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Utopìa y Praxis Latinoamericana

versión impresa ISSN 1315-5216

Utopìa y Praxis Latinoamericana v.15 n.49 Maracaibo jun. 2010

 

Un sujeto a la zaga de sujetos de movimientos: pistas de indagaciones para la construcción de una teoría crítica

One Subject behind Subjects of Movements Tracks of Inquiries for the Construction of a Critical Theory

Jorge Alonso

CIESAS, Occidente, México.

RESUMEN 

El concepto de clases sociales pese a los cambios que ha sufrido está lejos de ser obsoleto, como algunos han llegado a afirmar. Las contradicciones sociales y la lucha clasista propiciada por las tensiones que generaban, hacen surgir una elite crítica que una vez instalada en el poder influye en los cambios económicos y sociales. Emergen elites de las clases subalternas y son desencadenadas nuevas clases. La lógica de regulación y absorción de tensiones tiene sus límites en la confrontación clasista. El carácter ondulatorio de los fenómenos de la circulación de las elites sólo puede ser roto por una fuerza que provenga de los de abajo. Hay acomodos políticos en las contradicciones del sistema de dominación que se logra por la hegemonía que gana mentes e introyecta en los dominados los puntos de vista de los dominantes. Las clases subalternas necesitan algún tipo de organización para defenderse; pero la misma organización generalmente se convierte en un poderoso medio de control.

Palabras clave: Sujeto, lucha de clases, dominación, Estado, democracia. 

ABSTRACT 

The concept of social classes, despite the changes which have occurred is far from being obsolete, as some have asserted. The social contradictions and class struggle brought about by the tensions generated, build up a critical elite that once installed in power affects the economic and social changes. Emerging elites of the subaltern classes and new classes are triggered. The logic of regulation and stress absorption has its limits in the comparison class. The wave character of the phenomena of the circulation of elites can only be broken by a force coming from the bottom. There are political accommodations in the contradictions of the system of domination that hegemony is achieved by winning the minds and introjects dominated the views of the dominant. The lower classes need some kind of organization to defend itself, but the same organization often becomes a powerful means of control.

Keywords: Subject, class struggle, domination, State, Democracy.

Recibido: 09-02-2010 Aceptado: 07-05-2010

INTRODUCCIÓN 

Al hacer una revisión de las principales temáticas que he seguido durante cuarenta años me encuentro que en los últimos dos años he tenido que cuestionar muchos de mis anteriores abordajes y que estoy en un profundo proceso de cambio intelectual1

Fundamentalmente la principal mutación tiene que ver con la perspectiva. Mis principales investigaciones han versado sobre temáticas interconectadas pero que pueden destacarse en ocho preocupaciones: las relaciones de las clases y las elites, los análisis coyunturales, el papel del Estado, los cambios en los partidos políticos, los desarrollos de procesos electorales, el sentido de la democracia, la importancia de los movimientos sociales y las perspectivas de las convergencias. Todo esto lo he tratado desde sujetos concretos que han influido en mis énfasis. Se trata de sujetos en búsqueda de alternativas a la dominación y a la explotación. No obstante, me coloqué en un observatorio que me fue conduciendo a mirar dinámicas de los de arriba, aunque lo pretendía hacer desde abajo. Sólo cuando estuve más atento a lo que han estado impulsando agrupaciones de los de abajo, pude entender últimamente que no había que preocuparse por las lógicas de los de arriba, sino por entender las nuevas vías que han estado deambulando muchos grupos que desde abajo y a la izquierda quieren otro mundo para todos. Así, debo aceptar que me equivoqué al seguir varias pistas fallidas que he tenido que abandonar, y que estoy en un proceso de búsquedas de pistas inspiradoras que me permitan detectar nuevas formas de hacer política. Debo reconocer la importante influencia latinoamericana en mi manera de ir viendo la realidad mexicana y en mis cambios2. Mis principales investigaciones han estado en contacto con diversos movimientos mexicanos. He intentado detectar lo que dichos movimientos me han ido interpelando. Los movimientos tienen muchos mensajes al conjunto social y debo precisar que los que yo he ido detectando han estado influidos por mis ópticas teóricas. Conforme éstas han ido variando, he podido ver un poco más. Otra constatación es que he ido atrás de los propios movimientos que son los que me han ido marcando las temáticas que he considerado pertinentes3. Daré un seguimiento sintético a cada una de esas temáticas. 

CLASES Y ÉLITES 

A principios de los setenta, en el fragor de la construcción de un organismo de izquierda, se me confirmó la convicción de que el marxismo era una indispensable herramienta de análisis, si se utilizaba no talmúdica y dogmáticamente, sino en apertura y diálogo con otras perspectivas de investigación. En esta forma me propuse poner a prueba un modelo de análisis integrando dos teorías que parecían irreconciliables, la de clases formulada por Marx, y la de las elites como la trata Pareto, con el fin de entender los principales movimientos del México posrevolucionario. Sigo pensando que, pese a los cambios que han sufrido las clases sociales, este concepto lejos está de ser obsoleto, como algunos han llegado a afirmar. La pregunta que estaba detrás de la investigación que entonces emprendí era quiénes mueven la historia, si las clases o las dirigencias. Capté que habría que distinguir entre un marco analítico y la historia concreta, aunque sabía que ésta se hace ininteligible en su complejidad y riqueza sin el instrumental analítico. Esto obligaba a cuidar que no se reificaran los conceptos analítico. Fui encontrando que las contradicciones sociales y la lucha clasista propiciada por las tensiones que generaban, hacían surgir una elite crítica que una vez instalada en el poder influía en los cambios económicos y sociales. Esa incidencia conllevaba fatalmente el desencadenamiento de un proceso cuyo desenlace sería una circulación de elites, pues en la confrontación de fuerzas la elite que estaba dirigiendo tenía dificultades para conciliar a todas las fuerzas elitistas, situación que la desestabilizaba. En dicha circulación emergían elites de las clases subalternas y en el desencadenamiento de nuevas clases. La lógica de regulación y absorción de tensiones tenía sus límites en la confrontación clasista. La circulación de las elites se encontraba condicionada por las contradicciones del sistema. Este fenómeno se repetía y los cambios de elites significaban variaciones de apoyos en las diferentes fuerzas en contradicción hasta que el cambio de elite modificaba la base tan radicalmente que se presentaban fuertes transformaciones en el modelo económico y social. Esto no era producto de voluntades individuales sino de la confrontación y correlación de fuerzas sociales. El carácter ondulatorio de los fenómenos de la circulación de las elites sólo puede ser roto por una fuerza que provenga de los de abajo. Hay acomodos políticos en las contradicciones del sistema de dominación. Las clases subalternas necesitan algún tipo de organización para defenderse; pero la misma organización generalmente se convierte en un poderoso medio de control. No obstante, si la organización da posibilidades de control por medio de la elite, también puede enseñar las formas de romperlo y de poner en cuestión a todo tipo de elites. La problemática principal radica en cómo se puede terminar con la contradicción entre dirigentes y dirigidos para construir una sociedad fraterna y con dinámica de convivencia horizontal4.

ANÁLISIS COYUNTURALES 

Las investigaciones coyunturales que he ido realizando durante cuarenta años se han inspirado también en la combinación de varias perspectivas. La primera, en cierto sentido fundante, ha sido la gramsciana. He partido de la existencia de una conflictiva relación entre dirigentes y gobernados. Pero la obediencia no es homogénea y hay resistencias y proyectos alternos. La dominación se logra por la hegemonía que gana mentes e introyecta en los dominados los puntos de vista de los dominantes. Sin embargo, hay una lucha contrahegemónica primero, y posteriormente por la hegemonía que va poniendo en cuestión esas visiones del mundo y construyendo las propias desde abajo de la misma sociedad. Para detectar esta correlación hay que adentrarse en el análisis de situaciones y de las relaciones de fuerzas. Hay que tener cuidado en diferenciar los movimientos orgánicos, relativamente permanentes, de los de coyuntura, que tienen que ver con lo inmediato. Estos últimos adquieren una importancia puntual, y permiten ubicar las acciones tanto de los dirigentes como de los grupos subalternos en la vida cotidiana. Lo individual puede influir y hay que tenerlo en cuenta, pero sin perder de vista los grandes movimientos generales. En la correlación de fuerzas se tienen que distinguir momentos y grados. La ruptura del equilibrio de fuerzas no ocurre por causas mecánicas inmediatas. El empobrecimiento de un grupo no lleva inmediata y necesariamente a un conflicto; pero incide en el desprestigio de la clase dirigente, y ese desprestigio sí dinamiza conflictos. Hay que estar atentos a las novedades5.

