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Núcleo

versão impressa ISSN 0798-9784

Núcleo v.20 n.25 Caracas dez. 2008

 

CONTROVERSIAS DE FE EN LA INGLATERRA VICTORIANA: LAS OBRAS DE NEWMAN, CLOUGH Y ARNOLD

Ángeles García Calderón

 Universidad de Córdoba (UCO) Dpto. de Traducción e Interpretación Campus de Rabanales. Edif. Gregor Mendel (C5) 14071, Córdoba, España.Telf.: (34 957) 212695. id1gacaa@uco.es

ÁNGELES GARCÍA CALDERÓN

Es Licenciada en Filología Inglesa (2000) por la Universidad de Córdoba. En esta misma Universidad cursó el Doctorado del programa “Literatura Comparada, Narratología y Traducción” en el bienio 2000-2002, y se especializó luego en traducción literaria. Su Tesis Doctoral se titula “ ‘The Seasons’ de James Thomson y su influencia en la poesía francesa por medio de las traducciones e imitaciones”. Ha publicado numerosos artículos sobre literatura comparada y traducción literaria inglés-español y francés-español, así como estudios sobre la obra de James Thomson y ediciones críticas de este. En la actualidad es profesora Ayudante Doctor del Departamento de Traducción e Interpretación en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba, tras haber sido acreditada por la ANECA (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación) y la AGAE (Agencia Andaluza de Evaluación). Ha participado también como docente en cursos de postgrado, especializados en traducción literaria y traducción audiovisual.

REUMEN

El objetivo del presente artículo es analizar el reflejo de las convulsiones y controver-sias religiosas que tuvieron lugar durante la era victoriana, las cuales llevaron a una liberación en las costumbres de los ingleses, en las obras de tres de las figuras más relevantes de la época. Los tres autores en cuestión pertenecen al denominado “Oxford Movement”, iniciado en el Oriel College, y en el que sobresalió la figura de uno de sus fundadores, el futuro cardenal de la Iglesia de Roma, John Henry Newman. Junto a este se tratan, además, otros dos autores implicados en estas controversias, Arthur Hugh Clough y Matthew Arnold, quienes destacan por su perspicaz crítica social y religiosa.

Palabras clave: religión, literatura, poesía traducida.

Faith Controversies in the Victorian Age: Newman, Clough and Arnold

ABSTRACT

The aim of this article is to analyze how the social upheaval and religious controver-sies that occurred in the Victorian era, which eventually led to a sort of liberal relaxation of the English social customs, are reflected in the works of three of the main literary figures at that time. The three authors under focus belong to the Oxford Movement, initiated in Oriel College and already in its cradle when an outstanding figure emerged relevantly, the future Roman Church Cardinal John H. Newman. Related to the above movement, two other prominent figures are worth mentioning, Arthur H. Clough and Matthew Arnold, whose most well known poems meant a perceptive vehicle that intended to criticize religion and society.

Key words: religion, literature, translated poetry.

Controverses religieuses en Angleterre victorienne : les œuvres de Newman, de Clough et d’Arnold

RÉSUMÉ

Cet article vise à analyser l’influence des convulsions et des controverses religieuses de l’époque victorienne -déclenchant une libération des mœurs anglais- sur l’œuvre de trois des écrivains les plus importants à cette époque-là. Ces auteurs appartiennent tous au « Mouvement d’Oxford », fondé à l’Oriel College, dont l’un des fondateurs s’est fait remarquer : John Henry Newman. Celui-ci deviendrait Cardinal de l’Église de Rome. L’article comprend aussi une étude de l’ouvrage d’Arthur Hugh Clough et de celui de Matthew Arnold ; ceux-ci se sont distingués par leurs critiques sociales et religieuses perspicaces.

Mots clés: religion, littérature, poésie  traduite.

Controvérsias de fe na Inglaterra vitoriana: as obras de Newman, Clough e Arnold

RESUMO

O presente trabalho tem por objetivo analisar as convulsões e as controvérsias religiosas que aconteceram durante a era vitoriana, que levaram a uma liberação dos costumes dos ingleses, nas obras de três das figuras mais importantes da época. Esses três autores fazem parte do denominado “Oxford Movement”, iniciado no “Oriel College”, no qual se destacou um dos seus fundadores, o futuro cardeal da Igreja de Roma, John Henry Newman. Estava incluída não só esta personagem, mas também a de outros dois autores vinculados com estas controvérsias: Arthur Hugh Clough e Matthew Arnold, muito conhecidos por sua perspicaz crítica social e religiosa.

Palavras-chave: religião, literatura, poesia traduzida

Recibido: 08/09/08     Aceptado: 13/11/08

I. INTRODUCCIÓN

El período de tiempo transcurrido entre 1837 y 1901, que se corresponde históricamente con el largo reinado de la reina Victoria en Inglaterra y que se conoce culturalmente como Victorian era, es una época especialmente fructífera en casi todos los campos del conocimiento humano1 y en la que el arraigo de una nueva conciencia social propicia un despegue imparable en las clases medias del país, que conducirán al imperio británico a imponer su hegemonía en el mundo.

En esta sociedad cambiante, y abierta a ideas nuevas como no lo había estado hasta entonces, todo parece estar imbricado y caminar en un mismo sentido; en efecto, como señala Robertson (1929), la controversia religiosa, la educación del pueblo, la faceta artística de las clases altas, la discusión política de los partidos, etc., todo conduce a un reformismo social en el que no es de poca importancia el impulso aportado por los escritores, por lo que a veces es bastante complicado parcelar la personalidad del escritor (poco importa que este sea narrador, poeta o autor dramático) de su propio entorno social, ya que estas dos características fundamentales van con frecuencia unidas. En esta interdependencia e interrelación, se puede afirmar que en ningún momento crucial de la historia de la humanidad jamás fue tan social2 y comunitaria la idea de la cultura literaria, ya fuera en los distintos campos de la religión, de la ciencia, de la filosofía y de la literatura.

Interesan a nuestro breve trabajo el primero y el cuarto, es decir, religión y literatura, tan conectados íntimamente en los casos individuales que vamos a tratar por el denominado “Oxford Movement” (1833-1845), aunque ya al inicio de la década de los treinta tengan lugar acontecimientos de interés que van a establecer las condiciones sociales futuras, y entre los que son determinantes tres de ellos:

a) La Representation of the People Act, conocida como la First Reform Act o Great Reform Act, de 1832, posibilitando el cambio del sistema electoral del Reino Unido.

b) La Factory Act de 1833, que regulaba el trabajo de los niños y completaba las leyes promulgadas en 1802 y 1819.3

c) La Slavery Abolition Act, de 1834, que desterraba la esclavitud en Inglaterra y completaba las medidas tomadas en 1807 al prohibir la trata de esclavos en los barcos ingleses.4

El objetivo del presente trabajo, pues, consiste en presentar tres personajes representativos del “Oxford Movement”, en concreto a John Henry Newman, Arthur Hugh Clough y Matthew Arnold, y disertar acerca de su obra literaria a través de extractos de su autoría, que son claro reflejo de las actitudes y controversias de fe en la época victoriana.

