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Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales
versión impresa ISSN 20030507
Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales v.14 n.2 Caracas ago. 2008
Proyecto radial Libreparlantes. Procesos identitarios de reclusos adolescentes privados de libertad
Adriana Gregson y María Eugenia Fréitez
Licenciada en Comunicación Social egresada de la Universidad Central de Venezuela (2007); Candidata a Magister en Historia de América Contemporánea Universidad Central de Venezuela (2007 actual); Miembro fundadora de la Asociación Civil Voces Latentes (2005); Especialista de Sistematización de Experiencias de la Gerencia de Educación de la Fundación Infocentro del Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y la Tecnología (2008-actual). agregson22@yahoo.com
Licenciada en Comunicación Social egresada de la Universidad Central de Venezuela (2007); Miembro fundadora de la Asociación Civil Voces Latentes (2005); Coordinadora del área de Apoyo a la Capacitación del Poder Popular. Vicepresidencia de Becas, Convenios y Poder Popular. Fundación Gran Mariscal de Ayacucho. Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior (2007-actual); Promotora comunitaria de Derechos Humanos. Red de Apoyo por la Justicia y la Paz.
Resumen
En la Entidad de Atención Carolina Uslar de Rodríguez Llamosas (Caracas) se desarrolla, desde junio de 2005 Libreparlantes: Proyecto Radial para la promoción de nuevas prácticas sociales en adolescentes privados de libertad, iniciativa de la Asociación Civil y Grupo de Extensión Estudiantil Voces Latentes de la Universidad Central de Venezuela. Este artículo analiza los resultados de esta experiencia de investigación-acción en comunicación popular que implementó talleres de formación sociopolítica y capacitación radiofónica y un estudio de grabación en la institución de internamiento para la elaboración de programas, transmitidos a través de emisoras comunitarias del Distrito Capital. Se aborda el significado del espacio radiofónico sobre los procesos identitarios de los participantes, el que requirió de tres consideraciones teóricas relevantes: la infracción adolescente en contextos de exclusión social y segregación urbana; las características de la entidad privativa de libertad sobre las subjetividades de los adolescentes; y la incorporación de la radio como instrumento para la expresión y participación social de un sector históricamente silenciado.
Palabras clave: adolescentes, comunicación alternativa, radio, intervención social, identidad, delincuencia.
Libreparlantes Radio Project. Identity Processes for Adolescents Inmates in Custody
Abstract
In the Carolina Uslar de Rodríguez Llamosas Assistance Unit in Caracas, the Libreparlantes (Free Speakers) Radio Project for the Promotion of New Social Practices Among Adolescents in Custody has developed since June 2005. The Project is an initiative of the Voces Latentes Civil Association, formed by a students´ group from the Central University of Venezuela. This research studied the identity results of the project. First, the custodial institution characteristics were analyzed, especially the forms of social control and the work carried out regarding the subjectivity of the internees. Then the effect of the use of radio communication on the identity processes reformulation was evaluated. The research comprised adolescents who were in custody from June 2005 to July 2006.
Keywords: adolescents, alternative communication, radio, social intervention, identity, delinquency.
Introducción
Una de las problemáticas más agudas del continente latinoamericano tiene que ver con la incursión en prácticas ilícitas violentas de un alto porcentaje de adolescentes de género masculino de los sectores más empobrecidos de nuestras grandes urbes. Como fenómeno social, ha sido abordado desde múltiples miradas con la finalidad de contextualizar y comprender sus causas, cuantificar sus síndromes, categorizar y controlar a sus agentes, denunciar sus consecuencias. Así encontramos estudios sobre violencia urbana, bandas juveniles, juventud y riesgo, políticas de seguridad ciudadana, patologías del delito, programas de atención en cárceles, entre otros. Particularmente, esta investigación, que podría inscribirse dentro de la línea de violencia y juventud en América Latina, se distancia de las racionalidades que interpretan la acción ilícita desde una visión patologizante y analiza esta problemática desde una perspectiva identitaria sobre jóvenes en contextos de exclusión social y segregación urbana.
Convertidos en mitos fundadores de la paz social, los mecanismos de integración social formal familia, escuela, empleo han perdido legitimidad en contextos depauperados económicamente, dando paso a la culturas de urgencia, cuyas figuras más representativas son los malandros, las bandas y los niños de la calle, porque han crecido y han desarrollado una cierta cantidad de destrezas (prácticas) de valores y de códigos aplicados día a día en situaciones concretas de supervivencia (Pedrazzini y Sánchez, 1992).
El niño, niña y adolescente sin escuela, sin vínculos sociales de estima y autoestima, de incorporación e integración, sobrevive en condiciones de urgencia, haciendo uso de una serie de mecanismos informales, muchas veces ilegales e ilegítimos (Pedrazzini y Sánchez, 1992, 29).
De esta manera, los jóvenes en los barrios constituyen sus propias alternativas sociales en cuanto a reconocimiento de sí mismos, como individuos y como grupo social. Encuentran así, en las bandas o en el ser malandro, una ubicación, una manera de recabar poder, un espacio de reconocimiento y aceptación social. Así aprenden a utilizar la violencia como un medio radical al servicio de su honor: representa un modo de vida, de pensar y hablar, un liderazgo informal de los jóvenes de los barrios populares.
Es así como, en la socialización de la calle, estos jóvenes asisten a la toma de conciencia colectiva de sí, se autolegitiman, le dan sentido a sus vidas y a sus prácticas, prácticas donde subyace una dinámica grupal que permite construir lazos y nexos que lo reivindican consigo mismo y le otorgan cierto status: se busca una identidad antes no lograda (Castillo, 1997, 29).
De esta manera, la identidad personal del adolescente infractor se esgrime sobre el ajuste secundario1 de las acciones ilegales, a través de las cuales ejerce cierta autonomía sobre el medio, sobre las nociones del ser y el deber ser de un control social2 que obedece a un tipo específico de distribución del poder y que, consecuentemente, no se ajusta a sus realidades.
Así, se establecen otros parámetros morales dentro del nuevo grupo de pertenencia, que constituyen una nueva identidad social y una nueva norma social. Al margen del control social formal, tendiendo trampas a la vigilancia continua sobre la utilidad de sus cuerpos, fuera del sistema laboral que los explota, los infractores ejercen cierta autonomía sobre sus vidas, haciendo oposición al sistema de saber-poder y resignificando sus identidades.
No obstante, esta oposición es relativa. Los ilegalismos populares perdieron su dimensión política en la medida en que cedieron sus formas subversivas y volvieron a supeditarse a la misma estructura del poder que impone formas de relación humana a partir de la ley de la oferta y la demanda. Y es allí donde el uso de la violencia no subvierte, sino que reproduce. Los infractores utilizan la fuerza, las armas, la rabia, para mantener el status quo: su ilegalismo es el obrero del ilegalismo de las clases dominantes, al servirles y al contribuir para hacerlos invisibles (Foucault, 1976).
En este sentido, la prisión, como la institución que presuntamente debe encargarse de los procesos de reinserción social de los infractores, es en realidad la estructura que históricamente ha garantizado la reproducción de los ilegalismos de las clases populares como mano de obra del ilegalismo de elite. Lo que no representa su fracaso, como bien afirmó Foucault, sino justamente su razón de ser, el objetivo al que responde su creación en el mismo momento en el que surgían las sociedades capitalistas-modernas de hoy en día.
En nuestro país, la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente (Lopna) determina la privación de libertad para adolescentes infractores dentro de un abanico amplio de sanciones como una medida excepcional, sólo aplicable a infracciones graves. La Lopnas considera el internamiento como un espacio para promover en el adolescente sancionado proyectos alternativos de vida que garanticen su proceso de integración social.
