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Comunidad y Salud
versión impresa ISSN 1690-3293
Comunidad y Salud vol.11 no.1 Maracay jun. 2013
De espaldas al closet crónica de realidades incómodas.
Black to the closet...chronic un comfortable realities
La Constitución de la República Bolivariana de 1999, reconocida a nivel mundial como una de las que otorga mayor protección a los derechos civiles, en su Artículo 20 establece que: Toda persona tiene derecho al libre desenvolvimiento de su personalidad, sin más limitaciones que las que derivan del derecho de las demás y del orden público y social. y en el 21 señala que: Todas las personas son iguales ante la ley; en consecuencia: No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo, la condición social La ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas para que la igualdad ante la ley sea real y efectiva
Paradójicamente en su Artículo 77 especifica: Se protege el matrimonio entre un hombre y una mujer Las uniones estables de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan los requisitos establecidos en la ley producirán los mismos efectos que el matrimonio. Se hacen evidentes algunas contradicciones entre nuestra legislación, que promueve la equidad e igualdad de género entre lo masculino y lo femenino, y lo que acontece en el cotidiano, una legislación aparentemente fundamentada en una concepción binaria del mundo, que en principio propicia la exclusión, e ignora parte de nuestro ocurrir, lo diverso.
En un Taller para fortalecer la formación policial promovido y presidido por la Defensora del Pueblo de Venezuela en 2010, se encontraba también, el representante de la coordinación del Sistema de Naciones Unidas en Venezuela, quien indicó que no importa el tipo de cultura, idioma o color de piel, el 9.2% de las comunidades en el mundo son diverso sexuales, allí se une el ser ciudadano y la condición humana. Además, múltiples instancias sociales, académicas y políticas reconocen que entre un diez y un treinta por ciento de la población general tiene o ha tenido comportamientos y orientaciones sexuales en el transcurso de sus vidas, diferentes a la heterosexualidad dominante y que convencionalmente es conocida como población sexogénerodiversa o LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales).
Hoy debemos reconocer el casi total desconocimiento que tenemos, en todos los ámbitos, desde lo cotidiano a lo académico e institucional, de la magnitud que representa la población sexogénerodiversa del total de la población mundial o nacional, más allá de especulaciones y estimaciones informales. Así mismo, desconocemos el impacto negativo que las condiciones discriminatorias impuestas a la convivencia por nuestra sociedad a dicha población, estaría provocando en su condición de salud. Lo que decimos y hacemos, lo hacemos a ciegas, y es así porque pareciera que no queremos mirar, ni mirarnos, como sociedad. La falta de información es generalizada acerca de esta compleja realidad, en la cual múltiples evidencias empíricas nos muestran a una población discriminada, excluída, maltratada, y sobre todo invisibilizada.
¿Acaso la pregunta es pertinente, acaso es correcta, acaso es necesaria, o será muy incómoda acaso esperamos se resuelva espontáneamente? , sin embargo está allí, imperturbable y sobre todo revelando dolorosos, inocultables e indiscutibles impactos en la salud de la población
La defensa y reivindicación de la diversidad humana es factible y practicable en tanto se ajuste a inefables valores y principios históricamente establecidos, en tanto sea política y moralmente correcta, en tanto no se atreva a mostrarnos y demostrarnos la realidad a pesar de dicha moral, en tanto no toque aspectos de nuestra vida que nos resulta incómodo conocer y ventilar, como la sexualidad. Eso puede ayudar a entender, que a pesar de las históricas resistencias desde el modelo patriarcal, las conquistas del género femenino hayan sido posibles. Nos re-conocemos como diversos sin conocernos en la diversidad de expresiones de nuestra naturaleza como seres humanos vano re-conocimiento fundado en la conveniente ceguera de nuestra diversidad. La hipocresía tiene muchos matices, fundamentos justificaciones valores , por cierto, en tanto no se reconozca a sí misma como tal. Su poder es tan grande que le impide mirarse, le impide re-conocerse o apenas conocerse Se dice que los paradigmas tienen el poder de hacernos ver la realidad de una determinada manera, pero además, y con mucha más fuerza, de impedirnos verla de otras
En nuestras sociedades se tiende a invisibilizar, patologizar, cuestionar y castigar a aquellas personas cuyo género entra en abierta contradicción con el sexo asignado socialmente, o no puede ser claramente registrado y calificado dentro de los códigos binarios dominantes. Toda expresión de género confusa o ilegible es automáticamente transformada en una versión desmejorada, caricaturesca y distorsionada del modelo binario: hombre/masculino y la mujer/femenina. Paradójicamente ese ejercicio de caricaturización no hace más que recordarnos que existen personas que no quieren ser normales, que no se conforman con la normalidad hegemónica y santificada, que no se asimilan.
Resulta preocupante que los criterios que sustentan la normalidad, la legalidad, y la legitimidad visible en nuestras sociedades parecen sustentarse en máximas como: Lev 18,22: No te acostarás con varón como con mujer; es abominación.
