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Educere
versión impresa ISSN 1316-4910
La Revista Venezolana de Educación (Educere) v.9 n.29 Meridad jun. 2005
Política, ética y justicia social en la educación superior neoliberal
Crisanto G. León
Zulia - Venezuela crisantoleon@hotmail.com
Resumen
La política, la ética y la justicia social son términos que siempre deben estar ligados a la formación universitaria. Cuando son desvirtuados en su esencia y adaptados a intereses de un grupo, es lo que lleva a convertirlos en elementos doctrinarios de dominación. El neoliberalismo, como una de estas tendencias, pretende crear en el hombre patrones de conducta, al punto de penetrar en las universidades tratando de ajustar al estudiantado a un formato conductual acorde a las necesidades del mercado.
Palabras clave: política, ética, justicia social, educación superior, neoliberalismo
Political, ethical and social justice in neoliberal higher education
Abstract
Political, ethical and social justice are concepts that must always be related to university education. When they are stripped of their essence and adapted to group interests, they tend to become doctrinaire elements of domination. Neoliberalism, as one of these tendencies, has the goal of creating patterns of conduct, to the extent of penetrating universities in the attempt to adjust the student body to a behavioral pattern in accord with the needs of the market.
Key words: Politics, ethics, social justice, higher education, neoliberalism
Fecha de recepción: 06-10-04 Fecha de aceptación: 10-11-04
¿Cuál ha sido la influencia de la política en la educación superior?
¿Permite el neoliberalismo buscar la verdad y afianzar los valores del hombre a través de la ética y la justicia social en las universidades?
Filosofía: Descubrir como el neoliberalismo constituye -al igual que muchos- un sistema de adoctrinamiento.
Teorías: El neoliberalismo tiende a oprimir la conciencia.
Principios:
- El neoliberalismo persigue intereses propios en la educación superior e interfiere en el libre pensamiento para aplicar pensamientos de dominación.
- El neoliberalismo busca que las universidades se conviertan en simples captoras de recursos para garantizar resultados cuantificables y efectos socio-económicos requeridos por el mercado.
Conceptos: Política, ética, justicia social, educación superior, neoliberalismo
Juicios de valor: El sistema neoliberal es repudiable, porque constituye un modelo que ha dificultado al extremo el trabajo de las universidades públicas, impulsa intereses propios en la educación superior; fomenta una política elitista, dejando a un lado áreas que en su esquema no sirven y, sobre todo, deja las instituciones educativas con menos recursos, lo que coadyuva al desmejoramiento del personal.
Afirmaciones sobre el conocimiento: En Venezuela los partidos políticos gobiernan pero además tienen el monopolio del poder y constituyen en apariencia una vocería de la voluntad popular. La distorsión de la causa para la cual fue creada la universidad no proviene del carácter autónomo sino de un modelo de falsa aplicación de la política derivada precisamente de un estado politizado. El neoliberalismo es preocupante porque conduce a la agonía del sistema universitario público por asfixia financiera, fomenta un estudiante a quien le valen más las conquistas individuales que las sociales.
Transformaciones: A través de la constitución de movimientos sociales se puede propiciar la creación de un nuevo orden internacional en el que el egresado universitario sea considerado un ser productivo, pero con tal calidad que vaya acompañada de una alta capacidad para el discernimiento.
Registros: Conducta que el estado venezolano desde una óptica política ha traído hasta nuestros días y su relación con el neoliberalismo.
Objeto de estudio: Estudio de la política, ética y justicia social en la educación superior.
Política, ética y justicia social en la educación superior neoliberal
Al intentar establecer una relación entre política, ética, justicia social y su efectividad o no sobre la educación superior en el neoliberalismo, es pertinente hacerlo partiendo de conocer al Estado en su conducta política para luego hacer (aunque no exhaustivo) un estudio social, político y económico. Quizás al adoptar esta perspectiva se corre el riesgo de subordinar la concepción de la política a sus aspectos puramente instrumentales, en el sentido de considerarla una mera técnica de resolución y de articulación de intereses (lo cual es cierto, sobre todo en el momento contemporáneo); sin embargo, dejamos a salvo lo que se califica como “la dignidad de la política” .
Ahora bien. ¿Cuál ha sido la influencia de la política en la educación superior? ¿Permite el neoliberalismo buscar la verdad y afianzar los valores del hombre a través de la ética y la justicia social en las universidades?
