SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.12 número1Trayectoria de la nacionalización petroleraEl auge y el colapso de Pdvsa a los treinta años de la nacionalización índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales

versión impresa ISSN 20030507

Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales v.12 n.1 Caracas abr. 2006

 

La dimensión imaginaria en la nacionalización petrolera

Mazhar Al-Shereidah

Nacido en Basora-Irak, 1940. Graduado de bachiller en Kuwait, 1958; graduado de economista en 1964 en la Universidad de Innsbruck, Austria. Curso de postgrado en Ciencias Políticas en la Universidad de Viena, entre los años 1965-1966. Doctor en Ciencias Sociales en la Universidad Central de Venezuela, 1981. Desde septiembre 1967, profesor-investigador de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela. Miembro del equipo fundador del Curso de Postgrado en Economía y Administración de Hidrocarburos de Faces-UCV, 1973. Autor de varios libros y de numerosos ensayos y artículos. Asesor de Pdvsa 1987-1993. Asesor del Banco Central de Venezuela desde abril de 2000. Miembro de la Comisión Preparatoria para la II Cumbre OPEP. Miembro de la Comisión Presidencial para la Reforma  de la Ley de Hidrocarburos. Miembro del Grupo de Expertos, designado por el Ministerio Público para la práctica de las experticias en el área de economía petrolera, a fin de verificar los presuntos daños y sabotajes ocurridos en las diferentes plantas de la empresa “Petróleos de Venezuela”, febrero  de 2003. Caracas-Venezuela petrolys@supercable.net.ve

Resumen

El autor cuestiona la noción de que la política en ejecución a treinta años de la nacionalización puede ser calificada de nueva. Hace un breve recuento histórico tanto de los diferentes períodos presidenciales como de los varios niveles del precio del petróleo desde 1976. Se detiene en el legado conceptual dejado por las ex concesionarias, el cual contaminó inclusive el “voto salvado” a la hora de debatir en el Congreso Nacional el expediente de las empresas mixtas. Así llega a discutir el tema de la apertura que corresponde a la ideología del Ejecutivo que en 1975 impulsó la nacionalización. En los últimos siete años, se detiene para cuestionar las bondades de la banda de precios; la mentalidad no nacionalista que posibilitó el paro petrolero; y finaliza sosteniendo “la pérdida de la brújula” reciente que se evidencia con el abandono del principio de la conservación simbolizado por la “Cccch” de Juan Pablo Pérez Alfonso y el ensalzamiento de Arturo Uslar Pietri a la hora de una nueva apertura, absurda según el autor, por el cambio de paradigma mundial, cuando ahora se han revalorizado estructuralmente los crudos extrapesados de la Faja del Orinoco.

Palabras clave: Petróleo, industria petrolera, nacionalización, empresas mixtas, Venezuela.

Different Ways of Understanding the Oil Nationalization

Abstract

This article argues that, thirty years after the nationalization of the industry, current oil policies can hardly be characterized as new. The author offers a brief historical account that covers the successive presidential periods and emphasizes the fluctuations in oil prices since 1976. He examines the conceptual legacy of the ex-concessionaries, suggesting that it even contaminated the position of those who “saved their vote” when the possibility of “mixed enterprises” was discussed in the Congress. It is argued that the opening of the industry to foreign investments in the nineties is congruent with the ideology of those who promoted the nationalization in 1975. Examining the policies introduced during the last seven years, the article questions the virtues of the “price band”, suggests that it was the lack of a truly nationalist mentality that opened out the possibility of the oil lockout, and finally argues that the recent lack of perspective is reflected in the abandonment of the principle of conservation symbolized by Juan Pablo Pérez “Cccch”, and the favorable references to Arturo Uslar Pietri as a new opening to foreign capital is under way, just when the new paradigm in the world oil market is increasing the value of the extra-heavy crudes of the Orinoco Basin.

Key Words: Oil, Oil Industry, Nationalization, Mixed Enterprises, Venezuela

Introducción

En el presente trabajo, se parte de conceptos que corresponden al bienestar colectivo-nacional y no a los tradicionales parámetros válidos en el pensamiento empresarial de orientación liberal.

Las tres décadas transcurridas desde la nacionalización constituyen un período lo suficientemente largo para efectuar una revisión con sus correspondientes observaciones y conclusiones.

La palabra nacionalización evoca instintivamente el tema del nacionalismo y éste por su parte lleva a pensar en el patriotismo y la soberanía; es concebida como la segunda independencia, la afirmación de la voluntad del colectivo, de las masas; es la reconquista del derecho de planificar independientemente, el prerrequisito para diseñar una estrategia para avanzar, capacitar a la población, beneficiar a las mayorías populares, guiar al país hacia el progreso y la prosperidad.

La primera independencia, la política, la formal, que conlleva los símbolos patrios, está en la memoria colectiva, es sinónimo de la guerra de la independencia, lucha, paciencia, sacrificio, dolor, muerte, sangre, heroísmo, traición, batallas, victorias, derrotas, protagonistas, estrategas, estadísticas, próceres y Padre de la Independencia.

Es historia remota, referencial y frecuentemente idealizada y sagrada, por lo que las dudas tienen un efecto similar al de incurrir en sacrilegio, porque se estaría dudando de la perfección de la nación.

La nacionalización petrolera es reciente, presente, tangible, abierta a la evaluación y la discusión; sus protagonistas nos rodean, son de carne y hueso, humanos, falibles y expuestos hasta a las más graves incomprensiones e injusticias del inevitable subjetivismo. La nacionalización petrolera se produce en Venezuela no como el logro de un anhelo popular, fervientemente planteado por la mayoría de individuos e instituciones participativas en la vida pública. Es decir, no fue el fruto de una lucha con sus correspondientes sacrificios.

En un país con tan joven población como la venezolana, tres décadas atrás es casi como referirse a la “antigüedad” para gran parte de la generación de quienes hoy les toca liderar el país y marcarle su porvenir.

Breve recuento histórico

Para refrescar la memoria, comenzaremos por una somera periodización, iniciando la misma unos años previos a la nacionalización, cuando en 1974 el presidente Carlos Andrés Pérez inicia su primer mandato con precios petroleros significativamente superiores a los de 1973. Fue cuando la OPEP celebró su Primera Cumbre en Argel en 1975, mientras en el país se popularizó el eslogan de “Hacia la Gran Venezuela” y se crearon esperanzas con la nacionalización petrolera y se cifraron esperanzas en el “Diálogo de París”, en el cual Venezuela compartía la presidencia en búsqueda de un “Nuevo Orden Internacional”.

