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Saber

versão impressa ISSN 1315-0162

Saber vol.25 no.2 Cumaná jun. 2013

 

De la lógica del pensamiento racionalizador al continuum del proceso de investigación

Najwa Alaeddine Noueihed1, Nereida Solano Ledezma2

1 Unidad de Estudios Básicos, Departamento de Ciencias, Universidad de Oriente, Núcleo de Anzoátegui.

2 Escuela de Ciencias de la Salud, Departamento de Ciencias Fisiológicas, Barcelona, Venezuela E-mail: najwa-alaeddine@gmail.com  / neresolano@yahoo.com

RESUMEN

En la tradición positivista, los fundamentos que rigen el modelo de investigar se muestran como esquemas inamovibles, no obstante, entraron en crisis. Hablamos de crisis por cuanto este proceso rígido y lineal, se utiliza en el abordaje de la complejidad de lo que acontece en la cambiante y paradójica realidad social. Tal conflicto coloca en el tapete la necesidad de hurgar en torno a la episteme en la cual se funda el proceso de investigación. El propósito de esta investigación es dar una nueva mirada para abordar esa incertidumbre, mediante la interpelación de los supuestos que fundamentan la investigación de la realidad social, dándole un nuevo significado al objeto de estudio, la teoría y el método, artificialmente segmentados en conceptos operativos que desconocen categorías inéditas. De allí que se replantea la integración compleja entre situación problema, teoría y marco metodológico de cara a la interpretación comprensiva de la experiencia vivida. Para emprender estos propósitos se configuró una metodología integradora, que permitió entrecruzar elementos categoriales en una interpretación hermenéutica relacional que invita a entretejer visiones complejas, a la vez que vinculantes. Desde esta construcción epistémica y metodológica se aboga por otras formas de investigar, que trasciendan los marcos impuestos al sujeto investigador, investigado y lector como constructo, actor y constructor del continuum de la realidad, y del mismo proceso de investigación. El continuum del proceso de investigación se constituye, de esa manera, en expresión de la dialógica relacional que deviene en un final siempre inacabado en la producción de conocimiento.

Palabras clave: Proceso de investigación, modernidad, lo vivido.

FROM THE LOGIC OF RATIONALIZATION THINKING TO THE CONTINUUM OF THE RESEARCH PROCESS

ABSTRACT

In the positivist tradition, the fundaments that rule the model to investigative schemes are shown as immovable, however, they went into crisis. We talk of crisis as this rigid and linear process, is used in dealing with the complexity of what happens in the changing and paradoxical social reality. This conflict puts to the fore the need to rummage around the episteme on which the research process is based. The purpose of this research is to give a new look to address this uncertainty, through questioning the assumptions underlying the research of social reality, giving a new meaning to the object of study, theory and method, artificially segmented into operational concepts unfamiliar to unpublished categories. Hence the complex integration between problem situation, theory and methodological framework should be rethought, facing the comprehensive interpretation of the lived experience. For these purposes an integrative methodology was undertaken which enabled categorical crosslink of elements in relational hermeneutic interpretation which invites to weave complex visions, that are also binding. From this epistemic and methodological construction calls are made for other forms of research, frameworks that transcend the frames imposed upon the individual researcher, researched and reader as construct, actor and builder of the continuum of reality, and the research process itself. The continuum of the research process is, thus, an expression of the relational dialogic that becomes into an ever unfinished final point in the production of knowledge.

Key words: Research process, modernity, lived.

Recibido: enero 2013. Aprobado: abril 2013. Versión final: mayo 2013

INTRODUCCIÓN

Investigar es un proceso de exploración tras la verdad. A lo largo de la historia de la humanidad, el hombre ha estado en esa indagación de manera intencionada o no, valiéndose de diversos modos de explorar. Este proceso de búsqueda ha tenido variados propósitos, que van desde resolver circunstancias cotidianas para la supervivencia, hasta dejar huellas de la historia social que vivió. Al simbolizar su estar en el mundo, el hombre representaba lo que ocurría en torno a él, ese pensamiento mágico incipiente fue desplazado por el pensamiento religioso, filosófico y científico en la medida que él transitaba la historia. Ante la necesidad de resolver problemas del día a día, el hombre fue organizando lógica y sistemáticamente ideas, hasta darles una estructura que se consolidó como el método de verificación de hipótesis para la producción de conocimiento.

