Servicios Personalizados
Revista
Articulo
Indicadores
-
Citado por SciELO
-
Accesos
Links relacionados
-
Similares en SciELO
Compartir
Utopìa y Praxis Latinoamericana
versión impresa ISSN 1315-5216
Utopìa y Praxis Latinoamericana v.11 n.32 Maracaibo ene. 2006
Álvaro B. Márquez-Fernández
En honor a Don Alberto Wagner de Reyna,
un filósofo creyente de la fe
Las circunstancias de la vida influyen en el destino de las ideas y del pensamiento. Nuestra percepción comprensión de la realidad nos da esa evidencia. Lo que más enseñan es a querer identificar e interpretar las relaciones personales y a estimar en su justo valor las condiciones materiales.
Las ideas son menos abstractas, se vuelven más prácticas. El pensamiento es menos metafísico, se vuelve más concreto. Ambos tejen sus posibilidades según el poder para transformar la naturaleza; es decir, el orden de las cosas. Es el devenir en su continua dialéctica. Nunca el mismo espacio, jamás el mismo tiempo. Nada es idéntico y nadie es único.
Se trata de entender la vida desde ese punto de vista ortegiano de las circunstancias en su relación con el movimiento del yo de la conciencia. El descubrimiento es toda una sorpresa. Nos buscamos a través de un mundo que nos hace conscientes de su indiscutible relativismo. No significa esto que no podamos residir y estar, vivir y ser sin importar el paraje vale decir, las circunstancias-, aun el más modesto, donde se nos permita.
No es necesaria la negación o el resentimiento, porque el propósito que afirma la vida lo alienta un futuro que se mira con los ojos de la esperanza. Es uno de los conceptos que maneja el filósofo Alberto Wagner de Reyna para saber lo que es la vida como un acto de la fe (pith). También, porque en cada nuevo día se nos presenta un presente que nos convoca y se hace un desafío constante y espontáneo.
Es imprescindible saber por qué se mueve la tierra bajo nuestros pies, de igual manera hasta dónde podemos llegar antes de tocar fondo. Sin la experiencia de los parajes donde nos colocan las circunstancias, perderíamos la conciencia del por qué. Entonces, ya no harían falta las preguntas. Seríamos sujetos sin alternativas, y nuestras ideas y pensamientos no valdrían nada porque ningún futuro nos espera.
Hace algunos años, las circunstancias de la vida nos llevaron con nuestras ideas y pensamientos, a varios parajes. En algunos residimos. Luego, circunstancias diferentes nos permitieron un retorno, pero siempre a otros parajes. Lo que una circunstancia puede tener de incertidumbre, se ha convertido en una forma de la realidad a través de la cual el destino se rehace en otros destinos. En parte, eso es un desarraigo material pero sin duda puede significar que es posible vivir más veces la vida, siempre de otra manera.
Entre una circunstancia y otra, desde el año 2002 el proyecto editorial que dio origen a esta revista en 1996 en el Vice Rectorado Académico, y que el pasado año 2005 celebró su décimo aniversario, está adscrito al Centro de Estudios Sociológicos y Antropológicos (CESA) de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad del Zulia.
Hoy estamos en un paraje donde el espacio de interacción institucional y humana que nos asocia y en el que actuamos, nos lleva a percibir que ese sentido de pertenencia con el que el reconocimiento se abre, lo ofrece nuestra proximidad con el otro. No existe otro modo para lograr la convivencia. Para que las ideas y el pensamiento logren una trascendencia en el tiempo, es preciso que nazcan los ideales acompañados de una genuina voluntad para la acción.
Entre nosotros, todos, humanistas y científicos, el conocimiento que logremos crear es el que nos libera de las sombras de cualquier esclavitud, y ésta es la principal libertad que nos otorga la luz de la filosofía si la interpretamos en su origen: sabiduría. Lo demás es la consecuencia práctica de nuestra conciencia existencial y emancipadora. La que nos socializa y nos lleva por la vida junto a los otros, en esa hermandad del espíritu mientras que la Historia nos abre sus parajes a nuestro paso.