Otra corriente utilizable en los análisis coyunturales tiene que ver con los planteamientos procesualistas. En el espacio social se encuentran interrelacionados actores sociales que persiguen los mismos bienes escasos, económicos, políticos y simbólicos. Hay regulaciones en torno a su relación en pos de sus fines apuntaladas institucionalmente. La lucha genera tensiones que deben ser moderadas por las normas y las instituciones. Pero hay antagonismos en enfrentamientos que pueden superar la confrontación regulada. La polarización de las tensiones se expresa en arenas donde tienen lugar los conflictos de los actores. Quien controle más recursos poseerá mayor fuerza. Hay perdedores y ganadores en cada pugna que se manifiesta en una dramatización social. No hay que olvidar que las crisis pueden resolverse en regresión, en regulación estabilizadora, en evolución y hasta en profunda transformación. Hay procesos de involución, de evolución y de innovación. 

El análisis de coyuntura semeja el meticuloso trabajo artesanal. Las coyunturas no se pueden ver como un texto cerrado en sí mismo o algo ya concluido, sino como partes de procesos abiertos. Lo fundamental es no quedarse en los rejuegos de los diversos poderes sino rastrear las resistencias hacia ellos y los indicios de elementos alternativos. No se deben perder de vista las complejidades. En estos análisis influyeron los diversos movimientos con los que he estado en contacto: movimientos urbano-populares, movimientos cívicos por la democracia, movimientos partidistas. Una aspiración sobre todo en estos últimos era cómo alcanzar a influir en el Estado para cambiar la situación de los depauperados, de los trabajadores y de los ciudadanos6

EL ESTADO 

A principios de las dos últimas décadas del siglo XX y la primera del siglo XXI pretendí hacer un balance de las transformaciones que había sufrido el Estado Mexicano. Las reflexiones sobre el Estado respondían a las preocupaciones de muchos movimientos que trataban de ver qué cambios podrían logar en la configuración estatal. 

Muchos movimientos cívicos impulsaban una reforma democrática del Estado. A finales del siglo XX e inicios del siglo XXI hubo muchas discusiones acerca de una reforma del estado integral, pero los poderes constituidos no permitieron que esto llegara a buen puerto. Estos movimientos puntualizaban que una reforma constitucional por sí misma no resolvería los graves problemas que padece México, aunque pudiera dar una base de entendimiento a las fuerzas sociales para otro estilo de convivencia. Los movimientos constataron que pese a las alternancias partidistas no se había dado un cambio del antiguo régimen. Grupos ciudadanos no han dejado de exigir que la administración pública sea un servicio a la ciudadanía que se preste con legalidad, honradez, lealtad, eficiencia, transparencia, imparcialidad y neutralidad política. Si persisten estas exigencias es porque se ha constatado que nada de eso existe. Una de las más graves carencias señaladas es la falta de una verdadera rendición de cuentas. La demanda de la rendición de cuentas va de la mano con la necesidad de transparencia en la información hacia los ciudadanos entendida como un derecho básico de la ciudadanía. Un importante cambio en los últimos años ha sido la dinamización del poder judicial. No obstante, se trata de un poder muy desprestigiado. México sigue siendo un país catalogado mundialmente como entre los más corruptos y donde impera la impunidad, prosigue un enorme abuso del poder y prevalece la penalización de la pobreza.

Grupos cívicos han señalado que uno de los graves obstáculos para la consolidación de la democracia en México se encuentra en las causas económicas, sociales y políticas que han hecho surgir varias zonas de alta conflictividad. Varias organizaciones de la sociedad civil han venido reclamando una adecuada reglamentación que respete los derechos humanos. Otro punto que ha sido demandado por agrupamientos ciudadanos es el que concierne al derecho a la información. El régimen de radio y televisión debería quedar a cargo de un organismo autónomo; pero el poder de los grandes medios electrónicos se ha opuesto sistemáticamente a una regulación que favorezca los intereses ciudadanos. Las exigencias van en el sentido de una auténtica democracia social en la que se hagan efectivos los derechos a la educación al empleo y al salario justo. Se ha convertido en algo urgente el reclamo acerca del establecimiento y cumplimiento de los derechos ambientales. Sin embargo, todo esto ha quedado en letra muerta. 

Entre las formulaciones de agrupamientos cívicos se ha hecho clásica la contraposición analítica entre Estado y sociedad civil, y ha aparecido una distinción tripartita: Estado, sociedad civil y mercado. No obstante, esta visión es poco plausible porque el mercado está construido y constreñido por el Estado y la sociedad civil; el Estado llega a ser tanto un reflejo del mercado como de la sociedad civil; y la sociedad civil se encuentra también influida por el mercado y por el Estado. En esta forma estos tres modos de expresión de los intereses, preferencias, identidades y voluntades de los actores no pueden ser separados tan tajantemente. 

Otra constatación es que políticos de las más diversas tendencias se han esforzado por competir en pos de la consecución del poder estatal. El Estado se ha ido estructurando en función del juego de los partidos políticos. No pocos lo han visualizado como un lugar a ocupar, como instrumento a utilizar. No obstante, se trata, sin duda, de un complejo enmarañado de relaciones en torno al poder. 

Con el neoliberalismo el Estado fue colocado en lo más bajo de sus capacidades. La libre movilidad de capitales sometió al Estado. Los capitales financieros se independizaron de las estructuras productivas y de las regulaciones nacionales para circular en una globalización, y los Estados periféricos fueron supeditados a los mercados financieros privados. El Estado se ha ido alejando cada vez más de las necesidades de los individuos concretos. El Estado experimentó una severa crisis fiscal, y el diseño del Estado de menos malestar se ha entrampado. A la reducción de los gastos en políticas públicas se le pretendió encarar reactivando un espíritu de voluntariado y de autoayuda que actuara en lugar del Estado. Se quiso transferir la responsabilidad estatal a la buena voluntad de individuos de la sociedad civil. Se encomendó a los individuos valerse por sí mismos.

El neoliberalismo ha atacado despiadadamente al mundo del trabajo, le ha arrebatado viejas conquistas sociales. Se degradaron y hasta desaparecieron las prestaciones sociales. Se atentó también contra el derecho a la salud. Se ha pretendido privatizar todo lo que estaba en manos del Estado, hasta la educación para hacerla negocio y matar el pensamiento crítico. Crecen las tendencias hacia la corporativización privada. 

Los dogmas neoliberales han tenido una aplicación con consecuencias desastrosas. Hay disminución de todos los derechos sociales, se han agravado las desigualdades, la pobreza, la exclusión y se ha mantenido o extremado el carácter autoritario del poder que realmente se ejerce. Hay una especie de nueva dictadura no personalizada. Se exacerbó la defensa de la propiedad privada. La economía quedó determinada en función de los intereses y las estrategias de los poderes mundiales privados. Fueron debilitados los sistemas de valores fundados en la solidaridad y la ciudadanía. Por encima de los derechos sociales se fueron imponiendo las concepciones de competitividad sin límites, adaptación y flexibilidad. El gobierno de la economía fue pasando a empresas multinacionales principalmente privadas. Las políticas neoliberales han provocado una gran cantidad de crisis y un desarrollo desigual e injusto. El neoliberalismo ha propiciado que el poder estatal se instrumentalice sin las anteriores mediaciones por parte de la clase dominante. Grupos sociales reducidos deciden los temas centrales de la gestión pública, y avanza una despolitización que estimula una ciudadanía de baja intensidad. 

