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Educere

versión impresa ISSN 1316-4910

Educere v.11 n.37 Meridad jun. 2007

 

Conversación con... Richard Páez M.: El futbol una pasión y una Pedagogía.

Roberto Donoso Torres* y Pedro José Rivas**

Universidad de Los Andes, ULA. Mérida-Venezuela /

A varios días de la celebración de la Copa América de Fútbol, máximo escenario del deporte del continente americano, la sala de reuniones del Departamento de Administración Educacional de la Escuela de Educación de la Facultad de Humanidades y Educación sirvió de escenario universitario para que EDUCERE, a través de Roberto Donoso y Pedro Rivas miembros del Consejo Editorial, conversaran con el Dr. Richard Páez Monzón, entrenador de la selección nacional de fúltbol, personaje noticia, porque ha logrado entramar la pasión del balompié con algunos senderos que hacen posible que este deporte camine con gallardía y honor por las canchas del fútbol organizado del mundo.

Richard Páez, un nombre y un apellido, así se le conoce popularmente a este hombre del engramado que ha escrito una parte clave de la historia del fútbol nacional contemporáneo. Hombre de grandes dotes como técnico de la vinotinto, conocedor profundo de la materia, ex futbolista y médico traumatólogo. Allí está el secreto de su cosmovisión sobre el tema que convoca a este intercambio de ideas entre universitarios.

Nuestro entrevistado es un egresado de la Universidad de los Andes, buen conversador, en su mirada muestra la timidez del montañero, buen observador como el águila de las frías nieves de don Tulio Febres Cordero. Reflexiona lo que dice con parsimonia como si fuese un medio campista organizando con altiva filigrana el juego ofensivo. Defiende sus creencias con la fortaleza y la convicción de un portero seguro de su arte y sapiencia.

Richard Páez, es nuestro invitado a esta sección de Conversación con… Nuestro diálogo es con el técnico venezolano que ha enseñado a revertir las debilidades de los jugadores en verdaderas fortalezas. Aprendió a enseñar que se puede admirar al contendor sin temerle, verlo como el otro al que es posible vencerlo, si en la psique y en la física de sus facultades se plantea esta posibilidad.

Su pedagogía parte del principio de que se puede ganar a los grandes seleccionados de América haciendo consciente que nuestro potencial futbolístico es bueno si se tiene la voluntad de asumirlo con gran responsabilidad y altos niveles de autoestima, que el público debe aprender a ser el gran aliciente que acicatea y brinda apoyo irrestricto a una selección desde la filosofía identitaria de sentir el orgullo de ser portador de un uniforme que expresa en la cancha el “ser venezolano desde la vinotinto”, que la reverdecida identidad nacional se construye también desde el amor por el deporte.

La pedagogía del fútbol es una concepción y una cosmogonía que se desprenden de Richard Páez, las que se configuran desde la autoestima, el respeto, el reconocimiento del otro y el disfrute por el trabajo y el sacrificio disciplinario, antes, durante y después de cada encuentro deportivo. Esa es, en esencia, la base, que en su pedagogía se debe enseñar y cultivar en la cultura de los jugadores desde que se inician en los semilleros tempraneros donde se forman nuestros chiquilines y chamos.

El deporte como máxima expresión de naturalidad y transparencia

En el deporte tanto el hombre como la mujer se representan a sí mismos con naturalidad

EDUCERE (E): ¿Qué entiende usted por deporte?

RICHARD PÁEZ M. (RPM): Deporte es una actividad esencial del ser humano que lava el alma: es algo verdaderamente puro. En el deporte tanto el hombre como la mujer se representan a sí mismos con naturalidad; en ellos no hay imagen ni pantalla, no hay elaboración de actitudes sino que se es como se es.

E: ¿Entonces, que es lo esencial del deporte? ¿Es la competencia?

RPM: Para mí la competencia es franca y abierta. Uno sabe que hay rival. En ella uno sabe que debe ganar; uno sabe que hay objetivos. Uno sabe que es una lucha sin contemplaciones, basada en retos; pero que, al fin y al cabo, es una lucha abierta de las capacidades que puedan tenerse para desarrollarlas en la actividad deportiva.

El mercado y la “pureza” del deporte

E: Lo que usted afirma como virtudes del deporte choca con ciertas experiencias reales, en particular en el fútbol. Por ejemplo, en Argentina, en plena dictadura se desarrolló un campeonato mundial de ese deporte que el país anfitrión lo ganó. Y mientras se celebraba el evento en las cárceles y centros clandestinos, se torturaba a otros argentinos.

RPM: De acuerdo a mi perspectiva, a mi óptica, considero que el deporte sigue siendo, en su clase, eminentemente pulcro. Lo que le hace impuro son las consecuencias de las manipulaciones a que se le someta. Pero él, como tal, es un acto que más bien revitaliza al ser humano. Para mí es una actividad en la cual no hay posibilidades de influencias de carácter político, en el sentido de la selección de los mejores. Ahora bien, el uso que pueda dársele al encantamiento natural que a uno le lleva a disfrutar del deporte, es lo que definitivamente puede ser trastocado como acto consecuentemente impuro, que es el uso por gobiernos, el uso por actividades empresariales, el uso o manejo para manipulaciones económico-comerciales. Pero en sí, el deporte, como esencia, para mí, es puro. Ahora bien, que sea mal utilizado, con doble intencionalidad, son consideraciones que contempla la óptica de cada quien. Es el caso puntual que usted está exponiendo, el del Mundial de Fútbol de 1978. Es un caso típico de cómo puede desviarse la atención de un mundo, de un país, pero en el cual aparecerá la verdad, al fin y al cabo. Creo yo que haber sido Campeón del Mundo no quita a Argentina el mérito que ellos hicieron para ganarlo y que, sencillamente hablando, los militares de turno, en el poder político de esa nación para entonces, se aprovecharon de tal gloria pasaj era y eterna a la vez, que marcó punto como Argentina Campeona Mundial de Fútbol y de la que –al final– la verdad siempre aparece sin obstáculos.