2. “THE OXFORD MOVEMENT”5

El denominado Movimiento de Oxford fue una reacción por parte de un grupo de clérigos y profesores de la Universidad de Oxford, llevada a cabo entre aproximadamente los años 1833 y 1845, contra el creciente control del Estado sobre la organización eclesiástica, que hasta entonces había gozado de una gran independencia.

 

La ley de Catholic Emancipation de 1829 propició ciertos cambios en el contexto de la vida inglesa, en concreto, en la secularización progresiva en el mundo institucional religioso. Esta ley supuso, sin duda, un giro hacia la liberalización tan temida por los estamentos eclesiásticos anglicanos, quienes vieron con no poco recelo la paulatina hegemonía del poder secular del Estado sobre la Iglesia. Pocos años después otra importante ley, la llamada Great Reform Bill de 1832, coadyuvó a consolidar esos aires de reforma hacia un creciente liberalismo, ya que proponía una considerable ampliación del derecho al sufragio.

Fue, sobre todo, una ley parlamentaria, la Church Temporalities Act, la que significó una clara injerencia del Estado laico en asuntos religiosos. De hecho, esta ley daba luz verde al estado para reorganizar a su antojo las diócesis de Irlanda, como es evidente por la supresión de un buen número de ellas. Quienes apoyaban tal Movimiento, pues, pretendían frenar el exceso de liberalización del propio Parlamento con el objetivo de que la iglesia Anglicana no saliera perjudicada de esa reforma.

El hecho que encendió la mecha fue el famoso sermón pronunciado por John Keble sobre la apostasía nacional, en julio de 18336 (que marcó el nacimiento del Movimiento de Oxford),7 mientras que el hito que cierra el susodicho Movimiento fue la conversión al catolicismo en 1845 de John Henry Newman, que luego sería cardenal de la Iglesia de Roma. El origen del movimiento tuvo lugar en el “Oriel College”, donde eran tutores cuatro de sus fundadores: John Keble, John Henry Newman, Edward Bouverie Pusey8  y Richard Hurrell Froude. Keble, cuyo privilegiado intelecto fue muy elogiado en su tiempo, ostentaba en esa época la cátedra de Poesía, aunque la mayor parte del tiempo la dedicaba a la labor pastoral en la parroquia de su padre, hecho este que con frecuencia le mantenía alejado de Oxford. No obstante, debido a la juventud de sus simpatizantes, el grupo fue ganando en consistencia intelectual, especialmente tras la llegada del nuevo profesor de hebreo y tutor de Christ Church, E. B. Pusey.  A raíz de la publicación del panfleto de este, Tracts for the Times, se les conoció con el apelativo de “tractarians”, y sus filas se fueron engrosando  rápidamente con nombres de prestigio, como H. J. Rose, W. Palmer, I. Williams, W.Ward y R. Wilberforce.                                                             

Los  “tractarianos”  no  concedieron  un  interés  primordial  a  las  conflictivas  relaciones entre el Estado y la Iglesia. Lo que realmente reclamaba su atención era  la renovación interna de la Iglesia y la de sus miembros, por lo que invirtieron todo su empeño en llevar a cabo una reforma que incluyera la vuelta a los ideales anglo-católicos del siglo XVII. Por sus extraordinarias dotes intelectuales y su capacidad  organizativa, Newman fue la figura llamada a liderar el Movimiento oxoniense, cuyo  objetivo fundamental era convencer a los que profesaban el credo anglicano, fueran   clérigos o laicos, a apoyar el Movimiento. Para llevar a cabo eficazmente esta labor  de adoctrinamiento el grupo utilizó tres tipos de difusión: los panfletos (en inglés  tracts), los ensayos escritos, y las homilías y sermones. Los primeros eran opúsculos u obras de menor entidad, que abordaban ciertos aspectos teológicos, no exentos de controversia, relativos a su tiempo, y que circulaban entre las parroquias aledañas con gran celeridad.

A diferencia de lo que se postulaba en el “erastianismo”,9 en los primeros tratados se apelaba a la autoridad apostólica y a la doctrina de la sucesión apostólica. Fue en el período comprendido entre 1833 y 1840 cuando se elaboraron en total noventa tratados, en su mayoría redactados por Newman. A estos hay que añadir una serie de escritos que supusieron un firme apoyo al Movimiento oxoniense y que estaban basados en conferencias académicas y sermones de J. H. Newman; dichos escritos fueron publicados en 1836 y en ellos se abordaban cuestiones tales como la misión profética de la Iglesia. En su mayoría estaban inspirados en The ChristianYear (1827), de John Keble, y en Remains of the Late Reverend Richard Hurrell Froude (1838), editado por Newman y Keble, además de las biografías de Santo Thomas Becket, de Froude, y la del Papa San Gregorio VII, de Bowden, así como El ideal de la Iglesia Cristiana de William Ward. Gran parte de los artículos de estos intelectuales se publicaron en el British Magazine de H. J. Rose, cuya fundación se cimentaba precisamente en un ideario semejante al del Movimiento de Oxford.

Desde 1828, Newman fue rector de St. Mary, la Capilla de la Universidad, y a partir de ese momento su púlpito tuvo influencia sobre la Universidad de Oxford y sobre el país; sus sermones llegaron a ser publicados en ocho volúmenes, titulados Plain and Parochial Sermons, y les siguieron una serie de University Sermons.

Como sostiene McLeod (1981), la mayoría de los integrantes del “Oxford Movement” estaban de acuerdo en que la verdad no podía encontrarse ni en el anglicanismo, ni en Roma, ni en el protestantismo. Así pues, amparándose en las Escrituras, en los Padres de la Iglesia y en el Anglican Prayer Book, los tractarianos trataron de crear una nueva teología de la Iglesia verdadera, que expusieron en los Tracts for the Times (especialmente en los “tracts” 11, 71 y 90) y en las conferencias sobre The Prophetical Office of the Church. En dichos escritos, Newman profundizó su visión de la Iglesia de la “vía media”, que podía considerarse como una postura intermedia entre la Iglesia de Roma y el Anglicanismo del momento, postura que, es evidente, siempre habían mantenido los anglo-católicos; los ‘tractarianos’, en cambio, se negaban a admitir la autoridad del Papa, el sacrificio de la Misa -a pesar de creer en la presencia de Jesucristo en la Eucaristía- y, en fin, la devoción a la Virgen y a los santos. En consecuencia, no se les podía llamar católicos, a tenor de estas creencias, aunque había quienes les acusaban de serlo. Sin embargo, tampoco aceptaban el  poder del rey y por ello no eran anglicanos ortodoxos. Su fin último, pues, era buscar, como solución de compromiso, una vía intermedia que incorporara partes relevantes e integrantes de ambas posturas en cuanto a dogmas de fe.         