Lev 20,13: Si alguien se acuesta con varón, como se hace con mujer, ambos han cometido abominación: morirán sin remedio; su sangre caerá sobre ellos. Rom 1,27: Igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío.1 Cor 6,9-10: ¡No os engañéis! Ni los impuros... ni los afeminados, ni los homosexuales...heredarán el Reino de Dios. El miedo a lo desconocido y el temor a Dios prevalecen sobre los derechos civiles, y modelan (o pretenden modelar) el comportamiento de la Sociedad ignorando la diversidad. Al respecto el Papa Juan Pablo II señaló: Lo que no es moralmente admisible es la aprobación jurídica de la práctica homosexual. Ser comprensivos con respecto a quien peca, a quien no es capaz de liberarse de esta tendencia, no equivale a disminuir las exigencias de la norma moral. Y refiriéndose a una resolución del Parlamente Europeo sobre este tema, añade: El Parlamento ha conferido indebidamente un valor institucional a comportamientos desviados, no conformes al plan de Dios: existen las debilidades -lo sabemos-, pero el Parlamento al hacer esto ha secundado las debilidades del hombre.1 Y estas posturas no son exclusivas de la jerarquía de la llamada Iglesia Católica; podríamos llenar miles de páginas con argumentaciones semejantes planteadas e impuestas desde diversas confesiones religiosas, morales, políticas, económicas lo que nos recuerda que somos ante todo, diversos, y no necesariamente pecadores y pecadoras.
Ante lo incómodo de esta compleja realidad, que no puede ser desaparecida mágicamente con palabras; que se manifiesta cotidianamente en la discriminación, el maltrato y la exclusión; que en el campo de la salud provoca impactos vergonzosamente desconocidos por la sociedad y las autoridades competentes, la solución ha sido invisibilizar, mirar a otro lado, y esperar con mucha Fe a que la situación cambie por obra y gracia de poderes sobrenaturales, y se haga normal, parafraseando a Juan Pablo II, se reajuste al Plan de Dios, no resulta ético permanecer indiferentes. Son conocidos los ingentes esfuerzos e inversiones realizados por grupos de investigación y connotados laboratorios para demostrar el origen genético de la homosexualidad y/o documentarla como patología. Es un hecho su clasificación como enfermedad por asociaciones profesionales y científicas en diversos países, recomendando esquemas de tratamiento según el caso. Pero la homolesbotransfobia que es la responsable directa del maltrato, exclusión, etc. no es mencionada ni siquiera como trastorno sicológico o sociopatía. Mientras tanto, en clara complicidad, nuestras Universidades y demás casas de estudio de-forman profesionales capacitados y capacitadas para ignorar la diversidad; los Ministerios de Salud no incluyen en sus Planes y Programas la atención a la población sexogénerodiversa (a menos que sea para las Infecciones de Transmisión Sexual o VIH), y nuestra institucionalidad (en el caso de Venezuela) desconoce sistemáticamente la Constitución y nuestro Marco Legal, que parecen (por añadidura) inspirarse más en dogmas de Fe que en el respeto a la dignidad de los seres humanos, la libertad y la autonomía. Preferimos mantenernos de espaldas al closet.
Esta publicación cedida generosamente por la Revista Comunidad y Salud, recoge el producto de varios grupos de trabajo e investigación en nuestro país, y quiere ampliar el espacio para el necesario debate desde diversas y complementarias corrientes alrededor del tema del género. El feminismo con sus diversas expresiones e innegables aportes en la lucha por la igualdad y la equidad de género; la sexología que ha colaborado ampliamente en una mejor comprensión de las realidades humanas; la epidemiología como herramienta fundamental en el conocimiento de la salud y la vida más allá de la enfermedad; y la epistemología que nos permite movernos productivamente entre la teoría y la práctica social en el proceso de construcción del conocimiento; estas, y todas las corrientes y disciplinas que puedan y quieran acercarse y acercarnos en esta tarea.
Consideramos que resulta impostergable adecuar nuestra legislación, nuestros Programas de Atención a la Salud, nuestros Programas de Formación de Personal de Salud. Poner en discusión la vigencia de valores y principios que orientan nuestra vida en Sociedad, dejar de mirar hacia otro lado, y permitirnos mirar a todas partes, permitirnos conocer y conocernos. Frente a lo monumental y complejo de estas tareas, y reconociendo de entrada nuestra desinformación y nuestras deformaciones profesionales, morales, sociales, políticas nos planteamos colaborar en la medida de nuestras posibilidades, reunir voluntades, esfuerzos, trabajo colaborar para hacer visible esta parte escondida de la realidad, y sobre todo generar respuestas y propuestas para la construcción de un mejor mundo en el que el closet no sea necesario, y todos los seres humanos seamos libres para ser felices. 1Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, 1 de octubre de 1986; Algunas consideraciones acerca de la respuesta a ciertas propuestas de ley sobre la no discriminación de las personas homosexuales, L»Osservatore Romano, 31 de julio de 1992, p. 7; Juan Pablo II,
Pedro Enrique Villasana López 1
1 Docente-Investigador. Unidad de Investigación y Estudios en Salud Pública. Facultad de Ciencias de la Salud-Sede Aragua. Universidad de Carabobo. Correspondencia: pedrovillasana@hotmail.com