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Saber

versión impresa ISSN 1315-0162

Saber vol.28 no.4 Cumaná dic. 2016

 

PREVALENCIA DEL EDEMA MACULAR CISTOIDEO EN PACIENTES ADULTOS INTERVENIDOS DE CATARATA POR LA TÉCNICA DE FACOEMULSIFICACIÓN
 
DANIEL ERNESTO GUARACHE1,2, FERNANDO ELÍAS GUARACHE1,2, FERNANDO LEÓN GUARACHE1,2

1 Hospital Universitario Dr. Antonio Patricio de Alcalá, Servicio de Oftalmología,
2 Grupo Oftalmológico Guarache,  Cumaná, Venezuela. E-mail: danielguarache@gmail.com
 
RESUMEN
 
El  objetivo  del  presente  trabajo  fue  establecer  la  prevalencia  del  edema  macular  cistoideo,  en  pacientes intervenidos  quirúrgicamente  por  la  técnica  de  facoemulsificación  con  implantación  de  lente  intraocular.  Los pacientes  fueron  atendidos  en  el  servicio  de  oftalmología  del  Hospital  Universitario  de  Caracas,  durante  un periodo  consecutivo  de  3  meses  en  el  año  2014.  Las  variables  estudiadas  fueron:  agudeza  visual  corregida  y medición  del  grosor  foveal  mediante  tomografía  de  coherencia  óptica  (OCT)  a  las  4  semanas  de  haber  sido intervenidos quirúrgicamente. La muestra estuvo formada por 50 ojos de pacientes intervenidos quirúrgicamente de  catarata  por  la  técnica  evaluada.  Los  pacientes  se  dividieron  según  su  agudeza  visual  corregida  en  cuatro grupos: grupo I: entre 20/20 y 20/40, grupo II: entre 20/50 y 20/70, grupo III: entre 20/80 y 20/200 y el grupo IV: 20/400 o menos. El 90% de los ojos estudiados se ubicó en el grupo I. El grosor foveal promedio encontrado fue de 172 ± 13 µm. Hubo dos pacientes (4%) complicados con ruptura de la cápsula posterior, uno de los cuáles presentó disminución de la agudeza visual corregida de 20/40 (2%), además de implantación del lente intraocular en  el  sulcus  ciliar  (2%)  y  grosor  foveal  de  198  µm.  Por  otra  parte,  el  segundo  paciente  complicado  por implantación  del  lente  intraocular  en  el  sulcus  ciliar  (2%)  tampoco  tuvo  incidencia  en  la  agudeza  visual.  La prevalencia de edema macular cistoideo fue de 2%. Las complicaciones identificadas en el paciente que desarrolló edema  macular  cistoideo  pseudofáquico  fueron:  ruptura  capsular  posterior  durante  la  cirugía  de  cataratas,  e implante del lente intraocular en el sulcus ciliar. La OCT resultó ser una técnica diagnóstica no invasiva, precisa y confiable en el diagnóstico del EMC pseudofáquico.
 
PALABRAS CLAVE: Pseudofáquico, lente intraocular, agudeza visual, tomografía, coherencia óptica.

CYSTOID MACULAR EDEMA PREVALENCE IN PATIENTS UNDERGOING CATARACT SURGERY BY PHACOEMULSIFICATION
 ABSTRACT
 
The objective of the present study was to establish the prevalence of cystoid macular edema (CME), in patients operated by the technique of phacoemulsification with implantation of intraocular lens. Patients were attended in the Ophthalmology Service at the University Hospital of Caracas for a consecutive period of 3 months in the year 2014.  The  variables  studied  were:  corrected  visual  acuity  and  measurement  of  the  foveal  thickness  by  optical coherence  tomography  (OCT),  4  weeks  after  surgery.  The  sample  was  composed  of  50  patients  operated  of cataract by the evaluated technique, and divided according to their corrected visual acuity into four groups: Group I: between 20/20 and 20/40, group II: 20/50 to 20/70, group III: between 80/20 and 20/200 and the Group IV: 20/400 or less. Ninety per cent of the eyes studied were ranked in Group I. Average foveal thickness was 172 ± 13 µm. There were two (4%) patients complicated with rupture of the posterior capsule, one of which showed decrease of corrected visual acuity 20/40 (2%), as well as implantation of the intraocular lens in the ciliary sulcus (2%) and 198 µm foveal thickness; the other patient, with posterior capsule rupture, did not have impact on the visual acuity. On the other hand, the second patient complicated by implantation of the intraocular lens in the ciliary sulcus (2%) did not have impact on visual acuity. The prevalence of CME was 2%. The complications identified  in  the  patient  that  developed  pseudofaquic  CME  were:  posterior  capsular  rupture  during  surgery  of cataract,  and  implant  of  the  intraocular  lens  in  the  ciliary  sulcus.  OCT  demonstrated  to  be  a  non-invasive diagnostic technique, accurate and reliable in the diagnosis of pseudofaquic CME.
 
