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Tiempo y Espacio
versión impresa ISSN 1315-9496
Tiempo y Espacio vol.24 no.62 Caracas dic. 2014
Entrevista con Iván Jaksic
Interview with Iván Jaksic
Por: Froilán Ramos Rodríguez
La edición especial de Tiempo y Espacio, dedicada a Chile y Venezuela, tiene el agrado y el honor, de conversar con el doctor Iván Jaksic, profesor de la Universidad de Stanford (EEUU), autor de numerosas publicaciones, entre libros y artículos especializados, además, uno de los académicos chilenos actuales que más acuciosamente ha dedicado su trabajo a investigar sobre don Andrés Bello, a través de años de estudios y de visita a los archivos en Venezuela, Gran Bretaña, España, Estados Unidos y Chile.
Ante todo, gracias al doctor Jaksic por dedicar este tiempo, sabemos de su ajustada agenda y múltiples compromisos, pero estamos seguros que este espacio será aprovechado con creces.
Sobre don Andrés Bello se ha escrito ávidamente, biografías, estudios de su obra, por diversos autores, de diversas nacionalidades, y diversos campos de conocimiento, desde la historia, el derecho, la literatura, pasando por la educación, la gramática y la religión. Sin embargo, quisiéramos detenernos en esta oportunidad, en conversar en cinco aspectos: Bello y sus etapas, venezolana, inglesa y chilena, el Bello íntimo (hijo, exiliado, esposo, padre, amigo), y una mirada al legado de Bello en el siglo XXI.
Froilán Ramos Rodríguez (FRR): Doctor Jaksic. ¿Qué tomó Andrés Bello de su primera etapa de vida en Venezuela, en cuanto a sus valores personales y a su formación?
Iván Jaksic (IJ): En primer lugar su extraordinaria educación humanista y clásica, un verdadero pilar de su pensamiento. Además, ya en la universidad, absorbió muchos aspectos de la Ilustración, especialmente su énfasis en las ciencias naturales. Proveniente de una familia de artistas, Bello también adquirió un gran gusto por la música y el teatro. A los 20 años ya contaba con todos los conocimientos que habría de desarrollar durante su larga vida. Venezuela le aportó además una experiencia práctica como funcionario de la Capitanía General. Fue en ese contexto que asumió importantes responsabilidades como miembro de la Junta Central de Vacuna, Comisario de Guerra, y editor de la Gazeta de Caracas. A pesar de ser funcionario de la Corona, era un criollo muy respetado, como lo demuestra su nombramiento diplomático inmediatamente después del movimiento del 19 de abril, cuando se embarcó con Simón Bolívar y Luis López Méndez con rumbo a Londres. Es importante señalar que la experiencia de Bello en las postrimerías del imperio español en América le dio una importante visión internacional, y un apego al orden que nunca abandonó. En lo personal sabemos que era un hombre muy cercano a su familia y en especial a su madre. Además, que era una persona muy reservada. Lamentablemente no sabemos casi nada respecto de su vida sentimental, salvo algunas vagas referencias a su relación con Josefa, la hermana de Antonio José de Sucre.
FRR: ¿Qué influencia tuvo la vida en Inglaterra para el joven Bello?
IJ: Los 19 años que Bello residió en Londres fueron extremadamente complejos. Por una parte, conoció la pobreza y la tragedia familiar, pues allí murió su primera esposa y su tercer hijo. Allí también vivió durísimos momentos en las legaciones de Chile y Colombia, por sus diferencias con Mariano Egaña en la primera, y por el colapso de la credibilidad financiera en la segunda. Además, vivió una especie de ostracismo debido a una serie de malentendidos con Simón Bolívar, que lo llevaron a fin de cuentas a emigrar a Chile. Pero por otra parte conoció en Londres lo que era la investigación de alto nivel y también vibró con el éxito del movimiento de independencia hispanoamericana, que lo condujo a dedicarse completamente a la construcción de nuevas naciones, sobre todo en sus planos político y cultural. Tuvo relaciones con figuras de primer orden, como James Mill y Jeremy Bentham, y prácticamente todos los grandes líderes hispanoamericanos del momento. Fue esa también una época de grandes amistades, como la que mantuvo con José María Blanco White y el poeta ecuatoriano José Joaquín Olmedo. Conoció además a su segunda esposa, Elizabeth Dunn, quién le acompañaría por el resto de su larga vida y con quien tuvo doce hijos. En suma, una época de felicidades y amarguras, pero sobre todo una experiencia notable en los ámbitos de la investigación sobre el lenguaje, y en la diplomacia.
FRR: ¿Cómo afrontó el Bello maduro su llegada a Chile, en medio de una nación joven?