Se ha impuesto un fundamentalismo mercantil, y aumenta el imperio de los oligopolios. Decisiones importantes ya no se encuentran en el ámbito estatal, y son tomadas por organismos supranacionales, por organismos internacionales o por empresas multinacionales. El Estado abandonó el precario papel redistributivo que alguna vez tuvo para pasar a ponerse descaradamente al servicio de los intereses de las grandes empresas. 

A los ojos de muchos movimientos ciudadanos el Estado ha dejado de ser garante de la seguridad pública y se ha llegado a hablar de un Estado anómico y hasta fallido. Se ha mostrado incapacitado para velar por la seguridad de los ciudadanos, y ha emprendido una fallida guerra contra el narcotráfico que lo tiene infiltrado, y lo único que ha avanzado ha sido la violación de los derechos humanos y la criminalización de las luchas populares. Donde se muestra poderoso el Estado mexicano es en sus funciones represivas contra la disidencia popular. 

Movimientos cívicos se han quejado de que al Estado se le cayó la máscara de mediador entre lo particular y lo general, y de que ha ido pasando de un papel administrativo a otro gerencial. En lugar de ser, como teóricamente se planteaba en los setenta, una arena de la correlación de fuerzas, se ha ido presentando cada día más como claro instrumento de las dinámicas del capital. 

Algunos cuadros que en algún momento estuvieron en las filas de movimientos populares tuvieron la ilusión de que si aceptaban puestos estatales, desde dentro serían capaces de conseguir mejoras importantes para las mayorías. No obstante, la evaluación de esas experiencias ha arrojado la constitución de otra tendencia: la de la fuerza de los altos puestos de los aparatos de poder. En lugar de que esos puestos fueran modificados hacia los intereses populares, quienes los ocuparon han sido devorados por dichas posiciones y han terminado moldeados de acuerdo con la lógica del poder. 

La izquierda electoral se ha propuesto la conquista del Estado para ponerlo al servicio de los intereses populares. Mis investigaciones sobre el Estado iban en esa dirección. La escucha de nuevos movimientos de base me ha abierto a que perciba que la estructura estatal no hace posible que esto sea realizable. Por esto nuevos grupos de varios movimientos sociales, no sólo no se plantean esa toma del Estado como si fuera un instrumento neutro, sino que han iniciado búsquedas en la vida cotidiana al margen del Estado. Existen agrupaciones que ya no exageran el papel del Estado (visto como hoyo negro del cual ninguna energía pudiera escapar), que están atentas a las distintas formas de malestar frente al sistema opresor y que tienen iniciativas novedosas en sus formas de lucha. Estas nuevas agrupaciones cuestionan la hegemonización y la homogenización de las luchas alternativas; buscan formas alternativas también en sus maneras de comunicación; han aprendido a escuchar; no han quedado atrapadas en formulaciones de reducciones clasistas; valoran todos los sectores sociales discriminados; y se han ido abandonando verticalismos y métodos autoritarios. Rechazando las prácticas políticas tradicionales, parten de los problemas más sentidos por ellos mismos y los demás grupos oprimidos; se fomenta la participación y se respetan los procesos de maduración de las comunidades. No se confunden los fines (el bienestar de la población) con los medios concretos. Las mismas experiencias de estos diversos grupos los han ido llevando por caminos que los colocan en la búsqueda de formas de vida y de organización al margen del capital y del Estado7

PARTIDOS POLÍTICOS 

He abordado la relación de partidos de izquierda y las capas populares. Estudié el nacimiento y la deformación de un partido de izquierda en los años setenta. Revisé los impulsos partidistas de agrupaciones desde los años cuarenta hasta los ochenta cuando finalmente convergen en el nacimiento del Partido Socialista Unificado de México. Analicé acciones del partido de izquierda que se configuró a partir del fraude electoral de 1988. Estos estudios los realicé combinando diversas historias locales en diferentes niveles: de la coyuntura, de la estructuración de un organismo aglutinador de izquierda, de pequeños agrupamientos dentro de él, con sus avances y contradicciones. En todos estos estudios, tratando de percibir lo que hacían los agrupamientos populares que participaban partidistamente llegué a la conclusión de que era necesaria una forma de partido de izquierda para poder realizar el cambio social. 

Una dinámica que logré detectar en varias luchas partidistas es que agrupaciones de base hacían a sus líderes y tomaban a determinadas figuras para personificar sus movimientos. Esto se relacionó con una tendencia que denominé hipostasiación (o personificación) de los movimientos políticos. Usé el concepto hipóstasis en sus dos acepciones históricas: la primera referida a la máscara representativa que utilizaban los actores griegos en las tragedias, la segunda tenía que ver con su derivación hacia el significado de persona. Las máscaras siempre han contenido un dejo de misterio que las conecta con los mitos; su interpretación va más allá de ellas mismas. Su mensaje, significado y connotación conducen a elementos de origen y a expresiones rituales: afirman y niegan, expresan y concluyen. Entre los actores griegos las máscaras tenían también otra función importante: hacer que se oyeran los parlamentos de los que se estaba representando. De manera análoga, muchos movimientos políticos han tenido históricamente la necesidad de utilizar máscaras personificantes de su identidad. En los movimientos políticos suele emerger la necesidad de hipostasiarse en una personalidad, o al menos en un símbolo, que tiende a configurarse como tal personalidad. Ésta imanta de tal manera al movimiento que le da su nombre y lo caracteriza. En este primer momento tiene tal peso específico que si llegara a desaparecer, el movimiento se vería en peligro de extinción. También existe la tendencia a conformar elementos orgánicos que permitan al movimiento perdurar tanto como su personificación. Conforme el movimiento se consolida, la organización cobra fuerza y en torno a la personificación continúa el movimiento; la personificación hunde sus raíces. El movimiento sigue teniendo la necesidad de la personificación, pese a su institucionalización. Hay la necesidad de hipostasiar en un individuo o símbolo unitario la aspiración colectiva. Movimientos de todo tipo reproducen esta tendencia. Esta perspectiva difiere de la óptica weberiana cuya sociología política se centra en el ángulo de la dominación como manifestación concreta del poder, entendido como la capacidad de hacer prevalecer la propia voluntad en el comportamiento de los demás. Weber había estudiado las diferentes formas como la dominación suscitaba la fe en su legitimidad ya fuera por medio de formas legales, tradicionales o carismáticas. Lo carismático lo veía como forma transitoria basada en cualidades extraordinaria de una persona. Tocó sólo parte del fenómeno. La formulación de la tendencia a la hipostasiación contempla otros elementos. Los agrupamientos de base sienten la expresión de sus necesidades en las formulaciones activas de una personalidad, confían a ella toda su esperanza de solución, subliman en ella su triunfo, se aferran a ella como garantía, simbolizan en ella su fuerza y se identifican masivamente en un conglutinante unitario. Hay una identificación operante y militante que sustenta y exalta al movimiento. Esos agrupamientos se personifican colectivamente y se individualizan. El movimiento se conglutina en torno a una personificación cuyo papel es conjurar la dispersión8.

Pero una organización partidista no se agota en esa dinámica. Me dediqué a estudiar la organización interna y las luchas emprendidas. La organización uniforme es incapaz de aglutinar lo diverso y plural. Hay momentos en que las fuerzas populares son capaces de genera alternativas propias, y otros de estancamiento y confusión. Las tendencias dentro de cada movimiento dinamizan aspectos democratizadores, pero pueden entrampamientos en cuanto a acciones a llevar a cabo9

Vi cómo varios partidos de izquierda conseguían conformar un partido de cuadros con influencia en sectores de agrupamientos de base, que impulsaban importantes luchas en contra de las graves carencias populares. Estos partidos habían intentado conectar lo cotidiano con la estructura de explotación. Existía un imaginario de lo posible. Estaban atentos a delinear salidas a las nuevas formas de explotación engendradas por las revoluciones científicas, que tenía repercusiones en la formación de las clases. Defendían una moral igualitaria y trataban de impulsar un programa abierto a las transformaciones técnicas. Analizaban la agudización de las desigualdades y a la extensión de la pobreza. Criticaban al neoliberalismo que colocaba a la sociedad a merced de poderosos grupos mundiales empresariales. Veían que la sociedad se fragmentaba mientras las elites concentraban mayor poder político, económico y cultural. Los males producidos por el neoliberalismo no eran una alternativa. Fueron enemigos de la concentración del ingreso, de las fugas de recursos mexicanos al exterior. Fustigaban la situación que permitía el privilegio del consumo de las minorías mientras se depauperizaba a las mayorías. No obstante, todo el dinamismo emancipador se cansó, y los partidos oficiales de izquierda se han acomodado al rejuego burocrático de puestos internos y en el aparato de poder.