KEY WORDS: Pseudophaquic, intraocular lens, visual acuity, tomography, optical coherence.
 
Recibido: marzo 2016. Aprobado: julio 2016. Versión final: septiembre 2016.
 
INTRODUCCIÓN

La presencia de catarata es la principal causa de pérdida progresiva de la agudeza visual (AV) en la población adulta. La tasa anual de cirugía de catarata se ha elevado de 1,2 a 7,2 por cada 1.000 habitantes en los últimos años, lo cual se explica por el aumento de procedimientos quirúrgicos de forma  más  precoz  (Brizzi  et  al.  2006).  Las técnicas utilizadas y los resultados de la cirugía de catarata  han  cambiado  durante  las  últimas décadas, en donde se estima que la facoemulsificación es el procedimiento quirúrgico más  usado  por  los  oftalmólogos,  representando una técnica segura y confiable hoy día (Dholakia y Vasavada 2004).

La  facoemulsificación  e  implante  de  lente intraocular (LIO) plegable es la técnica preferida en  la  actualidad  (Lobo  2012),  ya  que  mejora  la calidad  de  vida  del  paciente,  más  que  cualquier otro método utilizado. Uno de los factores claves para  aumentar  la  tasa  de  éxito  en  esta  cirugía  es decidir el procedimiento de forma precoz, debido a  que  con  el  tiempo  las  fibras  cristalinianas  van cambiando  su  configuración  hasta  transformarse en  una  catarata  brunescente  de  núcleo  duro.  La facoemulsificación  está  indicada  cuando  la calidad  de  vida  del  paciente  es  afectada  por  el impedimento visual y la evaluación preoperatoria revela que el potencial de recuperación visual es bueno  (Boyd  2002).  La  recuperación  visual temprana  es  de  suma  importancia  para  que  el paciente  pueda  retomar  de  forma  precoz  sus actividades  de  rutina.  Diferir  la  cirugía  puede significar  operar  cataratas  nucleares  densas,  lo cual  aumenta  el  riesgo  de  desgarros,  tanto  de  la cápsula anterior como posterior, aunque se realice extracción extracapsular programada o facoemulsificación. Esta situación puede llevar a una  serie  de  complicaciones  como:  luxación  del cristalino,  afaquia,  pérdida  vítrea,  queratopatía bulosa  y  edema  macular  cistoideo  (EMC),  que aumentan la morbilidad y comprometen aún más la AV definitiva del paciente (Boyd 2002). A pesar que el EMC pseudofáquico se presenta con  frecuencia,  casi  siempre  es  autolimitado  y subclínico,  y  se  desarrolla  típicamente  de  4  a  6 semanas posteriores a la cirugía de catarata, y fue inicialmente reportado por Irvine en el año 1953, siendo  conocido  como  síndrome  de  Irvine-Gass (Ryan 2001). Representa una respuesta patológica inespecífica  debida  a  la  disrupción  de  la permeabilidad normal selectiva de la barrera que protege  la  retina  (hematorretiniana)  e  impide  el libre movimiento de los elementos constituyentes del plasma hacia la retina y, en combinación con sistemas activos y pasivos de transporte, juega un papel  importante  en  el  mantenimiento  y  la homeostasis  de  la  retina  neurosensorial  (Pulido 2001, Ryan 2001, Brar et al. 2010).

Cuando  hay  disrupción  de  la  barrera hematorretiniana se produce expansión significativa del espacio extracelular de la retina, debido  a  la  entrada  de  agua  y  elementos constituyentes  del  plasma  sin  ningún  tipo  de restricción. Esta expansión del espacio extracelular conlleva a la acumulación de fluidos en  la  región  macular  con  un  incremento correspondiente del grosor de la retina parafoveal. La acumulación progresiva de fluidos en forma de espacios  quísticos,  localizados  entre  las  capas plexiforme externa y nuclear interna de la retina, se denomina EMC (Ryan 2001).

El  EMC  puede  presentarse  en  múltiples condiciones patológicas oculares que incluyen la afaquia,  oclusión  venosa  retiniana,  retinosis pigmentaria  y  en  patologías  sistémicas  con afectación ocular, en especial la diabetes mellitus (Catier et al. 2005).

