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Salus

versión impresa ISSN 1316-7138

Salus vol.19 no.2 Valencia ago. 2015

 

Circunferencia de cintura, perfil de lípidos y riesgo cardiovascular en adolescentes

Emma Velásquez, María C. Páez, Edgar Acosta.

Instituto de Investigaciones en Nutrición “Dr. Eleazar Lara  Pantin”.  Facultad  de  Ciencias  de  la  Salud. Universidad de Carabobo, Valencia, Venezuela.

Autor de correspondencia: Lic. Emma Velásquez E-mail: evelasque@uc.edu.ve


RESUMEN

La obesidad abdominal y las dislipidemias son factores de riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV). Se evaluó la relación de la circunferencia de cintura (CC), con los lípidos e índices de riesgo cardiovascular  en  414  adolescentes  (12-16,9  años).  El  estudio fue  descriptivo,  correlacional,  transversal,  y  de  campo.  Se  midió: peso, talla, CC y se calculó el índice de masa corporal (IMC). Se determinó colesterol total (CT), triglicéridos (TG) y lipoproteína de alta densidad (HDL-c). Se calculó: la lipoproteína de baja densidad (LDL-c), el colesterol no-HDL y las relaciones de riesgo aterogénico. Se  realizaron  estadísticos  descriptivos,  las  pruebas  de  Mann Whitney, Chi cuadrado y Odds Ratio, con significancia estadística de  p<0,05.  18,1%  y  7,0%  presentaron  sobrepeso  y  obesidad, respectivamente  y  38,9%  tenían  CC≥p90.  Los  adolescentes  con CC≥p90  mostraron  cifras  más  elevadas  de  peso,  IMC  y  de  CT, colesterol  no-HDL,  TG  y  de  los  índices  CT/HDL-C  y  TG/HDL-C que los adolescentes con CC<p90 (p<0,05). El género masculino presentó promedios significativamente más elevados en todas las variables antropométricas que el femenino. Referente al CT, HDL-c yLDL-c,  el  femenino  mostró  niveles  más  altos.  Los  adolescentes con  CC≥p90  tenían  mayor  alteración  en  las  relaciones  de  riesgo aterogénico.  Estos  hallazgos  demuestran  la  importancia  de  la medición  de  la  CC  en  la  evaluación  de  la  grasa  abdominal  y  de los  índices  de  aterogenicidaden  la  identificación  temprana  de  los adolescentes con riesgo a desarrollar ECV.

Palabras  clave:  Circunferencia  de  cintura,  dislipidemias, adolescentes, índice aterogénico.

Waist  circumference,  lipid  profile  and  cardiovascular  risk  in adolescents
ABSTRACT


Abdominal  obesity  and  dyslipidemias  have  been  considered cardiovascular  risk  factors.  This  descriptive  and  cross-sectional study  was  undertaken  to  assess  the  relationship  between  waist circumference (WC) and lipid profile, and Cardiovascular risk factors in 414 adolescents (ages 12 to16.9 years). Height, weight and WC were measured and body mass index was (BMI) estimated. Plasma levels  for  triglycerides,  total  cholesterol  (TC)  and  high-density lipoprotein  cholesterol  (HDL-C)  were  determined.  Low-density lipoprotein cholesterol (LDL-C) and non-HDL-C and atherogenic risk index were assessed. Mann-Whitney, Odds Ratio and Chi-square test were calculated and significance level p<0.05 was considered. 18.1% and 7% presented overweight and obesity, respectively and 38.9% had WC equal or greater than the 90th percentile (WC≥p90). Significant higher levels (p<0.05) for weight, IMC, TC, TG, non-HDL, TC/HDL-C index and TG/HDL-C Index were found in adolescents with  WC≥p90.  Males  had  higher  mean  values  for  weight,  height, BMI and WC than females (p<0.05). Females had higher TC, HDL-C and LDL-C concentrations than males (p<0.05). Adolescents with WC≥p90 are more likely to have a higher atherogenic risk index than those with WC<p90. These findings highlight the potential uses of waist measurement, using common anthropometric parameters of abdominal adiposity for identifying adolescents at ECV risk.

Key  words:  Waist  circumference,  dyslipidemias,  adolescents, atherogenic index.