IJ: Bello llegó a Chile con muchas incertidumbres: por lo que dejaba atrás, por su edad, por cómo sería recibido en el país. Al principio no fue precisamente bienvenido, y de hecho algunos periódicos le enrostraton su condición de extranjero. Pero a corto andar entendió que por su experiencia y talento tenía mucho que aportar a la nueva nación. Empezó sus tareas como funcionario del ministerio de hacienda, pero rápidamente pasó al de relaciones exteriores, donde su experiencia diplomática y su conocimiento de idiomas fueron muy útiles. Tuvo varias oportunidades de desempeñarse en el ámbito educacional. Tuvo nuevos hijos, aunque vivió con dolor la muerte de algunos. Pero Chile representó la estabilidad que anhelaba. Quizás la única sombra que oscureció su firmamento fue el ataque que recibió por su supuesta traición a Bolívar y por su relación estrecha con el mundo conservador chileno. Sin embargo, fue con Portales con quien tuvo la más seria desavenencia, que lo llevó a considerar incluso marcharse del país. Pero en general se sentía cómodo y apreciaba el que se le dieran responsabilidades cada vez mayores a la par que se le otorgaba la ciudadanía chilena. En menos de una década, ya era miembro del Senado y aparecían sus primeras publicaciones, entre las que destaca su Principio de derecho de gentes. Si además se considera que pasó a ser el redactor principal del periódico oficial, El Araucano, es evidente que Bello comprendió cuánto se le apreciaba. En lo más íntimo, sin embargo, sufría la separación de los suyos en Venezuela y padecía la nostalgia del expatriado.
FRR: Sabemos lo reservado de la personalidad de Bello, pero en base a sus investigaciones, ¿Cómo era el Bello de familia como hijo, esposo y padre?
IJ: Es cierto, era muy reservado, incluso tímido. Frente al poder, aún más, como puede observarse en sus relaciones con Bolívar, luego Portales, y finalmente con Manuel Montt, quien era Presidente de la República de Chile cuando su hijo Juan fue apresado y exiliado y Bello no protestó. Pero otra es la imagen que tenemos de su vida familiar y de la relación con sus amigos. Bello quería intensamente a su madre y tenía una relación muy afectuosa con sus hermanos y hermanas. A sus hijos simplemente los adoraba, y por eso sufrió mucho cuando los más queridos fallecieron. Conocido es el emocionante poema, La oración por todos, motivado por la muerte de su hija Dolores. También lloraba la muerte de su querido hijo Francisco mucho después de su fallecimiento en 1845. Y así con los nueve hijos que murieron antes que él. De sus esposas Mary Ann y Elizabeth también dejó emotivos recuerdos. Con los amigos era generoso y franco y más de un testimonio hay de su buen humor en las tertulias que compartía con ellos. Su casa siempre estaba abierta para la conversación. De hecho, fue en una serie de visitas que los hermanos Miguel Luis y Gregorio Víctor Amunátegui lograron obtener toda la información biográfica que luego plasmaron en su primera biografía de Bello. A su amigo Juan María Gutiérrez confesó el gran dolor que le causó la acusación de traición a Bolívar. En suma, era naturalmente reservado, y quizás prefería volcar sus sentimientos en la poesía. Pero no hay duda de la íntima franqueza e intensidad con que vivía la relación familiar y amistosa.
FRR: ¿Cuál fue la relación de Bello con Bolívar, Humboldt y Portales?
IJ: Si empezamos cronológicamente con Humboldt, debo decir que se trata de una de las influencias más poderosas de su vida. Para un jóven de 19 años, como lo era Bello en ese período, la visita del sabio alemán fue una verdadera revelación. El espíritu de búsqueda y de conocimiento, la capacidad investigativa científica, y el talento social y conversacional de Humboldt le proporcionaron un gran modelo. El mismo Humboldt quedó muy impresionado con el jóven Bello, ya que lo recordaba nítidamente décadas más tarde, en 1855. Lamentablemente no pasó lo mismo con Bolívar, quizás por lo marcadamente diferente de sus personalidades, pero sobre todo por la timidez que mencioné anteriormente de Bello frente al poder. Al principio se llevaban muy bien, y Bolívar le amaba con respeto, pero la relación se deterioró cuando Bolívar no pareció comprender la urgencia de las necesidades de Bello en Londres y además le exigía lo imposible de cumplir, como la venta de sus minas en Aroa. Se trata de una triste desavenencia, que entristeció por largo tiempo a Bello, sobre todo por lo mucho que se frecuentaban en su primera juventud. Por Diego Portales sentía una gran admiración, que el poderoso ministro le retribuía con grandes muestras de respeto y afecto. Pero Portales era un hombre de acción, voluntarioso y porfiado, de modo que fue muy difícil para Bello superar el trance de su diferencia con el ministro cuando discutieron el inicio de la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana. Pero algo los atraía y en muchos sentidos se complementaban. Instintivamente Portales comprendía la importancia de fundar un orden en las nuevas repúblicas, mientras que Bello lo entendía racional y prácticamente. De hecho, la colaboración entre ambos es una de las más ricas en la historia del continente. Fue dolorosa para Bello la pérdida de Portales, quien era padrino de una de sus hijas (Ascensión) pero tuvo el orgullo de representar al gobierno en su funeral.
FRR: ¿Diferencia entre el Bello de vida pública y vida privada vida íntima?