Todo ello fundado en la lógica de la razón instrumental, que se reforzaba en los avances científicos asociados a las ideas fuerza de la modernidad: progreso, nuevas tecnologías y desarrollo científico. Cuando se trata de investigar la realidad social diversa y dinámica, como el ámbito que nos ocupa, la mirada racionalizadora de la razón instrumental hace lo suyo al excluir los valores, las creencias, los juicios, ensoñaciones y emociones de lo vivido. Razón para fraccionar, sistematizar y colocar en compartimientos estancos un objeto de estudio que por naturaleza es multidimensional. En el proceso de búsqueda del conocimiento de la realidad social, es insoslayable el cuestionamiento a ese estatuto cientificista y su anclaje disciplinar, tradicionalmente validado por la lógica positivista, puesto que tal modo de investigación, y el pensamiento hegemónico que lo sustenta, han compartimentalizado el entramado social, que en esencia es una complejidad y totalización en curso.

A la luz del modo de pensar que ha de acompañar la comprensión de la realidad social, se emplaza a dudar de lo que vemos como simple, de lo sometido a determinaciones antepuestas por la tradición cartesiana y hurgar explorando esas nuevas claves que fluyen en la vida cotidiana. Nos referimos a la matriz epistémica, ese piso fundante sustentado en la racionalidad técnico-instrumental, que ha venido dando sentido al proceso de investigación en nuestras instituciones. En esencia, el propósito de esta investigación es dar una nueva mirada para abordar esa duda, mediante la interpelación de los supuestos que fundamentan la búsqueda. En esta reflexión replanteamos la necesidad de integración epistémica, ética y estética cuyo hilo conductor entreteja situación problema, teoría y marco metodológico de cara a la interpretación comprensiva de la experiencia vivida en permanente referencia al contexto histórico-social.

NUEVOS HORIZONTES DE SENTIDO

La re-lectura de la realidad social es una provocación que incita al entretejido de categorías, sustento de los procesos de búsqueda. Con ello hemos de considerar claves que no están determinadas en sus contenidos, sino que han de ser transmutadas por la potencia de las experiencias vividas, por el significado que se le otorgan y por las representaciones sociales que van configurándose como los nuevos modos de mirar, pensar, decir y hacer. Esos elementos son el horizonte de sentidos de la contextualización problemática del objeto de estudio, la teoría y metodología. De manera que, dejan de ser momentos aislados y artificiosamente concatenados, para re-crearse al transversar la totalidad del proceso de investigación.

En el abordaje metodológico que da cuenta de esta investigación, se ha fraguado un rizoma topológico abierto, flexible y recursivo en un enfoque cualitativo desde la perspectiva hermenéutica crítica. Nuestras argumentaciones intentan desmontar y re-situar la investigación, para ello transitamos por la complejidad de la realidad social, apartándonos de la episteme reduccionista y la impronta de la racionalidad positivista.

El ejercicio hermenéutico que planteamos, convoca a tomar distancia del modo en que el proceso de investigación se utiliza en el abordaje de la realidad social. En este despliegue interpretativo y comprensivo, dialogamos con los teóricos en torno a cómo ha sido estructurado y esquematizado el proceso de investigación, avanzando desde la interrogación al discurso racionalizador y al método único, hacia la reivindicación de nociones sustanciales de la experiencia vivida como fuente de conocimiento. Los procesos de investigación en el ámbito de la universidad, enfatizan la preeminencia en el cumplimiento de las fases y etapas de un diseño metodológico, por demás predeterminado. Esta rigidez parece ser la pauta que guía lo que se investiga, donde todo el empeño apunta al ejercicio de una racionalidad hegemónica que fundamenta la producción de verdades lineales, estáticas y absolutas que no expresan la conjunción de relaciones intangibles en la práctica social.