El EMC se diagnostica por clínica, a través de oftalmoscopía indirecta y se confirma a través de múltiples  métodos  de  diagnóstico  por  imágenes, entre  los  que  destacan:  (a)  Angiografía fluoresceínica  (AGF),  que  es  clínicamente  el examen disponible más usado. Permite el estudio de  la  circulación  retiniana  y  coroidea  en condiciones normales y patológicas. Este examen permite  detectar  alteraciones  en  la  barrera hematorretiniana. Tiene como desventaja el de ser un  método  invasivo  que  puede  ocasionar complicaciones  severas  y  no  siempre  hay correlación entre el grado de hiperfluorescencia y la pérdida visual (Tranos et al. 2004, Torrón et al. 2006). La AGF demuestra la fuga de fluido a partir de los capilares perifoveales,  y en algunos casos en el nervio óptico (Gulkilik et al. 2006). El EMC angiográfico  puede  presentarse  con  hallazgos patológicos en la AGF, sin afectación de la AV, el cual  ha  sido  reportado  hasta  en  un  50%  de  los pacientes  intervenidos  de  catarata,  complicada  o no.  Así  mismo,  el  EMC  clínico  además  de  los cambios  angiográficos  puede  asociarse  con disminución  de  la  AV  con  una  incidencia  que oscila entre el 0,2 y el 13% (Gulkilik et al. 2006, Torrón  et  al.  2006)  y  (b)  Tomografía  de coherencia óptica (OCT), resulta un procedimiento no invasivo, por lo cual es el más usado,  que  se  basa  en  la  interferometría  de  baja coherencia  y  obtiene  imágenes  de  los  cortes  del tejido  retiniano  en  alta  resolución,  permitiendo cuantificar  el  grosor  retiniano.  Debido  a  que  la OCT  opera  con  rayos  de  longitud  de  onda próximos a la luz infrarroja es mínima la molestia del  paciente  al  realizar  el  examen.  Este  estudio está  indicado  para  la  detección  temprana  y seguimiento  de  pacientes  con  EMC.  Se  ha demostrado  que  la  OCT  obtiene  mediciones altamente  reproducibles  y  es  más  efectivo  en  la detección  del  EMC  que  la  AGF,  ya  que  puede demostrar  la  distribución  axial  del  fluido  en  la mácula (Tranos et al. 2004, Brizzi et al. 2006). El EMC  pseudofáquico  puede  ser  diagnosticado usando  únicamente  métodos  no  invasivos, accesibles  y  rápidos  como  la  OCT,  obteniendo además detalles de la microestructura retiniana y otros datos específicos como el grosor exacto de la fóvea (Torrón et al. 2006).

Los pacientes intervenidos de cataratas, tanto por  la  técnica  de  extracción  extracapsular  o  de facoemulsificación, son susceptibles de desarrollar  un  EMC  como  consecuencia  de  los cambios de presión a nivel de la cámara anterior del  globo  ocular  y  del  proceso  inflamatorio postquirúrgico.Actualmente, la facoemulsificación  es  el  procedimiento  de extracción  de  cataratas  más  usado  en  todo  el mundo.  Esta  técnica  permite  mejores  resultados visuales  mientras  menor  es  la  dureza  de  la catarata,  lo  que  conlleva  a  la  realización  de procedimientos  quirúrgicos  cada  vez  más precoces  y,  como  consecuencia,  a  un  mayor número  de  extracciones  de  cataratas  al  año.  El EMC es conocido como la causa más frecuente de disminución de la AV después de una cirugía de catarata  no  complicada  (Catier  et  al.  2005, Vajpayee  et  al.  2005,  Gulkilik  et  al.  2006, Centurión  et  al.  2007).  Algunos  trabajos  de investigación reportan que el EMC se presenta en el 50% de los casos operados de cataratas por la técnica  de  facoemulsificación  no  complicada (Gulkilik et al. 2006, Torrón et al. 2006).

El estudio del EMC en todo paciente operado de  catarata  en  el  servicio  de  oftalmología  del Hospital  Universitario  de  Caracas,  usando  la OCT,  permitiría  conocer  la  prevalencia  de  esta patología,  así  como  los  factores  de  riesgo  para desarrollar EMC pseudofáquico (ruptura capsular posterior  durante  la  cirugía,  tiempo  quirúrgico prolongado,  diabetes  mellitus,  entre  otros).  De  esta  forma  se  podría  iniciar  tratamiento profiláctico  en  pacientes  con  EMC  en  estadío subclínico  (portadores  de  factores  de  riesgo)  y evitar la afectación de la AV y, en el caso del EMC clínico, aplicar tratamiento oportuno adecuado.