IJ: Bello tuvo que sacrificar varios aspectos de su vida privada para asumir nuevas responsabilidades en la esfera pública. Por temperamento, y si las oportunidades lo hubieran hecho posible, lo más probable es que se hubiera dedicado a una carrera académica. Pero el vendaval de la revolución lo llevó por otros caminos y hubo de optar por una vida más pública de lo que esperaba. En Caracas y Londres pudo entregarse a la investigación y al trabajo administrativo, este último por lo general desde un segundo plano. Pero una vez en Chile su perfil se hizo más público, como maestro, como senador de la republica, como rector de la Universidad de Chile y como polemista en la prensa periódica. Lo público también tensionaba sus creencias, como es el caso de su religiosidad en un ámbito cada vez más laico. No retrocedió jamás del fuerte compromiso público que adquirió en Chile, pero es también cierto que buscaba la intimidad con su familia y con sus amigos, y que además encontraba un refugio en las letras. Es difícil reconciliar el tono de sus escritos polémicos con la dulzura de su carácter, pero este es el precio que hubo de pagar como uno de los constructores de naciones en el siglo XIX.
FRR: ¿Cuál fue el sentido de Orden que guió la vida y obra de don Andrés Bello?
IJ: En primer lugar, pertenecer cabalmente a una sociedad política legítima, respetuosa de los derechos de los individuos, pero a al mismo tiempo con autoridad para asegurar el cumplimiento de las obligaciones que conlleva vivir en sociedad. Fue muy criticado porque consideró que la monarquía podía perfectamente ser un modelo político legítimo hasta que a mediados de la década de 1820 desarrolló una clara convicción de que no siendo ya más viable la monarquía en América había llegado el momento de afianzar la república. Este modelo republicano no era solamente el modelo de la antigüedad, con su énfasis en la participación pública, sino el modelo de la república moderna, con su énfasis en la seguridad de los individuos para desarrollar todos sus potenciales. Pero ese orden legítimo debía ser promovido por la educación pública y también por una convicción individual sobre la necesidad de la observancia de las leyes. Todo era coherente en la concepción bellista del orden, incluyendo el orden en la conducta de los individuos, es decir, el pensamiento claro y lógico, una gramática compartida que asegurase la comunicación llana de las personas y una ética de respeto hacia los conciudadanos. También un respeto a las instituciones y a las tradiciones humanísticas. En lo personal, Bello fue coherente con sus ideas, buscó siempre el orden en todas sus manifestaciones. Incluso cuando el dolor llegaba a ser insoportable, por la muerte de sus hijos, no se dejaba llevar hacia la desesperación. Y gracias a ello contamos con las poesías más bellas de nuestra lengua.
FRR: En su opinión, ¿Qué hace universal la obra de Andrés Bello?
IJ: Bello percibió claramente que el mundo moderno, con sus múltiples y periódicas convulsiones, requería de instituciones capaces de adaptarse al cambio. Sin una capacidad de ajustarse a los cambios de la sociedad, las instituciones corrían el riesgo de volverse rígidas y colapsar bajo el peso de su irrelevancia, o de la hostilidad de los pueblos. Por ello, las leyes debían moldear las costumbres, pero también reflejarlas. Esto es aplicable a cualquier situación en que una sociedad busca adaptarse a cambios que a veces se originan desde fuera de las propias fronteras, como los cambios tecnológicos, los ciclos económicos y las nuevas tendencias para propiciar las libertades individuales. Para Bello el modelo era el lenguaje, un cuerpo de ideas y estructuras que se mantiene relativamente estable a lo largo del tiempo, pero que se ajusta a las nuevas realidades originadas por los cambios políticos y culturales, como el nacimiento de nuevas naciones luego de un quiebre imperial. Bello encontró en la historia de la lengua y en la gramática el mecanismo perfecto para defender una idea de sociedad coherente y legítima. Esto es lo que en mi opinión le hace universal y al mismo tiempo original, puesto que pocos como él entendieron tan cabalmente la riqueza e importancia social, política y cultural del lenguaje.
FRR: Debemos decir, en honor a la justicia, que éstas no han sido preguntas fáciles, y que cada una de ellas, encierra la complejidad de una vida y un ser como Bello, pero, igualmente, es una demanda de las generaciones actuales y de la posteridad el tratar de comprender el curso vital de la existencia del Bello sabio e íntimo, el hombre que hizo frente a grandes desafíos para legar no sólo una vasta obra intelectual y cultural, sino también humana y de ejemplo personal.
Iván Jaksic: El Doctor Iván Jaksic es director del Programa de Estudios en el Extranjero de la Universidad de Stanford en Santiago de Chile. A lo largo de su carrera académica ha sido profesor de las universidades de California, Wisconsin y Notre Dame (Indiana, EEUU) e investigador en el David Rockefeller Center for Latin American Studies de la Universidad de Harvard, y del St. Antonys College de Oxford. Entre sus obras se encuentran: Andrés Bello: La pasión por el Orden, Ven conmigo a la España lejana, y otras.