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Núcleo

versão impressa ISSN 0798-9784

Núcleo v.19 n.24 Caracas  2007

 

Exilio y desarraigo en la narrativa de renato rodríguez

Exile and uprooting in Renato Rodríguez’ narrative

Aura Marina Boadas

Escuela de Idiomas Modernos Facultad de Humanidades y Educación Universidad Central de Venezuela – EIM-FHE-UCV Caracas 1051, Venezuela. Telefax: (58 212) 605 29 24 aura.boadas@ucv.ve

RESUMEN

Este trabajo se centra en las representaciones del exilio y la otredad que se ponen de manifiesto en la narrativa del escritor venezolano Renato Rodríguez, descritas y analizadas a partir de las clasificaciones propuestas por diversos estudiosos de esta temática. Aquí el exilio es físico, cuando los individuos se ven obligados a dejar su tierra, y también mental, cuando permaneciendo en su país escapan de su entorno por vía de la imaginación. Al analizar las imágenes del exilio, aparecen también alusiones a los "nacionales" y a los "extranjeros", importante fuente de información para estudiar quién es el Otro y las valoraciones que de él se hacen. Del análisis de estos elementos se desprende la percepción de los personajes con respecto a sus coterráneos, a su tierra, a la nación.

Palabras clave: Renato Rodríguez, exilio, desarraigo, narrativa

ABSTRACT

This work focuses on the exile and otherness representations manifested in the narrative of the Venezuelan writer Renato Rodríguez, which are described and analyzed based on the classifications proposed by different experts on this matter. There is a physical exile, when the individuals have to leave their homeland, and a mental exile, when they remain in their country but escape from their environment by means of their imagination. The study of the exile images reveals references to the "natives" and the "foreigners", which is an important information source to study who the Other is and how they are described. The analysis of these elements reveals how the characters perceive their compatriots, their homeland, and the nation.

Key words: Renato Rodríguez, exile, uprooting, narrative

L’exil et le déracinement dans la narrative de Renato Rodríguez

RÉSUMÉ

Ce travail porte sur les représentations de l’exil et de l’altérité présentes dans la narrative de l’écrivain vénézuélien Renato Rodríguez. Ces représentations ont été décrites et analysées à partir des classifications proposées par divers spécialistes de cette thématique. Dans l’œuvre, l’exil peut être physique, quand les individus sont obligés à abandonner leur pays, et mental, quand ils restent chez eux et s’évadent de la réalité par l’imagination. Une analyse des images de l’exil montre aussi des références aux «nationaux» et aux «étrangers», ce qui est très important pour les études d’Autrui et de celles des jugements émis à ce sujet. L’analyse de ces éléments présente l’avis des personnages sur leurs compatriotes, leur pays et leur nation.

Mots clés: Renato Rodríguez, exil, déracinement, narrative

Exílio e desenraizamento na narrativa de Renato Rodríguez

RESUMO

Este trabalho focaliza as representações do exílio e da outridade evidenciadas na narrativa do escritor venezuelano Renato Rodríguez, que são descritas e analisadas a partir das classificações propostas por diversos analistas desta temática. Nesta narrativa o exílio é, por um lado, físico, quando os indivíduos são obrigados a deixar sua região, e por outro lado, mental, quando eles, apesar de permanecerem em seu país, fogem do seu entorno através da imaginação. Quando foram analisadas as imagens do exílio, também aparecem alusões aos "nacionais" e aos "estrangeiros", uma fonte considerável de informação para analisar quem é o "Outro" e as apreciações que se têm dele. A análise destes elementos permite ver a percepção das personagens a respeito dos seus conterrâneos, da sua região, do seu país.

Palavras-chave: Renato Rodriguez, exílio, desenraizamento, narrativa

Recibido: 12/10/07 Aceptado: 07/11/07

EXILIO Y DESARRAIGO EN LA NARRATIVA DE RENATO RODRÍGUEZ 1

El exilio, el viaje, el desarraigo son temas recurrentes en la literatura caribeña, pues siempre han estado representados en las obras de creación y, en la última década, también han irrumpido con gran fuerza en los textos críticos.

