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Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales

versión impresa ISSN 20030507

Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales v.11 n.1 Caracas ene. 2005

 

REFERENDO REVOCATORIO  ELECCIONES REGIONALES EN VENEZUELA: GEOGRAFÍA ELECTORAL

DE LA POLARIZACIÓN

Luis E. Landera

Margarita López Mayab

aFacultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela.

bCentro de Estudios del Desarrollo (Cendes) de la Universidad Central de Venezuela

Resumen

En este artículo se presentan resultados del referendo revocatorio presidencial y de las elecciones regionales del 31 de octubre, que ponen de relieve la continuidad de la extrema polarización política entre sectores sociales con distintos niveles de ingreso, expresada territorialmente, desde al menos los comicios de 1998. Comienza con un breve relato del proceso que desembocó en el acto del referendo revocatorio del 15 de agosto. En segundo lugar, aparece información sobre los resultados de ese referendo presidencial y de las elecciones regionales, discriminados regional y localmente, que ilustran el fenómeno de la polarización. En ese mismo aparte se contrastan esos resultados, con las elecciones nacionales de 1998 y 2000 para mostrar la persistencia desde entonces de esa polarización. En tercer lugar se exponen elementos para una explicación sobre este fenómeno y sus negativas implicaciones en la dinámica sociopolítica venezolana. Concluye el artículo señalando algunos desafíos que deberán enfrentarse para amainar la confrontación y reconstruir una sociedad más socialmente integrada.

Palabras clave: Chávez, polarización, referendo revocatorio, elecciones regionales.

Summary

The Recall Referendum and Regional Elections in Venezuela: An Electoral Geography of Political Polarization

This article presents the results of the recall referendum in August 2004 and of the regional elections on the 31st of October, highlighting the persistence of a profound political polarization between different social sectors distinguished by their income levels and finding expression in the territorial distribution of the votes –more or less constant since at least 1998. The authors begin with a brief sketch of the process leading up to the recall referendum before analyzing the results of both electoral processes. The results are then compared with those of the national elections of 1998 and 2000 in order to demonstrate the degree of continuity. After indicating elements that help to explain the extreme polarization and its negative effects on the socio-political dynamics in Venezuela, the article concludes by suggesting some of the challenges to be faced if the confrontation is to be reduced and the possibility of a more integrated society realized.

Key Words: Chávez, Polarization, Recall Referendum, Regional Elections.

Recibido: 21-09-2004 Aceptado: 29-10-2004

El domingo 15 de agosto, como buena parte de los venezolanos y venezolanas, nos tocó hacer demoradas colas –de más de cinco horas– para ejercer nuestro derecho al voto en el referendo revocatorio presidencial. Ese referendo fue convocado de acuerdo con lo establecido en el artículo 72 de la Constitución de 1999 que comienza diciendo: "Todos los cargos y magistraturas de elección popular son revocables". La pregunta que se nos convocó a responder con un SÍ o un NO fue: "¿Está usted de acuerdo con dejar sin efecto el mandato popular, otorgado mediante elecciones democráticas legítimas al ciudadano Hugo Rafael Chávez Frías, como presidente de la República Bolivariana de Venezuela para el actual periodo presidencial?". Nuestros centros de votación están ubicados en el sureste de Caracas, uno en la urbanización Los Chaguaramos y el otro en Santa Mónica. A lo largo de esas horas, inevitablemente escuchamos las conversaciones y opiniones de los compañeros de cola. SÍ hubiésemos extrapolado linealmente lo recogido en esos comentarios, tendríamos que haber concluido que la opción del SÍ no podía sino salir victoriosa de la consulta y que el presidente Chávez sería removido de su cargo. En efecto, al revisar los resultados obtenidos en esos centros de votación, la opción del SÍ acaparó el 74,7% y el 75,9% respectivamente. Nosotros, que votamos por el NO, fuimos ampliamente derrotados por nuestros vecinos. Pero, como tantas veces ya se ha dicho, en años recientes Venezuela está viviendo una situación de extrema polarización política, que es expresión de la brecha social profundizada durante los últimos veinticinco años y que todavía no se ha superado. Esta polarización tiene manifestaciones territoriales innegables, especialmente en los principales centros urbanos del país. En áreas de Caracas distintas a las de nuestro lugar de residencia, más pobres y densamente pobladas, los resultados parecían la imagen invertida en un espejo, aproximadamente 75% por el NO y 25% por el SÍ. Allí nadie dudaba del triunfo arrasador del NO. Al final, no fue tan arrasador el triunfo del NO, aunque sí contundente: de cerca de 60%. Sin embargo, para los electores que optaron por revocarle el mandato al Presidente les ha resultado difícil convencerse que sus entornos familiares, de amistades, geográficos y de trabajo no expresan la mayoría política del país. Hay otro conjunto de factores que se conjugan para sostener este espejismo, pero sin duda la polarización en las múltiples dimensiones de la vida social constituye su principal caldo de cultivo.