Aunque esta concepción pretende socavar algunas de las críticas referidas a la prisión como pena por excelencia de las sociedades modernas, la existencia de la privación de libertad como sanción dentro de este sistema penal da cuenta de una afinidad práctica respecto al sistema carcelario de adultos, principalmente, en cuanto a la utilización del aislamiento físico del individuo en instituciones de naturaleza disciplinaria como metodología para realizar un trabajo subjetivo sobre la identidad de los sujetos sancionados.
Estas ideas sobre el significado de la privación de libertad para adolescentes infractores en Venezuela, constituyen la base del análisis de las actividades de Libreparlantes: proyecto radial para la promoción de nuevas prácticas sociales en adolescentes privados de libertad. Intervención psicosocial y comunicacional desarrollada por el colectivo Voces Latentes en la Entidad de Atención Socioeducativa Carolina Uslar de Rodríguez LLamosas3, ente asignado para el cumplimiento de la medida privativa de libertad de adolescentes masculinos del distrito Capital y el estado Vargas.
El colectivo Voces Latentes surge en mayo de 2005 por iniciativa de un grupo de estudiantes de Comunicación Social y Psicología Social de la UCV4, quienes en su interés por vincularse a las comunidades para trabajar en el área de derechos humanos, específicamente de niños y adolescentes, decidieron constituirse como Grupo de Extensión de la Facultad de Humanidades y Educación y, posteriormente, de la Escuela de Comunicación Social de la UCV. Para junio de ese mismo año, el colectivo, plantea realizar el proyecto Libreparlantes.
El proyecto Libreparlantes se convirtió en la respuesta a la necesidad expresada por parte de este grupo de estudiantes universitarios de construir alternativas a problemáticas sociales concretas y proponer proyectos de investigación con pertinencia social. En este sentido, se logra la articulación con la entidad de atención Carolina Uslar y se promueve la creación de una emisora comunitaria como espacio para que los adolescentes se apropiaran de la práctica comunicacional, a través del ejercicio de un quehacer que les permitiría desarrollar un nuevo tipo de relación con la comunidad.
No obstante, la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), negó la posibilidad de una habilitación, argumentado, por un lado, la dificultad que representaría la creación de una Fundación Comunitaria en una institución privativa de libertad, requisito indispensable para la conformación de una emisora comunitaria. Es así como se impulsa la propuesta de funcionamiento de un estudio de grabación radiofónico dentro del centro de internamiento, donde los jóvenes produjeran sus propios programas para transmitirlos por las emisoras comunitarias de Caracas.
Con esta idea como meta, y con grabadoras, papelógrafos y equipos de sonido portátiles, Voces Latentes comenzó los talleres de radio en el Carolina Uslar. Para diciembre de 2005, casi el total de la población que cumplía medida de privación de libertad y semilibertad en la entidad visitó las emisoras comunitarias Radio Perola, Radio Libre Negro Primero, Radio Rebelde, Radio Petare y Radio Macarao con la finalidad de grabar sus primeras microhistorias y de participar en espacios radiales mano a mano con los locutores y operadores de los colectivos radiofónicos.
En 2006 los jóvenes incursionaron en la práctica radiofónica bajo el enfoque de la comunicación alternativa que, además de los programas artesanales elaborados dentro de la entidad, implicó nuevas transmisiones en vivo por las emisoras comunitarias Alí Primera, Negro Primero, Petare y la emisora institucional Radio Fe y Alegría, así como la producción de radioparlantes en la entidad privativa de libertad que tuvieron como público a sus familiares, invitados de la comunidad y colectivos culturales que apoyaban el desarrollo del proyecto. Para finales de ese año se logró construir el estudio de grabación radiofónico en el Carolina Uslar, con el apoyo económico que para tal fin destinó el Fondo de Responsabilidad Social en Radio y Televisión del Conatel.
Sin embargo, dada la necesidad metodológica de remitir el análisis a un período acotado, estas líneas versarán sobre el período julio 2005-julio 2006, por considerar a esta etapa significativa en la consolidación del proyecto, que para entonces se desarrollaba sin contar con la plataforma tecnológica del estudio de grabación radial. Así, este artículo analiza la incorporación de la radio como espacio alternativo de expresión y aprendizaje en los procesos identitarios de los adolescentes participantes en el período descrito.
A efectos de comprender estos resultados, en el marco de las condiciones subjetivas derivadas del contexto del internamiento y sus formas de control social, dividimos la investigación en dos grandes apartados: uno referido a la entidad de internamiento y otro al significado del proyecto Libreparlantes según el testimonio de sus propios actores, ambos transversalizados por la perspectiva identitaria como eje analítico del trabajo.
La entidad de internamiento: el Carolina Uslar
El análisis de la entidad de internamiento tuvo como fin conocer cómo la institución definía las posibilidades de acción y relación de los adolescentes, es decir, cómo interviene en los procesos de construcción identitaria5 de sus internos.
Para ello enfocamos nuestra mirada sobre los mecanismos de control social, que expresados en prácticas y discursos están diseminados en una multiplicidad de formas. En nuestro caso, el estudio se concentró en tres de ellos: 1) la estructura física; 2) las relaciones personal-adolescentes y 3) el marco normativo escrito, es decir, el Reglamento Interno y el Manual de Convivencia de la Entidad.6
Dado que el foco de interés estuvo centrado en los procesos identitarios de los adolescentes dentro del contexto del internamiento, se estructuraron dos categorías de análisis para la clasificación de la información recabada: 1) Control de la información sobre el yo: referida al control de las expresiones que tienen como fin expreso decir quién se es y 2) Separación del actor y sus actos: referida al control sobre la autonomía de las prácticas de los sujetos, entendiendo que en los actos cotidianos se emiten discursos sobre quién se es.
En el estudio de la primera categoría, Control de la Información sobre el yo, encontramos que la estructura física de la entidad de atención presenta constantes en cuanto diseño, color y materiales de construcción así como criterios de homogeneidad en cuanto a la distribución espacial. La uniformidad descrita, inmodificable por aspectos normativos, le comunica al sujeto la imposibilidad de apropiarse de los contextos, lo que le impide sentirse parte de éstos. De esta manera, los sujetos internos carecen de una de las vías para comunicar quién se era antes de entrar a la institución; ahora sólo se es, tal y como todos los demás adolescentes, un interno.
De la mano con esta tendencia de uniformar la identidad, encontramos otro aspecto importante: la inexistencia de lugares para objetos personales. En primer lugar, la carencia de estos espacios supone que no deben existir objetos personales, lo que nos habla de la intención institucional de coartar el uso de estos bienes como extensiones del yo. Supuesto, verificado en el estudio de la normativa Reglamento Interno y Manual de Convivencia que los prohíbe y obliga al uso constante del uniforme.
En segundo lugar, la ausencia de estos espacios deriva en lo que Goffman (1961) denominó contaminaciones materiales, que implica por un lado la sensación de expropiación de la privacidad y, por el otro, la posibilidad siempre latente de que los otros vean, registren, o manipulen los pocos objetos que se poseen. Cabe destacar, que esta necesidad se vio reflejada en la forma en que los adolescentes tapan sus pertenencias con ropa o paños y, en uno de los casos, en la apropiación de una de las camas para poner zapatos.
Ahora, bien, la adecuación de la intención del diseño infraestructural y de la normativa escrita, viene determinada por la aplicación que de ella hagan los sujetos que están en situación de autoridad en el contexto. Así, en el segundo mecanismo de control social estudiado (relación personal- adolescentes), encontramos acciones deliberadas del personal de la institución de hacer cumplir la normativa y la disposición espacial a través de órdenes y prohibiciones.