INTRODUCCIÓN

La adolescencia es un periodo de vida del ser humano en el  cual  se  producen  numerosos  cambios  que  demandan necesidades  nutricionales  especiales  que  influyen  en  el crecimiento y el desarrollo del individuo (1). Generalmente en  esta  etapa  del  desarrollo,  se  producen  modificaciones en  el  estilo  de  vida,  incluyendo  los  hábitos  alimentarios, observándose  una  tendencia  a  un  consumo  elevado  de alimentos ricos en grasas y azúcar (1,2), los cuales pueden conducir a la aparición de sobrepeso, obesidad, alteración en  el  perfil  de  lípidos  y  a  un  mayor  riesgo  de  padecer enfermedades cardiovasculares (ECV) (1,3).

La prevalencia de sobrepeso y obesidad se ha incrementado en las últimas tres décadas, y se estima que a nivel mundial 170 millones de niños menores de 18 años tienen sobrepeso. Este rápido incremento en la prevalencia de obesidad y su asociación con las enfermedades crónicas no transmisibles, han  llevado  a  considerarla  como  uno  de  los  retos  de salud  más  serios  del  siglo  XXI  (4).El  aumento  de  tejido abdominal  en  los  depósitos,  específicamente  en  el  área visceral, se relaciona directamente con riesgo metabólico y cardiovascular  (5-7).  La  circunferencia  de  cintura  (CC)  es una medida antropométrica útil para la identificación de la obesidad  abdominal  y  ha  sido  calificada  como  una  mejor herramienta para evaluar riesgo cardiovascular, más que el índice de masa corporal (IMC) (5,6). Se ha descrito que la adiposidad  visceral  tiene  un  fuerte  impacto  sobre  la  ECV, debido a su asociación con las dislipidemias, la hipertensión arterial, la resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2 (8-10).  Además,  su  distribución  se  relaciona  principalmente con concentraciones elevadas de triglicéridos y bajas de la lipoproteína de alta densidad (HDL-c ) (8,11).

La  ECV  representa  la  primera  causa  de  muerte  en  los adultos  (3),  constituyendo  uno  de  los  mayores  problemas de  salud  pública  tanto  en  países  desarrollados,  como  en vías de desarrollo. En Venezuela, según reporte emitido por el Ministerio del Poder Popular para la Salud, la mortalidad por ECV ocupa el primer lugar con 21,4% y con 20,0% en el Estado Carabobo, siendo más elevada la proporción en las mujeres que en los hombres (12).

Diversas  investigaciones  señalan  que  los  procesos ateroscleróticos y los factores de riesgo asociados a eventos cardiovasculares se inician durante la infancia (3,10,13,14). Se ha reportado presencia de estrías grasas en las arterias desde  la  niñez,  las  cuales  evolucionan  a  placas  fibrosas durante la adolescencia y progresan a medida que aumenta la edad (10,15,16). La velocidad con la que se acelera este proceso depende de la presencia sostenida de factores de riesgo tales como dislipidemias, obesidad, falta de actividad física  e  inadecuada  alimentación  desde  la  infancia,  los cuales facilitan el desarrollo de ECV en la edad adulta (15).

Por  otra  parte,  se  ha  señalado  que  los  índices  de aterogenicidad,  Colesterol  total/HDL-c,  LDL-c/HDL-c  son útiles para la predicción de eventos cardiovasculares, más que el colesterol total (CT), la lipoproteína de baja densidad (LDL-c) y HDL-c en forma individual (17). De igual forma se ha  propuesto  al  colesterol  no-HDL (colesterol  total menos HDL-c)  como  una  mejor  herramienta  en  la  evaluación y  tratamiento  de  la  ECV,  ya  que  incluye  a  todas  las lipoproteínas aterogénicas ricas en colesterol, triglicéridos y la apolipoproteína B (ApoB) (18,19).

La  obesidad  y  las  dislipidemias  tienen  efectos  deletéreos sobre  la  salud  desde  edades  tempranas  del  desarrollo, por  lo  que  este  estudio  tiene  como  objetivo  evaluar  la circunferencia de cintura y su relación con el perfil de lípidos (TG, CT, HDL-c, LDL-c), los índices de riesgo cardiovascular (CT/HDL-c,  LDL-c/HDL-c,  TG/HDL-c    )  y  el  Colesterol  no HDL en adolescentes.