Poemas, novelas y cuentos han hecho suyas numerosas escenas que nos hablan de exilio. Veamos algunas: los primeros viajes, canoas y carabelas; el primer desarraigo, la Trata; escabullirse en un bote, escape hacia la isla vecina; viajar a Europa, acceso a los estudios; echarse al mar en yola, esperanza de otra vida; atravesar ríos y fronteras, huida del terror; montarse en la guagua aérea, vida en la metrópoli; pensar la isla, viaje imaginario de retorno.

Al iniciar nuestra lectura sobre el exilio y el desarraigo en la obra narrativa del venezolano Renato Rodríguez (1927) –recientemente galardonado con el Premio Nacional de Literatura 2005– constatamos que ya en el título del primer capítulo de la novela Insulas (1996) se describe la acción que nos interesa estudiar: "pasar la mar". El hecho físico es efectivamente trasponer la barrera del mar; no obstante, la motivación y los efectos es lo que nos corresponde analizar con más detalle, para lo cual comenzaremos deslindando los diferentes términos utilizados por los críticos literarios y culturales para aludir al desplazamiento.

1. LOS NOMBRES DEL EXILIO2

Edward W. Said (2006) elabora una suerte de ordenamiento terminológico para el que toma en cuenta quién parte, por qué y los sentimientos que le acompañan. Dice Said:

Si bien es cierto que cualquiera al que se le impida regresar a su hogar es un exiliado, pueden establecerse algunas distinciones entre exiliados, refugiados, expatriados e inmigrados. (p. 188)

Y a partir de esta enumeración pasa a explicar cada categoría.

El exilio –señala Said– nació de la antigua práctica del destierro [...]. Los refugiados, por otra parte, son una creación del siglo XX. [...]

Los expatriados viven voluntariamente en un país extraño, normalmente por razones personales o sociales. [...]Los emigrados gozan de una ambigua condición. Técnicamente, un emigrado es cualquiera que emigra a un nuevo país [...] puede en cierto sentido vivir en el exilio, pero no ha sido desterrado. (p. 188)

En cuanto a los sentimientos que le acompañan, el exiliado lleva una vida solitaria, anómala y es estigmatizado como extranjero; el refugiado se asocia con colectivos, inocencia, indefensión y ayuda internacional; el expatriado, por su parte, "...comparte la soledad y el extrañamiento del exilio, pero nosufre sus rigores...", mientras el emigrado puede sentirse en el exilio, pero no está desterrado y en esta medida permanecer lejos es su elección por lo que finalmente pierde el carácter de exiliado cuando se incorpora a la vida local(Said, 2006: 188).

Desde una perspectiva literaria, las imágenes a las que aludimos al comienzo también han sido estudiadas y sistematizadas en novelas del Caribe franco, anglo e hispanohablante, por los críticos cubanos Luis Álvarez Álvarez y Margarita Mateo Palmer (2005):

La cuenca cultural caribeña, por su propia ubicación intercontinental, ha sido, desde el inicio de la etapa precolombina, una región de migraciones. Esta característica, que necesariamente marca la cultura, se ha mantenido e, incluso, hasta se ha incrementado en el presente, y ha sido peculiaridad de los países más diversos del grupo caribeño, tanto del núcleo insular, como del anillo inmediato a aquel. (p. 172) Esta concreta realidad de la cultura del Caribe habría de tomar cuerpo en su cultura. Así pues, el tema de la emigración constituye otra constante importante de la literatura caribeña. (p. 173)

A partir de numerosas referencias a obras y autores caribeños, Álvarez y Mateo Palmer organizan las referencias a los desplazamientos de población en cuatro grandes grupos: la inmigración intra-antillana, el viaje por razones personales, la migración europea a América y la emigración caribeña hacia las metrópolis. Como se observa, se trata de cuatro términos que definen el desplazamiento, aludiendo así a motivaciones y direcciones diferentes: la inmigración, el viaje, la migración y la emigración. Esta propuesta nos pone ya en la vía del estudio de esta temática, pero nos topamos con que en el título de nuestro trabajo tenemos dos términos más para aludir a la temática: exilio y desarraigo.