La publicación del “tract” 90, en 1841, influyó en gran manera en la disolución  del  “Oxford  Movement”; su  finalidad  era  revisar  la  relación  de  los  39 Artículos  anglicanos con la doctrina católica romana. El tratado, que parecía incorporar el  dogma católico romano por completo, según los académicos de Oxford, sufrió la   condena por parte de muchos obispos. Sus enemigos intentaron que Newman se   retractase, lo que no consiguieron, aunque accedió a no defender el “tractarianismo”; a  consecuencia  de  ello, renunció  a  su  puesto  en  el  Movimiento  en  una  carta  al  Obispo de Oxford y se retiró a Littlemore junto a algunos de sus discípulos, siendo  reemplazado por William Ward.  Asimismo, la aparición de este tratado trajo como  consecuencia   que   los   miembros   del   movimiento   fuesen,  en   cierto   modo,  discriminados en Oxford y que no pudiesen volver a ocupar el puesto de “fellows”   (tutores).10                                                                            

3. EL “OXFORD MOVEMENT” A TRAVÉS DE TRES AUTORES:    NEWMAN, CLOUGH Y ARNOLD                                                 

Como hemos visto, entre 1833 y 1845 vio su apogeo el denominado “Oxford Movement” que ha sido enfocado desde prismas distintos. Nuestro propósito es  reflejar  y  analizar  las  controversias  de  fe  y  las  profundas  interrogantes  de  los  protagonistas de este movimiento a través de tres de sus figuras más representativas.        

Por una parte, John H. Newman, con el que se originó y terminó la corriente de los tractarianos gracias a sus numerosos panfletos (“tracts”); por otra, Arthur H. Clough, poeta prolijo que reflejó en su obra su estado de duda y escepticismo, y que se debatía entre la influencia de Newman y la de Thomas Arnold, representante del    anglicanismo liberal; y, finalmente, Matthew Arnold, hijo de Thomas Arnold e íntimo amigo de Clough, y quien fue el más importante crítico literario de su generación,   así como un perspicaz analista social y religioso.                           

3.1 John Henry Newman (1801-1890)

John H. Newman fue una figura crucial y excepcional en el contexto histórico y religioso de la época victoriana.11 Vicario de “Saint Clement” (1824) y más tarde párroco de “Saint Mary” en Oxford, se convirtió al catolicismo en 1845 y fue nombrado posteriormente cardenal. Fue teólogo, filósofo, hombre de letras y líder del “Tractarian Movement” junto a R. H. Froude y Edward Bouverie Pusey. Introdujo el Oratorio en Inglaterra en 1848, aunque fracasó en su intento de fundación de una Universidad Católica en Dublín (1851-1858); en constantes dificultades con los católicos extremistas, sobre todo con Manning,12 pero apoyado por León XIII, llegó a ser cardenal en 1879. Como sostiene Thomas (1991), se puede afirmar que el interés literario de la obra de Newman va a la par de la posición doctrinal de su opción religiosa, e influyó notablemente en la estética posterior al recuperar un lenguaje religioso de un gran ornamento simbólico, que se había utilizado anteriormente tan solo en el pensamiento católico. Veamos dos ejemplos de las claves de su desarrollo mental, uno de la Apologia13 y el segundo perteneciente a Loss and Gain:

Apologia

I CANNOT be sorry to have forced my Accuser to bring out in fullness his charges against me. It is far better that he should discharge his thoughts upon me in my lifetime, than after I am dead. Under the circumstances I am happy in having the opportunity of reading the worst that can be said of me by a writer who has taken pains with his work and is well satisfied with it. I account it a gain to be surveyed from without by one who hates the principles which are nearest to my heart, has no personal knowledge of me to set right his misconceptions of my doctrine, and who has some motive or other to be as severe with me as he can possibly be ... But I really feel sad for what I am obliged now to say. I am in warfare with him,but  I  wish  him  no  ill; -it  is  very  difficult  to  get  up  resentment  towards persons whom one has never seen. … I think it necessary   to write as I am writing, for my own sake, and for the sake of the  Catholic Priesthood; but I wish to impute nothing worse to him   than that he has been furiously carried away by his feelings.14        

El hecho que propició la publicación de esta Apologia (de la que ofrecemos un fragmento del ‘Prefacio’) fueron las palabras de Charles Kingsley en 1864 en su revisión de la obra de J. A. Froude, History of England (1875), en las que afirmaba que para Newman la verdad no tenía por qué ser, o más bien, no debía ser una virtud   del clero romano. Animado por su consejero legal Edward L. Badeley, Newman se   vio obligado a rebatir estas palabras y, tras algunos primeros intercambios escritos, publicó el panfleto Mr Kingsley and Dr Newman: A Correspondence on the Question whether Dr Newman Teaches that Truth is no Virtue (publicado en 1864 y no reeditado sino hasta 1913), que para críticos como Ker (1990), está lleno de vigor gracias a la fuerza de su sátira. Badeley volvió a animar a Newman y este publicó de forma bimensual su Apologia Pro Vita Sua, autobiografía religiosa de un increíble interés en la que se demuestra claramente la fuerza de las sinceras convicciones que hicieron que su autor se convirtiese a la Iglesia Católica Romana.

Loss and Gain (1848/1874).

Part I, Chapter 16: “Freeborn on Faith”

THE thought came across Reding whether perhaps, after all, what is called Evangelical Religion was not the true Christianity: its professors, he knew, were active and influential, and in past times had been much persecuted. Freeborn had surprised and offended him

at Bateman’s breakfast-party before the Vacation; yet Freeborn had a serious manner about him, and perhaps he had misunderstood him. The thought, however, passed away as suddenly as it came, and perhaps would not have occurred to him again, when an accident  gave him some data for determining the question…15

Por su parte, Loss and Gain es una novela filosófica que Newman publicó en 1848 y que retrata la cultura de la Universidad de Oxford y la conversión de un joven estudiante al Catolicismo. Se trata de la primera obra de Newman desde su conversión (Hill, 1990). En la novela se describe el clima religioso de Oxford en los años 40 del siglo XIX y los debates entre las facciones protestantes y católicas. También expresa Newman en esta obra el desarrollo intelectual y emocional que le condujo a su conversión; de ahí la importancia de su obra y su relación con la citada Apología (Block, 1992; Hill, 1986).