MATERIALES Y MÉTODOS

El  estudio  se  llevó  a  cabo  en  el  Municipio  Naguanagua del Estado Carabobo, entre los años 2010 y 2011, fue de corte  transversal,  de  campo,  descriptivo  y  correlacional. La  selección  de  la  muestra  fue  aleatoria  y  representativa de  dos  instituciones  educativas,  estuvo  conformada  por 414  adolescentes,  quienes  cumplieron  con  los  siguientes criterios  de  inclusión:  edad  comprendida  entre  12  y  16,9 años, aparentemente sanos y que completaran la evaluación antropométrica y bioquímica. Los padres o representantes firmaron  el  consentimiento  por  escrito,  una  vez  que  se les  informara  sobre  los  objetivos  de  la  investigación.  El estudio  fue  aprobado  por  el  Comité  de  Ética  del  Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la Universidad de Carabobo.

Medidas antropométricas. El peso se midió con el sujeto descalzo, en posición firme, con ropa ligera y los brazos a ambos lados del cuerpo. Se utilizó una balanza calibrada de pie marca Health-o-Meter, el valor se registró en kilogramos. La estatura se determinó mediante el uso de un estadiómetro marca Holtain y se expresó en centímetros (20).Para la categorización del estado nutricional, se calculó el IMC a partir de la fórmula peso/talla2, expresado en kg/m2. Se consideraron los puntajes Z de acuerdo a los criterios de la OMS (21). Para déficit: Z inferior a -2, en la norma: Z entre -2 y +1, sobrepeso: Z entre +1 y +2 y obesidad: Z superior a +2, se aplicó el software AnthroPlus versión 1.0.2.

La CC se tomó en el punto medio, entre las crestas ilíacas y  los  bordes  costales  (20).  Para  su  caracterización,  se utilizó como criterio la referencia de McCarthy y col., el cual contempla  una  distribución  percentilar  de  dicha  variable para cada género entre los 5,0 y 16,9 años, considerando “sobre  la  norma”  mayor  del  percentil  90  (22).  Todas  las medidas fueron tomadas por personal médico debidamente estandarizado para tal fin.

Pruebas bioquímicas. La determinación fue realizada por el personal profesional del laboratorio. A cada adolescente se  le  extrajo  5mL  de  sangre  periférica  mediante  punción venosa,  después  de  12  horas  de  ayuno.  El  suero  libre de  hemólisis  se  obtuvo  luego  de  la  centrifugación  y  se almacenó a -70°C hasta el momento de su análisis, en el laboratorio del Instituto de Investigaciones en Nutrición de la  Universidad  de  Carabobo.  La  separación  de  las  HDL-c se  realizó  mediante  el  método  de  precipitación,  utilizando reactivos  de  la  marca  comercial  Wiener  Lab.  Los  niveles de  CT,  HDL-c  post-precipitación  y  TG  se  determinaron mediante método enzimático colorimétrico, empleando los reactivos de la misma marca comercial. Todas las pruebas se midieron en un analizador semiautomatizado, modelo BTS-310.Se calculó el LDL-c mediante la ecuación de Friedewald (LDL-c=  CT–HDL-c–TG/5),  así  como  el  colesterol  no-HDL (CT-HDL-c) (23) y las relaciones CT/HDL-C, LDL-C/HDL-c y TG/HDL-c, como indicadores de riesgo cardiovascular.

Para  el  perfil  lipídico  se  consideraron  los  criterios  del Panel de Expertos en la Integración de Directrices para la Salud  y  Reducción  del  Riesgo  Cardiovascular  en  Niños  y Adolescentes.  CT  (mg/dL):  aceptable  <170,  limítrofe  170-199 y elevado ≥200. LDL-c (mg/dL): aceptable <110, limítrofe 110-129  y  elevado  ≥130.  HDL-c:  aceptable  >45,  limítrofe 40-45 y bajo <40. TG (mg/dL): aceptable <75, limítrofe 75-99 y elevado ≥100. Colesterol no-HDL (mg/dL): aceptable <120, limítrofe 120-144 y elevado ≥145 (24). En cuanto a los índices CT/HDL-c y LDL-C/HDL-c, se utilizaron los valores referidos  por  Moura  y  col:  CT/HDL-c:  adecuado  3,3-5,0  y riesgo >5,0, para LDL-C/HDL-c: adecuada 2,0-3,5 y riesgo >3,5 (25) y para TG/HDL-Clos reportados por Marotta y col: adecuado<3,0 y riesgo ≥3,0 (26).