Este nuevo presente nos brinda la oportunidad para articular y dimensionar aún más los perfiles temáticos que la Revista Utopía y Praxis Latinoamericana, se ha propuesto desde sus inicios en un contexto donde el pensamiento latinoamericano se asume como una de esas condiciones particulares que nos favorecen en la construcción de nuestra cultura y las diversas formas de su representación, especialmente a las que definimos como ciencias sociales y filosofía intercultural.
Nos acompañan en este ideal y en esta utopía, el esfuerzo y el compromiso de un grupo de colegas que están plenamente identificados por vocación y decisión, también desde hace varios años, con un proyecto de vida personal y académica que se ha logrado consolidar y es del reconocimiento público, en varias áreas del conocimiento social, político y antropológico. Ahora son más las voluntades, ahora es mucho mayor la alianza para recoger en abundancia y fortalecer lo que se ha venido a sembrar.
Espero que sean muchos los días que están por venir. Hoy cuando la fuerza que poseemos amplifica la unión entre todos, aceptar el reto que todo futuro guarda significa que podemos levantar la mirada y alcanzar el horizonte no solamente con las ideas y el pensamiento, sino con el recuerdo de cada uno de nuestros parajes, sin olvidar las revelaciones de nuestra escritura.
En esta primera edición del año, presentamos a los lectores un volumen con un contenido sumamente interesante.
A través de una amplia argumentación y elaborado análisis, Josetxo Beriain nos presenta un estudio cuyo título desafía los convencionalismos: Cruzando la delgada línea roja: la formas de clasificación en las sociedades modernas. Es su visión de la oposición y negación que subyacen en los sistemas particulares y universales de clasificación rígidos y flexibles, con los que se organizan social, política, moral, religiosa y antropológicamente las relaciones sociales e institucionales de los seres humanos. Son dos perspectivas categoriales del mundo y de sus realidades.
Una se impone a partir de la obligación, el control represivo y la censura afirmativa, siendo su propósito mantener el límite hacia las fronteras internas donde el convivium del habitat social pueda quedar cohesionado por principios de individuación segregacionistas y excluyentes. Un sistema cerrado cuyas acciones son reductoras y simplificantes. La uniformidad es la repuesta que se genera en su lucha contra la diversidad. No es posible la transgresión. La interacción interna de los cambios de un sistema es suprimida por la homogeneidad de las relaciones que la constituyen.
La otra disiente y se revela, fragmenta y deconstruye cualquier espacio donde la noción o principio de orden intenta regular o legislar el sentido ambiguo y opaco de las acciones. Es un ir hacia la indeterminación y una recomposición de la realidad desde sus pluralidades. No es posible una conciencia colectiva determinada unilateralmente por un sistema, prescinde de la trascendencia. Los sistemas de distinción están abiertos, los conceptos e interpretaciones pierden su status de objetos absolutos. Elude y supera la clasificación formal del pensamiento fragmentario, por el relativismo escéptico del pensamiento divergente que fractura la continuidad lineal de los principios de las definiciones puras.
Gracias a la mediación y colaboración de los colegas Jaime Nubiola (España) y Moris Polanco (Guatemala), el reconocido filósofo norteamericano del llamado realismo interno o realismo pragmático, Hilary Putnam, nos ha ofrecido para publicar en nuestras páginas uno de sus más recientes artículos inéditos: Respuestas a Need, Values and Truth de David Wiggins, donde aborda el problema cognoscitivo de los juicios y conceptos referidos a la verdad, la filosofía de las matemáticas y las implicaciones de éstas en metaética.