Considerando  lo  expuesto  anteriormente,  se planteó la evaluación oftalmológica, con medición de la AV, tonometría, oftalmoscopía, así como la realización de OCT macular a todos  los pacientes intervenidos de catarata por la técnica de facoemulsificación con el objetivo de determinar la  prevalencia  del  EMC  pseudofáquico,  en  el servicio de oftalmología del Hospital Universitario  de  Caracas,  con  el  propósito  de iniciar tratamiento oportuno y evitar la cronicidad del edema para mejorar la calidad visual en estos pacientes.

MATERIALES Y MÉTODOS

Estudio  descriptivo  y  prospectivo,  de  corte transversal. La muestra intencional fue de 50 ojos de  pacientes  intervenidos  quirúrgicamente  de catarata por la técnica de facoemulsificación, con implante  de  lente  LIO  en  la  cámara  posterior, complicada  o  no,  realizados  por  el  personal médico del servicio de oftalmología del Hospital Universitario de Caracas, en el lapso comprendido entre  agosto  y  octubre  de  2014,  que  se encontraban en la cuarta semana de postoperatorio.  A  cada  paciente  se  realizó  la historia  oftalmológica  completa  que  incluyó  los antecedentes  personales,  prestando  especial atención a los pacientes diabéticos e hipertensos, debido su mayor riesgo de desarrollar EMC.

Normas de bioética

Los  pacientes  involucrados  en  el  presente estudio, fueron informados sobre los procedimientos, objetivos y métodos utilizados en la investigación, siguiendo las normas de bioética, establecidas  por  la  Organización  Mundial  de  la Salud (OMS 1993), para trabajos de investigación en  humanos,  y  bajo  las  normas  éticas  de  la Declaración  de  Helsinki,  que  señalan  que  todo trabajo  de  investigación  deberá  estar  a  cargo  de personas  con  la  debida  preparación  científica  y bajo  la  vigilancia  de  profesionales  de  la  salud, respetando  el  derecho  de  cada  individuo participante en la investigación a salvaguardar su integridad personal (OMS 1993, WMADH 2001).

Criterios de inclusión

Pacientes  intervenidos  de  catarata  por  la técnica  de  facoemulsificación,  con  implante  de LIO  en  la  cámara  posterior,  complicados  o  no, mayores  de  16  años,  que  se  encontraban  en  la cuarta semana de postoperatorio.

Criterios de exclusión

Pacientes afáquicos, pacientes diabéticos o no, con EMC demostrado por oftalmoscopia indirecta usando  lente  de  78D  y  20D  en  la  evaluación oftalmológica preoperatoria, pacientes con alteraciones  retinianas  demostradas  en  la evaluación  pre  o  postoperatoria,  pacientes  con opacidades corneales o vítreas que interfieran con la AV final y pacientes con trastornos refractivos elevados  (mayores  a  6  dioptrías  esféricas  y/o  3 dioptrías de cilindro).

Procedimientos

Todos  los  pacientes  intervenidos  de  catarata, durante  el  período  señalado,  por  la  técnica  de facoemulsificación  con  implante  de  LIO, complicados  o  no,  fueron  tratados  en  el postoperatorio con antibióticos y antiinflamatorios esteroideos tópicos, moxifloxacina (Vigamox®) y prednisolona (Prednefrin  forte® al  1%)  respectivamente, durante un mes, usando un esquema decreciente. Los  pacientes  pseudofáquicos,  seleccionados para  el  estudio,  fueron  organizados  en  cuatro grupos,  según  la  AV  corregida  (AVC):  Grupo  I: 20/20 a 20/40, Grupo II: 20/50 a 20/70, Grupo III: 20/80 a 20/200 y Grupo IV: 20/400 o menos. En  cada  paciente  se  realizó  evaluación oftalmológica completa que incluyó medición de la  AV  con  la  mejor  corrección,  biomicroscopía con  lámpara  de  hendidura,  toma  de  la  presión intraocular  (PIO)  con  tonómetro  de  Goldman  y oftalmoscopia indirecta con lente de 78D y 20D.

A  la  cuarta  semana  del  postoperatorio  se realizó OCT macular, en la sede de la Asociación para el Avance de la Oftalmología, utilizando un tomógrafo  de  coherencia  óptica  Stratus  versión III,  Carl  Zeiss,  el  cual  emplea  un  programa  de mapeo  macular  que  mide  el  espesor  de  la  fóvea con  un  barrido  de  6  líneas  radiales  con  fijación foveal,  usando  una  longitud  de  escaneo  de  0,6 mm, tomando como grosor normal promedio 185 ±  15  µm  (rango  de  156  a 208  µm)  (Brizzi  et  al. 2006, Tian et al. 2006). Los pacientes con grosor foveal  por  encima  de  este  rango  fueron considerados  portadores  de  EMC,  con  o  sin afectación de la agudeza visual.