3.2 Arthur Hugh Clough (1819-1861)

Arthur H. Clough fue un poeta cuyos experimentos poéticos cobran cierta importancia en el ámbito del lenguaje literario con temas propios de su época -tiempo de convulsiones en toda la sociedad- que incluye también la faceta religiosa. Nacido en Liverpool en el seno de la religión protestante, se educó en la “Chester School” hasta 1828. Un año más tarde comenzará una etapa importante en su vida, así como en la historia de los “Public Schools”16 en Inglaterra: Thomas Arnold17

comienza la puesta en marcha de sus reformas, convirtiéndose el futuro poeta en uno de sus alumnos favoritos; Arnold, que sería nombrado en 1841 profesor de Historia Moderna en Oxford, fue para Clough un segundo padre, falto como estaba el joven del afecto de los suyos, quienes se encontraban en América. Su nivel intelectual lo convirtió en un estudiante modelo, y leía a la perfección autores alemanes a los quince años. Siguió su formación en el “Belliol College” (1837-1842) y el “Oriel College” (1842-1848), los dos de Oxford, en este último como “fellow”. Radical asimismo en política apoyó las revoluciones europeas de 1848, dirigiéndose para ello a Francia y luego a Italia. Posteriormente volvió a Londres, donde fue director de la “University Hall” y profesor de inglés en el “University College”. Se adhirió a los “Unitarians”,18 con los que finalizó su relación en 1852. En este tiempo se inscribe su labor como editor de Plutarch’s Lives (1859),19 traducido por John Dryden. Con la intención de conseguir un puesto relevante en Harvard, viajó a Boston esperando encontrarse con Ralph Emerson (de enorme actualidad entonces en toda Europa). Tras casarse con Blanche Smith se dedicó a ayudar en la reforma de hospitales; murió en Florencia en 1861 en cuyo cementerio protestante fue enterrado, lo mismo que otra contemporánea suya fallecida el mismo año, Elizabeth Barrett Browning.

Como otros muchos escritores de la época victoriana, comenzó como “Evangelical” (evangélico), lo cual era algo paradigmático en su tiempo, y abandonó la religión ortodoxa y sus creencias de la infancia; entre 1837 y 1841 vivió intensamente la atmósfera religiosa imperante del “Oxford Movement”, así como los diferentes puntos de vista de su mentor, Thomas Arnold (representante señero de la “Broad Church” o “Liberal Anglicanism”), y de John Henry Newman (defensor a ultranza de la nueva concepción de la “High Church” y los “Tractarians” u “Oxford Movement”). Las dos corrientes religiosas lo llevaron a un estado de escepticismo y dudas angustiosas, así como a confrontar poéticamente con su íntimo amigo e hijo de su mentor, Matthew Arnold. Parte de la poesía de Clough20 es intensa y reveladora de esa época, si la interpretamos a la luz de sus dudas de fe, al tiempo que reta a la sociedad victoriana; ejemplo de ello es su conocido poema “Say Not the Struggle Nought Availeth” (al parecer compuesto para apoyar a los combatientes de la Revolución de 1848, y réplica a las dudas religiosas de Matthew Arnold en su poema “Dover Beach”), así como su rechazo personal del cristianismo en otro famoso poema: “The Latest Decalogue”.

Aunque entre los lectores de la época victoriana Clough era conocido por los poemas cortos escritos en su juventud (entre los que se cita comúnmente “Say Not the Struggle Nought Availeth”), para los últimos victorianos y los lectores del siglo XX sus obras más importantes son aquellas que tratan de sus luchas interiores provocadas por la religión y las dudas de fe. Veamos algunos de sus poemas más representativos a este respecto:

SAY NOT THE STRUGGLE NAUGHT AVAILETH

SAY not the struggle naught availeth,

The labour and the wounds are vain,

The enemy faints not, nor faileth,

And as things have been they remain.

 

If hopes were dupes, fears may be liars;

It may be, in yon smoke conceal’d,

Your comrades chase e’en now the fliers,

And, but for you, possess the field.

 

For while the tired waves, vainly breaking, 

Seem here no painful inch to gain,

Far back, through creeks and inlets making,

Comes silent, flooding in, the main.

 

And not by eastern windows only,

When daylight comes, comes in the light;

In front the sun climbs slow, how slowly!

But westward, look, the land is bright! 21

 

Este poema apareció publicado como “The Struggle” en la revista americana de   arte The Crayon en agosto de 1855. Volvió a aparecer, esta vez sin título, en el volumen  de 1862, y con el título de “Say Not the Struggle Nought Availeth” en el libro The  Poems and Prose Remains of Arthur Hugh Clough en 1869. Aunque no es fácil delimitar   el alcance del significado del poema, una interpretación bastante común es que se  refiere a las crisis tanto políticas como religiosas de los años cuarenta del siglo XIX.   

El poema está estructurado en cuatro estrofas con rima ABAB y lo que más   llama la atención es el comienzo: una réplica en forma de imperativo a una afirmación no  explícita  (“No  digas  que  la  lucha  nada  vale”). La  duda  del  lector  es  cuál  es   realmente la lucha y quién ha dicho que nada vale. Cooper (1946: 177-181) opina    que  lo  más  probable  es  que  Clough  tuviese  en  mente  a  los  liberales  que  se   encontraban decepcionados por el fracaso de los movimientos revolucionarios de   Francia e Italia en 1848 y 1849. Robertson (1951: 919 ss.) planteaba la posibilidad   de que quizá esa lucha tuviera mucho de lucha interior en busca del equilibrio tanto   intelectual como espiritual. Sin embargo, termina concluyendo que más que una  pugna  entre  dos  partes  del  alma  de  Clough,  pareciera  ser  una  respuesta  o  desacuerdo con las palabras de alguien. Robertson considera que podría muy bien  responder  a  los  últimos  versos  de  “Dover  Beach”  de  Matthew Arnold. De  esta misma opinión es Weinstock (1981). Los versos de Clough, positivos y desafiantes, suponen  un  claro  contraste  con  el  tono  pesimista  y  melancólico  del  poema  de   Arnold. Por otra parte, las fechas de composición de ambos no parecen contradecir esta teoría (Allott, Thorpe y Maxwell, 1967; Ullman, 1973: 20).       

Otro de los poemas más conocidos de Clough, como afirmábamos más arriba, y en el que se reflejaba su rechazo personal del cristianismo es el siguiente:    

THE LATEST DECALOGUE

Thou shalt have one God only; who 

Would be at the expense of two?

No graven images may be

Worshipp’d, except the currency:

Swear not at all; for, for thy curse

 

Thine enemy is none the worse: 

At church on Sunday to attend 

Will serve to keep the world thy friend:

Honour thy parents; that is, all

From whom advancement may befall:

Thou shalt not kill; but need’st not strive

Officiously to keep alive:

Do not adultery commit;

Advantage rarely comes of it:

Thou shalt not steal; an empty feat,

When it’s so lucrative to cheat:

Bear not false witness; let the lie

Have time on its own wings to fly:

Thou shalt not covet; but tradition

Approves all forms of competition.22

 

Aunque la actitud de la ética tradicional se resume en los famosos versos 15-16, si leemos el poema con detalle veremos que la intención de los dos versos, como la de cada pareado, es recalcar que hemos dejado de hacer caso al espíritu de los Diez Mandamientos originales; de ahí que no sea osado afirmar que Clough defienda el hecho de que también seamos responsables de las consecuencias de nuestra decisión de seguir vivos; el autor se centra en los Diez Mandamientos utilizando el sarcasmo, la ironía y una mezcla de la verdad que hallamos en los preceptos divinos. Scott (1967: 378-379) opina que “The Latest Decalogue” muy posiblemente trataba de demostrar cómo la moralidad de la burguesía de la época no era, de hecho, nada religiosa.