Putnam parte de una postura deflacionista siguiendo a Frege, Tarski y Wittgenstein, considera que la verdad no es el nombre de una clase de afirmación, sino, por el contrario, es un predicado de oraciones que se usa de cierta forma en una comunidad lingüística determinada, con relativa independencia del orden sintáctico de las oraciones. Toma partido por una sola noción de verdad aplicada a juicios epistemológicos y metafísicos diversos, en vez de una verdad aplicable a cada uno de los diferentes planos de los enunciados. Rechaza Putnam, el verificacionismo de la verdad matemática de Wittgenstein, que pretende seguir Wiggins, ya que desde el punto de vista de los realistas la verdad es conceptual. Otro asunto que se plantea, finalmente, es el de la verdad por convergencia que asume Wiggins, lo que presupone una lógica discursiva al estilo de Habermas y Apel: es decir, para llegar a la verdad se requiere de un diálogo ético para alcanzar acuerdos correctos (simétricos);esto es un esfuerzo de comprensión gramatical que no cuenta con la aprobación de Putnam.
El artículo, La racionalidad comunicativa como episteme liberadora y crítica, es el resultado de las investigaciones que realiza la Prof. Zulay C. Díaz Montiel en el marco de su tesis doctoral. Es una propuesta de lectura de la obra de Habermas, desde el punto de vista de una teoría social de la justicia emancipadora. El supuesto es que solamente por medio de una interacción dialógica en el espacio público, puede darse una reconstrucción y resignificación de las prácticas políticas e institucionales que debe adelantar la ciudadanía, en términos comunicativos. Es decir, relaciones mediadas intersubjetivamente por un consenso que se busca alcanzar apelando a principios de verdad y validez, honestidad y rectitud, con suficiente pertinencia ética como para legitimar, reconocer y transformar los intereses comunes en intereses emancipadores. Es toda una empresa teórica no exenta de grandes dificultades al momento de su inserción práctica en el mundo de vida de la ciudadanía y el orden político e institucional del Estado.
En una sociedad neoliberal madura como la que estudia Habermas, la contextualidad latinoamericana de los temas y problemas relacionados con el dominio tecno-científico, la hegemonía de la política sobre lo público, las libertades ciudadanas reguladas por el control social del Estado, las incidencias de los medios de comunicación en la formación de la opinión pública, solo por mencionar algunos que destacan, pueden darle a esta novel investigadora una interesante y fecunda experiencia para desarrollar esos principios de pragmática comunicativa en sociedades donde cada vez más es necesaria esa conciencia de resistencia que permita superar la expansión globalizante de la racionalidad moderna. Todo un proyecto epistémico a juicio de la autora-, además de político, que indudablemente pudiera hacernos entender a la Teoría de la Acción comunicativa, como una praxis liberadora.
Por su parte, Jesús Becerra Villegas plantea, siguiendo las tesis de Bourdieu, en su artículo: Creencia narrativa y ciencia positiva, la escenificación mediática del conocimiento científico como creencia a través de las narrativas televisivas. Se coloca al espectador-receptor una vez más en el plano de las simbolizaciones y representaciones que son causadas por la inducción de un mercado y de un consumo de imágenes publicitarias que es necesario capitalizar de la misma manera como se producen los objetos de consumo.
Expone varios de los momentos de ese complejo proceso de colonización sensible, perceptiva y racional, que se logra a través del uso de los medios de comunicación como agente de mediación para construir una homología entre creencia social de la realidad y los hechos positivos en los que la realidad se desarrolla, atendiendo a los puntos de vista de quienes dirigen los medios. La reproducción del conocimiento científico pasa por toda una semiótica de prácticas audiovisuales, entre ellas el discurso narrativo de la televisión que es capaz de convertir a la ciencia en otra mercancía más (bienes simbólicos) para el público, que la demanda y solicita gracias al dominio comunicante de los mecanismos de la simulación, el eclecticismo y el pastiche, entre otros.
Más adelante, demuestra Carlos Eduardo Maldonado, en su artículo: La idea de la filosofía en Pato ka, o la carga de la fenomenología, que la postura fenomenológica de este autor checo, refleja una superación, por medio de la filosofía clásica griega, de los propios postulados de la fenomenología husserliana y la ontología heideggeriana.
