SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.37 número1La Uncinaria Americana-StilesNota preliminar sobre la peste boba y la derrengadera de los equideos de los Llanos de Venezuela: Tripanosomiasis índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

Compartir


Revista del Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel

versión impresa ISSN 0798-0477

INHRR v.37 n.1 Caracas ene. 2006

 

Larvas cutícolas de América

RESUMEN

En el presente trabajo hacemos un resumen de las conclusiones de las observaciones realizadas en 1903, publicadas con el título de “Curiosidades Patológicas”, que nos indujeron a examinar con interés los tumores que presentaban los pacientes.

Hemos observado numerosos casos de larvas cutícolas en el hombre, conocidas como filarias, que pueden desarrollarse en el tejido celular subcutáneo. El imago de estas larvas es un insecto alado, como una gran mosca, del género de las dermatobias, que tiene la particularidad de pasar su período larvario en el tejido celular subcutáneo de los animales superiores. Blanchard le ha fijado la denominación Dermatobia cianiventris, en contraposición a Cuterebra cianiventris Macquart, Dermatobia noxialis Goudot y Oestrus guildingi Hop, que son sinonimias. Este insecto se describe en detalle, según M.O.Tamayo, en 1904.

Conclusiones:

1ª. El gusano observado en el 2º caso es la larva de la Dermatobia cyaniventris. Del primer caso no puede deducirse que haya sido una filaria.

2ª. La dermatobia no deposita siempre sus huevos en la piel de los animales; los pone también en las hojas para que los animales se infesten al pasar, y aun más se valen de las larvas para ser transportadas por otros insectos, cuyos agentes principales son los zancudos (Mosquitos).

Palabras clave: Larvas cutícolas, Dermatobia cianiventris, Cuterebra cianiventris, Noxialis, Oestrus guildingi.

 

Fuente: “Boletín de los Hospitales”. Caracas, IV, 10: 243-249, 1905.

ABSTRACT

We present an abstract of conclusions on the observations carried out in 1903, published under the title of ”Pathologic Curiosities”, which led us to examine with interest those tumours in patients.

We have noticed many cases of cuticle larva in man, known as filarial, that can develop in the subcutaneous cellular tissue. The image of this larva is that of a winged insect, like a large fly, genus dermatobia, with the special feature of spending its larva period in the subcutaneous cellular tissue of superior animals.

Blanchard has named it Dermatobia cyaniventris in comparison with Cuterebra cyaniventns Macquart, Dermatobia noxialis Goudot and Oestrus guildingi Hop as synonyms. Detailed account of this insect is reported according to M.O. Tamayo in 1904.

Conclusions:

1) The worm observed in the 2nd case is the larva of Dermatobia cyaniventris. No deduction can be made from the 1st case that it was a filarial. 2) Dermatobia does not always deposit its eggs on the skin of animals. It also does it on the leaves so the animals passing by will get infected. Moreover it uses the larvae for transportation by other insects, mainly mosquitoes

Key words: Filarial, Dermatobia cianiventris, Cuterebra, cianiventris, Noxialis, Oestrus guildingi.

En el “Boletín de los Hospitales” número 1º, de octubre de 1903, publicó el doctor Felipe Guevara Rojas con el título de “Curiosidades Patológicas” algunos hechos muy interesantes sobre una enfermedad rara que él había observado durante su permanencia en el interior de la República. Se trataba de tumefacciones flegmosas circunscritas con un orificio central por el cual se derramaba de manera intermitente una serosidad sanguinolenta. Examinando el orificio el doctor Guevara llegó a descubrir la cabeza de un gusanillo que se asomaba por la abertura y se metía al instante en la cavidad, cuando se trataba de agarrarlo con un pinza o alfiler. En el primer caso de sus observaciones, el tumor estaba en la pared abdominal, hizo una pequeña incisión agrandando la abertura y exprimió la base, lo que dio por resultado la salida de una masa en la que se encontraban fragmentos de un gusanillo delgado de un milímetro de grueso y de color blanco amarillento. Acercando los cabos de estos fragmentos llegó a constituir un todo larguísimo del tamaño casi de un metro, razón por la cual, se inclinó a creer fuese una filaria, tal vez la filaria de Medina o dragoncillo. En un 2º caso el tumor con los mismos caracteres estaba en la frente. Hizo la misma operación que en el anterior, pero entonces salió un enorme gusano, blanco amarillento también, de tres centímetros de largo y uno de grueso. Al final de su trabajo el doctor Guevara dedujo las siguientes conclusiones que nos parecen las más interesantes desde el punto de vista que tratamos:

a. “La filariosis del tejido celular subcutáneo existe entre nosotros. No afirmo que el parásito de mi primera observación fuera precisamente la llamada filaria de Medina, pero creo indudable que debe ser clasificado en el grupo de las filarias. b. El zancudo es –por lo menos en algunos casos– el vector de los gérmenes de la afección que he observado. El enfermo de mi segunda observación me indicaba también la picadura de un zancudo como principio y causa de la enfermedad. c. Además de la filaria, gusano muy delgado y más o me- nos largo, otros gusanos más cortos, pero también más gruesos, pueden desarrollarse en el tejido celular subcutáneo. Las observaciones del doctor Guevara nos parecieron tan importantes, que no pudimos menos de rogarle nos enviara los parásitos por él obtenidos, para intentar clasificarlos y guardarlos en nuestra colección, pero la persona a quien el doctor encomendó para que nos los trajera, los perdió en el trayecto.

Poco tiempo después vino a este Hospital un señor encaminador de ganado con un tumor pequeño en la región intraescapular derecha, para que le hicieran el favor de sacarle un animal que aquel tumor contenía y que lo atormentaba con sus mordeduras. El interno de Guardia ese día, señor Pérez Frontado, tuvo la amabilidad de cedernos el caso para estudiarlo cuidadosamente. El tumor se presentaba lo mismo que los señalados por el doctor Guevara, especie de forúnculo con un orificio central que tenía la particularidad de ser perfectamente circular, como si hubiera sido hecho con un sacabocados. Por él salía, también, una serosidad de color achocolatado y compuesta, desde el punto de vista microscópico, de detritus de tejidos, células de pus, hemátidas, y una gran cantidad de cristales, del todo semejantes a los de Charcot-Leiden. En el interior se alojaba también una larva de la que solo se percibía una extremidad, cuando la asomaba para expulsar hacia afuera la serosidad purulenta.

El doctor Acosta Ortiz hizo una pequeña incisión y comprimió. La abertura dio salida a una larva de dos centímetros de largo y uno de ancho compuesta de doce anillos de largo. En el primero y segundo, casi indistintos, están el orificio bucal con dos dientes negros y curvos dirigidos hacia abajo, arriba de los cuales se ven dos proeminencias córneas y dos estigmates a los lados. Los demás anillos anteriores hasta el sexto, estaban recubiertos por espinas negras dispuestas en líneas circulares alrededor de los anillos. Por la apariencia general de esta larva dedujimos que se trataba del gusano de monte o nunche, como lo llaman en los Andes.

En nuestra estadía por los Llanos, hemos podido ver numerosos casos de larvas cutícolas de esta clase en el hombre. Son muy peligrosas. En algunas ocasiones, cuando se alojan muy cerca las unas de las otras y las cavidades se infectan, toman el aspecto de un gran flegmón, con multitud de trayectos fistulosos por donde circula un pus sanioso (disposición en regadera). No pocas úlceras rebeldes han tenido por origen un gusano de monte.

Estas larvas no infectan sino accidentalmente al hombre. Su presa habitual entre nosotros, es el ganado vacuno. Se observan también en los perros y otros animales domésticos; no es muy común en los equídeos. No se escapan de ellas los animales salvajes, los pájaros y aun se afirma que se injertan en las otras larvas de lepidópteros, consumiéndolas poco a poco y viviendo a sus expensas.

El gusano de monte o nunche es desde hace mucho tiempo conocido en Europa. Se extiende en toda la zona tropical y sub tropical de América, desde Méjico hasta el Brasil. Es el mismo que en Méjico llaman gusano moyocuil; en Honduras Británica, beefworm o cormollote; en Costa Rica, torcel; en Colombia, gusano peludo; en la Guayana francesa, gusano macaco; en el Brasil berna, ura o uro, y en el Perú, schute o sututo, por los indígenas.