El 31 de octubre fuimos nuevamente convocados a votar. En esa oportunidad elegimos los gobernadores de estado, los alcaldes de municipios, los diputados a los consejos legislativos y los alcaldes mayores y concejales a los dos distritos metropolitanos existentes en el país: el de Caracas y el del Alto Apure. Para esta segunda elección hubo en general menos colas, producto de una mayor abstención y mejoría en la ingeniería de las mesas, por lo que no tuvimos tiempo para palpar el sentir de los votantes en nuestras mesas. Aunque hubo en algunos pocos estados y municipios tensiones posteriores a los comicios, los resultados dados por Consejo Nacional Electoral (CNE) y sus oficinas regionales fueron en esa ocasión menos cuestionados y, como veremos, se reproducen resultados polarizados similares a los obtenidos en el revocatorio presidencial.

En este artículo se presentan resultados del revocatorio presidencial y de las elecciones regionales del 31 de octubre que ponen de relieve la continuidad de la extrema polarización política entre sectores sociales con distintos niveles de ingreso, expresada territorialmente, desde al menos los comicios de 1998. En primer lugar, presentaremos un breve relato del proceso que desembocó en el acto del referendo revocatorio del 15 de agosto. En segundo lugar, información sobre los resultados de ese referendo presidencial y las elecciones regionales, tanto nacionales como de una selección de municipios y/o parroquias de distintas ciudades del país, que ilustran el fenómeno de la polarización. En ese mismo aparte se contrastan los resultados de estas elecciones de 2004, con las elecciones nacionales de 1998 y 2000 donde se muestra la persistencia desde entonces de esa polarización. En tercer lugar, exponemos elementos para una explicación sobre este fenómeno y sus negativas implicaciones en la dinámica sociopolítica venezolana, para concluir señalando algunos desafíos que deberán enfrentarse para amainar la confrontación y reconstruir una sociedad socialmente más integrada.

Algunos antecedentes

Luego del fallido golpe de Estado y del derrotado paro petrolero que procuraron deponer al presidente Chávez por vías extraconstitucionales, desde febrero de 2003 sectores mayoritarios de la oposición política concentraron sus esfuerzos en alcanzar, a toda costa, la realización de un referendo revocatorio presidencial. En mayo de 2003 gobierno y oposición, con los auspicios de la OEA, el Centro Carter y el PNUD, firmaron un acuerdo donde se comprometieron a encontrar una salida a la crisis política dentro de las pautas establecidas por la Constitución de 1999. En el punto 12 de ese acuerdo, explícitamente se comprometieron a respetar y seguir los requisitos del artículo 72 de la Constitución, que se refiere a los referendos revocatorios, y, en el punto 13, a hacer esfuerzos para designar a los miembros de un nuevo Consejo Nacional Electoral (v. Acuerdo, 2003). Este acuerdo abrió cauces para que la intensa conflictividad vivida desde fines de 2001 pudiera comenzar a procesarse por vías pacíficas e institucionales.

En el segundo semestre de 2003 fueron designados los integrantes del Consejo Nacional Electoral (CNE), poder público responsable de conducir los procesos electorales en el país. En ese momento, las designaciones hechas fueron reconocidas y bien recibidas tanto por las organizaciones simpatizantes del gobierno, como por las de la Coordinadora Democrática (CD), que agrupa a las fuerzas de oposición. Siendo el referendo un mecanismo de democracia participativa inédito, entre las primeras tareas que tuvo que cumplir el CNE fue la elaboración de un reglamento que pautara los procedimientos que permitiesen su implementación. También contó este reglamento, aprobado por unanimidad en el CNE, con un muy amplio respaldo de las partes.

La recolección de firmas para solicitar los referendos revocatorios de diputados, oficialistas y de oposición, y del Presidente se realizaron en dos fines de semana consecutivos, entre noviembre y diciembre de ese año, y en sana paz. Las firmas para el referendo presidencial fueron entregadas con retraso y cuando le correspondió al CNE, a inicios de 2004, ejercer sus funciones de árbitro, comenzaron los problemas.