Existen dos manuscritos distintos del poema; uno está en el British Museum y otro en la Universidad de Harvard.23 La versión que ofrecemos arriba es la de Harvard, aunque la mayoría de las antologías suelen ofrecer una combinación de ambos manuscritos. Aunque la parodia de los Diez Mandamientos es solo ligeramente distinta en ambas versiones, la del British Museum concluye también con una parodia del resumen de los mandamientos que ofrece el Evangelio de San Mateo:

The sum of all is, thou shalt love,

If any body, God above:

At any rate shall never labour

More than thyself to love thy neighbour.24

3.3 Matthew Arnorld (1822-1888)

Hijo del pedagogo Thomas Arnold, es uno de los principales poetas victorianos y el crítico literario más relevante de su generación, así como espléndido analista de la sociedad y cultura victoriana. Tras graduarse en Oxford trabajó en Londres como secretario de un miembro del gobierno, y en 1851 fue elegido inspector escolar; ello le permitió, durante 35 años, visitar los colegios como formador pedagógico, tiempo en el que no dejó de redactar informes en los que planteaba con toda urgencia la necesidad de que los colegios de Inglaterra y del continente recibieran ayudas estatales, así como de que se centralizara la supervisión de la educación, dada la importancia futura que esta iba a tener en la cultura del pueblo. Su carrera literaria comenzó en 1849, con el volumen The Strayed Reveller and Other Poems, al que siguió “Empedocles on Etna” (1852), largo poema dramático que trata del suicidio del filósofo griego en el siglo V antes de Jesucristo.

Testigo directo de la evolución poética sufrida por su amigo Clough, experimentó, también, las mismas dudas y desorientaciones religiosas, aunque su defensa ante ellas se fundamente en la desilusión, la melancolía y el escepticismo, como se refleja en la obra The poems of Matthew Arnold (1979). Este conflicto interior  lo acompañó en toda su obra poética y lo hizo refugiarse en sí mismo como único consuelo para su desarraigo afectivo y espiritual (Johnson, 1952); de ahí que sus poemas más característicos, “Dover Beach” y “The Scholar Gipsy”, traten de la dificultad de la confianza en el saber y en la forma de obrar, en una época en la que las ideas convencionales y las instituciones van perdiendo paulatinamente su autoridad. Este sentimiento de desolación y de aislamiento interior se refleja en “Stanzas from the Grande Chartreuse” (1855).25

Su tarea de catedrático de Poesía en Oxford, en 1857, coincide con su labor como crítico literario. Las obras más relevantes de este período son On Translating Homer (1861) y las dos series de Essays in Criticism (1865, 1888: véase Oxford Edition, 1914), que influirían en la crítica inglesa posterior; asume la crítica social en  Culture and Anarchy (1869) y la crítica religiosa en St. Paul and Protestantism (1870; véase edición de 1883).

Veamos a continuación su famoso poema “Dover Beach”:

DOVER BEACH

The sea is calm to-night.

The tide is full, the moon lies fair

Upon the straits; on the French coast the light

Gleams and is gone; the cliffs of England stand;

Glimmering and vast, out in the tranquil bay.

Come to the window, sweet is the night-air!

Only, from the long line of spray

Where the sea meets the moon-blanched land,

Listen! you hear the grating roar

Of pebbles which the waves draw back, and fling,

At their return, up the high strand,

Begin, and cease, and then again begin,

With tremulous cadence slow, and bring

The eternal note of sadness in.

 

Sophocles long ago

Heard it on the Ægean, and it brought

Into his mind the turbid ebb and flow

Of human misery; we

Find also in the sound a thought,

Hearing it by this distant northern sea.

 

The Sea of Faith

Was once, too, at the full, and round earth’s shore

Lay like the folds of a bright girdle furled.

But now I only hear

Its melancholy, long, withdrawing roar,

Retreating, to the breath

Of the night-wind, down the vast edges drear

And naked shingles of the world.

 

Ah, love, let us be true

To one another! for the world, which seems

To lie before us like a land of dreams,

So various, so beautiful, so new,

Hath really neither joy, nor love, nor light,

Nor certitude, nor peace, nor help for pain;

And we are here as on a darkling plain

Swept with confused alarms of struggle and flight,

Where ignorant armies clash by night.26

Arnold compone “Dover Beach” durante dos cortas visitas con su esposa a la región de Dover (sudeste de Inglaterra), lugar donde está ambientado el poema, en 1851, tras haberse casado en junio del mismo año, aunque no lo publicaría hasta 1867, en una colección titulada New Poems. El poeta utiliza el punto de vista de la 1ª, 2ª y 3ª persona en el poema. Aunque la persona a la que Arnold dirige el poema es su esposa, Frances Lucy Wightman (versos 6, 9 y 29), la pequeña obra expresa un mensaje universal, que versa sobre el desafío a la vigencia y el prestigio teológico y moral que los preceptos religiosos han tenido en la fe del pueblo.27  Debido a los avances científicos, el orden, antes inmutable, de las cosas terrenales ha sido puesto en  duda, junto  con  la  existencia  de  Dios.  Arnold, de  una  religiosidad  profunda,   lamenta la agonía de la fe, simbolizada por la luz que percibe en la costa francesa, que lo ilumina un instante para luego desaparecer; basado en esta premisa, el poema es una muestra de la soledad y desolación que experimenta el hombre de su tiempo, de ahí que esté impregnado del tono melancólico y triste de una elegía, tanto como  la intensidad personal de un monólogo dramático;28  aunque el metro y la rima varían de un verso a otro, esto no impide que se mantenga una gran cadencia, debido a las aliteraciones (to-night, tide; full, fair; gleams, gone; coast, cliff), a las estructuras paralelas (The tide is full, the moon lies fair; So various, so beautiful, so new; Hath really neither joy, nor love, nor light /Nor certitude, nor peace, nor help for pain), a las palabras rimadas (to-night, light; fair, night-air; stand, land; bay, spray; fling, bring; begin) y a las palabras que sugieren ritmo (draw  back, return; Begin, and  cease, then  begin  again; turbid  ebb  and flow). Podemos hallar también otras figuras del discurso como:

     • Asonancia: tide, lies

     • Paradoja e hipérbole: grating roar of pebbles

     • Anáfora: So various, so beautiful, so new (repetición de so); nor love, nor light / Nor

     certitude, nor peace, nor help for pain

     • Símil: The Sea of Faith . . . lay like the folds of a bright girdle furled (uso de like para

     comparar the sea con a girdle); the world, which seems / To lie before us like a land of

     dreams (uso de like para comparar the world con a land of dreams).

