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EPISTEME

versión impresa ISSN 0798-4324

EPISTEME vol.34 no.1 caracas jun. 2014

 

DAMASIO, A., En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos, traducción de Jeandomenèc Ros, Barcelona, Ediciones Destino, S.A, 2011, pp.382.

Karen Pena1

1Instituto de Filosofía. E-mail del autor: karen_p6@hotmail.com.

 

La edición ofrece una traducción al español del texto de Antonio Da­masio En busca de Spinoza, publicado originalmente en el 2003 bajo el título Looking for Spinoza, donde el autor ofrece una perspectiva actual de la teoría spinoziana de los afectos, a la luz de los resultados de algunos estudios realiza­dos en el campo de la neurobiología acerca de la naturaleza de las emociones y los sentimientos. Damasio, profesor de neurociencia, neurología y psicología en la Universidad del sur de California y lector regular de filosofía de la mente, se propone dilucidar los mecanismos mediante los cuales se desencadenan esta­dos emocionales y sentimientos asociados que, a su juicio, ofrecen un pano­rama privilegiado en la discusión actual acerca de la distinción mente-cuerpo.

En el primer capítulo, el autor introduce el tema a tratar estableciendo una distinción entre la emoción y el sentimiento. Según Damasio, las emo­ciones son el resultado de una serie de procesos físico-químicos mediante los cuales el organismo busca un equilibrio ante el medio, se trata de disposicio­nes funcionales que compartimos con otras especies vinculadas a la regulación automática de la vida. Los sentimientos, por su parte, aparecen como corres­pondencias mentales de las propias emociones y, en un nivel más complejo, también están asociados a la regulación del proceso vital y la preservación de la vida.

Una de las razones por las cuales Damasio dedica a Spinoza su texto sobre las emociones y los sentimientos es su concepción de la mente y el cuerpo como manifestaciones paralelas de un mismo organismo. En contra de las opiniones más comunes de su época, Spinoza se negó a cimentar mente y cuerpo en sustancias separadas, estableciendo una correspondencia entre las reacciones corporales más básicas de un organismo, que se esfuerza por alcanzar un estado de bienestar asociado a la supervivencia, y las dimensiones que consideramos más espirituales y exclusivas del comportamiento humano, como lo son los sentimientos.

Para Damasio, Spinoza prefigura algunas de las soluciones que la ciencia moderna ofrece al respecto de tales temas. A saber, que los organismos están capacitados para reaccionar emocionalmente a determinados objetos y acon­tecimientos; que tales reacciones desencadenan estados mentales complejos que experimentamos como sentimientos y que la alegría o la pena son com­ponentes necesarios del mismo. Así pues, en el segundo capítulo, Damasio traza un recorrido por los distintos niveles de complejidad de los mecanismos corporales y cerebrales responsables de la regulación automática de la vida a partir de los cuales se desencadenan y ejecutan las emociones humanas. Tal re­corrido parte de la explicación de los procesos de regulación homeostática de la vida en los organismos más simples hasta llegar a las emociones que cons­tituyen, lo que el autor llama, la joya de la regulación automatizada de la vida (p.45).

Una vez que Damasio ha esclarecido la naturaleza de las emociones, se propone en los capítulos III y IV explicar su concepción de los sentimientos. Según Damasio, los procesos mentales se fundamentan en la cartografía que el cerebro tiene del cuerpo, acumulaciones de mapas neurales que representan diversas reacciones y respuestas del organismo a objetos o acontecimientos que causan emociones y sentimientos asociados. Para este autor, los senti­mientos constituyen los cimientos de nuestra mente; no percibimos este he­cho, porque las ideas que tenemos de las cosas ocupan un lugar sobrevalorado (p.13). El objeto o la circunstancia que causa la emoción es una cosa, las ideas que tenemos de eventos u objetos son otra; alegría o pena junto con las ideas que tenemos de las cosas terminan por aparecer juntas en la mente, pero constituyen procesos distintos. Según Damasio, comprender los procesos me­diante los cuales los pensamientos generan emociones y la manera en la que éstas evocan el tipo de pensamientos que experimentamos como sentimien­tos, ofrece un nuevo enfoque a la discusión actual sobre la mente y el cuerpo.