Veamos algunos ejemplos más concretos extraídos de las reseñas de actividades desarrolladas en el marco de Libreparlantes. Uno de los textos describe los trabajos de producción de un noticiero radiofónico para el cual los adolescentes debían asumir el rol activo y participativo del periodista, un rol diferente al del interno que debe acatar normas, pedir permiso, obedecer órdenes y omitir respuestas7. Al iniciar la actividad de carácter educativa, los jóvenes son devueltos del lugar de la entrevista a sus fases (celdas-habitaciones) con la orden de desprenderse de los objetos personales que portaban (gorras, accesorios) y que comunicaban que en ese espacio se ejercería otro rol, se era algo más que un interno. La interrupción institucional del ejercicio, provocó un sentimiento de impotencia en los adolescentes derivado de la incongruencia entre la necesidad de expresar el yo y la imposibilidad para hacerlo, que se vio reflejado a través de gestos y reclamos, e, incluso, a través de la utilización de frases como: Pero ¿Por qué no? ¡No ves que forma parte de nuestra personalidad!.
Otra de las reseñas analizadas, referida a una actividad de grabación sobre un taller de graffitis en la entidad de atención, permitió mostrar que la institución interpreta estos actos expresivos como una actividad perturbadora y así ejerce nuevos controles sobre la expresión del yo de los internos. En primer lugar, el psicólogo que integra el equipo multidisciplinario en la entidad la diagnosticó como perjudicial para el equilibrio psíquico de los adolescentes, arguyendo que este tipo de pinturas estimulaba pensamientos desajustados que podían devenir en desórdenes o conductas desadaptadas en el seno de la institución. De la misma manera, se evidenció una crítica generalizada del equipo multidisciplinario al lenguaje empleado por uno de los adolescentes que pintó una de las paredes para colocar el nombre de la parroquia de la cual proviene Guarataro en pinta, aludiendo que permitir este tipo de lenguaje malandro no resultaba positivo para el adolescente.
En este caso, la institución expresó un rechazo a los propios códigos de los adolescentes por interpretarlos asociados al vandalismo. Un rechazo a la forma en sí misma más allá del contenido. Se censura no lo que se expresa sino cómo se expresa: a través del graffiti y el hablar malandro.
Ciertamente, la inexistencia de espacios para la expresión del yo, desde la imposibilidad de portar indumentaria propia hasta la vigilancia de los mensajes dibujados, habla de un rechazo a la identidad del adolescente: las prohibiciones y órdenes que anulan las vías autónomas de expresión le comunican al adolescente que su yo es objeto de desprecio. No obstante, no constituye la única vía a través de la cual la institución rechaza la identidad del interno. En efecto, en las reseñas también encontramos maneras más directas de desprecio que, al ser más evidentes y generalmente públicas, representan humillaciones para los sujetos institucionalizados.
A este respecto, citemos otro de los episodios analizados. En ocasión de un encuentro deportivo, uno de los internos entrevista con cámara de video en mano a una autoridad de la institución acerca del desempeño de los jugadores en el partido de básquet que acaba de finalizar. Por lo ilustrativo, extraemos parcialmente el diálogo ocurrido entre el adolescente y la autoridad institucional:
Aquí estamos con el director del centro, expresó el adolescente, el director den centro repitió con tono seguro y en medio de algunas risas de sus compañeros.
-¿Del jentro? Habla bieeen lo interrumpió el director.
-¿Qué opina usted sobre el juego?
-¿De ustedes? ¿De ustedes? preguntó con cierto tono incisivo.
-¡Sí del juego de nosotros!
-Que son una cagada toditos, que no sirven pa un coño, no sirven pa nada, que son una mierda respondió el director mirando fijamente a la cámara y luego soltó una carcajada.
A través de un acto de burla, el personal transmitió una imagen desvalorada y, por lo tanto, una acción de rechazo y humillación pública a los adolescentes, en una ocasión que pudo haberse convertido en espacio de reconocimiento o de expresión de una versión favorable de los jóvenes por la buena realización de la actividad. No existe, pues, posibilidad para los adolescentes de dejar de ser sujetos infractores; sujetos que la institución exhibe como inservibles: No se es deportista, se es siempre delincuente.
Esta acción representa un control sobre la información del yo del interno, sobre todo por la imposibilidad de responder y modificar la versión negativa de su yo. En este punto, verificamos lo que Goffman denominó como looping: la reacción defensiva es el próximo ataque para el interno (1961, 48). En efecto, los caminos que en el orden social de la vida cotidiana son previstos como posibles respuestas al rechazo (gruñir, voltear los ojos, reclamar, golpear a algo o a alguien, irse, etc.) aquí son interpretados como signos mismos de la desviación, indicadores de la necesidad del castigo. El interno no sólo sabe que es rechazado, sino que no puede hacer nada para cambiarlo; nuevamente la institución monopoliza las impresiones que circulan sobre él.
En el estudio de la segunda categoría de análisis, separación del actor de sus actos, hallamos en la estructura física que la cantidad de puertas y rejas es uno de los signos más evidentes de que el actor ha perdido el control sobre sus propios actos. Al no poseer las llaves de las puertas, no se tiene el control sobre los movimientos por el espacio: para transitar por cualquier parte hay que explicar, justificar y solicitar permiso, lo que sin duda expone al sujeto a una situación particularmente humillante. Y es aquí en donde la entidad tiene uno de sus parecidos más evidentes con las prisiones, ya que las rejas representan la materialización del control absoluto de una institución sobre la libertad del individuo.
No obstante, las puertas y rejas no son suficientes: en cada espacio es necesario que haya una persona que vigile qué va a hacer el sujeto, cuáles son sus movimientos. Persona que tiene la potestad de decidir adónde y cuándo cambian a los sujetos de lugar. Esta vigilancia constante, tiene que ver con la utopía panóptica que aspiran lograr, según Foucault, las prisiones.
Un ejemplo bastante claro de este intento de control sobre los cuerpos y el tiempo de los internos fue el papel que jugó la institución en el marco de la segunda serie de visitas a emisoras comunitarias8, donde se intentó imponer las maneras de realización de la actividad, tanto en los aspectos operativos como en las formas de acción, expresión y relación. Los efectos de la presencia controladora de la institución se resumen en las palabras de uno de los adolescentes al finalizar la actividad: Es como estar en el Carolina. Es decir, la institución había sido trasladada a las emisoras radiofónicas a través de las formas disciplinarias de regulación del actor y sus actos.
Por último, en los dos textos referidos al marco normativo de la entidad, Reglamento Interno y Manual de Convivencia, encontramos el desglosamiento minucioso de la cotidianidad de los internos en la institución, a través de un sistema normativo que preestablece lo esperado para cada área de la entidad (comedor, aula, habitación) y para cada actividad. Cada una de las normas que componen dicho sistema, prevén asimismo dos resultados posibles: incumplimiento o acatamiento para lo que se establecen las sanciones y privilegios respectivamente.
La sanción es un mecanismo estratégico para la separación del actor y sus actos ya que la institución planifica los tipos de desobediencia y resistencia a las normas y desarrolla un sistema clasificatorio que diseña determinados tipos de sanciones para cada una de éstas. Así, el interno vive con la certeza constante de que se puede ser castigado siempre y en todo lugar, lo que, según Goffman, le genera un sentimiento de vulnerabilidad e inseguridad.
El sistema de privilegios, como la otra cara de las sanciones, funge como reforzamiento positivo para los sujetos ajustados a la norma y constituye para Goffman un punto importante en la dinámica de entidades de internamiento, porque permite realizar actos considerados naturales y básicos de la vida en sociedad, pero que en el internamiento son regulados.
