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Revista de Ciencias Sociales

versión impresa ISSN 1315-9518

Revista de Ciencias Sociales v.16 n.4 Marcaibo dic. 2010

 

Los factores no salariales en la migración internacional: el caso Tamaulipeco

Izcara Palacios, Simón Pedro*

* Doctor en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor de Sociología Rural en la Unidad Académica Multidisciplinaria de Ciencias, Educación y Humanidades (UAMCEH) Universidad Autónoma de Tamaulipas, México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México (Nivel II). Teléfono y Fax: 018343181723. E-mail: sp_izcara@yahoo.com

Resumen

La teoría económica neoclásica y la nueva economía de la migración laboral explican los procesos migratorios de forma contradictoria. Mientras la primera coloca el origen de la migración en las disparidades salariales entre países, la última centra la atención en el contexto donde operan los procesos migratorios. A partir del ejemplo de los jornaleros tamaulipecos indocumentados empleados en Estados Unidos puede inferirse que las diferencias salariales no ofrecen una explicación satisfactoria de la migración internacional; por el contrario ésta puede ser entendida como una estrategia familiar de supervivencia que obedece a desigualdades en la distribución de ingresos. Esta investigación estuvo fundamentada sobre la base de una metodología cualitativa. Se realizaron entrevistas en profundidad a cincuenta jornaleros migratorios de 38 comunidades rurales de Tamaulipas (México).

Palabras clave: Teoría económica neoclásica, Nueva economía de la migración laboral, jornaleros, inmigración ilegal, Tamaulipas, Estados Unidos.

Non-Wage-Related Factors in International Migration: The Case of Tamaulipeco

Abstract

Neo-classical economic theory and the new labor migration economy explain migratory processes in contradictory manners. While the former places the origin of migration in wage disparities between countries, the latter focuses attention on the context in which migration operates. Based on the example of undocumented farm workers from Tamaulipas employed in the United States, it can be inferred that wage differentials alone do not provide a satisfactory explanation for international migration; on the contrary, migration can be understood as a family survival strategy that relates to inequalities in income distribution. This research (carried out between 2007 and 2008) was based on qualitative methodology. In-depth interviews with 50 migrant farm workers were conducted in 38 rural communities of Tamaulipas (Mexico).

Key words: Neo-classical economic theory, the new labor migration economy, farm workers, illegal immigration, Tamaulipas, United States.

Recibido: 09-10-01 · Aceptado: 10-04-01

Introducción

Tamaulipas, un estado situado en el noreste de México, presenta la paradoja de ser un área que atrae trabajadores migratorios que proceden de áreas más meridionales como San Luís Potosí y Veracruz, donde los salarios del campo son más bajos, para trabajar en actividades estacionales como la pizca de naranja y la zafra de la caña; pero a la vez expulsa mano de obra, que busca mejores oportunidades económicas en el sector agrario estadounidense.

Los jornaleros tamaulipecos indocumentados se desplazan principalmente a lo largo del sureste de Estados Unidos. El Valle de Texas, debido a los lazos histórico-culturales con Tamaulipas, constituye el principal lugar de emigración. Hasta los años ochenta los jornaleros tamaulipecos cruzaban la frontera sin grandes dificultades, trabajaban en el sur de Texas en la pizca de cítricos o sandía, y a los pocos meses regresaban a su lugar de origen. Sin embargo, una vigilancia más estrecha de la frontera alargó su permanencia en Estados Unidos y comenzaron a desplazarse hacia áreas más lejanas, como Carolina del Norte, Luisiana, Florida, Míchigan, Georgia, Tennessee, Virginia o Minesota, donde los salarios agrarios son más elevados que en la franja fronteriza.

Este artículo, a través del análisis de la emigración de trabajadores rurales indocumentados tamaulipecos empleados en el sector agrario estadounidense, subraya los factores no salariales intervinientes en la migración internacional. En primer lugar se analiza la interpretación de la etiología de los procesos migratorios proporcionada por la teoría económica neoclásica y la nueva economía de la migración laboral, y después utilizo el caso tamaulipeco para establecer un contraste de los cuatro elementos explicativos contrapuestos utilizados por dichas teorías.

