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Educere

versión impresa ISSN 1316-4910

Educere v.11 n.37 Meridad jun. 2007

 

Convivir para contar: la mirada etnográfica

Jairo Portillo Parody*

Universidad de Los Andes. Núcleo Universitario Rafael Rangel Edo. Trujillo-Venezuela

Resumen

Vivo de la mentira que se mueve en los territorios de la investigación cualitativa y afines. Esta pesquisa en sitio nos ha permitido convivir con el mal de ojo de los investigadores y el mal de escuela. Ver para creer ¿Ojos para qué les tengo? La escritura se encarna en relato para revivir la experiencia. Para constatar una vez más que son varios los caminos para llegar al conocimiento. A despojarnos de ciertas vestiduras académicas para devolvernos la piel de ser sorprendidos por lo cotidiano… de lo que día a día acontece en nuestros páramos de Venezuela. Disentir de las recetas abecé metodológicas que le quitan encanto a la palabra encuentros [una aspiración por encontrar y encontrar con el deseo seguir buscando]. No les adelanto más para no perder el sortilegio. Son bienvenidos todos los ojos lectores. Ojos cándidos o maliciosos, píos o incrédulos, benignos o retorcidos… pero, en especial, los ojos curiosos. Aquí la fotografía y el video entran al ruedo para vencer la desmemoria. Los desenlaces nos han entregado otras formas de experimentar las pesquisas y la formación docente in situ… donde la comunidad es el centro de los quehaceres de formación.

Palabras clave: etnografía, creencias, lenguajes, investigación

Living along to tell: the ethnographic view

Abstract

I live out of the lie that moves on the territory of qualitative research and such. This investigation in situ has allowed us live along with the researcher ’s evil eye and the evil school. Seeing is believing, what else do I have eyes for? Writing is embedded in tales to relive the experience, to confirm once again that there are several roads to knowledge; to get out of some academic clothing to go back to the skin to be surprised by everyday events…happening every single day in our Venezuelan highlands. To dissent with methodological abc recipes that take charm away from the word findings (an aspiration to find, and find craving to keep looking). I am not going to disclose any more so I will not break the spell; all eyes are welcome to read, candid or malicious, devout or aseptic, benign or twisted eyes…but, specially, curious eyes. Here, photography and video come in play to beat forgetfulness. Plot twists have given us other ways to experience investigations and teacher ’s education in situ… where the community is the center of education chores.

Key words: ethnography, beliefs, languages, research

Fecha de recepción: 15-02-07 • Fecha de aceptación: 01-03-07

No hay pretensión alguna en dar lecciones a sus ojos de cómo mirar y observar. Lo que he visto no lo he visto a través del ojo de la cerradura. Lo he visto con mis propios ojos y ellas y ellos con los suyos. Las unas y los otros ven lo que quieren ver. Bien cierto es. Pero eso que llamamos los otros, son, también mi propio yo. Yo soy el otro. El moscón. Eso de colocarse en el lugar del otro, interpretar lo otro. Y, a veces, ser lo otro, es mentira académica. “Y has de advertir que en los chismes me llaman Cierta persona, en los enredos No sé quién, en las cátedras Cierto autor, y todo lo soy el desdichado Otro” (Francisco de Quevedo Villegas, 2000:135).

Escribo intentando no vigilar las palabras para que el intelecto discursivo no nos arruine el goce y el asombro, como diría José Manuel Briceño Guerrero, que no es otro que Jonuel Brigue y viceversa. Si han de sacarme un ojo por esto… no hay Santa Lucía que valga. Las fotografías y los videos testimoniales que utilizamos no son complementos del relato. Son narraciones en sí mismas.

1. Antesala del ojo

Parte de la metodología etnográfica es meter el ojo sin meterse en el brollo o participar en él de cuerpo entero. Cuando nos sorprenden nuestros hallazgos nos quedan los ojos como dos paraparas. Me pasó una vez con un animal con cuerpo de reptil, alas de murciélago, patas y cabeza de gallo. Capaz de matarme con la mirada ¿Sería un basilisco? Y cuando no se nos dan las cosas como esperamos nos quedan los ojos claros y sin vista. Por querer ver lo que queremos ver. Así fuimos enseñados y así enseñamos. Irse por lo seguro. Pero yo me voy por la ironía ya que “Ella necesita del ojo y de la dirección de la mirada para producir ese dardo que toma forma e intención a medida que viaja hacia el blanco” (Garmendia, 1995:190). Ojo indecente. El ironismo y el humorismo no son métodos, como no lo es la hermenéutica. Los dos anteriores pueden tener en común en caer mal. Al decir lo difícil, lo que otros callan.