     • Metáfora: which the waves draw back, and fling (comparación de the waves con una entidad inteligente que devuelve los guijarros tras capturarlos); turbid ebb and flow of human misery (comparación de la miseria humana con el flujo y reflujo del mar); The Sea of Faith (comparación de faith con el agua del océano); breath of the night-wind  (comparación de the wind con algo vivo).                                    

Estructuralmente, “Dover Beach” consta de cuatro “stanzas” o estrofas, que contienen un número variable de versos: la primera 14, la segunda 6, la tercera 8 y  la cuarta 9. La primera estrofa comienza con la descripción de una escena nocturna  a la orilla del mar. El ‘yo’ del poeta apela a su destinatario (su propia esposa) para  que se acerque a la ventana, y así compartir la belleza de la escena; el sentimiento  de melancolía viene expresado por las expresiones the grating roar / Of pebbles, which  the waves draw back, and fling/ At their return, up the high strand, sonido que le provoca  un sentimiento de tristeza. La segunda introduce la idea de Sófocles sobre the turbid  ebb and flow of human misery, formando un contraste con la estrofa anterior; la idea expresada  es  que  la  ida  y  venida  del  mar  han  desarrollado  en  Sófocles  los  pensamientos del flujo y reflujo de la miseria humana. En la tercera estrofa el mar se convierte en un ‘Mar de Fe’, metáfora que se refiere a una época en la cual la religión aún  no  había  sufrido  ningún  tipo  de  convulsión  o  duda  por  parte  del  creyente;   distinto  es  en  el  tiempo  del  poema, dadas  las  continuas  alteraciones  debidas  al  darwinismo, la Revolución Industrial, el Imperialismo y el incremento de todo tipo de conocimientos ocultos. La cuarta y última estrofa se inicia con un ruego del ‘yo’  poético, posiblemente  a  su  mujer: Ah, love, let  us  be  true  /To  one  another!; no  es descabellado pensar que el ruego va, asimismo, dirigido a toda la humanidad, en un  intento de que el mundo no se convierta en un escenario duro y agresivo en el que impere la confrontación.                                                           

De un modo general, Arnold nos habla de la pérdida de fe en el hombre, debida esta a las distintas corrientes filosóficas surgidas en la era victoriana (materialismo, socialismo, darwinismo, anarquismo y otras), que produjeron una caída en picado de la fe cristiana en Inglaterra; diríase que la aparente calma en que se encuentra el Sea of Faith sirve únicamente para comparar su punto de vista con el de la Iglesia. No es  extraño interpretar que lo que Arnold percibe es una Iglesia que ha perecido, y una realidad en la que no hay nada por lo que merezca la pena seguir adelante. Es una especie de contraste entre el presente y un pasado muy lejano.      

4. CONCLUSIÓN

En una época de múltiples y profundos cambios en la nación inglesa, así como en toda Europa, las exigencias de las nuevas clases medias se van imponiendo de una manera lenta pero progresiva; las revoluciones de 1848 contribuirán a que se produzca una liberalización en los pueblos que afectarán no solo su bienestar social, sino también su estabilidad mental y emocional. Unido esto a la enorme contestación que la Iglesia Anglicana sufre en Inglaterra, sobre todo de la parte más inteligente y formada de los teólogos de Oxford, el desarraigo y desconcierto que todo ello produce en las mentes más formadas es proporcional al desconcierto que se experimenta en materia religiosa; un breve repaso de los distintos credos y sus denominaciones nos aclara este punto: The Church of England (Anglican Church); The Established Church; The Evangelical Movement; High Church (Tractarians, Oxford Movement); The Broad Church, o Liberal Anglicanism; Muscular Christianity y Christian Socialism. Si añadimos que las formas de disidencia son también múltiples, tendremos un abigarrado y amplio espectro: Baptists; Congregationalists; Covenanters; Methodism; Moravians; Plymouth Brethren; Presbyterianism; Henry Irving and the Catholic Apostolic Church; Puritanism; Quakers, or the Society of Friends; Politics and Theology in Victorian Dissent; The Protestant Fight for Jewish Civil Liberties in Victorian England, etc.

Con este abundante e insólito panorama en una época convulsa y crispada, tanto en el terreno social como en el cultural, no es raro ver a las mentes más inquietas del campo religioso y el literario debatirse en una serie de contradicciones y profundas interrogantes, que cuestionarán su fe y pondrán a prueba sus hondas convicciones. Cada uno de ellos lo expresará del modo en que esté más capacitado, bien en el púlpito con sermones o conferencias públicas dirigidas a los feligreses, bien por medio de poemas en los que impera el descreimiento o la desolación y melancolía por algo que no se entiende y que es difícil de asimilar. Nuestro acercamiento al “Oxford Movement” a través de tres de sus figuras más representativas ha servido para ratificar cómo las obras tanto en prosa como en verso sirvieron de vehículo fundamental para la transmisión de las inquietudes del momento. Así, John H. Newman defiende su doctrina y su sincera conversión al catolicismo a través de la obra autobiográfica Apologia y de la novela Loss and Gain. El prolijo autor Arthur H. Clough emplea sus poemas como crítica a la falsa moralidad de la sociedad de la época (“The Latest Decalogue”) y como reflejo de su estado de duda y escepticismo, pero, a la vez, de su convicción de que la lucha política y religiosa no es en vano (“Say Not the Struggle Not Availeth”). Finalmente, Matthew Arnold, perspicaz analista social y religioso, se lamenta también, como su íntimo amigo Clough, de la agonía de la fe en una época de descreimiento a través de su monólogo de tono dramático “Dover Beach”.

Todos estos textos son muestras fehacientes de una época importante de Inglaterra que ha pasado a la historia, pero que no deja de estar en continua revisión.

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Notas

1 Tan aceptada es esta disección que en el terreno literario se ha denominado esta época The Second English Renaissance.

2 Sobre las relaciones entre sociedad y religión en la época victoriana véanse: Norman (1987),The Victorian Christian Socialists y Obelkevich (1976), Religion and Rural Society: South Lindsey, 1825-75.

3 Antesala, a su vez, de la que se promulgaría en 1842 para prohibir el trabajo de mujeres y niños en las minas, y que medio siglo más tarde (1891) se completaría con la gratuidad de la educación para todos los niños.