Tal reducción del proceso de investigación a la práctica metódica cartesiana, se extrapola sin más al objeto de estudio de las ciencias de la vida y, el discurso dominante que la delimita, supone un obstáculo para el despliegue de lo emocional, lo creativo, lo valorativo, lo afectivo, lo sublime del ser humano. Al respecto, vale preguntarnos ¿acaso la relación que se manifiesta entre los sujetos, al interior del proceso de investigación se puede controlar e invisibilizar, cuando es el propio sujeto investigador el constructor de la relación intersubjetiva? y ¿cómo articular complejamente la contextualización problemática del objeto de estudio, el marco teórico referencial y la fundamentación metodológica en un proceso de investigación que cercena el sentido de la dialéctica relacional? Algunos espacios de investigación en las ciencias sociales vienen mostrando señales de flexibilidad como cualidad emergente del diseño metodológico, tal como leemos en las propuestas de historias de vida -como método para interpretar lo vivido-, en la hermenéutica crítica -como rizoma metodológico en la comprensión de la realidad social y cotidiana-, entre otras. No obstante, en el presente vemos con una frecuencia mayor a lo deseable, el anquilosamiento de un proceso de investigación en el que se reduce y fragmenta la realidad social como si fuese un fenómeno quieto y separable.

Si bien el paradigma, en el que ello se sustenta, ha sido artífice del progreso científico y tecnológico, lo cual no dejamos de reconocer, se interpela que en este proceso de construcción se ha dejado de considerar la complejidad dialógica y relacional que le es consustancial, y es esencial, en el planteamiento de Giddens para el “entendimiento de uno mismo, (citado por Córdova 1995: p. 196) pudiendo redundar en la mejor comprensión del mundo social. De manera que, para dar lugar a un conocimiento cuya validez científica la sustentan la razón comprensiva que privilegie la dialéctica relacional y el reconocimiento de la intersubjetividad, el proceso de investigación se ha de reacomodar a la efervescencia del mundo social. Esto es, en apertura a la diversidad de enfoques y perspectivas que contextualicen lo que Córdova (1995) denomina las formas orgánicas, funcionales y conflictivas del vivir que están inscritas en un proceso social disímil, escabroso, paradójico y sólo admisible desde una diversidad de perspectivas. En tal sentido, la convocatoria es a reflexionar la episteme que configura el cómo pensamos, decimos, sentimos, actuamos, y en particular, investigamos.

EL PROCESO DE INVESTIGACIÓN: ENTRE EL OCASO Y LA EPIFANÍA DE SU CONSTRUCCIÓN

Los modos de investigar instituidos en las comunidades académicas y científicas, hasta la actualidad, se vienen ocupando de perpetuar el método científico único. Método que per se aísla la diferencia, prescinde de la alteridad, homogeniza la cultura en los bloques de cultos e incultos, en fin, invisibiliza el reconocimiento de lo otro y de lo diverso. Esta pretensión discriminatoria, ha cercado deliberadamente la realidad social entre marcos estáticos y manipulables. Un paradigma civilizatorio agotado y en crisis, tal como lo comenta Téllez (1995):

Se trata pues de entender que la crisis actual como crisis cultural/civilizacional concierne al desmoronamiento de las claves de inteligibilidad y de legitimación (…) universalidad de la Razón, Sentido de la Historia, Progreso hacia la instauración plena de la Razón, Identidad entre progreso económico y científico-técnico y entre éstos, y Progreso de la Humanidad, Sujeto- Conciencia constituyente en tanto portador del Sentido de la Historia, Predictibilidad científica, Leyes sociales… (p. 114)

La búsqueda de la verdad, sus criterios de validación y los estatutos que han definido la investigación y la ciencia, han sido codificados por estas líneas fuerza de la modernidad. Así, la razón eminentemente racionalizadora postula una visión rectilínea de la historia, la irreductible estructuración de los métodos de investigación como único modo de conocer, comprender, acceder a la verdad y hacer ciencia, la función demarcadora de la teoría cuyos linderos encasillan la realidad a investigar, la escisión entre sujeto y objeto de investigación, cuyo afán de objetividad cientificista, descarta complementariedades, polifonías y policromías en el arcoiris de la vida.