En el reglamento aprobado quedó claro que cada solicitante debía completar sus datos de manera "personalísima" (CNE, 2003a). Se estableció que en casos excepcionales por discapacidad del firmante, éste podía ser asistido y que en tal situación debía colocarse una nota (CNE, 2003b). Ese procedimiento fue ampliamente destacado tanto en la propaganda institucional de CNE como en la de la oposición promotora del evento. Sin embargo, al revisar el CNE las firmas entregadas, se encontró con decenas de miles de datos y firmas de caligrafía similar sin nota alguna. Esta situación se presentó tanto en las firmas recogidas para el referendo presidencial como para los revocatorios de diputados oficialistas o de oposición. El 24 de febrero, el CNE tomó la decisión –por mayoría de 3 de los 5 rectores que lo integran– de someter a la observación de la Comisión Técnica Superior (CTS) del Poder Electoral más de 1.480.000 firmas. Si bien la OEA y el Centro Carter criticaron inicialmente la metodología utilizada para seleccionar las firmas a ser observadas, terminaron respaldando esta decisión del CNE. El anuncio del CNE suscitó un vehemente rechazo por parte de la CD, que llamó a desobediencia civil lo que desencadenó cinco días de violencia en algunas ciudades del país, suceso conocido como "La guarimba", "El guarimbazo" o "El plan guarimba" (v. Provea, 2004). Con estos nombres el Bloque Democrático (BD), grupo disidente de la CD, promovía, entre otras vías por internet y desde hacía varios meses, una acción de protesta o de "desobediencia civil" que consistía en el masivo cierre de calles –con basura, neumáticos, carros– frente o cerca del hogar de cada manifestante. Su objetivo era provocar una situación generalizada de anarquía y violencia que incitara la intervención de la Fuerza Armada para derrocar al Presidente, objetivo que no fue alcanzado. Aunque la CD nunca reconoció vinculación alguna con la propuesta del BD, la similitud de las acciones de protesta esos días generalizó el uso del nombre con que circuló por internet. El 2 de marzo el CNE, luego de oír la opinión de la CTS y por decisión nuevamente dividida, acordó someter a ratificación o "reparo" 876.017 de las firmas bajo observación (López Maya, 2004a).

La CD terminó aceptando cumplir con lo pautado por el CNE, y las fechas para los reparos fueron fijadas y cumplidas sin mayores contratiempos. El 3 de junio el CNE dictaminó que el número de firmas recogidas y validadas cumplían con lo pautado en el artículo 72 de la Constitución y fijó para el 15 de agosto la realización del referendo revocatorio presidencial.

El proceso que llevó a la activación de este referendo significó para la oposición un triunfo político; en especial, fue un triunfo para sectores de vocación democrática, que hasta ese momento habían tenido relativamente poco peso dentro de la CD. Esos grupos insistieron en que ir hasta el final con el revocatorio constitucional –aceptando el proceso de reparo de las firmas de caligrafía similar– era políticamente conveniente y podía resultar exitosa. Muy a regañadientes partidos como Primero Justicia, Proyecto Venezuela o La Causa R, o radicales como Gente de Petróleo, terminaron apoyando este proceso.

Por parte de las organizaciones y bases del gobierno, en las horas previas e inmediatamente siguientes al anuncio del CNE, se hicieron evidentes tensiones y contradicciones internas e incluso se vivieron estallidos de violencia política en el centro de la ciudad de Caracas. La situación quedó rápidamente conjurada cuando el presidente Chávez, en una pensada, hábil y certera cadena oficial por todos los medios radiofónicos y televisivos, aceptó la decisión del CNE y convocó a sus bases a organizarse y prepararse para ese referendo. El Presidente, en esa alocución, rodeado de símbolos religiosos e históricos, se abrogó como su particular triunfo político la Constitución de 1999 y el referendo revocatorio presidencial que ahora se activaba contra él. Evocó la histórica batalla de Santa Inés de la Guerra Federal venezolana del siglo xix, para explicar a sus bases la importancia del evento electoral que enfrentarían y la estrategia a usar. Finalmente, acudió a un muy conocido, emblemático y hermoso poema llanero –Florentino y el diablo–, identificándose él y los suyos con Florentino, y a la CD con el diablo, para dar la imagen más ilustrativa posible de la magnitud de la tarea que tenían por delante.

Resultados del 15 de agosto y del 31 de octubre

Como ya señalamos, el acto del evento revocatorio discurrió en paz. Largas colas y muchas horas de paciente espera fueron alabadas por la observación internacional como muestra de espíritu cívico. En dos oportunidades el CNE prorrogó el cierre de los centros de votación ante la magnitud de las colas. Finalmente el cierre oficial ocurrió a medianoche, aunque algunos centros, sobre todo en sectores populares, continuaron votando. Gracias a la automatización de la mayoría de los centros, a las 4 de la madrugada del día 16, el CNE pudo emitir su primer boletín oficial mostrándose ya unas tendencias irreversibles. El NO triunfaba sobre el SÍ en una relación cercana a 60:40. Pocos días después fueron anunciados los resultados definitivos. Estos resultados fueron respaldados por todos los observadores internacionales entre los que se contaron el Centro Carter y la OEA (Centro Carter, 2004; y OEA, 2004). En el primer cuadro que presentamos se recoge el resultado porcentual tanto nacional como por estados proporcionados hasta la fecha por el CNE. Como se ve allí, en 23 de los 24 estados del país la opción del NO resultó vencedora. En el estado Nueva Esparta, que en el cuadro aparece un empate, el SÍ ganó por 113 votos, en un universo de poco más de 230.000 votos.

Por otra parte, en el cuadro 2 que sigue se recogen los resultados porcentuales de algunas ciudades, municipios, parroquias y centros electorales de votación del país. Aunque el CNE no proporciona información, no tiene cómo proporcionarla, sobre el comportamiento electoral de los distintos sectores socioeconómicos, en el cuadro se muestra ese comportamiento para municipios, parroquias o centros que aglomeran poblaciones de composición socioeconómica bastante homogénea, en unos casos de ingresos bajos y en otros de ingresos medios y altos.