Estadística.  Se  calcularon  estadísticos  descriptivos (promedios,  desviación  estándar). A  fin  de  conocer  si  las variables  seguían  una  distribución  normal,  se  aplicó  la prueba de normalidad Kolmogorov-Smirnov, resultando que ninguna de ellas se ajustaban a una distribución normal, por lo que se seleccionaron pruebas no paramétricas. La  prueba  de  Mann  -  Whitney  se  aplicó  para  establecer comparaciones  entre  las  variables  antropométricas  y lipídicas según el género y la CC. Para la asociación entre los  parámetros  lipídicos  y  las  categorías  de  CC  se  utilizó la  prueba  de  Chi  cuadrado  y  para  establecer  la  relación de  riesgo  entre  los  índices  aterogénicos  y  las  categorías de  la  CC,  el  Odds  Ratio  (OR).  Se  estableció  el  valor  de p<0,05  para  la  significancia  estadística.  Todos  los  datos fueron procesados en el programa estadístico SPSS para Windows, versión 17,0.

RESULTADOS

La  muestra  estuvo  constituida  por  414  adolescentes  de dos  instituciones  educativas  del  Municipio  Naguanagua, 39,6%  del  género  masculino  (n=164)  y  60,4%  del  género femenino  (n=250),  el  promedio  de  edad  fue  de  14,9±1,7 años, el IMC de 21,5±3,7. De acuerdo al estado nutricional antropométrico, 2,9% estaban en déficit, 72% en la norma, 18,1% en sobrepeso y 7,0% en obesidad. Con respecto a
la CC, 61,1% (n= 253) de los adolescentes estaban en la norma y 38,9% (n=161) sobre la norma.

La  Tabla  1  presenta  las  variables  antropométricas  y bioquímicas  de  acuerdo  al  género.  Los  adolescentes  del género  masculino  presentaron  promedios  más  elevados en todas las variables antropométricas al compararlos con el  género  femenino,  con  una  significancia  estadística  de p<0,05.  Referente  a  las  variables  bioquímicas,  el  género femenino  mostró  niveles  significativamente  más  elevados de CT, HDL-c, LDL-c y de colesterol no-HDL, aunque esta última variable no presento diferencia significativa, el índice TG/HDL-c  fue  más  alto  en  el  género  masculino  con  una p=0,015,  además  presentaron  una  tendencia  a  valores más  elevados  de  triglicéridos,CT/HDL-c  y  LDL/HDL-c,  sin diferencia estadísticamente significativa.

Tabla 1. Variables antropométricas y bioquímicas según género.



La Tabla 2 compara las variables antropométricas y lipídicas de acuerdo a la circunferencia de cintura, los adolescentes con CC≥p90 tenían valores más elevados de peso, IMC, IMC Z score (p= 0,000) y de CT, colesterol no HDL, TG, CT/HDL-c y TG/HDL-c (p<0,05), que los adolescentes con CC<p90. Los niveles de HDL-C fueron más bajos en el grupo con CC≥p90, aunque sin diferencia estadísticamente significativa.

Tabla  2.  Variables  antropométricas  y  bioquímicas  según circunferencia de cintura.



La Tabla 3 muestra la asociación entre la CC y los índices aterogénicos  y  se  observa  que  los  adolescentes  con CC≥p90,  presentaron  mayor  riesgo  aterogénico,  reflejado por una mayor proporción de sujetos con alteración de estos índices, siendo la relación CT/HDL-c, LDL-C/HDL-c y de TG/HDL-c de 3,7, 4,4 y 3,6 veces más alta, respectivamente, comparada con el grupo con CC<p90.

Tabla  3.  Asociación  entre  circunferencia  de  cintura  e  índices aterogénicos.


DISCUSION

Las  alteraciones  en  los  niveles  de  lípidos  y  de  las lipoproteínas y la presencia de obesidad pueden contribuir al  desarrollo  de  la  ECV  (1,11,27),  la  cual  es  la  primera causa  de  mortalidad  en  el  mundo  y  en  Venezuela,  por  lo que la detección precoz de las alteraciones en el perfil de lípidos es una herramienta valiosa en la prevención de la aterosclerosis. En este estudio el género femenino presentó  concentraciones más elevadas de colesterol total, LDL-c y HDL-c,  estos  resultados  son  similares  a  lo  reportado  por Carias y col, en una evaluación del estado nutricional y del perfil de lípidos en adolescentes de la ciudad de Caracas (2). Sin embargo, al evaluar por sexo el riesgo aterogénico, según los índices CT/HDL-c y LDL-C/HDL-c, no se encontró diferencias estadísticamente significativas.