En busca de aclarar esta profusión terminológica podemos acercarnos a las propuestas de la estudiosa de la literatura caribeña, Michaelle Ascencio (2004), quien también se ha ocupado del tema del exilio a partir de novelas del caribeño franco y anglo-caribeño. Ascencio señala que "...el motivo que atraviesa y contiene..." a la narrativa antillana es la comparación del exilio contemporáneo de los antillanos con el exilio inicial de los africanos traídos a América como esclavos (p. 111).

La repetición de este motivo le da continuidad a una preocupación del colectivo antillano como es la búsqueda del centro y de la totalidad perdida,representada en algunas novelas por África, y, en otras, por la metrópoli.

Podríamos decir entonces que lo que nos cuenta la narrativa antillana esla desesperación y la desdicha que ocasiona la pérdida del centro, de ese centro que significó y sigue significando, al menos para la poesía y la tradición oral, la patria ancestral. Paralelamente a esta desdicha por la pérdida los antillanos ‘aspiran a vivir lo más cerca posible del Centro del Mundo´, tal como señala Eliade 3 para el hombre de las sociedades premodernas. (Ascencio, 2004: 111)

Esta búsqueda permanente de estructura que Ascencio califica como la "configuración del Complejo de la Trata", se ficcionaliza a través de diferentes manifestaciones: el exilio transitorio, cuando los personajes parten con la idea o la esperanza de regresar; el exilio interior, cuando el desplazamiento no es físico sino mental; el exilio voluntario, suerte de migración en que el individuo decide dejar el país, aunque puede regresar si así lo desea; el exilio absoluto, cuando los personajes son forzados a partir y no existe la idea del retorno y, finalmente, el exilio-errancia, cuando los personajes en exilio ya no piensan en retornar, sino en adaptarse al país de acogida, actitud que los lleva a apartar el miedo que los impulsó a huir y la nostalgia por el país lejano.

Estos distintos acercamientos a la problemática del exilio que hemos presentado tienen en común el punto de partida: todos toman en cuenta quién parte, por qué lo hace y los sentimientos que le acompañan antes, durante y después de la partida. Esta será pues nuestra pauta de trabajo al acercarnos a la obra de Renato Rodríguez.

2. "PASAR LA MAR"

El lugar, geográfico y emocional, desde el que se inicia el viaje en las novelas de Renato Rodríguez es la isla de Margarita, lar natal de todos los personajes en quienes Renato Rodríguez delega la narración (en ¡Viva la pasta! [1984] no se explicita esta condición pero la descripción de la casa materna pareciera remitir también a la isla). El arraigo y la necesidad de reafirmar ese origen insular es tal que el narrador de La noche escuece (1985) cambia su identidad mas no su lugar de nacimiento:

Garaicoa [...] me confeccionó dieciocho cédulas de identidad, todas con mi vera efigie, aunque con nombre, edad y estado civil diferentes. Lo único que nunca permití que me fuera cambiado fue el lugar de nacimiento. Llegó un momento en que no sabía a ciencia cierta quién era y me conformaba con la única certeza que tenía; la de que era un margariteño más. (1985: 50)

El terruño de los personajes-narradores presenta múltiples facetas, unas muy positivas, otras menos favorables. Concentrémonos en la forma como se conciben las islas en la novela cuasi-homónima, Insulas (1996), donde el personaje-narrador desarrolla un amplio discurso sobre esos espacios mediante múltiples referencias directas:

...la isla de Robinson Crusoe (I, p. 13, 14), isla de ficción que descubrió siendo niño en los libros que le leía su abuela; las islas descritas por Jack London o Herman Melville, también provenientes de las lecturas de su abuela y que le servían de modelo para imaginar su terruño insular bajo tormentas de nieve, con buques de alto bordo y tabernas (I, p. 19); Los Testigos y Margarita (I, p. 12), islas reales con cayucos, curiaras y una "penetración" de turistas que deforman las costumbres, el idioma y la geografíalocal; Elba, If, Santa Helena, Cayena [isla-territorio], Alcatraz (I, p. 70), isla del Burro, San Carlos (I, p. 87), islas prisiones, confinamientos; Saba, Guadalupe, Saint-Martin, islas de las Antillas con lenguas y etnias diferentes; Trinidad, isla del exilio donde se aprendía inglés; Ischia, Capri, islas por conocer; Córcega, Cerdeña, Saint Martin, Guadeloupe,Los Testigos, la Barataria y las de San Balandrán y Tahití (I, p. 113), islas reales e islas ficticias que ejercen gran fascinación sobre el narrador. (Boadas, 2006: 4)

