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Revista Venezolana de Estudios de la Mujer
versión impresa ISSN 1316-3701
Revista Venezolana de Estudios de la Mujer v.12 n.29 Caracas dic. 2007
VELARSE O DESTAPARSE, OTRO DERECHO DE LAS HUMANAS
Gioconda Espina
Un lector o una escucha de una musulmana fundamentalista puede descaminarse por la pasión que le pondrá a la afirmación de que, prácticamente, el primer feminista del mundo fue el profeta Mahoma. Y no es que no haya cristianas que no digan lo mismo de Cristo, pero ahora sólo vamos a referirnos a las primeros, pues de lo que se trata es de coincidir con Fernando Mires, en lo que afirma en el capítulo VI del último libro en español que hemos leído de su autoría, titulado El Islam, las mujeres y las leyes. De entrada afirma lo que es obvio para todo mundo: el Corán no es feminista (sólo habría que leer la sura 4,34 para saberlo), aunque ciertamente la interpretación que los musulmanes fundamentalistas le han dado al Corán (la recitación de Alá a Mahoma por intermediación de un arcángel) y a los Hadith (los dichos del Profeta Mahoma en vida), tampoco está prevista en los textos fundacionales del Islam.
Alrededor del tema de la mujer, dice Mires apoyándose en el gran estudioso del Islam Bernard Lewis, se vinculan tres ejes del Islam: las relaciones intersociales de poder patriarcal, que es cultural, político y económico; el control sobre la reproducción y la sexualidad, lo que pasa porque las mujeres controlen su propio cuerpo; y legalidad teológica y legalidad política, que en Occidente están separadas, pero no para el Islam, pues la segunda se fundamenta en la primera. De ahí que para las musulmanas organizarse para conquistar del patriarcado el poder sobre su propio cuerpo equivale a una rebelión en contra de Dios (Mires, 2005:129). Que los excesos que conozcamos en Occidente sean los de Afganistán, por ejemplo, se debe a que se dieron a conocer extensamente a raíz de la invasión de EEUU y sus aliados en represalia por el acto terrorista de Al Qaeda el 11-9-2001, pero eso no significa que otros excesos se cometan en otras partes del mundo islámico. Antes, sólo las feministas y la gente muy bien informada conocía de la lucha de las mujeres de Raka, que develaron al mundo cómo los taliban (los alumnos del mullah Omar) llegaron de las madrasas (escuelas) de Pakistán a tomar el poder el Afganistán, recluyendo a todas las mujeres en sus casas, con la prohibición de salir de sus casas sin la batola pesada y oscura llamada burka. Jefes taliban entrevistados por el periodista Ahmed Rashid dijeron que sacar a las mujeres de los lugares públicos y taparlas era necesario, pues el deseo pero, sobre todo, el contacto sexual de los guerreros con mujeres podía debilitarlos e impedir que mataran con la pasión requerida (Ibíd.: 131).
En otros países islámicos, la mujer ha sido modernizada pero no occidentalizada. En Irán, al triunfo de la revolución (1979) conducida por el ayatollah Jomeini y los mullahs, le impidieron a Simone de Beauvoir bajar del avión en el que había llegado invitada por las feministas iraníes; también aislaron a Kate Millet y su compañera fotógrafa, para luego devolverlas a EEUU sin ninguna explicación. En las semanas siguientes los ayatollahs dejaron claro que no habría negociación posible ni con feministas ni con homosexuales ni con intelectuales, escritores y artistas que no se sometieran a la legalidad política fundamentada en la religiosa. Hubo fusilamientos de homosexuales verdaderos o acusados de serlo en plaza pública, contra los que manifestamos de inmediato en México DF y otros lugares el mismo 79. Como en épocas del Cha, estos sectores ahora forman parte de la oposición que actúa casi clandestinamente, dentro y fuera de Irán. Las mujeres dentro de Irán llevan sus pañoletas o el chador negro en los lugares públicos y a miles se las ve desfilar en días patrios con sus kalachnikov, incorporadas al proceso que comenzó Jomeini en 1979. Lo cual no quiere decir que en esos mismos espacios públicos o en sus familias hayan conquistado el derecho a disponer sobre su cuerpo o puedan hablar de una religión o una ideología distinta a la oficial del proceso. Con todo, ni taliban ni chiíes pueden lograr que las mujeres piensen, dice Mires, de ahí que el premio Nobel a la iraní Shirin Evadí (y que ella lo haya recibido con la cabeza descubierta, después de lo cual recibió amenazas de muerte) haya sido un desafío al cogollo religioso gobernante, que debió guardar silencio so riesgo de tener que explicar al mundo lo que entienden como modernización no occidentalizada.
En contra del Cha y su modernización occidentalizada pero políticamente subordinada a EEUU, las iraníes usaron el velo. Hoy, por las mismas razones, las mujeres musulmanas o sólo de origen musulmán, usan el velo en Occidente, para marcar con orgullo su pertenencia a una cultura, su identidad, su diferencia, lo cual no significa que compartan la política de los gobiernos de Irán, de Pakistán o de cualquier otro de los países del amplio espectro islámico en el cual nacieron sus padres o abuelos. A veces es un símbolo de resistencia a Occidente, otras es acato de la costumbre familiar o una orden del marido, no hay una sola razón para llevarlo. De ahí la controversia por el uso del velo por niñas y adolescentes que estudian en las escuelas de Europa. Más de cinco millones de personas de origen musulmán viven en Europa en la actualidad y en algunas escuelas se ha invocado la separación Estado-religión para prohibir los símbolos de cualquier religión a los estudiantes (aunque sólo las musulmanas llevan el símbolo encima, el pañuelo en la cabeza; el crucifijo está bajo la camisa y el solideo judío lo llevan los varones sólo el sábado, cuando no hay clases). La posición de Mires es la más razonable que he leído sobre el tema: El único motivo válido para oponerse al velo islámico (..) es cuando una mujer que ha decidido no usarlo es obligada a hacerlo ya sea por la comunidad familiar o religiosa, ya sea por el esposo o por quien sea en contra de su voluntad o de sus convicciones y mediante la apelación de medidas coercitivas. En este caso se trata ( ) de un atentado a los derechos humanos (Ibíd.: 137). Luego, si desea llevarlo que lo haga por las razones que tenga.
Nota
Fernando Mires (2005). El islamismo. La última guerra mundial. Santiago de Chile, LOM Ediciones (Colección Escafandra)