De manera importante a finales del siglo XX y principios del siglo XXI los partidos de izquierda en México fueron atrapados por la lógica electoral y reducidos a sus dictados. Con la alternancia presidencial en el año 2000 se pensó que México pasaría a una etapa de normalidad democrática, pero no fue así. En el régimen priista el presidencialismo tenía el control de los poderes legislativo y judicial. También mantenía bajo su férula a los gobernadores, los cuales repetían el modelo en sus entidades. Imperaba el corporativismo en la estructura sindical y en las organizaciones campesinas y populares supeditadas al partido de Estado. Los poderes fácticos, no sin algunos conflictos coyunturales, trataban con el presidencialismo en situación de subalteridad. El clientelismo y la impunidad eran las amalgamas importantes que aglutinaban a las elites y a las masas que daban cuerpo a ese régimen. Con la alternancia panista se aminoró en parte el presidencialismo y los poderes legislativo y judicial empezaron a tener juego propio y a ejercer un poder relativamente autónomo. Pero dicho poder liberalizado no se puso al servicio de las necesidades de la mayoría de los ciudadanos, sino sirvió como contrapesos dentro del rejuego de una nueva clase política que empezó a expresarse por medio de una partidocracia autista. La lucha cívica había ido logrando que se institucionalizaran otros contrapesos para garantizar las elecciones, el respeto a los derechos humanos y el derecho a la información. Pero la partidocracia, al integrar las dirigencias de esos nuevos organismos por medio de cuotas partidarias fieles y sumisas desvirtuó en pocos años lo que parecía un avance en la institucionalización democrática. En lugar de un federalismo se fueron expresando voraces caciquismos en manos de los titulares de los gobiernos estatales. La alternancia panista tampoco democratizó, como lo había prometido, la vida sindical, sino que hizo alianzas con lo más corrupto de las burocracias sindicales para alentar un vetusto corporativismo. 

Por mis investigaciones he llegado a la conclusión de que la izquierda mexicana partidaria cayó en profunda crisis al no tener un estudio crítico del capitalismo de inicios del Siglo XXI, lo cual llevaba a una ausencia de propuestas alternativas al capitalismo mismo. La izquierda se sumó y mimetizó con la clase política, que se ha desligado de las necesidades de los ciudadanos y centrado en sus propios intereses corporativos. Los partidos de todas las tendencias, afianzados en una nueva partidocracia, lejos de ejercer el poder, se han puesto al servicio de los poderes fácticos. Estos poderes también se han liberalizado y se han colocado por encima de los poderes constitucionales. El poder fáctico del gran dinero paga proporcionalmente menos impuestos que los contribuyentes cautivos. El poder del narcotráfico ha penetrado en la estructura política. El poder de la alta jerarquía eclesiástica católica se manifiesta en que traslada al ámbito público sin respetar la laicidad temas que deberían quedar en las convicciones privadas religiosas. Pero el poder que se ha encumbrado más es el poder de los grandes medios electrónicos que impone sus privilegios y que tiene chantajeada a la clase política para que le salvaguarde sus intereses monopólicos. Este poder, no contento con supeditar a la clase política, la ha infiltrado en el poder legislativo. Ha demostrado que tiene la capacidad de encumbrar o derrumbar figuras políticas, de ser el que plantee cuáles temas públicos y cómo se deban de tratar. Y como el antiguo presidencialismo se ha erigido en el fiel de la balanza en la sucesión presidencial. Además, el poder fáctico de los grandes medios de comunicación electrónicos propaga mensajes y estilos de vida que refuerzan un fascismo societal.

Nuevos movimientos de base me han hecho recapacitar que la forma partido es una creación histórica, y por lo tanto perecedera. Varios movimientos de base han preferido no supeditarse a las formas partidarias, sino buscar otras formas de hacer política desde la vida cotidiana. No pretenden constituir un nuevo sujeto político unificado, sino convertirse en varios sujetos en búsqueda de alternativas más allá de las burocracias de los partidos10

PROCESOS ELECTORALES 

Como los partidos de izquierda que he estudiado han tenido experiencias en las elecciones mexicanas, también investigué diversos procesos electorales. De manera particular he estudiado las elecciones de la reforma política de los setenta cuando el Estado mexicano dio reconocimiento para que participaran en las elecciones a diversos partidos de izquierda11. He investigado las elecciones, tanto en el ámbito federal como en el local, desde 1979 a 2009. Mi preocupación era percibir cómo la izquierda podía ir convenciendo a un número creciente de votantes, y a explicar las razones de auges y tropiezos electorales de la izquierda12. En los ochenta con el fuerte impacto de la crisis económica de entonces indagué qué tanto la situación económica influía en el comportamiento electoral en las elecciones de mitad de la década de los ochenta13. Fui profundizando en los elementos que intervenían en la acción de votar. Hice un examen detallado del fraude electoral de 198814. Indagué las nuevas modalidades de la compra del voto por medio de programas gubernamentales en las elecciones de 199115. El viejo corporativismo estaba quebrantado pero se alentaba un nuevo corporativismo por medio de los programas sociales del gobierno. En los primeros años de los años noventa surgió y se fortificó un movimiento cívico en torno a la limpieza electoral. Atendiendo la dinámica de ese movimiento que exigía la existencia de organismos electorales autónomos para que se garantizara el voto ciudadano, me di a la tarea de examinar lo que implicaban estos organismos que al principio fueron autónomos. Con este instrumento el voto cívico no supeditado al partido de Estado sobrevino la pérdida del control del PRI en 1997 en la Cámara de Diputados y tres años después la alternancia presidencial16.

En el ánimo ciudadano aumentaron las expectativas en los gobiernos de alternancia. Pero éstos no se diferenciaron mucho de los del tiempo del partido de Estado. Persistió la corrupción y el poder alejado del pueblo. Se mantuvo la utilización de recursos públicos y de recursos ilegales a favor de candidatos. Se fue imponiendo la partidocracia al margen de los intereses de los ciudadanos a los que se les vio sólo como clientelas partidistas. Las elecciones presidenciales de 2006 fueron muy competidas e intervinieron en ellas fraudulentamente tanto el poder presidencial como poderes fácticos. El resultado fue una grave polarización política. Por muy breve tiempo funcionaron los organismos electorales autónomos, pues pronto fueron sometidos a la lógica de la partidocracia. A todos estos procesos les fui dando seguimiento17

Fui percibiendo que las elecciones conjuntan a una pluralidad de actores con sus propios intereses y razones, pero también con incongruencias y pasiones que, al confluir, dan un resultado complejo. Partidos, candidatos, organismos electorales, tribunales, electores, organismos de la sociedad civil, todos persiguen sus propios objetivos. Es un juego en el que se entrecruzan lógicas, normas, valores y contradicciones. Los votantes calculan sus intereses frente a las características y ofertas de los candidatos. Así configuran sus votos. Partidos y candidatos tratan de persuadir que tienen soluciones para los problemas sentidos por los votantes. Estos intuyen falsedades. Apuestan, esperando sacar ventaja. La combinación de actuaciones da el resultado electoral. La gran diferencia con anteriores elecciones es el peso del papel de los tribunales; pero lo que parecía una ventaja pronto se comprobó que era una instancia más de rejuego de poderes y no de una real justicia electoral. Hay actores con mayor poder que otros. Los hay muy hábiles en el rompimiento de reglas. 