Análisis estadístico

Se  calculó  el  promedio  y  la  desviación estándar de las variables continúas; en el caso de las variables nominales, se calculó su frecuencia y porcentaje. La relación de la variación de la fóvea respecto  a  la  AVC  se  determinó  a  través  del análisis  de  varianza  de  una  vía,  la  prueba  a posteriori  de  Dunnett,  tomando  como  referencia la  agudeza  visual  20/20.  Se  consideró  un  valor estadístico significativo si p < 0,05 (Sokal y Rohlf 1979). Los datos fueron analizados con JMP-SAS versión 11. El cálculo de la prevalencia se realizó a  través  de  la  siguiente  fórmula:  Prevalencia  = (CT/Nt) x 100, en donde CT = número de casos con  la  enfermedad  en  un  momento  determinado, para la muestra estudiada y Nt = número total de individuos en la muestra (Tapia 1995). 

RESULTADOS

La  Tabla  1  muestra  las  características  de  la población  estudiada,  en  cuanto  a  promedio  de edad, sexo, raza y ojo afectado, en pacientes post-operados  de  catarata  por  la  técnica  de facoemulsificación (pseudofáquicos), en el servicio de oftalmología del Hospital Universitario de Caracas. La edad promedio de la población fue de 64,2 ± 17,2 años. Predominó el sexo femenino con 62%, la raza blanca con 72% y el ojo derecho el más afectado con 58%.

Tabla  1.  Características  epidemiológicas,  según  edad, sexo, raza y ojo afectado en la población estudiada.


En  la  Tabla  2  se  muestra  el  grosor  foveal expresado  en  micrómetros  (μm),  agudeza  visual corregida,  ruptura  capsular,  posición  del  lente intraocular y la refracción post operatoria, en los pacientes  que  integran  el  grupo  en  estudio.  El grosor  foveal  promedio  fue  de  172  ±  13  μm. Todos  los  pacientes  se  ubicaron  en  el  grupo  I (AVC 20/20 a 20/40). La agudeza visual corregida 20/20 representó el 48% de la población, 20/25 el 28%, el 20/30 el 10% y 20/40 el 4%. La posición predominante  en  la  implantación  del  lente intraocular fue en el saco capsular, representando el 96% de los casos y solo en dos casos se colocó en el sulcus ciliar debido a una ruptura amplia de la  cápsula  posterior  con  mal  soporte  para  el implante  del  LIO  en  el  saco  capsular, representando  4%.  La  refracción  post  operatoria promedio para la esfera fue de -0,84 dioptrías (D) ± 0,90, y para el cilindro -0,97D ± 0,49.

Tabla  2.  Agudeza  visual,  grosor  foveal,  lugar  de implantación del lente intraocular y complicaciones en el  trans  y  postoperatorio  en  pacientes  intervenidos  de cataratas.


En la Tabla 3 se presenta la relación entre la AVC y el grosor foveal. Los pacientes con AVC 20/20 el grosor foveal promedio fue de 167 ± 11 μm,  mientras  aquellos  con  AVC  20/25 presentaron  un  promedio  de  173  ±  11  μm  y  los pacientes con AVC 20/30 el promedio fue de 176 ±  14  μm.  En  tanto  que  los  pacientes  con  AVC 20/40 presentaron un promedio de 198  ± 17 μm. La  prueba  ANOVA  (análisis  de  varianza) compara la AVC con la media del grosor foveal, observándose  que  a  medida  que  disminuyó  la AVC  aumentó  el  grosor  foveal,  siendo  esta relación  inversa  estadísticamente  significativa  (p = 0,003).

Tabla  3.  Relación  entre  agudeza  visual  corregida  y grosor  foveal  determinado  por  OCT,  en  pacientes intervenidos de cataratas.

DISCUSIÓN

La  cirugía  moderna  de  cataratas  con facoemulsificación,  incisión  corneal  autosellante e  implante  de  LIO  plegable  en  el  saco  capsular, parece  haber  disminuido  considerablemente  la incidencia  del  EMC  tanto  clínico  como angiográfico (Torrón et al. 2006, Lobo 2012). Aproximadamente el 20% de los pacientes que son intervenidos de catarata, ya sea por la técnica de  extracción  extracapsular  o  por  la  de facoemulsificación, sin complicaciones, desarrollan  EMC  angiográfico  (Tranos  et  al. 2004,  Nicholas  et  al.  2006).  El  EMC pseudofáquico  es  conocido  como  la  causa  más frecuente de disminución de la AV después de una cirugía  de  catarata  no  complicada,  aunque  es relativamente más factible que se presente cuando el  procedimiento  quirúrgico  se  complica,  entre otras cosas: con ruptura de la cápsula posterior y pérdida de humor vítreo, trauma severo del iris y presencia  de  vítreo  en  la  herida  quirúrgica, elevando su incidencia por encima de 20% (Ho et al. 2006, Jong-Hyun et al. 2014).