En el caso del Carolina Uslar, el otorgamiento de privilegios o castigos funciona según un sistema numérico de suma y resta de puntos dependiendo del cumplimiento o no de lo previsto por el deber ser. Vale la pena destacar que este sistema presenta carencias evaluativas, en tanto no considera objeto de otorgamiento de privilegios o castigos las acciones que tienen que ver con el desarrollo de capacidades intelectuales o físicas diferentes a las establecidas como rutina diaria en el régimen disciplinario, como por ejemplo podría ser el rendimiento académico o la participación sobresaliente en actividades deportivas o culturales. De esta manera, la evaluación se realiza en función las muestras de obediencia, sumisión o adaptación de los internos a la normativa impuesta por la Institución.
El Carolina Uslar: una institución total
Las dos categorías de análisis revelaron que el sujeto interno cuenta con pocas posibilidades de expresar quién es, en la medida en que ha evidenciado una pérdida del control de la información sobre el yo y un pérdida del control de sus propios actos cotidianos, lo que implica un despojamiento de los caminos, códigos y referentes que conformaban su identidad en el pasado.
Y si se le ha despojado de las vías para comunicar su yo, es porque la entidad de internamiento justifica públicamente su existencia en la necesidad de la transformación identitaria del adolescente infractor. El trabajo subjetivo que realiza la entidad de internamiento parte justamente del rechazo y la negación de las características que conformaban la identidad del sujeto: una identidad que hay que cambiar.
En efecto, siguiendo a Foucault, las relaciones de saber-poder del control social disciplinario crearon una nueva forma de juzgar y una nueva forma de castigar basada en una sustitución de los objetos de la acción penal: lo que se juzga no es la infracción, es al individuo infractor en sí mismo, su alma, que ahora es un objeto cognoscible.
Este cambio de objetos, que pareciera acercarse desinteresadamente a entender al individuo, ha desarrollado un conjunto de esquemas y categorías conceptuales que funcionan como un marco de interpretación para presuponer una serie de nociones sobre el individuo infractor, las cuales esbozan, en fin, su naturaleza. A este conjunto de presuposiciones sobre el sujeto infractor y de esquemas interpretativos para categorizar cada una de sus prácticas y discursos, podemos entenderlo como la creación de un nuevo concepto: la delincuencia.
El aparato penitenciario sustituye al infractor condenado por el delincuente. El delincuente se distingue del infractor por el hecho de que es menos su acto que su vida lo pertinente para caracterizarlo ( ) Detrás del infractor al cual la investigación de los hechos puede atribuir responsabilidad de un delito, se perfila el carácter del delincuente (Foucault, 1976: 255-256).
Este énfasis en el carácter del delincuente implica una individualización de los ilegalismos, que ve en la desviación de la norma, en la rebeldía al control social expresado en la ley, posibles patologías, enfermedades. Anomalías, no en cuanto a la norma, sino en cuanto al sujeto en sí, en cuanto a un desperfecto que se encuentra dentro de él. Surge, pues, la necesidad humanitaria de repararlo, reinsertarlo, rehabilitarlo, dirigidas todas estas, más que a una conciliación con el pacto social que se rompió, a profundizar el conocimiento del individuo y a desplegar una serie de técnicas sobre él que lo devuelvan a la normalidad.
De esta manera, la delincuencia es utilizada en la privación de libertad como un concepto totalitario: actúa en todas las dimensiones del individuo, afectando de manera drástica la identidad de su yo, es decir, los procesos dialécticos de identidad social e identidad personal. En otras palabras, presenciamos la delincuencia como estigma, lo que implica una reducción de la experiencia vital de un individuo, de sus múltiples facetas, al acto infractor. Sobre esa base, se esbozan una serie de conceptos que le son impuestos a priori y bajo un marco referencial tan completo que permite entender dentro de ellos cualquier práctica o discurso del individuo dentro de la naturaleza de su desviación.
La categoría delincuencia puede funcionar como estigma justamente porque el aislamiento del internamiento permite una intensificación de las disciplinas que constituyen lo que Goffman (1961) denomina una tendencia totalizadora9. Esta tendencia, convierte a la entidad privativa de libertad en una institución total que dispone de un orden general de existencia a través de una vigilancia constante y una planificación minuciosa de todos los aspectos de la vida del paciente10, quien transcurre allí en compañía inmediata de otras personas igualmente aisladas del mundo (Goffman, 1961, 203).
Tal y como vimos en las categorías de análisis, esta tendencia totalizadora actúa en los aspectos fundantes de la identidad, es decir, en control de la información sobre el yo para la búsqueda de reconocimiento y la reducción de los riesgos en torno al rechazo. El estigma, por lo tanto, no sólo anula las vías para expresar el yo sino que a la vez va destruyendo la imagen del infractor, en un contexto donde quedan anuladas las defensas a las que podía recurrir en el pasado. La versión sobre el yo que controlan los otros y que está profundamente asociada al rechazo, así como la imposibilidad para contrargumentarla, produce lo que Goffman (1961) denomina una mortificación del yo, veinticuatro horas vulnerable a las torturantes consecuencias del desprecio resultante de un estigma.
Una imposición tan abrasadora y devastadora para el yo incrementa precisamente la necesidad de creer que se es alguien diferente. Y si ser infractor representó una alternativa identitaria para obtener reconocimiento y aceptación social ante la imposibilidad de lograr por vía de los mecanismos de integración social formal los ideales del yo, cuando se ingresa a la institución total, ocurre que la vía que había servido para devolver una identidad negada por mortificaciones del pasado se convierte ahora en la principal razón de una mortificación mucho más profunda, en tanto mucho más constante e intensa.
Por esta razón, la medida de privación de libertad en la medida en que más mortifica el yo del adolescente, en la medida en que más procura destruirle su autoimagen, más le recuerda las ventajas en términos de poder y reconocimiento obtenidas en el pasado, es decir, más clara se le hace la imagen del abismo que lo separa de las posibilidades de obtener las gratificaciones de su yo de forma lícita. Y es en esta estrategia donde radica la contradicción de la existencia de la institución total como medio para la resocialización del adolescente: reproducir la infracción.
A su vez, la individualización, donde se desdibujan los contextos y se patologizan las causas de la infracción, es reiterada como teoría de la naturaleza desviada del individuo en la imposición cotidiana del estigma, lo que termina por convencerlo de su naturaleza malévola. Así, el sujeto está seguro de que el camino a que su propia naturaleza le lleva es, además, el único a través del cual puede ser aceptado por algún grupo social y en consecuencia, concebirá la infracción como el lugar donde podrá desarrollar su sociabilidad de manera satisfactoria para sus necesidades identitarias. La institución, en tanto que fabrica una categoría y en tanto que desarrolla mecanismos para naturalizarlas en los mismos individuos, produce en los sujetos lo que presupone de ellos (Entrevista a Andrés Antillano, marzo, 2006)11.
Las instituciones privativas de libertad, como otro dispositivo más de la sociedad normal, les repite a muchos de los adolescentes internos lo que ya habían escuchando desde pequeños a través de la escuela, del barrio, de las empresas, de la publicidad, de la televisión Es decir, que no serán los prototipos de nada, que los sentidos exaltados por los discursos de poder en nuestros tiempos desde el consumo hasta el arte no deben ser más que sinsentidos para ellos. La privación de libertad, llega omnipotente para reiterárselo con más fuerza que nunca. En este contexto, pues, no sería difícil que el recuerdo del momento en el que se fue reconocido y respetado se hiciera, más que nunca, objeto de deseo.
La entidad de atención estudiada, al contrario de lo que se afana en exponer públicamente y en contradicción con lo que ordena la ley que la ampara (Lopna), no promueve el desarrollo de un nuevo proyecto de vida, sino que apunta de manera paradójica a incrementar las causas que en materia identitaria empujan a muchos jóvenes al camino de la infracción.