Cuadro 1

REFERENDO PRESIDENCIAL 2004

 

NO

(%)

SI

(%)

Nulos

(%)

Nacional

59,1

40,6

0,3

Amazonas

70,3

28,9

0,8

Anzoátegui

54,1

45,6

0,3

Apure

67,6

32,1

0,3

Aragua

68,0

31,9

0,1

Barinas

69,2

30,4

0,4

Bolívar

66,4

33,3

0,3

Carabobo

56,8

43,1

0,1

Cojedes

67,0

32,6

0,4

Delta Amacuro

70,4

28,6

1,0

Distrito Capital

56,0

44,0

0,0

Falcón

57,2

42,2

0,6

Guárico

71,0

28,8

0,2

Lara

64,8

35,0

0,2

Mérida

53,8

45,8

0,4

Miranda

50,9

49,0

0,1

Monagas

61,0

38,8

0,2

Nueva Esparta

50,0

50,0

0,0

Portuguesa

72,9

26,4

0,7

Sucre

66,9

32,6

0,5

Táchira

50,6

49,1

0,3

Trujillo

66,3

33,2

0,5

Vargas

64,2

35,6

0,2

Yaracuy

60,2

39,4

0,4

Zulia

53,1

46,6

0,3

Fuente: CNE (2004a), www.cne.gov.ve.

Como puede observarse, la selección hecha ilustra el comportamiento polarizado de electores de condiciones socioeconómicas opuestas. Caracas, Maracaibo, Valencia y Barquisimeto son una buena muestra representativa de los más importantes centros urbanos del país. Aunque la opción del NO ganó en prácticamente todas las entidades federales del país, en algunas de las ciudades más importantes fue el SÍ el voto predominante. Tal es el caso de Caracas, Maracaibo y Valencia que aparecen en el cuadro. En Barquisimeto, también seleccionada, el NO resultó triunfador, pero en un porcentaje menor al obtenido por esa opción en todo el estado Lara. Esto muestra que el proyecto bolivariano tiene más hondo arraigo en las zonas socioeconómicas más rezagadas. Dentro de las ciudades mismas, el comportamiento electoral está también muy social, y espacialmente, determinado. El cuadro contrasta municipios o parroquias de áreas urbanas de distinta composición social. Vemos allí que mientras en los sectores de elevados ingresos la votación por el SÍ fue apabullante, llegando a alcanzar, como en un centro de la urbanización La Lagunita, en el municipio El Hatillo del sureste de Caracas, porcentajes cercanos a 95%, en sectores pobres, la proporción se invierte. En el centro Germán Rodríguez de la parroquia Antímano, en el municipio Libertador al oeste de Caracas, el voto por el NO superó 93%. Aun en ciudades como Barquisimeto, donde el NO triunfó, la diferencia de comportamiento entre los centros ubicados en sectores de ingresos medios y altos, y los localizados en barrios populares mantiene la misma tendencia.

Cuadro 2

REFERENDO PRESIDENCIAL 2004

 

NO

SI

Nacional

59,1

40,6

Zona Metropolitana de Caracas

48,7

51,3

Municipio Libertador

56,0

44,0

Parroquia Antímano*

76,7

23,3

Centro Germán Rodríguez*

86,5

13,5

Parroquia San Pedro**

28,0

72,0

Centro Colegio Sta. Elvira**

24,1

75,9

Centro Iutirla**

25,3

74,7

Municipio Baruta**

20,6

79,4

Parroquia El Cafetal**

9,3

90,7

Municipio Chacao**

20,0

80,0

Municipio El Hatillo**

17,9

82,1

Centro Club La Lagunita**

5,7

94,3

Municipio Sucre

47,1

52,9

Parroquia La Dolorita*

73,1

26,9

Parroquia Leoncio Martínez**

21,8

78,2

Estado Zulia

53,1

46,6

Municipio Maracaibo (Maracaibo)

47,9

52,1

Parroquia Ildefonzo Vasquez*

67,4

32,6

Parroquia Olegario Villalobos**

26,3

73,7

Estado Carabobo

56,8

43,1

Municipio Valencia (Valencia)

47,6

52,4

Parroquia Santa Rosa*

62,0

38,0

Parroquia San José**

14,1

85,9

Estado Lara

64,8

35,0

Municipio Iribarren (Barquisimeto)

60,9

39,1

Parroquia Unión*

72,5

27,5

Parroquia Santa Rosa**

40,5

59,5

* Municipios, parroquias o centros donde predominan sectores populares.

** Municipios, parroquias o centros donde predominan sectores medios o altos.

Fuente: CNE (2004a), www.cne.gov.ve.

Con mucha claridad, en cada una de esas ciudades aparece el nivel de ingreso como determinante en la orientación del voto.