Cuando se habla de neoliberalismo, generalmente se inicia una controversia, pues pretendidos “versados” en la materia no han logrado ponerse de acuerdo para dar una definición que convenza. De allí que muchos lo consideran un vocablo indefinible, a tal extremo, que en programas televisados, los invitados mantienen una discusión sobre si debe ser considerado “un fenómeno”, “un formato”, un “sistema”, un “dogma”, entre otros.
Sin embargo, todos coinciden en llamarlo “el padre de la globalización”. Esto indica, que cuando un Estado entra en la era de la globalización, adopta un modelo económico, social y político neoliberal, lo que significa que las demandas del mercado dirigen la política social del país, lo cual se traduce en cambios, que también se manifiestan en todos los niveles del campo educativo.
Los países desarrollados establecen unos parámetros a través de los cuales pretenden incrementar la productividad de los recursos con estándares de calidad más altos. Imaginémonos entonces los ajustes, por ejemplo, que necesitaría un profesional venezolano para acoplarse a los requeridos estándares. Evidentemente esto indica un cambio, una transculturación del ser humano.
En México, por ejemplo, existe una asociación civil (hasta ahora subsidiada por el Estado) con pretensiones de convertirse en autofinanciable por el cobro de los exámenes y la correspondiente acreditación, lo que implica una titulación privatizada.
Dicha asociación, denominada Centro Nacional para la Evaluación de la Educación Superior (CENEVAL) ha elaborado un formato, (Examen General de Calidad Profesional) para ser presentado por los egresados universitarios y acreditarse como “capaces para su actividad profesional”. En el contenido del formato (determinado por un Consejo Técnico) se deciden los conocimientos que debe tener el profesional en cada área, para en consecuencia tasar la calidad de los conocimientos adquiridos. Es decir, un solo examen es el medidor de los conocimientos, para crear ciudadanos robotizados ya que pensar distinto a la respuesta del formato implica ser un “desajustado” a sus intereses.
No obstante, lo más grave, es que el presupuesto asignado a las universidades públicas será en función de los resultados que sus egresados obtengan en dichas evaluaciones, desdiciendo en consecuencia sobre la autonomía universitaria, pues sus pensa están ajustados a otras exigencias y no precisamente a las tenidas por la universidad.
Ahora bien, el neoliberalismo, una tendencia relativamente novedosa en América Latina con su objetivo de imponer criterios ajustados a conveniencias de un imperio, tiene mucha relación -o mejor dicho, semejanza- con la conducta que el Estado venezolano ha tenido a través del tiempo.
La República Bolivariana de Venezuela, desde una óptica constitucional está regida por una democracia pluralista, participativa y protagónica. Se materializa por un sistema electoral donde predomina la representación proporcional, así como la multiplicidad de partidos políticos.
En otras palabras, en el régimen político venezolano, las voluntades se forman pluralísticamente, puesto que a través de elecciones y del funcionamiento de los cuerpos deliberantes (Asamblea Nacional y Consejos Legislativos Regionales) comprenden un amplio número de criterios.
A pesar de que en la Constitución Nacional se habla de una democracia participativa y protagónica de sus habitantes, los partidos políticos desde una óptica práctica tienen preeminencia, hasta el punto de que no es equivocado el carácter partidocrático que se ha atribuido a la democracia venezolana; a mayor representación ante la Asamblea Nacional, verbigracia, prevalecerá el partido que la ostente, penetrando con ello las instituciones, fracturando así la autonomía de los poderes.
De acuerdo a lo expuesto, puede afirmarse que en Venezuela los partidos gobiernan, pero además tienen el monopolio del poder y constituyen en apariencia una vocería de la voluntad popular.
Toda esta situación del sistema político, trae como consecuencia que el Estado y sus estructuras políticas básicas estén condicionadas a un solo bloque de pensamiento. Es decir, una Asamblea Nacional desacreditada o no, según quien emita la opinión; un Poder Judicial penetrado políticamente, incumpliendo con el sagrado deber de impartir justicia; Asambleas Regionales refugio de activistas con grandes ambiciones personales y otros tantos manipuladores de la gestión municipal.
El monopolio partidista ha permitido afirmar que lo que se inició como un gobierno por el pueblo y para el pueblo se convierta en un gobierno por el partido y para el partido. La democracia es el sistema soñado por los seres humanos con ansias de libertad, sin embargo, los grupúsculos interesados en sus propios beneficios han impedido su efectiva materialización.