Como se observa, la isla es una y diversa al mismo tiempo, aunque de todas estas imágenes nos parece que el espacio insular como confinamiento es la que priva, pues influencia directamente los sentimientos y acciones de los personajes. Detengámonos en la dedicatoria de Insulas, paratexto que marca la necesidad de la partida y la ruta del viaje:

A la memoria de Rafael Emilio Bermúdez, mi abuelo adoptivo, cuya sensatez me permitió saber, a su debido tiempo, lo que es pasar la mar. (I, p. 5)4

Una rápida mirada a la primera página de cada una de las novelas de Renato Rodríguez nos confirma la tendencia a la partida y la preeminencia de la diversidad espacial, pues la acción se ubica fuera del país (Venezuela) o refiriendo un viaje. El narrador de Al sur del Equanil (1963/1985) inicia su relato en el momento en que llega a París; el de El Bonche (1976) está enNueva York esperando un tren en la estación de Boro Hall; el de ¡Viva la pasta! (1984) se encuentra también en Nueva York y se ha venido por tierra desde San Francisco; en La noche escuece (1985) la narración de ubica en Caracas, aunque el narrador refiere que no hace mucho regresó de un viaje a Margarita; finalmente, en Insulas (1996) la acción se inicia en París.

3. MOTIVACIONES PARA EL VIAJE

En Al sur del Equanil, el personaje-narrador rememora su primer intento de escapar de la casa, durante su adolescencia, iniciativa fallida pues su compañero de aventuras desistió a la hora de embarcar. Una carta explicativa para la familia sobre los motivos de la partida echa luces sobre nuestra investigación. Dice el narrador:

...habiendo querido hacer bien las cosas les dejé a mis parientes una carta explicativa, donde les manifestaba lo insoportable que se me hacía la vida a su lado, me quejaba de su falta de cultura y del estado de atraso mental en que todos ellos se encontraban. (ASE, p. 10)

En las otras novelas se encuentran referencias similares a la antes mencionada, que aluden a falta de iniciativa, al rechazo por las transformaciones que sufre la isla, a la falta de interés en la vida insular, a lo intolerable que se hace su ritmo.

Al volver sobre las orientaciones teóricas que presentamos al inicio, podemos afirmar que los personajes-narradores de las novelas de Renato Rodríguez corresponden a lo que Edward Said (2006) llama "los expatriados", que su desplazamiento se da "por razones personales" como lo describen Álvarez y Mateo Palmer (2005), y que se trata de un "exilio voluntario", según el paradigma propuesto por Ascencio (2004).

Estamos, pues, ante una serie de personajes que no son obligados a irse de su tierra, pero que asumen el viaje como una necesidad, como una opción de supervivencia ante un espacio que los limita, que los ahoga, que los anula.

4. DESTINO, EL MUNDO

Al partir de la isla, los personajes toman rumbos diversos como se señalaba en la presentación de las primeras páginas de las novelas de Rodríguez. Ciudades venezolanas –Caracas, San Cristóbal, Valencia, La Guaira, Mérida– y ciudades del mundo –París, Nueva York, San Francisco– están en el itinerario de los personajes, quienes andan en busca de nuevos espacios y de nuevos estilos de vida.