Las elecciones regionales, por mandato legal, debieron de haberse realizado en el mes de julio, pero fueron pospuestas para finales de octubre al priorizarse la realización del referendo revocatorio presidencial. Los resultados de esas elecciones regionales podemos verlas en el cuadro 3. Se recogen allí los porcentajes de votos obtenidos por los dos candidatos principales a las gobernaciones de 22 de los 23 estados del país. En el estado Amazonas no hubo elección a gobernador porque el período del funcionario en ejercicio no ha culminado. En muchos estados los partidos y fuerzas sociales que apoyan al gobierno o las de oposición no pudieron presentar candidatos únicos para cada uno de los bloques. Sin embargo, funcionó el ahorro del voto y la polarización entre los dos candidatos con más opción se hizo presente. El Presidente además oficializó los candidatos de su preferencia. En la oposición, por carecer de un liderazgo reconocido por todos, algo similar no podía suceder.

Cuadro 3

ELECCIONES REGIONALES 2004 (%)

 

CHAVISTA

OPOSITOR

Anzoátegui

57,4

42,3

Apure

66,9

27,5

Aragua

68,0

22,1

Barinas

76,3

13,9

Bolívar

58,8

37,4

Carabobo

51,3

48,0

Cojedes

56,1

36,3

Delta Amacuro

61,3

37,1

Distrito Capital

72,7

26,9

Falcón

59,5

36,6

Guárico

78,5

18,8

Lara

73,6

18,7

Mérida

60,8

21,7

Miranda

51,9

48,1

Monagas

58,3

41,4

Nueva Esparta

43,5

51,3

Portuguesa

60,0

34,7

Sucre

62,2

35,7

Táchira

57,5

39,9

Trujillo

54,3

28,1

Vargas

55,2

19,3

Yaracuy

50,7

47,4

Zulia

44,4

54,0

Fuente: CNE (2004b), www.cne.gov.ve.

Como ya señalamos, en algunos estados hubo más de dos candidatos, razón por la cual la suma de los dos porcentajes dados en el cuadro anterior no siempre da 100. Además, entre los votos válidos, base para la determinación de los porcentajes del cuadro, deben contabilizarse los nulos y los en blanco. Los resultados del Distrito Capital corresponden a los obtenidos por los candidatos Juan Barreto (chavista) y Claudio Fermín (oposición-AD) para la Alcaldía Metropolitana que constituye sólo una parte del electorado de esa alcaldía.

Repitamos ahora un cuadro similar al 2, pero con resultados de las elecciones regionales. En los municipios, parroquias y centros electorales de la Zona Metropolitana de Caracas, los porcentajes de votación corresponden a las de la Alcaldía Metropolitana para que podamos compararlas directamente. En el resto del cuadro los resultados corresponden a las elecciones de gobernadores. El único estado donde los resultados en las elecciones regionales discrepan con los obtenidos en el referendo presidencial fue el estado Zulia. Allí los resultados prácticamente se invierten. Estos resultados son explicables por el fuerte liderazgo regional que ejerce el gobernador Manuel Rosales, quien iba a la reelección. Los dos resultados parecen mostrar un respaldo mayoritario en ese estado tanto al Presidente como al gobernador, aunque sean de tendencia política distinta.

Puede observarse que el comportamiento electoral en las elecciones regionales es similar al observado durante el referendo de agosto. Hubo sí en esta oportunidad mayor abstención. Mientras que para el referendo la abstención nacional registrada alcanzó 30,1%, en las elecciones regionales subió a 54,3%. Diversas argumentaciones se han usado para explicar este salto. Históricamente es comprobable que en las elecciones regionales la participación de los electores es siempre menor que en elecciones presidenciales. Además, como ya mencionamos, los resultados del referendo de agosto fueron inicialmente fuertemente cuestionados por la CD, y lo continuaron siendo por grupos radicalizados de oposición. Algunos de estos grupos continuaron promoviendo activamente la abstención para las elecciones de octubre. Puede haber también contribuido a la abstención el descontento con los candidatos presentados y las formas de su selección. La abstención registrada para los comicios regionales no alcanzó, sin embargo, en general cifras alarmantes.

El comportamiento polarizado observado en estos dos procesos electorales recientes no es novedoso. Desde las elecciones presidenciales de 1998, con cambios de énfasis, el comportamiento electoral de los venezolanos ha estado fuertemente determinado por la condición socioeconómica. En el cuadro siguiente podemos observar ese comportamiento en los municipios de Caracas que concentran los habitantes de mayores ingresos en varios procesos realizados desde entonces, y que son contrastantes con los resultados nacionales.