Esta percepción de la política en nuestro país degenera en innumerables situaciones que han alejado a la mayoría de los ciudadanos de nuestra patria de dos elementos vitales para constituir un país verdaderamente democrático: la ética y la justicia.
No obstante no ser el objetivo, no debemos dejar de lado el modelo universitario venezolano, abordando sus aspectos de forma y de fondo. Precisamente tenemos que desde el punto de vista formal, en el año 1936 se inicia en Venezuela, un período a través del cual el Estado asume el rol de actor social, porque se estaba en presencia de un país retrasado institucionalmente, deslastrado de las corrientes universales de ampliación democrática y sometido a presiones de grupos organizados o, como hoy se les denomina, “Movimientos Sociales”, cuyo objetivo era lograr el ingreso de Venezuela al mundo contemporáneo.
Una vez desgastado el caudillismo rural, surge la figura de este Estado interventor y populista cuyo objetivo fue de diferenciación institucional de promoción y dirección de la actividad económica, de asistencia social y un llamado a la participación política.
El Estado venezolano, en los últimos 60 años ha sido generador de mayores ingresos, lo que indujo a los gobernantes a proyectar la instrucción pública como un mecanismo de cambio social y de control ideológico, dejando claro, que hasta 1958, la educación superior no estuvo al alcance de las mayorías, porque no obstante existir tres universidades públicas, era una actividad de orientación elitesca.
Ante esta desafortunada concepción de impartir educación, se promulgó la legislación de 1958, la cual fue de gran trascendencia porque “estableció normas sin antecedente alguno en la historia universitaria venezolana” (Mudarra, 1972,4)
Con el comienzo de la era democrática, con su apertura política hubo renovación educativa en todos los aspectos, especialmente para la educación superior: universidad gratuita y pública.
Así, se implementa la figura de la Autonomía Universitaria, tomada de la reforma universitaria de Córdova (Argentina) en 1918, la cual consiste en considerar la universidad como una pequeña república, apta para administrar sus recursos y dilucidar sus asuntos democráticamente, para cuyos fines se requería la existencia de un cogobierno.
Recordemos que en este ensayo se trata lo referente al Estado venezolano en su sistema político y es traído a colación puesto que se quiso demostrar el efecto de la política como forma de dominación: las propuestas de considerar la universidad como una pequeña república, no hacen más que crear un símil con la situación política de Venezuela. La problemática universitaria no cambió; se mantuvo un atraso académico y un enquistamiento institucional. La lucha por el control del gobierno universitario surgió por la interferencia política e interés de un pequeño grupo, es decir, se incorpora la “politiquería” en el ámbito universitario (ello es conocido por quienes en algún momento formamos parte de la comunidad universitaria) convirtiendo la universidad en un “centro de manutención” de los sectores que en ella hacen vida política.
Compartimos la opinión de Mayz Vallenilla, cuando afirma: “Para llegar a ser rector o candidato de los estudiantes en cualquiera de los múltiples cargos universitarios, era necesario tener aquella condición que ya Korn había anticipado: ser lisonjero con ellos y explotar sus flaquezas para obtener su benevolencia o beneplácito. El oportunismo y la demagogia profesionales –coadyuvantes del facilismo estudiantil- hicieron entonces su entrada al recinto inviolable de las universidades democráticas y autónomas (Mayz Vallenilla, 1984, 55)
Un aspecto preciso de dejar claro es el hecho de que esta distorsión de la causa para la cual fue creada la universidad no deviene de su carácter autónomo, sino por un modelo de falsa aplicación de la política derivado precisamente de un estado politizado.
En síntesis, la definición democrática de la institución universitaria reposa sobre la base de la autonomía plena, su carácter público y gratuito, así como su liderazgo social.
Es diferente, por ejemplo, la razón de ser del modelo universitario alemán con relación al venezolano, pues mientras en el primero la actividad científica y la investigación constituyen su objetivo fundamental, en el segundo, la sustentación estriba en la tradición católica medieval, en la que la ciencia no es la razón principal de su existencia.
El artículo primero de la Ley de Universidades establece que esta institución es una comunidad de intereses cuyo fin es “…buscar la verdad y afianzar los valores trascendentales del hombre.” Aparentemente estos objetivos pueden ser alcanzados al ser una institución rectora de la cultura y la ciencia, formadora de recursos humanos, difusora del saber y centro de discusión del pensamiento universal (Ley de Universidades 1970)
Ahora bien, ¿permite el neoliberalismo buscar la verdad y afianzar los valores del hombre a través de la ética y la justicia social en las universidades?
