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Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales

versión impresa ISSN 20030507

Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales v.12 n.2 Caracas ago. 2006

 

Mesas técnicas de agua y consejos comunitarios de agua

Santiago Arconada

Se autodefine como luchador social y promotor comunitario. Su participación en las luchas comunitarias relacionadas con el problema de acceso al agua potable datan de mediados de los años 90, cuando participó en un experimento pionero en la parroquia Antímano de Caracas (ver su artículo en esta misma revista, vol. 2, nº 4, 1996). Desde 1999, ha trabajado en el diseño e implementación de las políticas que reseña. santiago_arconada@yahoo.es

Resumen

La resistencia a las políticas neoliberales en Latinoamérica y el mundo ha encontrado en las luchas contra la privatización de los servicios públicos terreno fértil para su desarrollo. Las luchas por el derecho al agua y en contra de su mercantilización en particular han acumulado un importante historial de experiencias. En este artículo se hace una presentación de la experiencia de organización comunitaria habida en Venezuela desde 1999 con el desarrollo de las llamadas Mesas Técnicas de Agua y Consejos Comunitarios de Agua. En la narración de la experiencia se muestra como desde las comunidades se ha ido avanzando para enfrentar primero los problemas más inmediatos de la prestación del servicio de agua potable y tratamiento de aguas servidas, hasta llegar a considerar el problema del agua en una mayor escala, incorporando la noción de cuenca que incluye su dimensión ambiental.

Palabras clave: Mesas Técnicas de Agua, Consejos Comunitarios de Agua, política administrativa, participación comunitaria, Venezuela. 

Technical Roundtables for Water Problems and Community Councils for Water

Abstract

The resistance to neoliberal policies in Latin America, and in the rest of the world, has found expression in the practical struggle to prevent the privatization of water supplies. This struggle already counts on a prolonged and varied history. Here, the author is concerned to present Venezuela’s experience since 1999 with the founding of the so-called ‘Technical Roundtables for Water Problems’ and the ‘Community Councils for Water’. The article demonstrates how the communities have progressively widened the range of their interests: initially concerned with the immediate problems of access to drinking water and its quality, they have moved on to consider broader problems, including the environmental problems of the river basins.

Key Words: Technical Roundtables for Water Problems, Community Councils for Water, Administrative Policy, Community Participation, Venezuela.

El propósito de esta presentación es exponer nuestra experiencia en las Mesas Técnicas de Agua y los Consejos Comunitarios de Agua. Un primer momento de esta presentación es para tratar de no cometer el error de hablar de algo como si todo el mundo supiese de qué se trata. Me parece que es pertinente informar que las Mesas Técnicas de Agua y los Consejos Comunitarios de Agua constituyen la propuesta organizativa que a partir de 1999 fue formulada a las distintas comunidades, no solamente, pero básicamente, comunidades de áreas de desarrollo urbano no controlado, que es una forma elegante de llamar a los barrios y a las comunidades más pobres. Esta propuesta organizativa era en sí misma una sistematización de una experiencia previa que se había tenido entre 1993 y 1996, durante el gobierno municipal de Aristóbulo Istúriz, en la ciudad de Caracas. Esa experiencia, que se desarrolló fundamentalmente en dos parroquias de Caracas, Antímano y El Valle, tuvo no solamente la virtud de tener un éxito muy impactante en la vida cotidiana de la gente, sino que ese éxito tenía las características de un hecho social compartido, de alguna manera animado y sostenido por la participación activa de las comunidades que se estaban beneficiando de los acueductos concretos que se estaban construyendo.

Cuando en 1999 toma el gobierno el presidente Chávez, se hace una sistematización de esa experiencia que tuvimos en algunas parroquias de Caracas durante el tiempo de Aristóbulo Istúriz al frente de la alcaldía de Caracas y esa experiencia se lanza como propuesta organizativa de quienes en las empresas hidrológicas públicas del Gobierno venezolano teníamos responsabilidad de afrontar la caótica y muy grave situación del servicio, tanto del suministro de agua potable como de la aún más desastrosa situación del saneamiento o de la recolección y tratamiento de las aguas residuales. Esta propuesta de Mesas Técnicas era sencillamente el lanzamiento a todas las comunidades de un esquema no solamente diferente en cuanto a la compresión del problema, en el sentido de que, por más indignación que nos pudiera dar la situación de escasez o de no tener suministro de agua, había que cambiar la relación con la empresa hidrológica pública, había que apropiarse por parte de las comunidades de una empresa que por el hecho de ser pública, no automáticamente se convertía en una empresa de la gente, en una empresa del pueblo. Su condición de empresa pública era un hecho nominal, distante, pero no era carne y sangre de la comunidad. No era un instrumento de la comunidad para enfrentar un problema de suministro de agua potable y de saneamiento de aguas residuales.