1. La metodología del estudio

En el plano metodológico, esta investigación estuvo fundamentada en una metodología cualitativa. Se utilizó el procedimiento de muestreo intencional y la selección de los entrevistados estuvo anclada en el conocimiento, aptitud y disposición de éstos para informar sobre el tema tratado. La técnica utilizada para el acopio de información fue la entrevista en profundidad. Una muestra de 50 participantes, con edades comprendidas entre 23 y 67 años de edad, fue seleccionada en 38 comunidades rurales de 13 municipios tamaulipecos, representativos de la diversidad geográfica de este estado. La mitad de la entrevistas fueron realizadas en la zona más marginal de Tamaulipas, en el suroeste, donde la escasa rentabilidad del maíz, fríjol y sábila obliga a los campesinos a emigrar. En la zona citrícola del centro del estado y el área cañera del sur, caracterizadas por una fuerte presencia de jornaleros, fueron realizadas 13 entrevistas. En el este del estado, una zona ganadera, fueron realizadas 6 entrevistas. En el centro-noroeste, un área donde los bajos precios del maíz, fríjol, cártamo y sorgo han originado un éxodo rural, fueron realizadas 4 entrevistas. Finalmente, en el norte del estado fueron realizadas 2 entrevistas.

El trabajo de campo fue realizado en los años 2007 y 2008 utilizando una guía abierta acomodada a la experiencia de cada entrevistado, que fue visitado en dos ocasiones. Durante la primera visita se obtuvo una grabación comprendida entre 50 y 100 minutos. En una segunda visita, de menor duración, los informantes fueron cuestionados sobre aspectos que quedaron inconclusos durante el primer encuentro.

Finalmente, el proceso de recopilación de información apareció informado por la riqueza heurística de la producción discursiva recabada. Cuando el número de discursos obtenidos permitió interpretar, explicar y describir de forma satisfactoria todas las ramificaciones del hecho social investigado, el tamaño de la muestra se consideró el adecuado.

2. La teoría económica neoclásica y la nueva economía de la migración laboral

La teoría económica neoclásica y la nueva economía de la migración laboral explican los procesos migratorios de forma inversa (Izcara, 2010). La primera es un modelo teórico de “arranque” o “atracción”, y parte del postulado de que los individuos son atraídos desde sus lugares de origen por el diferencial salarial registrado en las áreas de destino. La última implica un modelo teórico de “empuje” o “expulsión”, y se sostiene en el supuesto de que el nivel de desigualdad en la comunidad de origen genera un proceso migratorio conducente hacia las zonas de destino (Quinn, 2006: 135-136).

El modelo económico neoclásico explica la migración a partir de un cálculo de costos y beneficios. Los flujos migratorios son explicados como: i./ una respuesta a una distribución geográfica desigual de los factores de producción; ii./ una decisión individual, iii./ un proceso de carácter permanente y iv./ una situación de “maximización del bienestar”.

A nivel macroeconómico, el modelo neoclásico entiende la emigración como el resultado de una distribución geográfica desigual de los factores de producción: trabajo y capital. En los espacios donde se da una escasez de trabajo en relación al capital, se produce una elevación salarial, y viceversa. En este contexto, los movimientos migratorios representan una respuesta a las diferencias en los salarios esperados por los trabajadores. Las diferencias salariales entre dos zonas provocan un desplazamiento de la fuerza laboral hacia el área con salarios más elevados (Herrera, 2006: 114). Harris y Todaro (1970) explican los procesos migratorios como una respuesta a una diferencia urbano-rural en los ingresos esperados dentro de un modelo bi-sectorial, donde se produce una transferencia desde la actividad agraria, menos desarrollada, al sector urbano, más productivo.