Los puntos aquí estudiados han sido clasificados de una manera estratégica para que el lector lleve la secuencia. De tal manera, al conocer algunos aspectos del neoliberalismo, en el Estado venezolano en su sistema político y modelo universitario: ¿se podría hablar de ética y justicia social?. Veamos: Según el comportamiento del Estado, tal será el de sus instituciones; en consecuencia, más que exigencias de transformaciones de forma las requerimos de transformaciones de fondo, pues contamos con una Constitución Nacional de altos quilates, modelo para otras legislaciones, sólo que la diatriba política ha intentado convertirla en una letra muerta.
El incumplimiento de mandatos constitucionales, irradia en la transgresión de las leyes (incluyendo en consecuencia las de las universidades) apartándose con este comportamiento del afianzamiento de los valores trascendentes del hombre y de la verdad, los cuales incorporan la moral y la ética.
Nuestras universidades, si bien en la teoría constituyen un centro de difusión del pensamiento universal, en la mayoría de los casos no fomentan el pensamiento crítico e independiente, pues el discípulo en repetidas ocasiones se abstiene de emitir su criterio disentivo del profesor por “temor” a ser víctima de una eventual reprobación de la materia, abortándose consecuencialmente la posibilidad de surgimiento de un gran pensador.
El neoliberalismo es preocupante paradigma que discurre y conduce a la agonía del sistema universitario público por asfixia financiera, fomenta un estudiante que le da más valor a las conquistas individuales que a las sociales. Recordemos lo que ya se planteó sobre el neoliberalismo.
Afortunadamente en Venezuela aún se mantiene la autonomía universitaria. Pero el pensamiento neoliberal se encuentra en la mentalidad de una parte del profesorado, pues tal como se indicó en algún momento, la calidad del profesional está supeditada a un formato que debe ser cumplido; de tal suerte que el profesor no estimula al discípulo a emprender un proceso para descubrir la verdad por sí mismo, sino que simplemente se constituya en un receptor de conocimientos para depositarlos luego en un examen. Además, no pocas veces la conducta del maestro constituye el eslabón de una cadena, ya que fueron preparados, en la mayoría de los casos, como profesionales sumisos, consumidores expectantes y ciudadanos pasivos, para ser simplemente elementos transmisores de un conocimiento también transferidos a ellos con iguales códigos.
La capacidad crítica de un universitario no debe ser adormecida, en cuyo caso continuará ocurriendo lo reflejado por John Ashbery en su poema: ¿Qué es la poesía?: En la escuela me espulgaron de todas las ideas hasta dejar el campo limpio.
Los niveles de instrucción y/o el grado de madurez cognoscitiva que debieran ser congruentes con un ideal de paradigma educativo, están recorriendo con razón del tono del debate político, una inesperada y delicada franja de controversia, aparte de la absorción que de la convulsión actual, convierte a la educación en un susceptible tópico para ser abordado –tal como aquí se hace– en ambas direcciones, la primera, referida a la influencia de la educación en la diatriba política y la segunda, como una relación inversa de la primera.
Dicho de otro modo, si bien se aspira a que la Educación en Venezuela se perfile con niveles deseados de jerarquías académicas para constituir un franco reflejo de la evolución y cultura de un pueblo, no es menos cierto que las posiciones coyunturales en materia política y las posiciones a ultranza de temas de álgida e igual naturaleza, muchas veces están reflejando una instrucción mediatizada por acción de un sesgo circunstancial que en el mejor de los casos ha desbordado en una efervescencia de la dinámica del pensamiento, en cuanto a posturas racionales para el análisis acalorado y sobre la marcha de las distintas posturas, para dar las respuestas que se desean en virtud de los cambios estructurales que se gesten en el país.
Los grandes pensadores siempre han tenido en su trayectoria alguna seria discusión con quienes en algún momento no compartieron su criterio, y lo que fue aún más grave, no se les respetaba; pero gracias a la perseverancia para evitar que su derecho a razonar fuese objeto de alguna “anestesia”, hoy forman parte del pensamiento universal.
Con el neoliberalismo, o en el menor de los casos, con criterios neoliberales, la educación corre el riesgo de arrastrar consigo un lastre que podría constituir un elemento disociador de su esencia y naturaleza o por el contrario, elevarse como modelo de estándares que determinan un esquema a seguir para contribuir a la desaparición del marasmo intelectual.
