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Revista de Filosofía
versión impresa ISSN 0798-1171
RF v.25 n.57 Maracaibo dic. 2007
BOCHEŃSKI, Józef M.: Introducción al pensamiento filosófico.
Editorial Herder, Barcelona, 2002, 120 pp.
El libro que reseñamos en esta ocasión, como otros sobre los que hemos escrito, es de carácter divulgativo, dedicado a un público culto general más que a especialistas o estudiantes. Sin embargo, es un libro cuya lectura puede ser de interés, enriquecimiento y reflexión para estudiantes de filosofía de cualquier nivel, y para sus profesores. La presente es una reseña tanto sobre la vida como sobre de este pensador.
Józef Maria Boche½ski, O.P., (1902, Czuszów, Polonia-1995, Fribourg, Suiza) fue un importante pensador filosófico del siglo XX y uno de los más longevos, muriendo casi con el siglo a los 93 años, y hasta esa avanzada edad se mantuvo activo, leyendo, estudiando, aprendiendo, escribiendo, enseñando y disertando en diferentes eventos académicos. Por otro lado, desde muy joven tomo parte en acontecimientos históricos de su tiempo, como la campaña contra los rusos bolcheviques, que invadieron Polonia en 1920, intentando restablecer allí el dominio ruso. Luego de esa intensa experiencia, Boche½ski, inició estudios de Derecho en Lemberg (Lwów), y de economía en Posen (Pozna), pero en 1927 entró en la orden dominica, y al año siguiente inició sus estudios de filosofía en la Universidad de Fribourg (Suiza), recibiendo allí en 1931 su doctorado, así como en 1934, el de teología por la Universidad Pontifica Santo Tomás de Aquino, en Roma1.
Aunque se formó en el neotomismo y el neoescolasticismo, las inclinaciones de Boche½ski iban hacia la filosofía analítica y la lógica. Inclusive sus aproximaciones a tópicos de la filosofía tradicional, como el tema metafísico de la analogía, las hizo a partir de técnicas aportadas por la lógica simbólica, sumándole además otros aportes suyos desde la lógica matemática. En Polonia fue también discípulo del célebre lógico Jan ukasiwicz, en un momento en que empezaba a cobrar auge la Escuela Polaca de lógica que tuvo en este autor y en Alfred Tarski egregios representantes. Años más tarde, en una de sus obras, titulada La filosofía actual2, dio en apéndice final una lista de varios filósofos de su tiempo, con sus respectivas áreas o afiliaciones, y se colocó a sí mismo como tomista, pero en nota a pie de página añade, con relación a él y a varios de sus contemporáneos: se interesan por la lógica matemática, lo que en su caso fue expresión de humildad, pues ese interés le llevó a escribir no menos de dieciséis libros sobre lógica, algunos de los cuales (como su Historia de la lógica formal, 1961) son clásicos de la materia.
En los años treinta, cuando se consolidaban los fascismos y autoritarismos en Europa, Boche½ski fue uno de los pensadores que se manifestó rotundamente contra tales tendencias. Desde 1934 era profesor en el Collegium Angelicum de Roma, y luego, hacia 1940, se radicó en Fribourg, Suiza, pero tuvo otro paréntesis bélico cuando actuó como capellán de las fuerzas polacas que lucharon en Francia e Italia, y estuvo en la famosa campaña que capturó Monte Cassino en 1944.