El imago de estas larvas es un insecto alado del género de las dermatobias, familia de las estridas de Brauer, que tienen la particularidad de pasar su período larvario en el tejido celular subcutáneo de los animales superiores.

En razón de las dos formas, que en su evolución larvada afecta este estro americano, se creía que existían dos especies: la dermatobia cianiventris; Macquart, de larvas grandes y casi uniformes, y la dermatobia noxialis, Goudot, cuya larva tenía la porción anterior globulosa con espinas negras, y la otra, adelgazada sin espinas, como un sifón, semejante a la larva de otros hipodermos. Blanchard ha demostrado que las dos especies son una misma, y en virtud de las reglas internacionales de la nomenclatura zoológica, ha fijado la denominación dermatobia cianiventris en contraposición a las de cuterebra cianiventris Macquart; dermatobia noxialis Goudot; oestrus guildingi Hop, que han caído en sinonimia.

La descripción más detallada de este insecto, que nos ha sido posible leer, es la de M.O. Tamayo, observador peruano.

“La dermatobia cianiventris es un insecto alado que alcanza la talla de una gran mosca: sus dimensiones medias son de catorce a dieciséis milímetros de largo por cinco a seis de diámetro transversal en la parte más ensanchada del abdomen. Rara vez se encuentran ejemplares de me- nos de doce, ni de más de diecisiete milímetros de longitud.

Su porción cefálica, de color amarillo, en forma de cúpula achatada, cuya base estuviese aplicada sobre la extremidad exterior del tórax, tiene un diámetro longitudinal que no excede de la sexta parte de la longitud total del insecto, o sea, muy poco más de dos y medio centímetros, en tanto que alcanza a cuatro milímetros el diámetro transverso. Los cuatro segmentos constitutivos de la cabeza están íntimamente fusionados, sin que sea posible establecer entre ellos línea alguna de separación. En el segmento frontal vense implantadas dos antenas cortas cuyos puntos de inserción se hallan en el fondo de dos pequeñas depresiones o fosetas redondeadas. Estas antenas están constituidas por cuatro piezas: a saber, tres artículos propiamente dichos; y un estilete inarticulado o arista terminal, el que semejante a una cerda en sus porciones proximales, remata hacia su extremo distal en un haz de pelos muy finos, carácter importante que distingue a los dipteros del género dermatobia de otros estridas cuyo estilete terminal no es plumoso. La arista que hace oficio de órgano táctil, sirve de remate al tercer artículo o segmento de las antenas, cuya forma es aplanada de adelante hacia atrás y sus dimensiones mucho mayores que los otros dos artículos reunidos. La forma de estos dos primeros segmentos, es cilindroidea y excesivamente reducido su tamaño.

Tomadas en conjunto, las antenas se muestran como órganos poco prominentes, rechonchos, de vértice redondeado, sobre el que se levanta la arista plumosa.La mayor parte de la cara frontal está ocupada por dos grandes ojos facetados, que hacia abajo forman un ángulo agudo, en el que se perciben las pequeñas prominencias de los ocelos.

Como todos sus congéneres de la familia de los estridas, la dermatobia noxialis tiene la trompa imperfecta y atrofiada, poco a propósito para realizar funciones propias de aparato de succión. Está desprovista de mandíbulas y ostenta en su extremidad dos abultamientos o lóbulos blandos. La abertura bucal es poco aparente o redonda. El pedículo, poco desarrollado, permite solo a la cabeza una limitada movilidad. El tórax tiene en su cara dorsal y laterales una coloración gris oscura, que se hace más clara en la cara inferior.

En la dermatobia que estudiamos, la porción torácica tiene dimensiones que exceden poco de cuatro milímetros en los diámetros longitudinal y transverso. De esta igualdad de tamaño en ambos diámetros resulta una figura cuadrangular de ángulos redondeados. Los tres segmentos constitutivos del tórax están poco diferenciados uno de otro. El mayor de ellos es el mesotórax, quedando el protórax y el metatórax reducidos casi a la categoría de agregados cilindroideos poco aparentes. 