En este ejercicio reflexivo y comprensivo, nos interrogamos por los supuestos epistemológicos en los cuales se asienta la realidad que sigue dando prioridad a la razón que tecnifica, instrumentaliza y reifica el objeto de estudio, determinándolo con sus dispositivos apriorísticos. Si bien estas claves de inteligibilidad sustentaron el método que vitalizó la ciencia para el desarrollo científico, razón para la libertad, historia para preestablecer y delimitar el contexto espacio-temporal de la realidad como algo dado y determinado, es importante acotar el derrumbe del que fueron objeto tras la crisis de la episteme moderna. Estos principios legitimadores fueron distorsionados en razón y ciencia para la dominación, para el progreso y para ensanchar la brecha entre clases sociales. No obstante, en el clima cultural del presente estas ideas fuerza se muestran descontextualizadas y no permiten explicar realidades sociales cambiantes, heterogéneas y marcadas por incertidumbres y paradojas.

Acaso, en nuestras universidades, ¿se abren espacios para debatir acerca de otros modos de investigar? y ¿el proceso de investigación responde a los desafíos que la sociedad contemporánea reclama? Si bien reconocemos algunos oasis esperanzadores, en espacios sociales y educativos que dan cabida a posibilidades de encuentro, a lo que se aspira es rebasar la uniformidad epistemológica instalada en el modo de investigar, cuya razón privilegia el método hipotéticodeductivo, en el que persiste la inmovilidad disciplinar que acentúa el uso del método único, el cual opaca la mirada de otros horizontes del pensamiento, la investigación y del saber. Hoy por hoy, vemos con frecuencia, que el abordaje de las realidades sociales sigue siendo mediado por indicadores de variables operacionalizables, y ello no parece ser motivo de preocupación para quienes lo practican. La dificultad está en que se restringe el problema de estudio, a un mero análisis estadístico de estructuras y subestructuras a priori organizadas, dejando en la periferia la consideración de la relación necesaria entre el horizonte histórico y el investigador como actor social. De esta forma surge un muro intangible, que impide la inclusión de las particularidades imprevisibles de la vida cotidiana. Esta práctica es limitante para repensar dificultades y cambios que van emergiendo en el devenir.

Las realidades socioeducativas demandan la apertura de miradas que se proyecten más allá de la sacralización del dato numérico. Concebimos que este modo de investigar, se desmoronó y permanece en crisis, está agotado porque desconoce la integralidad de los procesos sociales. La realidad social reclama otras formas de investigar, que trasciendan los marcos que se le han impuesto al sujeto investigador e investigado como constructo, actor y constructor del dinamismo de su propia realidad, que considere la subjetividad como elemento constituyente de la interpretación de la experiencia vivida. Y de igual modo, reivindique la historicidad como legitimadora del proyecto de vida del sujeto, que impregna todo lo que éste piensa, interpreta y expresa en los relatos de la vida cotidiana. Al reflexionar en torno al objeto de estudio, la fundamentación teórica y metodológica, se amerita considerar las nociones que le imprimen potencia al proceso de investigación, nos referimos a categorías emergentes que posibilitan una visión integradora de lo Otro. Significa apoyarnos en la complejidad de las variadas dimensiones de la realidad social, para que la experiencia vivida se constituya en un espacio de investigación.

