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Cuadernos del Cendes
versão impressa ISSN 1012-2508
CDC vol.30 no.82 Caracas abr. 2013
1er Seminario virtual Red Sociología del Trabajo y de la Empresa, Sotraem
Enrique de la Garza*
* Coordinador del Postgrado de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), México. Correo-e: egt@xanum.uam.mx
Entre marzo y noviembre de 2012 se llevó a cabo el seminario virtual internacional «Crisis capitalista, modelos de producción, teorías de la empresa y el empresario, subcontratación, nuevos debates sobre el proceso de trabajo y nuevo corporativismo», el cual fue la primera actividad llevada a cabo por Sotraem (Sociología del trabajo y de la empresa). Sotraem es una red de investigadores y estudiantes de posgrado interesados en el estudio crítico del trabajo y de la empresa, preocupados por el futuro de los modelos productivos, de las relaciones laborales y de los trabajadores, en particular en América Latina, insatisfechos con el modelo neoliberal y contra la idea de un futuro ineludible de desregulación e individualización en las relaciones laborales.
En el seminario participaron, además de doctorandos del posgrado en Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en forma presencial, investigadores seniors de Argentina, Colombia, Brasil y Venezuela de manera virtual. La dinámica del seminario consistió en una primera exposición a cargo de los profesores investigadores y luego un debate de unas dos horas de duración con base en la bibliografía asignada para cada tema.
A lo largo de los ocho meses de trabajo se abordaron algunos de los asuntos más relevantes del momento a nivel internacional en el estudio del trabajo y las empresas, tales como:
La crisis capitalista actual y la convergencia o divergencia internacional en los modelos económicos y los modelos productivos, incluyendo la revisión de las teorías sobre diversidad de capitalismos
Reconociendo un punto de arranque sostenido en la década de los ochenta de la última gran transformación del capitalismo, la pregunta es si este viraje ha conducido a un solo modelo económico (neoliberalismo) o si aquel se presenta con diversas modalidades. Es decir, si se ha cumplido la predicción neoclásica de que, desregulado el sistema económico, se tenderá hacia un solo modelo impulsado por el mercado, o bien si la desigualdad nacional, regional, local e institucional ayuda a conformar la no uniformidad en el modelo económico. La reflexión se hizo básicamente desde el concepto de los modelos productivos. Sobre este, que engloba la tecnología, la organización del trabajo, las relaciones laborales, el perfil de la mano de obra y las culturas laborales y gerenciales, se discutió su pertinencia como concepto; asunto relevante porque el mismo regulacionismo pareciera haberlo abandonado en aras de pensar en un modelo económico actual de financiarización en el que el trabajo ya no tiene importancia. Algo similar ocurre con las versiones moderadas de la posmodernidad y del fin del trabajo, para las cuales el trabajo ya no importa en la vida de las personas o ya no es fuente de identidades frente a la fragmentación de las carreras ocupacionales. La discusión en torno a la variedad de capitalismos nos permitió rebatir las tesis de la convergencia y dar cuenta de un diverso espectro de modelos productivos en América Latina y en el mundo.
Modelos de producción en los servicios
En este tema se discutió de inicio el concepto de servicio, cuestionándolo como producción de intangibles o bien como basado en conocimiento, y se abrió a la producción de símbolos, que es más amplia que los meramente cognitivos, al incluir a los de carácter emotivo, estético, moral. Además, se puso atención en aquellos trabajos en los que el eje central es la interacción; es decir, se planteó que el producto en los servicios son símbolos que en los clientes generan significados. En este camino se debatió con la corriente de economía del conocimiento, en primer lugar, por la ambigüedad del concepto de «intensivo en conocimiento»; segundo, por la confusión entre creación propiamente de conocimiento en las fases de investigación y desarrollo, asimilable al trabajo de servicios cognitivos, y aquellos de manufactura, en los que se utilizan procesos, maquinaria y equipo, sin negar que en la práctica del proceso de trabajo, y de manera incremental, algo de saber se añade por parte de los operarios. La confusión viene por no distinguir los énfasis entre un trabajo de investigación que es eminentemente cognitivo y el de manufactura, que puede desarrollarse con mano de obra poco calificada. Asimismo, resulta confusa la propuesta en esta corriente de que la productividad hoy se basa en la intensidad de conocimiento, porque confunde el conocimiento objetivado a partir de la investigación en máquinas y equipos con el necesario en el proceso de trabajo manufacturero.
