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Cuadernos del Cendes
versión impresa ISSN 1012-2508versión On-line ISSN 2443-468X
CDC v.22 n.59 Caracas mayo 2005
El agua y el poder: Caracas y la formación del Estado colonial caraqueño: 1567-1700
Mario Sanoja, Iraida Vargas-Arena
Colección Ediciones Especiales. Banco Central de Venezuela, Caracas, 2002
La visión transdisciplinaria presente en el excelente libro de Mario Sanoja e Iraida Vargas-Arena, dos importantes arqueólogos y antropólogos venezolanos de larga trayectoria científica y académica, da lugar a un abordaje sistemático que conlleva un conjunto de hipótesis y conclusiones en las que se apoya Pedro Cunill Grau en el prólogo del libro para afirmar que en «esta obra se supera todo reduccionismo y rigidez conceptual del mito fundacional caraqueño». Esta publicación resulta de gran importancia para todos aquellos interesados no sólo en la historia sino en la ciudad y, especialmente, para aquellas personas sensibilizadas por los temas del poder, el agua, el medio ambiente y sus interrelaciones.
La apropiación del agua como forma de concentración del poder de los terratenientes urbanos habla de la importancia que este recurso tuvo junto a la apropiación de las mejores tierras que, entre otras cosas, se definen por su acceso al agua. Esta doble apropiación dio lugar a transformaciones importantes en la morfología urbana y particularmente en las economías urbana y agrícola, pues permitió a esos terratenientes consolidar sus poderes económico y político. Señalan los autores: «La apropiación del agua por parte de la oligarquía caraqueña es un indicador de la manera cómo se fortaleció y consolidó la sociedad colonial clasista, de cómo se vinculó la expropiación de los recursos naturales estratégicos como el agua, con el fortalecimiento de las relaciones de poder en beneficio de los bloques hegemónicos y el surgimiento del Estado colonial caraqueño».
El control de la distribución del agua en Caracas entre las zonas planas y colinas bien abastecidas frente a la escasez prevaleciente en los cerros da cuenta de la permanencia de esa desigual apropiación del recurso, del ejercicio del poder y del mantenimiento de las desigualdades sociales. Los conflictos asociados a esta forma de desigualdad se hicieron sentir fuertemente en Caracas en la década de los noventa, a tal punto que la suma de esos conflictos puntuales que expresan una forma de protesta popular se han definido como la guerra del agua: expresión de las formas desiguales que asumió la provisión de agua entre los distintos sectores sociales caraqueños que relegaron a los más pobres a recibir agua siempre y cuando quedara disponible después de abastecer la ciudad «formal», con falta total de regularidad del servicio y en horarios nocturnos.
Estas formas de abastecimiento dieron lugar a que la vida cotidiana se organizara en torno al abastecimiento de agua y expresara no sólo las desigualdades sociales sino profundizara las de género, toda vez que las mujeres de los sectores populares se veían más afectadas por esta situación. Es decir, los autores expresan claramente cómo la conformación de las estructuras de poder alrededor del agua continuaron reproduciendo las desigualdades sociales a lo largo del tiempo.
Al reflexionar sobre el párrafo final cuando se afirma que: «El control del agua, definitivamente, es la base sobre la cual se ha construido la materialidad del poder en todas las épocas históricas de nuestra ciudad» y sobre los importantes e inéditos cambios que se están dando en las formas de distribución del agua potable entre los distintos sectores sociales de la población, que lleva implícita una visión de mayor equidad y un cambio en el control del recurso, nos preguntamos si asistimos también a un cambio en la construcción de esa materialidad del poder.
Miguel Lacabana