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Revista Venezolana de Estudios de la Mujer

versión impresa ISSN 1316-3701

Revista Venezolana de Estudios de la Mujer v.14 n.32 Caracas jun. 2009

 

Alma y dulce: Dos narradoras orales muy «sui géneris» tiriteras que mueven los hilos en las historias de vida en la novela las muñecas y el moloch, de Carmen Vincenti

Isabel Zerpa

La vida entera es un relato…El no tener que contar sería la no vida”. Sirvan estas afirmaciones de Carmen Vincenti, autora de Las Muñecas y el Moloch, para iniciar una reseña sobre la misma, tratando de hurgar en las palabras, en la oralidad, en las marcas de género evidentes en ella y muy especialmente, en la presencia de estos aspectos, en la perspectiva narrativa desarrollada por dos personajes muy particulares como lo son Alma y Dulce; dos muñecas «parlanchinas» que establecen, podríamos decir, una interesante amistad a partir del intercambio de las historias de las dueñas de Alma, quien cuenta estas historias de manera acuciosa, entusiasta y muchas veces nostálgica a su interlocutora, Dulce, la muñeca más joven y recién llegada a su vida; quien la escucha atenta, pero en algunos momentos, con cierto desparpajo y displicencia; quien además progresivamente, aviva el interés por los relatos de Alma y se va convirtiendo en una oyente distinta, en una interlocutora también acuciosa, reflexiva, cuestionadora, quien al final de la novela se apropia de las historias, se va descubriendo a sí misma y desarrolla su imaginario en vinculación con los relatos contados por Alma; la principal narradora de la novela, quien también se construye a sí misma, en la evocación y narración de las historias de sus dueñas, donde evoca sus infancias y sus historias de amor, por lo general, historias inconclusas. Alma también se reconstruye en relación con los otros; su visión del mundo también se transforma en su vinculación con Dulce y en relación con los descubrimientos en torno a Gregorio, a quien idolatra y quien finalmente se desvanece ante sus ojos al darse cuenta que no es precisamente un dechado de virtudes.

En el desarrollo de la novela aparece un «personaje misterioso» que en algunos momentos envuelve de suspenso algunos hechos, el Moloch, un ídolo de origen no determinado, perteneciente en principio a Dolores, una de las esclavas de la hacienda; ella se lo regaló a Elvira, una de las dueñas de Alma, para que la protegiera y el ídolo no fue capaz de salvarla de las garras de la muerte. El ídolo aparece y desaparece a través de las historias que cuenta Alma a Dulce; finalmente éste se derrumba como lo que es, un falso ídolo y esta destrucción tiene que ver directamente con el derrumbamiento de Gregorio como ser humano ante los ojos de Alma y de Marcela, supuestamente, su gran amor.

La novela está estructurada en tres capítulos: «De las historias», «Una historia más» y «De los finales». En el primero, las muñecas, Alma y Dulce, colocadas en un sillón de la sala y acompañadas por los relatos en torno a una vieja casa inician un diálogo imaginativo. Alma, es una muñeca antigua, que ha perdido la visión a través de los años, «siglos» de vida. Es ella quien narra la saga de los difíciles amores y desamores de cada una de sus dueñas durante varios siglos; mientras, Dulce, una muñeca nueva, recién llegada a la vieja casona, escucha atenta los relatos y los misterios, los deseos y las tragedias que silencian el amor de los personajes. Igualmente, encontramos en la narración de estas historias: el transcurrir del tiempo, los ritmos de los objetos y las vidas que habitaron la casa; algunos aspectos de la historia de una nación y la escenificación de la vida privada de diferentes mujeres que vivieron en tres siglos diferentes. En el segundo capítulo: «Una historia más», Alma y Dulce detienen en el tiempo sus relatos, para escuchar y observar lo que ocurre en la vieja casa, en una tensa y no menos, reveladora noche. Una noche, en la que Gregorio y Marcela, interrogan sus desencuentros amorosos, cuando despejan las contrariedades y los enigmas de un pasado inconcluso e inesperado, donde las muñecas se sumergen en la aventura de oír, convirtiéndose en testigos de los encuentros y desencuentros que tienen Gregorio y Marcela durante toda la noche. El tercer capítulo, «De los finales», se orienta realmente hacia los inicios. Mientras Alma teje y desteje el tiempo y los amores para finalizar la saga y alcanzar el presente, Dulce crece y afianza su identidad a través del cuestionamiento de tales historias y apreciamos cómo la muñeca más joven, cobra cuerpo en un lenguaje capaz de impulsar la imaginación.