A nivel microeconómico, este modelo explica la emigración como el resultado de decisiones individuales guiadas por una racionalidad económica que busca una maximización del ingreso esperado (Herrera, 2005: 55-56; García, 2004: 465). Esta teoría encuentra la causa de la emigración en el esfuerzo individual para maximizar los ingresos a través de un desplazamiento hacia economías con salarios más elevados (Castles, 2000: 272). Como señalaron Harris y Todaro (1970: 127) la emigración respondería a una decisión individual realizada por actores impulsados por una racionalidad económica en el marco de una economía bi-sectorial caracterizada por fuertes desequilibrios.

Por otra parte, el modelo neoclásico centra la cosmovisión del emigrante en la sociedad de acogida y contempla el prestigio ocupacional en ésta como un beneficio no monetario, que se suma al aliciente de unos salarios más elevados. El inmigrante buscaría ascender socialmente en la sociedad receptora, y desearía permanecer allí; como contraste, el retorno a la comunidad de origen cobraría tintes de fracaso. Es decir, la mano de obra se desplazaría en respuesta a salarios más altos e ingresos más elevados a largo plazo en la nación receptora, y el fenómeno migratorio cobraría un carácter de permanencia (Constant y Massey, 2002: 10).

Finalmente, en consonancia con la posición de la teoría económica clásica, que considera el bienestar material como la mejor medida de la calidad de vida, la emigración es entendida como el resultado de una “maximización del bienestar” en términos de ingresos, y se obvian los costes emocionales y psicológicos que envuelven los procesos migratorios (López, 2005: 54-55). Por lo tanto, la disparidad geográfica de salarios e ingresos, que originó la migración tendería a revertirse como consecuencia de ésta, hasta producir un reequilibrio de las desigualdades en la distribución de los factores de producción, que a la postre terminaría traduciéndose en una igualación de los salarios (Arango, 2000: 285). Por lo tanto, la emigración obedecería a diferencias espaciales en la oferta y demanda de mano de obra que tenderían a desaparecer; de modo que la migración conduciría a una eficiencia global en la producción de bienes y servicios (Urzúa, 2000: 424).

Frente al acento del modelo neoclásico en la variable ingresos, la nueva economía de la migración laboral coloca el énfasis en los factores no salariales. Los flujos migratorios son explicados como: i./ una respuesta a un funcionamiento inadecuado del mercado; ii./ una decisión familiar, iii./ un proceso de carácter no-permanente y iv./ una situación de “privación relativa”.

La nueva economía de la migración laboral señala que la inexistencia, insuficiencia, dificultad y/o falta de acceso a los mercados de créditos, capital y seguros conduce a que las familias rurales favorezcan la emigración de uno de sus miembros para obtener recursos para modernizar y capitalizar la explotación agraria (Yúñez-Naude, 2000: 338; Van, 2005: 147-68; Massey, 2004: 208).

Por otra parte, la unidad de análisis es la familia, que decide la emigración de uno de sus miembros para diversificar sus fuentes de ingresos (De Jong et al., 2002: 844). Por lo tanto, el actor básico de los procesos migratorios deja de ser el individuo y pasa a ser la unidad familiar (Quinn, 2006: 137; López, 2005: 58). La determinación de emigrar se torna en una decisión colectiva del núcleo familiar (Herrera, 2006: 132) destinada a maximizar los ingresos y minimizar los riesgos (García, 2004: 466). Las familias más marginales elegirían al miembro con mayor capacidad de éxito, al más educado (Quinn, 2006: 147), para que emigrase. Esto, a la postre, contribuiría a un aumento de la seguridad económica familiar (López, 2005: 58); de modo que la emigración tendería a solidificar los lazos familiares. La emigración sería un mecanismo de supervivencia familiar al que subyace una racionalidad económica (Castles, 2000: 272).