Antes era indeciso. Ahora no sé. Antes creía saber lo que era la etnografía, la investigación acción participativa y otras yerbas aromáticas de la investigación cualitativa. Ahora no percibo olores que me seduzcan en esas creencias investigativas. María de La Cruz del Páramo de la Cristalina, mi eterna tutora, me recalca cuando le pregunto qué hacer con un problema: dos puntos abro comillas: “buscamos a una persona para contarle... para desfogarse de los problemas, cuando uno no se desfoga recurre a la cabuya en el cuello o a la viva la pepa ”. Un diálogo crítico con aquellos(as) que creen que nada saben.

2. Desfogar el problema

No tengo claro lo que busco [como siempre] pero donde pongo el ojo pongo la bala. “También sin meditar suelen los árboles tener claro su fin” (Eugenio Montejo, citado por de Re, 2005:4). Al hablar como loros recuperamos la necesidad humana de escuchar y ser escuchados. Espero ser coherente como los locos (sindéresis) y desnudar los dos discursos que llevamos todos pero que callamos. “Allí viene la A con sus dos patitas muy abierta al marchar, le sigue la E, el palo del medio es más chico como ves, por ahí viene la I, le sigue la O una es flaca otra es gorda por que ya comió y luego verán la U como la cuerda con que siempre saltas tú” [ coherencia interna: objetivos, metodología, resultados y conclusiones]. Carezco de método y de recetas. Cultivo la carencia con el vano propósito de no repetirme. El chiste está en ver lo opuesto, los bordes. Una mirada oblicua. Desviar la mirada de lo obvio. Sindéresis.

Uno vive rodeado de ojos. No hay trabajo de investigación que no alcahuete pequeñas complicidades. Casi le saco un ojo y la muy condenada no entendía que debía callar para escuchar. Por esto y aquello me gusta andar solo en estos menesteres. Muchas manos en un plato saben a mierda de gato. Por lo elegantes y pacientes me gustaría ser gato y porque “Los gatos con sus ojos fosforescentes que le sirven de linternas,… se hunden sin miedo en las tinieblas, donde encuentran los fantasmas errantes, las brujas, los alquimistas, los nigromantes, los resucitados, a los amantes, a los pillos, los asesinos y a todas las larvas oscuras que sólo se atreven a trabajar por la noche” (Gautier, citado por Rodríguez, s/f:16). ¿Sabrán a lo del gato las citas de segunda?

Escuchar con los ojos. En los trabajos de campo (páramo) el secreto bien guardado se devela cuando callamos. Hay trabajos etnográficos que son tan obvios que para lo que hay que ver con un ojo basta. Pero ver lo que todos ven puede ser ceguera colectiva. Arepita de manteca para mamá que da la teta. Por ejemplo: una arepa es una arepa. Una arepa tiene dos caras. Es lo que ve el común de la gente. ¡Pues no! La arepa andina tiene cara y espalda. Por donde se avienta, que es la más fina, cara es. La gruesa pero no dura, es la espalda. Es la que carga con todo. Todo lo que le quieras meter. Preguntarse por lo que no está ante los ojos, no es pregunta hueca. Es pregunta filosófica.

La maestra Matea tiene ojo de garza. No hay muchacho que se copie y ella no lo agarre. La maestra es una garza morena. Tiene unos ojos inmensos. No me importa que me diga que no me quiere. El encanto se perdió al llamar tontos y bobos a sus niños por no saberse las vocales. Esta maestra, como muchas y muchos, tiene el derecho de regla en la lengua. Busco maestra con ojos de tamarindo.

No hay trabajo que haya emprendido que no sea personal, pasional y subjetivo. Personal, porque soy único entre los iguales. Y otro entre los distintos. Pasional, por el empeño. Pero cuidado cuando te pida un ojo en muestra de cariño. Subjetivo, por no separar sujetos de los objetos al momento de escribir, leer, escuchar, registrar, interpretar, convivir… Por eso se me aguan los ojos al ver lo que acontece en nuestros páramos. Devastación por los cuatro costados.

Más de las veces no sé lo que acontece y se me enchorotan los ojos, en especial cuando a la niña de sus ojos campesino se la preña un niño bonito. Era la mejor de su clase. Casi se le salen los ojos de rabia a Juan , padre de María. Pero él hizo lo mismo. ¿Cómo te quedó el ojo Juan?