En diciembre de 1978, gana las elecciones Luis Herrera Campíns, en medio de la coyuntura de explosión de los precios, causados en buena parte por la revolución en Irán; el presidente electo exclama jubilosamente: “El ángel de la guarda de Venezuela habla árabe”. Fue el quinquenio cuando el precio alcanzó en 1980 su máximo histórico en términos reales (equivalentes a casi 90 dólares por barril para 2005). Pero una sobreoferta petrolera, en medio de una economía mundial ante serios problemas, genera condiciones que aconsejaron en la OPEP la aplicación del sistema de cuotas. Éste fue el sistema por el cual los líderes petroleros venezolanos se esforzaron para crear la OPEP. Sin embargo, cuando llegó la hora de aplicarlo, Pdvsa se opuso y sólo lo aplicó en forma imperfecta y, de pronto, se produjo el “viernes negro” con devaluaciones sucesivas, hasta la más reciente que colocó el dólar en 2.150 bolívares.

Fue durante ese mandato cuando se inició el proceso de la internacionalización, se procedió a cambiar el patrón de refinación (ambos debido a la especificidad pesada de los crudos venezolanos) y se llevó a cabo un agresivo plan de exploraciones en el oriente del país.

El gobierno de Jaime Lusinchi en 1984 cosecha los frutos de crudos livianos descubiertos en Monagas y Anzoátegui, pero también experimenta la difícil situación del colapso de los precios en 1986, cuando los mismos tocaron su mínimo histórico desde 1973, igualmente motivados por la sobreoferta generalizada.

El segundo mandato de Carlos Andrés Pérez en 1989 coincide con el fenomenal triunfo del reaganismo, simbolizado por la caída del Muro de Berlín. El equipo económico neoliberal en Venezuela impone el “Paquete” de medidas impopulares, con la subsiguiente explosión social.

Simultáneamente, el gran evento político mundial dejó sin valor y efecto a la doctrina petrolera venezolana, ya que de ahora en adelante hasta los campos petroleros rusos se abrieron al inversionista transnacional.

La muy breve guerra en Kuwait-Irak en 1991 arroja un resultado negativo para el petróleo venezolano, en vista de que EEUU se instala militarmente en Kuwait controlando las vastas reservas petroleras de ese minúsculo país; aunque le dio al gobierno de CAP un respiro financiero por el incremento del precio. Pero ese paliativo no pudo evitar el intento de golpe del 4 de febrero de 1992, por el marcado deterioro de las condiciones socioeconómicas de las mayorías de la población venezolana.

Tan deplorable eran dichas condiciones que el entonces senador vitalicio Rafael Caldera, al pronunciar su histórico discurso en el Congreso Nacional, justificó la motivación del golpe y así obligó a diputados de la causa revolucionaria a corregir y retirar su expresión de condena al golpe.

Con este aval y ante la bancarrota de los dos partidos tradicionales predominantes, Caldera gana las elecciones e inicia su segundo mandato en 1994, acompañado por las esperanzas del “chiripero”.

Pero muy pronto la crisis bancaria expone la debilidad del fisco nacional y obliga a una nueva macrodevaluación. A partir de ese momento, la “meritocracia” que venía estructurándose y consolidándose en Pdvsa, presenta la ilusión de una solución, postulando la política de la apertura, de conquista de mercados y de prometer la conversión de la economía venezolana en productiva.

Ante la resistencia de Caldera de aceptar las fórmulas neoliberales, The Economist insulta al jefe de Estado como “El Rey Cucaracha”; Caldera cede ante la presión y se anuncia la Agenda Venezuela.

Pdvsa logra sus objetivos y obtiene el visto bueno del Legislativo y del Ejecutivo en una política encaminada gradualmente a privatizar la industria petrolera venezolana. Pdvsa pretende competir con Arabia Saudita para apoderarse de la producción anteriormente proveniente de Irak, desacredita la cuota y desafía a la OPEP.

Otra vez, la sobreoferta en la cual Venezuela ocupó el rol protagónico, y ante un período recesivo de la economía mundial, el precio colapsa y con ello se desinflan las pretensiones del liderazgo político de Giusti y los anuncios huecos de Caldera de que “el precio ya no es la espada de Damocles para Venezuela”.

Nuevamente, el sistema financiero nacional queda expuesto y las penurias de las mayorías depauperadas alcanzan peligrosos extremos.

En diciembre de 1998, Hugo Chávez gana las elecciones y su primera rueda de prensa en la madrugada del 7 de diciembre se centra en el petróleo. Promete disciplina en la OPEP; trabajar por la recuperación del precio; revisar los planes de expansión de Pdvsa hacia la baja; reconsiderar la apertura…

A lo largo de 1999-2000, el precio se recupera; la OPEP acuerda y cumple recortes en su producción y el jefe de Estado realiza notables esfuerzos por celebrar la segunda Cumbre de la OPEP, la cual efectivamente se llevó a cabo en Caracas.

Progresivamente Pdvsa va cediendo el protagonismo al MEM y se percibe un mayor involucramiento de Miraflores en el tema petrolero en aras de formular una política exterior, basada en el petróleo. Se va elaborando una nueva Ley Orgánica de Hidrocarburos, aunque el gas se rige por otra ley.

Cuando EEUU acababa de invadir a Afganistán y estaba afinando su invasión a Irak, las fuerzas opositoras a Chávez intentan y en gran medida logran paralizar al país con el infame paro petrolero del 2002-2003. Dicho paro le causó a la nación daños patrimoniales superiores a los 18.000 millones de dólares, generaron daños estructurales en los yacimientos en occidente que comprometen la capacidad de producción petrolera, aspecto éste en el cual el país venía asignándole ingentes capitales, a través de los planes de Pdvsa a lo largo de casi veinte años.

Lejos de cesar en marzo del 2003, los efectos del paro aún se sienten y se reflejan en la política petrolera actual, la cual por primera vez en la historia del país está siendo formulada y aplicada dentro de un entorno mundial excepcional: La demanda supera la oferta y los años 2004 y 2005 se han caracterizado por precios muy superiores a los estimados, previstos o soñados por planificador alguno. Es una situación que confunde y de allí los riesgos. Veamos ahora algunos aspectos sobresalientes a lo largo de las pasadas tres décadas.

La frase más emblemática de esa decisión, la pronunció el presidente Carlos Andrés Pérez: “La nacionalización en Venezuela no fue traumática”. Pero, a lo anterior, es justo agregar que la decisión como iniciativa fue tomada en la cima del poder. El resultado de esta característica es que el pueblo no sintió a la nacionalización como suya.

La ideología de la nacionalización

Una revisión del período prenacionalización revela que, lejos de responder a peticiones, reclamos, presiones y anhelos políticos populares, la nacionalización fue una iniciativa del Ejecutivo. Un trabajo del Cendes-UCV de 1967, titulado: “Estudio de conflictos y consenso”, demuestra una generalizada oposición a la siguiente pregunta: ¿Debe el Estado nacionalizar en forma inmediata las empresas petroleras?

Efectivamente, la respuesta generalizada fue: NO con 48,6% en el centro, 58,7% en oriente y 53,9% occidente del país.

