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Salus
versión impresa ISSN 1316-7138
Salus vol.19 no.3 Valencia dic. 2015
La salud por encima de todo
El filosofo madrileño Ignacio Sánchez Cámara el siglo pasado dijo: lamentaba con ironía que el culto a la salud haya desplazado a otros valores personales más elevados y se haya convertido en un nuevo ídolo de la sociedad contemporánea. Hoy el tema que nos ocupa es preocupante y alarmante: la crisis de la salud, nos afecta a todos los mortales y seres humanos, porque se trata de nuestra vida y perpetuidad, aunque para algunos seguramente estos problemas no les duelen ni les tocan en modo alguno.
Caminamos hacia una cultura clínica o, tal vez, clínicamente muerta. Como hemos negado la objetividad de los valores espirituales, solo permanece la tangible objetividad corporal. Todo es problemático; solo la salud es deseable. Y no niego que lo sea. Apreciamos su valor sobre todo cuando nos falta. Pero el problema no es el noble combate contra la enfermedad, sino la obsesión profiláctica por la salud física, su primacía y aun su exclusividad. Se puede atentar contra todo: contra la virtud, contra la inteligencia, contra el buen gusto, pero nunca contra la salud. Ella es el último tabú cuando parecía que todo estaba permitido.
Pero la obsesión por la salud puede perjudicar gravemente la salud, al menos del espíritu. Lo único que deploro es la exaltación del cuerpo a la condición de becerro de oro. La vida existe para ser gastada y entregada. No para ser conservada. Nada muy grande ha sido hecho por el hombre sin arriesgar la vida, la salud o el bienestar. El filósofo Max Sheller situaba el valor de la salud solo por encima del placer. Más elevados que ambos se encuentran los valores espirituales: la belleza, la justicia y la verdad. Y aun por encima, los valores religiosos, los sagrados. Allí es donde se niega la realidad personal del hombre, sabemos que se ha instalado la inmoralidad.
Nos preocupamos por la analítica de nuestro organismo, pero, a la vez, nos desentendemos por las transaminasas del alma, la glucosa del espíritu y las adiposidades de nuestra inteligencia. La profilaxis es el último tabú. Pero la vida es riesgo, peligro. Bajo el tabú de la salud, tal vez se agazape el temor a vivir, el resentimiento contra la vida. Juan de la Cruz escribió que en el atardecer de la vida nos examinaran del amor. Se diría, viendo lo que vemos, que lo que nos espera es más bien un simple análisis de sangre.
En la interpretación de las ciencias, los neurobiólogos ponen de manifiesto la actividad de ciertas zonas del cerebro durante las operaciones mentales, por ejemplo, cuando leemos un texto. Este hecho experimentar, irrecusable, puede ser interpretado de dos maneras diferentes al menos. Se puede decir que nuestra alma utiliza el cerebro para sus acciones: el hecho de pensar provoca en él una actividad fisicoquímica. También se puede decir, por el contrario, que esta actividad cerebral es la ultima realidad.
Por otra parte, una de las grandes contradicciones en materia de salud está en la industria farmacéutica. Los gobiernos de los países desarrollados deberían incentivar la investigación en tratamientos contra las enfermedades tropicales. Por ejemplo podríamos plantearnos ¿Qué problema es más grave en el mundo: la impotencia o la neumonía? En el siglo pasado murieron de neumonía cerca de 4 millones de personas, la mayoría niños. En cambio, todavía está por verse que alguien haya muerto a causa de la impotencia. Sin embargo, se emplea mucho más dinero y energía en estimular la vida sexual de hombres envejecidos que en salvar la vida a los niños del tercer mundo.
La industria farmacéutica ha tenido siempre que hacer equilibrio sobre el resbaladizo límite entre sus intereses comerciales y sus responsabilidades éticas. Los laboratorios farmacéuticos han perdido interés por descubrir o mejorar tratamientos contra las enfermedades del mundo en desarrollo. La magnitud del problema para gran parte de la población mundial, es que las condiciones sanitarias están empeorando, mientras que el mercado farmacéutico no cambia. Medicamentos y vacunas son la base para reducir las muertes y enfermedades en el tercer mundo. Son las armas para luchar contra la neumonía, la tuberculosis y la diarrea, el sida y la malaria. No hay escasez de clientes potenciales. ¿Porque el cambio? Una razón es el enorme coste en investigación y desarrollo de un producto en contraste con el bajo poder adquisitivo de los potenciales consumidores. Otra razón es que las empresas están concentrando sus esfuerzos en los sectores del mercado más rentables, como las cardiopatías y el cáncer.
A pesar de que nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999) en su artículo 83 establece: la salud como derecho social fundamental y parte del derecho a la vida. Y en su artículo 84: la creación por parte del Estado de un Sistema Público Nacional de Salud, regido por los principios de gratuidad, universalidad, equidad, integralidad, integración social y solidaridad, incorporando la participación social protagónica de la comunidad en todos los aspectos de la planificación de las políticas específicas.
Desde el año 2015 existe una grave crisis hospitalaria que afecta al sector salud en Venezuela. Hemos llegado a una situación insostenible pues el servicio de salud se encuentra en una de las peores crisis de su historia. A la crítica situación existente se le suma la escasez de medicamentos y reactivos, rubros importantes para los tratamientos de los pacientes, falla en las infraestructuras de los hospitales, la inseguridad hospitalaria, afectando a todos los tratamientos de distintas enfermedades como cáncer, cardiovasculares, oncológicas, entre otras principales causas de muerte en nuestro país.
La Academia Nacional de Medicina de Venezuela expresa su profunda preocupación por la aguda crisis humanitaria en salud que vive el pueblo venezolano. Es inadmisible desde el punto de vista ético y moral que la red hospitalaria y la red primaria de salud se encuentren en precarias condiciones de funcionamiento sin que se haya hecho nada en concreto para remediarla; como consecuencia del proceso de abandono, se ha profundizado la crisis que ha alcanzado también a la red asistencial privada. En razón de la falta de medicamentos e insumos para la salud, del deterioro de las condiciones laborales y de seguridad en los ambientes de trabajo, de la carencia de personal médico calificado y de otros profesionales de la salud que han emigrado, buscando mayor seguridad personal y trabajo digno. Ni en los peores momentos de la historia republicana se había presenciado el efecto de la indiferencia e incompetencia gubernamental sobre la población toda, sin distingos de capacidad económica.
Marisol García de Yegüez
Editora Revista Salus