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Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales

versión impresa ISSN 20030507

Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales v.11 n.2 Caracas mayo 2005

 

Fuentes, relatos y construcción de la historia patria*

Nydia M. Ruiza

aUniversidad Central de Venezuela

* Agradezco a Cristina Soriano la lectura y comentarios a este trabajo.

Resumen

La historia trabaja con textos, por lo cual el análisis del discurso del pasado es una forma de análisis productivo en dos niveles: como herramienta de investigación para la interpretación de las fuentes, y como instrumento para la interpretación del discurso de los historiadores. Este artículo contrapone el estudio de dos fuentes: un "arbitrio" del siglo XVIII y el discurso sobre el autor de ese documento, elaborado por una fuente contemporánea. Esta última es tributaria del discurso oficial sobre la historia patria, el cual constituye un marco interpretativo cuyo rasgo más prominente es la consideración de la lucha contra el dominio colonial y la guerra de independencia como forma de legitimación del presente. El trabajo intenta arrojar luz sobre la relevancia del análisis del discurso en la investigación de las prácticas por medio de los cuales, mediante mitos y símbolos, se intenta integrar la pluralidad social en una unidad de poder a través de medios tanto racionales como irracionales.

Palabras clave: fuentes, investigación, discurso, historia, Venezuela.

Sources, Tales and the Construction of Patriotic History

Summary

Since history deals with texts, discourse analysis is heuristic at two levels: it functions as an instrument for the interpretation of sources, and also for the interpretation of the historian’s own discourse. This article examines two sources: an eighteenth-century "arbitrio" and the discourse on its author by a contemporary source. The latter, inspired by the official ‘patriotic history’ discourse, is developed within a general framework which emphasizes the struggle against colonial rule and, above all, the Independence War, as a legitimizing of the present. The article intends to throw light on the relevance of discourse analysis in the investigation of the practices by way of which myths and symbols integrate a social plurality into a power unit, using both rational and irrational means.

Key Words: Sources, Research, Discourse, History, Venezuela.

Recibido: 26-10-2004 Aceptado: 22-05-2005

En este trabajo trato de adelantar algunas reflexiones acerca de las posibilidades que abre el análisis del discurso en el ámbito hispanoamericano para los historiadores y todo aquel interesado en los discursos del pasado1. Hablo desde mi experiencia en Venezuela y del interés por el discurso oficial especialmente en la construcción de la modernidad. En este caso, me interesa el diálogo entre las fuentes primarias y secundarias, en la medida en que las segundas aportan una parte importante del contexto de situación para la comprensión de las primeras.

Respecto a los textos del pasado el análisis del discurso se presenta como una forma de análisis productivo al menos en dos niveles. En primer lugar como herramienta para la interpretación de las fuentes, que facilita la descripción textual formal así como también la descripción de las estructuras y procesos de la actividad social. En segundo término, como herramienta para poner al descubierto el discurso de quienes escriben la historia, utilizando medios técnicos para poder presentar, por ejemplo, el uso que éstos hacen de diversas técnicas persuasivas en la presentación de sus resultados (Struever, 1985, 249-271).

En lo que sigue y para ilustrar mi postura, estableceré una suerte de contrapunto entre una fuente primaria y una secundaria que tratan sobre un sacerdote e intelectual que vivió hacia finales del período colonial, para mostrar algunas peculiaridades de los discursos de uno y otro, en particular el esfuerzo por hacer aparecer a un partidario del viejo orden como precursor de la independencia, a partir de una fuente aislada.