Específicamente los “No Ejecutivos” y “Ejecutivos” respondieron a la misma pregunta respectivamente con un NO de 42,1% y de 52,2% (Guerra Marchan, 1977).

La ideología político-económica de los “No Ejecutivos” de la industria petrolera quedó patentada ante la siguiente pregunta: ¿Cree usted que en Venezuela cualquier persona puede llegar a ser lo que se indica?

                                                % SÍ

Dueño de una pequeña empresa     96,2

Dueño de una gran empresa          87,2

Alto empleado del gobierno           91,0

Alto oficial del ejército                 87,7

Alto dirigente político                   88,2

El autor de la tesis de la cual se extrajeron los datos antes señalados llega a decir: “(…) La conformación del juego social, entendemos por ideológico como una instancia cementadora (…) en los valores de las clases dominantes (…) estos valores son inyectados a toda la población, con el instrumento de la comunicación social y el sistema educativo”.

“(…) La Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), que agrupaba el mayor número de trabajadores organizados, mantuvo casi siempre una actitud más espectadora que beligerante en aquel debate (…) Esa Confederación no hizo mucho por reivindicar el derecho que tenía la nación de ejercer soberanía plena en el dominio de los hidrocarburos y se limitó a discutir sobre la materia de las prestaciones sociales”, apunta acertadamente la Dra. Irene Rodríguez Gallad (1996).

Quizás esta reflexión sirva para tratar de entender la razón por la cual no toda la sociedad venezolana se movilizó para condenar y combatir el paro petrolero. Posiblemente, porque no sintió el tiempo transcurrido desde 1976 como una realidad nueva, diferente y beneficiosa para el ciudadano y para el colectivo. Pero tampoco hubo pruebas de que el país apreciara la magnitud de lo que implica la pérdida para la nación implícita en el destino de casi 20.000 trabajadores de esa vital y compleja actividad nacional.

Debate sobre las empresas mixtas

Esta falta de participación popular vuelve hacerse patente en los actuales momentos, debido a la falta de un debate nacional acerca de un sensible expediente como lo es la migración de los convenios operativos a empresas mixtas.

Hay casos donde la aprobación parlamentaria pareciera legitimar una estrategia con sus correspondientes planes y proyectos. En 1975, el Legislativo aprobó la Ley de Nacionalización a pesar de muchas protestas, impugnaciones y votos salvados.

Caldera, como lo señala la profesora Irene Rodríguez Gallad, “estaba convencido de que los peligros serían más graves en el caso de que la nación sucumbiera a la tentación de crear empresas mixtas” (Rodríguez Gallad, 1996, 166).

La misma investigadora, en su citado libro, aporta las evidencias de cómo las figuras políticas más progresistas y nacionalistas del país rechazaron abiertamente la figura de la empresa mixta.

Como ejemplos tomaremos a Luis Beltrán Prieto Figueroa, quien calificó de “concesión disfrazada” a la asociación por empresas mixtas. En 4 de julio de 1995, en un discurso pronunciado en la Sesión Bicameral, el entonces presidente de la Comisión de Energía y Minas de la Cámara de Diputados del Congreso de la República, citaba al doctor Carmelo Lauría:

… Yo pregunto, son estas [las grandes empresas transnacionales del petróleo] los socios que nos van a ayudar…? ¿Para qué vamos a asociarnos con ellos? ¿De manera que las vamos a invitar para que participen del análisis de nuestras informaciones y nuestras decisiones…? ¿Y justamente para la comercialización (…) vamos a invitarlos a que se sienten adentro, con nosotros, para fijar los precios, para trazar las normas y para marcar el cambio?

El entonces presidente de la comisión cita a “uno de los venezolanos más expertos en materia petrolera (…) el Dr. Julio Sosa Rodríguez”, quien había declarado el 20 de julio de 1975:

En este tipo de empresas, aun cuando el capital privado se encuentre en minoría, su participación a nivel directivo, en donde se maneja información y se definen acciones y estrategias, lo más probable es que con frecuencia sea fuente de conflictos de intereses… pudiendo llegar incluso a mediatizar en una u otra forma el poder decisorio del Estado.

Es de recordar que dicha Sesión Bicameral se encontraba discutiendo el Esquema de Ganancias Compartidas como una de las formas dentro de la política de apertura petrolera que el gobierno de Rafael Caldera estaba introduciendo. Por lo tanto, fue oportuno que el entonces presidente de la comisión,  Alí Rodríguez Araque, preguntara:

¿Se ha paseado Ud., Dr. Caldera, por estas circunstancias que tan solemnemente advirtió? ¿Ha cambiado la naturaleza de las transnacionales o ha cambiado Ud.?

Estamos entonces rediscutiendo en el mismo país, las mismas personas, los mismos conceptos y figuras que hoy se nos presentan como hechos cumplidos.

Y es que Caldera, habiendo citado a Julio Sosa Rodríguez había expresado en el Congreso:

No sé realmente si el honorable gobierno de la República se ha paseado por todas estas circunstancias.

(…) Cuando hacemos una empresa mixta con una empresa transnacional, lo que hacemos es darle otro diente de la tenaza para que la presión desde afuera sea más eficaz adentro, porque los vamos a meter adentro pero ellos están afuera. Les vamos a dar (…) voto, influencia y acceso a todas las informaciones y a toda la estrategia que vamos a realizar desde adentro (Rodríguez Araque, 1997,78-80).

El voto salvado contiene errores conceptuales

Este giro ya había sido anunciado y publicado en la revista Debates-IESA, vol. 2, nº 2, oct-dic., 1996, y republicado en el libro de Rodríguez Araque El proceso de la privatización petrolera en Venezuela en junio de 1997. Allí el autor aclara que: “El objetivo es avanzar de una política de precios (1999-2002), hacia una política de mercados (2004-2005). Política ésta que se sustenta en las enormes reservas de que dispone el país (…) y la proximidad de los mercados”.

Son estos dos elementos que sustentan la estructuración de la tesis de Rodríguez Araque los que requieren un aparte de la discusión.

En primer lugar, las enormes reservas, por su particular característica, conllevan a empresas mixtas con capital transnacional. En segundo lugar, la proximidad de los mercados se refiere básicamente al mercado estadounidense, lo cual más bien históricamente viene generando un problema geopolítico, el cual constituye una carga para el sistema nacional de seguridad y defensa.

Entre los principales países exportadores de petróleo, Venezuela tiene la particularidad de sus reservas petroleras probadas. Éstos están constituidos mayoritariamente por crudos pesados, extrapesados y no convencionales, lo cual tiene implicaciones a la hora de diseñar la estrategia para el racional aprovechamiento de estas enormes reservas. Esta tarea no pareciera plantear mayores dificultades; sin embargo, un serio obstáculo emerge cuando se intenta concebir esta ventaja de disponer en muy grandes reservas del tipo mencionado, con la desventaja que viene dada por el hecho de que el país dispone de reservas petroleras probadas relativamente modestas de crudos livianos y medianos.