Es esta otra filosofía fenomenológica la auténtica filosofía práctica, capaz de comprometer a la Filosofía con la praxis humana y situarla en su relación con los otros. No es una fenomenología volcada sobre la apariencia del fenómeno, sino del ente en cuanto algo que es en su asubjetividad, ya que no considera válida la subjetividad husserliana. La praxis humana es una proyección, un movimiento veritativo hacia el futuro que se orienta ética y políticamente. En eso consiste la responsabilidad de la acción que se define y entiende desde sí misma en lo que porta de intención (sensu stricto).
Es muy frecuente escuchar el por qué del fracaso de la res publica. La frecuencia es menor cuando se escribe sobre el cómo de ese por qué. No es lo mismo, resulta obvio. El asunto de las causas es quizás lo que más incomoda; sobre todo, cuando en el tiempo la persistencia de las causas parece estar personificada, al menos en las democracias republicanas, en su principal actor social: el pueblo, vale decir, lo popular con toda la estigmatización y deslegitimación de la palabra y su significado.
Sin embargo, es una vez más el sociólogo venezolano Rigoberto Lanz, quien se atreve a cuestionar y revelar a través de su artículo: Lo político transfigurado. Estrategias para entrar al mundo posmoderno, el sentido histórico que todavía tiene, frente a las crisis de gobernabilidad, el protagonismo del sujeto pueblo. Entre otras cosas, señala que existe un nuevo camino si es posible vislumbrar una cultura política de masas que no se agota en los linderos de las muchedumbres manipuladas ni apela a la metafísica de las mayorías silenciosas... Es decir, que aún es posible la esperanza entre los sin esperanzas, cuando se piensa que la voluntad de un colectivo social es una acción de cambio y de transformación del presente sin dejar de aprender de las lecciones del pasado. El fin de la política no es sinónimo de muerte de lo político; en este caso particular, se trata de salvar la política desde un nuevo pensamiento ciudadano ahora en clave posmoderna.
Dos sendos ensayos cierran con honores, esta nueva edición de Utopia y Praxis Latinoamericana. Uno filosófico y otro sociológico. La coincidencia es afortunada. Nos encontramos con un filósofo de la longevidad de Don Albero Wagner de Reyna, quien en su ideario filosófico no ha cesado de proponer algunas Bases para un enfoque iberoamericano del mundo actual, con el propósito de mantener abierto el diálogo y la crítica sobre el futuro que Occidente ha querido construir desde los griegos hasta nuestros días. Un proyecto de polis y de vida ciudadana, que ha terminado en crisis por las insuficiencias de la racionalidad técnica y económica para resolver los problemas de subsistencia de los seres humanos. El materialismo y el pragmatismo de las sociedades capitalistas, se oponen a la perspectiva cristiana de la redención espiritual y de los valores humanos. Otro pudiera ser el panorama, si reconocemos en la Iberoamerica mestiza, laica, e intercultural quizás el último bastión de la vida de Occidente; si lo entendemos como otro necesario renacimiento.
Es Michel Maffesoli, pensador de la contemporaneidad histórica, el testigo ocular de la crisis social y política de la modernidad. Su reciente ensayo sobre "La société de Consummation", coloca en sus justos términos los procesos de descomposición y reestructuración de las identidades públicas de las sociedades desarrolladas. La evidente emergencia en el escenario público de la desintegración de una estructura social de clase y élite, pone en riesgo todo el orden democrático y ciudadano de un Estado marcado por la marginalidad, la violencia, la exclusión y sordo ante los reclamos de unos derechos civiles ofrecidos a la vez que negados. La unidad de la República implica, la reducción de los otros a una sola unidad política, en contraste con la heterogeneidad de prácticas culturales en la que se ha convertido la sociedad francesa. Las tribus posmodernas han asumido lo cotidiano de la vida, sin reconocimiento institucional el desorden social puede entenderse como re-estructuración de lo societal por otro modo de vida.