Al tratar el aspecto referente a la ética, partamos de lo siguiente:
Si bien la educación superior venezolana aún conserva el estilo tradicional, en el que el criterio universal es respetado, es de hacer notar que: al aplicar una medida aritmética, cuando el número de reprobados es significativamente alto o marcadamente representativo no obstante el interés y la disposición de los alumnos, indiscutiblemente lo que está fallando es el método y la estrategia de evaluación y/o la capacidad o disposición del profesor.
De allí que
el ingreso de los profesores en las instituciones de estudios superiores está condicionado princi-palmente por los antecedentes que poseen en el ámbito de la investigación y en mucha menor medida por sus reales condiciones docentes (no siempre claramente evidenciada en los concursos de oposición que disponen las reglamentaciones).
Cuando ya están dentro de la institución, lo que más contará para su prestigio como personal de la misma, será el número y calidad de los trabajos de investigación que periódicamente presenten y no precisamente su descollante actuación ante los alumnos, aspecto que sólo incidirá en su estabilidad cuando ofrezca deficiencias demasiado apreciables. Es natural que quienes se sientan mas atraídos por la investigación asignen a la enseñanza una importancia muy secundaria y piensen que es tiempo perdido todo lo relacionado con la misma… ( Lafourcade, 1974, 18).
El nivel académico del profesor de nada vale si el “animus” de impartir conocimiento está ausente, actitud esta que constituye una falta atroz a la ética, es imposible forjar un profesional con mística, ya que un alumno con este “estilo” de docente en estrado sólo conserva un simple interés en aprobar, mas no por aprender la cátedra. Consecuencia de ello: un profesional sin bases sólidas quien al presentársele una situación para aplicar sus conocimientos adquiridos en la universidad, solo va a recordar a un profesor que lo enrumbó a un estado de frustración ante la impotencia de resolver la coyuntura. Casos como estos son los que convierten a muchos profesores en forjadores de conductas neoliberales pues al conseguirse con profesionales de escasa preparación justifican la creación de los “formatos” referidos a este ensayo.
Aunque no son todos los que están, ni están todos los que son, sea pública o privada la educación, el amor por enseñar se percibe en el docente como una suave brisa que refresca el espíritu y que no se engríe ni se envanece.
Véase el siguiente ejemplo: Observando el comportamiento de mis dos perros mestizos, uno de color azabache y otro de color bayo, veía como el bayo se rehusaba a entrar a la jaula ignorando el adiestramiento, por lo que prácticamente tenía que cargarlo o ser muy amoroso para que entrase. Hasta que me percaté de que el bayo se negaba a entrar a su jaula porque cada vez que lo hacía el azabache lo mordía, lo humillaba y se imponía como el dueño y señor de la casa de ambos. Una conducta entendible desde el aspecto animal, por eso del líder o del alfa. Desgraciadamente esa conducta en los seres humanos es también frecuente en ambas direcciones.
El sistema neoliberal pretende imponer en un mundo de todos, una conducta ajustada a los intereses de pocos. Las universidades públicas pueden mantener su autonomía pero en la medida que el personal docente o parte de él impidan el desarrollo intelectual del alumno por no compartir su criterio, estamos simplemente colaborando en la conversión de los ciudadanos de la patria en eunucos mentales. Igual aquel de criterios antineoliberales que a toda costa impida al alumno que comparta la tendencia neoliberal bajo pretexto de reprobar el examen.
A la moral pragmática que mide el mérito de la conducta en función de los resultados que produce, opone Kant la ética de las intenciones para la cual el elemento decisivo es la pureza de la voluntad (García Maynez, 1963,19).
En atención al pensamiento de García Maynez ,hasta ahora, ni las leyes de educación ni las que se proyectan; no obstante referirse a algún articulado de la ética del educador o ética del docente, ninguna plantea el desarrollo o la confección de un código de ética profesional, lo que es particularmente significativo en atención a la urgente necesidad de concienciar a la antítesis docente de tomar definitivamente las riendas de su real esencia e impulse y asuma un cambio tangible de inmediato, todo sin perjuicio de la autonomía de cátedra y demás prerrogativas contenidas en la ley de universidades.
Un cuerpo profesoral de latitudinaria visión formaría el escudo que pondría el equilibrio en el necesario balance de las doctrinas en las universidades, por cuanto la unicidad de pensamiento abate los corazones de los docentes con vocación, de los intelectuales, de los pensadores, de los filósofos de la educación, de aquellos que inyectan a la actividad neuronal el contenido de la sapiencia educativa y de quienes el pensar en grande abarcando lo minúsculo les es tan natural como el respirar.