El neoinstitucionalismo
El debate transcurrió en una reconstrucción de su evolución. Este es uno de los temas centrales en la discusión teórica actual con los neoclásicos desde la economía, la sociología, la ciencia política, la historia, las organizaciones. El institucionalismo clásico tuvo presencia importante en los Estados Unidos y Europa a inicios del siglo XX, disputando con los neoclásicos las ideas de mercado sin instituciones o de que la economía pudiera autorregularse. Sin embargo, no fue hasta los años setenta que el neoinstitucionalismo refinó más sus propuestas, empezando por Williamson, quien acuñó el concepto de costo de transacción; es decir, intercambiar bienes cuesta y, ante información incompleta de los mercados, estos intercambios al interior de la empresa se deciden por mando jerárquico. Desde los setenta a la fecha, el institucionalismo se ha diversificado mucho y ha llegado a constituir la corriente opositora más fuerte en contra de los neoclásicos. Surgió como reacción a los neoclásicos y su concepto de actor racional con información completa; en el camino adoptó el concepto de Simon de racionalidad limitada y de red institucional o bien social que canaliza y limita las opciones puramente individuales. Sin embargo, el neoinstitucionalismo económico no niega la intención del actor de ser racional, a pesar de no lograrlo, primero por información incompleta y segundo por las presiones de las instituciones que norman decisiones. Es decir, no llega a acuñarse un concepto alternativo al de actor racional; simplemente se anota que quiere serlo pero no puede lograrlo por cuestiones ajenas a su racionalidad. Cálculo imperfecto y norma son ahora las explicaciones.
Posburocracia
En las teorías sobre la empresa se transitó de las nuevas formas de organización del trabajo y el toyotismo en los años ochenta y noventa hacia la posburocracia, es decir, las ideas de flexibilidad, participación, involucramiento del personal en todos los niveles para crear un gran consenso que vuelve obsoletas todas las formas de control. Es decir, el concepto de control ya no es pertinente en las empresas en las que el personal se autocontrola, para unos a la manera como Buroway lo planteó, durkhemianamente por presión social de sus iguales en la empresa, o bien por la sumisión voluntaria del personal. Hay una intencionalidad de oscurecer el conflicto y todo esto se traduce en otra manera de ver la convergencia en el nivel internacional, pero ahora hacia la posburocracia.
Subcontratación
Este tema no es nuevo, pero el problema es si a raíz de la última crisis del capitalismo iniciada en 2008 la subcontratación se está convirtiendo en una de las palancas más importantes de las grandes empresas para restituir el nivel de la acumulación de capital en el nuevo período. En este tema se discutió cómo en algunos países se diferencia subcontratación de outsourcing, de tercerización e intermediación. También cómo se da el debate internacional actual sobre el tema. En unos autores se pone el acento en los efectos negativos para los trabajadores subcontratados, en el salario, en la seguridad en el puesto de trabajo, en prestaciones, en seguridad social. Y, efectivamente, la investigación internacional muestra que en general se dan desniveles entre trabajadores subcontratados y los de las empresas que subcontratan. Por el otro lado, mirando las empresas y sus intereses, hay otra polémica de si siempre conviene a la empresa subcontratar y qué subcontratar. En esta línea hay investigadores que consideran que la empresa no debería subcontratar tareas centrales en las que se genere el producto, porque los subcontratistas no tendrían la lealtad y entrega suficiente con la empresa que subcontrata, afectando productividad y calidad.