 

4 Desde el siglo XVIII empezaron a ser importantes los movimientos abolicionistas, existiendo para ello dos razones fundamentales: la aparición de un nuevo orden filosófico y político basado en las ideas de la Ilustración, que tienen su punto culminante en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, en la Revolución Francesa, y la entrada de un nuevo orden económico a partir de la Revolución Industrial que se iniciara en Inglaterra, lo que implicó que el sistema esclavista fuera menos conveniente que el sistema de trabajo remunerado. En lo que respecta a la literatura sobre el abolicionismo podemos encontrar muchas obras alusivas, tanto en el terreno del relato como en el drama o la poesía; además de trabajos de los escritores y pensadores más relevantes de la época (Lawrence Sterne, William Blake, Robert Burns, William Cowper, Edmund Burke, Wordsworth, Coleridge, William Wilberforce, etc.), existen, asimismo, bastantes obras producidas por las mujeres escritoras del tiempo, y que tuvieron una gran influencia en la abolición de la esclavitud, entre las que se encuentran: Helen Maria Williams (“A Poem on the Bill Lately Passed for Regulating the Slave Trade”, 1788, y “A Farewell for Two Years to England”, 1791), Hannah More (“Slavery, a Poem”, 1788, y “The Sorrows of Yamba; or The Negro Woman’s Lamentation”, 1795), Ann Yearsley (“A Poem on the Inhumanity of the Slave-Trade”, 1788), Anna Leticia Barbauld (“Epistle to William Wilberforce, Esq. on the Rejection of the Bill for Abolishing the Slave Trade”, 1791), la irlandesa Mary Birkett Card (“A Poem on the African Slave Trade. Addressed to her own Sex, in two parts”, 1792), Mary Robinson (“The Negro Girl”, 1800), Amelia Opie (“The Black Man’s Lament, or, How to Make Sugar”, 1826) y otras menos conocidas. El trabajo más completo sobre la cuestión es el titulado Slavery, Abolition and Emancipation: Writings in the British Romantic Period (1999), presentado en ocho volúmenes editados por Peter J. Kitson y Debbie Lee; el cuarto, dedicado a los poemas, incluye desde el “Heccar and Gaira” (1770) de Thomas Chatterton hasta “The Last Night of Slavery” (1837), de Josiah Conder.

 

5 Algunos de los estudios que analizan con cierta profundidad este período son, sobre todo, los de Brilioth (1925), The Anglican Revival: Studies in the Oxford Movement, y Brilioth (1934), Evangelicalism and the Oxford Movement, así como el de Church (1981), The Oxford Movement: Twelve Years, 1833-1845.

 

6 El movimiento tractariano se inició en Oxford tras un sermón que Keble pronunció el 14 de julio de 1833 con el título “National Apostasy”. Keble advirtió a los anglicanos que las autoridades seglares amenazaban con dirigirles, acusando a las eclesiásticas de “apostasía nacional”. El motivo de dicha acusación era que habían hecho vejación de los principios establecidos por los teólogos anglicanos de la tradición secular anterior. Sobre Keble véase Lock (1894), John Keble: A Biography.

 

7 Veamos un ejemplo de los sermones y escritos de Keble con su traducción. (Todas las traducciones que aparecen en el presente trabajo son obra de la autora del artículo):

Keble's basic rules for reading the Bible.

Keble's remarks upon reading the scriptures: ‘If you will really keep these three or four simple rules, To read thoughtfully and regularly, a little at a time, of the sayings and doings of our dear Lord in the Gospels; praying also regularly, and abstaining from bad books and bad company; a blessing, be sure will be upon you; it will be as when the rock was smitten; the dry, hard, barren place will break out in springs of water.’

Normas Básicas de Keble para la lectura de la Biblia

Keble comenta, al leer las Sagradas Escrituras: ‘Si observas realmente estas tres o cuatro sencillas reglas -leer pausada y regularmente, poco a poco, los dichos y hechos de nuestro Señor en los Evangelios; rezar también regularmente, y abstenerse de libros pecaminosos y de malas compañías- ten por seguro que serás bendecido, y será como cuando la roca fue deshecha. Del lugar yermo y seco brotarán fuentes de agua’.

8 Debido a la adhesión de Pusey llevada a cabo en 1834, el movimiento se vio fortalecido. Pusey llegó a tener tal renombre que a los miembros del movimiento se les tildó de “puseyitas”. Sobre la figura de Pusey, véase Liddon (1894), Life of Edward Bouverie Pusey.

9 Teoría según la cual el poder de la Iglesia depende, en última instancia, de un monarca secular. Hay, pues, en ella, un sometimiento de la Iglesia al poder del Estado. Se llama así por el médico y teólogo suizo Thomas Lüber (de apodo humanístico Erastus, 1524-1588). La doctrina se fue conformando de las discusiones de Erasto con los teólogos calvinistas. En Francia es similar el “galicanismo”, de origen asimismo absolutista: todos los poderes de la Iglesia supeditados al rey para asegurar el bienestar de sus súbditos, doctrina que se plasmó en la "Declaratio cleri gallicani" de 1682, cuyo redactor se piensa que fue el predicador y posterior obispo de Meaux, Jacques-Bénigne Bossuet (1627-1670).

10 El Movimiento de Oxford tuvo una enorme relevancia para la Iglesia Anglicana, puesto que estimuló el interés por la historia eclesiástica y la teología; también valoró sobremanera la liturgia católica y contribuyó a dignificar la imagen de los ministros de la Iglesia. Además, animó a estructurar las comunidades religiosas al concienciar a los cristianos en cuanto a su responsabilidad social.

11 Buenas introducciones a su figura son los estudios de Arthur y Nicholls (2007), John Henry Newman; Gilley (2002), Newman and his Age; y Martin (2000), John Henry Newman.

12 Henry Manning (1808-1892), prelado anglicano convertido al catolicismo (1851), llegó a ser superior de los Oblatos de Saint Charles, y sucedió a Wiseman como arzobispo de Westminster (1865). Fue investido cardenal en 1875 y su oposición a Newman se basaba en el hecho de considerarlo muy liberal.

13 Seguimos la edición de Newman (1956),  Apologia pro Vita Sua (Ed. A. D. Culler).

14 “ ‘Apología’: No puedo lamentar el haber forzado a mi Acusador a sacar a la luz por completo todos sus cargos contra mí. Es mucho mejor que descargue sus pensamientos sobre mí mientras estoy vivo, que no cuando muera. Bajo estas circunstancias, me alegra tener la oportunidad de leer lo peor que puede decir de mí un escritor que se ha esforzado en su trabajo y está satisfecho con él. Considero como un triunfo el ser examinado por alguien que odia los principios que están más cercanos a mi corazón, que no me conoce personalmente como para dar por válidos sus errores sobre mi doctrina, y que tiene un motivo u otro para tratarme de la forma más severa que pueda… Pero lo que realmente me entristece es lo que ahora me veo obligado a decir. Estoy en guerra con él, aunque no le deseo mal alguno; -es muy difícil albergar resentimiento contra personas a las que uno no ha visto nunca. … Considero necesario escribir como lo estoy haciendo, por mi propio bien, y por el del clero católico; pero no quiero imputarle a él nada peor que el hecho de que se ha visto arrastrado furiosamente por sus sentimientos”.