Diversos  estudios  han  reportado  que  existe  una  clara correlación  entre  la  obesidad,  el  sobrepeso  y  los  factores de  riesgo  cardiovascular.  Los  mismos  han  enfatizado la  importancia  de  la  distribución  de  la  grasa  corporal, específicamente en el área visceral y su relación con riesgo cardiovascular  y  metabólico  (5,6,28,29).  Se  ha  descrito que el exceso de grasa corporal incrementa la sensibilidad lipolítica,  exponiendo  al  hígado  a  la  hiperlipidemia,  que puede causar resistencia a la insulina, hipertensión arterial, intolerancia a la glucosa e hiperinsulinemia, factores claves para el desarrollo del síndrome metabólico, ECV y diabetes (30).La circunferencia de cintura ha surgido como un buen indicador  para  la  estimación  de  la  grasa  abdominal,  ya que  requiere  de  un  equipo  simple  y  económico,  además de correlacionarse con otras técnicas, como la tomografía computarizada  y  la  absorciometría  de  rayos  x  de  energía dual  (5).En  esta  investigación  38,9%  de  los  adolescentes tenían  CC≥p90,  los  cuales  presentaron  cifras  elevadas de  CT  y  de TG  y  más  bajos  de  HDL-c,  que  aquellos  con CC<p90, colocándolos en riesgo de padecer enfermedades crónicas no transmisibles. Estos resultados concuerdan con lo reportado por Bassalli y col, quienes estudiaron la utilidad de los percentiles de CC en la evaluación de riesgo en niños obesos, (31) y con Watts y col, que evaluaron la CC como predictor  de  riesgo  cardiovascular  en  niños  australianos (32). Ambos autores señalan que un perímetro de cintura elevado se correlaciona con un perfil lipídico potencialmente aterogénico.

Se  ha  descrito  que  la  hipercolesterolemia  y  las  altas concentraciones  plasmáticas  de  LDL-c  en  adolescentes sugieren una susceptibilidad genética (8,24). La elevación de  concentraciones  plasmáticas  de  CT  se  han  reportado en  adolescentes  con  o  sin  antecedentes  familiares  de ECV  prematura  (8).  Además,  se  ha  observado  que  las concentraciones séricas de HDL-c se asocian inversamente con la distribución de la grasa corporal (7,8). La asociación entre la hipertrigliceridemia y la obesidad centralizada puede ser explicada por el número y tamaño de los adipocitos en la región abdominal, los cuales promueven la resistencia a la insulina e intensifican la liberación de ácidos grasos libres dentro  del  plasma  (8).  Adicionalmente,  se  ha  reportado que los adipocitos viscerales poseen más receptores beta adrenérgicos,  por  lo  que  sufren  más  lipólisis  al  presentar una actividad de la lipasa sensible a hormona aumentada (33).


Los  indicadores  de  riesgo  aterogénico  son  reflejo  de  los principales  componentes  del  metabolismo  de  los  lípidos, resultan  ser  una  herramienta  eficaz  para  la  detección  de individuos con riesgo de desarrollar ECV, ya que su valor predictivo es mayor que los datos aislados de CT, LDL-c y HDL-c (17,34,35). Los sujetos que presentan alteraciones en  estos  indicadores  tienen  mayor  riesgo  cardiovascular, debido  a  un  desequilibrio  entre  el  colesterol  (vehiculizado por  las  lipoproteínas  aterogénicas)  y  las  lipoproteínas protectoras.  Este  desequilibrio  puede  atribuirse  a  un aumento de los componentes aterogénicos contenidos en el numerador, a un descenso de la HDL-c (denominador), o a ambas (35).