Sin embargo, el nuevo espacio no va a constituir el destino final, pues después de un tiempo en el lugar de acogida los personajes comienzan a sentir nuevamente la necesidad de desplazarse, de viajar en busca de otro espacio, otra geografía. Para ellos el retorno a la isla no está prohibido, pero tampoco es una opción. Dice el personaje-narrador de Insulas:

Un día sentí enormes ganas de irme de Hamburgo; algo me faltaba, ese no sé qué que aspiro a realizar sin saber lo que es me pareció que no iba a ser posible allí. Pasados algunos meses mi situación había comenzado a hacerse un poco repetitiva, rutinaria, no se producían nuevas experiencias de ninguna clase y decidí dejar Hamburgo... (I, p. 150)

La partida será hacia otras ciudades, "...alguna entre un par de docenas de ciudades esparcidas por el mundo que nunca he visitado –dice el personaje" (I, p. 140), ciudades cuyos nombres han atrapado la atención de nuestro personaje, sin que en muchos casos sepa o se interese por el país en el que se encuentran. Estas ciudades son percibidas como espacios aislados, lo que nos hace pensar en la acepción de isla como "islote urbano" amurallado y con fosos de agua. Chevige Guayke (1994), escritor nacido también en la isla de Margarita, habla de "yentes" y "vinientes" para aludir al movimiento de entrada y salida del territorio insular. Estos vocablos parecieran adecuarse perfectamente para describir el movimiento de los personajes-narradores de Rodríguez, que van y vienen de un espacio a otro, de una isla a otra isla, de una isla-ciudad a otra isla-ciudad, conociendo otras realidades, estableciendo nuevas relaciones.

Estamos ante personajes que no tienen un hogar, que desempeñan trabajos temporales para sobrevivir, que no se comprometen emocionalmente y que están en permanente movimiento, lo que les permite conocer, incorporar y amalgamar nuevas lenguas, diferentes tradiciones culturales y múltiples referencias históricas. En cuanto a la confluencia de lenguas, el francés, el inglés y el alemán construyen un mundo particular de alusiones en las novelas que estudiamos. De mucho mayor alcance resulta el italiano que inunda las páginas de ¡Viva la pasta! al incorporarse extensos textos en esa lengua. Las marcas culturales son mucho más que referencias, destacan las corridas de toros, tema ampliamente desarrollado en La noche escuece, y que también está presente en las dedicatorias de Al sur del Equanil y El Bonche. Igualmente cabe referir aquí la alimentación, tópico que encuentra en ¡Viva la pasta!, un espacio propicio para mostrar las prácticas de diferentes culturas, los puntos de encuentro y de divergencia entre ellas y en relación con el quehacer nacional. Hay en esta obra una rápida pero significativa referencia a las hallacas,5 platillo que no es especialmente apreciado por el perso- naje-narrador, quien sin embargo reconoce que su preparación es sinónimo de solidaridad familiar. Por ello, no sin un dejo de humor, se alarma al referirse a las hallacas industrializadas, carentes del trabajo colectivo: "Ir al supermercado y comprar hallacas congeladas es abominación y que hayan llegado a convertirse en producto industrial es una vergüenza nacional, una forma de alienación" (VP, p. 19).

Este modus vivendi de partida sin retorno, de contraste con otras realidades y adaptación a otros espacios, parece acercarnos a lo que Michaelle Ascencio denomina el exilio-errancia, noción muy cercana al nomadismo que propone Edouard Glissant (1990) –siguiendo a Deleuze y Guattari–, para referirse a un estilo de vida que reconoce el origen múltiple del ser (rizoma) en oposición a la identidad única y fija (raíz), que propugna la primacía del multilingüismo por encima del monolingüismo. Plantea Glissant que cuando el exiliado se fija en un nuevo territorio aferrándose emocionalmente a la tierra de origen y a sus valores genera un nuevo sedentarismo que no le permitirá conectarse con su propia identidad, por lo que tendrá que partir nuevamente. En la errancia la identidad se forja continuamente en contraste con el entorno y en diálogo permanente con el pasado, recuperado a través de la memoria infantil. En las novelas que nos ocupan esta memoria emerge frecuentemente para rescatar pasajes de la infancia que vehiculan valores y prácticas, como las escapadas del narrador-personaje de Insulas hacia la mar y la participación de su colega de ¡Viva la pasta! en la elaboración de comidas en casa de la abuela.