Tanto las campañas internas de los partidos como las campañas en los procesos electorales han demostrado que los partidos, sin excepción, con tal de ganar recurren a procedimientos no democráticos. Ha ido creciendo cada día más el papel de los grandes medios electrónicos en la elección de precandidatos, en las formas y conducción de las campañas, y en la manipulación de los electores. En México no hay real democracia electoral, sino una pantomima continua y muy maquillada y conducida a un inmenso espectáculo mediático. 

Pero también fui atisbando que en los procesos electorales también se manifiestan resistencias. Campañas vacías, sin propuestas viables que respondan a las necesidades sentidas de los ciudadanos, van alejando a éstos del proceso electoral. Por una parte hay una apatía con respecto a la participación por medio del voto, pero por otra hay un rechazo en un mundo de carencias por la opulencia inútil de los partidos. Si añadimos una población con grandes carencias, ante el despilfarro de los políticos, tendremos como resultado un desencanto de la política. Aunque la abstención es polifacética y su explicación es multicausal, ha ido creciendo el fenómeno abstencionista a tal punto que quienes llegan a gobernar lo hacen con el apoyo de una minoría de lo posibles electores. Hay muchos grupos que se han desentendido de lo electoral y que buscan salidas propias por otras vías en su vida cotidiana18.

DEMOCRACIA 

Los estudios electorales, me fueron conduciendo a profundizar en la democracia. En México, por la vía electoral, cayó uno de los pilares del sistema de partido de estado, el presidencialismo. No obstante, hay signos de que también por la vía de las elecciones se prepara una restauración que, por la cultura política del partido que dirigió los destinos del país durante siete décadas, sería de corte autoritario. Reducidos grupos sociales elitistas deciden los temas centrales de la gestión pública, mientras se teatralizan consultas públicas en donde pareciera que dichos temas se ponen a discusión pública. Las decisiones reales no las toman los ciudadanos, es decir, no hay verdadera democracia. 

Hay quienes pretenderían limitar la democracia sólo a procesos electorales formales de elecciones periódicas. No se toca el modelo económico ni la hegemonía de los grupos poderosos. Es la democracia realmente existente que se ha impuesto, en donde las verdaderas e importantes decisiones se encuentran en pocas manos. Hay mayorías volátiles que pueden incidir en el recambio de los administradores, pero no en el sentido de las políticas. Hay millones que acuden a las urnas, pero los intereses de las mayorías no son tomados en cuenta a la hora de gobernar. Esto va propiciando la despolitización de muchos ciudadanos. 

He constatado que la democracia, como práctica de un ethos cívico, aspiraría a la participación igual para todos en las cuestiones del poder, donde quiera que éste se encontrara. En la época de la globalización crece la tendencia de que prevalezca una democracia política encerrada en espacios restringidos y cupulares mientras se lleva a cabo un implacable desmantelamiento de democracia social. Esto es evidente, pero también hay señales de pulsiones de base en la misma sociedad que a través de la meta democratizadora intentan encontrar alternativas. La miseria y el hambre crecientes provocadas por el des-orden mundial muestran que se entremezclan la explotación con la exclusión. 

Me he dado cuenta de que las decisiones verdaderas y que atañen a todos se encuentran lejanas de las tradicionales instituciones democráticas. Sin embargo, la democracia como derecho a decidir sobre el destino colectivo persiste. Los derechos de la vida cotidiana, los derechos de los excluidos de todo tipo, de manera especial los de las mujeres pugnan por el reconocimiento tanto de la plena igualdad como de lo específico de su diferencia. Las relaciones de la gente con el ecosistema pueden abrir nuevas fronteras para la democracia. 

La raíz de la democracia debería ser el poder permanente del pueblo, cosa que no ha sucedido. Los teóricos de la democracia habrían advertido que el proceso democrático no tenía asegurado un futuro evolutivo ascendente. La democracia electoral, la democracia de los arriba (elites, clase política, partidos, etc.) se ha deteriorado y se encuentra en una grave crisis. No obstante, el seguimiento de varios movimientos populares de base me ha mostrado que existe una democracia que surge desde los de abajo en donde se toman decisiones colectivas, horizontalmente, sin jefes, en beneficio de la vida cotidiana de los participantes, y que ha ido prescindiendo de la democracia de los de arriba. Cada día se manifiestan más expresiones de los de abajo que, repudiando la toma del poder, exhortan a que se viva una democracia totalmente diferente. Se abren a los futuribles inciertos pero factibles. La democracia implica esas construcciones de libertad y creatividad. Los grupos y organizaciones de base han ido deslegitimando el modelo impuesto desde arriba, y construyendo lo propio. Se van conformando conjuntos híbridos de flujos, redes y organizaciones locales y globales que hacen emerger nuevas formas de protesta social y de lucha democrática que se estructura en esquemas institucionales alternativos. La acción colectiva no inicia necesariamente en organizaciones sino en grupos, en corrientes formales e informales, en relaciones vecinales, comunitarias, en la vida cotidiana en una búsqueda del rechazo a la dominación capitalista. Ante esto se constituyen dos grandes expresiones: quienes consideran que las luchas aisladas poco pueden hacer, que la fragmentación es funcional para el sistema de dominación, por lo cual se postula la necesidad de revertir la relación de fuerzas a favor de los de abajo; y quienes aspiran a la construcción de formas horizontales sin dirección centralizada. Hay varias agrupaciones que buscan construcciones desde abajo en un pluralismo democrático radical.

Una transformación profunda de la práctica democrática ha emanado de postulados y experiencias del movimiento zapatista, que ha indicado que hay que mandar obedeciendo, lo cual ha repercutido en muchos movimientos latinoamericanos. Los zapatistas se propusieron superar y trascender la limitada forma dominante de concebir y ejercer la democracia. La asamblea popular universal se convierte en el órgano de autogobierno. Se busca el consenso por medio del debate. Se insiste en que todos los puntos de vista son importantes. Si algo asumido colectivamente no funciona, se vuelve a retomar el problema. Los zapatistas han recalcado que para que la democracia sea real debe recoger y proyectar la pluralidad y diversidad de los sujetos integrantes de un colectivo. Un punto importante es la desmitificación que han hecho de las tareas de estar en un cargo. Sus reglas son sencillas, pero transformadoras: el que está en un cargo obedece y no manda, representa y no suplanta, une y no divide, sirve y no se sirve, propone y no impone. Para los zapatistas la meta no es tomar el poder estatal sino revolucionar las relaciones de poder desde abajo. Se proponen crear un gran movimiento social antisistémico que vaya destruyendo desde la base el poder opresor. En esta forma se busca como solución una democracia diferente, otra democracia. Transformando la forma misma de la democracia se crean espacios de transformaciones de grandes alcances. Se trata de otra democracia a la vez participativa y representativa en una combinación de combinaciones: de consenso, de participación, de sufragio, de toma de decisiones. Así se va construyendo una democracia emancipadora19

MOVIMIENTOS SOCIALES 

Diversos movimientos me han ido obligando a pensar la realidad social desde diversos ángulos. He realizado varios acercamientos teóricos y empíricos a dichos movimientos. He observado cómo movimientos sociales de todo tipo han sido protagonistas básicos de muchas transformaciones. En algún momento pensé que tenía un cuadro completo de las teorizaciones sobre los movimientos sociales, desde una perspectiva eurocentrista. Pero las teorizaciones latinoamericanas y las realidades mexicanas me liberaron de esas cárceles mentales y he podido ver cómo la teoría de los movimientos sociales ha ido sufriendo importantes cambios en los últimos tiempos. Han ido apareciendo nuevos sujetos sociales. Los movimientos no surgen de golpe, sino que se van construyendo por medio de redes subterráneas en la vida cotidiana y emergen en coyunturas propicias. Las confrontaciones pueden dinamizar su aparición. Sus identidades han organizado sentidos y papeles. El reclamo de derechos de todo tipo ha propiciado la constitución de sujetos que no sólo rechazan y resisten, sino que formulan propuestas alternativas de convivencia social. Estos movimientos han repercutido en procesos de democratización de base. Gran parte de la población no tiene acceso político y no quiere quedarse en la exclusión. Hay agrupaciones que desafían a los poderes constituidos por medio de acciones no convencionales. Se puede constatar una potente imaginación social. La imposición de la política neoliberal con sus terribles efectos en la inseguridad laboral y en la producción de una gran cantidad de excluidos ha hecho emerger nuevas demandas y luchas y movilizaciones. Los movimientos nacen ante los embates del presente pero con formulaciones hacia un futuro distinto. Las formas de resistencia frente a las injusticias han sido de las más variadas. Surgen movimientos en torno a la defensa del empleo, la vivienda, la salud, el medio ambiente, los derechos. Son inventadas novedosas formas de comunicación entre estos movimientos.