E: Por otra parte, en el fútbol, concretamente, se han constituido verdaderas castas sociales Y mientras algunos disponen de recursos económicos pornográficos, otros deportistas que trabajan con el mismo entusiasmo y la misma entrega apenas alcanzan a sobrevivir. ¿Esa anomalía qué representa?

RPM: Esos son los que llamo niveles del gusto. Dicen que para gustos y colores nada hay escrito. El sentimiento de gustar algo es lo que dimensiona esos niveles estructurales de ganar. Considero que hay jugadores que encantan a la afición; hay jugadores que encantan al marketing y hay otros que encantan visualmente, desde el punto de vista estrictamente futbolístico. De allí es de donde provienen esas clases y esas nivelaciones en lo económico. Esas cosas no pueden evitarse porque al haber masificación en el gusto de la gente por el fútbol, aparecen las oportunidades para la parte de la rentabilidad económica. Considero que esos son los Beckhams, los Ronaldinhos, los Messis, pues ellos son genios del fútbol que vienen de circunstancias sociales bajas, normalmente, y que tuvieron la oportunidad de trascender y llegar a cúspides –digo yo– de atracción universal, siendo ellos muchachos que en su mayoría, 70-80%, provienen de niveles sociales bajos en los que, de no haber tenido la oportunidad del fútbol, hubieran sido uno más del anonimato. Creo que por eso es que la explicación sociológica-económica hay que manejarla bajo el concepto de lo que significa el logro de un ser que no ha tenido la oportunidad y que la consiguió a través de un deporte.

Deporte y pedagogía

El buen fútbol genera buen espectáculo y buen comportamiento de las tribunas. Eso es pedagogía, para mí.

E: ¿Cree usted que podríamos hablar de una pedagogía del deporte?

RPM: Creo que sí. Yo lo vivo y es una de las cuestiones que como seleccionador trato de inculcar a mis jugadores. ¿En qué sentido? El fútbol que es atractivo, que es diseñado en la cancha con un espíritu eminentemente apegado a las estrictas condiciones de dar espectáculo, de generar buen fútbol, de generar jugadas, que se vean cosas positivas, que la gente lo disfrute como espectáculo, generalmente no genera violencia en la tribuna. El fútbol que sea anti-fútbol, el fútbol que se mete atrás, aquel donde lo más importante y único es el resultado, que éste se consiga a través de cualquier circunstancia, que no importa si es apegado o no a los conceptos éticos del fútbol, pues al fin y al cabo hay que ganar, es el fútbol que genera violencia. Entonces, cuando la pedagogía va similar a las consecuencias, creo que con ello se ratifica que el buen fútbol genera buen espectáculo y buen comportamiento de las tribunas. Eso es pedagogía, para mí.

E: ¿Cuáles serían, entonces, los valores de la pedagogía futbolística?

RPM: Ante todo es convicción. Uno tiene que estar convencido de que ese es el concepto adecuado, no engañarse a sí mismo. Hay muchos que hacen la entrega acerca de que lo más importante es dar espectáculo y, al final, lo que solamente les gusta es ganar. Yo estoy convencido de que primero hay que dar espectáculo y después ganar; para mí ganar no es tan importante como generar un espectáculo que después, consecuentemente, al jugador le obliguemos a ganar. No es que van a jugar para dar espectáculo, sino que lo primero –antes que buscar el resultado– es tratar de jugar para disfrutar el evento del deporte. Ese es mi concepto, creo que así es como nos ha ido bien y así es como hemos funcionado, tanto como cuando se era jugador como ahora cuando se es técnico, pues hemos observado que la tribuna siempre ha estado al lado del equipo en que hemos laborado. Es como sin querer queriendo; es decir, no hemos estado generando la obligación plena de ganar, sabiendo que eso es lo más importante, pero hemos estado generando –sí– la obligación de la satisfacción del jugador, por lo que estamos convencidos de que de esa manera vamos a conseguir el triunfo.

La clave de la evolución del fútbol venezolano

El entrevistado y el director de EDUCERE

Creo que los técnicos que pasaron por nuestra selección creyeron a medias en el concepto del valor del futbolista venezolano. La respuesta está en el hombre. Ha sido un cambio desde el punto de vista mental, unido al talento que tiene cada jugador. Comenzar a diseñar una estrategia de actualización en la pedagogía de formación del niño pues hasta ahora ha estado distorsionada la formación del niño.

E: Hay una lección de la actual presencia futbolística venezolana, una apreciación que está bastante generalizada: hoy los venezolanos meten miedo, para decirlo metafóricamente. Una de las cosas que más se comenta es la rapidez. La pregunta es, entonces, qué pasó, cómo se logró en tan poco tiempo, si hasta hace no muchos años atrás Venezuela era comparsa, un telón de fondo y, sin embargo, ahora comienza a protagonizar. ¿Cuál la clave? ¿Dónde estuvo el secreto o tecla que hizo evolucionar?

