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Revista Venezolana de Estudios de la Mujer
versión impresa ISSN 1316-3701
Revista Venezolana de Estudios de la Mujer v.14 n.33 Caracas dic. 2009
Antígona resistente
Gioconda Espina
Acerca de El grito de Antígona (2001) de Judith Butler
Desde 1990, cuando se dio a conocer en el mundo académico por su Gender Trouble, diez años después traducido por el PIEM de la UNAM como El género en disputa, Judith Butler no ha dejado de ratificar su propuesta teórica aplicada a diversos problemas de la teoría y del activismo, feminista y no feminista. Así, en 2001 hizo una interpretación de la Antígona de Sófocles, figura trágica ya analizada por Hegel y, a partir de la propuesta de Hegel, por los psicoanalistas J. Lacan, L. Irigaray y S. Zizek (los dos últimos también filósofos). En resumen, la historia de Antígona, hija de Edipo y Yocasta y hermana de Etéocles y Polínices, es la de una mujer que contraviene la orden del rey de Tebas, Creonte, su tío, de no enterrar a Polínices, por deslealtad al Estado por él y Etéocles representado. Un hermano ha dado muerte al otro y Antígona se niega a dejar abandonado los restos del hermano amado: ella es culpable de un crimen contra el Estado, de un individualismo criminal (2001: 58). La ley de Antígona, dice Butler, su inconsciente, se opone a la ley pública. Siguiendo la hipótesis de Lacan y a Zizek, psicoanalistas, así como a las filósofas Amelia Valcárcel y Victoria Camps (2008), que plantean la distin- D ANTÍGONA RESISTE Gioconda Espina Acerca de El grito de Antígona (2001) de Judith Butler ción entre ética y moral, podríamos decir que Antígona representa la ética frente a la moral heredada.
Butler responde aquella pregunta que se hizo George Steiner: ¿qué habría pasado si el psicoanálisis hubiera partido de Antígona y no de Edipo? Antígona es postedipal, dice Butler, y la maldición que la pierde no la ha proferido Creonte cuando ella desacata su orden, sino su padre, en una obra de Sófocles escrita después, Edipo en Colono, desarrollada antes de que los hermanos vuelvan a Tebas. En esa familia los términos del parentesco son irreversiblemente equívocos; el padre de Antígona, Edipo, que también había sido maldecido por el abuelo Layo, es también su hermano; Yocasta es su madre y abuela; sus hermanos y su hermana Ismena son al mismo tiempo sus sobrinos y ella es sobrina de ellos tres. En Colono, antes de partir Polínices a enfrentar al hermano en Tebas, Edipo maldice a los hermanos fratricidas y condena a Antígona a no tener más hombre que el que está muerto, que pudo haber sido él pero el lugar fue ocupado por el hijo; a ese amor prohibido, incestuoso, queda condenada la muchacha y por él se sacrifica, suicidándose en su tumba. Si el psicoanálisis hubiera partido de Antígona y no de Edipo hubiera podido poner en tela de juicio la asunción de que el tabú del incesto legitima y normaliza un parentesco basado en la reproducción biológica y la heterosexualización de la familia (Ibíd.: 92). Hubiera podido afirmar que no es del hecho de que una no pueda escoger pareja entre los parientes más cercanos que se derive una forma particular de parentesco, la heterosexual.
El tabú del incesto ha sido movilizado para establecer ciertas formas de parentesco como las únicas inteligibles y soportables (Ibíd: 96) y a ello ha contribuido el psicoanálisis desde el principio. En suma, el horror al incesto, del cual el mismo C. Levi Strauss reconoció que no tenía ningún efecto que no fuera el cultural que tuvo al comienzo de lo que llamamos civilización, es decir, pasar de la endogamia a una organización social exogámica (por la vía de intercambio de las mujeres por los jefes de grupos), no está tan lejos del mismo horror y repugnancia que se siente hacia el sexo gay y cualquiera de las modalidades en las que el mandato edipal no consigue producir una familia normativa! (Ibíd: 97). Sin llegar a considerarla una heroína queer (Butler fundó los estudios queer a partir de 1990), la autora interpreta a Antígona como una figura que emblematiza una cierta fatalidad heterosexual que queda por leer, un destino trágico por transgredir las líneas de parentesco que otorgan inteligibilidad a la cultura (Ibíd: 99).
En este texto de Butler se evidencia un distanciamiento de la autora del psicoanálisis, especialmente el lacaniano, al cual se había acercado durante el trabajo que la dio conocer en 1990 y al que siguió usando como instrumento de análisis después. Concluye su trabajo sobre Antígona definiendo como muy difícil el lazo entre los estudios queer y el lacanismo: la política sexual radical se vuelve en contra del psicoanálisis, o más bien, contra su normatividad implícita, y quienes son neoformalistas se vuelven en contra de los estudios queer por considerarlos una ´trágica empresa utópica´ (Ibíd: 102. La hipótesis de una ley primordial, ley del padre de la que Juliet Mtchell habló el 74, obliga a una conclusión exogámica y heterosexual para el drama edipal e indica el estatus teológico que ha asumido (Ibíd: 103). Cuando se dice que las familias que no encajan en la heteronormatividad son unas caricaturas, unas copias baratas, se está negando que la idealidad de la norma es desarticulada a través de la complejidad de la puesta en escena (Ibíd: 106), donde vemos aparecer relaciones que no pueden ser ni honradas ni reconocidas públicamente, como la de Antígona por Polínices. La melancolía de Antígona consiste en el rechazo al luto aceptado públicamente, La insistencia en el luto público es la que la aleja del género femenino, hacia lo híbrido ( ) ese exceso masculino que hace que los guardias, Creonte y el coro se pregunten: ¿Quién es el hombre aquí? (Ibíd: 108), porque lo que pasa es que Antígona ha tomado el lugar de los hombres de su casa. Lo melancólico en ella, lo que reclama, lo que lamenta es algo impronunciable (Ibíd: 106).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1. Butler, Judith (2001). El grito de Antígona. Ed. El Roure, Barcelona (Col. Apertura) [ Links ]