Ad libitum, debemos señalar, verbigracia, la circunstancia de que muchos “despistados intelectualmente” no han visto mejor salida que estudiar la carrera de “educación”, ante la imposibilidad del ingreso con sus deleznables records académicos a una carrera con mayores exigencias. Si bien nuestras universidades cuentan con un personal generalmente de gran erudición profesional e intelectual, no dejan de existir las excepciones que constituyen una entrada al neoliberalismo: la exigencia cada vez de mayores atributos al aspirante a profesor, pedagogo o licenciado genera profesionales y ciudadanos de sobrada talla instruccional.
No compartimos aquellos criterios que comulgan con que la función de los docentes se ve reducida a imponer una verdad oficial, direccionada por un régimen que analiza , ejecuta, toma decisiones y maneja los ciudadanos cuales marionetas, según su conveniencia política, económica o ideológica. Si Dios confirió un libre albedrío al ser humano: ¿con qué moral pretende un hombre someter a otro? La sociedad debe ser educada para la libertad (en todos sus aspectos).
El neoliberalismo persigue intereses propios de dominación en la educación superior, interfiere en el libre pensamiento para aplicar pensamientos creados, lo cual se traduce en la paulatina destrucción de la razón de la universidad, desfigurando la esencia de las máximas casas de estudio, para convertirlas en simples captoras de recursos que garanticen resultados cuantificables y efectos económicos requeridos por el mercado. Pues bien, son precisamente estos intríngulis los que deben ser explanados al estudiante para que una vez en su conocimiento sea él quien evalúe y decida su adherencia o rechazo a esta concepción doctrinaria.
Incontinenti, si bien entre los aspectos de los que participa este trabajo, está el referido a la educación superior en el neoliberalismo, es necesario acotar -y no podemos dejar por fuera- que todos los sistemas deben permitir la libre participación de sus ciudadanos, independientemente de su ideología; eso es LIBERTAD.
La universidad debe ser un lugar de amplitud del pensamiento; donde, el estudiante sea libre de emitir su criterio con base en lo enseñado y disentir argumentadamente de la concepción del profesor, sin que esto le afecte su rendimiento académico, pues mientras se enseñen políticas ajustadas a los beneficios de un solo grupo (denomínense neoliberalistas, socialistas, comunistas, etc.) jamás sus miembros serán instrumentos de lucha para evitar “ser manoseados” y para crear una visión de una justa distribución de las riquezas.
El sistema neoliberal es repudiable, por ser un modelo que ha dificultado al extremo el trabajo de algunas universidades públicas, impulsa intereses propios –de dominación– en la educación superior, fomenta una política elitista, dejando a un lado áreas, que en su esquema no sirven y, sobre todo, deja las instituciones educativas con menos recursos, lo que coadyuva en el desmejoramiento del personal.
En el caso venezolano se presenta este panorama: aunque no es radicalmente neoliberal, no está exento de que llegue a serlo, ya que el proteccionismo a la industria nacional ha desaparecido, lo que puede abrir el camino a la imposición del neoliberalismo. Pero, este debe ser considerado no como un simple modelo económico y social sino como descripción de una realidad que dibuja la continuación del capitalismo, vigente desde hace siglos. Al hablar de neoliberalismo, se habla de una radical y actualizada manifestación del capitalismo, con una visión más “avanzada”, en la que el mercado prevalece sobre el hombre, sólo que en la educación superior difiere del pensamiento universal para entrar a convertirla, reiteramos, en captores de recursos con resultados cuantificables.
Compartimos el criterio de Noam Chomsky, profesor del Instituto de Tecnología de Massachussets, cuando habla de centros de adoctrinamiento y doctrina impuesta, pues no favorecen el pensamiento e interpretan un papel institucional dentro de un sistema de control y coerción; donde se educa para el respaldo de las estructuras del poder. (Chomsky, 2002, 24)
De las universidades privadas egresan personeros que van a instaurar la “garantía intelectual” en defensa del neoliberalismo, de allí que “expertos” de equis universidad son invitados a los canales de televisión para que derramen su “sabiduría” en relación con lo beneficioso del sistema y catalogando a la innecesaria globalización como su hija legítima, cuando debe ser entendida con mayor precisión como un proceso impuesto por las grandes corporaciones transnacionales al organizar un sistema internacional de producción.