La pregunta que queda por hacerse es, sin embargo, igual de compleja: si la prisión como fábrica de delincuencia le es útil al sistema, y por lo tanto seguirá existiendo a pesar de las criticas reiteradas por más de doscientos años ¿qué se puede hacer desde dentro de ella para generar un espacio que empiece a transformar la dinámica estigmatizante y mortificante que la caracteriza? ¿Cómo transformar, no ya los sujetos, sino las oportunidades de construcción identitaria para los adolescentes infractores?
Libreparlantes y la institución total
El estudio de la entidad Carolina Uslar como contexto de intervención nos colocó al alcance elementos que orientaron la interpretación de los resultados del proyecto Libreparlantes. La semejanzas que guarda esta entidad con las características de la institución total, tal y como la define Goffman, nos llevaron a evaluar que fue sobre los efectos de la mortificación de la identidad de sus internos donde este proyecto desplegó su acción.
Los resultados son producto de los testimonios de doce (12) adolescentes en torno al significado del proyecto, registrados en tres entrevistas participativas, una de las cuales se realizó fuera de la institución con adolescentes egresados por cambio o finalización de la medida de privación de libertad.
Posteriormente, dichos testimonios fueron analizados a través de dos categorías construidas luego de haber estudiado el contexto de intervención las cuales darían cuenta del trabajo realizado por Libreparlantes en torno al estigma impuesto a los adolescentes internos. Estas categorías fueron: expresión del yo y poder de decisión, ambas referidas a evidenciar la posibilidad de restituir, dentro del ámbito cerrado de la privación de libertad, grados de autonomía y reconocimiento social.
Expresión del yo
Dentro de la categoría expresión del yo organizamos testimonios relacionados con las impresiones sobre: ellos mismos, de ellos respecto a los otros y de los otros respecto a ellos, generadas a partir de la experiencia radiofónica.
En primer lugar encontramos que los jóvenes relacionaron la importancia del proyecto con la posibilidad de construir discursos sobre sí mismos, es decir de proyectar imágenes positivas de su yo.
Para que la gente no pensara que nosotros somos sólo delincuentes, ¿Quién iba a pensar que nosotros íbamos a poder hacer radio?, Nos servía para transmitirle a las personas que estaban en la calle que nosotros no sólo hacemos cosas malas.
Bueno que sí se puede, que no solamente porque cometimos faltas y vaina vamos a ser unos coños e madre toda la vida, sino que hay cambio, hay posibilidades de cambio y que bueno si se puede hacer otra cosa distinta al mal conductismo. Yo creo que lo que los escucharon les debió haber quedado algo de nosotros. Que claro que sí podía haber cambio, no sólo por estar ahí teníamos que hablar de malandreo, sino de otras cosas.
Los testimonios revelan cómo el proyecto Libreparlantes vino a satisfacer una necesidad expresiva importante referida a decir quién se era más allá del estigma del delincuente. El espacio radial simuló una ventana para mostrarse desde el internamiento estructurando discursos y prácticas que podían trabajar a favor de sus estimas, a través de la difusión de una imagen de sí mismos contraria a lo esperado para un delincuente, en tanto se le asocia sólo a prácticas violentas, y se le califica como seres con baja capacidad intelectual, expresiva y afectiva.
La construcción de ese discurso positivo del yo, tiene que ver con la necesidad identitaria de saberse reconocido por el grupo social, lo que para los privados de libertad, sometidos a las consecuencias del estigma, resulta indispensable tanto para el mantenimiento de sus vínculos afectivos como para la restitución de sus relaciones con la comunidad; proceso en el que se genera el interés por la escucha de los otros
Se siente muy bien porque gente que conocen a uno lo están escuchando a uno, la familia, la novia, gente que nos conoce. Mi mamá me vio haciendo cosas diferentes ( ) Mi mamá estaba contenta. Mira a la familia le gustó (el radioparlante) bastante no, porque vieron que uno estaba haciendo algo bueno ahí. No solamente era puro ocio, y veían que uno estaba ahí aprovechando el tiempo.
De repente a través de esos programas que salieron a la calle la gente tomó conciencia de que nosotros existimos. A mí me dio curiosidad por saber qué opinaba la gente de la radio de nosotros. Era bien porque yo también quería que me escucharan por allá por donde yo vivía pues jajajaja. Que dijeran ¡Mira, éste está hablando por allá en una radio y tal!
La utilización del medio de comunicación permite un enlace con la comunidad para una proyección diferente de las identidades de estos jóvenes en el imaginario colectivo. Tal como lo expresa Pasquali: Los medios de comunicación configuran y delimitan formas del saber, las cuales determinan y tipifican a un grupo social (Pasquali, 1972, 75). Los adolescentes privados de libertad han sido históricamente representados en los media a través de un discurso que los ha tipificado en un rol estigmatizado. A su vez, el imaginario presente en estos jóvenes en cuanto a los medios de comunicación se limita a su condición de consumidores masivos y desdibuja la posibilidad de acceder a éstos por supuestamente ser personas no poseedoras del saber.
Libreparlantes les permitió a los adolescentes encontrarse dentro de la relocalización de las formas del saber que propulsan los medios de comunicación, un cambio en la dinámica social en tanto se trata de una experiencia cultural nueva que ubica el saber por fuera de los lugares sagrados que antes lo detentaban y de las figuras sociales que lo administraban (Martín-Barbero, 2002).
Un cambio que ciertamente logra edificarse, pero desde una concepción alternativa del uso de los medios, y es la que deriva de la conversión de los receptores en emisores:
La restitución al receptor de su protagonismo y capacidad de respuesta es el eje en torno al cual se articula el discurso sobre la comunicación alternativa. Convertir al receptor en emisor es el primer desafío. ( ) salto cualitativo capaz de hacer operativa la toma de la palabra por parte de los sectores sociales que encontraban todo tipo de trabas para hacer circular su discurso por los mass-media. (Prado, 1993,185).
Esta conversión la hallamos retratada en los adolescentes en la sorpresa grata de encontrarse asumiendo un rol que si bien es valorado socialmente, no creían a su alcance, pues lo consideraban técnica e intelectualmente complejo.
¿Quién iba a pensar que haríamos radio?. Yo me siento sorprendido vale, cuando me lo hubiese imaginado, yo nunca pensé pues. Fue demasiado bien, era la primera vez que íbamos a una emisora, porque uno pensaba que era una vaina así atrinca las tres vueltas, pero normal pues, y bueno uno un poco nervioso, como uno pudo se defendió ahí, pa ser primera vez. Porque tú hablas por una radio y uno piensa que eso es una cosa que nada más lo pueden hacer personas que saben de eso, nooo eso también lo puede hacer uno, el que no sabe, normal, aprende.
Nosotros tomamos la radio porque la tomamos pues, como te dije hace rato, nosotros qué íbamos a pensar que íbamos a llegar a una emisora de radio estando allá adentro, nunca nos pasó por nuestra mente que íbamos a pasar una vaina así, y más salir así donde estábamos, una vaina loca ( )
Como nosotros y que éramos los terribles, pensábamos que ustedes iban a ir una sola vez ( ) Con ese cuento que les decían, noooo que el B es demasiado, que no van a poder trabajar con ellos y volvieron ¿Qué iba a saber yo que iba a utilizar una vaina de esa (radio)? En mi mente nunca pasó que yo iba a aprender a la radio. No es que te voy a decir que sé burda pero más o menos tengo un conocimiento de lo que es más o menos la radio. De repente a mi me cayó como anillo al dedo porque yo soy de esas personas que habla demasiado, entonces ya que llegó la radio ahí me gustó y me quedé con eso, con ustedes, si no me hubiese gustado les hubiese dicho mira sabes que no me gusta y no hubiese bajado, o sea no me hubiese importado nada y no estuviese aquí hoy.