RPM: Yo creo que el suiche inicial es que hubo correlación entre teoría y práctica; hubo homogeneidad y sincronía. Creo que los técnicos que pasaron por nuestra selección creyeron a medias en el concepto del valor del futbolista venezolano. Lo digo con la autoridad moral de entender que una cosa es pensar y otra cosa es hacer. Una cosa es la teoría y otra cosa es la práctica. Creo que nosotros estábamos convencidos de que el talento estaba allí, que había que liberarlo a través de nuestros jugadores y que la única fórmula nuestra para lograrlo era haciéndoles jugar tal como se les motivaba. Yo estaba convencido, aunque no elaboraba el discurso, sentía en realidad plena que podíamos hacerlo, y comenzamos a establecer –primero– charlas motivacionales para hacerles creer acerca de sus valores, para hacerles entender que eran capaces de cumplir los logros que estábamos proponiéndoles y, después, comenzamos a desarrollar estrategias coherentes con esa motivación teórica. Recuerdo que la primera vez que me correspondió ser técnico de la Selección Nacional de Fútbol, fue en el debut contra Argentina en el Estadio Monumental de River Plate, en Buenos Aires, ante sesenta mil espectadores. Para entonces, cuando tomé las riendas de la selección, Venezuela ocupaba el último lugar en la tabla de posiciones con tres puntos y le faltaban por encarar ocho jornadas clasificatorias para el Mundial de Corea-Japón; era el equipo nacional cenicienta de toda la vida. Cuando fuimos a jugar dije a los integrantes del equipo: “Hoy ganaremos a Argentina”; los jugadores me miraban extrañados y sorprendidos, pues cómo íbamos nosotros, que andábamos últimos en el panel, pretender ganar a quienes iban de punteros, ¿ganarle al equipo al que se consideraba campeón mundial en el próximo torneo? Y quizá tenían razón: no pudimos ganar a los argentinos en esa ocasión, pero ese momento llegará. Pero ganamos a quien teníamos que vencer: a la Venezuela del temor, a la Venezuela que nos decía: “no se puede, no hay manera, aun no tenemos fútbol de alto nivel, los jugadores no se han formado..”. Aquellos jugadores entendieron el mensaje porque pusimos a ganar a la Selección, no fuimos allá a meternos atrás, no fuimos allá a revalorizar al rival sino a revalorizarnos nosotros o a darnos –por fin– un valor que nunca habíamos tenido. Cuando los jugadores sintieron que el técnico les estaba valorizando, que verdaderamente estaba arriesgando con ellos, que estaba apostando a jugar decididamente, de una manera irreverente, lo que para mí es la actitud fundamental que estamos inculcando al jugador, que el jugador sea irreverente en materia futbolística. Considero que desde allí a poco comenzaron a salir los éxitos, y tan rápido fueron que de una expectativa que teníamos respecto a ocho jornadas eliminatorias, ganamos seguidamente en cuatro de ellas. Primero, ganamos 2-0 a Uruguay, bicampeón del mundo. Luego, fuimos a Santiago de Chile y ganamos 2-0 en el Estadio Nacional, allí, con todo lo que ello significa; vinimos al país y ganamos 3-0 a Perú y, finalmente, 3-1 a Paraguay. En cuatro partidos habíamos hecho diez goles y sólo uno nos había anotado. Era una cosa impensada para el fútbol venezolano, mucho menos pensarla en el momento cuando la eliminatoria se ponía más dura, que es en la última etapa, cuando nadie quiere perder puntos, cuando todo el mundo se crispa. Entonces, ese convencimiento, primero, de charlas motivacionales, verdaderamente de inspiración para ellos, para después conseguir los resultados, fue el cliché de que se le bajó la luz al temor y se prendió la luz de la irreverencia y de la competitividad que hoy día tiene el jugador venezolano.

E: Ahora, ¿cómo se garantiza la continuidad de eso? ya que uno de los riesgos que se corre es que ésta sea sólo una etapa, y ella como un bien, no sólo hay que tenerlo sino también mantenerlo. ¿Dónde está la clave? Y es ahí donde nosotros pondríamos el énfasis, trasladaríamos el tema fundamental hacia la escuela.

RPM: Yo estoy totalmente de acuerdo con esa pregunta, porque esa es la gran tarea históricamente pendiente que ha tenido el fútbol venezolano con el país. Cuando usted se refiere a que hay que mantenerle, allí mismo está la respuesta. La respuesta está en el hombre. Él es quien debe hacer las debidas acciones para que eso se mantenga con el tiempo, con la competitividad y con lo que pronto se nos viene. Primero hay que elaborar un proyecto de reconstrucción en la formación: no tenemos un proyecto de formación de atletas. Por ello es que es mucho más inexplicable, a veces ilógico de entender, ¿cómo explicar el cambio de la Selección Nacional, sin haber tenido antes un proyecto de coherencia desde abajo hacia arriba? Es inexplicable. No podemos explicarlo con razones lógicas. Ha sido un cambio desde el punto de vista mental, unido al talento que tiene cada jugador. Pero para mantenerlo hay que estructurar solidez, sólidas bases. Y las bases sólidas son el proyecto del cual hemos estado hablando, el de la Semilla Vinotinto, el de generar centros de formación para el desarrollo de talentos en cada uno de los estados del país. Comenzar a diseñar una estrategia de actualización en la pedagogía de formación del niño pues hasta ahora ha estado distorsionada la formación del niño, de cómo se forma el niño en Venezuela: todavía juegan al fútbol los niños de 6,7,8,9.10,11 y 12 años en canchas donde ponemos a jugar a los profesionales, once contra once, canchas grandes, balones Nº 5, con arcos de medidas Alto Rendimiento... Pues eso, va en contra de la formación del niño.

Y a pesar de ello, hoy estamos hablando de la enorme responsabilidad de Venezuela para organizar una Copa América, que el venezolano quería llegar al Mundial de Fútbol, o que ha querido llegar a él, pero que lo cree fácil porque existe la Selección Vinotinto en este momento. Por cierto, que ese es otro concepto que nos da identidad: conseguir un nombre que nos caracterizara para la eternidad, que nunca lo tuvimos y hoy en día somos reconocidos para la eternidad como la Vinotinto. Creo que esos conceptos que poco a poco se han aceptado desde el punto de vista social, punto nuevo, nunca descubierto, a pesar de vivir en un deporte tan universal como es el fútbol. En Venezuela esto no se descubría. El efecto sociológico del fútbol en Venezuela hoy está viviéndose, cuando vemos que un estadio con aforo de 20.000 asistentes queda pequeño para un encuentro. Que un estadio para 15.000, 18.000 o 27.000 espectadores resulta pequeño en Venezuela, todo ello es porque ha habido un encantamiento, una transformación social, gracias a eso que se ha dado en llamar Fenómeno Vinotinto. Entonces, creo que todas esas variables han sido tomadas en cuenta para lo que vienE: lo de la organización y montaje de la Copa América en este año de 2007. Eso hay que trabajarlo, estructurar un campeonato interno lógico, pues al Seleccionador Nacional le toca hacer un equipo para competir contra los monstruos de la organización y contra esas corporaciones futbolísticas que existen en todo el mundo. Nosotros debemos sacar jugadores entre diez equipos para competir contra esas selecciones, ni siquiera sacarlo de diez clubes sino de diez equipos. Porque si fueran diez clubes organizados al menos se diría: “estos vienen con un diseño, con una formación estructurada, arquitectónicamente sólida...”. Nuestra arquitectura futbolística sigue siendo frágil, y a pesar de eso nos hemos convertido en un equipo competitivo. Si aquí no se hace eso, todo se caerá como un palafito, porque todo ha estado dependiendo de la obra puntual de un grupo de hombres que, en un momento determinado, tomamos la responsabilidad de la Selección Nacional, pero todo hay que orquestarlo hacia las bases, hacia adentro, hacia abajo... esa es la tarea que nos corresponde cumplir.