Patológicamente el proceso de la aterosclerosis comienza con la acumulación anormal de lípidos en la íntima vascular, la  cual  es  una  etapa  reversible,  luego  progresa  a  una etapa avanzada en la que un núcleo de lípido extracelular está cubierto por una capa fibromuscular, y culmina en la trombosis,  la  ruptura  vascular,  o  síndromes  isquémicos agudos (16). Su origen es multifactorial y en la infancia el patrón que predomina es una combinación de dislipidemias con  obesidad  (24).  Los  adolescentes  de  este  estudio  con CC≥p90 presentaron mayor riesgo aterogénico, evidenciado por  valores  más  altos  de  las  relaciones  CT/HDL-c,  LDL/HDL-c  y  TG/HDL-c.  De  los  tres  índices  evaluados  en  la presente investigación, el que mostró mayor asociación con la CC fue TG/HDL-c (Chi2 9,488; p=0,002). El índice TG/HDL-c relaciona las concentraciones molares de los TG y de HDL-C y es un indicador indirecto del tamaño de las partículas de LDL-C (26,34). Las concentraciones plasmáticas de los triglicéridos dependen de la actividad de la lipoproteinlipasa, que  eleva  los  remanentes  de  quilomicrones  y  reduce  los valores de HDL-c. La asociación entre un mayor número de partículas aterogénicas de LDL-c, valores elevados de TG y bajos de HDL-c, convierte a este índice en un marcador útil para evaluar el metabolismo anormal de los triglicéridos (34) y podría ser utilizado como un marcador para identificar niños  y  adolescentes  en  riesgo  de  desarrollar  obesidad  y dislipidemias(3).

Se ha descrito que las moléculas del LDL-c están involucradas en la fase temprana del proceso de aterosclerosis y que su incremento  está  asociado  a  un  aumento  en  el  riesgo  de muerte por ECV (24). No obstante, hay evidencias recientes que  indican  que  el  colesterol  no-HDL,  el  cual  puede  ser fácilmente calculado, es un marcador superior del desarrollo de la ECV en comparación con la medida convencional de LDL-c.  Ello  es  debido  a  que  no  solo  incluye  el  colesterol de  las  LDL,  sino  que  comprende  la  lipoproteína  de  muy baja densidad (VLDL-c), la de densidad intermedia (IDL-c) (13,24,37)  y  los  remanentes  de  VLDL-c,  las  cuales  por ser  moléculas  muy  pequeñas  y  densas,  son  altamente aterogénicas(13).  El  estudio  sobre  las  “Determinantes patobiológicas de la aterosclerosis en la juventud” (PDAY), evaluó  el  grado  de  aterosclerosis  en  niños,  adolescentes y  adultos  jóvenes  que  murieron  en  accidentes  y    reportó que  por  cada  30  mg/dL  de  aumento  del  colesterol  no-HDL,  hay  un  aumento  en  el  alcance  y  la  gravedad  dela aterosclerosis  (24).  En  este  estudio  los  adolescentes  con CC≥p90,  presentaron  cifras  más  altas  colesterol  no-HDL, concordando  con  lo  informado  por  Vieira  y  col,  quienes asociaron  dislipidemias  e  indicadores  antropométricos  en un grupo de adolescentes (8).

En los últimos años se ha observado un aumento constante de  sobrepeso  y  obesidad  en  la  juventud  venezolana,  lo que conlleva a una población mayor de adolescentes con dislipidemias  y  enfermedades  crónicas  no  transmisibles. En  este  sentido,  la Academia Americana  de  Pediatría  ha enfatizado la importancia de la detección de los lípidos en los  niños  con  alto  riesgo  para  ECV,  a  fin  de  implementar estrategias de prevención y de estilo de vida saludables en este grupo etario (16).

CONCLUSIONES

Los adolescentes con una CC≥p90 presentaron alteraciones en los niveles séricos de los lípidos, lo que los coloca en mayor  riesgo  de  presentar  dislipidemias,  enfermedad cardiovascular  y  otras  enfermedades  metabólicas  que aquellos con CC<p90. La medición de la grasa abdominal a través de la CC es una herramienta sencilla y fácil de aplicar en la práctica clínica, la cual permite identificar de manera precoz a los adolescentes que puedan presentar riesgo de desarrollar ECV y enfermedades crónicas no transmisibles en  la  vida  adulta.  Los  sujetos  con  CC≥p90  presentaron alteración  de  los  tres  índices  aterogénicos,  los  que  los coloca en riesgo de desarrollar ECV.

Financiamiento.  Proyecto  de  grupo  CDCH  005-2008. Ayuda Menor de Pregrado No. 0419-10.

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