El proyecto de José Ignacio Moreno

Con fecha 22 de marzo de 1798, el caraqueño José Ignacio Moreno escribió una carta a Francisco de Saavedra, a quien el rey Carlos IV había designado poco tiempo antes secretario de Hacienda de España, en la cual manifestaba su beneplácito por el nombramiento y a la cual anexaba un documento titulado Observaciones de un ciudadano sobre la conspiración descubierta en Caracas el día 13 de julio del presente año y de los medios a los que podrá ocurrir el gobierno para asegurar en lo sucesivo a sus habitantes de iguales insultos (Moreno, 1798). Moreno es poco conocido actualmente. Sin embargo, de su vida se sabe que fue un sacerdote vinculado a la oligarquía caraqueña, maestro en Filosofía de la Real y Pontificia Universidad de Caracas (1776), doctor en Derecho Canónico (1778) y doctor en Teología (1779), que durante más de veinte años regentó las cátedras de Latinidad, Filosofía y Teología de esa universidad, y fue rector de la misma entre 1787 y 1789. Para el momento en que escribe a Saavedra, Moreno había participado en la vida pública como consejero del oidor Francisco Ignacio Cortines y del capitán general Juan Guillelmi. Tuvo diferencias con Pedro Carbonell sucesor de este último, quien gobernó entre 1792 y 1799, porque tanto Moreno como sus amigos querían excluir a los españoles peninsulares del Cabildo Municipal o reducir en él su influencia. En 1797, fecha de la llamada sublevación de Gual y España, condenó ese movimiento cerrando filas con la nobleza de Caracas y firmó su adhesión al rey. En 1806, fecha de la expedición emancipadora de Francisco de Miranda, Moreno fue uno de los habitantes de Caracas que hizo donativos a las autoridades para apertrechar a las tropas en contra del invasor (Diccionario de Historia de Venezuela, 1989, II, 1011-12). A su muerte, ese mismo año, se realizó un inventario de sus bienes que ha permitido establecer su holgada posición económica. Era dueño de una buena casa en Caracas, varias haciendas con numerosos esclavos, una finca de café en las montañas orientales de la misma ciudad, así como de una biblioteca, un telescopio, un microscopio, y una imprenta pequeña de las llamadas de "camino" (Páez Pumar, 1973).

Tanto él como su hermano Andrés habían conocido al militar de carrera Francisco de Saavedra cuando éste se desempeñaba como intendente de Caracas entre 1782 y 1788, cargo al que accedió en reconocimiento a diversos servicios rendidos a la corona en tierras americanas. Entre ellos, haber participado en la preparación del reglamento de aranceles para el libre comercio entre España y América, haberse desempeñado como comisionado regio en La Habana, en 1779, con la misión de aunar los proyectos de la Secretaría de Indias con los de la Junta de Generales, y la colaboración militar en la toma de Pensacola en 1781.

Las "observaciones" que dirige Moreno a Saavedra forman parte de un género característico de los siglos xvii y xviii españoles llamado "proyectismo o arbitrismo" (Muñoz Pérez, 1955, 169-195; Almarza, 1990, 31)2. Estos son escritos en los cuales se recomienda a la autoridad una solución o conjunto de ellas para solventar problemas urgentes del reino.

En tanto textos, los arbitrios o proyectos comienzan con una advertencia y un análisis del mal y luego presentan el remedio, consejo o arbitrio que podía mejorar o solucionar la deficiencia. Desarrollan los temas que tratan en un estilo conciso, empleando divisiones y subdivisiones, para dar claridad a sus escritos, a fin de que se percibiera correctamente la exposición del problema. Los ejemplos provienen de las Sagradas Escrituras, citas de filósofos, hechos históricos y, entre los americanos, de ejemplos de los países europeos que adoptan como modelo. Los arbitristas o proyectistas en ocasiones fueron grandes nombres como José de Gálvez o Gaspar Melchor de Jovellanos, pero con mayor frecuencia son funcionarios, eclesiásticos, comerciantes, universitarios y viajeros de segunda o tercera importancia (Muñoz Pérez, 1955, 170). Sus destinatarios son el rey o funcionarios suyos de muy alto rango, lo cual establece una diferencia de autoridad entre los participantes. Es característica de estas obras la humillación ante la autoridad que Almarza ha denominado retórica del leal vasallo, mediante la cual quien se dirigía al monarca o a un representante suyo (siempre de mayor rango que el propio) se despojaba de toda jerarquía reconociendo la superioridad absoluta de su interlocutor, con lo que evitaba cualquier posibilidad de que se confundiera la comunicación entre desiguales con una suerte de reto o demostración de poder de quien escribía (Almarza, 1991, 17; Thompson, 1985, 383). Los arbitristas o proyectistas escribían movidos por el reconocimiento o los premios que recibían cuando sus sugerencias eran bien recibidas (Martínez de Salinas Alonso, 1990, 161-169)3.

El proyecto que Moreno escribe a Saavedra responde a todas las características generales apuntadas para el género. Veámoslo ahora en su especificidad.