Básicamente, lo que se le planteaba a todas las comunidades era los elementos básicos de un diagnóstico participativo. Se planteaba la necesidad de elaborar el censo de la comunidad, de comprender el problema que se tenía en términos de suministro, para lo cual fue planteado a la conveniencia de la realización de planos o croquis por parte de las mismas comunidades, experiencia ésta que fue tremendamente rica y mucho más profunda de lo que imaginamos en un principio, en la medida en que esta incorporación de las comunidades a los planos de la empresa hidrológica era una verdadera victoria política. Durante mucho tiempo la actitud del Estado venezolano había sido el desconocimiento de los barrios, y ese desconocimiento tenía una manifestación tan concreta como “tú no estás en el mapa”, “tú no entras en el mapa”, “tú no estás considerado”. Hasta 1989 el mapa oficial de Caracas, del Centro Simón Bolívar, que fue durante mucho tiempo el organismo gubernamental que de alguna manera –aunque la palabra queda grandísima– se encargaba de Caracas, tenía para la parroquia en la cual yo vivo, que es una parroquia muy poblada, entre 250.000 y 300.000 habitantes, aparecía en el mapa descrito como zona verde. Era muy importante la aglomeración de barrios que había en esa zona, pero para el Estado, como no había dado permiso para estar allí, no se estaba ahí, esa realidad no era reconocida.

La realización de los planos, que en un principio parecía como algo estrictamente técnico, donde se va a comprender la topografía, las alturas, los instrumentos que tenemos, si hay tanque o tubería, pasó a ser una manera de entrar a formar parte de la ciudad realmente existente y significó también comenzar a incluirse no solamente en los planos sino también en los planes, que era otra cosa de la que se estaba al margen. En todo caso, quisiera sintetizar este primer momento, que ubico entre 1999 y 2003, como un momento donde la experiencia comenzaba en la región capital, en Caracas y en la región capital, y empezaba a tener expansiones hacia otras partes del país, pero que básicamente tenía inicialmente que ver con la elaboración del diagnóstico: qué es lo que nos pasa, por qué no tenemos agua, por qué no tenemos saneamiento. Con este diagnóstico fue posible comenzar a comprender las implicaciones de la ausencia de planificación en la vida cotidiana de los barrios y de las zonas populares en las cuales se hacía ese trabajo.

Veamos ahora la relación entre las Mesas Técnicas de Agua y los Consejos Comunitarios de Agua. La Mesa Técnica de Agua es la propuesta local, en el barrio, en la vereda, en el bloque, en la calle, o sea la propuesta para un determinado conglomerado humano, en un ámbito acotado, en un sitio, y para ello la Mesa Técnica de Agua diseña las tareas del censo, el plano, el croquis, para pasar al diagnóstico-proyecto, pero el lugar en el que esa Mesa Técnica local de un grupo comunitario acotado espacialmente entra a accionar las palancas de las tomas de decisiones, es en el Consejo Comunitario de Agua, que es la reunión de todas las Mesas Técnicas de una determinada circunscripción civil, por ejemplo, una parroquia, pero también de los sistemas hidráulicos que servían a las comunidades organizadas en esas Mesas Técnicas. Es decir, un tanque de distribución podía organizar un Consejo Comunitario o un embalse o un sistema hidráulico. No se tenía un criterio inflexible para la determinación de lo que un Consejo Comunitario agrupaba.