Después de la guerra, Boche½ski entró como profesor en la Universidad de Fribourg, de la cual años más tarde llegaría a ser Rector (1964-1966). También fundó y dirigió el Instituto de Europa Oriental, dedicado sobre todo a estudios de sovietología, que fue otra de las vertientes fecundas y densas de su producción, pues a través de la revista editada por dicha institución y de varios libros que escribió y editorializó, hizo brillantes y agudos análisis críticos sobre la filosofía marxista. Este sesgo comprometido de su obra hizo que fuera vetado en los países socialistas, y en su país, Polonia, no se publicaron sus libros sino después de la caída del comunismo, en 1989.3
Hacia el final de su vida, la veta crítica de Boche½ski, lejos de aplacarse, se hizo más aguda e inquieta. Su campo de intereses se amplió tanto que hasta después de los ochenta años iniciaba nuevos estudios en cuestiones difíciles (como la lectura e interpretación de jeroglíficos egipcios). Recelaba de las últimas tendencias relativistas e irracionalistas en epistemología y sociología de la ciencia, así como de la hermenéutica filosófica, y desconfiaba del sesgo iconoclasta que iban tomando todos estos campos; por otro lado, su pensamiento se fue haciendo más racionalista e inclinado a dar un mayor voto de confianza a las ciencias del que comúnmente están dispuestos a dar los intelectuales contemporáneos.
El libro que reseñamos es la traducción de un grupo de diez conferencias que Boche½ski pronunció en la Radio de Baviera en varios programas transmitidos durante 1961. Dice en el prólogo que le fue impuesta una estricta limitación a 27 minutos para cada conferencia. Ello le hizo no sólo seleccionar exigentemente los temas sobre los cuales versaron sus conferencias, sino inclusive los contenidos de los mismos. Cualquiera que haya leído todo o parte de algún libro de Boche½ski sabe que sus textos no son fáciles (¿Qué texto filosófico lo es?), ni suelen mostrar esa fluidez, esa cómoda claridad que poseen los escritos de autores como Hume, Descartes u Ortega y Gasset en nuestra lengua. Sin embargo, el presente libro muestra su maestría para expresarse sobre varios temas e ideas de manera no sólo diáfana y precisa, sino grata, cosa notable además, porque son rasgos que atraviesan la traducción e invitan a la lectura.
El autor ha dividido el libro en tantos capítulos como el número de sus conferencias. Los temas que escogió para introducir al público al pensamiento filosóficos son los siguientes: 1. La ley, 2. La filosofía, 3. El conocimiento, 4. La verdad, 5. El pensamiento, 6. El valor, 7. El hombre, 8. El ser, 9. La sociedad, y 10. Lo absoluto. Más que tratar de hacer una enjundiosa exposición sobre cada uno de esos puntos para lo cual ni el tiempo ni el medio eran los adecuados- su fin fue, como él mismo dice en su prólogo: partiendo de algunos problemas, explicar al oyente ayuno de preparación filosófica qué es la filosofía y como ésta trata sus temas (p. 9); asimismo, dice que escogió presentar estas meditaciones asumiendo desde el principio una posición determinada, y desde ella, discutir los problemas y sus soluciones. [ ] En mi opinión, no existe ni puede existir en absoluto una exposición objetiva de los problemas filosóficos fundamentales (ibíd). En este sentido, los puntos de vista que defiende son los suyos, siendo estas meditaciones, a fin de cuentas, la exposición muy esquemática, pero en muchos puntos muy clara de una filosofía que él tiene por verdadera.
Desde luego, el autor hace frecuente referencia a los temas, ideas y obras de otros pensadores pretéritos o contemporáneos, incluso citando sus ideas y contextualizándolas o comentándolas, lo cual siempre es conveniente, cuando no obligado, al referir el pensamiento de otro autor, por aquello de la necesidad del contexto para tratar de entender lo mejor posible lo que dice un autor. Quizá los capítulos más logrados de un libro que, a nuestro juicio, no tiene desperdicio, son los dedicados a la filosofía, y lo absoluto. Sus formulaciones incitan a pensar, a discrepar y a sugerir o construir caminos alternos, quizá paralelos a los suyos. Oscar Wilde decía que un cigarrillo nos deparaba «un placer sencillo y perfecto, porque es exquisito y le deja a uno insatisfecho. ¿Qué más se puede desear?». De manera parecida, la posible excelencia de este libro está en que nos permite leerle con facilidad y nos deja insatisfechos. Lo primero es muy raro y generalmente bienvenido en filosofía, y lo segundo es lo que debemos esperar de un libro de filosofía.
Luis Vivanco
Universidad del Zulia-Venezuela