Deportes y políticas públicas

Aquí no hay políticas públicas en las cuales confiar. No revalorizamos al fútbol profesional venezolano porque éste todavía sigue siendo semiprofesional, todavía no revalorizamos ni siquiera la formación de nuestros jugadores sino que revalorizamos al hombre. Creo que son nuestros dirigentes quienes menos han aprendido de nuestro esfuerzo.

E: ¿Y las políticas públicas cómo juegan en eso?

RPM: Aquí no hay políticas públicas en que confiar, no existen. Lamentablemente aquí lo que existe es cumplir con números, cumplir con metas, pero no cumplir con proyectos que sean coherentes con el tiempo y con la evolución natural, que sean coherentes con el tiempo y con la evolución de los pueblos. Estamos hablando de que llevamos 40 años de fútbol profesional venezolano y aun no tenemos en el país un Club Profesional de Fútbol. Ya tenemos edad madura, 40 años, y seguimos siendo imberbes en la organización futbolística... Considero que en el momento en que esa política llegue verdaderamente adonde tiene que llegar, que es a las bases, tiene que comenzarse a diseñar un plan, una política deportiva de formación de nuestros niños, para que haya una verdadera obligación de transformar el talento en figuras, lo que ha sido hasta ahora nuestro reto en este campo. En cuanto a esas políticas, creo que también es una deuda interna que tienen nuestros gobiernos con el gentilicio nacional, que todavía no ha podido desarrollarse y que espero que con este envión que le ha dado la Vinotinto al deporte venezolano, se ha enseñado que sí hay posibilidades y que eso –ojalá– genere nuevas políticas o, bien, una verdadera política deportiva en el país.

E: ¿Cómo queda la nueva visión que tiene el Estado venezolano respecto al fútbol profesional, cuando ya se ha inyectado al mismo una importante suma de recursos económicos, no solamente para mantener una digna selección nacional sino que se ha fortalecido la infraestructura futbolística? ¿Cómo se empalma allí?

RPM: En primer lugar, el reconocimiento. Normalmente uno, por razones naturales, como nacional que es de un país, siempre está a la expectativa para criticar todo lo que el gobierno hace. Es eso como una convicción, como que fuera común en todos los países. Pero uno también sabe reconocer el esfuerzo económico y el esfuerzo de querer transformar muchas cosas en el ámbito público y creo que ha habido una respuesta del gobierno a la expectativa que ha generado la Selección Nacional. Transformar el fútbol venezolano será obra de la Vinotinto y de este gobierno. Creo, entonces, que veremos al fútbol de otra manera luego de la Copa América.

E: Evidentemente el país ha venido cambiando en los últimos años de manera dinámica, y dialéctica. El país nuestro no será el mismo. Es una visión política de la sociedad pero también es una visión política tanto del hombre como del deporte y, obviamente, del fútbol, que se ha convertido en un escenario en que el país comienza a descubrir una nueva identidad. Nosotros no teníamos identidad futbolística, teníamos –sí– nuestros propios ídolos que eran de equipos latinoamericanos o europeos, particularmente brasileños, y frente a la carencia de identidad de nuestros propios ídolos, idolatrábamos a otros que nunca fueron nuestros. Nosotros preferíamos usar, por ejemplo, la camiseta verdeamarelha, la de Brasil, porque siempre ha sido el equipo emblemático de la hegemonía futbolísti-ca latinoamericana y mundial. Nunca vivíamos a nuestra selección vinotinto de fútbol. El uniforme vinotinto pasó desapercibido durante muchos años; ese era el color de uniforme que usaban nuestros deportistas en competencias internacionales. Eso fue temporalmente borrado de nuestras mentes y luego ha sido rescatado. Podríamos decir, entonces, que así como ayer tuvimos deportistas emblemáticos en el béisbol profesional norteamericano; un Carrasquel, un Aparicio, un Guillén, hoy tenemos un Santana, un García, un Zambrano, que también son nombres emblemáticos nuestros en la pelota de Grandes Ligas. Pero nosotros ya empezamos a hablar de los nombres de nuestros futbolistas, que también tienen nombres y apellidos, y ya empieza a apreciarse a muchos de nuestros futbolistas. Ello nos lleva a la siguiente consideración: esa identificación con nuestra selección nacional de fútbol debe contemplar, obviamente, su nombre. Esto no es un problema acerca de que como acá nos estamos juntando, entrevistadores y entrevistado, debemos reconocerle al otro o no reconocerle. Creemos nosotros que Richard Páez tiene aquí una responsabilidad muy grande, porque de su pluma salió parte de la estructura de la historia futbolística nacional reciente, digamos contemporánea. ¿Cómo se construye esa identidad, la identidad de lo que acá hemos denominado pedagogía futbolística en Venezuela?

RPM: Creo que se construye de hechos porque cuando se habla de jugadores emblemáticos en el béisbol son ellos hechos vinotinto individuales, siempre lo decíamos: estos muchachos, individualmente considerados, se comportan atrevidamente, son irreverentes, pues a pesar de que saben de circunstancias aún no bien elaboradas en el béisbol de Venezuela, pues en su especialidad tampoco hay una elaboración adecuada en este país, llega un momento en que son aspirados y llevados hasta organizaciones que, evidentemente, terminan consolidándoles y allí comienzan a demostrar el talento con el que se mantienen en el más alto nivel de ese deporte. Cuando uno compara el biotipo venezolano del beisbolista con el del futbolista le parece que uno y otro fueran de otro país y uno ve a esta delegación cada vez más representativa... hoy se sabe que el béisbol siempre ha sido desarrollado con un aspecto más individualizado, con la mejor tecnología deportiva, hay mejor apoyo en todo lo que le rodea, hay mayor inversión para que esos jugadores talentosos que en el país hay se desarrollen con componentes adecuados en esa integralidad que se requiere en la formación. El futbolista nuestro, por el contrario, no se desarrolla integralmente. Podrá hablarse de un béisbol industrializado, que se hace corporativo, es un hombre que se forma y trabaja para mejorar el producto, es la materia prima, es el jugador...

