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Revista de la Sociedad Venezolana de Microbiología

versão impressa ISSN 1315-2556

Rev. Soc. Ven. Microbiol. v.29 n.2 Caracas dez. 2009

 

Rafael Rangel: Un sabio olvidado

Yo he sido más feliz en el Laboratorio del Hospital Vargas

que mis padres intelectuales…

Rafael Rangel. 1906.

Rafael Rangel, …el Beauperthuy del mestizaje, el niño nacional –como lo llamara el maestro José Vicente Scorza– es con justicia considerado como el fundador de los estudios de Parasitología en Venezuela.

Nació en un pueblo de agricultores y pequeños comerciantes en abril de 1877. Casa de palma y bahareque fue su primer refugio. A los seis meses pierde a su madre adolescente quedando al cuidado de un pariente pobre. Como se decía entonces era hijo natural, estaba destinado a vivir en la desesperanza. Pero, su padre lo rescata –hecho poco común en nuestro medio– y le proporciona una educación formal que abre el camino para su ingreso al mundo académico. Se destaca en un campo inédito para la Venezuela de comienzos del siglo XX, y logra avances importantes. Siembra –en tierra no abonada– la semilla de la investigación científica, para convertirse en el primer investigador a tiempo completo que conoció la República. Lo que no logra superar es el efecto de abandono que marcó su vida interior y lo arrastró a los 32 años al suicidio.

Su infancia y adolescencia trascurrieron en la provincia. Cursa primaria en Betijoque y la secundaria entre las ciudades de Mérida y Maracaibo. Se traslada a Caracas para estudiar medicina en la Universidad Central de Venezuela. Se registra en septiembre de 1896 y cursa hasta el segundo año. Por razones no claras abandona los estudios y se aparta de la vida universitaria. En 1899 se incorpora a la cátedra de Fisiología con el cargo de preparador bajo la dirección de José Gregorio Hernández. Más fuerte que su deseo inicial de convertirse en un médico famoso, es su interés por la investigación científica. A los 22 años parece decidido a separarse de la tutela paterna y busca refugio en el laboratorio. Su sueño de progreso y reconocimiento se concreta cuando a comienzos de 1902, bajo el régimen de Cipriano Castro, se cumple una vieja aspiración del gremio médico: la creación del laboratorio del Hospital Vargas. La Junta Administradora de los Hospitales, apartando viejos prejuicios sociales y gremiales, decide llamar al “bachiller” Rangel y lo coloca al frente del proyecto, designándolo como Jefe de Laboratorio.

Con pasión constructiva Rangel se dedica a transformar una idea en realidad tangible. En muy poco tiempo convierte una sala destinada a los enfermos en un laboratorio con capacidad técnica para atender las necesidades básicas del hospital y la demanda ocasional del gremio médico. Abre espacio para desarrollar actividades de investigación, y rodeado de estudiantes emprende estudios sobre la anquilostomiasis (1903-1905) y la peste boba o derrengadera. Sigue con el carbunclo bacteridiano (1906) y la producción local de la vacuna contra el ántrax (1907). En 1908 se ocupa de la forma bubónica de la peste y presenta en la Academia de Medicina algunos aspectos del tratamiento de la enfermedad.

Cuando en marzo de 1908 se presenta el dramático episodio de peste bubónica en el puerto de La Guaira, es llamado por el Ejecutivo para buscar una solución al problema: oportuna delegación de responsabilidades en momentos de crisis. Después de razonables dudas, Rangel emite un diagnóstico preciso para dedicarse, en medio de intrigas, a tratar a los enfermos y a establecer medidas sanitarias eficaces para controlar la epidemia. Por si fuera poco, debía administrar los recursos disponibles y cuidar los aspectos políticos del problema. Difícil tarea para un hombre introvertido, sensible, dedicado al laboratorio. Rangel actuó como un hombre de ciencia honesto. Sin embargo, su estrecha vinculación con el Presidente Castro, a quién consideraba su mentor, coloca su manejo de la epidemia en el terreno de la politización de la ciencia. En su caso, la entrega al gobernante todo poderoso trajo consecuencias nefastas para el desarrollo temprano de la parasitología en Venezuela. Al desaparecer el apoyo gubernamental se levantan, como jauría, las voces que reclaman lo que antes aplaudían.

A diferencia de la entusiasta conmemoración del centenario de su nacimiento (1977), el de su muerte (2009) convoca al olvido.

Vidal Rodríguez Lemoine

vrodriguezlemoine@gmail.com