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Comunidad y Salud
versión impresa ISSN 1690-3293
Comunidad y Salud vol.11 no.1 Maracay jun. 2013
Desandando las rutas de la masculinidad.
Maria Cristina González Moreno 1, Daisy Camacaro Gómez 2
1 Doctora en Ciencias Sociales. Docente Investigadora. Unidad de Investigación y Estudios en Salud Pública. Universidad de Carabobo, Núcleo Aragua.
2 Doctora en Ciencias Sociales. Docente Investigadora. Unidad de Investigación y Estudios de Género "Bellacarla Jirón Camacaro" Universidad de Carabobo. Correspondencia:daisycve@yahoo.com
RESUMEN
Este ensayo intenta desarrollar aspectos puntuales en función de la comprensión de un tema que hoy por hoy ocupa un lugar importante dentro de la investigación genero- sensitiva: Los estudios sobre masculinidades. Las mujeres a partir de la aparición del primer movimiento feminista durante el siglo XVIII, han dado cien pasos adelante en procura de su visibilizacion y reconocimiento. Los hombres se quedaron abrazados en su trinchera patriarcal. Asomándose tímidamente al paso del tiempo, han comenzado a desandar las rutas de la masculinidad. Es a partir de los años setenta, cuando comienzan los hombres a pensarse a sí mismos gracias a la influencia de los movimientos feministas, quienes desde diferentes trincheras ideológicas, posibilitaron insuflar un pensamiento opuesto a la llamada ilussio viril. Aparecen en el escenario toda una serie de interrogantes sobre las inequidades sociales sufridas por el hecho de ser hombres. Con la incorporación del género dentro de la discusión feminista, se ha producido una interesante ruptura epistemológica con el pensamiento esencialista - universalista. El género como construcción teórica cuestiona la relación naturaleza/ cultura y toda la visión tanto de lo femenino como de lo masculino derivada del sexo biológico exclusivamente. El ensayo desarrolla aspectos relacionados con las crisis de la masculinidad. Se abordan los nudos críticos que ha tenido que enfrentar la masculinidad en su proceso de construcción y deconstrucción identitaria existiendo un punto de tensión entre las voluntades y los dispositivos sociales.
PALABRAS CLAVE:
Masculinidad, patriarcado, género Modelos de desarrollo.Retracing the routes of masculinity
ABSTRACT
This paper attempts to develop specific aspects depending on the understanding of a subject that today occupies an important place in gender-sensitive research: Studies on masculinities. Women from the appearance of the first feminist movement in the eighteenth century, have given a hundred steps forward in pursuit of its visibility and recognition. The men were embraced in his trench patriarchal. Shyly peeking over time, have begun to retrace the routes of masculinity. It is from the seventies, when men begin to think of themselves thanks to the influence of the feminist movement, who from different ideological trenches, allowed to breathe a thought opposite ilussio call manly. Springing a series of questions about social inequities suffered by virtue of being men. With the incorporation of gender within feminist discussion, there has been an interesting epistemological break with essentialist thinking - universalism. Gender as a theoretical construct questions the relationship nature / culture and the whole vision of the feminine as well as masculine exclusively derived from biological sex. Develop aspects of the crisis of masculinity. It addresses the critical problems that has faced masculinity in the process of identity construction and deconstruction.
KEY WORDS:
Masculinity, patriarchy, gender Development models.Recibido: Diciembre, 2012 Aprobado: Marzo, 2012
DESPEJANDO HORIZONTES
Una de las características más ilustrativas de estos tiempos son los vientos de cambio. Las culturas se trastocan, lo global y lo local se amalgaman en una danza compleja de contradicciones y similitudes a la vez. Dentro de los grandes cambios epocales no podemos dejar de mencionar la transformación de las identidades genéricas y la aparición de nuevas relaciones entre los géneros. Aparecen en el escenario las sexualidades periféricas basadas en la resistencia a los valores tradicionales (heterosexualidad, monogamia). Los vientos transformadores han traído aparejado entre sus alas, cambios en la estructura identitaria específicamente en los hombres. Las mujeres a partir de la aparición del primer movimiento feminista durante el siglo XVIII, han dado cien pasos adelante en procura de su visibilización y reconocimiento. Los hombres se quedaron abrazados en su trinchera patriarcal. Asomándose tímidamente al paso del tiempo, han comenzado a desandar las rutas de la masculinidad. "La gran paradoja de nuestra cultura patriarcal es que las formas dañinas de masculinidad dentro de la sociedad dominada por los hombres son perjudiciales no sólo para las mujeres sino también para ellos mismos".1 La construcción de las masculinidades ha sido una fuerte representación simbólica que ha permanecido intocable a través de los tiempos. Situación ésta que ha obedecido a una naturalización de lo masculino y a un arduo trabajo sociocultural como símbolo de construcción de un self que ha dominado la escena desde los tiempos perdidos en la memoria. Badinter,2 señala que en el devenir masculino se cruzan toda una serie de factores sicológicos, sociales, culturales que trascienden lo genético.
