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Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales
versión impresa ISSN 20030507
Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales v.12 n.3 Caracas dic. 2006
Presentación
Por fin Estudios de diversidad sexual en Venezuela
Rodrigo Navarrete y Holanda Castro
En el amplio espacio de discusión promovido dentro de la UCV, el tema de la diversidad sexual era una deuda académica. Con esta afirmación, queremos hacernos eco de una de las ideas expuestas en este tercer volumen de la Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales dedicada al tema de la sexualidad, su historia y representaciones en la Venezuela de los últimos tres siglos, según la cual, el rezago de la academia en relación con el asunto era notable.
Sin embargo, no ha existido silencio. Desde hace aproximadamente veinte años, la globalización del mercado y las personalidades, del sida y de los derechos humanos obligaron a las organizaciones civiles a hacer del tema una agenda política más que reflexiva. La diversidad, la orientación, la igualdad y la libertad sexuales se hicieron caminos indispensables para pensar lo humano y lo político en una sociedad anhelante de más democracia y un panorama de valores sin máscaras.
Así, las dos organizaciones encargadas de hacer la convocatoria para este especial, a saber el Centro de Estudios de la Mujer de la UCV y Contranatura, grupo de estudios de diversidad sexual en la UCV, poseen un currículo, si bien diferenciado, que abreva en el mismo río.
El Centro de Estudios de la Mujer de la UCV, CEM UCV, se fundó en 1992. Según Gioconda Espina, a partir de la segunda mitad del siglo xx, miles de mujeres venezolanas asumieron como su espacio vital las aulas universitarias. Hoy, más de la mitad de la matrícula universitaria está integrada por mujeres y más de la mitad de quienes egresan de las casas de estudios superiores, incluidos sus postgrados, son también mujeres. Al interés por el conocimiento y el estudio siguió el afán de investigar proponer respuestas con perspectiva de género a los problemas del país. Este interés por aportar a la política nacional y no sólo mantenerse dentro del campus universitario mediante docencia, investigación y extensión, marca un hito en las relaciones de la universidad con la sociedad, algo decididamente advenimiento de la conciencia social que quince años después comienza a sistematizar de maneras más concretas la UCV.
Pero el interés investigativo y divulgativo da un importante paso en 1996, año desde el cual se publica ininterrumpidamente la Revista Venezolana de Estudios de la Mujer, antecedente directo de esta edición de la Reveciso, que toca la desigualdad por motivos de sexo o género. Sin embargo, ya antes el CEM UCV había iniciado la estrategia de encuentros entre personas, principalmente mujeres, interesadas en el género, por lo que desde 1992 celebra las jornadas ucevistas que se alternan año a año con las jornadas nacionales de género, antes también organizadas por la UCV y hoy descentralizada e itinerante por los principales centros de estudios de género, sexualidad y mujer que han establecido las universidades más importantes del país. Diez años después de la fundación del CEM UCV, se aprueba la apertura de la Maestría en Estudios de la Mujer, que este año abrirá su tercera cohorte, único programa de postgrado en el tema existente en el país, y que ha atraído incluso a personas de otros países de América y de Europa, bien como conferencistas bien como estudiantes.
Por su parte, Contranatura se conformó, como asociación civil en 2003 con sede también en la UCV, para dedicarse al estudio, discusión y acción vinculados con la diversidad sexual humana. Está integrada por personas cuya unidad como equipo es precisamente la diversidad sexual, interesadas en ir más allá de la discusión acerca de la homosexualidad o los estudios de la mujer. La diversidad sexual está siempre relacionada con los aspectos biológicos, psicológicos, sociales, históricos, culturales, económicos, políticos, filosóficos, éticos y hasta estéticos de la condición humana, por ello el equipo que conforma Contranatura (al igual que el CEM UCV) proviene de distintos ámbitos académicos y disciplinarios.
Las I Jornadas Universitarias de la Diversidad Sexual, organizadas por un equipo dirigido por la doctora Gisela Kozak de la Facultad de Humanidades y Educación en el año 2002 en la UCV, fueron un exitoso e innovador antecedente para la propuesta actualmente desarrollada por Contranatura. De hecho, Contranatura asumió la organización de las II Jornadas, en 2004, la cual contó con una muy numerosa presencia de investigadores de las más diversas especialidades y discutió un amplio repertorio de temas. De hecho, gran parte de los textos presentes en este tema central surgen como consecuencia de este evento. Este año se realizarán las III, dirigidas nuevamente por la profesora Kozak, lo cual reafirma la posición de vanguardia que tiene la UCV en torno a los estudios de género y diversidad sexual en el país.
La perspectiva teórica de Contranatura modifica radicalmente la percepción sobre el problema del género, hasta el momento casi exclusivamente centrada en el problema de la mujer, y abre el abanico de posibilidades de discusión centrados en la desigualdad y las relaciones de poder que se imponen en las más diversas modalidades de las relaciones entre sexos, géneros, orientaciones y/o identidades sexuales. Temas como la homosexualidad, la transexualidad, la bisexualidad, las masculinidades, las feminidades y otros entran entonces a formar parte de las reflexiones y acciones que desde la UCV se pueden materializar para propiciar una sociedad más justa.
