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Tiempo y Espacio
versión impresa ISSN 1315-9496
Tiempo y Espacio vol.24 no.62 Caracas dic. 2014
Isabel Cruz de Amenábar. Manos de Mujer. Rebeca Matte y su Época 1875-1929. Santiago de Chile, Origo, 2008.
Verónica Merino Marchant
Licenciada en Estética y Profesora en Artes Plásticas, por la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUCC). Especialista en Educación Moral y Educación Cívica, por la Universidad Complutense de Madrid, España. Magíster en Humanidades, mención Historia del Arte, por la Universidad del Desarrollo (UDD) de Chile, Magíster en Humanidades, mención Historia Universal (UDD). Académica de la Universidad de los Andes de Chile y de la UDD.
Manos de Mujer es el fruto de más de doce años de investigación de la historiadora del arte, doña Isabel Cruz de Amenábar, quien logro condensar en una obra ―sustanciosa― la vida y obra de doña Rebeca Matte Bello (1875- 1929). Este libro es pionero en varios sentidos; por un lado el acucioso trabajo de fuentes que respaldan la indagación, desde el puto de profesional de suma solvencia; y por otro lado, la dama en estudio, la primera mujer chilena en adentrarse en el cosmos de la escultura, de hacer hablar a los materiales, y no de cualquier mujer, sino de una que reúne en su existencia, el haber estado rodeada de importantes lazos intelectuales y políticos en su Chile natal, descendiente de don Andrés Bello (1781-1865), hija de ministro de Estado, esposa de diplomático; a la vez que pudo obtener una educación de gran relieve para su época, fines del siglo XIX.
De esta obra amplia y profunda sobre la escultora, nutridamente documentada, de cuidados detalles en imágenes y edición, contenida en más de 500 páginas, en los que sobresalen la larga etapa de estancia en Europa, de allí que haya sido relevante para la artista, y su comprensión completa, en particular las que realizó en Roma y París.
Roma: canon clásico y seducciones arqueológicas
En 1896 Augusto Matte y su hija recorren Italia. Él ya vislumbra las cualidades artísticas de su Rebeca y las fomenta dedicando tiempo al estudio, comprando libros especializados y ayudándola a desarrollar su talento. En su biblioteca hay diversos textos de Grecia, Roma y de Subercaseaux El genio de Roma. Rebeca se fascina por la decadencia de la ciudad romana imperial y aprecia su arqueología. En Roma nace visualmente como escultora.
A comienzos de 1897 su padre la matricula en el taller de Giulio Monteverde, considerado el más grande escultor de Italia en ese momento. Allí se trata de armonizar el pasado arcaico con las tendencias románticas y realistas del momento. El examen que Monteverde aplica a Rebeca consiste en el modelado de una mano, que logra satisfactoriamente. Comparte clases con la tucumana Dolores Lola Mora y aprenden la técnica del traspaso de puntos. Lee a Leonardo, a Vasari y ve a Rodin, pero lo que tendrá más impacto en su obra serán los estudios de fisiognómica, arte de la expresión física del diálogo entre el cuerpo y el alma, que estrena en el retrato de su padre, realizado con un brazo derecho ya prematuramente resentido. Luego realiza La Grecia, que le dará un premio al salir del estudio de Monteverde. Su problema ahora es compatibilizar el realismo con la expresión fisiognómica y la belleza clásica. Sin ser muy religiosa todavía, comienza a buscar la gracia del arte cristiano. Hacia el verano viaja con su padre por París, Viena, Berlín y Múnich, ciudades en las que continuará su enriquecimiento artístico.
Academicismo francés, perspectiva de aprendizaje
En octubre de 1898 Augusto Matte y Rebeca vuelven a París. El diplomático se ha alejado de su trabajo para dedicarse a su hija y a labores de patronazgo artístico y de coleccionismo. Ha tenido contacto con Nicanor González, Orrego Luco y Juan Francisco González entre otros y ha hecho varias obras de beneficencia. Rodin se hace conocido, pero ha perdido un concurso en Chile y no mira bien a los chilenos. Por otra parte ya tiene fama su tormentosa relación con sus modelos, por lo que Augusto no promueve su relación con el escultor. Así y todo conoce a Camille Claudel y su obra La edad madura tendrá un fuerte impacto en Rebeca. Pasan de moda los jóvenes neoclásicos, es la hora de los ancianos y su experiencia. Pronto entra en la Académie Julian de París. Donde estará con muchos alumnos. Eso le dará la ventaja de buscar su propio camino expresivo y comenzará a explorar el tema de la madre. Realizará el tema mitológico de Medea, obra extraviada. Medea es la mujer que mata a sus hijos, amante y homicida. Gana el concurso de la Academia con ella. Después seguirán Meditación y Horacio. Con ambos concluye el siglo XIX arrastrando decrepitudes y deterioros. Horacio será la respuesta al El Pensador de Rodin. Es el padre que condena a sus hijos a la muerte por deber y patriotismo. Es su propio reencuentro con el dolor, esta vez encarnado en una figura masculina. Rebeca tiene 24 años y sigue con su mano derecha enferma.
Desde el análisis historiográfico, el texto cumple varias funciones desde un punto de vista histórico. Primero es un registro biográfico cronológico. Presenta los acontecimientos de la vida de la escultora y su padre en Roma y Paris y pone los hechos contextualizados con la política contingente, como en caso Dreyfus que abrió una fuerte polémica en su momento. También relaciona a la escultora con otros artistas con los que se relacionó en estas dos ciudades.
No elude los aspectos técnicos, y así explica el trabajo de traspaso de puntos, vaciados, maquetas y otros pormenores del oficio en el taller. Hay innumerables referencias a los problemas que enfrentó la artista y las soluciones que se buscaron.
Isabel Cruz se ha propuesto que entendamos a Rebeca Matte como hija, como mujer, a su obra y el origen de la misma. Para esto nos da cuenta detallada de sus lecturas relacionando estos conocimientos y su obra.
Desde el punto de vista del estudio, es un texto minucioso con muchas referencias que dan cuenta de argumentos sólidos encaminados a dar solución al problema iconográfico. Armoniza un discurso estético, histórico y técnico para dar al lector algunas luces que aclaren el significado de la obra de Rebeca Matte, siempre con un lenguaje amplio que llega ser la voz de la inmensa reconstrucción intelectual que significó rearmar las primeras obras de la artista desde un punto de vista técnico, histórico, estético, psicológico e iconográfico. La función del texto de Historia del Arte todavía está poco pensada en el mundo de la Historia, pero eso no aplica a Isabel Cruz que hace un trabajo completísimo abordando los múltiples desafíos de este tipo de investigación.
En un ámbito más amplio y social, este tipo de texto pone en valor la obra de una artista única, como no volveremos a tener. Una artista que está a la altura de un Rodin o un Canova tranquilamente y que el mundo debería conocer, por lo que es alentador que este libro ya está a la venta en La Casa del Libro de Madrid.