La nueva economía de la migración laboral centra la cosmovisión del emigrante en la comunidad de origen y enfatiza el carácter no permanente de los procesos migratorios. El objetivo de la emigración sería acumular un umbral de ahorro con objeto de lograr una elevación del prestigio y estatus social de la unidad familiar (Constant y Massey, 2002: 9-12). Este modelo teórico predice un escenario de permanencia si se dan dos condiciones: i./ que el inmigrante incremente su satisfacción en la sociedad de acogida, y ii./ que reduzca su privación al ver acrecentada su posición social dentro del nuevo grupo de pertenencia (Stark y Yitzhaki, 1988: 62). Por lo tanto, el inmigrante únicamente se quedará en la sociedad de acogida si mejora su situación económica, y alcanza una posición social superior a la que tenía en el lugar de partida.

Esta teoría entiende los procesos migratorios como el resultado de una situación de desigualdad dentro de la comunidad de origen (Stark y Yitzhaki, 1988: 57; Mendoza Cota, 2006: 129) y señala que el factor desencadenante de la emigración es la diferencia de ingresos entre individuos o familias que pertenecen a un mismo grupo de referencia (Stark y Yitzhaki, 1988: 69; Izcara, 2009: 13); de modo que la emigración tendría como propósito mejorar la posición relativa de un individuo o familia dentro de su entorno social (Van, 2005: 148). La “privación relativa” es un sentimiento que emerge en un individuo o familia cuando compara sus ingresos con los de otras personas de su grupo de referencia (Stark y Wang, 2000: 131) para descubrir que se encuentra por debajo de un punto de referencia que designa el estándar de la comunidad donde reside (Quinn, 2006: 136). Así, mejoras en las condiciones materiales de las familias de los emigrantes conducen a que miembros de otras familias de la comunidad también emigren (Kalir, 2005: 174).

2.1. Distribución geográfica desigual de los factores de producción

Desde mediados de los años ochenta se produjo un proceso de liberalización del sector agrario mexicano, que condujo a una supresión de los controles de precios y una erosión de los subsidios a los insumos, el crédito y los seguros. Esto tuvo un efecto negativo sobre el sector agrícola y aceleró la emigración rural (Mendoza, 2006: 139; Boucher et al., 2007: 7). En Tamaulipas la capacidad del sector agrario para absorber la fuerza de trabajo disponible se debilitó (García y Omaña, 2001: 89). En algunas zonas las remesas sirvieron para derribar los obstáculos a los que se enfrentaban los campesinos debido a la inexistencia o insuficiencia de los mercados de crédito y de seguros (Yúnez-Naude, 2000: 338). Aunque, abundan los estudios que cuestionan el efecto de las remesas en el desarrollo endógeno, porque la mayor parte de éstas se dedican al consumo y muy poco al ahorro y a la inversión productiva (Arroyo y Berumen, 2000: 340; Binford, 2002: 129; Canales y Montiel, 2004: 162). Es decir, las remesas no logran quebrar el ciclo de la emigración, porque éstas son destinadas a la reproducción familiar, y únicamente una pequeña fracción de las mismas es transformada en capital de inversión, que ayudaría a crear empleos locales.

En el medio rural tamaulipeco sólo una estrecha porción de las remesas enviadas por los indocumentados son dedicadas a la compra de medios de producción, materias primas y fuerza laboral con objeto de producir valores utilitarios. Como contraste, la mayor parte se destina a la reproducción, o se gasta en el pago de deudas, en la compra, construcción o remodelación de la vivienda familiar y en la adquisición de bienes de consumo. Por lo tanto, la emigración internacional está revirtiendo de modo insuficiente en la dinamización de la economía rural.

Tabla 1. Etiología de la emigración

Teoría

Elementos explicativos

Contexto

Decisión

Proceso

Situación

Teoría económica neoclásica

Distribución geográfica desigual de los factores de producción

Individual

Permanente

Maximización del bienestar

Nueva economía de la migración laboral

Funcionamiento inadecuado del mercado

Familiar

Temporal

Privación relativa

Fuente: Elaboración propia.