Las redes de activistas contra los efectos de una globalización neoliberal han aportado formas de acción que no pueden ser analizadas con los acercamientos convencionales. Los movimientos se defienden de la globalización neoliberal utilizando los instrumentos de la misma globalización. La emergencia de los nuevos actores se da a partir de coaliciones específicas sobre objetos concretos. Son movimientos de ideas y valores. Se hacen resistencias locales pero, por medio de las redes, se salta al plano global. Se combinan demandas particularistas con internacionalistas. Los movimientos maximizan recursos ligados a la diversidad de experiencias, en la búsqueda de otro mundo posible. Los movimientos establecen una pedagogía en escuchar y aprender de otras experiencias. Crece la pluralidad y se defiende la diversidad. La identidad no es única, ya que pueden coexistir varias, jerarquizadas en un núcleo intersubjetivo. También aparecen procesos de fragmentación de identidades. Igualdad y diversidad han dejado de ser antagónicos y han pasado a ser interdependientes. Se siguen defendiendo intereses, pero crece la defensa de los derechos, el espacio del interculturalismo se expande. La característica del movimiento social es su capacidad de poner en cuestión una forma de dominación social. En los movimientos hay algo que se combate y algo que se propone construir. Se ponen en cuestión los poderes constituidos, y muchos nuevos movimientos no pretenden asumir el poder, sino construir espacios de convivencia con democracia y justicia. No intentan sustituir poderes sino construir bases sociales de nuevo tipo. 

Han ido apareciendo y fortaleciéndose movimientos sociales que confrontan al sistema dominante con propuestas alternativas. Se critica la democracia de apariencia, la democracia que se pone al servicio de la dominación y las múltiples maneras como se expresa el autoritarismo; en cambio se buscan formas democráticas que broten auténticamente desde abajo. Hay exigencias de satisfactores materiales, pero también de participación. Se defienden derechos y se va entendiendo de una manera menos formal la ciudadanía. Se recrean movimientos desde los pueblos indios, desde el devastado campesinado, desde núcleos obreros y de trabajadores de todo tipo, desde las barriadas pobres, desde exigencias culturales, de género, de edad, etc. Se pone en el centro de los reclamos una vida humana con dignidad, pero no sólo. Las luchas no afectan a unos cuantos sectores sino a todo el entramado social con expresiones en varios niveles, desde lo micro hasta lo macro. No se circunscriben a intereses específicos grupales sino que intentan conformar nuevos sujetos plurales emancipatorios. Hay conciencia de que no bastan voluntarismos, sino que se requiere la creación de nuevas condiciones. El orden establecido por el capital que todo lo mercantiliza es cuestionado desde diferentes frentes. Las instituciones guardianas del capital se van socavando y se buscan institucionalizaciones de otra naturaleza Se traspasan los límites de un antropocentrismo para llegar al cuidado de la vida misma en el planeta como algo central. Todos estos movimientos de una u otra forma van en contra de la lógica capitalista, y no sólo confrontan sino que apuntan hacia transformaciones radicales.

Desde abajo han ido surgiendo importantes experiencias de autonomía. Si bien en lo concerniente a la autonomía existen grandes avances en la dialéctica de teoría y práctica en los movimientos sociales, hay otros puntos fundamentales que necesitarían dilucidarse con más reflexiones y discusiones. Me refiero a lo que tiene que ver con el poder. Los movimientos deben plantearse si deben constituirse en poder alternativo. Las tendencias anarquistas fustigan cualquier manifestación de poder. Sin embargo, hay de poderes a poderes. No es lo mismo el poder opresor que el poder que experimentaban los campesinos brasileños cuando utilizando el método de Paulo Freire decían que habían alcanzado el poder de la palabra. Ciertamente hay muchos poderes. El más conocido es aquel por el cual un grupo o persona puede hacer que otro y otros hagan lo que él quiere. Este tipo de poder, puede apoyarse en la fuerza o en formas sutiles de aceptación por medio de la construcción asimétrica del consenso, y siempre es opresor. Es un poder de suma cero: lo que uno gana lo pierden los otros. Pero hay otra clase de poder que no se acapara sino que al compartirse se multiplica. Es el poder de las decisiones comunes, por ejemplo. El mandar obedeciendo de los zapatistas se ha ido expresando en la práctica como un poder radicalmente diverso al del capitalismo. Cuando se habla de que las mujeres buscan tener poder, no quiere decir que manden a los varones, sino que se liberen y sean ellas quienes decidan libremente sobre su destino. En cualquier caso se debe tratar de evitar que los nuevos controles sociales propicien nuevos amos. 

Una mirada atenta permite detectar que más que un movimiento social por cada época y sociedad, a inicios del siglo XXI se han venido dando muchos movimientos anticapitalistas. No hay uno que pueda exigir que los demás se le subordinen. Predomina el rechazo a las jerarquías. El capitalismo de la era industrial aglutinó en las fábricas a las masas de obreros, los cuales tuvieron contacto entre sí, y pudieron construir sus instrumentos de defensa que fueron los sindicatos y los movimientos obreros. El capitalismo de la globalización neoliberal ha producido una gran masa de depauperados a los que fragmenta y dispersa. Diversos núcleos se defienden con las armas de la resistencia local. Pero para poder contrarrestar el poder concentrado del poder, del dinero, y de la dominación cultural requieren nuevas formas de lucha y de maximización de sus potencialidades de defensa y de construcción de alternativas. Las formas locales son múltiples y diversas. 

En el estudio de los movimientos sociales una regla básica es que hay que aprender de lo que hace la gente. Aunque no debemos caer en maniqueísmos. La gente también puede equivocarse al expresar socialmente la ideología dominante que no pocas veces tiene introyectada y asumida, al vivir la alienación capitalista. En todo caso habría que distinguir el poder opresor y las formas incipientes de poderes alternativos que se requieren para construir algo nuevo20.

LAS CONVERGENCIAS 

Un punto en el que he intentado profundizar es en el papel de las convergencias de estos innovadores movimientos. El capitalismo, manteniendo su médula explotadora y deshumanizante, ha ido evolucionando y ha ido revirtiendo los acotamientos que forjaron importantes movimientos del siglo XX. La globalización neoliberal escondió el rostro de los explotadores. La expoliación ha enriquecido a manos llenas a unas elites y ha marginalizado a la gran mayoría de la gente. No obstante, habría que tratar de desentrañar que esa gran masa de marginales en sus innumerables e inimaginables formas de sobrevivencia es de diversas formas funcional al proceso de acumulación de capital. Contribuye a la producción y reproducción del capital en su vida miserable confinada a la informalidad. Encima el capitalismo en los diferentes medios electrónicos bajo su control propicia tanto la alienación como la sumisión y la resignación. No obstante, hay un cemento que se necesita saber encontrar para que el conjunto de los movimientos tenga la capacidad de construir una sociedad alterna al capitalismo, el cual tiene grandes capacidades de dominio, y una de ellas es la de fragmentar a sus oponentes. La capacidad aglutinadora de los movimientos sociales anticapitalistas tiene que ver con las convergencias. 

Las convergencias se han destacado como un importante instrumento de los movimientos sociales anticapitalistas. Además de la construcción de sus propios territorios y espacios, necesitan ensayar otro tipo de espacios en los que puedan encontrarse, comunicarse y reflexionar sus experiencias, encontrar lo diferenciante, pero también los sustratos comunes. Las convergencias resultan los instrumentos para dinamizar sus potencialidades. 