E: Retornando a lo que se ha llamado pedagogía futbolística, hay allí –entonces– conversión de una debilidad en fortaleza; es decir, no estamos recuperando condiciones pues éstas nunca los jugadores las tuvieron, eso es cuestión imposible, pero si ha sido posible mejorar su biotipo, estandarizarlos en términos de técnicas y estrategias... pero, ¿cómo se hace ahora?... ahora ellos son más rápidos, más precisos...

RPM: Esto es una labor muy puntual. Lo que ha sucedido en la Selección Nacional es una labor muy puntual del grupo que actualmente la comanda, que se rige mediante patrones internacionales actualizados desde el punto de vista del fútbol. Hemos elaborado un sistema que se practica, una estrategia, un juego donde priva la dinámica, el ritmo y la sincronía. Ello es una cuestión no común en nuestro fútbol profesional, aunque equipos nuestros ya lo ensayan como por ejemplo el Caracas F.C., el Unión Deportivo Maracaibo, F.C., el Mineros F.C. y el Deportivo Táchira, F.C. que comienzan ya –poco a poco– a generar cambios en tal aspecto, con vistas a lo que se ha observado en la Selección Nacional. Aunque lo que yo sí manifiesto es que en la medida que nosotros vayamos hacia abajo, hacia adentro, en la selección adecuada de los talentos que hay en el país y logremos conjuntar esos talentos en un programa de desarrollo integral, con conceptos sólidos de formación y llevarles desde 12 hasta 18 años con trabajo coherente, evolutivo y progresivo, el fútbol venezolano se consolidará desde allí mismo. Todavía sigue siendo el nuestro un fútbol de hazañas, un fútbol de héroes y superhéroes, mientras que nosotros en lo que creemos es en el fútbol industrializado, en fútbol coherente, que viene organizadamente desde la base, que es lo que vemos en los grandes equipos suramericanos y europeos, o donde estén... equipos que no bajan su nivel porque siempre se mantienen en la misma línea de conducta durante toda su existencia.

E: Ahora bien, Richard Páez es un universitario con unas particularidades muy puntuales, pero –además– fue futbolista profesional, director técnico de equipos y, obviamente, un gran aficionado del fútbol venezolano, asuntos que le permiten tener visiones diferentes a las convencionales que tenían los técnicos anteriores, cuyo principal criterio era colocar una estrategia que no movía. Es eso que usted ha llamado, en algunas entrevistas: “necesidad del reconocimiento del otro por parte de los jugadores, elevación de la autoestima individual de ellos mismos, visión de conjunto que si se da es porque el futbolista nuestro cree que el rival es superior y no podrá él superar tal obstáculo... ”; por tanto, decíamos, hay una nueva concepción no sólo del fútbol sino que también hay rescate del futbolista-hombre, quien siente, del ser humano, y si rescatamos al hombre estamos rescatando lo más importante.

RPM: Yo creo que ese es el punto más sólido que tiene la Selección Nacional. En ella nosotros revalorizamos al hombre y no a la estructura que no tenemos... no revalorizamos al fútbol profesional venezolano porque éste todavía sigue siendo semiprofesional, todavía no revalorizamos ni siquiera la formación de nuestros jugadores sino que revalorizamos al hombre...

E: ¿Cree usted que está haciendo “escuela ”?

RPM: Estamos dejando estilo. Creo que escuela será cuando lo diga el tiempo, cuando haya más solidez, pero estamos dejando un estilo que cada quien valore.

E: ¿Un estilo de gerenciar?

RPM: Yo digo que hay preguntas que uno siempre tiene que hacerse para gerenciar, para producir, para ser eficientE: uno debe responderse preguntas tales como el qué, ¿qué es lo que quiero? Yo quería transformar la Selección Nacional, cambiarle la identificación deportiva a nuestros futbolistas y hacer sentir a cada uno de ellos que es capaz. Pero, fundamentalmente, uno debe preguntarsE: ¿cómo hacerlo?... es allí donde está el meollo del asunto y es allí donde están los estilos. Estamos dejando un estilo en el cómo, porque hay gente, hay líderes, hay seleccionadores, hay presidentes, hay gerentes que saben el qué, pero no saben el cómo. Esas son las variables que quisiéramos dejar bien claras en nuestro fútbol, por lo menos que sí se podía, que hay nuevas maneras para organizarnos a pesar de que las estructuras no estén sólidas. Pueden hacerse cambios en crisis. Yo creo que ese es un buen ejemplo para un país como Venezuela.

Venezuela, un país singular

En siete años al frente de esta experiencia futbolística hemos alcanzado para la disciplina el nivel que actualmente tenemos, sin estructuras, sin proyectos, sin formación. Aquí queremos hacer hombres de primer nivel pero no atendemos al niño que está en el kinder. Tenemos que estructurar un ordenamiento, una capacidad de desarrollo en los jóvenes con inteligencia y no con el mecanismo de imitación.

E: Venezuela tiene varias particularidades en estos momentos. Por ejemplo, hoy está cosechándose ese extraordinario movimiento de orquestas sinfónicas infantiles y juveniles. Más de 200 orquestas funcionan en el país y ello no lo referimos con el ánimo de comparar sino simplemente para indicar una medida, pues, en otros países se ufanan de tener 6 orquestas. Venezuela, por el contrario, tiene un director de estatura internacional, un líder, el caso de Gustavo Dudamel. Si este ejemplo se trasladara al campo del deporte, específicamente al fútbol, es posible augurar un futuro promisorio para tal actividad...