El nuevo debate sobre el proceso de trabajo
Cuando la reestructuración productiva se inició en el mundo, el proceso de trabajo y sus transformaciones ocupó la atención de muchos académicos mundialmente y el concepto, no acuñado pero sí popularizado por Braverman, de control sobre el trabajo se volvió el más importante. Sobre sus planteamientos surgieron dos tipos de críticos, los que se opusieron a la tendencia inexorable a la descalificación con el cambio tecnológico y los que despreciaron el concepto de control (Buroway). Esta discusión se enriqueció en el primer sentido durante toda la década de los ochenta del siglo XX. Sin embargo, cuando en los noventa el neoliberalismo se consolidó y parecía imbatible, los trabajadores del mundo no supieron resistir esta ofensiva ni mucho menos presentar nuevas utopías frente al derrumbe de los socialismos reales, avanzando diversas perspectivas académicas en contra del trabajo y del concepto de control. Una vertiente fue la del fin del trabajo, sosteniendo que el trabajo había dejado de ser eje articulador del conjunto de las relaciones sociales y fuente de identidades colectivas. La posmodernidad en esos tiempos también proclamó el fin de los grandes discursos, de los grandes sujetos y de los grandes proyectos de sociedad. A mediados de los noventa surgieron nuevas ofensivas en contra del trabajo que catalogaban como tendencias irreversibles la falta de empleo por la automatización, la precariedad del trabajo, las trayectorias ocupacionales sinuosas, todo lo cual impediría el nacimiento de identidades (Sennet). La deslegitimzación del trabajo se completaría con la idea de que la riqueza social se crea en la especulación financiera. No obstante, a inicios del siglo XXI el modelo neoliberal ya presentaba muchas promesas incumplidas y efectos sociales muy negativos, lo que se hizo más evidente con la gran crisis que se inició en 2008-2009, lo que ha favorecido un relanzamiento de los estudios sobre el proceso de trabajo en países como Inglaterra. Sin embargo, ahora se reconoce que el debate sobre el proceso de trabajo no ha logrado desarrollar su cara subjetiva, los significados asociados a la actividad productiva.
El nuevo corporativismo
En sus inicios el tema del corporativismo quedó reducido al análisis del fascismo y cuando terminó la Segunda Guerra Mundial fue olvidado, hasta que a principios de la década de los setenta, de manera tardía, el trabajo de Schmitter puso la atención en que la democracia liberal del siglo XX tenía dos dimensiones, una que provenía del liberalismo político del siglo XVIII (un ciudadano un voto, división de poderes), pero otra también necesaria para la gobernabilidad, consistente en los pactos corporativos entre organizaciones de trabajadores, de empresarios y el Estado, paralela a la primera y por la cual se conseguían acuerdos para mantener el orden social y el crecimiento de la acumulación del capital con ganancias mutuas. En este sentido el Estado garantizaba el monopolio de la representación de los grandes actores de las relaciones laborales en un número limitado de organizaciones, la afiliación forzada de los trabajadores a los sindicatos, y contribuía a erradicar disidencias de dichas direcciones. Desgraciadamente lo anterior era afirmado por Schmitter pocos años antes de la gran transformación hacia el neoliberalismo y cuando este llegó en los ochenta muchos pensaron que sería el rápido fin del corporativismo, por ser incompatible con la desregulación y el libre mercado de trabajo. Sin embargo, aunque el sindicalismo se debilitó en casi todos los países en los noventa y los pactos ya no fueron tan completos como en el modelo anterior, estos pactos parciales continuaron; al parecer los sindicatos ahora eran necesarios para legitimar los sacrificios que implicaban las reformas. Por otro lado, nuevos actores como las ONG se añadieron a estos pactos parciales. La discusión llevó a afirmar que hay un corporativismo neoliberal junto con otras formas de corporativismo que siguen presentes.
Como puede apreciarse en esta breve reseña de las discusiones en el seminario de Sotraem, se trataron temas actuales, palpitantes y con bibliografía contemporánea, en el interés de enriquecer la reflexión en América Latina dentro de nuestras posibilidades. En nuestra región la academia es muy dada a adoptar los enfoques teóricos como modas de los países desarrollados y fue así que llegaron sin discusión de sus fundamentos el neoinstitucionalismo, el upgrading, las cadenas de valor, la economía del conocimiento, la innovación.
Los seminarios Sotraem se realizan cada 15 días de acuerdo con el programa de temas y lecturas escaneadas que puede consultarse libremente en la página de la red (www.izt.uam.mx/sotrae). La consulta del programa, las lecturas, power points utilizados en las presentaciones y las grabaciones de las sesiones son libres para cualquier interesado, aunque solamente los miembros de la red cuentan con un PIN para participar en las sesiones en forma interactiva. La participación en vivo en las sesiones en forma no interactiva está abierta para todo público. En febrero del 2013 se inició en segundo seminario de Sotraem, «Alternativas metodológicas para el análisis del trabajo y las empresas». Se ha pensado impulsar otras investigaciones paralelas con financiamiento, así como posibles publicaciones y mesas redondas sobre temas específicos.