Cuadro 4

ELECCIONES REGIONALES 2004 (%)

 

CHAVISTA

OPOSITOR

Zona Metropolitana de Caracas

60,3

39,3

Municipio Libertador

72,7

26,9

Centro Colegio Sta. Elvira**

38,0

62,0

Centro Iutirla**

40,4

59,6

Parroquia Antímano*

89,0

10,7

Centro Germán Rodríguez*

93,1

6,9

Parroquia San Pedro**

41,8

57,7

Centro Colegio Sta. Elvira**

38,0

62,0

Centro Iutirla**

40,4

59,6

Municipio Baruta**

23,6

76,2

Parroquia El Cafetal**

10,1

89,8

Municipio Chacao**

22,2

77,5

Municipio El Hatillo**

19,0

80,8

Centro Club La Lagunita**

7,0

93,0

Municipio Sucre

57,2

42,5

Parroquia La Dolorita*

79,9

19,8

Parroquia Leoncio Martínez**

27,9

71,5

Estado Zulia

44,4

54,0

Municipio Maracaibo (Maracaibo)

40,3

57,4

Parroquia Ildefonzo Vasquez*

52,7

45,3

Parroquia Olegario Villalobos**

23,5

74,2

Estado Carabobo

51,3

48,0

Municipio Valencia (Valencia)

46,3

53,0

Parroquia Santa Rosa*

57,8

41,4

Parroquia San José**

13,2

86,3

Estado Lara

73,6

18,7

Municipio Iribarren (Barquisimeto)

75,1

16,6

Parroquia Unión*

82,1

11,6

Parroquia Santa Rosa**

60,7

28,9

* Municipios, parroquias o centros donde predominan sectores populares.

** Municipios, parroquias o centros donde predominan sectores medios o altos.

Fuente: CNE (2004b), www.cne.gov.ve.

Los votantes de los municipios Baruta, Chacao y El Hatillo constituyen aproximadamente un sexto de la totalidad de la Zona Metropolitana de Caracas. En otro de los cinco municipios, Sucre, otro sexto y en Libertador, las restantes cuatro sextas partes de los votantes. Estos dos últimos municipios son más socioeconómicamente heterogéneos que los tres primeros. Pero hay que destacar que en el municipio Libertador, el más grande de los cinco, con cerca de un millón de votantes, hay predominio notorio de sectores populares. Con variantes, este fenómeno de segregación socio-espacial se repite en otras ciudades de Venezuela, replicando el mismo comportamiento electoral. Nótese que, desde las elecciones de 1998, mientras nacionalmente el apoyo al presidente Chávez y las fuerzas sociopolíticas que lo respaldan tiende a estabilizarse en términos porcentuales y a incrementarse en cifras absolutas, en los tres municipios señalados el rechazo al Presidente y su proyecto se acentúa.

Cuadro 5

CHÁVEZ

OTROS

Votos

%

votos

%

Nacional

3.673.685

56,2

2.863.121

43,8

Baruta

34.995

29,0

85.511

71,0

Chacao

12.597

30,0

29.379

70,0

El Hatillo

5.372

23,7

17.323

76,3

Elecciones 2000

Votos

%

votos

%

Nacional

3.757.773

59,8

2.530.805

40,2

Baruta

23.827

22,0

84.686

78,0

Chacao

9.651

24,5

29.803

74,5

El Hatillo

3.981

18,4

17.716

81,6

NO

SI

Votos

%

votos

%

Nacional

5.619.954

58,9

3.872.951

40,6

Baruta

29.513

20,6

113.679

79,4

Chacao

9.897

20,0

39.542

80,0

El Hatillo

5.298

17,9

24.246

82,1

CHAVISTA

OPOSITOR

Votos

%

Votos

%

Zona Metropolitana de Caracas

388.356

60,3

252.881

39,3

Baruta

17.942

23,6

58.002

76,2

Chacao

6.132

22,2

21.433

77,5

El Hatillo

3.069

19,0

13.029

80,8

Fuente: López Maya y L. Lander (2000a) y CNE (2000, 2004 a y b), www.cne.gov.ve.

De la exclusión social a la polarización política

Desde sus mismos inicios, en 1999, el gobierno de Chávez ha sido entre muchas otras cosas estigmatizado como propiciador de la división y el odio social. Pero la polarización política que hemos vivido desde la campaña electoral de 1998 es expresión de una aguda segregación socioeconómica que hunde sus raíces en procesos de muy larga data. Procesos de exclusión, similares a los padecidos por otros países de América Latina, se remontan a nuestra historia de conquista y colonización que posteriormente casi doscientos años de vida republicana no han logrado superar. En el último cuarto del siglo xx se sobrepuso a lo anterior un proceso de retracción económica y descomposición social. Para enfrentar ese deterioro socioeconómico, también a semejanza de otros países de la región, se implementaron programas de ajuste de orientación neoliberal, que no hicieron más que ahondar la brecha en la distribución de la riqueza y retrajeron al Estado en sus funciones básicas de garantizar condiciones mínimas de integración social a las mayorías de la población, profundizando la exclusión económica, social, cultural y política.