Estructura documental

Observaciones de un ciudadano sobre la conspiración descubierta en Caracas el día 13 de julio del presente año y de los medios a los que podrá ocurrir el gobierno para augurar en lo sucesivo a sus habitantes de iguales insultos:

I. Introducción o motivación.

II. Medios para restablecer la tranquilidad en Caracas: medidas que se proponen y su justificación.

A. Mejoras en el sistema moral

  • Un Tribunal de la Inquisición para Caracas

B. Mejoras en el sistema político

  • Pragmática para moderar el lujo de las clases bajas.

  • Prohibición de introducir negros bozales.

C. Mejoras en el sistema militar

  • Organizar en Caracas un regimiento formado exclusivamente por españoles.

  • Eliminar las milicias urbanas.

  • Conservar, estimular y alentar las milicias regladas de blancos.

  • Establecer un escuadrón de caballería compuesto de dos compañías de nobles criollos y una de nobles peninsulares.

  • Eliminar las milicias regladas de pardos.

D. Mejoras en el sistema económico

  • Adjudicar los tenientazgos de la provincia de Caracas a personas bien establecidas y de ilustre nacimiento.

  • Acción de los sacerdotes para restablecer la piedad católica y la reforma de las costumbres.

  • Intolerancia hacia los extranjeros.

  • Establecimiento de escuelas para niños blancos en las ciudades y puertos principales.

  • Prohibición de aprender francés a los pardos y demás gentes "de bajo color".

III. Cierre o conclusión

Problemas

Soluciones

Impiedad

Celo constante de los pastores, y unos nuevos atalayas de la fe

Libertad

La fuerza de la autoridad y las armas del rey en sus tropas, en los nobles y demás blancos

Igualdad

Los fundamentos de nuestra constitución

La introducción del documento explica las razones que dan origen al arbitrio. Moreno explica cómo la responsabilidad de la conspiración de julio de 1797 recaía sobre dos factores: la llegada a Caracas de franceses procedentes de las Antillas a partir de 1793, y la influencia de los reos españoles Juan Picornell y Sebastián Andrés sobre los "jóvenes libertinos o nada sensatos" del puerto de La Guaira, vecino a Caracas. El denominador común para ambos casos es la presencia de extranjeros en esa provincia.

Efectivamente, entre 1793 y 1795 habían llegado a la capitanía general de Venezuela cuatro grupos de personas que habían vivido y participado, aunque de diferente manera, en los acontecimientos revolucionarios que se desencadenaron desde 1791 en las colonias francesas de las Antillas. Eran éstos militares realistas que huían; republicanos revolucionarios capturados prisioneros, familias que emigraban, y esclavos negros de Saint-Domingue enviados por el gobernador, al igual que los anteriores, desde la parte española de la isla al continente. Aunque no es del caso relatar aquí las vicisitudes que vivieron estos grupos mientras permanecieron en Venezuela, baste decir que las autoridades coloniales y los propietarios temieron que por ellos se reprodujera en esas tierras la inestabilidad vivida en Saint-Domingue, si bien actualmente se afirma que, si acaso alguna, fue mínima la influencia desestabilizadora que estos grupos pudieron haber ejercido (Laviña, 1989; Sanz Tapia, 1987; Cristina Soriano, comunicación personal).

Por otra parte, en julio de 1797 tuvo lugar la llamada conspiración o sublevación de Gual y España, primer intento en Venezuela de establecer un sistema político inspirado en los principios revolucionarios franceses. Esta sublevación se fraguó por la acción conjunta de un grupo de peninsulares que se encontraban prisioneros en el puerto de La Guaira y un grupo de criollos de la localidad. Los primeros eran Juan Picornell, Sebastián Andrés, Manuel Cortés y Campomanes y José Lax quienes habían encabezado en España, a comienzos de 1795, un movimiento conocido como la Conspiración de San Blas, por lo cual fueron enviados prisioneros a dicho puerto. Juan Manuel Gual y José María España, con cuyos apellidos se identificó la sublevación en Venezuela, eran, respectivamente, un capitán retirado y el justicia mayor del pueblo de Macuto quienes actuaron conjuntamente con el comerciante pardo Manuel Montesinos Rico, y con catalanes radicados en el puerto.