Tanto en la porción torácica, como en la parte anterior de la cabeza, existen pelos poco aparentes, cortos, de color parduzco, y que también se hallan, ya en mayor abundancia, sobre la superficie abdominal.

Las alas anteriores, de naturaleza membranosa un tanto turbias, ostentan un matiz rojizo pálido o parduzco y están insertadas en la cara dorsal del mesotórax. Las nervaduras presentan caracteres semejantes a los que distinguen los muscarios en general, observándose el trayecto rectilíneo del cuarto nervio y la ausencia de nervadura transversal, como ocurre con otras estridas del género ocstrus.

El alula y la squama son poco apreciables. Las alas posteriores, como en todos los dípteros, están reducidas a balancines pequeños insertos en el metatórax, formando yemas de extremidad redondeada con un estrecho y corto pedículo de implantación. Los seis pares de patas, insertos en la superficie ventral del tórax, tienen cinco artículos, el último de los cuales termina en garras destinadas a fijar la presa o sostener el insecto sobre la superficie en donde reposa. Las patas tienen un color amarillo parduzco y están casi completamente desnudas de pelos.

La porción abdominal por su color azul de acero con brillo metálico ha merecido a la dermatobia que nos ocupa, la denominación específica de cyaniventris.Esta bella coloración se transforma en un matiz blanco sucio hacia la porción inferior y terminal del abdomen.

Las dimensiones de esta porción exceden a las de la cabeza y el tórax reunidos, y su forma es la de un ovoide, cuya extremidad menor mira hacia atrás.Cinco segmentos forman el abdomen, cubiertos en su totalidad de pelos cortos mucho más abundantes que en el tórax.

La dermatobia noxialis es ovípara. En la parte posterior de su abdomen existe un oviscapto, donde se acumulan los huevos, que son después depositados uno a uno, o en pequeñas aglomeraciones sobre la piel de los diversos mamíferos que este díptero ataca”1.

Sobre este último punto hemos recogido también observaciones muy interesantes en los Llanos. La dermatobia no solo deposita sus huevos directamente en la piel de los animales, sino también en las hojas, a los lados de los caminos y veredas que abren los animales para ir a tomar agua en los ríos y en los caños. Allí ellos se transforman en larvas o se prenden de los animales al pasar y rozarse con las hojas, o se adhieren a otras moscas y culicidos, chupadores de sangre, para ser trasportados a su lugar de elección: la piel de los animales superiores. De ahí, que muchos naturales consideren al zancudo como el productor del gusano de monte y lo llamen gusano de zancudo.

En el hombre, que camina por los campos donde existen dermatobias, las larvas se depositan por lo regular en el cuello, o en los brazos, que están al descubierto, probable- mente cuando aparta las ramas para abrirse paso. Allí ellas se fijan o emigran a otras regiones del cuerpo. Muy rara vez hemos visto casos de gusanos de monte en las piernas o los pies y son partes que por lo regular están desnudos en los campos.

De todo lo que antecede se deducen las siguientes conclusiones.

1ª El gusano observado por el doctor Guevara en el 2º caso es la larva de la dermatobia cyaniventris. Del primer caso no puede deducirse que haya sido una filaria porque además que el tumor tenía las mismas apariencias de los formados por las larvas de dermatobia; habiéndose roto el gusano y convertido en una masa, el filamento que obtuvo el doctor Guevara ha podido ser los tubos de Malpigio o el canal intestinal, muy desarrollados en todas las larvas de insectos.

2ª La dermatobia no deposita siempre sus huevos en la piel de los animales; por un instinto particular, como sucede con las garrapatas, los pone también en las hojas para que los animales se infecten al pasar, y aun se valen las larvas para ser trasportadas de otros insectos, cuyos agentes principales son los zancudos (Mosquitos).

Septiembre de 1905

M.O. Tamayo. La dermatobia cianiventris. “La Crónica Médica”. Set. 30, 1904, Lima.