Es a partir de los años setenta, cuando comienzan los hombres a pensarse a sí mismos gracias a la influencia de los movimientos feministas quienes desde diferentes trincheras ideológicas, posibilitaron insuflar un pensamiento opuesto a la llamada ilussio viril. Surgen toda una serie de interrogantes sobre las inequidades sociales sufridas por el hecho de ser hombres. Sin lugar a dudas, el feminismo logro como bien señala Badinter desnudar al rey.2
Las investigaciones sobre las masculinidades se nutren de las reflexiones de las feministas. Los estudios sobre esta temática han tenido como norte, colocar sobre es escenario el conflicto que enfrentan los hombres ante los cambios socio culturales. Desde el pensamiento patriarcal estas miradas se han visto fuertemente confrontadas y desvalorizadas en sus planteamientos vanguardistas. Desandando las rutas de la Masculinidad.
Surgen en los Estados Unidos y en Europa, los primeros estudios sobre masculinidades. Denuncias sobre lo que significa ser hombre en una sociedad montada sobre la imagen del macho fuerte, viril, poderoso. Las mujeres, señala Badunter,2 han sido las grandes responsables del desvanecimiento del universal genérico: hombre.
Ser hombre histórica y culturalmente representó el ejercicio del poder. Bordieu,3 precisa que la "illusorio viril" es el fundamento de la libido dominandi sello ideológico del patriarcado. El patriarcado toma al hombre como lo humano por excelencia. En este sentido, lo femenino es lo no humano, lo negativo, lo inferior, lo otro.
Mirada que ha dominado el pensamiento filosófico occidental hasta nuestros días. Los Habitus en la perspectiva de Bordieu,4 son producto de la encarnación de la relación de poder que lleva a conceptualizar la relación dominante/ dominado como algo natural. En tanto tal, la dominación masculina, está anclada en nuestro inconsciente, en las estructuras simbólicas y en el magma de las instituciones.
Dicho de otra manera, la dominación es una construcción social biologizada y los habitus subjetividad inconsciente socializada.
El patriarcado podemos definirlo como la supremacía masculina institucionalizada. Según el diccionario de la Real Academia Española el patriarcado es conceptualizado como dignidad de patriarca. Organización social primitiva donde la autoridad es ejercida por un varón jefe de cada familia, extendiéndose este poder a los parientes aún lejanos de un mismo linaje. Etimológicamente hablando, significa "gobierno de los padres". Lo masculino representó el poder (dynamis) y lo femenino la carencia (adynamis). El hombre como portador del semen, es la esencia, la razón (infirmitas sexus), las mujeres lo defectivo (imbecilitas mentís).
El hombre tiene el privilegio de generar la especie por el hecho de poseer el semen. Su semen posee una sustancia llamada Kratein que en griego significa Kratos (poder). En consecuencia, es el hombre el único que posee por su condición humana el manejo del poder.5 Sin lugar a dudas, queda plenamente justificada la relación poder- sumisión. La biología se convierte así en el fundamento epistémico de las prescripciones sociales y el hombre, el criterio a partir del cual se mide a la mujer y el universal genérico por excelencia.
En este sentido, lo femenino es lo no humano, lo negativo, lo inferior. Mirada que ha dominado el pensamiento filosófico occidental hasta nuestros días. El uso del término a partir de los años sesenta como expresión de la teoría feminista, alude a la hegemonía masculina en las sociedades antiguas y modernas. Sin lugar a dudas, el feminismo como crítica de la cultura patriarcal se concreta no solo como crítica epistemológica sino como crítica ética.6
EL ANCLAJE DEL CONCEPTO DE GÉNERO EN LA VISIBILIZACION DE LAS IDENTIDADES MASCULINAS
Sin lugar a dudas, la categoría de género es una de las contribuciones teóricas más importantes del pensamiento feminista contemporáneo. Con la incorporación del género dentro de la discusión feminista, se ha producido una interesante ruptura epistemológica con el pensamiento esencialista y universalista. El género como construcción teórica cuestiona la relación naturaleza/ cultura y toda la visión tanto de lo femenino como de lo masculino derivada del sexo biológico exclusivamente. La teorización sobre el género comienza a estudiarse a finales de la década de los 70, hasta ese momento los estudios giraron en torno a la condición social de las mujeres exclusivamente.
Esta mirada reduccionista estableció unas relaciones jerárquicas en base a la división social y sexual del trabajo. La perspectiva de género ha contribuido a repensar la identidad genérica derivada de lo biológico. En tanto tal, al ser considerados los hombres el modelo humano por excelencia y sujetos únicos y universales, a las mujeres se les impusieron unas relaciones de poder- sumisión que han impactado la vida de unos y otras.
