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Tiempo y Espacio
versión impresa ISSN 1315-9496
Tiempo y Espacio vol.24 no.62 Caracas dic. 2014
Mirtha Rivero. La rebelión de los náufragos. Caracas: editorial Alfa, colección Hogueras, 2010, 461 pp.
Yuruari Borregales Reverón
Profesora de Geografía e Historia egresada de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Cursante de la Maestría en Educación, mención enseñanza de la Historia (UPEL-IPC).
Uno de los temas más debatidos en este momento en Venezuela a raíz de las pasiones políticas desatadas, resulta ser sin lugar a dudas las primeras cuatro décadas de democracia. Aquella que ha estado bajo de la lupa del cuestionamiento, dentro del crisol de posturas críticas, de defensa pero también de desprestigio, de ejemplos de construcción ciudadana y civilista, asimismo de agravios y manipulaciones. Los recientes fallecimientos de los ex presidentes Jaime Lusinchi y Ramón J. Velázquez fungen como un nuevo motivo de revisión de esos años, puesto que de una u otra forma abren y cierran las puertas políticas del periodo de estudio enfocado en esta obra.
La periodista Mirtha Rivero se ha desempeñado en distintos diarios de la región capital y es colaboradora de publicaciones mexicanas. En esta ocasión toma la pluma para ofrecer La rebelión de los náufragos, una reconstrucción testimonial de la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez (1989-1993), en la que familiares, opositores políticos, miembros de su gabinete, compañeros de partido, periodistas y hasta un insigne historiador definen su posición y relatan sus experiencias en torno a este tiempo.
La autora propone una visión, desde diferentes ángulos, de esta controvertida presidencia en un compilado de líneas tan reivindicativas como criticas, aunque como ella misma lo afirmó en una entrevista, explorar esta primera opción no se encontraba dentro de su intención inicial. Divide el libro en cuatro partes, cada una con una serie de capítulos en las que incorpora entrevistas y cronologías a la trama que va armando. Se toma además una licencia literaria para presentar a Moraima, una venezolana de a pie, extraída de su imaginación, desencantada de la política de esos años; recrea su percepción como ejemplo de una opinión pública representativa del momento.
En la primera parte se alude a la fastuosa trasmisión de mando, también llamada coronación, de Jaime Lusinchi a Carlos Andrés Pérez y los iniciales conflictos con Acción Democrática (AD), causados en parte por la conformación de su equipo tecnocrático de gobierno. A su vez los primeros pasos de la implementación de Gran Viraje, e incluido en el, un paquete de medidas económicas bajo la estrategia de shock. Ofrece incesantemente la imagen de un personaje que tiene una visión modernizadora para la cual el país no estaba preparado.
Seguidamente, se enfoca en El Caracazo, un estallido social que ocurre a menos de un mes de su llegada a la presidencia, mostrándolo como producto de un descontento social que se venía gestando desde mucho tiempo atrás, aupada por la crisis política y económica acumulada. Hace hincapié en las deficiencias comunicacionales de la política económica del momento y muestra como el distanciamiento de AD se hacía más evidente, la descentralización como bandera sería un motivo más.
Posteriormente, inaugura la tercera parte con otros sucesos no menos importantes. Los fallidos golpes de estado de febrero y noviembre de 1992. La frágil situación de país, la anti política y los trances entre los partidos serán analizados, entre otros ejemplos de esto, se halla la actuación de Rafael Caldera, aquella anterior y posterior al primer intento golpista.
La última parte escenifica el proceso que llevaría a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) a declarar la existencia de méritos para iniciar un juicio contra el presidente Carlos Andrés Pérez y dos de sus ministros por irregularidades con el Régimen de Cambio Diferencial (RECADI) y administración de la partida secreta. Expone la incongruencia de sostener los delitos de peculado y malversación al mismo tiempo y la politización en torno a la sentencia, ilustrando a esta como una salida política, la única que lograría sacarlo de la presidencia.
Aunque a rasgos generales estas constituyen las ideas manejadas, hay otras que permean cada uno de los capítulos y en este sentido la autora nuevamente se hace eco de muchas de sus fuentes testimoniales. El ex presidente Pérez sobreestimaría su carisma y liderazgo a la par que subestimaría a sus opositores políticos y al propio partido que integraba para llevar a cabo su programa de reformas, manteniendo una pobre campaña comunicacional y gobernando a espaldas del partido que lo respaldaba, sin piso político de maniobra.
Por otro lado, proyecta luces sobre toda una generación de profesionales de diversa índole, políticos, intelectuales y tecnócratas, por mencionar algunos, que se encontraban entre los que no quisieron (instalándose en su zona de confort), no pudieron o no supieron llevar a cabo los cambios que eran necesarios poner en marcha para salir del atolladero político y económico que se habría iniciado, al menos, una década antes. Preparación y disposición faltó para ello.
Particular mención merece el gran ausente, José Vicente Rangel, pieza clave en la denuncia que le llevaría al ex presidente a juicio, este pudo ser entrevistado, a pesar de intentos manifiestos de la autora. De la misma manera la omisión reiterada del nombre del Hugo Chávez, por medio de un sin número de epítetos, pareciendo con ello querer eludir su intervención en el escenario político del país (fatídica para unos, mesiánica para otros) no solo durante 1992, sino desde 1998 hasta su muerte.
Evidentemente, deja la impresión de retratar a CAP como un paladín calificado de imperturbable y sobrio, respetuoso de la institucionalidad, la democracia y el Estado de derecho, pero también terco y arrogante quien tuvo la audacia de intentar enrumbar el país en otra dirección. No pasa desapercibido que la propia fotografía de portada del libro lo captura de forma sencilla, serena y accesible.
En consonancia con lo anterior, tampoco pasa inadvertida la escogencia del título. Con náufragos hace referencia a quienes había dejado a un lado a través de su carrera política (expresión tomada del discurso de CAP que pronuncia posterior a la decisión de la CSJ). De cierta forma, la autora expone a un político que hubo procurado reaccionar contra parte significativa del sistema, y habría afrontado como este le devolvía el favor, un personaje que según sus apreciaciones luchó por no convertirse en náufrago.
Rivero confiesa que el texto final es la síntesis de un proceso de ...escribir el cuento ―mi cuento―. (p. 449), un sello personal que tendría la muy significativa acogida de ocho reimpresiones en tan solo dos años de publicación. Aún esto, la propuesta, el enfoque y la temática se conjugan en un propósito, servir para contrastar el discurso oficial que se teje en torno al periodo con otras importantísimas revelaciones.