Tal como Moreno narra los acontecimientos, España y sus dominios se presentan apacibles y estáticos:

La Guaira en otro tiempo tan íntegra, y religiosa en sus costumbres, tan dócil y obediente a los magistrados, y sobre todo tan respetuosa, y fiel de sus Reyes, por cuya gloria había rechazado otras veces los ataques más empeñados de sus enemigos, y coronado de triunfos su lealtad y su fe, pudo llegar a un grado de frenesí y a una locura tan sin semejante.

En contraste, Francia, "fuente original de los grandes males y desgracias", resulta el centro de donde irradiaban las ideas republicanas, que habían puesto en práctica sin previsión de las consecuencias que tendrían en las colonias antillanas:

... apenas el clarín de la libertad se había oído en París, cuando sus terribles ecos resonaron con el mayor espanto y confusión en la Martinica, en el Guárico, y hasta en Santa Lucía y Guadalupe. Los negros y gentes pardas, guarnecidas y armadas de la nueva constitución, plantan en estas islas el árbol de la libertad, se conspiran todos, y embisten a los blancos, bajan en tropas de los montes como leones feroces, y destruyen cuanto se les opone, talan las haciendas, y se ensañan hasta con las casas y establecimientos de sus señores, su furor bárbaro nada teme, nada respeta, nada perdona. De este modo el aspecto risueño y floreciente de las Antillas se ha transformado repentinamente en un teatro lúgubre de lamentos, de miseria y desolación, y vienen a caer en un desorden y una confusión irreparables.

Naturalmente, Moreno atribuye el plan desestabilizador a los prisioneros Picornell y Andrés "hijos espúreos arrojados de España" que a fuerza de sugestiones y malignos influjos lograron seducir el cerebro de algunos jóvenes de la localidad, a quienes habían acompañado un partido de esclavos y gentes pardas, y el comerciante caraqueño Manuel Montesinos Rico.

Como introducción a la proposición de las medidas a tomar, Moreno define a la unidad política con el auxilio de la metáfora discursiva del reino como un organismo vivo o "cuerpo", cuya cabeza es el rey, y los súbditos son los miembros. De esta metáfora deriva otra según la cual ese cuerpo u organismo es susceptible de ser "envenenado" o "contagiado" por elementos nocivos provenientes del exterior. En este registro se interpreta la perniciosa influencia de los extranjeros sobre los virtuosos habitantes de la ciudad de Caracas, como veremos a continuación4.

En sus "observaciones" Moreno presupone una sociedad estática internamente que cuando cambia lo hace siguiendo pautas ajenas a ella misma, siempre perniciosas. En esta sociedad, el cambio es trastorno o "corrupción" en las costumbres5, que tiene lugar por efecto del contacto o "contagio"6 con elementos nocivos al "cuerpo" social, como eran los extranjeros, portadores de ideas de libertad e igualdad. Si el cambio era corrupción por contagio, la curación o retorno a la tranquilidad pasaban por la restitución del cuerpo a su situación ideal original: de ahí la proposición de eliminar las milicias urbanas y las milicias regladas de pardos para que sus miembros volvieran a cultivar la tierra7, la restitución de la preeminencia de los blancos en los oficios militares, y el despojo a los milicianos pardos de sus armas y pensiones.

Moreno sustenta la afirmación de que los "extranjeros" eran agentes de la corrupción, el veneno, o la enfermedad, en la autoridad de los padres de la Iglesia cuyas enseñanzas los habían mostrado siempre como malos e inconvenientes, las Leyes de Indias y la constitución de España. Sin embargo, reconocía, no se podía cerrar las puertas al "contagio", porque los provincianos de Caracas necesitaban comunicarse con el exterior para recibir oro y plata extraídos del comercio ilegal por los franceses, ingleses y dinamarqueses, a cambio de las producciones locales:

Las necesidades humanas, las razones de Estado, los intereses de la nación y de la provincia pueden hacer alguna vez indispensable, inevitable, o conveniente la venida de los extranjeros a nuestros puertos. Pero ellos deben recibirse siempre como unos huéspedes peligrosos y terribles, y deben recibirse con aquellas reservas, y estrechas precauciones, por aquel tiempo, y para sólo aquellos casos urgentes, que tenga a bien prescribir la política del Supremo Gobierno. Toda tolerancia, toda franqueza en este punto es imprudente, ominosa y perjudicial, y debemos temer que veamos algún día por este medio los males que ahora procuramos evitar.