Si bien ello presupone el análisis de categorías referenciales, no debe reducirse a su interpretación como estructuras de referencia puntual, sino que habida cuenta del sentido complejo de las relaciones entre realidad social, prácticas sociales e individuos, debe dársele una re-lectura a la multiplicidad de saltos y rupturas que se dan en la diversidad de los planos de lo vivido. En el espacio universitario, la investigación pareciera reducirse a un proceso sistemático y ordenado de búsqueda de información, sin la interpretación crítica necesaria. Esa esfera impregnada por un “nada inocente racionalismo”, aglutina lo heterogéneo y lo diverso, reduciendo al nivel de objeto-cosa la realidad educativa multidiversa, si bien concreta, también previamente fijada, clasificada, disgregada, separada en subestructuras y, particularmente, estudiada. Objeto estático cuyo contexto espacio-temporal no se considera como afectador de lo que le acontece. A este respecto, la teoría ha servido de soporte en el proceso de cosificación de la realidad social, al conceptualizarla y enmarcarla en torno a supuestos teóricos que se concatenan a priori con la situación problema.

Pareciera que a la cualidad de inamovilidad de la realidad social, se le impone el marco de la teoría, como un elemento que contribuye a su objetivización. La teoría se asume como verdad, que contribuye al estatuto de verdad del proceso sistemático que se viene gestando y, el que a su vez, se corresponde con los pasos y procedimientos del método cartesiano, un estilo ampliamente aceptado en las academias y comunidades científicas. Este modelo ha servido de guía a quienes se inician y tradicionalmente investigan acorde al patrón estandarizado. Con mucha frecuencia los corpus de artículos de investigación, ensayos y tesis, siguen al pie de la letra un orden que convierte el fenómeno social en objeto, verbigracia, los discursos que configuran una cierta perspectiva de neutralidad y artificiosidad. Ello trae a colación la condición de objetividad durkheimniana, inherente a la existencia de un punto de referencia constante e idéntico, con lo cual se pretende relacionar el objeto social con su representación, eliminando, así, lo subjetivo que pudiera serle consustancial. Cuando hablamos de integración compleja, hacemos referencia a que la búsqueda de la verdad, o el planteamiento de alternativas de respuestas a problemas de nuestra realidad, sea pensado y comprendido en conjunto, en la perspectiva de una relación recursiva entre situación problema, método y marco metodológico. Tal perspectiva compleja, no desecha el modo de investigación que reduce y fragmenta la realidad social, sino que reflexiona en torno a sus consecuencias.

De ello habla Morín cuando se refiere a que en la lectura de la complejidad social se deben “distinguir -sin desunir- y religar” (Morín 1997: p. 16), para mirarlos a la luz de la multidimensionalidad que le sirve de marco de referencia. En nuestras palabras, cuando se investiga la complejidad de la realidad social se remite a multiplicidad de modos de abordarla, por tanto concierne a la complejidad del modo de pensamiento, ahora, ¿cómo dar ese salto epistémico desde el pensamiento simplificador hacia otro acorde al devenir de la realidad en el clima civilizacional del presente? Se trata de un proceso mental, que pasa por darnos cuenta de la lógica en la que se sustenta lo que pensamos, decimos y hacemos en un tránsito necesario por el cuestionamiento de claves de comprensión, que desentonan de la policromía de matices que configuran la misma realidad social. Para el pensamiento simplificador los ecos de lo vivido, la cultura plasmada en lo cotidiano, las representaciones sociales y los imaginarios, son elementos que parecieran no tener inherencia en ese espacio del pensamiento. Los postulados del pensamiento racionalizador de la ciencia de las certidumbres fueron superados por contornos de la realidad, que en su naturaleza eran multidimensionales. Entonces, se trata de dar paso al pensamiento de la rebelión, de la transgresión, de la emancipación, de la contingencia que se ha de acompañar por el deseo y la pasión en la búsqueda de la verdad. Este tránsito contempla en su itinerario hacer un alto crítico y reflexivo, para dialogar con autores que vienen planteando esas sombras que se muestran tras el mito de un proceso de investigación lineal, irreversible y acabado. Por tal sentido, hacemos referencia al pensamiento marxista puesto que afronta la investigación de la realidad social desde una concepción relacional, que concibe la realidad como objeto concreto. Por tanto, el objeto que se investiga así como el sujeto investigador cohabitan esa realidad social. Ese es el pensamiento de la complejidad, donde la realidad es inherente al sujeto investigador a lo investigado. En nuestra consideración, esto significa que la dimensión relacional del fenómeno social, no es un punto de corte que se pueda predeterminar en un diseño de investigación rígido. Por eso, en el proceso de búsqueda se integran complejamente la realidad social como objeto de estudio, la teoría que le da corporeidad y el método que acompaña el transitar de la trama discursiva.