Un grupo de objetos animados forman parte de la novela: un ídolo falso, el Moloch; un frasco con una inagotable fragancia de rosas que nunca se pierde y forma parte de la vida de las antiguas dueñas de Alma y también del presente de Marcela; y los pájaros: pájaros cantores que deleitaban la vida de Elvira; pájaros dibujados por Laura, en su interminable espera, elaborados en cerámica por Isabel; fotografiados por Marcela en la historia más reciente.

Finalmente Dulce trata de cambiar los finales de las historias, con una gran creatividad, en medio de reflexiones muy interesantes donde se plantea el sentido de la vida y además plantea la angustia que le produce el hecho de no tener nada que contar. Además de continuar siendo narradoras, más Alma que Dulce, por su puesto, que es la narradora principal, al final, ambas establecen un rico intercambio de reflexiones, donde parecieran intentar cambiar de roles para convertirse en titiriteras que mueven los hilos para cambiar la historia y los finales de las mismas, con la intervención de Dulce que quiere mover los personajes y transformar las historias con la intención de darles un vuelco, pues ninguna tiene un final feliz. Cuando Alma le pregunta por qué quiere cambiar las historias, Dulce le responde: «…Con el fin de jugar con los colores de la vida .Con el fin de saborear simplemente…» (Pág. 277)

Dulce y Alma, más que hablarnos de finales al culminar la novela, crean una especie de juego, que nos abre mas bien perspectivas hacia el futuro y auque el último capítulo se titula Los Finales, podríamos decir mas bien, este capítulo nos habla de reinicios, vinculados estos con la reconstrucción del pasado y con una mirada diferente de la vida. Por todo lo dicho anteriormente, podríamos considerar que ambos personajes, Alma y Dulce son también las laboriosas titiriteras que crean historias, construyen sus propios personajes y mueven los hilos del relato, buscando un sentido, fusionando imaginación y realidad, valoran el mundo de los objetos, realzando la vida cotidiana. Dulce es una eterna aprendiz que valora el descubrimiento de estas historias, arropada por el asombro cotidiano y Alma es la dueña de las palabras, la narradora, «la que sabe»,la que anima, la que ilumina y permanece, como las ánimas, como los «fantasmas buenos » de ésta que nos convocan a hurgar en la importancia de la mujer como narradora en diversas instancias y dimensiones y asimismo, nos mueven a valorar el mundo de la imaginación y a escudriñar en el sentido de la relación que establecemos con el mundo de los objetos, a través de una mirada femenina. Y esta mirada femenina es desarrollada a través de unas muñecas, lo que le da una particularidad significativa, al vincularnos no sólo con el mundo de los objetos, también nos acerca a una mirada de la infancia y de la fantasía. Las muñecas existen, entre otras cosas, para dotarlas de vida y de una personalidad imaginaria… Las muñecas en el entorno de esta novela, toman la imaginación y la palabra para fijar la vida como un inicio capaz de trascender la muerte, la memoria y lo inanimado y darle vida a ellos. En este sentido, surge al punto una palabra narrativa claramente consciente de su multiplicidad significante, pues oculta y devela al tiempo, como afirmara Cedeño (2006), una palabra que se mantiene, tensa y expectante, sugerente y silenciosa, detrás de la palabra misma. Las muñecas y el Moloch es mucho más que una sugestiva novela, se trata de una de un espacio literario que nos atrapa, y no podría ser de otra manera, porque con ella respiramos y vivimos las historias de la vida en sus múltiples dimensiones, nos ancla en nuestra esencia más profunda: el contar, la imaginación, el deseo, el amor, la vida, trascendencia. Nos sumerge en la profundidad de las cosas más sencillas, como diría Aquiles Nazoa; nos convoca a retomar los hilos de la memoria y a rendirle tributo a la imaginación. Podríamos, como lectoras imaginar y seguir el juego final de la novela… Podríamos considerar otra pausa y continuar de nuevo, con el Había una vez…

Referencias Bibliográficas

1. Cedeño, Jeffrey: La vida, justo entre Las Muñecas y El Moloch, Reseña sobre la novela Las Muñecas y el Moloch de Carmen Vincenti. Disponible en: Ficción breve venezolana sobre Libros http://www.ficcionbreve.org/site/contenido.php?id=636.  Consulta: 29-01-09.        [ Links ]

2. Vincenti, Carmen (2006) Las Muñecas y el Moloch, Mérida: El otro, el mismo.        [ Links ]