Las medidas que propone Moreno a finales del xviii vuelcan a la sociedad hacia el pasado. La mejora del sistema moral pasa por el otorgamiento al Tribunal del Santo Oficio de la potestad de vigilar el cumplimiento de las obligaciones religiosas y la fidelidad al Estado. Las mejoras en los sistemas político, militar y económico se fundan en los principios de una sociedad estamental característicamente medieval compuesta por una nobleza guerrera, trabajadores del campo sujetos a la tierra, y el clero. A esto se añade, naturalmente, la existencia de pardos y demás gentes "de bajo color" a los cuales integra en el estado correspondiente a los trabajadores rurales. Sustenta la organización de la sociedad en los fundamentos de la llamada "constitución antigua", también de origen medieval, nombre con el que se designaba al conjunto de la legislación de los reinos españoles donde se encontraban las Leyes de Partidas, los fueros de los distintos reinos, el Fuero Juzgo, las Leyes de Indias, etc.

Por los elementos anotados: estatismo de la sociedad, estratificación rígida basada en estamentos (nobleza, clero y trabajadores del campo), figurada a través de la metáfora de la sociedad-cuerpo, caracterizaré al proyecto de Moreno como propio de una sociedad de viejo orden, y su proposición como el retorno a una sociedad idealizada europea medieval.

José Ignacio Moreno y las proclamas de Filadelfia

Un abogado y político venezolano adquirió en una librería caraqueña de anticuario un volumen de 20 por 15 cms, encuadernado en cuero, en cuya contraportada aparecen las inscripciones "Pertenece al uso del Dr. Dn. Joseph Ygnacio Moreno", y más abajo "Año de 1777". En el libro se encontraban, entre distintos manuscritos, una "Carta del Congreso General de las colonias a los habitantes de la Gran Bretaña", datada en Filadelfia el 5 de octubre de 1774, y un documento titulado "Carta de Filadelfia de 8 de junio de 1775", ambas de contenido independentista. Dice el comprador:

El libro, aunque no está foliado, contiene 385 páginas. Era, evidentemente, objeto de deleite especial para su dueño. Con su propia letra copió vertida al castellano la Proclama de 1774 desde la página 249 hasta la 269. A continuación hizo encuadernar la proclama de 1775, escrita en papel distinto, quizás norteamericano, y con letra diferente. Su texto va desde la página 273 hasta la 298 y figuran en él al final los nombres castellanizados de Juan Hancock y Carlos Thompson (Páez Pumar, 1973, 11; destacados míos).

Se halló, pues, que a la altura de 1777 en Caracas hubo al menos un ejemplar de documentos principistas del Congreso de Filadelfia de los años 1774 y 1775 que habían pertenecido a José Ignacio Moreno, autor del proyecto o arbitrio recién reseñado. En un "Estudio preliminar", el comprador del libro presenta el hallazgo como una contribución al conocimiento de la historia nacional. Para su examen, he dividido dicho "Estudio preliminar" de acuerdo con los tópicos que trata.

Una primera parte construye discursivamente un "estado de ánimo americanista" que habría estado presente desde los más tempranos tiempos de la incursión de los europeos en este continente, como producto de la compenetración del conquistador con la tierra conquistada. Ese "americanismo" atávico, manifiesto ya en Lope de Aguirre, unía por igual a indígenas y europeos emigrados, neutralizando toda diferencia entre ellos, pero además establecía una unidad de propósitos entre los habitantes de todo el continente en tanto sujetos de la colonización europea: su deseo de autodeterminación.

Elementos geográficos como el mar y las inmensas tierras a las que se llegaba después de largas travesías habían impreso un carácter distinto a las gentes que salieron de las metrópolis española e inglesa para labrarse un nuevo destino. Los estallidos de violencia para defender a la colectividad frente a exacciones y tasas injustas, el "espíritu levantisco de la nueva raza americana", la lucha contra los monopolios, la aspiración al libre comercio, el anhelo de una "igualdad social y racial", el deseo de la elites de gobernar por sí mismas habrían servido de "motores" en esa búsqueda de autodeterminación que debía aflorar a mediados del siglo xviii en las voces de "independencia" y "república".

