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Salus
versão impressa ISSN 1316-7138
Salus vol.20 no.3 Valencia dez. 2016
La educación actual en nuestro país
The current education in our country
Desde la guerra de independencia Venezuela ha intentado establecerse como una república organizada, moderna y democrática en lo político, económico, territorial, social, cultural y moral. Esto, en el tiempo, no ha sido posible. Como resultado de tantos intentos hemos logrado una república marcadamente presidencialista, con vulnerabilidad en su democracia e independencia de los poderes del Estado. Para el país, en su totalidad, son debilidades que han impedido obtener un rol preponderante y eficiente que lo beneficie.
Las diferentes versiones de la constitución de la república jamás han llegado a ser escritas con profundidad, honestidad y claridad absolutas, que garanticen los derechos y deberes de todos los venezolanos por igual. Las leyes que rigen la actividad política jamás han sido lo suficientemente claras y eficientes como para lograr una mayor calidad y moralidad en el ejercicio de esta actividad tan vital para los países democráticos.
Según el filósofo alemán Robert Spaemann, los valores no son algo por lo que optamos, sino algo previo, que se convierte en criterio de todo lo que hacemos. En su opinión, la sociedad ha llegado a un momento en el que el discurso sobre los valores se ha vuelto ambiguo, trivial y peligroso a la vez, ya no se respeta ninguna convicción sólida.
En una sociedad en la que la diversidad es característica predominante, en el concepto del pluralismo existe un contingente irrenunciable de aspectos comunes, un repertorio de asociaciones vinculado a conceptos públicamente importantes. La sociedad que se ha construido busca una esfera pública que sea neutral, pero todo queda en manos del Estado y cualquier iniciativa social es poco menos que una utopía.
La felicidad a la que todo hombre aspira no consiste en la acumulación de riqueza sino en la libertad civil, afirmó Llano, catedrático de la Universidad de Navarra y planteó que se trata de cambiar de mentalidad. Parece que la sociedad tiene que limitarse a ayudar al Estado a salir adelante, pero no es la sociedad quien tiene que ayudar al Estado sino que es el Estado quien está al servicio de la sociedad.
Los procesos económicos que vienen afectando a Venezuela y en donde hay muchas fluctuaciones erráticas en nuestra economía, así como la inestabilidad política, la corrupción a todos los niveles y la no eficiente administración de los recursos económicos por parte del Estado, han traído como consecuencia un marcado deterioro en las condiciones de vida, en general, del ciudadano venezolano.
Existen marcadas desigualdades económicas y sociales. Aproximadamente el 80% de la población vive en pobreza, situación que según estamos viendo irá incrementándose paulatinamente. Independientemente del método que se utilice para calcular los ingresos reales del trabajador venezolano, la realidad es que continúa habiendo un deterioro progresivo del salario que se acompaña de una fuerte reducción del poder adquisitivo.
Si caracterizáramos a la educación en Venezuela, podríamos decir que los programas educativos de primaria y secundaria requieren mayores revisiones para lograr una verdadera formación integral del individuo, adaptada a la realidad del país y de este mundo globalizado. Así pues, hay una masificación estudiantil, pero se ha descuidado su calidad. Todavía es reducido el número de muchachos que ingresan en éstas etapas de la educación y puedan lograr su culminación en cada una de las etapas. Es reducida, debido, casi siempre, a su precaria situación económica y el desordenado mundo familiar en el que viven. Por ello contamos con la triste realidad de niños y adolescentes, y hasta adultos, que pasaron por esas carencias afectivas, económicas y morales que, hoy en día, son convictos, drogadictos, alcohólicos, relegados sociales y marginales que deambulan por las calles y son un peligro permanente para la sociedad venezolana.
En lo que respeta a los docentes, sobre todo a nivel básico y, fundamentalmente, a nivel rural ó extraurbano, existe un porcentaje significativo de educadores que no están capacitados para la función que ejercen y que, aunado a las deficiencias remunerativas que los desmotivan, lo obligan a recurrir a otros trabajos de forma paralela para poder cubrir sus necesidades.
La universidad venezolana, autónoma y estatal, así como las universidades experimentales y politécnicas y los institutos y colegios universitarios del Estado, enfrentan situaciones de ingobernabilidad institucional: falta de presupuesto, pocos subsidios para las becas, una falsa democratización del acceso a la universidad, un deterioro de las plantas físicas, un bajo rendimiento en el desempeño del profesorado, un deterioro en la calidad y pertinencia del egresado, del desarrollo de la investigación y una baja efectividad de la extensión universitaria y de la eficiencia administrativa.
Así pues, las universidades y colegios e institutos universitarios privados se han ido adicionando en los últimos 50 años, tratando de dar un valor agregado a la educación universitaria y, efectivamente, han contribuido a mejorar los índices de preparación de los egresados universitarios. Sin embargo, al igual que los egresados de las instituciones de educación universitaria pública, a partir de 1995, fueron en parte, a trabajar y desarrollarse fuera de Venezuela porque el mercado profesional y especializado se fue achicando paulatinamente hasta hoy. Esto produjo y seguirá produciendo, a menos que cambien las políticas públicas, una fuga permanente de cerebros y gente capacitada. Igualmente, ha ocurrido con docentes que se han ido del país o han cambiado de actividad debido al rezago de los sueldos y salarios porque es un campo en el que todavía existe un mala remuneración, notándose, en los últimos años, una baja calidad de preparación generalizada en diversos profesionales poco competitivos para los actuales mercados internacionales.
Por ende, tanto en las instituciones de educación universitaria pública y privada, casi son inexistentes los programas de investigación y desarrollo y que, de existir, se quedan en papel muerto. Los resultados de esas investigaciones en la gran mayoría de los casos se pierden aunque ellos sería una contribución para las empresas venezolanas o extranjeras. Sería aportes científicos y tecnológicos que ahorrarían divisas al país y nos reconduciría al camino del crecimiento y desarrollo nacional.
La construcción democrática requiere de la participación de distintos actores políticos y sociales que intercambien valores, procesos e ideas en el seno de la sociedad civil venezolana.
Marisol García de Yegüez
Editor-Jefe Revista Salus