicina.

• Tutor de tesis de doctorado y de post-grados.

• Representante de Venezuela invitado de honor a diversos eventos científicos específicos así como a Congresos y Jornadas pediátricas nacionales e internacionales.

• Distinciones honoríficas diversas (diplomas, acuerdos, condecoraciones, entre otras).

En fin, tuvo también antes de morir, el recibir de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría por disposición unánime de asamblea, el honroso título de PADRE DE LA PEDIATRIA VENEZOLANA.

Cuando hablamos de la obra del Dr. Oropeza no queremos decir que antes no había pediatras en Venezuela de valía, muy particularmente en el siglo XIX y primeras décadas del XX, pero que no pudieron realizar una debida acción colectiva y su labor predominó en el campo individual de la profesión, pues muchas causas fueron adversas a ellos como políticas erradas de gobierno, el subdesarrollo reinante. Guerras de caudillaje, crisis económicas y dictaduras indiferentes a estas problemáticas y por ello en mis artículos sobre la historia de la Pediatría venezolana llamé a la obra de Oropeza la pediatría organizada de Venezuela.

Tuvo también el Dr. Oropeza la suerte de contar con un distinguido grupo de médicos con cursos pediátricos en el exterior o formados en el país de excelentes competencias.

Además, desde el año 1939 llegaron a Venezuela una pléyade de distinguidos y excelentes pediatras, sanitaristas, psicólogos y de otras especialidades que vinieron de España huyendo de la acción devastadora de la guerra civil española y que realizaron en el país una brillante labor.

Lamentamos no poder designar sus nombres por no tener cabida en esta corta exposición y el estar exclusivamente dedicada al Maestro.

¿Tuvo defectos Oropeza?. Quien de algún ser humano no los ha tenido sobretodo al tratarse de hombres públicos y destacados. De todos modos, estarían catalogados como pecados veniales, entre los cuales estarían el exceso del supremo respeto a la jerarquía, actitudes candorosas, frecuentemente vistas entre científicos e investigadores, y de haber sido muy mal conductor de automóviles. Existen varias anécdotas al respecto, sobre todo una relativa al uso del retrovisor, que lo mantenía siempre hacia abajo creyendo que era para verse la cara o ajustarse el nudo de la corbata.

 

Gracias.