15  Pérdida  y  ganancia  (1848/1874).  Parte  primera,  capítulo  16.  “Freeborn  sobre  la  fe”:  ‘El   pensamiento le llegó a Reding de que tal vez, después de todo, lo que se llama religión evangélica no era el verdadero cristianismo: los profesores, él sabía, eran activos e influyentes y en el pasado habían  sido  muy  perseguidos. Freeborn  le  había  sorprendido  y  ofendido  en  las  discusiones durante el desayuno de Bateman antes de la época vacacional. Sin embargo, Freeborn lo miraba con rigurosidad y quizá lo había malinterpretado. El pensamiento, no obstante, se desvaneció tan pronto como vino, y tal vez no se le hubiera ocurrido de nuevo si un accidente no le hubiese proporcionado algunos datos con los que tomar decisiones sobre esa cuestión...’

16 cf. Almeida Aguiar (2003), “Les ‘Public Schools’ i la reforma educativa de Thomas Arnold (1828-1842)”.

17 Importante pedagogo, humanista e historiador inglés, que fue director de la Escuela de Rugby en  el  condado  de Warwickshire  entre  1828  y  1841, y  padre  del  escritor, crítico  literario  y ensayista  Matthew Arnold.   El  Dr. Arnold  estableció  un  perfecto  sistema  para  mantener  la  disciplina que se basaba en tutores y prefectos, nombrados entre los alumnos más antiguos, que debían supervisar la educación de los alumnos más jóvenes. Esta reforma de la enseñanza alcanzó tanto prestigio que el Estado la adoptó, y desde entonces se extendió a otros países.

18 Pese a que no existe una serie de creencias comunes a todos los “Unitarians”, el rasgo que comparten es su negación del dogma de la Trinidad.

19 Sobre la influencia de Plutarco en este autor véase Schneider (1982), “Plutarch's Night-Battle in Arnold, Clough, and Tennyson”.

20 Véanse las ediciones de Clough (1862), Poems, with a Memoir; Lowry, Norrington y  Mulhauser (1951), The Poems of Arthur Hugh Clough,  y Mulhauser (1974), The Poems of Arthur Hugh Clough (2ª ed.).

21  NO DIGAS QUE LA LUCHA NADA VALE

No digas que la lucha nada vale, que empeños y heridas resultan vanas, el enemigo no ceja, ni falla, y las cosas se quedan como han sido. Si esperanzas embaucan, miedos mienten; puede que, entre la niebla bien ocultos,tus colegas cacen aun hoy las aves, y, a tus expensas, posean el campo. Pues mientras las olas, rompiendo vanas, parecen no ganar ni una pulgada, detrás, haciendo arroyos y ensenadas, llega en silencio, inunda todo el mar. Y no solo por ventanas de oriente, entra la luz cuando llega la aurora; arriba asciende lento el sol, ¡cuán lento! mas al oeste, mira, ¡fulgente tierra!

22  EL ÚLTIMO DECÁLOGO

Tendrás un solo Dios, pues, ¿qué sería si dependiéramos de dos? No adorarás efigie alguna salvo la que hay en la moneda; nunca jures, pues por tu juramento no será peor tu enemigo; asistir a la iglesia el domingo te valdrá para tener amigos en el mundo; honrarás a tus padres: esto es, a todos los que en tu ambición te ayuden; no matarás, aunque no es necesario que te esfuerces en mantener la vida; no cometerás adulterio, rara vez reporta provecho; no robarás, es vana proeza cuando el engañar es tan lucrativo; no levantarás falso testimonio, deja que la mentira vuele sola; no codiciarás lo de otros, aunque la tradición confrontación permita.

23 Ambos manuscritos se encuentran en la edición de poemas de Mulhauser (1974), The Poems of Arthur Hugh Clough (2ª. ed.).

24 “En resumen, amarás, si a alguien, a Dios sobre todo; bajo ningún concepto te esforzarás nunca más que a ti mismo en amar a tu prójimo”.

25 Claro ejemplo de estos sentimientos pesimistas de Arnold son los versos siguientes de las mencionadas “Stanzas from the Grande Chartreuse” (1855):

Wandering between two worlds, one dead, The other powerless to be born, With nowhere yet to rest my head, Like these, on earth I wait forlorn.

(“Errante entre dos mundos, uno de ellos ya muerto, impotente el otro para poder nacer, sin sitio alguno donde reposar mi cabeza, como estos, en la tierra desengañado espero”).

26 LA PLAYA DE DOVER

El mar está esta noche en calma.

La marea alta, la luna se refleja, hermosa, en los estrechos; la luz en la costa francesa brilla y desaparece; los cantiles ingleses se alzan, con vasto y tenue brillo, en la bahía tranquila. ¡Ven a la ventana, la brisa de la noche es dulce! Solo, desde la larga línea de espuma do el mar se une a la tierra, que ilumina la luna, ¡presta atención!, escucha el bramar crepitante de cantos que las olas arrastran y arrojan, a su vuelta, arriba en lo alto de la orilla, comienza y para; luego vuelve a empezar de nuevo, con trémula cadencia baja el ritmo, y trae en su interior, eternas notas de añoranza.

Hace ya tiempo, Sófocles

lo escuchó en el Egeo, y le trajo a la mente el borroso flujo y reflujo de la miseria humana; nosotros encontramos también un pensamiento en el sonido, al oírlo cerca de este distante mar del norte.

El Mar de la Fe

en plenitud fue un tiempo, y por todas costas estaba, como pliegues de un cinturón brillante. Pero ahora sólo escucho su melancólico y largo bramar, en retirada, guardándose, en la brisa del viento de la noche, en desolada orilla y guijarros del mundo.

Ah, amor, ¡vamos a ser sinceros

el uno con el otro!, el mundo, que parece yacer ante nosotros como tierra de sueños, tan variado, tan bello, tan nuevo todo él, no tiene realmente alegría, amor, ni luz, ni certeza, ni paz, ni alivio ante el dolor; y estamos aquí como en un oscuro llano llevados por confusas alarmas de conflictos, do ignorantes facciones se enfrentan por la noche.

27 Para un estudio más profundo de la interpretación del poema léase: August (1990), “The Dover Switch: Or, The New Sexism at 'Dover Beach”; Bidney (1982), “Of the Devil's Party: Undetected Words of Milton's Satan in Arnold's 'Dover Beach”; Morrison (1940), “Dover Beach Revisited: A New Fable for Critics”; Schneider (1981), “The Lucretian Background of 'Dover Beach”; y Turner (1947), “Dover Beach and The Bothie of Tober-na-vuolich”.

28 A este respecto léase Tinker y Lowry (1940), The Poetry of Matthew Arnold:  A Commentary.