Existe una diferencia entre aquellos que emigraron para sacar adelante a su esposa e hijos, y aquellos que lo hicieron para apoyar económicamente a sus padres y hermanos. En el primer caso, la esposa dedica una parte de las remesas al consumo familiar y el resto del dinero lo ahorra. En el segundo, la probabilidad de que las remesas sean derrochadas es más elevada.

Las remesas han coadyuvado a forjar una economía de subsistencia, que ayuda a combatir las situaciones de pobreza extrema, pero no representa una estrategia factible de desarrollo. Algunas familias destinan las remesas a establecer pequeños negocios familiares, que en ocasiones ayudan a quebrar el círculo de la emigración. Sin embargo, esta estrategia de inversión productiva tiene graves limitaciones. Los recursos económicos que genera son escasos, y únicamente proporcionan un pequeño complemento a la economía familiar. Montoya (2007: 79) en una investigación sobre los negocios remeseros en una localidad sinaloense encontró que éstos generaban menos empleos que los no remeseros y utilizaban básicamente mano de obra familiar. Canales y Montiel Armas (2004: 163) en un estudio sobre la localidad jalisciense de Teocaltiche descubrieron un alto porcentaje de establecimientos financiados por las remesas. Sin embargo, se trataba de pequeños negocios creados como estrategias de supervivencia familiar ante la ausencia de oportunidades económicas estables en la localidad.

Algunos retornados abren un negocio o mejoran la dimensión económica de su explotación agropecuaria y ya no vuelven a emigrar; pero el grueso de los trabajadores migratorios regresan una y otra vez a Estados Unidos. La falta de oportunidades económicas y la diferencia entre los salarios locales y los que reciben en el país del norte generan un círculo migratorio que se traspasa de una generación a la siguiente. La mayor parte de los emigrantes no pueden esquivar el “síndrome de la emigración” (Binford, 2002: 146), por lo que el medio de subsistencia de los hijos termina imitando el modo de vida del padre: la emigración irregular.

Por otra parte, en muchos lugares la emigración, en lugar de proporcionar el capital para dinamizar la economía agraria tamaulipeca, ha conducido a un abandono de la agricultura. Como señalaba un jornalero de 29 años de edad de Jaumave: “mucha gente se va y dejan sus tierras, y ya no las trabajan. La esposa, el hijo, no pueden trabajarlas y dejan las tierras sin sembrar”.

2.2. Decisión individual o familiar

En el medio rural tamaulipeco no existe una planificación consciente de diversificación de rentas familiares a partir de la emigración. Las familias no presionan, persuaden o estimulan al miembro con más posibilidades de tener éxito en el mercado laboral estadounidense para que éste emigre; aunque, frecuentemente proporcionan los medios que posibilitan la emigración. La decisión de emigrar cobra un carácter individual. En todo caso, la persuasión no procede del interior de la familia; sino de un pariente o paisano retornado. Es el individuo, quien después de valorar las ventajas y desventajas de emigrar, decide arriesgarse y traspasar la frontera de forma clandestina. Como ha señalado Pérez (2003) las decisiones se toman individualmente; aunque éstas están influenciadas por las narraciones e invitaciones hechas por otros emigrantes retornados.

La familia generalmente presenta una actitud de rechazo hacia la decisión de emigrar por parte de uno de sus miembros. Los padres y hermanos son quienes presentan una actitud más moderada; aunque, siempre muestran un cierto grado de duda y desconfianza. La esposa es quien exterioriza una actitud más subrayada de rechazo y temor hacia la decisión del marido de emigrar. Cuando el marido emigra por primera vez, la esposa intenta desincentivar esta decisión, ya que sobre ella pesa el pensamiento de que su esposo podría no regresar, peligrando entonces el sustento económico de la familia. En ocasiones, con objeto de evitar la preocupación de la esposa, el marido le oculta su decisión de emigrar, le dice que va a buscar trabajo en una ciudad cercana, y sólo se comunica con ella después de haber cruzado la frontera, haberse asentado en el país vecino, y haber encontrado trabajo.