El EMC clínico usualmente  se  presenta  de  3  a  12  semanas posteriores  a  la  cirugía,  aunque  puede  hacerlo luego  de  varios  meses  o  años  después.  La resolución espontánea del EMC con mejoría de la AV ocurre en el 80% de los casos entre los 3 y 12 meses postquirúrgicos (Tranos et al. 2004). El diagnóstico de EMC  se establece desde el punto  de  vista  clínico  midiendo  la  AVC, practicando  oftalmoscopia  indirecta,  que  puede ser  realizada  usando  lámpara  de  hendidura  con lente  de  contacto  o  no  contacto,  que  permite  en muchos  casos  detectar  el  engrosamiento  de  la retina,  ya  sea  localizado  o  extendido  al  polo posterior,  y  que  se  confirman  a  través  del diagnóstico por imágenes (Flach 1998, Torrón  et al. 2006).

Por más de 30 años, la fotografía del fondo de ojo  y  la  AGF  han  sido  de  extremo  valor  para  la expansión  del  conocimiento  en  anatomía, patología y fisiopatología de la retina y coroides, permitiendo el diagnóstico, monitoreo y tratamiento de diversas enfermedades maculares y coroideas (Ryan 2001).

El  advenimiento  de  nuevas  técnicas  de exploración imagenológica ha constituido uno de los  elementos  de  mayor  importancia  en  el diagnóstico médico en los últimos años. Técnicas como  resonancia  nuclear  magnética,  tomografía axial  computarizada,  la  ultrasonografía,  entre otras, han constituido herramientas  muy  útiles al permitir  la  visualización  (in  vivo  y  de  forma  no cruenta) de estructuras que escapan a los medios diagnósticos  tradicionales  e  incluso  a  la imaginación de los propios médicos (Mendoza et al. 2005).

En  la  actualidad  OCT  es  un  método  de diagnóstico  imagenológico  ampliamente  usado para  diagnóstico  y  seguimiento  de  muchas enfermedades  de  la  retina  y  del  nervio  óptico como es el caso del EMC, por ser rápido, inocuo, accesible,  y  por  brindar  imágenes  de  alta definición  de  las  distintas  capas  de  la  retina, comparables  a  un  corte  histológico  de  la  misma (Ferguson et al. 2014).

A  pesar  que  ésta  patología  ha  sido  descrita desde hace más de 40 años, su etiología aun no ha sido  esclarecida  por  completo.  Se  han  sugerido muchos  factores  que  contribuyen  en  su patogénesis,  tal  es  el  caso  de  la  pseudofaquia, oclusión de vena retiniana, retinosis pigmentaria, fototoxicidad,
tracción vítreo macular, mediadores  inflamatorios,  edad,  color  del  iris, pérdida de vítreo, lesión de la cápsula posterior, y enfermedades  sistémicas  como  hipertensión arterial y la diabetes mellitus (Catier  et al. 2005, Gulkilik  et  al.  2006, Jong-Hyun  et  al.  2014).  La incidencia del EMC angiográfico sin afectación de la agudeza visual ha sido estimada en 50% de los casos. El EMC clínico produce una pérdida visual variable,  en  un  porcentaje  que  oscila  entre  0,2  y 13%  de  pacientes  intervenidos  de  catarata, complicadas o no (Torrón et al. 2006).

Con relación en los resultados mostrados en la Tabla 2, dos pacientes complicados con ruptura de cápsula  posterior,  uno  presentó  agudeza  visual corregida  (AVC)  de  20/40,  mientras  que  el  otro presentó AVC de 20/30, este último, pese a tener un  grosor  foveal  estudiado  por  OCT  dentro  de  parámetros normales y sin criterios diagnóstico de edema macular, no se logró establecer la causa de ella. Por otra parte, hubo un tercer caso con AVC 20/40,  en  una  cirugía  sin  complicación,  que presentó grosor foveal de 186 μm, por lo que se estima  que  el  mal  resultado  visual  pudiera  estar relacionado a edema macular diabético preexistente,  no  visible  en  la  oftalmoscopia indirecta preoperatoria.