Estos movimientos han incrementando el intercambio de sus propias experiencias para aprender unos de otros, y para dinamizar una mundialización de los oprimidos y explotados que se exprese a nivel local y mundial. En este enfrentamiento con las elites, los movimientos no sólo se encuentran con el Estado sino con los poderes fácticos, y entre ellos uno muy poderoso que es el de los medios electrónicos de comunicación. Los movimientos tienden a visibilizarse por estos medios para poder expandir su influencia; pero dichos medios los tratan de invisibilizar. Otro obstáculo fuerte que enfrentan los movimientos tanto ante el Estado como ante los poderosos medios de comunicación electrónica es la creciente criminalización de la protesta social. 

Las convergencias se inscriben en un proceso donde ya no se puede postulara un actor privilegiado del cambio, sino un conjunto de sujetos diversos y plurales. En vez de un resultado único de tipo universal y homogenizador, hay una distribución más amplia de efectos. Las convergencias incluyen a ese conjunto de sujetos plurales que van coincidiendo, que se van identificando, que van planteando una meta común de transformación. Se trata de una nueva amalgama que supera la dispersión, la fragmentación, y la expresión meramente espontánea con innovadoras formas orgánicas de nuevo tipo. Se va fraguando así un conglomerado diverso y plural.

No cualquier coyuntura es apta para desatar un proceso convergente. Hay momentos en que desde abajo se pueden generar alternativas propias; pero hay otras coyunturas en donde cunde la confusión y el estancamiento. Las convergencias no son lineales ni siempre ascendentes. Tampoco son susceptibles de fraguarse al calor de voluntarismos. No son algo que surja naturalmente. Son fruto de construcciones sociales. Constituyen una especial acción colectiva donde se entrelazan fines, estímulos y campos de acción. Se van fraguando contactos por medios de las mismas luchas que hacen coincidir de alguna forma. Se van tejiendo complejas redes en varios niveles desde lo micro, alcanzando lo meso hasta llegar a lo planetario. Las convergencias pueden adquirir dimensiones muy diferentes. Y en sentido estricto sus nexos más que un anudamiento reticular se parecerían más bien al campo de fuerzas de los átomos. Hay muchas fórmulas orgánicas de las convergencias, y van abonando a la construcción de una cultura política de nuevo tipo. 

Las convergencias están condicionadas y van condicionando una cultura que crea y recrea; corresponden a nuevos comportamientos, a nuevos hábitos, a nuevas prácticas que por medio de su ejercicio consolidan lo nuevo convergente. El reconocimiento la diversidad y la multiplicidad como constitutivo tanto de la lucha para transformar la sociedad como para diseñar una sociedad mejor es parte de esa nueva cultura. No puede haber un sujeto que dirija a los demás. El campo simbólico que propician las convergencias no es el de la exclusión para afirmarse, sino el de la aceptación y reconocimiento pleno de una pluralidad convergente como única posibilidad de ser. Los procesos autogestivos se valoran como opción en contra de los lastres burocratizantes. La cultura convergente es deudora de la experiencia de los movimientos sociales, y conduce a nuevas movilizaciones y movimientos. 

Las convergencias son el resultado de procesos largos, penosos, con avances, estancamientos y aun retrocesos; con no pocas contradicciones. Pero posibilitan florecer lo propio junto con lo próximo y aun lo lejano. Las convergencias, al ser un proceso de aglutinamiento de diferentes componentes, dinamizan la atracción de nuevas unidades. Las convergencias se consiguen en confluencia donde la búsqueda de intereses específicos no atenta contra un objetivo mayor conglutinante. Una condición básica para su existencia es el respeto de las autonomías concurrentes en cooperación. Estrategias autónomas y estrategias convergentes deben coexistir. 

Las convergencias son en cierta medida una apuesta, y no están exentas de la incertidumbre. Se construyen y se mantienen desde las potencialidades desde abajo. Se trata de procesos creados colectivamente, que implican también un aprendizaje de la misma naturaleza. Sus acciones son multidimensionales. Implican representaciones sociales. Van combinando diferentes planos y reconocimientos mutuos de los integrantes. Las convergencias tienen fases. Hay momentos de expresión y otros de soterramiento e hibernación. Pueden perderse también los lazos y desarticularse. Son al mismo tiempo procesos y movimiento. Las convergencias tienen muchos retos internos y externos. Viven una tensión entra la participación y la representación de conglomerados humanos amplios. Las convergencias llevan gérmenes de una sociedad diversa de participación consensual. Pero no habría que olvidar que las convergencias son medios y nunca fines. Muchos movimientos sociales están convencidos de que para acceder a otros mundos posibles en los que imperen la justicia, la libertad, la igualdad y respeto a la vida misma se requiere la construcción de convergencias. El examen de muchos agrupamientos populares lleva a ver que existen indicios de que se están buscando otras formas de hacer política. 

Nada está predeterminado. Los grupos populares en búsqueda de otra política, sin perder su especificidad, sin caer en una estructura orgánica unificadora, se conectan y organizan entre ellos mutuas traducciones para poder entenderse. No se trata de una traducción lineal y vertical sino horizontal e interactiva. Reconocen una pluralidad de instancias epistemológicas. En esa dinámica van deambulando desde una posición ética de responsabilidad colectiva y de liberación solidaria. Se cuidan de no ontologizar situaciones coyunturales. Hay una deslegitimación del capitalismo como una exigencia ética colectiva. Esos grupos viven en múltiples resistencias convergentes en la diversidad. Mientras la lógica del capitalismo neoliberal medra sobre el crecimiento de las desigualdades, los grupos populares en búsqueda de alternativas en su cotidianidad expresan reivindicaciones vitales, existenciales, culturales y no sólo económicas, políticas y sociales. Esos grupos aspiran y ensayan construir otra sociedad que esté en relación armoniosa con la naturaleza. Intentan el predominio del valor de uso sobre el valor de cambio. En sus búsquedas tienen en cuenta la posibilidad de la vida común respetando la sobrevivencia del planeta. Saben que nada tienen asegurado, pero se arriesgan y no quieren seguir viviendo atados al capital, a los partidos, a los poderes fácticos y al Estado. De que lo consigan depende que se logre una alternativa21

A MANERA DE CIERRE 

Lo que perdura en las pistas de mis investigaciones es lo relativo a la construcción de alternativas al capitalismo por medio de diversos sujetos. Evidentemente las clases sociales han recibido importantes variaciones por los cambios del capitalismo. No obstante, la inmensa cantidad de excluidos del trabajo formal siguen siendo expoliados por la acumulación en beneficio de unos cuantos, y persisten siendo oprimidos y dominados por el capitalismo. Ha habido un cambio en cuanto al sujeto capaz de impulsar la transformación. Ya no se puede centrar en un sujeto predeterminado, sino en un conjunto plural y diverso de sujetos. Si en un principio pensé que el instrumento primordial sería un partido unificado de izquierda que pudiera tomar el poder del Estado para impulsar las modificaciones a favor de los oprimidos y explotados y que por lo tanto habría que pugnar por las convergencias partidistas en el ámbito de la izquierda, las investigaciones que he estado realizando me han hecho constatar la existencia de una pluralidad de agrupamientos y movimientos que ya no se plantean la toma del poder estatal, sino que buscan ponerse al margen del capital y del Estado para ir construyendo presentes que se consoliden en futuros viables, no asegurados, pero factibles. También he detectado que estos agrupamientos y movimientos han utilizado las convergencias para transmitirse experiencias y formas de reflexión para acciones similares en la búsqueda cotidiana de una autonomía desde abajo. En este sentido sus nuevas formas de hacer política pretenden terminar con las contradicciones dirigentes-ejecutantes y mandantes-dirigidos. Se trata de la construcción de una democracia radical.

Notas

1 Esto se lo debo al proceso de discusión y análisis al que me han obligado los movimientos que participan en el Seminario sobre Movimientos Sociales, Sujetos y Prácticas.

2 A finales de los años sesenta, un colega argentino me dijo que le extrañaba que en México tuviéramos tan poco espíritu latinoamericano. Esto cambió de manera drástica en la década de los setenta, cuando una importante migración de excelentes investigadores latinoamericanos enriqueció la vida académica mexicana. Las abundantes publicaciones latinoamericanas de los últimos años que describen y analizan los diversos y múltiples movimientos sociales actuales han impactado mis interrogantes.