La presión familiar para emigrar únicamente se manifiesta de modo indirecto. Cuando la unidad familiar afronta una crisis, el miembro más capacitado para emigrar se siente con la responsabilidad de hacerlo. Este miembro normalmente es el padre. Otras veces, cuando éste es mayor para emigrar, o sufre alguna enfermedad o incapacidad, es el hijo mayor quien se siente con la responsabilidad de emigrar para liberar a la familia de un apuro económico. Este hermano mayor también puede ser una mujer. Así, una joven de Tula emigró a la edad de 19 años a Texas y Carolina del Norte para trabajar en la agricultura porque su familia estaba endeudada y “no más éramos mi hermana y yo; entonces ella estaba más chiquilla que yo. Entonces, por eso, pues yo era la única que tenía que buscar dinero para la familia, porque pues yo soy la más grande”.

2.3. Permanencia o temporalidad de la emigración

La migración de trabajadores rurales tamaulipecos indocumentados a Estados Unidos carece de una vocación de permanencia. Los jóvenes rurales de Tamaulipas ansían ir a Estados Unidos para trabajar. Sin embargo, su intención no es quedarse en el país vecino; sino regresar a su comunidad con el dinero ahorrado allí.

Stark y Yitzhaki (1988: 63) apuntan que la inmigración cobra un carácter de permanencia cuando el inmigrante encuentra en la sociedad de destino un incremento de su satisfacción y un decremento de su privación. Sólo cuando el inmigrante halla en la sociedad de acogida un entorno sociolaboral más satisfactorio que en la comunidad de donde partió, y si allí goza de una posición social comparativamente superior a la que tenía en la comunidad de origen, los procesos migratorios cobran un carácter de permanencia. Por lo tanto, la causa por la cual los jornaleros tamaulipecos no desean quedarse permanentemente en Estados Unidos se debe a que allí no acrecientan su satisfacción ni disminuyen su privación relativa en comparación a su lugar de procedencia.

Todos los entrevistados encontraron trabajo en un período relativamente corto; sin embargo, describieron un entorno laboral hostil y mostraron una hendidura entre sus expectativas y la realidad. En las entrevistas narraron su experiencia como un callejón sin salida; una vez que cruzaron la frontera se vieron obligados a aceptar aquellos empleos que les fueron ofrecidos sin poder objetar las condiciones laborales y salariales brindadas por su empleador. Trabajar en Estados Unidos les permitió afrontar una deuda, acumular unos ingresos o acceder a bienes de consumo. Sin embargo, ninguno de los participantes manifestó sentirse a gusto en el país del norte. En Tamaulipas la agricultura tiene una rentabilidad decreciente, y existen problemas de desempleo y subempleo (Izcara y Andrade, 2007: 70; Andrade, 2008); pero aquí se encuentran más cómodos y seguros que en Estados Unidos, donde obtienen unos salarios más elevados.

Los salarios estadounidenses son hasta diez veces superiores a los obtenidos en Tamaulipas. Sin embargo, los jornaleros tamaulipecos no obtienen una mayor satisfacción en la sociedad de acogida, porque allí los bienes y servicios ofertados son más costosos. Como consecuencia, residir de modo permanente en Estados Unidos resulta desventajoso. Los salarios estadounidenses tienen sentido si son ahorrados e invertidos en la comunidad de origen, donde el costo de la vida es menor. Por lo tanto, durante su estancia en el país vecino los jornaleros reducen sus gastos a un mínimo para maximizar el volumen de ahorros.

Los jornaleros tamaulipecos emigran a Estados Unidos con un propósito específico, que implica acumular un umbral de ahorro para satisfacer una necesidad específica; cuando este umbral es traspasado dejan de tener un pretexto para prolongar su estancia allí. Un jornalero que trabajó desde noviembre de 2004 a diciembre de 2007 en Virginia y Florida decía: “a mi no me gusta Estados Unidos, duré ese tiempo porque me fui con un propósito, y ya cuando lo hice me regresé”.