Contra la naturaleza no se puede luchar

Hace más de medio siglo, las autoridades petroleras nacionales de lo que hoy equivale al Ministerio de Energía y Petróleo comprendían y publicaban la principal característica de los crudos venezolanos. La producción correspondía a la composición de las reservas petroleras probadas del país, y la cuantiosa producción de crudos pesados fue, en su tiempo, requerida en EEUU para complementar la mezcla en las refinerías para obtener fuel oil, necesario para las plantas termoeléctricas. Hay que recordar que para ese entonces en EEUU sólo 11,33% del petróleo producido tenía una gravedad menor a 25º API.

Pero hay más en la tesis de Rodríguez Araque y es que la misma considera que esa política comporta un plan concreto, encaminado a la integración de nuevos factores productivos “las llamadas Actividades Conexas […y] la producción que es el aspecto medular del negocio petrolero. Política esta que pasa por un verdadero cambio cultural en los inversionistas venezolanos tan temerosos al riesgo que comporta la inversión (…) Hoy como nunca cobra actualidad la fórmula tripartita que mantiene el rol protagónico de Pdvsa y abre el negocio petrolero hacia fuera –a la inversión extranjera– pero también –y principalmente– hacia dentro para incorporar inversionistas y ahorristas venezolanos”.

Quiere decir que los conceptos de Pdvsa en 1996, además de ser aprobados por el citado autor, conforman parte de su propia tesis:

• La apertura del negocio petrolero a la inversión extranjera.

• Generar un cambio cultural en los inversionistas y ahorristas venezolanos para su integración al aspecto medular del negocio petrolero: La producción.

Por lo tanto, el “plan concreto” de Rodríguez Araque es una versión de la visión estratégica de Pdvsa en el período 1994-1998, la cual se basó en la apertura.

En cuanto a los inversionistas y ahorristas venezolanos, las estadísticas financieras nacionales difícilmente pueden sustentar este anhelo, el cual de materializarse se traduciría en la pérdida del control estatal sobre esta vital actividad primaria.

El legado de las ex concesionarias

Independientemente de las consideraciones que llevaron a las filiales de Pdvsa a seguir utilizando en sus nuevos logos los mismos colores emblemáticos de las firmas transnacionales correspondientes, se reforzó la sensación de que las ex concesionarias permanecieron operando en el país, “sin traumas” y, de alguna forma, como socias de Pdvsa.

En el fondo, esta percepción estaba plenamente justificada por dos causas:

1. Pdvsa firmó sendos convenios de asistencia tecnológica y de comercialización. Esta modalidad legitimó la lucrativa presencia de las principales ex concesionarias y además facilitó un período de transición de intensa actividad doctrinaria empresarial.

2. Si bien es cierto que los directivos de Pdvsa ya no tenían que reportarles a las casas matrices de las ex concesionarias, los mismos directivos, ahora de las filiales de Pdvsa, ni siquiera tuvieron que cambiar de “cachimbo”. No, éstos, que llevaban mentalmente un esquema empresarial, nada nacional, conservaron principios ético-morales, visiones y convicciones capitalista-imperialistas, surgidas en las casas matrices como corporaciones transnacionales, las cuales se deben a sus accionistas y a sus países sedes y de origen.

Esta particularidad robusteció las convicciones de los nuevos jerarcas de Pdvsa, de su “esencia” occidental y desarrollada en yuxtaposición con los integrantes del colectivo de “funcionarios públicos”, representativo de la “chusma”.

A título comparativo, en otros países de la OPEP, la sede de la concesionaria estuvo siempre en el exterior, mientras que en el respectivo país productor sólo había una oficina compuesta por un número muy reducido de “musiués”, quienes con la nacionalización tuvieron que salir de ese país y en forma traumática, parecida a aquella que experimentó el entonces presidente de la Creole, Mr. Harold Haight como Persona No Grata, a raíz del Decreto Sanabria Nº 476 del 19 de diciembre y la reacción de la Creole al decreto mencionado.

En suma, la prolongada presencia en Venezuela de las concesionarias, como empresas comerciales con sede en el país, produjo generaciones de profesionales y técnicos venezolanos, entrenados, cultivados y adoctrinados por esas Concesionarias. Las actividades de la “Cámara Petrolera”, influyó ideológicamente en movimientos y agrupaciones nacionales en todos los terrenos de la vida pública. “El Informe Esso”, es quizás el equivalente a la “CNN” del presente. Valga decir que, mientras el Estado alcanzaba por escrito a una elite de la sociedad venezolana mediante la “Carta Semanal”, “El Informe Esso” estuvo presente en los hogares venezolanos todas las noches.

Así, quien hasta ayer había sido presidente de la Shell de Venezuela, amaneció hoy como presidente de Maraven, conservando ideología, valores ético-morales empresariales, acostumbrado a garantizarle la mayor ganancia a la concesionaria (ahora para Maraven), porque el Estado es ineficiente y representado por políticos corruptos, según lo que aprendió durante décadas al servicio de la transnacional y basado en experiencias vivenciales que testimonian el precio o la tarifa de personajes del “zoológico político”, presentes en partidos, parlamento, prensa, cultura, justicia, iglesia…

Con el recetario efectivo a mano, no fue necesario reclutar o comprar nuevas voluntades, sino adecuar y estrechar vínculos y mecanismos de comprobada eficacia.

Una nueva realidad

Los hombres y las naciones tenemos la oportunidad de aprender algo nuevo todos los días. Desde septiembre de 2005, los dueños de amplias reservas probadas de crudos, no importa si son convencionales o no, hemos estado recibiendo señales, indicios y hechos que han estado evidenciando la presencia de un período de precios que superan los calificativos de razonables y justos, se colocan en el rango de extraordinariamente altos.

Esta experiencia que aún persiste debería bastar por sí sola para excluir cualquier tentación de compartir estas ganancias con terceros.

Más aún, lejos de tratarse de una fugaz coyuntura, los hechos demuestran la presencia de un cambio estructural en la génesis de la industria petrolera internacional, la cual refuerza la tesis de lo finito, agotable y no renovable del petróleo. En otras palabras, el encarecimiento del petróleo, refleja el recientemente creciente agotamiento del recurso.

Este fundamental hecho exige un hermetismo absoluto, para evitar que los beneficios de la explotación del recurso sean accesibles a entes foráneos, sean estos privados o estatales.

Valga concluir que la formulación de una estrategia petrolera nacionalista se torna más fácil cuando los elementos son tan evidentes y transparentes.

De allí que, cometer errores estratégicos constituye ahora mayores pérdidas para la nación. Argumentar el desconocimiento es inaceptable, la responsabilidad es ahora mayor que en cualquier momento histórico anterior.