A lo largo de los años 80 y 90, los venezolanos retiraron crecientemente su confianza a la democracia representativa y sus actores hegemónicos. Su incapacidad para encontrar respuestas creativas a la crisis, su creciente insensibilidad social ante el agravamiento de la exclusión de las grandes mayorías, su ensimismamiento en una realidad cada vez más reducida a sus entornos privados y privilegiados, impulsaron un rechazo de la política, y de los políticos, que dominó en el clima de esos años. Con la masacre de El Amparo de 1988 y el Caracazo de 1989, episodios que pusieron al desnudo la descomposición de la democracia, la sociedad tomó distancia frente a los partidos y los rechazó, comenzando el ciclo irreversible de su deslegitimación. En este contexto comenzaron a emerger actores y proyectos alternativos dentro del juego democrático, que expresaban, a diferencia del pasado, una lógica más de clase que pluriclasista. En 1998, luego de que el gobierno de Rafael Caldera no satisficiera las expectativas creadas, los venezolanos optaron por un cambio más radical. En diciembre le dieron el triunfo a Chávez y al Polo Patriótico, portadores de un discurso antineoliberal y populista radical, con lo cual se produjo una modificación sustantiva de la lucha hegemónica precedente, al producirse el predominio político de actores nuevos, portadores de un proyecto alternativo al que había prevalecido hasta entonces.

Con la instalación del nuevo gobierno en 1999, el proyecto político "bolivariano", comienza a materializarse. Primero en la Constitución de 1999 y luego en el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2001-2007 y otras leyes y normativas. Luego de los intentos por desarrollar en los lustros previos un proyecto político de orientación y de intereses cercanos al neoliberalismo y a factores de poder hegemónicos en el mundo, este cambio generó una reacción de aguda conflictividad política. Improvisaciones, torpezas y tendencias autoritarias del gobierno de Chávez entre 1999 y 2001 se combinaron para añadir más leña a este fuego y contribuyeron a inclinar a sectores medios y sus principales formas organizadas hacia el bloque opositor. A fines de 2001, con la exitosa realización de un primer paro cívico nacional convocado por Fedecámaras, los actores opuestos al proyecto bolivariano de Chávez y sus fuerzas sociales y políticas lograron unificarse y emprendieron estrategias de naturaleza principalmente insurreccional para modificar a su favor la cristalización hegemónica ahora presente en el Estado.

Desde entonces, pasando por otros paros cívicos, un golpe de Estado, un paro sabotaje petrolero de dos meses y los cierres de calles violentos o "guarimbazos", se llega, con el apoyo de actores internacionales como el Centro Carter y la OEA, al proceso de referendo revocatorio presidencial, contemplado en el artículo 72 de la Constitución de 1999. Este proceso abrió la expectativa de la posibilidad de acotar la actividad política a canales legítimos. Sin embargo, al darse los resultados emitidos por el CNE, sectores mayoritarios de la oposición optaron por denunciar un supuesto fraude y desconocer al poder electoral, decisión cuyos costos políticos pagarían en los comicios regionales y locales del 31 de octubre.

Los resultados del referendo y de los comicios regionales nos mostraron de nuevo que somos una sociedad fragmentada en dos pedazos, cuyos límites económicos, sociales, espaciales, culturales y políticos se trazan principalmente desde una lógica de clase. Quien es pobre es chavista, pues allí tiene la esperanza de un cambio para él o para sus hijos; el discurso y el proyecto bolivariano lo incluyen, le dan una identidad y una pertenencia desde la cual puede moverse en un planeta cada vez más globalizado por el capital financiero transnacional. Si es de la clase alta o "rico", es antichavista, pues allí le prometen un imaginario "occidental" y "moderno" que es fundamentalmente blanco anglosajón y con el cual se identifica plenamente. La democracia que comparte es la "liberal". Los dirigentes de la oposición son sus pares, confía en que ellos resguardarán sus propiedades y libertades ante las amenazas de las "turbas". Ese imaginario le hace sentir cosmopolita, ciudadano del mundo. Las clases medias se inclinan por uno u otro polo, pero sus organizaciones más visibles y poderosas tomaron el camino de la oposición. Los sectores medios y altos, conformados en los últimos veinticinco años en sus territorios urbanos incomunicados con los sectores populares, educados en sus colegios privados, buena parte de ellos católicos, graduados en universidades que hoy atienden, aun las públicas, pocos estudiantes de origen humilde. Rodeados por un entorno familiar y de trabajo afín, donde los pobres son cada vez más una especie remota, terminan por confundir su realidad con la realidad, su país con el país. Los medios de comunicación se encargan de acentuar esta perversión, sobre todo en estos últimos años, donde un mundo parcial y deformado se presenta ante nuestros ojos cada vez que sintonizamos canales privados de televisión. Mientras tanto, con todos sus defectos y deficiencias, desde el canal del Estado, que esto sectores sintonizan poco, ha venido emergiendo otro país, lleno de componentes mestizos, indígenas y mulatos, pleno de diversidad cultural y pobreza, un país que estaba escondido y silencioso, y que ahora marcha triunfante por las calles porque es mayoría. ¿Cómo restañar la brecha que se ha abierto entre estos dos países para converger en un proyecto común de futuro?