2.4. Maximización del bienestar o privación relativa

En el medio rural tamaulipeco, el fenómeno migratorio pone en circulación bienes de consumo que décadas atrás eran inusuales, y crea una escisión entre aquellas personas y familias que tienen acceso a los mismos, debido a que emigraron, y aquellos que carecen de los mismos, porque no emigraron. Esta escisión incrementa los sentimientos de ansiedad y frustración en aquellos que descendieron en la escala social subjetiva por no disponer de los recursos económicos adicionales proporcionados por las remesas. Como decía un jornalero que trabajó en Tennessee en la pizca de tomate: “me dieron ganas de irme porque un conocido de aquí del ejido, que estaba allá; pues yo veía que su familia acá vivían muy bien, tenían su buena casa, camioneta y bien vestidos, y pues cosa que la mía no tenía, y eso pues nos ponía tristes a mi y a mi señora”. Como consecuencia, los individuos y familias que vieron mermada su posición relativa en el acceso a bienes de consumo dentro del propio grupo de referencia, deciden emigrar para combatir esa situación de privación relativa (Izcara, 2009: 20).

En Tamaulipas el escenario de privación, característico del modo de vida rural, no aflora hasta que la llegada de remesas altera la distribución relativa de ingresos de las familias. Una mejora en las condiciones materiales de aquellos que emigraron produce una merma comparativa de la capacidad para adquirir bienes y servicios de aquellas familias que no reciben remesas. La emigración genera un sentimiento de privación, que obedece a un declive de la posición económica familiar dentro de la comunidad. Las remesas, al incidir sobre una parte de la comunidad, provocan una desestabilización de la sociedad rural. Las familias de los migrantes ascienden en la escala social porque tienen acceso a bienes de consumo suntuarios; mientras que aquellos que dependen del mercado laboral local descienden en esa misma escala. Por lo tanto, un ascenso en la escala social de los retornados hace que los que se quedaron decidan emigrar, para de esta forma superar una posición rezagada dentro de la comunidad.

3. Consideraciones finales

La teoría económica neoclásica y la nueva economía de la migración laboral ofrecen una explicación de los procesos migratorios en términos opuestos. El primer modelo focaliza el punto de vista y perspectiva del emigrante en la sociedad receptora y centra la atención en las diferencias salariales entre las sociedades de origen y destino, mientras que el último subraya la cosmovisión del emigrante en la comunidad de origen y coloca el énfasis en los factores no salariales.

La migración de jornaleros tamaulipecos indocumentados hacia los Estados Unidos aparece anclada en la crisis del sector agrario, la falta de oportunidades económicas y la diferencia de salarios por la realización de actividades similares en un contexto de vecindad. Sin embargo, este proceso migratorio no puede describirse como una respuesta a una distribución geográfica desigual de los factores de producción: trabajo y capital; sino que la etiología del mismo es más compleja.

Los trabajadores rurales tamaulipecos describen su estancia en los Estados Unidos como un sacrificio que realizaron para contrarrestar una situación de desigualdad y mejorar su posición socioeconómica dentro de su comunidad de origen. Aunque en la sociedad de acogida encuentran mejores oportunidades económicas y reciben salarios más elevados que en Tamaulipas, no desean permanecer allí; toda su cosmovisión se centra en la sociedad de procedencia. La emigración tiene como objetivo elevar la posición social relativa del emigrante y su familia dentro del propio grupo de referencia. Los jornaleros tamaulipecos emigran a Estados Unidos con un propósito concreto: hacer frente a una deuda, ahorrar para construir una vivienda, comprar un terreno o un automóvil, o financiar la educación de sus hijos. Cuando este propósito queda satisfecho los salarios más elevados que reciben en el país del norte dejan de constituir un aliciente para permanecer allí.

Por lo tanto, los factores no salariales (el contexto familiar, el incremento o decremento de la satisfacción y privación experimentada por los migrantes, o los sentimientos de privación relativa) tienen una gran importancia en la comprensión de los procesos migratorios.

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