Triangulación se me pide; triangulación les doy: mira para la esquina… come gallina. Mira para el rincón… come ratón. Mira para bajo… come gargajo. “El concepto supone que cuantos más datos diferentes se obtengan a propósito de un mismo problema más rica será la interpretación y más se podrá confiar en ella” (Ruiz, 2004:58). Entre más masa más mazamorra. Pero no hay que apadrinar ninguna mirada; a no ser que se quiera perder el ojo como el pirata. Todas las posiciones extremas son comprometedoras. El honor es lo último que debe perder un etnógrafo. Es preferible que pierda sus notas. Más aún “El verdadero sosiego únicamente arriba después de que haya igualdad entre nuestra observación y lo observado. Resultado difícil” (Balza, 2006:25). Todo etnógrafo y etnógrafa es un(a) escritor(a) e igual de bueno la gracia de la etnografía para el pavo y la pava.

Tuve una conversa con doña Eulogia de Chachopo (nombre quimérico que le damos a la curandera de mal de ojo de Chachopo). La vieran acariciar mi sombrero pelo de guama como si él y las dos plumas que le coloqué fueran harto conocidas por ella. Este sombrero, además de ridículo para algunos de mis estudiantes, es medio mágico. Entro en lugares sin ser visto. Es mimético.

3. Testimonio. Leer para creer con esos ojos que tienes:

Por ahí vino un profesor de las muchachas… era purito a mi hijo Hipólito, cuando yo lo vide que entró me sorprendí, y dije: por qué no me avisó que venía. Lo confundí… Yo lo abracé y nos dimos un beso, no me tuvo a menos, muy echador de vainas, pero es que la gente de afuera es muy cariñosa… Le convide ají y comió con las muchachas…después se fue. Al rato volvió a llegar, pues vino a despedirse, y me dijo que volvía un día de estos a visitarnos.

Lo que me dio más pena fue que yo estaba muy feita cuando llegó, pero después me fui a la pluma y me puse guena moza… Yo le dije a las chinas [sus nietas] que le llevarán saludes..” [más bonito es feo].

Se me abren puertas cerradas para otros. La pluma de cóndor, de mi sombrero, es temida por sus poderes hipnóticos …la de avestruz la uso para recordar no esconder la cabeza en la arena y mantenerla erguida a pesar de las circunstancias.

[Voz de doña Eulogia] El asunto del mal de ojo lo conozco… el niño se pone con un ojito apagado, la mollejita se le hunde… ese es el mal de ojo bobo. Les da diarrea, les da fiebre… y todo eso. Yo le doy la soba con ramas y aceite y les mando una medicina. La medicina se le manda al niño… el mastuerzo, la pastilla de la terramicina, los claveles blancos, y de allí van calmando. Y el mal de ojo loco se les da la manzanilla y este la… con la concha de granada… les da diarrea y se le cae el cuajito. El cuajito se encuentra como un fallo pa’ un lao… como pa’ un lado derecho. Se le encuentra como un fallito así no mucho y se le pone el azabache, el coral, un anillo de oro liso, una palma de rama bendita, y cinco pepitas de algalia que se le da en bebedizos para curar el mal de ojo, y la tres sobas que se le dan. Se le soba todo el cuerpito. Se le agarra por los piecitos, se sacude y se le pone un fajo…

Y el mal de ojo morado no lo cura nadie ni el médico más fino que haiga… ¿por qué? porque ese mal de ojo le revienta la hiel… cuando el niño comienza a vomitar y dice a hacer del cuerpo lo que hace es como espuma de cerveza y lo que están botando es como un tuche de café

…El mal de ojo morado no se cura. Al reventársele la hiel al niño cómo se va a curar. A veces he tenido que echarles agua bendita para que se calmen … ellos se desesperan… A la final se mueren….

Recuerdan a María de La Cruz, la del “desfogarse”. Bueno, su relato concuerda, solo difiere en lo del mastuerzo que María utiliza “cuando a un pollo se le tuerce la pata ”. Si concuerdan amarro para triangular, sino tuerzo el relato como si fuera el cuello de una gallina. Así que eso de la triangulación puede sonar a tergiversación. Como lo de informantes a sapo y testimonios a palabra sagrada.

4. Tanto hoy como ayer

En nuestros campos todavía se pasea ese horrible fantasma del maldeojo. Si el infante es bello vive más al acecho. Primero en un rito más mágico que religioso, se le pone el agua, se le reza en un lenguaje casi ininteligible y luego se le coloca el collar de pepas de San Pedro. Así estará siempre protegido de la nefasta brujería. Pero el drama, el dolor llegará al hogar cuando la gastroenteritis, el llamado ataque de lombrices termine con esa inocente vida. Se dice entonces que el maldeojo fue tan fuerte que “toteo” el collar y la virgen se quiso llevar ese angelito (Pérez Carmona, s/f :26).