De hecho, sin caer en extremismos constructivistas, consideramos que no existe nada de natural, esencial o intrínseco en las nociones androcéntricas y heterosexistas que predominan y dominan los discursos y las prácticas colectivas e individuales en nuestra sociedad. Claramente éstas responden a la conformación cultural e histórica de una ideología hegemónica que legitima la desigualdad, no sólo en términos de la diversidad sexual, sino también en los sentidos raciales, étnicos, religiosos, de clase y otros, y que alimentan el mantenimiento del poder en manos de sectores privilegiados de la sociedad. En consecuencia, la discusión de estos asuntos para Contranatura no sólo implica una toma de posición teórica sino un compromiso político asumido desde la academia.
El reconocimiento de que el género y la vivencia de la sexualidad influyen en las relaciones políticas y económicas de las personas sitúa como tarea ineludible la reflexión sobre las tensiones históricas, sociales, disciplinares, entre otras, que impone un sistema normativo y excluyente desde una base estructural que impide el ejercicio de los derechos. Llamamos, con Butler, a esta situación estructural matriz heterosexual, que puede definirse como "rejilla de inteligibilidad cultural a través de la cual se naturalizan cuerpos, géneros y deseos (...) como un modelo discursivo/epistémico hegemónico de inteligibilidad de género, el cual supone que para que los cuerpos sean coherentes y tengan sentido debe haber un sexo estable expresado mediante un género estable (masculino expresa hombre, femenino expresa mujer) que se define históricamente y por oposición mediante la práctica de la heterosexualidad".
La construcción de esta matriz se ha refinado culturalmente en ciclos recursivos a lo largo de la historia. El siglo xx se observa como ruptural en esta tendencia pues, como decíamos al inicio, las amenazas a la salud, a la economía y a la política global de la matriz heterosexual y androcéntrica se hicieron evidentes por retar la realización y ejercicio de los derechos humanos. Puede considerarse que este desafío a la norma es lo que alienta el trabajo democrático, político, discursivo de los estudios de género del nuevo milenio, en un momento en que tanto el feminismo como los antiguamente llamados estudios queer buscan nuevas vías para reprensar y resistir la exclusión de las mujeres y las minorías sexuales, así como la continuación de la dominación de régimen masculino. En esta encrucijada se hallan los objetivos del CEM UCV y Contranatura, junto a la Revista Venezolana de Ciencias Económicas y Sociales para la producción de este especial.
Por ello, con este primer dossier dedicado al estudio de la diversidad sexual en Venezuela, queremos comenzar a recuperar los pasos perdidos de esta/s manera/s de entender la ciudadanía y entregar una primera mirada al tema en la Universidad Central de Venezuela desde una lectura en tres niveles, cuyo primer escalón es histórico, un segundo nivel de lectura es más epistémico, a lo que contribuyen fuertemente los profesores Kozak y Amodio, y un tercer nivel es el análisis de las parcelas constituidas dentro del GLBT (Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales, a los que sumamos acá Masculinidades y Estudios de la Mujer).
Desde la diferenciación cultural establecida como género, Amodio reterritorializa la discusión, para deslindarse del mero comercio semiótico de las representaciones sexuales. Con ello, busca hablar de la "carne" que hace político todo pensar acerca del género en los momentos actuales y el futuro que se avecina a partir de la organización civil. Al establecer la polaridad semiótica cultura/naturaleza, sexo/género, hembra/macho, avanza hacia ese intermedio que llama, junto a Adiseshiah, "residuo" y abre fuegos dentro del campo GLBT. Espectáculos intolerables, encerrados en night clubs de cuarta categoría, según un vehemente Amodio, personalidades fronterizas, relaciones esquivas, etc., desafían la norma heterosexual, la historia y todo el esquema de representación occidental construido sobre las dualidades excluyentes. Observa que, en la actualidad, la diferencia es un discurso que se ha colado hasta en los grandes medios (el autor coloca como ejemplo el filme X-MEN) y que socava, paradójicamente desde su institucionalidad, el discurso moderno de la igualdad y el respeto a los derechos humanos. A partir del ejemplo de la lucha civil de las comunidades gay y lesbiana por el matrimonio se "pone en tela de juicio la tradición social no sólo del Occidente sino de todas las sociedades, ya que puede provocar un cambio profundo en la manera como éstas se reproducen culturalmente y hasta biológicamente".
