Servicios Personalizados
Revista
Articulo
Indicadores
-
Citado por SciELO -
Accesos
Links relacionados
-
Similares en
SciELO
Compartir
Opción
versión impresa ISSN 1012-1587
Opcion v.23 n.52 Maracaibo ene. 2007
Nubiola, Jaime y Zalamea, Fernando: Peirce y el mundo hispánico. Eunsa, Pamplona, 2006, 366 pags.
Juan Pablo Serra
Universidad de Navarra jserra@alumni.unav.es
En muchos aspectos, este libro puede leerse como una muy profesional obra de scholarship. Ciertamente, su público inmediato reside en el conjunto de estudiosos castellanohablantes del pensamiento de Charles S. Peirce (1839-1914), científico y filósofo fundador del pragmatismo. Además, el libro mismo está planteado a modo de informe y recopilación histórica y bibliográfica, tanto del viaje que Peirce realizó a España en 1870 como de la extensa colección de libros, artículos y traducciones en castellano sobre Peirce desde finales del siglo XIX hasta finales del siglo XX (de ahí el oportuno subtítulo Lo que C. S. Peirce dijo sobre España y lo que el mundo hispánico ha dicho sobre Peirce). No obstante, y sin salir del terreno escolar, el libro tiene su propia personalidad en que representa la primera percepción de conjunto, realizada en cualquier idioma, sobre las relaciones detalladas entre Peirce y una comunidad académica específica (p. 10).
La obra, escrita por un filósofo y un matemático, se divide en dos partes. En la primera (Peirce y España), tras una sumaria presentación de la figura de Peirce y del pragmatismo resumido en la máxima evangélica por sus frutos los conoceréis (pp. 29-31), Nubiola se sumerge en la tarea arqueológica de reconstruir el paso de Peirce por España (pp. 33-68), que llegó a Andalucía buscando asentamientos donde observar un eclipse de sol a cargo del United States Coast Survey, y salió dos semanas después por Irún. Fascinado por la Alhambra de Granada y por los cuadros y esculturas que vio en Madrid, no obstante, su impresión general de España no debió de ser particularmente positiva y guarda relación con el retraso cultural y económico de nuestro país a lo largo del siglo XIX respecto de las potencias europeas (p. 61). Esta impresión negativa es corroborada en la siguiente sección (pp. 69-95) por varios extractos de recensiones y cartas al director publicadas en la revista The Nation y por la escasez de españoles entre las listas de grandes hombres que Peirce elaboraba periódicamente. Aunque, por contrapartida, Peirce prestó una atención considerable a la gramática española e investigó algunas peculiaridades del vascuence o euskera. A continuación (pp. 97-113), Nubiola detalla las relaciones de Peirce con tres científicos españoles: el general Ibáñez de Ibero, que presidía la Asociación Geodésica Internacional ante la cual Peirce presentó sus trabajos sobre la oscilación del péndulo; el matemático Reyes y Prósper, primer lector hispánico de Peirce, con el que mantuvo correspondencia; y el premio Nobel Ramón y Cajal, que impartió una serie de conferencias en 1899 a las que casualmente Peirce asistió.
Esta primera parte se cierra con una sección dedicada a detallar los autores de origen hispánico que aparecen en la obra de Peirce (pp. 115-134) y otra en la que se discuten dos enigmas peirceanos (pp. 135-143). Respecto a los autores hispanos, Nubiola destaca, entre otras cosas, lo bien que comprendió Peirce el supuesto papel del averroísmo en el declive de la Escolástica, subrayando cómo para Peirce, admirador de la Escolástica primera, la decadencia del pensamiento se produce por el agotamiento de las consecuencias deductivas de la teoría si no se aportan nuevos datos experimentales (p. 124). La última sección a cargo de Nubiola expone las dudas sobre si realmente Peirce añadió el Santiago a su nombre en los últimos años de su vida como homenaje a su amigo William James y, seguidamente, rebate la tesis sobre el origen gitano de Juliette Froissy, segunda esposa de Peirce. Finalmente, como anexo a esta primera parte se incluyen una traducción parcial de Garrulities of a Vulgar Arithmetician (1892-1894), donde Peirce alude a la España medieval, y el primer artículo en castellano dedicado específicamente a Peirce, escrito en 1892 por Reyes y Prósper.
La segunda parte del libro (Bibliografía peirceana hispánica [1883-2000] consiste en una concienzuda revisión bibliográfica a cargo de Zalamea, compuesta por un estudio crítico (pp. 169-204) y un catálogo razonado de la producción hispánica sobre Peirce (pp. 205-359). Así, su análisis de los textos revela que la recepción inicial de Peirce en el mundo hispánico fue muy pobre prácticamente hasta la década de 1980, en que empiezan a publicarse sobre todo en España el resultado de investigaciones serias, tesis doctorales y traducciones de textos peirceanos. Dicho despegue continua y se amplía en la siguiente década, gracias también a la conexión de investigadores españoles e iberoamericanos a través del Grupo de Estudios Peirceanos (pp. 171-179). Pero, sin duda, la estrella de esta parte está en lo que su autor denomina espectro correlativo de la bibliografía peircena hispánica, donde, reduciendo cada texto sobre Peirce a una serie de palabras clave, Zalamea concluye cómo la recepción en español de la obra de Peirce repite así los mismos cánones de la recepción peirceana allende el mundo hispánico: Peirce entendido sobre todo como padre genérico del pragmatismo, como fundador moderno de la semiótica y como un gran lógico (p. 184). Asimismo, el análisis de Zalamea destaca la atención prestada al realismo como una característica propia del mundo hispánico (p. 187) y señala que la recepción hispánica de Peirce se dio sobre todo desde las ciencias humanas (filosofía, semiótica, literatura), descuidando con ello el acercamiento al Peirce más científico (p. 193). El catálogo razonado con el que prosigue esta segunda parte constituye una herramienta utilísima para cualquier investigador que busque bibliografía específica, pues incluye más de 130 entradas brevemente comentadas de textos en castellano de autores hispánicos sobre Peirce, así como las traducciones de Peirce disponibles y una muestra representativa de traducciones al castellano de textos de autores no hispánicos.
Al margen de su interés puramente académico y técnico para los iniciados en Peirce, quizá lo más llamativo del libro es el atractivo que muchas de sus páginas tienen también para lector culto. A este propósito ayudan, en primer lugar, la profusión de fotografías, manuscritos y gráficos que ilustran cada sección del libro; en segundo lugar, la acertada indicación de que el interés general del viaje de Peirce a España reside en los comentarios que un joven americano culto de 31 años puede hacer al descubrir Europa y comprobar sus notables contrastes respecto de la cultura norteamericana de su tiempo (p. 36); y, en tercer lugar, lo mucho que sus autores dejan de sí mismos. Es imposible no reconocer al Zalamea de Ariel y Arisbe (2000) o de Ariadna y Penélope (2004) en su afición por los péndulos y vaivenes, así como en su mirada matemática incesante rastreadora de patrones y relaciones al problema bibliográfico. De hecho, para el neófito resultan cuanto menos asombrosos los resultados que obtiene Zalamea al reducir a unas cuantas variables los textos de la bibliografía peirceana hispánica. Asimismo, toda la parte de Nubiola está marcada por la convicción de su autor de que la articulación razonable y armónica de pensamiento y vida es en sí misma una exigencia filosófica. De ahí que, en el fondo, esta parte pueda leerse como una manifestación del estilo cuenta historias tan característico de la actividad docente de Nubiola.