3 Existe una dialéctica entre el antropólogo como sujeto y los sujetos con quienes interactúa en sus investigaciones. En los últimos años es posible detectar el paso de lo que antes se decía objeto de estudio a lo que es el sujeto de estudio de manera no pasiva. Toda problemática no es sino el despliegue de sujetos interrelacionados. Los zapatistas y los pueblos indígenas, tanto en sus prácticas como en sus planteamientos, han hecho aportaciones para comprender al sujeto (estas reflexiones se podrán consultar en el artículo “Sujeto social y Antropología. Despliegue de subjetividades como realidad y conocimiento” escrito por Jorge Alonso y Rafael Sandoval Álvarez, en una enciclopedia virtual coordinada por Pablo González Casanova que pronto estará abierta al público).

4 ALONSO, J (1976). La dialéctica clases-élites en México, Ediciones de la Casa Chata, México.

5 ALONSO, J (Coord.,) (1976). La coyuntura mexicana 1970-1976, Ediciones CRT, México.

6 ALONSO,J (Coord.,) (2006). La acuitada coyuntura mexicana, Universidad de Guadalajara, Guadalajara.

7 A inicios de la década de los ochenta reuní a un grupo de investigadores sobre el Estado para hacer un seminario y posteriormente un libro sobre las características del Estado mexicano post-revolucionario; a inicios de la década de los noventa volví a conjuntar a un grupo más numeroso para ver los cambios que se habían producido con la política neoliberal. En ese entonces pedí a dos colegas que meauxiliaran en la tarea de realizar un seminario y hacer las discusiones posteriores para la elaboración de una publicación que se editó en cuatro tomos; a inicios del siglo XXI volví a plantear la necesidad de examinar qué había sucedido con el Estado mexicano con la profundización del neoliberalismo y con los fenómenos de la alternancia electoral en el nivel presidencial, y esta vez entre dos coordinadores llevamos a cabo la tarea de hacer el seminario y las tareas de la publicación. Esas publicaciones fueron las siguientes: ALONSO, J (Coord.). El Estado mexicano, Nueva Imagen, México, 1982; ALONSO, J; AZIZ,A&TAMAYO,J (Coords.) (1992). El Nuevo Estado mexicano (4 tomos), Nueva Imagen, México; AZIZ, A & ALONSO, J (Coords.) (2005). El Estado mexicano, herencias y cambios (tres tomos), CIESAS-Miguel Ángel Porrúa, México.

8 Al Partido Socialista de los Trabajadores lo analicé en tres publicaciones: ALONSO,J (1984). El Partido Socialista de los Trabajadores. Un partido con pies de tierra, CIESAS, México; ALONSO,J (1984). “Crepitar de banderas rojas”, Cuadernos de la Casa Chata, nº. 101, México; y ALONSO, J (1986). La tendencia al enmascaramiento de los movimientos políticos, Colección Miguel Othón de Mendizábal, CIESAS, México.

9 ALONSO, J & SÁNCHEZ, S (Coords.,) (1990). “Democracia emergente y partidos políticos”, Cuadernos de la Casa Chata, nºs: 180 y 181, México.

10 ALONSO, J (1995). Por una alternativa a la inequidad, Universidad de Guadalajara, Guadalajara.

11 AZIZ, A & ALONSO, J (1984). “Reforma política y deformaciones electorales”, Cuadernos de la Casa Chata, nº. 102, México.

12 ALONSO, J (1982). “El pueblo ante las elecciones”, Cuadernos de la Casa Chata, nº. 63, México.

13 ALONSO, J (1987). Elecciones en tiempos de crisis, Universidad de Guadalajara, Guadalajara.

14 ALONSO,J&GÓMEZTAGLE,S (Coords.,) (1991). Silvia GómezTagle (coordinadores). Insurgencia democrática: las elecciones locales, Universidad de Guadalajara, Guadalajara.

15 ALONSO, J (1993). El rito electoral, El Colegio de Jalisco-CIESAS, Guadalajara; ALONSO, J (1993). Arrollamientos y menoscabos, Universidad de Guadalajara, Guadalajara.

16 ALONSO, J (1995). El cambio en Jalisco, CIESAS, Universidad de Guadalajara, Guadalajara y CEEJ, 1995; ALONSO, J & TAMAYO, J (Coords.,) (1994). Elecciones con alternativas, CIIHUNAM, México.

17 ALONSO, J (2007), “Democracia traicionada”, Desacatos, nº. 24, mayo-agosto, pp. 73-108.

18 ALONSO,J (2010). “El movimiento anulista en 2009 y la abstención”, Espiral, nº. 47, enero-abril, pp. 9-46.

19 En una gran parte demis escritos he tratado las temáticas de la democracia. Aquí he intentado hacer un apretado resumen de lo que me parece relevante. No obstante, hay algunas publicaciones en donde he desarrollado la discusión sobre la democracia, tanto la que quieren imponer los de arriba, como la que han estado buscando muchos grupos populares dese abajo. Se pueden consultar los siguientes libros:ALONSO,J (2000). Democracia Precaria, ITESO, Guadalajara; ALONSO, J (2002). Democracia Amenazada, ITESO Guadalajara; ALONSO,J&RAMÍREZ,JM(Coords.), (1996); La Democracia de los de abajo enMéxico, CIESAS,Ude G, CIICHUNAM, CEEJ, México; AZIZ, A & ALONSO, J (2006). Campo electoral, espacios autónomos y redes: El ConsejoGeneral del IFE(1996-2005), nº. 1, Cuadernos para la democratización,CIESAS-UV, México; México una democracia vulnerada, México, CIESAS-Miguel Ángel Porrúa, 2009.

20 Ha dado seguimiento a una gran cantidad de movimientos sociales.Afinales de los setenta escudriñé un movimiento urbano popular en ALONSO, J (Ed.). Lucha urbana y acumulación de capital, Ediciones de la Casa Chata, México, 1980.Amediados de los ochenta impulsé varios seminarios para detectar cómo se estaban comportando una gran gama de movimientos populares en el centro del país, y coordiné dos publicaciones, Los movimientos sociales en el Valle de México, México, TomoI, Colección Miguel Othón de Mendizábal, 1986, y Los movimientos sociales en el Valle de México, tomo II, en la misma editorial, 1988. He recapitulado en varias publicaciones los cambios más relevantes en la teorización sobre los movimientos sociales. Esto se encuentra compendiado en un artículo titulado “Las convergencias, instrumento de los movimientos sociales” que publiqué en un libro colectivo en torno al Primer Coloquio Internacional in Memoriam Andrés Aubry, CIDECI Unitierra Ediciones, Chiapas, México, 2009, pp. 111-127.

21 Las convergencias han sido uno de los ejes de muchas de mis investigaciones y publicaciones. Quisiera destacar dos de éstas: ALONSO, J (1990). En busca de la convergencia, Ediciones de la Casa Chata, México; ALONSO, J (2009). “Las convergencias, instrumento de los movimientos sociales” in: VV.AA(2009). Primer Coloquio Internacional in Memoriam Andrés Aubry, Ed. cit., pp. 111-127.

Referencias

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2. ALONSO, J (Coord.,) (1976). La coyuntura mexicana 1970-1976. Ediciones CRT, México.        [ Links ]

3. ALONSO,J (Coord.,) (2006). La acuitada coyuntura mexicana. Universidad de Guadalajara, Guadalajara.        [ Links ]

4. ALONSO, J & SÁNCHEZ, S (Coords.,) (1990). “Democracia emergente y partidos políticos”. Cuadernos de la Casa Chata, nºs: 180 y 181, México.        [ Links ]

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6. AZIZ, A & ALONSO, J (1984). “Reforma política y deformaciones electorales”. Cuadernos de la Casa Chata, nº. 102, México.        [ Links ]

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12. ALONSO, J (2007), “Democracia traicionada”. Desacatos, nº. 24, mayo-agosto, pp. 73-108.        [ Links ]

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