En esta dialéctica relacional, la teoría y el método son inseparables del objeto que se investiga, en tal suerte de recursividad moriniana se re-construyen la teoría y el método. Ese bucle epistémico se nutre de la pluralidad de miradas sedimentadas desde las experiencias vividas, lo viviéndose y los proyectos de vida del sujeto investigador. El proceso de investigación va más allá de ser una “concepción finalista” (Córdova 2003: p. 21) o acabada, es un continuum. La noción continuum, está referida a que la exploración no se agota al cumplir cada fase del método, sino que va re-creándose. Es decir, va construyéndose en los diversos momentos de la investigación y es atravesada por claves emergentes que afloran al interior del propio objeto de estudio. El investigar, entonces, no se define en torno a una concepción teleológica, que inicia con una introducción y termina con la conclusión de algunos resultados. Porque así fenece prematuramente el conocimiento. De ser así, se mostraría que el conocimiento se encierra en sí mismo, es infructuoso y se agota. Sin embargo, la investigación más que ser concluyente, abre posibilidades a otras investigaciones que profundicen en nuevos elementos, que a su vez, nutren la investigación de nuevos fenómenos sociales. En el continum de la investigación, Bertaux (1993) considera la dimensión sociosimbólica y socioestructural que le dan sentido a la experiencia vivida en la cotidianidad.

La dimensión socioestructural, Córdova (1995) la define como un conjunto de componentes económicos, políticos y culturales, cuya característica básica es la estructuralidad. Para Ferrarotti (1981), este contexto, entendido como una inmensa red de fondo, es la trama en la que se re-sitúan las diversas experiencias vividas por el sujeto investigado, y le exigen al investigador el conocimiento y comprensión de tales procesos. Pensamos que, en su conjunto estos elementos socioculturales conforman un marco referencial, individual y colectivo en el cual se inserta la investigación. Tomar en cuenta el contexto sociocultural como un todo, resulta adecuado para reconstruir las relaciones que integran las manifestaciones propias de la experiencia vivida, y que están siempre presentes en lo que se investiga.

El contexto sociosimbólico, como lo entiende Córdova (1995), se refiere a un campo de conocimiento que incorpora los valores, las representaciones sociales, los modelos culturales, los horizontes de sentido y de significación que los sujetos, investigador e investigado, le otorgan a su acción. Así vemos que, la investigación de la realidad social apunta hacia la consideración de estos contextos, porque ambos son integrantes de la trama de lo social. La labor investigativa se complejiza, entonces, al imbricarse los elementos configuradores en el continuum de la investigación. Este proceso lo concebimos como una continuidad discontinua, quiere decir que sus dimensiones albergan, en una suerte de holograma, la totalidad de las nociones constituyentes de lo social, esto es el sujeto, la relación intersubjetiva, el marco contextual de referencia, la realidad social. La desconexión de estos elementos en la investigación convertiría el proceso en un simple ardid pragmático, ideológico-organizativo o en ambas cosas.