Y ese saberse en la ejecución de un nuevo rol, también fungió como un instrumento que les permitió a adolescentes construirse representaciones de sí mismos a futuro; proyectar una imagen futura en prácticas no asociadas a la infracción.
Uno nunca sabe si uno sale de aquí y va pa una emisora de radio. El (curso) de radio y el de TV son los mejores que han dado allá. Es un curso que..como te digo vale Es un curso que nos puede servir, uno se anima pues porque no estamos hablando de manualidades, estamos hablando de otra cosa, cargar una cámara, podemos ser locutor y esas cosas.
Aquí encerrao, uno siempre pensativo así, bajamos porque uno se distrae, y también pa aprendé porque yo no sé es nada, por eso quiero ponerle más entusiasmo para el día de mañana, porque esto el día de mañana puede ayudar a uno.
Estas ideas sobre su futuro yo, cobran pertinencia cuando se analiza el significado del futuro para muchos jóvenes de los sectores urbanos populares. Desdibujados los referentes que le dan cohesión y sentido a la vida social (Reguillo, 2000, 60), asistimos al triunfo de concepciones y prácticas que se expresan en frases como va viniendo vamos viendo o mejor una vida corta pero feliz a una larga pero miserable. En este contexto, el futuro se ha convertido en una incertidumbre, donde se trastocan los significados de la vida y la muerte. Sin embargo, al visibilizar espacios concretos de participación y pertenencia, muchos jóvenes hablan del mañana, de posibilidades de ser y hacer en el futuro más allá de la fuerza, las balas y la muerte.
Poder de decisión
Ahora, bien, dentro de la categoría Poder de decisión agrupamos testimonios que caracterizan al taller de radio como un espacio distinto al resto de los existentes en la institución de internamiento, un lugar donde se promovía la toma de decisiones y donde, por lo tanto, los adolescentes podían desenvolverse y relacionarse de otras maneras. Esta toma de decisiones se posibilitó, según los testimonios, porque la radio se convirtió en: 1) un espacio libre de marcaje y 2) un espacio para pensar y crear.
Aquí esto es una marcadera todo el tiempo. Nos tratan como unos carajitos. Todo el tiempo es Rafael no digas groserías, Rafael no te rías así, Rafael no hables así, habla más educado (El curso de radio) es una distracción. Uno se distrae porque uno está haciendo algo sin esa marcadera.
Yo viajaba con ustedes, o sea yo viajaba, cuando llegaban ustedes coye yo me relajaba burda, porque me la tripeaba demasiado así, de repente a veces no estaba de humor, pero igualito me iba para otro mundo porque estaba hablando de otra cosa distinta a lo que todos los días hablábamos ahí. Siempre hablamos de jugar básquet, de ir a comer, de que ese tipo está loco nos quiere joder, en cambio cuando ustedes iban hacíamos dinámicas, unas dinámicas así burda de locas, pero que a veces nos volvían locos, pero nos distraíamos demasiado, demasiado.
En efecto, la importancia de poder trasladarse a otro espacio a través de los talleres de radio, tiene que ver con las condiciones cotidianas de la institución tendentes a separar al actor y sus actos. Por esta razón, buena parte de lo que es la toma de decisiones en Libreparlantes no puede leerse sino a la luz del control de la institución, expresado por los adolescentes en la entrevista cuando comentaron sobre la rigurosidad de la vida en la entidad, la vigilancia constante y el maltrato, todos estas acciones interpretadas como producto del rechazo.
Particularmente interesante, en este sentido, es el siguiente testimonio referido a la percepción que el personal del equipo técnico tiene de los adolescentes:
Allá en el carolina no nos reconocen nada, porque es que nos rechazan vale, al nosotros llegar a ese centro así piensan que somos unos enfermos mentales, que llegamos ahí porque somos unos enfermos que no tenemos nunca acomodo, entonces nunca te van a felicitar por nada, así tu digas que lo estás haciendo bien, ellos siempre van a decir que tu eres una rata pues.
Brindarle al joven poder de decisión significa considerarlo capaz de tomar esas decisiones lo que rompe con el estigma y abre un espacio para que el sujeto decida quien ser. En efecto, los adolescentes entienden la importancia de la libertad para hacer y decidir, por lo que se desprendieron de las entrevistas recomendaciones para el equipo de Voces Latentes:
Dejen que ellos expresen lo que sienten, lo que quieren, que ellos tomen la iniciativa pues, que ustedes nada más le den unos puntos y ellos hagan con esos puntos lo que piensan, quieran. No les cambien sus pensamientos, de repente se lo acomodas (el guión), pero no es que le vas a cambiar todo lo que él ha hecho porque eso después es triste. Tienen que darles chance de que se desenvuelvan.
A su vez, esta libertad para tomar decisiones está relacionada con considerar a Libreparlantes un espacio para crear y pensar.
(En el taller) hay que pensar mucho. Claro señorita, eso es así, tienes que pensar qué vas a hacer, cómo hacerlo. Si quieres que te quede bien, tienes que pensar bien para hacerlo bien. A veces me daba flojera.
Me permite ponerme creativo, tengo que pensar antes de hacerlo, en todos los programas tenemos que ser creativos. Uno también sabe otras cosas que le pone al programa. Uno le pone de uno ( ) La creatividad se usa en todo, usted cree que uno hace las cosas por qué, y eso se tiene que usar en el programa.
Las historias fueron improvisadas de la mente de uno. Uno pensaba ¿Qué hago? ¿Qué hacemos? Cada uno así me imagino en su mente inventándose una historia. Nos poníamos a pensar así, a echar broma en los cuartos a hacer de locutor a escuchar la radio y nos poníamos a inventar.
Libreparlantes representa un espacio desde el cual fomentar la capacidad reflexiva, creativa y expresiva de los adolescentes a través de la producción y locución radial; es decir, es concebido como un espacio educativo. Para nosotras, la potenciación de este espacio se logró en la medida en que no se impusieron los contenidos a transmitir, así los jóvenes pronunciaron sus mundos, les dieron sentido y los convirtieron en narrativas:
Mira el mundo que nos rodeaba allá adentro, el día a día de nosotros prácticamente desde que llegamos ahí siempre fue así que si jugar básquet, de repente el tema de las drogas, hablando de las drogas, puras malas conducta es lo que hay allá adentro, ves, estamos ahí por ángeles no, sino por vainas que hemos visto y hemos pasado y entonces el tema que podemos sacar es de las cosas que hemos vivido y que hemos visto, no podíamos hacer otro tema sino ese. Esos eran los temas porque los estábamos viviendo ahí.
Esta posibilidad de dialogar con y sobre sus mundos, contribuye sin duda al desarrollo de una mirada crítica de la realidad, a fortalecer sus procesos de autonomía y a pensar y rehacer su relación con los otros, es decir, su propia existencia, porque existir, humanamente, es pronunciar el mundo, es transformarlo. El mundo pronunciado, a su vez, retorna problematizado a los sujetos pronunciantes, exigiendo de ellos un nuevo pronunciamiento (Freire, 1974, 100).
En este punto es indispensable traer a colación la otra categoría de análisis referida a la posibilidad de expresión, pues cuando la elección sobre lo que se dice y cómo se dice se da de manera autónoma, el sujeto encuentra una forma para decir quién es y qué es para él la realidad. De esta forma, a través de los programas los sujetos cuentan con una vía para dar cuenta de sus códigos, sus referentes, sus historias, su yo.