Hubo también acontecimientos mundiales que prepararon la revolución hispanoamericana, como fueron la Independencia de EEUU, la Revolución Francesa, y la sublevación de Madrid ante las tropas de Napoleón en 1808, que dieron sus frutos en Caracas, Quito y Buenos Aires a la altura de 1810. El cuadro se completa con los antecedentes intelectuales que nutrieron a la gesta emancipadora. Desde el emperador Marco Aurelio en el siglo ii, pasando por los pensadores cristianos entre quienes descuellan San Agustín y Santo Tomás, Guillermo de Occam, Maquiavelo, Montesquieu, Voltaire, Diderot y los enciclopedistas, Rousseau, hasta llegar a los representantes de la ilustración española, trayecto que conduce a Juan Bautista Picornell y sus émulos en la provincia de Caracas, Juan Manuel Gual y José María España. Sin dejar de lado la supervivencia de los derechos de comunidad de raigambre hispana y los fueros municipales españoles de los cuales habían disfrutado sus colonias.

El acontecimiento crucial de la vida política republicana es, entonces, resultado de la acción de múltiples factores (geográficos, históricos, intelectuales) que, orientados a lo largo del tiempo en una dirección precisa, dan como resultado la independencia.

Una segunda parte explica someramente la situación que dio lugar a la escritura de las proclamas, y ofrece muestras textuales del explosivo lenguaje político que contenían.

En tercer lugar, el autor extrae conclusiones sobre el papel que jugaron esas proclamas en la Caracas finisecular:

Obviamente, el material revolucionario republicano de estas Proclamas alentaría en grado sumo las intenciones de aquellos que en Caracas venían desde hacía algún tiempo sintiendo la necesidad de librarse del yugo de la monarquía española y de transformar no sólo a Venezuela sino a toda la América hispana en Estado independiente y soberano (Páez Pumar, 1973, 18).

A continuación, hace una lista de los acontecimientos que incidieron en el descontento de la provincia de Venezuela, tal como lo hizo antes para las independencias hispanoamericanas. Un primer elemento habría sido el monopolio comercial español, el cual habría provocado el descontento que dio lugar a diversos alzamientos a partir de la tercera década del siglo. De uno de ellos, el levantamiento de Juan Francisco de León extrae un detalle significativo en relación con Moreno:

Debemos destacar además otro detalle de los que no figuran en los textos de historia, pero que muchas veces suelen tener importancia. En los dos movimientos de Juan Francisco de León, uno de sus grandes animadores fue el canónigo mercedario José Martínez de Porras, quien llegó hasta incitar a las milicias de Aragua para que tomaran Caracas en 1751. Pues, bien, este singular conspirador debió ser quien sembró en su sobrino carnal, José Ignacio Moreno, sacerdote como él, las primeras inquietudes políticas, el deseo cada vez mayor de conocer y analizar los fenómenos sociales que le rodeaban, la visión que ávidamente devoraría y divulgaría el contenido revolucionario de las Proclamas de Filadelfia (Páez Pumar, 1973, 18).

Seguidamente, expone algunos datos biográficos de Moreno, que rinden cuenta de su condición de intelectual vinculado a los círculos de la oligarquía caraqueña, y añade:

Las Proclamas de Filadelfia, pues, habían caído en apropiado caldo de cultivo y su lectura y su divulgación se harían primero en los círculos universitarios y luego entre el grupo de amigos del Dr. Moreno, numerosos y pertenecientes a la nobleza, al clero y a los otros grupos significativos de Caracas (Páez Pumar, 1973, 20).

En la relación de los bienes que dejó al morir, el autor destaca que tenía como vecinos de una finca de café cercana a Caracas a quien fuera presidente del primer congreso, al secretario de la Sociedad Patriótica durante la Primera República, y al gran polígrafo y humanista Andrés Bello. Moreno poseía, como ya dije, una pequeña imprenta, de cuya existencia el autor desprende:

¿En qué fue usada?, no lo sabemos. Quizá algún día aparezca un viejo y rudimentario impreso que reproduzca trozos de los textos castellanos de las Proclamas de Filadelfia que guardaba el Dr. Moreno (Páez Pumar, 1973, 21).