Los Consejos Comunitarios de Agua comienzan prontamente a exigir la participación formal en ellos de los gobiernos municipal, regional y nacional. Y ésta ha sido una tarea nada fácil. Se ha logrado alguna participación del gobierno municipal, pero muy escasamente y con mucha distancia y mucho recelo –por decirlo de alguna manera–, recelo que se explica porque en la medida en que lo fundamental que hacíamos en las Mesas Técnicas y en los Consejos Comunitarios era procesar información y, como siempre ocurre, la información produce poder, la razón fundamental por la cual el ente municipal tenía una distancia de esta propuesta organizativa era porque la comunidad crecía en poder, sentía que el poder de su gobierno era limitado o de alguna manera erosionado. Esto es lo que explica porque, salvo muy contadas y raras excepciones, el ente municipal ha visto ese crecimiento de poder del pueblo, expresado en las Mesas Técnicas, no solamente con recelo sino, en algunos casos, con una no disimulada agresión. Es decir, desde la perspectiva de los gobiernos municipales pareciera primar una visión según la cual, en la medida en que crezca la experiencia de las Mesas Técnicas y de los Consejos Comunitarios de Agua, el poder del gobierno municipal decrece. Eso no lo ven bien algunos compañeros alcaldes, por más roja que sea su boina.

El año 2003 se llevó a cabo un evento que podemos catalogar como un hito. Ese año se realizó el “Primer Encuentro Nacional de Experiencias en Agua Potable y Saneamiento”, que fue como nuestro primer congreso, nuestra primera reunión de Mesas Técnicas y Consejos Comunitarios. Ocurrió algo que nos sorprendió a todos los que convocamos ese primer encuentro. No teníamos una clara idea de lo que se había estado haciendo. Solamente cuando eso se juntó pudimos percatarnos de la fuerza de la experiencia. Ese encuentro significó un salto cualitativo, cuando la gente se encontró, cuando la fuerza que produce cualquier encuentro humano, no solamente en el ámbito espiritual, sino en el ámbito concreto de qué estás haciendo, qué experiencia traes, qué información me das, el modo como se potenció la noción que las Mesas Técnicas de Agua, que las comunidades concretas organizadas en Mesas Técnicas de Agua tenían de sí mismas.

Si en un primer momento lo que había motorizado la organización de la gente era la falta concreta de agua en su comunidad o la existencia de situaciones de saneamiento muy graves, cloacas rotas, sistemas de recolección totalmente colapsados o sencillamente deteriorados por el tiempo y lo que se generaba ante esos problemas puntuales eran respuestas puntuales, que comenzaban a organizarse, en el 2003 fue como la primera manifestación de cómo es esto de las empresas públicas, cuál es en realidad la magnitud de los sistemas hidráulicos sobre los cuales las Mesas Técnicas tienen incidencia. En términos concretos, ése fue un primer brinco al embalse, o sea, en un primer momento la gente estaba pendiente de que el agua llegase por el tubo a su casa y en ese momento se comprendió “yo soy parte de un sistema hidráulico cuyos componentes me tienen que preocupar del mismo modo como me preocupa que el agua llegue por el tubo a mi casa”. Y, desde ese punto de vista, eso significó procesos de confrontación y en algunos casos de conflicto con empresas hidrológicas. Estas empresas tenían en un principio –por más públicas que fuera– una mirada respecto de esta propuesta organizativa un tanto ornamental, que la gente se organice, que haga cositas, pero cuando la gente comenzó a decir y qué pasa con la administración del embalse y cuándo fue la última vez que se le hizo mantenimiento, ya dejaron de verlo con simpatía. En el momento en que se empezaron a aplicar presiones sobre la empresa hidrológica, se comenzaron a producir fricciones y roces que fueron muy convenientes para el desenvolvimiento posterior de esta propuesta organizativa.

Quiero ahora hacer mención de algo que fue no solamente importante, muy importante, desde el punto de vista ambiental, sino que sirvió también como un aprendizaje de responsabilidades éticas, que por ser comunidades populares no estaban ausentes. Nos referimos a las aguas residuales. Durante mucho tiempo, la carencia de agua potable hacía aparecer al problema de agua como que ésta llegase por el tubo, pero una vez que llegaba el agua potable se desconocía el resto del problema. ¿Qué pasa con el agua una vez que la utilicé? ¿Qué pasa con el agua una vez que la utilicé, desde el punto de vista de la construcción de la ciudad? En esto está implicada la red de cloacas, o sea, cómo la ciudad, sea lo que sea, es lo que está montado arriba de una red de cloacas y que si esta red de cloacas no existe, no somos todavía parte de una ciudad. No estamos conectados por las tripas de la ciudad a la ciudad misma, estamos como un pegoste de la ciudad. De alguna manera los tubos de agua potable eran como más livianos, eran hasta posiblemente mangueras, podían estar por encima de la realidad y no afectaban.