Consideraciones finales

La geografía electoral ratificada una vez más por los resultados de 2004 muestra la profunda polarización política vivida en Venezuela desde al menos 1998. Ella es el producto de los estragos dejados por décadas de regresión socioeconómica y descomposición política que han sido las consecuencias más perniciosas de la globalización neoliberal en la periferia del capitalismo. Pero quizás a diferencia de otras sociedades, que en la segunda mitad del siglo xx cayeron en formas autoritarias y terroristas de gobierno, en Venezuela a finales de siglo se experimentó la decadencia de la democracia representativa en todos sus componentes, empujando a la sociedad a la búsqueda de alternativas, que hasta la fecha no han implicado rupturas con la democracia. Esas alternativas se expresan desde 1998 principalmente en dos proyectos políticos sustentados por los más relevantes actores y que hasta hoy se mantienen en permanente confrontación. Como ya se señaló, está por un lado el proyecto bolivariano de Chávez y las fuerzas sociales y políticas que lo apoyan, que han buscado representar principalmente los intereses de sectores de extracción popular. Y por otro lado, aunque la oposición es un universo heterogéneo ideológica y políticamente, en los documentos oficiales de la CD ha sido dominante un proyecto más cercano al neoliberalismo y a los poderes hegemónicos mundiales, propugnado por una alianza de fuerzas que quieren expresar los intereses de sectores sociales de ingresos medios y altos (CTV y Fedecámaras, 2002; Coordinadora Democrática, 2002, 2003 y 2004).

El presidente Chávez, las fuerzas políticas que lo apoyan y el proyecto que desarrollan deben ponerse al servicio de las ineludibles tareas de reconciliación e integración social. Para ello, los desafíos se presentan desde distintas dimensiones y ámbitos espaciales, y temporales. El rescate del Estado y su institucionalidad aparece como uno de los más importantes, en el sentido de la necesaria construcción de una institucionalidad pensada para la inclusión, la justicia, la integración social y la profundización de la democracia. Asimismo, la recuperación de la educación pública, como espacio donde se propicie el encuentro de la diversidad social y se inculquen los referentes simbólicos y culturales que permitan compartir la vida social en paz, dentro de las diferencias. La recuperación física de las ciudades como espacios públicos para el encuentro, como los sitios donde la democracia participativa se ejercita. La cultura es otro espacio propicio para la integración social. Si bien celebramos que con las actuales políticas públicas en el campo de la educación y la cultura, bienes culturales estén llegando a sectores que nunca tuvieron acceso a ellos, esas políticas deben dirigirse también a fortalecer los espacios de integración. Estas son tareas cuyos resultados podrán verse en el mediano y largo plazo. Pero en lo inmediato es imperativo restablecer canales normales de comunicación entre los distintos sectores de la sociedad. Y el principal responsable de esta tarea es el Presidente mismo y su equipo de gobierno. Deben insistir una y mil veces en dialogar con las fuerzas sociales y políticas que hoy se le oponen, que en el referendo presidencial mostraron tener el apoyo de cuatro millones de venezolanos y que en las elecciones regionales, aunque disminuyeron los cargos públicos electos bajo su control, siguen teniendo dos gobernaciones y cerca de un centenar de alcaldías. Es un diálogo que debe conducir a los consensos posibles y lograr que las diferencias irreconciliables sean procesadas por vías democráticas e institucionales.

ANEXOS y/o PIES DE PÁGINA

1. Este artículo es resultado de una revisión, actualización y ampliación, incorporándole los resultados de las elecciones regionales, de un artículo publicado bajo el título de “Geografía electoral en una Venezuela polarizada” en OSAL, Buenos Aires, n° 14, mayo-agosto, 2004.

2. El recuento de los antecedentes al proceso revocatorio que se presentan a continuación ha sido elaborado a partir de data hemerográfica de distinta procedencia, contrastada entre sí para garantizar la mayor objetividad, así como por notas nuestras tomadas durante esos días de noticieros y transmisiones televisivas. De prensa se utilizaron principalmente los diarios Últimas Noticias y El Nacional.

3. El señor Robert Alonso, del BD, mandaba, por una red construida por él, este plan (La guarimba). El correo emisor era: resistencia@bellsouth.net. Ver también: www.robertalonso.com.ve.

4. Algunas de las ideas que se presentan en este aparte fueron tomadas de López Maya (2004b).

5. Ver entre otros, López Maya y Lander (2000b) y Roberts (2003).

6. Por lógica de clase entendemos aquí la constitución de un discurso y unas propuestas que apelan a la condición socioeconómica de la población. Los sectores “populares” están conformados por diversos grupos pobres y empobrecidos, excluidos social, política, económica y/o culturalmente. Una argumentación similar es sostenida en Ellner y Hellinger (2003).

7. Sobre los imaginarios de la polarización en Venezuela, ver el tema central de la Re-
vista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales 2/2004.

8. Ver entre otros Kaiser (2003) y revista Comunicación (2003).

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