De la inexistencia del volumen que contiene las versiones de las Proclamas de Filadelfia en el inventario de los libros y papeles de su biblioteca, establece que eso da pie para suponer que pudo haber estado en poder del Dr. Moreno otros libros y papeles clandestinos y que éstos fueron retirados por discreta mano amiga antes de que los funcionarios pudieran realizar su revisión (Páez Pumar, 1973, 21).

De las dificultades que tuvo Moreno con el capitán general Carbonell (ver García Chuecos, s/f, 292-295) infiere su eventual participación en la conspiración de Gual y España y, finalmente, afirma acerca de la importancia de su hallazgo:

... a lo largo de este escrito queda comprobado indudablemente que los viejos papeles del Dr. José Ignacio Moreno cambian el panorama de la interpretación histórica y hacen retroceder varias décadas el inicio de vinculaciones fecundas entre los prohombres de la Revolución Norteamericana y los Precursores de la Independencia Hispano-Americana (Páez Pumar, 1973, 22; destacados míos).

Termina exhortando a acudir a las propias reservas e íntimas convicciones para que en un futuro cercano los pueblos de América no se sientan empequeñecidos ante aquel pasado común tan pletórico de grandezas continentales.

Estamos, entonces ante una historia construida sobre los vacíos de la información disponible. A partir de los fragmentos y llevado por la argumentación, el lector debe inferir que José Ignacio Moreno desde muy temprana edad abrazó la causa de la independencia americana, especialmente por la influencia de su tío el canónigo mercedario José Martínez de Porras; que contó entre sus amigos a egregios representantes de la intelectualidad republicana, y con la ayuda de una imprenta difundió entre éstos y la comunidad de la Universidad de Caracas los textos de las proclamas independentistas del Congreso de los Estados Unidos; participó en la conspiración de Gual y España, y al final de su vida no se halló entre sus libros ninguno que delatara sus inclinaciones revolucionarias porque la ayuda de un copartidario le salvó de ser descubierto en el momento de su muerte.

No me interesa insistir en que las observaciones, veinte años posterior a la fecha del libro adquirido en el anticuario, desmienten al autor del "Estudio preliminar"; que durante el alzamiento de Gual y España, Moreno al lado de la nobleza caraqueña "condenó el movimiento y declaró su adhesión al rey" o que, como se dijo antes, en 1806 –año de su muerte– fue uno de los numerosos habitantes de Caracas que hicieron donativos a las autoridades para apertrechar a las tropas que marcharon en contra de la expedición independentista encabezada por Francisco de Miranda (Diccionario de Historia de Venezuela: 1988, II, 1012). Quiero más bien resaltar, en primer lugar, que el "Estudio preliminar" pretende introducir a Moreno en la historia de Venezuela precisamente por aquello que no fue ni pudo haber sido, puesto que el primer deslinde político importante en el seno de la oligarquía caraqueña tuvo lugar en 1808 a raíz de la invasión napoleónica a España. Para entonces, Moreno estaba muerto. Tampoco me interesa hacer una crítica a la metodología para estudiar la historia que utiliza el autor del "Estudio preliminar". No creo que ese trabajo haya orientado la investigación o la enseñanza de esta disciplina. Quiero, eso sí, presentarlo como un escrito y un autor más en un discurso de la historia patria –que no es creación original de individuo alguno, sino el discurso de un colectivo–, al cual un autor puede añadir un detalle, siempre que tenga acceso a alguna información nueva que encaje en el cuadro general, así como los medios para darla a conocer. Los elementos de ese relato han sido puestos de relieve por reconocidos estudiosos de la historia8 y, en cualquiera de sus variantes, se dedica a exaltar la lucha por la ruptura del nexo colonial para terminar justificando el presente como herencia de esa ruptura. Siempre que se mantenga inalterado el cuadro general de la mitología fundacional y el culto a los héroes, los detalles del relleno pueden ajustarse o no a lo que reportan las informaciones disponibles.

No obstante el tiempo que los separa, encuentro dos afinidades importantes entre las Observaciones de Moreno y el "Estudio preliminar". En primer lugar, ambos comparten la visión de que las ideas se difunden por contacto o "contagio", como aquella forma de magia que James Frazer proponía en La rama dorada a finales del siglo xix. Sólo así se puede explicar que de la posesión de un libro se pueda desprender su lectura, de aquí la adhesión a su contenido, de ahí su impresión y difusión clandestina entre la elite caraqueña, y de ahí la influencia precoz de la independencia de EEUU sobre la hispanoamericana.