Para los interesados y curiosos, el rito mágico religioso es más o menos así: prender una vela, hacer la señal de la cruz sobre la cabeza, brazos, vientre y piernas de infante con mal de ojo. Rezar un padre nuestro y tres Ave Marías mientras se hace la señal de la cruz. Tres veces. Luego tomar un ramito de ruda fresca y pasarla por el cuerpo del niño y rezar la siguiente oración; san José nuestro padre y la virgen nuestra madre, los ángeles sus hermanos te agarran por las manos, te pasaron por la fuente cruz en mano, cruz en frente y el enemigo malo no te encuentre.

Cuatro esquinas tiene mi casa, cuatro ángeles me la guardan: san Gabriel, san Miguel, san Rafael y el Santo Ángel de la Guarda, dulce compañero… para que no me desampares en la noche y todo el día. …Amén. ¿Cómo llegó a mi este testimonio? Llegó a través de boca bruja de una hermosa mujer de páramo.

El diablo anda suelto. La Iglesia cree en el mal de ojo como en los maleficios de las muñecas clavadas, los animales putrefactos y los amarres de prendas íntimas de las personas seleccionadas. Hasta tenemos un diablo de un solo ojo en Trujillo. “Aparecía en las selvas de Monay y era un hombre de aspecto espantoso y con un solo ojo en la frente, un solo pie y acostumbraba alimentarse de ojos de pescado”. Nos lo cuenta Rafael Strauss que a su vez se lo contó Santos Erminy Arismendi. Todo por escrito (Strauss, 2004:407). El poder de la mirada es bíblico. No miren hacia atrás se les dijo a Lot, a sus hijas y mujer. Sodoma y Gomorrra serán destruidas. La curiosita fue la mujer de Lot y en estatua de sal quedó convertida por mirar con el rabillo del ojo.

Cuando hablé de la maestra Matea (bobos y tontos por no saberse las vocales) esbozamos otro mal. El mal de escuela. Mal que puede ser sutil y perverso. Cirilo Mendoza (19920-2004), a los 30 años, quiso ir a la escuela. Quería aprender a leer y a escribir. Escuchó su voz en las paredes escritas por el Museo Salvador Valero (Trujillo), “No me dejaron porque era mal ejemplo para los niños, que un viejo se sentara a aprender con ellos: entonces me dio rabia y me metí por alfabetización y ahí empecé a leer y escribir como loco”. Anormales. El mal de escuela, también, les da a los que permanecemos en ella al igual que a los excluidos. No discrimina. “Tropiezas con alguien en la acera, pides perdón y no te contesta: al pronto lo atribuyes a la mala educación, pero enseguida adviertes que no ha notado siquiera tu contacto: no es mala educación, es algo previo y más irremediable: falta de la sensibilidad para tener buena o mala educación” (Sánchez, 2005:110). Malacrianza.

5. Todo relato debe concluir para poder prolongarse

Todos tenemos dos ojos. Un ojo derecho y otro a su lado. Por lo regular dos miradas. Dos discurso. Dos apariencias. El mal de ojo puede conceptualizarse como un daño que se le hace a una persona (especialmente a un recién nacido), animal, planta o cosa con una mirada cargada a voluntad de envidia, rabia y otros sentimientos innobles. Hay testimonios para afirmar que no existe el mal de ojo como la cigarra tiene dos ojos de palo. Hay testimonios para afirmar que sí, como que las brujas no existen pero de que vuelan vuelan. Estamos en una calle ciega. ¿En qué creo yo? En esto de mirar sólo tengo ojos no puntos de vista a la manera de Rafael Cadenas (1973). Se nos van a torcer los ojos. “Ellos vieron que yo vi. Yo vi que ellos vieron que yo vi. Ellos vieron que yo vi que ellos vieron” (Brigue,1998:34). La etnografía es como el mal de ojo. Espera que la miren con otros ojos. Como verán lo que hago es hablar con la gente y después decir que es mío. Si lograra escribir como ellos hablan y se mueven, que bien sonara la letra escrita. El verbo encarnaría y podríamos oler, saborear, ver y palpar lo que sólo a través de la corporalidad se percata. Anhelo la escritura como acto del habla. Agregando como quien guiña un ojo: ¿Qué te pasa musa? ¿Por qué eres tan esquiva? Gracias por sugerirme cerrar los ojos para pensar y volver a escribir en otro momento.

Agradecimientos al Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico y Tecnológico (CDCHT - ULA) Trabajo de investigación código ULA-NURRH272-04-04-B.

Nota:

* Doctorado en Educación. Profesor titular de la Universidad de Los Andes-Venezuela. Miembro fundador del Laboratorio de Investigación Educativa Simón Rodríguez.

Bibliografía

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