Una vez que se nacionalizó la industria petrolera que operaba en su territorio, Venezuela sobresale como el único país miembro-fundador de la OPEP que viene invirtiendo masivamente en su industria nacionalizada, principalmente con el solo propósito de facilitar la colocación de su petróleo en el mercado internacional en términos competitivos.

Estas inversiones se efectuaron en diferentes fechas de estas tres décadas que estamos evaluando. Obviando la singular modalidad de los convenios de comercialización y de asistencia tecnológica, se pueden distinguir los siguientes conceptos que le ocasionaron enormes desembolsos a la nación: 1) El cambio del patrón de refinación; 2) la internacionalización; 3) la exploración agresiva; 4) la falta de información; 5) la apertura; y 6) la actual apertura II.

Todas y cada una de estas medidas obedecen fundamentalmente a una razón ideológico-conceptual por una parte y a otra de carácter natural-geológica por la otra. La combinación de ambas produjo y sigue generando cuantiosas pérdidas innecesarias para el país.

Dado que la nacionalización no fue acompañada por el debido esfuerzo educativo-doctrinario por parte del Estado hacia el equipo directivo gerencial de Pdvsa, éste, en su condición peculiar de no formar parte de los funcionarios públicos, dispuso de una autonomía técnico-financiera casi total. Este hecho se agravó por la ausencia de un plan nacional que le asignara a cada sector de la economía una porción correspondiente a su rol en la creación de empleo, garantizar la autosuficiencia alimentaria, la seguridad y defensa nacional, el desarrollo socioeconómico y cultural integral de la nación.

1.- En materia de refinación es bien sabido que la IPI instala en el país refinerías acordes con el tipo de crudo predominantemente existente en Venezuela: El pesado. Para la IPI, que además de Venezuela, con crudos de promedio aproximado de 20-25° API, operaba en países con crudos de promedio de 30-37° API y otros en el orden de los 40° API, era totalmente racional, desde el punto de vista comercial, construir refinerías productoras de refinados correspondientes a cada caso.

Desde luego, la IPI disponía de capital y tecnología suficientes para cambiar el patrón de refinación en Venezuela. Simplemente no incurrieron en estas inversiones, porque eran cuantiosas. En manos estatales, Pdvsa desvió ingentes capitales para lograr ese propósito, privándoles así oportunamente a las masas populares de prioridades elementales.

Para Pdvsa, cualquier solución, no importa su costo financiero y su perverso efecto social, era y es preferible que reconocer las desventajas comparativas del recurso petrolero venezolano.

2.- Con respecto a la internacionalización, la cual se decidió cuando se hizo evidente en el mercado un excedente de crudos tanto livianos como pesados (México). Así Pdvsa tuvo que adquirir parte de la alemana Veba Öl, a fin de garantizar la colocación de crudos cuya demanda había mermado significativamente.

Otra vez, la calidad inferior del crudo venezolano ocasiona enormes inversiones en divisas. En este caso, el error es mayor, ya que el gasto se hace en el exterior; no genera valor agregado nacional; y expone valiosos activos nacionales a legislaciones y acciones políticas externas. Con el descubrimiento de que las refinerías en Alemania no procesaron crudos venezolanos, quedó evidente la política de Pdvsa de poner a disposición del Estado la menor cantidad posible en divisas, aunque la inversión sea improductiva.

3.- Todos los ejemplos ya señalados jamás hubieran sido efectuados por la IPI, pero la “meritocracia” en Pdvsa, con una clase políticamente complaciente, hizo posible estas aberraciones.

Sin embargo, nos parece que fue y es en el área de exploración agresiva donde Pdvsa simplemente se negó a reconocer y aceptar las realidades geológicas y geofísicas del subsuelo venezolano. Con esta posición, a lo largo de los últimos veinte años, las sucesivas jefaturas de Pdvsa, incluyendo la presente, han tenido un rotundo éxito para convencer al gobierno de turno de la racionalidad de invertir masivamente en procura del “Gigante Dormido”.

4.- Comoquiera que la información facilita la comprensión y afianza el conocimiento, tanto Pdvsa como el MMH, MEM, MEP, llámese como quiera, han ido restringiendo cada vez más la producción y circulación de publicaciones de alto valor educativo como la célebre “Carta Semanal”, hasta desaparecerla. El “PODE”, por su parte, es cada vez menos profundo, técnico y útil.

Mientras en la era de las concesionarias, las críticas se hacían contra entes foráneos, ahora el carácter nacional de Pdvsa es utilizado para evitar y hasta silenciar el debate, al extremo de acusar de antinacional las críticas más agudas y fundamentales. Este hecho no fue una práctica que monopolizó la “Pdvsa de Giusti”, sino que se heredó y es demostrable en la “Nueva Pdvsa”, a la hora de escribirse estas líneas.

El espacio para el debate petrolero se ha minimizado por varias razones. En la Asamblea Nacional ya no quedan expertos en la materia. Tanto la mayoría oficialista como la oposición, que integran las comisiones vinculadas al tema de la política petrolera, carecen de la necesaria experticia, conocimiento y voluntad para la fructífera discusión.

En los medios, la polarización extrema sataniza a unos y endiosa a otros. La autocensura se viene imponiendo como un rasgo nuevo en la vida política venezolana por parte de quienes, por décadas, hemos venido opinando y debatiendo sobre el tema.

5. Pero, precisamente como resultado de una política del Estado para informar y orientar en materia petrolera, involuntariamente se condujo a que todavía a finales del 2001 figuras sobresalientes de Pdvsa vociferaban las mismas posiciones y utilizaban los mismos argumentos que la “Pdvsa de Giusti”, utilizó para legitimar la apropiación de la figura de “apertura”.

Menos de un año más tarde, el mismo presidente de Pdvsa, coautor de la Ley Orgánica de Hidrocarburos y cómplice de estas posiciones reaccionarias en Pdvsa, en medio de un “proceso revolucionario”, lideró el golpe de Estado del 11 de abril.

6.- La composición de la Comisión Presidencial para la Reforma de la Ley de Hidrocarburos, limitó los alcances de la ley misma; el enemigo estuvo en casa en una proporción lo suficientemente sólida como para impedir correcciones de fondo. El incremento de la regalía y de la tasa impositiva en el Impuesto Sobre la Renta, se visualizó como el triunfo máximo. La figura bastarda de la “apertura”, quedó consagrada.

7.- No puede ser, por ahora, sino una hipótesis de que mantener esa figura de la “apertura” ya estuvo previsto para que fuera aplicada posteriormente, con voluntad revolucionaria, espíritu socialista y legitimada a gritos por masas populares ilustradas gracias al generoso financiamiento de la “Nueva Pdvsa”, que ahora es de todos.

De hecho, ahora se aplica, pero no se menciona su nombre; no se debate en la Asamblea Nacional ni en la prensa nacional.