RPM: Si, nosotros, en siete años al frente de esta experiencia futbolística hemos alcanzado para la disciplina el nivel que actualmente tenemos, sin estructuras, sin proyectos, sin formación, con jugadores que salen porque hay talentos en todos lados del mundo, en todos los tiempos, y hemos logrado trascender a la competencia, hemos logrado obtener resultados que son insólitos para la explicación lógica del analista de fútbol... ¿qué no haremos si empezamos a diseñar un plan organizado desde la base? Lo que está exigiendo ese proyecto mágico, que se ha hecho en la música bajo la dirección del maestro José Antonio Abreu, con las orquestas sinfónicas infantiles y juveniles diseminadas por todo el país, es la mejor demostración para creer en el hombre porque aquí queremos hacer hombres de primer nivel pero no atendemos al niño que está en el kinder. Dejamos que en primaria hagan lo que quieran y permitimos su libre albedrío en secundaria, sin orientarles debidamente, para después pretender conseguir en la universidad los mejores atletas más competitivos del mundo. Eso no tiene regla natural para poder conseguirlo. Tenemos que estructurar un ordenamiento, una capacidad de desarrollo en los jóvenes con inteligencia y no con el mecanismo de imitación, el repetitivo; para ello hay muchas formas pedagógicas. Por eso es que en el fútbol, cada vez más, se dará la oportunidad de ver a quienes son buenos o regulares profesores, como también se verá a quienes no dan posibilidades de crecimiento a sus alumnos. Creo que la pedagogía del deporte transformará el fútbol hasta que éste alcance niveles de velocidad, de precisión, de efectividad y de emoción... de emoción, porque esta última se transmitirá a la gente. Yo creo que ella evolucionará más y más.

Una de las cuestiones que analizábamos acerca del ultimo Mundial de Fútbol (Alemania, 2006) es que la gente no apreció novedades tácticas, pues ellas no pueden hacerse mientras haya tanto emparejamiento entre las selecciones competidoras... esto está diseñándose casi como espejos tácticos futbolísticos. En el último Mundial no se vieron grandes genios en lo técnico, como por ejemplo un jugador que driblara solo, que es lo que imaginamos permanentemente y que siempre queremos tener, un hombre tipo maradoniano, como en décadas pasadas o, bien, un jugador tipo Leonel Messi como es el caso actual. Un hombre tipo, que él solo, desequilibre un sistema. Todavía no ha logrado verse ese tipo de jugador debido al trabajo y a los esquemas que cada día son más accesibles a todos los niveles, por la capacidad de la tecnología para podernos actualizar en los diversos planes de entrenamiento. Pero en lo que sí hubo evolución en el mundial último –y muchos no se dieron cuenta– fue en lo psicológico, en la irreverencia de los equipos “pequeños”, los de menor renombre deportivo, que a sí mismos ya no se consideran como tales; de esta manera, un equipo de menor tradición deportiva puede ganarle a una selección “grande”, más experimentada, si ésta se descuidara. Lo que sucede es que los grandes no se han descuidado pues siguen trabajando en sus planes formativos coherentes. Creo que por allí, en ese desarrollo en lo cognitivo, en lo inteligente, se transformará el fútbol en cuanto a su esencia deportiva.

El futuro del entrenador Richard Páez

La otra cosa que quiero es llegar a un Campeonato Mundial, es ese un logro que uno tiene pendiente

E: ¿A corto plazo, cómo se vislumbra, ¿Con usted o sin usted?

RPM: Hasta ahora hemos logrado extender el proyecto hasta el año 2008. Yo había dado la oportunidad para que me relevaran después de la próxima Copa América. Creo que la importancia que se le ha dado al cargo que detento generó un ambiente de que “había que agarrar eso como se pudiera…”, que era ese el momento, lo cual provocó una circunstancia que fue manejada impropiamente por el ambiente del fútbol, eso de que uno va conectando con el otro generó tal presión que quien me sustituiría iba a enfrentar un ambiente muy complicado, teniendo las eliminatorias en ejecución para después de finalizada la Copa América. Inclusive se corría el riesgo de que nosotros diéramos, en esa competencia, una excelente demostración que era lo que aspirábamos hacer; entonces, ¿qué sucedería con quien hubieren nombrado antes de la realización de dicho torneo? Creo que todo eso generó ese ambiente por lo que he sido renovado hasta el año 2008. ¿Qué es lo que espero? Bueno, tratar desde ahora de dejar bien solidificadas las bases en cuanto a ese estilo que quiero ver, porque aquí nunca se ha trabajado con coherencia.

La categoría absoluta trabaja de una manera; la Sub-20 trabaja, autonómicamente, de otra manera, independiente; la Sub-17 tiene un entrenador que trabaja de otra manera. Entonces, eso no tiene línea de conducta recta, hay desfases entre lo que hacen las distintas categorías. Quiero establecer una línea, con responsabilidad plena, escogiendo nosotros los técnicos, yendo a trabajar con ellos, establecer planes de trabajo y espero dejar todo bien establecido. Bueno y la otra cosa que quiero, es llegar a un Campeonato Mundial, es ese un logro que uno tiene pendiente, estamos cerca, no es fácil, ahora será cada vez más difícil pues ahora los rivales sí nos toman en cuenta; ahora no somos aquella Venezuela cenicienta, débil en fútbol, de la que comentaban: “con preparación suficiente o sin ella, igual le ganaremos...”. Ahora saben que ellos deben prepararse, que nosotros hemos crecido o nos lo hemos creído, mejor dicho, y esto es suficiente como para competir… vamos a ver.

Los profesionales y el deporte

La impronta que da el ser profesional universitario lo que da es una capacidad de auto-estima, de entender que el fútbol no es de vida o muerte como lo hemos hecho ver, que al fútbol hemos dramatizado todo

E: Hay un factor no subjetivo que deseamos tocar. Da la impresión que cuando los directores técnicos tienen formación que trasciende lo estrictamente futbolístico otorgan una impronta diferente a sus equipos. Estamos pensando en los casos de los profesionales-entrenadores: Hugo Sánchez, odontólogo, en México; el médico y periodista Carlos Bilardo en Argentina; el odontólogo Francisco Maturana, en Colombia; el ingeniero chileno Manuel Pellegrini, entrenador en España y en el médico Richard Páez, de Venezuela. ¿Cree usted que esta hipótesis pudiere sostenerse?