5. CONSIDERACIONES FINALES

A partir de la lectura de las novelas de Renato Rodríguez que estamos proponiendo, podemos afirmar que estamos ante una obra marcada por una profunda búsqueda de identidad, que ya no se concibe como una raíz o esencia única inamovible sino como un estado en devenir permanente que se desarrolla a partir del conocimiento y el contraste con otras realidades.

La noción de insularidad que permea toda la obra de Rodríguez parecierapreparar el camino de los personajes para incorporarse a esta búsqueda del otro que favorecerá el reconocimiento de los rasgos que conforman la propia identidad, múltiple y en devenir constante.

CORPUS

1. Rodríguez, R. (1963/1985). Al sur del Equanil (novela) (edición revisada por el autor). Caracas: Libro Raro. (Primera edición 1963).

2. Rodríguez, R. (1976). El Bonche (novela). Caracas: Monte Ávila Editores.

3. Rodríguez, R. (1984). ¡Viva la pasta! o Las enseñanzas de Don Giuseppe (novela culinaria o culinovela). Caracas: Libros Raro.

4. Rodríguez, R. (1985). La noche escuece (novela). Caracas: Libros Raro.

5. Rodríguez, R. (1996). Insulas (novela). Caracas: Fundarte.

6. Rodríguez, R. (1997). Quanos (cuasi novelas). Caracas: Monte Ávila Editores.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Álvarez Álvarez, L. y Mateo Palmer, M. (2005). El Caribe en su discurso literario. Santiago de Cuba: Editorial Oriente.        [ Links ]

2. Ascencio, M. (2004). El viaje a la inversa. (Reflexiones acerca del exilio en la narrativa antillana). Caracas: Fondo Editorial de Humanidades y Educación, Universidad Central de Venezuela.        [ Links ]

3. Boadas, A. M. (2006, noviembre). La insularidad en tres novelas venezolanas. Ponencia presentada en las IX Jornadas de Investigación Humanística y Educativa FHE-UCV, Caracas. (Inédita)        [ Links ]

4. Eliade, M. (1973). Lo sagrado y lo profano. Madrid: Ediciones Guadarrama.        [ Links ]

5. Guayke, C. (selecc. y notas). (1994). Antología de narratistas orientales: Morovara y Morokuma. Porlamar: Fondo Editorial del Caribe/CONAC.        [ Links ]

6. Gliss ant, E. (1990). Poétique de la relation. Poétique III. París: Gallimard.        [ Links ]

7. Said, E. W. (2006). Reflexiones sobre el exilio. En Reflexiones sobre el exilio. Ensayos literarios y culturales (R. García Pérez, trad.) (pp. 179-195). [Caracas]: Debate. (Primera edición en inglés 2001).        [ Links ]

8. Solanes, J. (1993). Los nombres del exilio. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana.        [ Links ]

AURA MARINA BOADAS

Es Licenciada en Letras en la Universidad Central de Venezuela y Doctora en Literatura de expresión francesa en la Universidad de Burdeos. Es profesora en la Escuela de Idiomas Modernos y la Maestría en Literatura Comparada (UCV). Participa en proyectos de investigación sobre las literaturas caribeñas.

Notas

1 La primera versión de este trabajo fue presentada en el XXII Simposio Anual de la Asociación Venezolana de Estudios del Caribe (AVECA): "Caribe endógeno / Caribe exógeno". Cumaná, 20 al 22 de noviembre de 2006.

2 Los nombres del exilio es también el título de una obra de José Solanes sobre la temática del exilio.

3 Eliade (1973: 42)

4 En lo sucesivo, para la referencia de las novelas en las citas utilizaremos las siguientes siglas: (ASE)=Al sur del Equanil, (EB) = El Bonche, (VP) = ¡Viva la pasta! , (LNE) = La noche escuece e (I) = Insulas.

5 Plato navideño venezolano, constituido por un bollo de masa de maíz, relleno con carne guisada (res, cochino y/o gallina) a la que se le añaden pasas, alcaparras, aceitunas, pimentón (según las regiones del país, se añaden ingredientes adicionales) y se envuelve en hoja de plátano (de otras plantas en el occidente del país) para cocinarse en agua hirviendo.