En dos fechas, 1999 y 2003, en Venezuela hubo oportunidades para enderezar los entuertos de la nacionalización petrolera. En la primera ocasión, la expectativa del cambio se justificaba por completo con base en el discurso nacionalista preelectoral y ratificado en la primera rueda de prensa del presidente Chávez (en el Ateneo de Caracas en la madrugada del 7 de diciembre de 1998).

Es de tomar en cuenta que 1999-2000 fue un período durante el cual la recuperación del precio, la restitución de la credibilidad del país internacionalmente y la demostración de la fortaleza y unidad de la OPEP, ocuparon la máxima atención presidencial en materia petrolera.

“I Like the Price Band”

Desde el primero de abril de 2000 se puso en ejecución el “sistema de bandas” y el presidente Chávez recordaba insistentemente que ese mecanismo es venezolano.

Completamente positiva como pudiera lucir a primera vista, la gestión petrolera comenzó a incurrir en algunos desaciertos innecesarios. Esta afirmación tiene su mejor ejemplo en el tema de “la banda de precios”, en torno a la cual hubo acercamientos y coincidencias poco plausibles entre el entonces titular del MEM, Alí Rodríguez, y su contraparte estadounidense Bill Richardson.

Como si el “Imperio” cambiara su esencia según el “César” de turno, en recientes revelaciones públicas del propio presidente Chávez, se supo que el entonces presidente Clinton le había manifestado su simpatía por la “banda” con palabras textuales: “I like the price band”.

La “banda” de precios fue iniciativa exclusivamente venezolana y su aceptación por el resto de los países miembros fue cautelosa al punto de que no existe una Resolución expresa y específica que comprometa a la OPEP con este mecanismo.

La última vez que la OPEP tomó una decisión unánime en materia de precios fue el 26-7-1990 al establecer 21 dólares por barril como precio de referencia mínimo.

En realidad, el “sistema de bandas” constituye una especie de “camisa de fuerza” para la OPEP:

• Refuerza la creencia de que la organización es un cartel que fija precios.

• Limita la flexibilidad que necesita la organización para adecuarse tanto a condiciones del mercado como a coyunturas políticas durante las cuales se busca identificar, como culpable, a un “chivo expiatorio” en quien descargar la responsabilidad de una crisis real o imaginaria.

• La creencia de que agregar o retirar 500.000 b/d del suministro de la OPEP al mercado es capaz de generar cambios importantes en las cotizaciones petroleras es una ilusión, porque el señalado volumen es una fracción mínima en relación con el total mundial del petróleo que se produce o que se comercializa. Más aún, las fluctuaciones estacionales del consumo interno de los países miembros, que se acerca a los 6 millones b/d, pueden requerir variaciones cercanas al medio millón que se presume sea el remedio para ajustar el precio.

• El tono y el texto con los cuales le fue anunciado al mundo la eficacia del “sistema de bandas” crearon la sensación de que ahora Venezuela posee una especie de arma secreta que impondría una disciplina ejemplar e inquebrantable dentro de la OPEP y que los 500.000 b/d pudieran colocarse “instantáneamente” en el mercado o retirarse del mismo.

• 500.000 b/d es un volumen insignificante, comparado con los inventarios y las reservas petroleras estratégicas. Los almacenamientos que tienen varios países miembros en puntos estratégicamente ubicados en relación con sus respectivos mercados son tan enormes que la cifra pierde importancia.

• El “sistema” no contempla las consecuencias de un escenario en el cual, por factores reales o artificiales, el precio continúe superando los 28 dólares por barril y todos los países miembros menos uno o dos tendrían la capacidad y voluntad de seguir incrementando su producción. En el supuesto de tener estos países miembros ambas condiciones, el “sistema” estaría acentuando una correlación de fuerzas dentro de la OPEP no beneficiosa para Venezuela.

• El “sistema” anuncia explícitamente la disposición de todos los “países miembros” a seguir incrementando su capacidad de producción para satisfacer un eventual crecimiento inesperado de la demanda petrolera mundial. Este compromiso, en vista de la muy limitada capacidad de producción cerrada, supedita los planes de expansión de la capacidad en todos los “países miembros” a la expectativa de que el “sistema” proporcione la estabilidad de los precios. Los planes de expansión son decisiones de carácter estratégico y conciernen al interés nacional de cada “país miembro” individualmente.

La prensa mundial informó el 31 de octubre del 2000 que la Administración Clinton celebra la decisión de la OPEP de incrementar la producción en 500 mil b/d, según lo previsto por el sistema de “bandas”.

No obstante, y en los primeros seis meses de su aplicación, las evidencias han demostrado que el “remedio” no hace efecto.

El profesor Robert Mabro, distinguida autoridad académica británica de la Universidad de Oxford, es de hecho el autor de esta fórmula, a la cual hicimos referencia oportunamente1 pero nadie en la OPEP quiso adoptarlo.

El profesor Pierre Terzian opina irónicamente en su publicación Petroestrategies del 3-4-2000:

Los venezolanos deben ser los petroleros más felices del mundo, ahora que su largamente anhelado sueño se ha materializado (...) La OPEP ha aprobado el principio de la Banda de Precios (...) Hugo Chávez había convertido esta propuesta en la piedra angular de su campaña presidencial.

Y es que Terzian cree lo que no es cierto: En la campaña electoral, el presidente Chávez no habló de la banda. Pero otros en su Gabinete dieron la sensación internacionalmente de que al abogar por la banda estaban cumpliendo órdenes de su Presidente.

En realidad el “sistema” tiene varias desventajas:

• Da la impresión de que la OPEP dispone de infinita capacidad de producción cerrada para satisfacer la creciente demanda.

• Siendo el precio una resultante de transacciones fuera del alcance de la OPEP, el mercado le dicta a ésta una especie de “deber moral” de suministrar cada vez más crudo, aunque las verdaderas razones del alza del precio sean la manipulación y el reforzamiento de los inventarios.

• La OPEP no tiene por qué adquirir unilateralmente la responsabilidad y el compromiso de estabilizar el precio. Es un objetivo que trasciende su capacidad. Es un compromiso que coloca moralmente a la OPEP en la peligrosa posición de estarle diciendo al mundo que su petróleo es un “patrimonio de la humanidad”. Este es un peligroso mensaje y principio que se contrapone al hecho de que el petróleo es patrimonio de la nación, dueña del recurso en su subsuelo.

• Lo que es igualmente peligroso es que la formación del precio es un complejo proceso, sobre el cual la OPEP no tiene mayor incidencia cuando tiende hacia el alza, en cambio sí cuando tiende hacia la baja.

Comoquiera que prácticamente queda solamente Arabia Saudita con una sustancial capacidad de producción cerrada, si prevalece el “sistema de bandas”, Riad estaría “obedeciendo” los mandatos de la OPEP que la autorizan a continuar incrementando su cuota y por ende su tajada desproporcional en el mercado.