Sobre la base de las ideas expuestas, si bien es cierto que rechazamos este sistema de manera rotunda, igualmente lo hacemos con aquellos que representan su antítesis y que utilizan el proselitismo político bajo la modalidad de crear “universidades públicas” donde el alumno se debe acoger al criterio doctrinario en ellas impartido y en caso contrario, es execrado de la misma, desnaturalizándose, al igual que en el neoliberalismo, la esencia de la universidad. Como centro de discusión del pensamiento universal, no se trata de objetar un sistema moldeador de mentalidades para la satisfacción de “pocos bolsillos” para implementar otro con una denominación diferente pero con el mismo trasfondo: el interés de pocos y, lo que es peor aún, haciendo creer que el ser humano es colocado en lugar privilegiado. Todo esto dista de una verdadera justicia social.
En el pensamiento neoliberal, con modalidades tales como la privatización de las empresas públicas, el congelamiento a través de diversos pactos de los salarios reales, la reducción del gasto público (incluyendo los servicios sociales) la apertura comercial indiscriminada y la reorientación de la economía hacia los mercados internacionales, se deja de lado la protección a la industria nacional y con ello se busca competir en los mercados internacionales. Aunado esto a la privatización de las universidades con el objetivo ya planteado, definitivamente, la ética y la justicia social están apartadas de esta corriente del pensamiento. No hay ética ni justicia social cuando un país impone a otros, ni cuando la crisis y las políticas de ajuste provocan que la oferta de trabajo disminuya, impidiendo que jóvenes egresados universitarios se incorporen a la vida productiva.
Los movimientos sociales como instrumentos de búsqueda de una educación superior no neoliberal
Son varias las acepciones; para los historiadores, se producen movimientos sociales cuando se está en presencia de ciertos cambios profundos de la sociedad, por ejemplo: la Revolución Francesa, el nacionalismo africano, etc. También se refiere a situaciones específicas como la lucha por el derecho a la huelga. En la literatura se contrae a fenómenos que expresan descontento social como “el caracazo” de 1989. También se alude a movimientos culturales como el indigenismo, por ejemplo.
Sin embargo, todos coinciden en que se refiere más al objetivo que a las personas que lo conforman. Aunque ciertamente es muy difícil separar a las personas del objetivo, lo que se resalta es que lo que los define, es lo que se proponen, no lo que son.
Generalmente, el tipo de objetivo que se proponen es de cambio, razón por la cual, para algunos, un elemento muy importante en el movimiento social sería su organización, para otros, no esencial, aunque solo a través de él se alcanza cierta integración. Lo elemental en la definición es que se trata de conductas socialmente conflictivas, pero culturalmente orientadas, en las que se combinan: el principio de identidad, que define quienes son; un principio de oposición, que define al adversario; un principio de totalidad, que define las opciones de sentido. Los movimientos sociales serían portadores de proyectos, actores históricos con orientaciones normativas, capaces de trascender la cotidianidad de sus prácticas en una propuesta de futuro de la sociedad. (“Nueva Sociedad” 1987,142).
Pues bien, teniendo claro lo que constituye un movimiento social, podemos decir, que ese movimiento organizado (donde podrían estar incluidos los miembros de la comunidad universitaria y cualquier ciudadano que sienta suyos los principios universitarios) puede comenzar con:
A) Charlas de concienciación a través de diferentes medios sobre los efectos devastadores de un sistema que está por encima de lo social y lo único que le importa es el dinero, mas no las personas.
B) Contribuir al fortalecimiento de la identidad nacional y al desarrollo de una cultura propia al servicio de la paz y la libertad.
C) Presentar modelos prácticos de países víctimas del neoliberalismo a los efectos de crear conciencia en la población.
D) Propiciar la unión con otros pueblos latinoamericanos que necesitan del apoyo para deslastrarse del neoliberalismo.
