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Revista Venezolana de Estudios de la Mujer
versão impressa ISSN 1316-3701
Revista Venezolana de Estudios de la Mujer v.11 n.27 Caracas jul. 2006
A 200 AÑOS DE AQUÉL FRACASO EN FALCÓN
Gioconda Espina
Cuando los historiadores del futuro hagan el balance de la Quinta República, sin duda reconocerán el hecho de que nunca antes venezolanos indiferentes con nuestra historia, tuvimos que ponerle especial atención a juro, so riesgo de seguir en la ignorancia y desconocer a qué se refería el presidente cada domingo o en cada escenario nacional o internacional en el que aludía a una batalla o a un armisticio o a un personaje por él calificado de traidor o de patriota del pasado. La mayoría de los más importantes y prolíficos historiadores nuestros adversan al presidente, así que no sólo se han visto obligados a dar la otra versión del pasado nuestro sino que, lógicamente, han encontrado abiertas las puertas de los editores y del mercado de lectores. Quizás el de los historiadores sea el gremio más beneficiado de este retorno al pasado decretado desde la presidencia y que atraviesa los discursos de todos los ministros, gobernadores, alcaldes y otros funcionarios públicos.
Con motivo de la conmemoración de ese otro estrepitoso fracaso del Generalísimo Francisco de Miranda que fue la invasión a Venezuela por La Vela, en Falcón, en 1806, se han publicado biografías, discursos y artículos con diversos enfoques y distintas extensiones el 2005 y lo que va de 2006. Voy a referirme al Miranda que nos muestran Edgar Mondolfi Gudat en un libro e Inés Quintero en dos.
Si una se queda sólo con la versión de Miranda por Edgar Mondolfi Gudat (2005) le queda la idea de un hombre culto, voraz comprador, lector y coleccionista de libros, con una vocación de bibliotecario que todos tenemos que agradecer, muy atareado en viajar y hacer relaciones en los más altos niveles (la zarina Catalina la Grande en Rusia, Tomas Jefferson en EEUU, ministros británicos) con la idea de que lo apoyen política pero, sobre todo, económicamente en sus diversos planes de emancipación de la corona española de las provincias latinoamericanas y del Caribe. Sin embargo, una se queda con la interrogante de cuáles serían exactamente sus éxitos como militar, como para haber quedado inscrito su nombre en el Arco de Triunfo de París o en la historia de la independencia de los EEUU o haber sido aceptado en la Sociedad Patriótica, después del 19 de abril de 1810 (y 30 años de ausencia del país) y luego ser nombrado en 1812 comandante en jefe de todos los ejércitos con autoridad de dictador (Simón Bolívar fue su subalterno a cargo de la plaza de Puerto Cabello) hasta firmar el armisticio con Monteverde con el cual se pierde la Primera República. Ese es el vacío que llena Inés Quintero (2005 y 2006) y así podemos leer algunas constantes de la historia nuestra desde la creación de la Primera República hasta hoy:
1. Bolívar no fue el primer venezolano que se planteó la liberación de toda Hispanoamérica a partir de la liberación de Venezuela;
2. Desde Miranda arrastramos el sino de la imposibilidad de combinar la intención emancipadora de los imperios sin algún grado de represión a los connacionales;
3. Los apellidos de los aliados de los imperios han sido los mismos desde el comienzo y desde el comienzo cada familia ha tenido su oveja negra, esto es, su Simón Bolívar en una familia oligarca;
4. El argumento racista ha sido usado por los aliados de los imperios desde el principio: los criollos de la capital provincial solicitaron al Capitán General que excluyera de las milicias del Rey a Sebastián Miranda (el padre del futuro Generalísimo) por ser hijo de barquero, un hombre que había sido cajonero, mercader y que compartía su existencia con una panadera ( ) un hombre del común, sin calidad ni hidalguía y que , además, era un mulato y la prueba de esto último era que de otra manera no podría explicarse que uno de los capitanes del batallón de los mulatos estaba casado con una tía de la mujer de Sebastián Miranda (2005:50). Como serían de infundadas estas acusaciones que el padre de Miranda apeló, que a los años la Corona le restituyó en su cargo y con todas las prebendas que le correspondían;
5. Los oportunistas que se cambian de partido al ritmo de sus personalísimos intereses nos han acompañado siempre, al menos desde el último Marqués del Toro, el doble faz por antonomasia Don Francisco José Rodríguez del Toro e Ibarra, que permanentemente le puso una vela a la corona española y otra al Libertador (quien murió en el engaño), pasando por Miranda, quien desde Cadiz pedía en cartas a su majestad Fernando VII que lo liberara para devolver la díscola Venezuela al seno de la Madre Patria.
Por cierto, las mujeres del Generalísimo y del último Marqués aparecen en los tres libros comentados como dos grandes ceros a la izquierda. A Sara Andrews, esposa y heredera suya con quien Miranda tuvo a sus dos únicos hijos, Leandro (que luego sería edecán de Bolívar en Colombia) y Francisco, él la presentaba como su ama de llaves. De la señora María del Socorro de Berroterán y Gedler sólo sabemos que garantizaba excelentes recepciones en casa. Dios no le dio hijos al Marqués pero el Diablo sí que le dio sobrinos de los y las hermanas que aparecen en el cuadro de Inés Quintero (2005: 30-31).
1. Edgar Mondolfi Gudat (2005). Miranda en ocho contiendas. Fundación Bigott (Bigotteca, Serie Historia) [ Links ]
2. Inés Quintero (2005). El último marqués. Francisco Rodríguez del Toro (1761- 1861). Fundación Bigott (Bigotteca , Serie Historia) [ Links ]
3. Inés Quintero (2006). Francisco de Miranda. Vol. 25 de la Biblioteca Biográfica Venezolana de El Nacional y Banco del Caribe. [ Links ]