Una eventual presión por parte de Washington sobre Arabia Saudita, quedaría “camuflada”, porque EEUU no tendría que hacer peligrosas presiones, ya que la OPEP le estaría rogando a Arabia Saudita que cumpliera con el compromiso que ha adquirido la Organización al adoptar el “sistema de bandas”.

Sin habérselo propuesto, este mecanismo se podría convertir en una especie de “alcahuete” para esconder la mayor injerencia estadounidense en la política de producción de Arabia Saudita.

La “relación Rodríguez-Richardson” fue un primer paso hacia iniciativas venezolanas para garantizarle el suministro petrolero a Estados Unidos por 20 años que en el 2003 recibió el rechazo oficial de Washington.

La sensatez económica y la coherencia ideológico-política de este generoso ofrecimiento quedan aún a la espera de una respuesta satisfactoria.

De vuelta a la más reciente secuencia cronológica, podría argumentarse que durante el período 2001-2002, la cuestión petrolera fue relegada a un segundo lugar en vista de que, por un lado, los ingresos petroleros eran satisfactorios, se estaba trabajando en un nuevo marco legal-fiscal para el sector, y, por otro lado, afianzar políticamente al gobierno frente a una agresiva oposición le restó ímpetu a lo petrolero.

En vísperas del paro

Precisamente cuando el año 2002 estaba por finalizar, se produjo un fenómeno de máxima gravedad y peligrosidad, hasta para la seguridad y defensa del país. “El paro petrolero” puso en evidencia que durante el lapso 1999-2002, ambos inclusive, el nuevo Gobierno no había cumplido su tarea y deber de reeducar a los trabajadores, técnicos, gerentes y líderes de Pdvsa. En otras palabras, la transición “no traumática”, que se inició con la nacionalización en 1976, no experimentó en 1999 un giro de 180 grados con la llegada al poder de un gobierno con proclamaciones esperanzadoras.

A partir del segundo trimestre del 2003, con la fuga masiva que se efectuó en Pdvsa, se popularizó la creencia de que de allí en adelante las estrategias políticas y las medidas a aplicar serían completamente acertadas. Esa idea se reforzó en la medida en que el oficialismo ganó el referéndum y afianzó su dominio de la Asamblea Nacional, gobernaciones y alcaldías.

¿Una política petrolera nueva?

Es así como se puede considerar que 2004-2005 es el período durante el cual, por primera vez desde 1999, se viene aplicando la “política petrolera” del presente gobierno, en razón de la virtual ausencia de una oposición.

También es cierto que es en este último período cuando se hace más evidente el distanciamiento entre los más altos funcionarios petroleros públicos y un sector, principalmente académico, afecto al “proceso”, pero que no comparte ni aprueba la actual política petrolera oficial. Los puntos que generan la mayor discrepancia giran en torno de:

• La nueva apertura en petróleo y gas.

• La migración, ordenada por el Ejecutivo, para que los “convenios operativos” se conviertan en “empresas mixtas”.

• El problema de la insuficiencia de la energía eléctrica.

• La liquidación y condena de la “orimulsión”.

• La continuación de la política volumétrica, manifiesta en el plan de inversiones de Pdvsa.

• La insuficiente consideración en los planes de Pdvsa de los aspectos ecológicos y a los derechos e intereses de las minorías indígenas.

Pues, bien, en septiembre 2005, los ministros de Finanzas del G7 se reunieron para tratar el tema de los altos precios petroleros. Entre sus resoluciones encontramos:

• Se les solicita a los países exportadores utilizar sus ingresos extraordinarios para invertirlos en la expansión de su capacidad de producción.

• Se les solicita a los países exportadores facilitar el concurso de las compañías petroleras internacionales, a fin de acelerar el logro de dicha expansión.

En Venezuela, el presidente Chávez goza de una altísima popularidad; cuenta con una mayoría sólida en la Asamblea Nacional, en los estados, gobernaciones, municipios y reitera su oposición a las fórmulas del FMI. No obstante, lo que los G-7 están solicitando constituye parte del más reciente plan de negocios de Pdvsa: Incrementar la capacidad en casi 70%.

Pdvsa, avalada por el Ejecutivo nacional, está asignando bloques, firmando asociaciones y constituyendo empresas mixtas por 30 años con compañías extranjeras que, hasta ahora, venían cumpliendo el rol de compañías de servicio y no parecen haberse sometido a las nuevas disposiciones fiscales vigentes desde enero de 2002.

• Recomiendan los G7 devolver, reciclar las divisas obtenidas por la exportación petrolera en compras en los países altamente desarrollados.

Hay informes que indican que el monto de las importaciones en 2005 se acerca a los 22 millardos de dólares.

La política petrolera de Caldera fue duramente criticada por el Ejecutivo actual y especialmente la figura de la apertura.

Ahora no se menciona esta palabra, pero sí se aplica.

En dicha oportunidad, la ideología confesada era la del liberalismo. Ahora se denuncia al neoliberalismo salvaje y se proclama el “socialismo del siglo xxi”.

• Caldera no tenía mayoría parlamentaría.

• Caldera aplica la apertura ante la bancarrota fiscal.

• Ahora se profundiza la apertura, cuando las reservas internacionales son tan elevadas que se considera a una parte de las mismas como excedentarias.

• Caldera fue engañado por Giusti y su equipo de que, si no atraíamos rápidamente la inversión petrolera, a la misma le sobraba donde irse. Pdvsa y el MEP en cambio saben que las puertas están herméticamente cerradas en los países de grandes reservas petroleras.

Ahora Venezuela entrega reservas probadas a las empresas extranjeras. Las mismas tienen que arriesgarse en otros países a ver si encuentran reservas probadas.

Cuando el presidente Chávez reitera que Venezuela tiene las mayores reservas petroleras del mundo está alimentando inconscientemente la política volumétrica ya que “tenemos petróleo por 250 años” (SIC: Luis Vielma). Esto va contra el principio de la Comisión Coordinadora para la Conservación y Comercialización de los Hidrocarburos (Cccch) de 1958 como pacto esencial del pensamiento de Juan Pablo Pérez Alfonzo.

Además, en vista de que no son crudos convencionales, el proceso de “mejoramiento” es indispensable.

Pero, comoquiera que ese proceso es sumamente costoso, Pdvsa se ve “obligada” a asociarse con el capital transnacional.

En principio, esta práctica es contraria al espíritu de “no más concesiones” y es un tema interesante para una discusión sobre la soberanía.

Con base en los anteriores principios, Venezuela quiso disciplinar a los demás exportadores, fundando la OPEP.

Hoy Venezuela puede ser utilizada por las compañías petroleras internacionales, bajo el término de la “Nación Más Favorecida” como ejemplo para que otros productores puedan verse presionados para equipararse con la liberal “Venezuela Socialista”.