Podría argumentarse que esos códigos comunican lo que la institución pretende modificar. Pero, toda intervención que intente generar procesos de resignificación identitaria, comprenderá que es sólo desde los mismos sujetos, sus contextos, sus códigos y formas propias de expresión, desde los cuales se puede trabajar para generar transformaciones en el yo. Y este aspecto lo destacan explícitamente los propios adolescentes:
Es importante que se de este curso de radio aquí en el carolina porque nos da la oportunidad de expresarnos ( ) Tampoco nos vamos a poner gringuitos con ese curso, nosotros seremos como somos.
Entonces, considerar a la radio como espacio para pensar y crear libremente tuvo que ver, en primer lugar, con la relación establecida entre el grupo facilitador y los adolescentes y, por otra parte, porque se pusieron en práctica otros métodos de aprendizaje donde se propició la crítica y la argumentación de situaciones cotidianas de la vida real:
Con ustedes era distinto, es distinto, porque ustedes son más de nuestra edad, son mujeres y ustedes entienden más a uno. Con ellos, era lo que ellos decían, en cambio ustedes nos dieron la libertad de nosotros elegí. Por lo menos con ustedes uno podía sacar lo que pasaba allá adentro. Uno podía hablar libremente sobre todo, con ellos (equipo técnico) no podías porque después lo agarraban a uno por allá dentro.
A mí me ayudó bastante para conocer otras cosas que no pensaba conocer. Ustedes fueron así como una inspiración, una inspiración para nosotros hacer las cosas mejor, ese es mi punto de vista. Ustedes me pusieron así como un reflejo, ya que no tenía a más nadie así, porque todos eran burda de locos que me caían burda de mal, por lo menos trabajador social, psicóloga, toda esa gente nooo vale. En cambio ustedes eran más distintas, entonces motivaban a uno a hacer las cosas mejor.
Libreparlantes: Espacio para la re-creación de identidades
Ahora, bien, si efectivamente los testimonios respondieron a las dos categorías analíticas creadas, expresión del yo y poder de decisión, fue porque los adolescentes lograron emprender procesos de resignificación identitaria del estigma impuesto. Y si se produjeron tales procesos, es porque el espacio de la radio se convirtió en un ajuste secundario, entendiendo este ajuste tal y como lo define Goffman, como un movimiento de libertad que contrarresta las versiones institucionalizadas del yo.
Pero, si el ajuste secundario logró promover procesos de resignicación identitaria en los adolescentes privados de libertad partícipes de Libreparlantes, fue por la constitución de una red social, es decir, el entramado de actores conformado por el grupo de intervención, sus familiares, las radios comunitarias, los colectivos culturales y las individualidades que participaron en diversas actividades con los adolescentes, así como los radioescuchas de los programas.
En definitiva, una red social que habilita el establecimiento de relaciones humanas que les brindan confianza, ya sea por el reconocimiento favorable de lo que hacen, de lo que son o de lo que pueden ser, o por lo que les ofrecen en términos de apoyo y/o colaboración para la producción de una entrevista, una consulta personal, una posibilidad de empleo, o simplemente como soporte afectivo. Una red social que puede ser el tejido que acoja a los adolescentes una vez que egresen de la institución y se convierta en el nuevo espacio de pertenencia donde se sientan aceptados y reconocidos, condición necesaria para que se legitimen en el ejercicio de esos nuevos roles sociales que se esperan promover.
La condición privativa de libertad, determinada por el despojo y la desvalorización de todo aquello por lo que el sujeto recibió respeto y reconocimiento en su carrera moral, termina por embargar de desesperanza a quien la soporta, por lo que la creación de un espacio para la recuperación de la dimensión autónoma y la aceptación de identidades es indispensable para la construcción de nuevos sentidos de vida. Esta construcción, sin duda, implica una transformación subjetiva que pasa por restituir lazos sociales de confianza y de estrechar otros vínculos que sirvan de sustentación al momento de culminar la sanción penal.
En este sentido, la utilización del medio radial permitió a los jóvenes de Libreparlantes verse y ser vistos, hallar un lugar de encuentro para reconocerse y ser reconocidos, para pensarse y ser pensados por otros, para escuchar lo que de sí pueden decir y en ese proceso satisfacer la inevitable necesidad de ser escuchados, a partir de mensajes que contrarrestan la versión pública que circula sobre sus formas de ser, pensar, sentir y vivir. Una lucha contra la derrota del sujeto estigmatizado, cuya existencia está dominada por las concepciones que lo preceden.
Desde la comprensión de la radio como medio de comunicación social artífice de los procesos de transformación de la cultura y, por tanto, de los modos de construir imaginarios e identidades (Castells, 2001) interpretamos que su utilización en Libreparlantes, permitió sortear las barreras espacio-temporales, tanto las inherentes a la comunicación humana en general como a las que particularmente impone el aislamiento físico como sanción penal. Al romper estas barreras, la radio ubicó a los adolescentes en el espacio público para hacerlos visibles como actores sociales y les posibilitó una nueva forma de interrelación social.
De igual manera, la radio fungió como plataforma educativa que aprovechó la complicidad cognitiva y expresiva de la juventud de hoy con las gramáticas audiovisuales, para emprender procesos de aprendizaje, pero a partir de una mirada epistemológica que comprendió, respetó y compartió la producción colectiva de saberes. Efectivamente, pensamos que Libreparlantes se sustenta en la relación horizontal entre el agente que realizó la intervención (Colectivo Voces Latentes) y los adolescentes internos de la entidad Carolina Uslar, al comprender que la educación debe comenzar por la superación de la contradicción educador-educando. Debe fundarse en la conciliación de sus polos, de tal manera que ambos se hagan, simultáneamente, educadores y educandos. (Freire, 1974,73)
En esta relación educativa no se impusieron las formas de ser y hacer y, más que predicar un discurso altamente calificado en materia de justicia juvenil y respeto a los derechos humanos, se intentó abrir oportunidades concretas para que los sujetos se valoraran en su dimensión creadora y en la reflexión colectiva; sin negación de sus historias, sus códigos y referentes, comprendiendo que los patrones de normalidad que se intentan imponer desde la mayoría de las instituciones sociales responden a estándares de vida de otra clase social.
Libreparlantes se basa, pues, en la utilización de la comunicación para la educación como praxis que, como la explica Freire, es una práctica para la transformación. En este caso, la transformación del espacio de internamiento para promover el diálogo, la reflexión e interpretación de los adolescentes con y sobre sus realidades, y así cuestionar progresivamente las formas tradicionales de aprendizaje, las concepciones que guardan de sí y de los otros y las posibilidades de acción y relación desde el contexto de privación de libertad.
Y es aquí donde comprendemos que Libreparlantes hace un uso alternativo de la potencialidad de los medios de comunicación social y podría adscribirse a la denominada comunicación alternativa. Ello puesto que consideramos el proyecto como una propuesta de intervención social que apunta hacia la transformación de una realidad específica: la carcelaria, caracterizada por una dinámica de aislamiento y estigmatización del interno. Transformación derivada de la apertura de un canal de comunicación con la comunidad que le permite a los internos tomar la palabra y convertirse en emisores públicos de nuevos discursos. Un nuevo saber en torno al tema de la delincuencia: el de ellos mismos y su condición social; proceso a través del cual van siendo constructores progresivos de sus propias realidades y sujetos en ejercicio de sus ciudadanías.
Retomando la premisa de la psicología comunitaria de que el ser se hace en el hacer, pudiésemos estar hablando de la posibilidad de que los jóvenes infractores, a través del reconocimiento del rol como comunicadores sociales, encuentren en estas prácticas un camino para transitar, no sólo en el amargo espacio de la institución mortificadora, sino una vez de regreso a sus comunidades, siempre y cuando se consoliden las condiciones materiales específicas que les permitan una existencia digna fuera del circulo de violencia en el cual sobreviven.