La comprensión en cambio que de las aguas residuales, de los sistemas de tratamiento de las aguas residuales, de la absoluta incorrección, o mejor dicho, aberración ambiental que significa que, a despecho de todo nuestro discurso de que hay muy poca agua en el mundo, cómo es posible que sigamos arrastrando heces fecales con agua potable, cómo es posible que nuestros sistemas de saneamiento no tuvieran todavía respuestas técnicas serias, estudiadas, profundas, a cosas que parecen contradictorias. Una empresa hidrológica no puede tener un discurso sobre lo absolutamente amenazada que está el agua en el planeta y, a renglón seguido, que las construcciones que se hacen, que las ingenierías que se hacen, siguen considerando que ése es el único modo de resolver el problema, sin comprender que no es coherente un discurso que diga no hay agua para beber, pero seguimos diseñando las cloacas y los sistemas de saneamiento con agua potable como si no pasara nada. Eso es, desde el punto de vista de la introducción de problemas, un momento muy particular.

Quisiera a continuación exponer qué ha significado entre 2003 y el presente –inicios de 2006– el desarrollo ya más político de las Mesas Técnicas de Agua y de los Consejos Comunitarios, como una experiencia no solamente de gestión del problema cotidiano de tener agua en la casa y de tener la cloaca en buen estado, sino de la comprensión del problema del agua. Quisiera afirmar que si en 2003 se dio el brinco al embalse, en este momento la idea fuerza, el sitio a partir del cual estamos intentando generar como un posicionamiento, es la noción de la cuenca. Vivimos en una cuenca de la que tenemos que tener responsabilidad. La cuenca ya es un ámbito geográfico que incorpora no al agua del tubito, sino al agua como hecho natural, geográfico, humano, constructor de los modos en los cuales estamos relacionados y para ello quisiera dar un ejemplo muy concreto con la ciudad de Caracas. Sabemos todos que la ciudad de Caracas está atravesada por una gran cloaca que con mucha liviandad llamamos el río Guaire. Caracas es la ciudad que está en la cuenca del Guaire. En este momento el proyecto general de saneamiento de la cuenca del Guaire, que es un proyecto que se adelanta desde el Ministerio del Ambiente, está absolutamente engarzado con todas las Mesas Técnicas de Agua de la capital, de la zona capital, bajo el concepto de que, en la medida en que recuperemos la armonía con nuestra cuenca, en esa medida estará posibilitada no solamente la vida futura de la cuenca y de nosotros dentro de ella, sino estaremos recuperando un balance que hoy no tenemos. De hecho, el río Guaire no solamente contamina y está contaminado en su paso por Caracas, sino que contamina también buena parte del estado Miranda.

Me parece que el lugar político más central de lo que tenemos entre manos actualmente no es cómo enfrentar una eventual privatización del servicio del agua, ya que en términos legales eso está resuelto en la medida en que constitucionalmente en Venezuela no es posible su privatización. Ésa sería una mirada complaciente con los verdaderos problemas que tenemos en relación con ese punto. Con la muerte del Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS), en 1989, se produjo, si no una privatización larvada de los sistemas hidrológicos del país, algo que podría ser para mí peor, como lo fue el inocular al interior del ámbito hidrológico la noción de negocio. El enfrentamiento político que a nosotros se nos plantea hoy es sacar el negocio del agua. Hay que establecer con claridad que el sentido de los acueductos y de los sistemas hidráulicos es producir salud y calidad de vida, no dinero, y que la recaudación lógica y evidente que todo sistema hidráulico tiene que tener, para el mantenimiento de lo que cuesta en sí mismo, no debe tener en ningún momento el propósito del lucro o la ganancia. Y, precisamente, si estoy en una empresa hidrológica que tiene clara conciencia de que está en una cuenca y que esta cuenca nunca va a dejar de requerir reforestación, mantenimiento, cuido, nunca voy a tener la ambición de que, por muy exitosa que sea la recaudación, la empresa hidrológica pueda producir ganancias, en el sentido comercial de la palabra. Y me parece que es pertinente decir que este proceso no está exento de contradicciones, no está exento de incomprensiones en el presente momento, pero con mucho es uno de los lugares que creo más expresivos, junto con otros movimientos sociales, como los de los compañeros de los Comités de Tierra Urbana o las experiencias educativas de las misiones. Es concretamente este movimiento de organización popular en torno del agua uno de los movimientos que expresa con mayor profundidad los intentos que estamos haciendo dentro del proceso bolivariano.