Según Damasio, (p. 46 y ss.) aún cuando algunos estudios en neurobiolo­gía y psicología cognitiva han dilucidado parte del problema mente-cuerpo, la interpretación resultante continúa siendo disputada en el ámbito filosófico y científico. Tal como afirma Damasio, ya no se pone en cuestión la dependen­cia de la mente de los funcionamientos del cerebro. Sin embargo, sigue pre­sente cierto tipo de dualismo: ya no se trata de una dualidad entre la mente y el cuerpo, sino entre el cerebro y el resto del cuerpo, lo cual dificulta ofrecer una explicación satisfactoria a la relación entre el cerebro y el pensamiento. Así pues, en el capítulo V, el autor ofrece un cambio de perspectiva con respecto al problema mente-cuerpo, en el que se destaca la importancia del cuerpo, en su sentido más amplio, para la construcción de la mente, que ha surgido y perdu­rado en la evolución, precisamente, porque favorece su propia conservación.

En el capítulo VI, se presenta una breve biografía de Spinoza, donde se exponen las principales líneas de su pensamiento, en el que se desarrolla una amplia crítica a la religión y la moral de su tiempo. Excomulgado y acusado por la comunidad judía, Spinoza se opone a la idea de un Dios personal o antropomórfico, así como a la postulación de causas finales en la naturaleza. Del mismo modo, rechaza las nociones de bien o mal como algo independiente de los deseos o intereses particulares de los hombres, refiriéndose siempre a estos conceptos en relación a aquello que conviene o no a la naturaleza de un individuo a su subsistencia y su conservación.

Damasio ve en Spinoza un predecesor del pensamiento biológico mo­derno. Su teoría del conatus, en la que describe la disposición funcional de los organismos hacia su conservación, y sus reflexiones sobre la mente y el cuerpo, prefiguran algunas de las premisas que sostienen más adelante pen­sadores como Freud, y Darwin. Así mismo, Wilhelm Wund y Hernman von Helmholtz, dos de los fundadores de la ciencia de la mente y el cerebro, reco­nocían estar ampliamente influenciados por la filosofía de este autor.

Una vez que son esclarecidos los motivos por los cuales Damasio ad­quiere interés en Spinoza, el autor establece una reflexión sobre las conse­cuencias éticas de su propuesta filosófica. Tomando en cuenta lo expuesto acerca de la naturaleza de las emociones y los sentimientos humanos, el último capítulo del texto se encuentra orientado a determinar las consecuencias prác­ticas que este conocimiento puede traer no sólo para la vida social, sino para la vida personal, esto es, para la configuración de un nuevo modelo de lo que se considera una vida buena o bien vivida.

Para Damasio, cualquier proyecto para alcanzar una vida satisfecha ha de incluir formas de neutralizar o resistir la angustia que genera el sufrimiento y la muerte, y de generar estados continuos y duraderos de bienestar o alegría. Sin embargo, Spinoza rechazaba los estímulos del castigo o la recompensa después de la muerte para promover tales estados. En cambio, pensaba que una vida placentera era una vida dedicada a la búsqueda del conocimiento y a la reflexión, donde el género de conocimiento más elevado se fundamenta en la intuición de la eternidad de Dios o la naturaleza y no en la esperanza de la inmortalidad propia.

Lo que Damasio encuentra atractivo en la propuesta de Spinoza es el reconocimiento de las ventajas del placer y la alegría, y el rechazo de la aflic­ción y el miedo. Sin embargo, la solución de Spinoza deja una “herida” en el autor, pues no ofrece ninguna esperanza de superar el sufrimiento, el dolor o la muerte; por el contrario, considera que la esperanza y el miedo son afectos pasivos que deben ser contrarrestados con afectos, como la convicción o la certeza que brotan del conocimiento y la reflexión. Lo que incomoda al au­tor es la serenidad con la que Spinoza asume el sufrimiento y la mortalidad como fenómenos bilógicos naturales. No hay liberación del sufrimiento dada la desigualdad que la biología y la sociedad imponen a los seres humanos, mu­cho menos recompensas o castigos por la vida vivida. Damasio, por su parte, deposita sus esperanzas en el conocimiento y los nuevos hallazgos científicos que han contribuido enormemente a esclarecer la concepción actual de la na­turaleza y la conducta humana. Para este autor, tales hallazgos pueden cambiar el campo de juego humano (p.311), haciendo cada vez menos tolerables ciertas emociones sociales como el racismo, el fanatismo religioso o la tiranía.

Viejos temas que se corroboran con la actual evidencia científica. Los experimentos en neurobiología a los que constantemente remite Damasio, pretenden sostener la verdad de sus premisas. Elaborados experimentos que fijan la atención del lector en los nuevos temas sobre la mente y el cuerpo.