RPM: Sí, pero debe tenerse una condición. Debe tenerse ese conocimiento de la realidad interna que se vive en el fútbol, cuyo ambiente tiene características in situ, que son competitivas, de aprovechamiento, que son de explotación de la oportunidad, porque ésta se va; la oportunidad en el fútbol se va si no se toma en el debido momento. Pero esa impronta que da el ser profesional universitario es una capacidad de auto-estima, de entender que el fútbol no es de vida o muerte como lo hemos hecho ver, que al fútbol hemos dramatizado todo… si hay algo que he llevado yo hasta los jugadores de nuestra selección es la serenidad. A ellos les he generado confianza y sin que se den cuenta les he generado lo importante que es ganar porque les he obligado a jugar bien, a desarrollar un fútbol de alto nivel por lo que, después, se ganará. Al principio esto casi me cuesta el puesto pues ese era mi constante concepto. Llegó el momento cuando ya habíamos perdido 5-0 contra Argentina, en aquel nombrado debut, luego empatamos 2-2 con Colombia, con lo cual tuvimos un respiro para poder aguantar un poco más. Luego, fuimos a la Copa América en Colombia y ni siquiera pudimos ganar un partido (grupo integrado junto a Colombia, Chile y Ecuador), donde se jugó muy buen campeonato pero no se pudo ganar, porque mi insistencia era que había que seguir jugando, que los jugadores no abandonaran esa meta. Bueno, cuando regresamos a la eliminatoria mundialista, para jugar contra Uruguay en Maracaibo, yo sentí un ambiente lúgubre, que olía a mortuoria, a formol... yo sentía, pues un hombre de fútbol siente, que había en el lugar muchos dirigentes del fútbol que estaban muy serios, que estaban en una actitud como que si aquello no se ganaba habría llegado, entonces, el momento de decir adiós a aquel director técnico, quien siempre estuvo presionando los cambios y no se daban cuenta de que no se podía, de que no había maneras… sí, porque era así el ambientE: sólo había que dar resultados, no era que iban a acompañarte, a apoyarte, para después dar los resultados, eso era imposible, no había tiempo, no había manera ni había forma… Bueno, yo sentí ese ambiente y en la charla preparatoria antes de enfrentarnos a los uruguayos, antes de ganarles 2-0, les indiqué que ya bastaba de jugar bien al fútbol, que yo no quería que jugaran tan bien, si ello fuere posible, pero lo que sí quería –entonces– era que ganáramos porque ese día ganábamos o ganábamos, pues si perdíamos no creía yo que continuaríamos juntos. No me hicieron caso los jugadores, pues igual jugaron bien y ganamos. A partir de allí, creo yo, fue que hubo el cambio. En el partido ganado a Uruguay, en Maracaibo, el jugador nuestro se sintió con la obligación de ganar pero sin perder nunca su estilo, el que le habíamos diseñado durante tanto tiempo: creo que eso consolidó al grupo y se fue en la búsqueda de más y aún se sigue en la búsqueda, pidiendo más, porque ese concepto encantó al jugador... por fin se les dio el valor nunca dado, en el estilo de hacerles jugar y no pensar tanto en el rival…

E: ¿Cómosevenlasgeneracionesderelevoenestemomento

RPM: Es una situación mucho mejor que hace siete años, cuando comenzamos. Durante este tiempo algo se ha hecho muy bien entre la dirigencia de nuestra Federación y en la del fútbol profesional: se han comenzado los campeonatos nacionales Sub-20 y Sub-17. Ello está dándole mayor competitividad al jugador joven, ya no están dándoseles solamente 10-15 partidos anuales sino 30-35 desafíos en igual tiempo, de un nivel competitivo más adecuado. Entonces, se ha generado un endurecimiento en el performance, en la formación de estos jugadores desde las categorías preparatorias. Hay jugadores importantes, pues por allí siempre hay talento, lo que todavía no hay es la formación integral. Algunos grandes jugadores que hoy vemos en la Vinotinto tienen defectos de formación, de fábrica, lo que pasa es que están tapados, no se notan. Esa es la labor del técnico: que no se noten los defectos de sus dirigidos, los defectos de fábrica de sus jugadores, quienes no han seguido una formación estrictamente profesional.

Mérida, la ciudad, la universidad y el deporte

El merideño respira fútbol. Actualmente se siente la tristeza en la gente al ver a Estudiantes de Mérida, F.C. en segunda división. Formar individuos en una universidad es formar profesionales estrictamente aptos para desarrollar una actividad puntual que signifique, después, logros personales y profesionales, pero no logros sociales.

E: Durante mucho tiempo Mérida fue una suerte de capital del fútbol venezolano. El fútbol merideño era una especie de fútbol de cultura citadina. Históricamente el fútbol en Mérida ha sido un deporte que, digamos, formaba parte de la cotidianidad y de la recreación de sus pobladores, con equipos tradicionales como el del Colegio San José, el de la Universidad de Los Andes y otros más. ¿Hoy día el fútbol en esta ciudad sigue manteniendo esa misma cultura, se percibe el fútbol como tal como se percibía 20-30 años atrás?

RPM: En el medio común, claro que sigue siendo importante para el merideño. El merideño respira fútbol. Actualmente se siente la tristeza en la gente al ver a Estudiantes de Mérida, F.C. en segunda división. Se sintió el drama que se vivió este pasado fin de semana cuando el equipo no pudo lograr, por condiciones de competencia, que la divisa pudiera ir de nuevo al ascenso. Se siente el apagamiento de esa emoción, pero creo que son nuestros dirigentes quienes menos han aprendido de nuestro esfuerzo.

E: Una nota que tiene que ver con las contradicciones que nosotros vivimos en la universidad, siendo que la institución es un templo del saber, es la máxima casa de las luces y, sin embargo, por allí aparecía un escrito –en una de sus fachadas– que decía: “en esta casa se apagaron las luces ”. ¿Qué pasó con el fútbol universitario?, ¿qué pasó con su equipo de fútbol profesional?, siendo que en otras partes del país no hay universidad que tenga un equipo de fútbol y que Mérida respira fútbol, y tiene en la universidad un Departamento de Educación Física que –se quisiera– que sus investigaciones, en términos de Fisiología del Ejercicio, fueran el aporte que ese Departamento pudiera dar al fútbol y, en general, al deporte de competencia. ¿Cómo ve usted este asunto?