Kozak, por su parte, expone magistralmente el recorrido y las tendencias de los estudios de la diversidad sexual en el contexto académico. Los pone en perspectiva del alcance de otros movimientos sociales, como el indígena, el negro, el feminista, las nacionales y el de los desposeídos, para preguntarse por qué esta diferencia genera tanta resistencia y tardía inclusión en las universidades. De estos movimientos, considera que el feminista ha sido nutriente directo del estudio e investigación acerca de "minorías" sexuales (sabiendo que por minoría se entiende no a los menos sino a los no hegemónicos). Como Amodio, en esta misma selección, su artículo tiene dos caras, el disciplinar, en su caso, cercano a la crítica cultural, y el político, en el que se vincula analíticamente con las organizaciones sociales que se colocan al lado de las tendencias de estudios de diversidad sexual identificadas por la autora. El discurso de Kozak se inscribe, sin lugar a dudas, en la frontera de los nuevos feminismos, el estudio de las llamadas feminidades, que han sido reconocidas, también en Venezuela como heterocentradas, pero también en la frontera de los estudios sobre homosexualidad, también denunciados como falocéntricos. En fin, su reflexión es un desafío a la misma manera en que hemos discutido sobre el género dentro de la universidad y la lucha social.
Seguidamente, en un nivel histórico, tal vez el más resaltante, pues la organización de los artículos seleccionados se ha hecho bajo un orden cronológico de lo que han sido los últimos tres siglos de relaciones sexuales en la historia venezolana, se observa que comenzando con el siglo xviii, nuestros historiadores e historiadoras han podido seguir la ruta de viajeros, personajes, documentos, crónicas que revelan cómo efectivamente se construye la masculinidad, la feminidad y el desafío a la norma, es decir, el limbo del género, en el que una mujer decimonónica puede ser la abusiva en la relación doméstica o la sensualidad criolla es percibida donde esté sin importar su sexo o condición social.
Durante los siglos xviii y xix la justificación religiosa del orden patriarcal no tenía el éxito esperado, al contrario de lo que podemos pensar; a pesar de que, aparentemente, la disciplina de la gran mayoría de los hogares era calcada de los órdenes recursivos que retrataba la jerarquía eclesiástica, lo cual llevaba incluso a la justificación del maltrato doméstico, la exclusión y jerarquización de un sexo sobre otro, así como la división sexual de las tareas y la educación. Eva Moreno Bravo y Yelitza Rivas sacan a la luz el cambio de roles en lo sexual y lo doméstico que pudo verse en aquellos tiempos, a través de sendos documentos y folios de la época.
Para hacer el análisis desde el siglo xix, Marianela Tovar también entra al Archivo para releer manuales de urbanidad y describir parte de la política sexual y textual seguida por el guzmanato para inducir prácticas y hábitos básicamente en hombres de la república naciente. Dicho modelaje se relaciona directamente con la imagen de nación propulsada, basada en el patrón monogámico, heterosexual, blanco y patriarcal. Esto inviste de autoridad simbólica, política y económica, a los hombres lo cual impulsa una nación capitalista, ordenada, metódica, instruida, tal como mandaba el Manual de Carreño a los hombres adultos y chicos en formación. Pero mientras las alturas el poder penetraban en los hogares, Xavier de Abreu revela que, también durante la segunda mitad del siglo xix, los viajeros ingleses y alemanes no podían dejar pasar la sugerente sensualidad de las americanas y americanos en sus testimonios de viajes, en los que la ciencia debía ceder ante la presencia de un deseo colonialista y apropiador de culturas y cuerpos que, sin lugar a dudas, era ya provocador y desafiante de la misma disciplina que había traído sobre sus pasos a los científicos.
Durante el siglo xx, cuando el ágora político y cultural se desplaza a los medios masivos de comunicación, en una lucha de fuerzas centrífugas y centrípetas, renovadoras y conservadoras, por afianzar el canon androcéntrico o retarlo, Castro y Navarrete se acercan, desde la antropología y semiótica de la cultura, a la integración de prácticas sociales con las artísticas y publicitarias. Desde la perspectiva de Rodrigo Navarrete, la década de los 80 marca, no sólo en Venezuela sino en el Occidente entero, el surgimiento del discurso homosocial, en el que la homosexualidad y sus prácticas más exclusivas entran a formar parte del imaginario colectivo de los medios masivos. De este modo, dos fenómenos, el cantante Colina y la revista Estilo, contribuyeron a crear una nueva visualidad de los sujetos, tensión que, según Holanda Castro, también se muestra en los comerciales de televisión venezolanos, especialmente de productos para el hogar, que no logran dirimir o mantener los estereotipos impuestos a hombres y mujeres, en una compleja relación con el imaginario social que podría promover avances políticos relevantes, como el marco de seguridad social de las amas de casa. Para ambos autores, las tensiones reveladas en estos medios interpelan agresivamente a nuestra sociedad y la historia de la comunicación y la cultura de masas en Venezuela.
Nota
1. La primera version de este trabajo se presentó en las V Jornadas de Estudios de Género. Caracas UCV, 2002.
2.La psicología analítica de la mujer, derivada de la escuela junguiana, relaciona las personalidades de la mujer con algunos mitos, entre ellos los griegos, en el cual Venus o Afrodita es la eterna amante y diosa de la belleza, mientras Juno es la diosa de la tradición del matrimonio y la monogamia, incansable perseguidora de las amantes de su infiel marido Zeus.
3.Ver: http://www.eluniversal.com/2005/06/22/eco_art_22208C.shtml.