Numerosos trabajos describen como factor de riesgo  para  el  desarrollo  del  EMC,  la  ruptura capsular, la pérdida de humor vítreo a través de la incisión,  incarceración  vítrea  en  la  incisión, toxicidad  luminosa  del  microscopio  quirúrgico, afaquia,  LIO  fijado  en  el  sulcus  o  en  cámara anterior,  luxación  de  fragmentos  de  cristalino  al polo posterior, e incluso la capsulotomía posterior con YAG láser (Dholakia y Vasavada 2004, Lobo 2012).
 
Con respecto a los resultados mostrados en la Tabla 3, y tomando como criterio por OCT para el diagnóstico de EMC un grosor foveal de 185 ± 15 μm, con y sin la disminución de la AVC, se pudo  evidenciar la presencia de un solo caso de EMC, el cual representa el 2% de la población estudiada (Brizzi et al. 2006, Tian et al. 2006). En vista que el  OCT  puede  arrojar  resultados  con  variaciones del grosor entre 10 a 15 μm, solo por el grosor no debe plantearse la presencia del EMC (Brizzi et al. 2006). No obstante, en éste caso en particular, la cual  fue  una  cirugía  complicada,  con  ruptura capsular  e  implante  de  LIO  en  el  sulcus  ciliar, presencia de AVC de 20/40 y grosor foveal de 210 μm,  se  estableció  el  diagnóstico  de  EMC pseudofáquico. 

La prevalencia del EMC en este estudio fue de 2%, y obviamente su etiología se corresponde con complicaciones  quirúrgicas  (ruptura  de  cápsula posterior y como consecuencia de ello implante de LIO en el sulcus ciliar). Este resultado es similar a los obtenidos por Gulkilik et al. (2006), quienes reportaron prevalencia de EMC entre 0,2 y 12%. Ursell et al. (1999) reportaron una prevalencia de EMC angiográfico del 13% posterior a cirugía de catarata  no  complicada.  Contrario  a  nuestros resultados,  Dholakia  y  Vasavada  (2004)  en  su estudio de 165 ojos sometidos a cirugía de catarata sin complicaciones, ninguno presentó EMC.

La  predisposición  de  la  mácula  a  desarrollar EMC  no  ha  sido  completamente  entendida.  En determinadas  situaciones  el  EMC,  incluyendo pseudofáquico, está asociado a fugas localizadas a partir de los capilares parafoveales (Ryan 2001). Numerosos  estudios  histopatológicos  han evaluado  los  cambios  retinianos  asociados  al EMC.  La  microscopía  de  luz  revela  la acumulación de material eosinofílico en las capas plexiforme externa y nuclear interna de la retina, con  formación  de  múltiples  quistes,  los  cuales generalmente se agrupan alrededor de uno central foveal.  En  los  casos  severos  y  de  larga  duración del EMC, los quistes pueden aumentar de tamaño y extenderse a las capas más internas de la retina, produciendo  finalmente  alteraciones  parciales  o totales del  grosor retiniano  macular (Ryan 2001, Bringmann  et  al.  2004).  Algunos  estudios histopatológicos han demostrado que los espacios quísticos  se  corresponden  con  áreas  donde  las células  retinianas  se  encuentran  desplazadas. Antclif  et  al.  (2004)  evaluaron  la  conductividad hidráulica  de  la  retina,  posterior  a  la  ablación progresiva de las células retinianas realizada con láser  excimer,  y  concluyeron  que  las  capas plexiforme  interna  y  externa  constituyen  una barrera  de  gran  resistencia  al  flujo  de  líquido  a través de la retina (Tranos et al. 2004). 

Los  estudios  histopatológicos  que  tratan  de establecer  alguna  relación  con  la  etiología  del EMC  no  son  concluyentes.  Algunos  trabajos publicados  sugieren  la  idea  de  que  los  primeros cambios,  previos  al  desarrollo  del  EMC,  van asociados  al  aumento  del  líquido  en  el  espacio extracelular  en  la  retina.  Sin  embargo,  otras investigaciones plantean como hipótesis el papel determinante  de  los  cambios  intracelulares (edema y degeneración) en las células de Müller. Se  especula  que  los  espacios  en  el  EMC  pueden representar  células  de  Müller  edematosas,  sin expansión del espacio extracelular.

En concordancia con esta teoría se encuentra el hecho que  la  isquemia,  y  otros  factores  que  produzcan disrupción de la función de las células de Müller, están asociados con el desarrollo del EMC. Otros estudios han evidenciado la pérdida localizada de los fotorreceptores en ojos con EMC,  y plantean la  posibilidad  que  la  degeneración  del  epitelio pigmentado de la retina esté también involucrada en la génesis del EMC (Ryan 2001, Bringmann et al. 2004).