Decía Luis Giusti el 21-2-1998 que: “En el fondo, la apertura es incompatible con las cuotas”.

En el auge del nacionalismo petrolero, a comienzos de los años 70, en la OPEP se presentó un dilema y una disyuntiva. Ante la inminencia de la nacionalización petrolera acompañada por pasos firmes hacia la plena soberanía político-económica, las compañías petroleras presentaron la alternativa de la participación.

Según esta fórmula, las compañías serían socias de las empresas petroleras nacionales de los países miembros de la OPEP.

El entonces ministro de Petróleo saudita, Yamani, fue el principal entusiasta de esta “solución” y llegó a llamarla “un matrimonio católico”, refiriéndose a la inexistencia del divorcio.

En el fondo, la “apertura”, fue la fórmula que la administración Caldera-Giusti encontró para reajuntar y reconciliar a quienes temporalmente se habían separado: El Estado y las ex concesionarias.

Cada período presidencial descansa, en lo petrolero, en un andamiaje ideológico-cultural específico. Para la actual administración, se puede distinguir dos etapas. En la primera que duró entre 1999-2002, el objetivo principal fue el de la defensa de precios. A partir de 2003, queda claro que el precio va en ascenso, impulsado por las fuerzas del mercado, por lo que se puede prescindir de los esfuerzos individuales o colectivos. En el período 2004-2005, se manifiesta la política de mercados.

Es de hacer notar que, a partir de 2004, lo que fue históricamente una desventaja para Venezuela deja de serlo, en vista de que el comportamiento de la demanda petrolera mundial, comparado con los pobres resultados de significativos descubrimientos de nuevas reservas de crudos convencionales, está allanando el camino para la incorporación masiva de las diferentes formas de petróleo no convencional al ciclo de explotación energética. Con ello, lo que hasta 2003 constituyó un válido punto de discusión deja de serlo.

Ahora, por definición, la explotación petrolera costa afuera, en regiones climáticamente extremas y remotas de los centros consumidores, es más costosa y por ende menos atractiva para el inversionista estatal o privado. Pero si esto es cierto en las circunstancias mencionadas, sí lo es más en el caso del mejoramiento de los crudos extrapesados venezolanos, ubicados en la Faja del Orinoco sin adjetivos, ya que su denominación como bituminosa o petrolífera puede generar apasionadas discusiones, por ahora, irrelevantes en esta introducción.

Grosso modo, tenemos entendido que instalar una capacidad de producción de un millón de barriles diarios de crudos mejorados, provenientes de extrapesados de la Faja, requiere de una inversión de entre 15 a 20 millardos de dólares. En vista de la magnitud de las inversiones petroleras por una parte y la urgencia de destinar al campo social inversiones y gastos no menos importantes y cuantiosos, surge legítimamente la disyuntiva de recurrir o no a la apertura.

Pero esta eventual discusión supone primero la aceptación de la figura jurídica, administrativa, empresarial y ética de la apertura. No obstante, parece que el mismo término conlleva una carga objetiva y emotiva que despierta una memoria colectiva en torno al nacionalismo y la soberanía por un lado y al imperialismo y las transnacionales por el otro. Esta memoria colectiva es mantenida viva en forma activa y permanente desde 1999 con un discurso beligerantemente nacionalista y tercermundista.

De allí, la dificultad de no cometer errores y contradicciones conceptuales y principistas entre el decir y hacer, a la hora de exponer para el debate científico, la actual estrategia petrolera.

Ante un escenario de precios altos por un período de unos cincos años, del cual ya han transcurrido dos años, pudiera generarse a nivel del consumidor: Ahorro energético; mayor eficiencia energética; mayor capacidad de producción de actuales y nuevos países productores; y mayor uso de fuentes alternas de energía.

Todo ello combinado con una eventual recesión económica mundial disminuiría la demanda petrolera y obligaría a la OPEP a volver al régimen de cuotas: ¿Podría Pdvsa soportar el costo de una sustancial capacidad de producción? Y ¿cómo cumpliría su actual rol de financista del gasto social?, ¿nos arrepentiríamos por no haber usado oportunamente el “excedente petrolero” para amortizar el pago de la deuda externa?

Algo es preocupante: El haber sacrificado la Cccch, “no más concesiones” y la destinación de ingentes recursos financieros por parte de Pdvsa, en vez de descubrir al “legendario Gigante Dormido”, podrían encontrar solo un “Enano Dormido”, por lo que es recomendable recordar lo imaginario, como lo fue la “Sayona”.

¡Se perdió la brújula!

Nuestros enemigos comunes estaban de júbilo al escuchar de boca del presidente Chávez, al presentar en julio de 2005 el actual plan de Pdvsa, palabras de elogio y reconocimiento para Arturo Uslar Pietri, un ilustre venezolano, que sin embargo fue contrario a la política nacionalista de defensa del precio petrolero, porque apoyaba la política de incrementar el volumen de producción petrolera; fue un permanente adversario de la OPEP y del Tercer Mundo; y estuvo a favor de las transnacionales petroleras y, conceptualmente, fue un mantuano guiado por el eurocentrismo.

Además, su hostilidad hacia el cambio y el arribo del nuevo Gobierno quedó testimoniado.

Uslar Pietri en Madrid: Venezuela está literalmente sin rumbo.

Venezuela –dijo– está en estado caótico (…) una situación muy grave y peligrosa, (…) una situación en que cualquier disparate puede prosperar (…) el país está (…) sin rumbo, sin instituciones, sin partidos, sin dirigentes, sin orientación (…) al azar (…) no hay un plan ni un proyecto nacional (…) la Constituyente traerá más confusión y más choque (…) un país [así]… es un país en peligro.

Ante tan garrafal error, inmediatamente los adversarios ideológicos de Chávez publicaron en la prensa nacional páginas enteras ensalzando a Uslar Pietri como un “estadista”.

Dos cuestiones deberían ser vistas en forma separada: Una es la política petrolera que se ha aplicado en ese largo lapso; la otra es el uso que al ingreso petrolero se le ha dado. Por nuestro lado, sólo la parte conceptual, ideológica de la política petrolera, constituye el centro de la discusión.

Bibliografía

1. Guerra Marchan, Jesús Rafael (1977): Análisis de circunstancias que determinan la realidad petrolera en Venezuela, mimeo, tesis para optar al grado de Economista, Faces-UCV.        [ Links ]

2. Rodríguez Araque, Alí (1997): El proceso de privatización petrolera en Venezuela, Caracas, Impregraf C.A.        [ Links ]

3. Rodríguez Gallad, Irene (1996): El discurso de la nacionalización petrolera en Venezuela, Caracas, Fondo Editorial Fintec.        [ Links ]

Nota

Ver El Diario de Caracas, 9-12-1982 y revista Número, 29-5-1983.