No obstante, las conclusiones de esta investigación intentan no ser parte de una visión reduccionista o ingenua de un tema tan complejo como el referido a la de infracción juvenil y, específicamente, a la transformación de realidades de adolescentes que estuvieron privados de libertad, por lo que es necesario incorporar a estas conclusiones una serie de aspectos relacionados tanto con el significado de los procesos resocializadores de los adolescentes, como con las causas estructurales de la delincuencia en estas sociedades.
De esta manera, agregamos el significado de la ejecución del proyecto Libreparlantes dentro del planteamiento formativo integral esgrimido teóricamente en el Sistema Penal de Responsabilidad del Adolescente que establece la Lopna. Pues si bien, hoy en día, Libreparlantes forma parte del plan individual de los adolescentes internos, no se encuentra articulado con ninguna de las otras áreas de formación ni cuenta con lazos institucionales que puedan dar consistencia real a las motivaciones de cambio y propuestas derivadas de los procesos de transformación subjetiva que puedan estarse generando desde el espacio radial.
El trabajo que se está realizando desde Libreparlantes, tendrá repercusiones en términos no solamente subjetivos, en la medida en que se logren desarrollar políticas públicas en materia de juventud que permitan la inclusión de estos jóvenes a dimensiones socioproductivas u otros espacios de participación e integración, condición que posibilita la materialización de los diversos proyectos alternativos de vida que se propongan los adolescentes internos en la entidad socioeducativa Carolina Uslar.
Por otro lado, el marco interpretativo de esta investigación otorgó gran importancia al factor identidad en el análisis de las causas de la infracción adolescente. Sin embargo, cuando afirmamos que la radio en el contexto de privación de libertad genera procesos de resignificación identitaria, tomamos en cuenta el hecho de que las identidades de los adolescentes infractores, en su mayoría, se construyen alrededor de valores relacionados al consumo. Valores, precisamente reforzados y legitimados por los medios de comunicación, que incitan a construir expectativas de vida en función a la posesión de bienes materiales que, difícilmente, los jóvenes de sectores populares podrán conseguir a través del curso de una vida lícita.
Tal y como hemos analizado anteriormente, en el intento de conseguir a la fuerza lo que es negado por condición social, legitiman y alimentan el statu quo que impone los patrones de relación y consumo. Así, aunque incurriendo en prácticas ilícitas puedan obtener algún tipo de reconocimiento, ya sea por posesión de bienes materiales o por obtención de poder a través de la violencia, sus acciones no apuntan a procesos de transformación sobre su situación social, sino que contrariamente perpetúan la reproducción de la subyugación sobre otros miles de adolescentes y de manera indirecta sobre ellos mismos.
De esta forma, un trabajo como el realizado por Libreparlantes debe lograr promover en esta población juvenil la comprensión de las estructuras socioeconómicas que determinan no sólo la distribución de las desigualdades materiales, sino también las pautas epistemológicas con las que se relacionan con el mundo. Es así como podrán cuestionar los paradigmas a partir de los cuales ha naturalizado la concepción que tienen sobre el buen vivir, para, de esta manera, decidir dejar de vivir siendo útiles a otros.
Por lo tanto, lo que a través del proyecto Libreparlantes puede emprenderse con adolescentes infractores en la construcción de un nuevo sentido de vida, no debe solamente ir respaldado de la posibilidad de materializarse como opción laboral para los adolescentes, sino también debe trabajar con ellos la formación de una conciencia crítica.
En este sentido, una de las más importantes aspiraciones del grupo de intervención Voces Latentes, es el desarrollo de un vínculo permanente entre universidad y comunidad, que logre fomentar esta capacidad crítica liberadora tanto en los adolescentes privados de libertad como en los propios académicos, a través de una retroalimentación entre reflexión teórica y saber popular desprendido de las relaciones humanas en contextos diversos. Intercambio en el que no puede desestimarse la necesidad de participar e incidir en los discursos y acciones de lucha contra el negocio que subyace a la incursión de estos jóvenes en prácticas delictivas, como la droga y el tráfico de armas.
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Notas
1 Según Goffman (1961) el ajuste primario se refiere al proceso a través del cual el individuo comulga y responde a la idea que el entramado institucional ha previsto para él. Desde la perspectiva identitaria significa que las imágenes de sí mismo son construidas en relación con los ideales institucionalizados del yo. El ajuste secundario, por lo tanto, implica una especie de ruptura con la norma y un construcción del yo diferente a lo expuesto desde el control social.
2 Entendemos el control social tal y como lo hace Quintero (2005, 7): un sistema complejo de procedimientos (prácticas y discursos) empleados por una sociedad, un grupo social, un Estado, una institución o un sistema mundial, para conseguir que sus miembros se adecuen a una serie de pautas de comportamiento generalmente aceptadas. Y específicamente caracterizamos al control social de las sociedades modernas con un sistema de saber-poder que Foucault denominó como disciplinario: un sistema complejo de procedimientos (prácticas y discursos) empleados por una sociedad, un grupo social, un estado, una institución o un sistema mundial, para conseguir que sus miembros se adecuen a una serie de pautas de comportamiento generalmente aceptadas (Foucault, 1976, 218).
3 a entidad Carolina Uslar se encuentra ubicada en el sector El Algodonal en Carapita, municipio Libertador, en Caracas, se encontraba adscrita al Instituto Nacional del Menor (INAM), hoy bajo lo administración del Ministerio del Poder Popular para la Participación y Protección Social. Dicha entidad albergaba para el momento de la intervención 65 adolescentes sancionados con medida de privación de libertad y semilibertad.
4 Las estudiantes de Psicología son: Doris Ponce, Lorena Fréitez, Rebeca Gregson, Carolina Graterol e Indira Granda. Por su parte los estudiantes de Comunicación Social son: Adriana Gregson, María Eugenia Fréitez, Victor Fernández e Hildriana Guevara.
5 Cuando hablamos de construcción identitaria nos referimos a los procesos a través de los cuales los sujetos construyen y despliegan imágenes de sí mismos, o tal como lo define Goffman (1961), los procesos de construcción del yo. Enmarcados en un continuum inagotable de discursos de identificación y diferencia, estos procesos asignan a los individuos determinada identidad personal e identidad social a través de las cuales los sujetos ejercen un control sobre la información que hacen pública de sí mismos, orientados por la búsqueda de aceptación y reconocimiento social en un determinado grupo y contexto.
6 El mecanismo de control social, definido como relación personal-adolescentes, tomó como base para el análisis una serie de reseñas de actividades en las que se evidencian episodios concretos entre el equipo técnico y los internos las cuales se encuentran registradas en los Cuadernos de Campo del colectivo en el marco de investigación acción llevada a cabo en el desarrollo de Libreparlantes. Para una consulta de las reseñas ver el trabajo de grado Gregson y Fréitez, 2007, Escuela de Comunicación Social, UCV.
7 La reseña describe una actividad desarrollada en el marco de Libreparlantes en febrero del 2006, en la cual los adolescentes realizaban entrevistas al personal directivo de la entidad de internamiento con el fin de realizar un noticiero radiofónico en el marco del Módulo destinado a los Géneros Periodísticos.
8 Visitas a emisoras comunitarias e institucionales Radio Ali Primera y Radio Fe y Alegría para la grabación de un programa de entrevistas en el mes de abril de 2006 en el marco de Libreparlantes.
9 Este tipo de instituciones de tendencia totalizadora derivada del internamiento es observada por Goffman en otras entidades para el internamiento como psiquiátricos, ancianatos, cuarteles, etc. (Goffman, 1961)
10 Paciente, porque en este caso Goffman se está refiriendo a un psiquiátrico, pero aplica de igual forma a cualquier interno de una institución total.
11 Andrés Antillano es criminólogo y psicólogo social, investigador del Instituto de Ciencias Jurídicas de la UCV