RPM: Creo que Mérida, como siempre se ha dicho, es una ciudad inserta dentro de una universidad. Mérida sin la Universidad de Los Andes sería un pueblo andino con calles de ida y vuelta y simplemente vendrían a visitarnos, turísticamente, para vernos los cachetes rojos… creo que la universidad dio a la ciudad un valor histórico, que nos cambió desde aquella mentalidad pueblerina hacia una mentalidad con investigación y academicismo que nos ha permitido presencia nacional e internacional. El merideño formado acá en la universidad, así como el proveniente de cualquier parte del país, sale con luces para encenderlas por todos lados. Pero, paradójicamente, nuestros entes rectores universitarios, creen que formar individuos en una universidad es formar profesionales estrictamente aptos para desarrollar una actividad puntual que signifique, después, logros personales y profesionales, pero no logros sociales. Considero que ellos al no tener voluntad política para transformar la universidad no son un verdadero ejemplo de lo que verdaderamente debería hacerse en un país, porque es aquí –en la universidad– donde se puede discutir, dialogar, simplemente, para lograr un objetivo. Y la autonomía ahora, la de los últimos años, es una autonomía fantasiosa porque se ha ligado, fundamentalmente, a labores donde la política mancha la majestad de la universidad. Nosotros criticamos al gobierno actual y a los anteriores, pero en la universidad lo que deberíamoshacer es no dar ejemplo de lo que criticamos; no repitamos lo que estamos criticando. Aquí se sigue manejando la institución por grupos, por sectores, por intereses parciales, sectorizados, cuando lo que deberíamos tener por delante es el interés del país y el interés de la universidad. El verdadero ejemplo está en eso, en hacer una verdadera estructura deportiva que pudiera hacer de la universidad un ejemplo fundamental de un club de fútbol. La Universidad de Los Andes tiene la estructura humana, potencial humano que proviene de todas partes del país, tiene potencialidad en estructuras, tiene canchas y podría tener la ciencia aplicada al deporte, como para ser ejemplo para los demás equipos: tiene a los investigadores, a quienes se está formando, a los desarrolladores de la inteligencia en el hombre, tiene aquí la ciencia aplicada al hombre, desarrollando a los mejores deportistas, tiene todas sus estructuras… En la universidad hay alojamiento, seguridad de transporte, seguridad de nutrición y dietética adecuada, un buen aporte en la parte médica ante las razones lógicas de las lesiones con las estructuras que posee… tiene todo, pero no hay voluntad política, no hay visión. La visión que tenemos es académica, de investigación, del hombre estudioso, del hombre tecnológicamente preparado, del hombre que como que se aparta –por su gran inteligencia– del mundo natural, de este mundo de acá abajo que no tiene esa mentalidad suya, que no tiene sus conocimientos. Creo que la universidad tiene que cambiar esa mentalidad, que se olvide de aquel cuento porque cada día estamos perdiendo más y más presencia social en el capital humano. Ellos están generando el mejor capital humano, pero lo están formando de una manera muy sectorizada.

E: ¿Y el equipo de fútbol profesional de la Universidad de Los Andes?

RPM: Que lástima que la universidad... esa era una de las propuestas que hice, en algún momento, al Consejo Universitario, cuando integrábamos el equipo profesional universitario de fútbol que tiempo después fue campeón de Venezuela, proposiciones éstas que no lograron trascender... creo que en ese momento fue crucial para haber consolidado este equipo en lo que fuera mejor; pero no, se prefirió el camino de pagar grandes cantidades de dinero, traer jugadores caros, no dejar de hacer ambiente de organización hacia abajo, quisieron crecer vertical y rápidamente... claro, hicieron un castillo de ladrillo sobre ladrillo, hacia arriba, que se cayó porque el mismo no pudo sostenerse. Entonces, creo que la universidad tiene con qué hacer cosas distintas de las que rutinariamente hace y en el ambiente deportivo tiene todo el material humano y de infraestructura física para se dé el ejemplo, para tener un club profesional de fútbol dentro de la institución... la universidad tiene que generar la formación, ella tiene la capacidad para hacer una formación adecuada, teniendo un centro de formación para y con los hijos de los profesores, de los de empleados administrativos y de los de obreros... cuánta cantidad de personas se mueve alrededor de la universidad, cuántos niños habría para generar un producto en formación. Creo que si las autoridades universitarias hicieran una propia gerencia acerca de lo que significa la institución, determinarían que ésta se autoabastece, se autogestiona, se auto-repotencia. Entonces, eso tiene una sinonimia de generación de relevo, constante y de formación integrada de sus componentes. Es cuestión de definir, no creer en desvirtuar porque no es labor de la universidad generar componentes y llegar a ser campeona de fútbol, no... ella tiene que generar de acuerdo con la formación. Estaría, entonces, generando un estilo, una manera de pensar, y más pura que la universidad no debería haber otra organización, que no debería tener ninguna aspiración en otro sector. Para mí esto es el concepto más claro: aquí puede hacerse una formación adecuada e integrada y lograr ser un ejemplo para el resto, para aquellos que quisieran saber cómo se hace una preparación en la parte física, que vayan a ver –entonces– al equipo de la universidad... que todavía no se haya formado al jugador, claro, porque ello no es fácil, porque no lo hemos comprado... pero ahí los habrá a la vuelta del tiempo y con esa capacidad bien orientada los resultados se darán. Yo dirigí un equipo universitario de fútbol que en su mayoría estaba integrado por estudiantes de ella, fuimos campeones en segunda división y fuimos a una Copa Venezuela a dirimir el título contra el equipo que, en ese momento, tenía las mejores condiciones: el Caracas, F.C., y en partidos de ida y vuelta les ganamos, con jugadores-estudiantes, excepto dos o tres que no eran estudiantes de Universidad de Los Andes, y ese equipo de jóvenes en formación, con ideas y creencias, ganó los dos partidos... FIN.

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