Este continuum, se representa con la metáfora de una mariposa cuyas alas desplegadas configuran un modo de investigación de la realidad, abierto y articulado en sus elementos constitutivos. Así pues, la articulación compleja entre los elementos constitutivos es acorde a la  naturaleza del objeto de estudio, a la teoría, al método y viene a ser la bitácora que, en el continuo del proceso de investigación, orienta el aleteo travieso del todo a la parte y de la parte al todo. Cuando investigamos construimos un espacio común, en el que se reencuentran el investigador y el lector, quienes se relacionan en un proceso vivo, que entrecruzará la interioridad de quien escribe y de quien lee. El que escribe se encuentra inmerso en la realidad que intenta conocer, y el lector penetra esa realidad de la mano de un discurso que se configura como mediador del encuentro intersubjetivo. Para Córdova (1995), la labor investigativa no puede entenderse aislada del contexto social ni es ajena a las relaciones sociales. Pensamos, al respecto, que la relación entre el sujeto y contexto social abona la subjetividad que se constituye, a su vez, entre el sujeto investigador y el lector.

Si sujeto y objeto no se afectan en un proceso complejo de interiorización, desconstrucción y reconstrucción, entonces, se oculta toda posibilidad de expresión de la subjetividad. El sujeto no está exento de su historicidad ni desarraigado de su contexto, ni desligado de su cultura, sus valores, identidades, en todo momento y lugar, es “él y sus circunstancias”, es un sujeto que no se desconecta de su espacio y tiempo. Es el sujeto imbricado con lo que siente, piensa, dice, hace y todas las experiencias vividas que le pertenecen y lo producen. De allí la pregunta, si me desconozco a mí como sujeto social, ¿podría reconocer al Otro o lo invisibilizo?, y peor aún, ¿lo demarco con mi historia? Allí entra en conflicto la intersubjetividad. Schütz (citado por Rizo 2005) se distancia de la concepción de intersubjetividad como flujo de conciencia interior, y la comprende como un vivir en una comunidad social e histórica. En perspectiva de este autor, el sujeto está socialmente determinado, por lo que él llama patrimonio de conocimiento, fruto de sus experiencias vividas que, a su vez contiene el conocimiento intersubjetivo común para todos los hombres, en cuanto a que todos pueden tener experiencia de intersubjetividad, y el conocimiento intersubjetivo que es exclusivo del sujeto. A partir de esos elementos, cada sujeto constituye sus posibilidades teóricas y prácticas para vivir en su mundo cotidiano, de cara a lo que ha de vivir, esto es, sus proyectos. Por ello, hay tantas realidades como conocimientos intersubjetivos comunes y exclusivos, patrimonio de conocimiento y sujetos sociales. La referencia de la realidad social, será permeada por la experiencia vivida cotidianamente, es decir, la realidad se da en tanto que el sujeto investigador, investigado y lector, la reconocen en su complejidad y le confieren significado. Y, en ello el continuum del proceso de investigación es expresión de la dialógica relacional que deviene de un final siempre inacabado.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1.Bertaux Bertaux D. 1993. De la perspectiva de la historia de vida a la transformación de la práctica sociológica. En: Marinas, J. y Santamarina, C. La Historia Oral: Métodos y Experiencias. Debate S.A., Madrid.         [ Links ]

2.Córdova V. 1995. Hacia una sociología de lo vivido: Fondo Editorial Tropykos, Caracas.

3.Córdova V. 2003. Historias de vida. Una metodología alternativa para Ciencias Sociales. Caracas: Fondo Editorial Tropykos, Caracas.

4.Ferrarotti F. 1981. Historia e historias de vida. Laterza, Roma.

5.Morin E. 1997. La necesidad de un pensamiento complejo. En: González, S. (Comp.). Pensamiento complejo. En torno a Edgar Morin, América Latina y los procesos educativos. Mesa Redonda Magisterio, Bogotá.

6.Rizo M. 2005. Intersubjetividad y comunicación intercultural. Reflexiones desde la sociología fenomenológica como fuente científica histórica de la comunicología. Perspectivas de la Comunicación. 2(2):45-53.

7.Téllez M. 1995. Crisis de paradigmas en las ciencias sociales. Signos de clausura. Signos de invención. Revista Latinoamericana de Estudios Avanzados. (0):110-131.