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Revista de la Sociedad Venezolana de Microbiología

versão impressa ISSN 1315-2556

Rev. Soc. Ven. Microbiol. v.25 n.2 Caracas fev. 2005

 

A sesenta años de la aplicación del DDT en la lucha contra la malaria en Venezuela

                                                     La transformación del país no es

la consecuencia de la Venezuela con Petróleo

sino de la Venezuela sin malaria.

Arturo Uslar Pi

El próximo 2 de diciembre se cumplen sesenta años del inicio de la campaña dirigida a erradicar el paludismo en Venezuela mediante el uso extensivo y sistemático del DDT en poblaciones rurales.  Se trataba de la aplicación de un potente insecticida reservado hasta finales de la Segunda Guerra Mundial como un recurso sanitario estratégico en el combate de otra plaga que amenazaba a la humanidad entera: el fascismo.  La población escogida fue Morón en el estado Carabobo, que contaba entonces con unos trescientos habitantes enflaquecidos por la fiebre, sin otro futuro que esperar la muerte en desvencijados ranchos de bahareque y palmas que exhibían una que otra lámina de acero galvanizado como signo de progreso. Morón era un verdadero criadero de los más peligrosos zancudos vectores descritos en nuestro medio: Anopheles darlingi y A. albimanus, portadores de las tres especies de Plasmodium causantes de la malaria, que en su manifestación más dramática era conocida como la económica.

El hematozoario responsable de ésta devastadora plaga fue descrito por primera vez por el medico francés Laveran en Argelia en 1880, y corroborado experimentalmente en la India por el novelista, matemático y médico colonial inglés Ross, galardonados con el Premio Nobel.

En esta parte del mundo, en la Venezuela rural de finales del siglo XIX, ausente de la riqueza fácil del petróleo y apartada de los centros más avanzados del saber, fue el joven galeno Santos Aníbal Dominici, fundador del Instituto Pasteur de Caracas, quien logra en 1894 la identificación del hematozoario de Laveran en pacientes tratados en el Hospital Vargas de Caracas. Es muy lamentable que ésta, como otras investigaciones iniciadas durante el período renovador de la medicina local, quedara truncada por los continuos alzamientos, montoneras y revoluciones que han sacudido al país a lo largo de su accidentada historia.

La lucha contra la malaria toma forma orgánica a partir de la creación del Ministerio da Sanidad y Asistencia Social a la muerte del viejo dictador Juan Vicente Gómez. Fue Enrique Tejera, con su sólida formación, perseverancia infinita y visión de futuro, el hombre llamado a poner en marcha -junto a una pléyade de creadores probos- un programa acelerado de transformaciones en búsqueda de la modernidad sanitaria. En julio de 1936 se creó la Dirección de Malariología, contemplada en la Ley de Defensa contra el Paludismo. Tejera había renunciado al Ministerio, pero el nuevo titular, S.A. Dominici le dio continuidad con el programa establecido, designando a Arnoldo Gabaldón como Director de Malariología. Fueron años de estudio riguroso del problema sanitario, de preparación de personal y de planificación de una campaña para la interceptación de los vectores mucho antes de que el DDT estuviese disponible.

Gabaldón, era hombre de vocación científica y sólida formación académica. En las modestas aulas de la Universidad Central de Venezuela tuvo guías excepcionales. Los avatares de la política lo llevaron -junto a sus padres- a Alemania y a Italia donde se inició en el estudio de la malaria. Completa su formación en la Universidad Johns Hopkins, con beca de la fundación Rockefeller, para incorporarse al Instituto de la Fundación en Nueva York, y dedicarse por entero a la investigación experimental de la malaria. A la muerte de Gómez en diciembre de 1935, -y gracias a esta coyuntura política- es convocado por el gobierno de López Contreras para formar parte de la inteligencia que el país requería con urgencia para su reconstrucción, dejando al pasado la intolerancia feudal, la insalubridad, la pobreza y el abandono social.

El 2 de diciembre de 1945, día Panamericano de la Salud, se puso en marcha la campaña de fumigación con DDT. Ni el derrocamiento del Presidente Isaías Medina Angarita, ni los nuevos actores políticos y militares de la llamada revolución de octubre alteraron el curso de esta exitosa campaña contra la malaria. El programa parecía blindado contra los frecuentes y bruscos cambios políticos. Sobrevivió al derrocamiento de los presidentes Rómulo Gallegos en 1948, y de Pérez Jiménez diez años más tarde. Resistió las inconsistencias de nuestra débil democracia, para quedar en el olvido gracias a una burocracia incompetente. El programa será recordado cuando, como ahora, la malaria amenaza de nuevo a la población indefensa.

 

Vidal Rodríguez Lemoine

E-mail: vrodrigue@cantv.net