En segundo lugar, los discursos cerrados que sostuvieron Moreno y Páez Pumar como construcciones siempre idénticas que aceptan sólo los detalles que las reafirman –independientemente de la calidad de las informaciones– e ignoran los que las cuestionan, refractarias a toda historicidad.

Las unidades políticas requieren de una integración que convierta a la pluralidad social de hombres y grupos en una unidad de poder con una estructura, y en situación de oponerse a otra del mismo tipo, toda vez que el antagonismo es un componente esencial de la realidad política. Las formas que reviste esta necesidad de integración pueden ser racionales, a la manera de las representaciones jurídico-públicas, la organización, el derecho legal, etc., o bien irracionales, construidas sobre emociones, resentimientos e impulsos capaces de provocar, fortalecer o actualizar el proceso integrador o, eventualmente, de tener los mismos efectos en sentido desintegrador si se trata de una unidad en curso de escisión. A esta vía irracional de integración pertenecen, entre otros, los símbolos, los mitos y el caudillaje, los cuales, aun derivando de fuentes irracionales, pueden ser racionalmente utilizados y manipulados (García-Pelayo, 1991, I, 989).

En la América hispana el discurso sobre el pasado ha sido una de las principales bases de los símbolos y mitos sobre los que se organiza el imaginario de las comunidades nacionales. El análisis del discurso tiene todo por hacer no sólo en lo concerniente al examen de aquellos discursos así como del discurso de los historiadores, sino también sobre la gama de textos de divulgación que a diario comunican las formas de integración –irracionales o no– de la unidad política.

REFERENCIAS

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ANEXOS y/o PIE DE PÁGINA

1 Hablo de "discursos del pasado" y no de "discurso histórico" haciendo alusión a los que se registran en fuentes primarias tales como documentos de archivo, libros y cualquier producción textual de épocas anteriores, que usualmente se reconocen como ámbito propio de trabajo de los historiadores. La distinción en este caso es de fundamental importancia en la medida en que se quiere destacar las dificultades que presentan para el análisis de esas fuentes las posiciones tomadas por las tradiciones historiográficas.

2 Los especialistas difieren acerca del nombre que deben llevar los escritos de este género. Muñoz Pérez (1955) llama arbitrios a los de los siglos XVI y XVII, y los caracteriza como soluciones para remediar todos los males, especialmente hacendísticos, en un futuro inmediato. Los proyectos, propios del XVIII, sería la solución a largo plazo a un problema teniendo en cuenta las conexiones que lo enlazan con los demás problemas y graduando sus posibilidades de aplicación en etapas. Seguiré a Almarza (1990) quien prefiere usarlos como sinónimos.

3 María Luisa Martínez de Salinas Alonso (1990) reporta que durante el XVII, si el arbitrio era puesto en marcha, su inventor cobraba 4% sobre los futuros ingresos. También señala, al igual que Muñoz Pérez (1955) y Almarza (1991), que muchos de ellos eran irrealizables.

4 La extensión y sentido de las metáforas discursivas absolutistas están desarrollados en Ruiz (1996).

5 Dice Moreno: "se quejan los ciudadanos de Caracas, y otras provincias vecinas de la insubordinación de los esclavos, del ocio e inaplicación de los indios, del desorden y confusión de las clases, del lujo inmoderado de las gentes bajas, de la absoluta igualdad a que éstos aspiran con los blancos, y aun con los nobles, del engrosamiento de los ladrones, que asolan los ganados, y las mieses".

6 "No parece bastante separar el contagio de la atmósfera de nuestro continente. Sabemos que sus negros vapores inficcionaron ya a algunos de estos habitantes, y así para exterminar de raíz este mal deben aplicarse también unos remedios generales, y que toquen el fondo de sus espíritus (...)".

7 "Tres mil urbanos alistados en las inmediaciones de Caracas son otros tantos brazos robustos, de que se han visto privados los campos en estos últimos tiempos, y que ellos, y todos lloraremos su falta en lo por venir".

8 Carrera Damas (1973); Izard (1988); Castro Leiva (1991); Soriano de García-Pelayo, (2003).