Propiciar la creación de un NUEVO ORDEN INTERNACIONAL, en el que la economía sea un producto de lo social, y los países, a los efectos de la discusión de los problemas, mantengan una buena interrelación (La Jornada, 2003)
A manera de conclusiones, en el presente ensayo podemos afirmar que el ser humano, siempre con ansias de dominación del mundo (entiéndase de sus habitantes) crea sistemas de vida en los que predomina el desequilibrio en la distribución de las riquezas; en los que el mercado es lo más importante, de allí que el consumismo, mas no el pensamiento, es lo que prevalece, “me interesa lo que produces, no lo que eres”, he allí la esencia del neoliberalismo, término del cual si bien no existe una definición universalmente aceptada, sus efectos, aunque negativos son compartidos y justificados por aquellas personas que han sido precisamente preparadas en “exitosas” universidades a los efectos de que prediquen sus bondades, sin darse cuenta de que su pensamiento está siendo objeto de manipulación, o quizás, vendiendo su conciencia por un puñado de dólares, a fin de cuentas, no le importan las necesidades de sus semejantes si él vive tal como lo soñó.
Cuando para un Estado, son relevantes, aparte de su sistema político, sus principios (de ética, moral, etc.), le resulta algo difícil caer en la trampa del neoliberalismo. En tanto que, cuando la política es asumida de manera indigna, cuando el partidismo es lo que permite el éxito o el fracaso de una gran parte de profesionales, por ejemplo, estamos ante una puerta de entrada a las tendencias neoliberales; así, “si mi ideología contradice la que me ofrece mejorar mi estilo de vida vendiendo mi pensamiento para convertirlo en uno igual al del vendedor, pero mis aspiraciones materiales van a ser satisfechas, bienvenida sea ésta; así a los demás les cause un perjuicio” ; lamentablemente ese es el pensar de mucha gente joven.
Ese es el objetivo del neoliberalismo. No es que sea negativo el movimiento del mercado mundial, el desarrollo proviene precisamente del innato deseo humano de superación, de mejorar su calidad de vida, y lo repetiremos hasta el cansancio. El problema radica en los mecanismos utilizados para lograrlo.
De allí que los egresados universitarios son aceptados como tales en la medida que se ajusten a unos estándares establecidos por las grandes corporaciones transnacionales tomados por ellos sobre la base de su propia idiosincrasia, lo cual convertiría, por ejemplo, a un latinoamericano en un ser transculturizado, en el que los conocimientos adquiridos en la universidad van a ser considerados válidos o no según las necesidades de la corporación, producto de esto , los valores y la ética nacionales sembrados en el profesional pasan a un lado cuando lo importante es su eficiencia productiva.
Al intervenir el sistema neoliberalista en las universidades, el criterio impuesto será el de convertir al egresado no en un ser pensante, sino en un ser productivo; esta última particularidad no es mala, la excelencia es precisamente una característica que debe reunir un egresado siempre y cuando vaya acompañada de una alta capacidad para el discernimiento.
En Venezuela en materia universitaria, si bien no está totalmente implantado un sistema neoliberal, siempre hay la posibilidad de que ello ocurra, puesto que en el cuerpo de profesores de las universidades existen pequeños sectores que impiden al estudiante el libre desenvolvimiento de su personalidad al imponerle, verbigracia, en disciplinas humanísticas, exámenes tipo “formato” donde el alumno debe responder de manera determinante, coartándole la posibilidad de emitir criterios. No se pueden excluir sin embargo aquellos antineoliberalistas que también quieren dominar con su pensamiento. No obstante esta critica al neoliberalismo no deberíamos ocultar que la “imposición doctrinaria” es dañina, independientemente de su procedencia.
En un Estado democrático, la libertad de pensamiento y su manifestación, permiten al estudiante el ingreso a universidades privadas generalmente de tendencias neoliberalistas, lo que es respetable en tanto que la libertad consiente precisamente eso, escoger lo que se considera conveniente; sin embargo, el ser humano debe emprender una lucha sin descanso para que las universidades públicas mantengan la autonomía de origen, donde la política sea digna representante del pensamiento universitario y no una manera de actuar en beneficio de un grupúsculo.
La universidad debe continuar transitando por fases de incesantes retos, un desafío social en el presente y en el futuro, ya que ella constituye la institución esencial para la formación de recursos “humanos” calificados por cuanto personifican la unidad académica que por excelencia está dotada de la capacidad para intervenir en los planes que diseñados por el Estado, conforman su agenda para la transformación social exigida. Como máxima casa de estudios es expresión del perfeccionamiento humano y en consecuencia debe mantener el puesto de primer centro de formación de capacitación calificada de profesionales y no aceptar que sus egresados sean evaluados con parámetros ajustados a intereses de grupo.
Para concluir, una reflexión: Las diferentes maneras de pensamiento humano nos indican que Dios no nos hizo con un formato, entonces no permitamos que con una “doctrina” sea desviada su voluntad.
Bibliografía
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