La causa de EMC pseudofáquico sigue siendo controversial; el principal mecanismo fisiopatológico  sugerido,  como  se  ha  comentado anteriormente, involucra las fuerzas resultantes de la  tracción  vítrea  sobre  la  mácula.  La incarceración  del  vítreo  en  la  herida  quirúrgica, que produce tracción de la pupila y de las áreas de unión firme de la retina con el vítreo que incluye la mácula y el nervio óptico, se han asociado con un  riesgo  incrementado  de  EMC  pseudofáquico crónico (Lobo 2012). Sin embargo, esta teoría no explica la aparición del EMC después de la cirugía de cataratas sin complicaciones, o en ausencia de tracción vitreomacular. En los casos en los que se demostró tracción vítrea, también se identificó la presencia de inflamación ocular como un hallazgo concomitante.

La hiperemia periquerática, celularidad  y  flare  en  humor  acuoso  y  vítreo, incluso  edema  del  disco  óptico  y  periflebitis,  se asoció  al  EMC  pseudofáquico.  Actualmente  el flare  es  considerado  un  marcador  inflamatorio  y de  disrupción  de  la  barrera  hematorretiniana  en pacientes  con  EMC  pseudofáquico  (Ersoy  et  al. 2013).

Los mediadores químicos de la inflamación,  incluyendo  las  prostaglandinas (liberadas  en  el  postoperatorio),  aparentemente juegan un papel activo en el desarrollo del EMC, al incrementar la permeabilidad vascular. La fuga de líquido por angiografía en pacientes con EMC se  reduce  al  administrar  inhibidores  de  la ciclooxigenasa, que a su vez disminuye la síntesis de  prostaglandinas,  pudiendo  explicar  el  origen inflamatorio del EMC (Ryan 2001). En  la  actualidad  se  describen  múltiples opciones terapéuticas para el EMC. Se usan anti-inflamatorios  no  esteroideos  (AINE)  como nepafenac, cuyo mecanismo de acción es a través de la inhibición en la síntesis de prostaglandinas, incluso a nivel de retina y coroides. Este fármaco también inhibe la extravasación de proteínas en el

vítreo  y  ha  demostrado  ser  una  terapia  efectiva para  el  tratamiento  del  EMC  (Lindstrom  y  Kim 2006).  En  casos  más  severos  se  recomienda  la combinación  de  un  AINE  con  esteroides.  Si  no hay  mejoría  visual,  administrar  esteroides intravítreo.  En  los  casos  refractarios  a  los esteroides  intravítreo  se  debe  plantear  la aplicación  de  un  inhibidor  del  factor  de crecimiento  vascular  endotelial  (anti  VEGF) como  bevacizumab  (Falavarjani  et  al.  2012).  En algunos  países  está  disponible  el  implante intravítreo  de  dexametasona,  lo  que  representa una  buena  opción  terapéutica  debido  a  su liberación  prolongada  en  el  vítreo  (Vito  et  al. 2014).  Se  ha  descrito  tratamiento  exitoso  con  el uso de interferón alfa a2 subcutáneo (Deuter et al. 2011).
 
Los  pacientes  con  edema  macular  diabético deben  ser  evaluados  por  el  especialista  en  retina para  determinar  la  posibilidad  de  aplicar tratamiento previo a la cirugía de cataratas debido al  alto  riesgo  de  exacerbación  del  edema.  El tratamiento  va  a  depender  del  estado  de  la retinopatía y del edema macular diabético (Aroca 2013).

CONCLUSIONES

La prevalencia del edema macular cistoideo en los  pacientes  intervenidos  de  catarata  por  la técnica  de  facoemulsificación  complicadas  o  no, intervenidos  quirúrgicamente,  por  el  personal médico del servicio de oftalmología del Hospital Universitario  de  Caracas,  en  el  lapso  agosto-octubre  de  2014,  fue  de  2%.  La  totalidad  de  los pacientes  se  ubicaron  en  el  grupo  I  (agudezas visuales corregidas de 20/20 a 20/40). Distribuidas de la siguiente manera, AVC 20/20: 48%, AVC 20/25: 28%, AVC 20/30: 20% y AVC 20/40:  4%.  El  grosor  foveal  promedio  de  los pacientes  intervenidos  de  catarata  con  la  técnica de facoemulsificación, medido por tomografía de coherencia óptica (OCT) fue de 172 ± 13 μm. Las complicaciones  identificadas  en  el  paciente  que desarrolló edema macular cistoideo pseudofáquico fueron la ruptura capsular posterior durante  la  cirugía  de  cataratas  con  implante  del lente intraocular en el sulcus ciliar. La tomografía de coherencia óptica es una técnica diagnóstica no invasiva, precisa y confiable en el diagnóstico del edema macular cistoideo pseudofáquico.

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