El género como construcción cultural, permite visibilizar las relaciones asimétricas de poder que han existido a lo largo de la historia.
Al implicar relaciones jerárquicas, el género posibilita visibilizar el problema del poder en las relaciones entre hombres y mujeres lo que nos remite al patriarcado y todo lo que ello ha implicado para las mujeres: exclusión, desvalorización, opresión, subordinación. Al implicar el género un sistema simbólico, es la expresión más concreta de la asignación de significados atribuyendo valor, prestigio o desprestigio según se sea mujer u hombre. Como sistema binario, lo masculino y lo femenino tienen valoraciones totalmente diferentes, condición ideológica que marca profundas brechas de inequidad social tanto para los hombres como para la mujeres. Como categoría analítica relacional, permite captar el sentido de prácticas y conductas tanto individuales como institucionales lo que le imprime un gran valor heurístico. Como herramienta hermenéutica en el estudio de las masculinidades, abre caminos para incorporar dentro de la construcción del conocimiento, nuevos temas de interés los cuales han contribuido a ensanchar la mirada en función de tener una visión mucho más clara y una visibilizacion de las desigualdades e inequidades vividas por los hombres intra e intergenéricas. Al cuestionar los universales genéricos hombre/ mujer, cultura/ naturaleza está contribuyendo a fracturar el régimen social de representaciones imperantes, Gayle7 señala que las sociedades estructuran determinados sistemas sexo/ género los cuales difieren de cultura en cultura. Los aportes de la categoría de género han sido fundamentales para la incorporación de los hombres en el análisis societal permitiendo confrontar el marcado esencialismo responsable de unas representaciones ideológicas que es necesario desanudar a fin de dar voz a quienes han estado protegidos por el poder de la biología.
Las feministas europeas influenciadas por el Psicoanálisis lacaniano, toman distancia del enfoque dicotómico del género planteando la existencia de una realidad síquica responsable de la determinación sexual. Trabajan con tres tipos de registros: lo real, lo imaginario y lo simbólico. Precisan que la determinación sexual esta en el inconsciente. Introducen el concepto de diferencia sexual, como el discurso que da forma a la acción y hace posible la construcción de la identidad sexual. Defienden una realidad síquica distinta a la esencia biológica o a las marcas implacables de la socialización. La determinación sexual está en el inconsciente y se construye independientemente de la anatomía. La identidad sexual esta impuesta en un sujeto que es fundamentalmente bisexual. La diferencia sexual no es una construcción social sino una construcción sexo/ significación, sexo/ substancia.
Para Butler,8 el cuerpo es moldeado por la cultura mediante el discurso, de allí su idea de la deconstrucción del género como un proceso de subversión cultural. Para la autora, el género es solo un performance, algo que se hace, algo que se actúa. Va más allá del marco binario y ser femenina o masculino es simplemente una performance cultural. Una puesta en escena que deja de lado al cuerpo. Tomando prestadas palabras de la autora, no somos sino la sumatoria total de las expresiones generizadas que representamos. Propone un total desenmascaramiento de todos los conceptos de identidad, acción y autonomía. Butler8 representa una de las posturas más vanguardistas del discurso feminista post- estructuralista marcando distancia sobre el proceso de socialización.
Los nuevos trabajos histórico-deconstructivistas siguen los pasos de Foucault,9 quién recomienda desencializar la sexualidad.
Como podemos ver, la categoría de género encierra toda una polisemia cognitiva que nos invita a subvertir el orden impuesto. No toda la experiencia está marcada por el género (construcción social) sino que también está sellada por la diferencia sexual entendida ésta como subjetividad inconsciente.
Reivindico al género como perspectiva de análisis, como construcción social. Tomo distancia de su marcado binarismo y toda la exclusión que encierra. Por otra parte, me enamoran las Psicoanalistas en la defensa de las mediaciones psíquicas para profundizar en la comprensión de los procesos inconscientes y su influencia en la constitución de la diferencia sexual. Las categorías binarias son peligrosas porque desdibujan la complejidad de lo real en detrimento de esquemas simplistas y condicionantes. Este dualismo opositivo ha sido el responsable de la representación de un sexo dominante identificado con el mal y un sexo oprimido identificado con el bien, una suerte de maniqueísmo que no permite ver la gama de complejidades que involucra las múltiples masculinidades y femineidades. Se hace imprescindible establecer estrategias de deconstrucción de la mirada binaria fin de dislocar el orden y subvertir su jerarquía. Desplazamientos de los márgenes al centro y viceversa. Desplazamientos en todas direcciones. Los sujetos son múltiples y cambiantes. Una pluralidad de yoes.
MASCULINIDADES EN CRISIS?....
Cuando hacemos referencia a crisis, no nos estamos refiriendo a procesos de quiebre generacional sino a procesos conflictivos que viven los hombres sin concienciar realmente lo que está sucediendo y por supuesto, sin tener claro, cómo abordar o asumir en la vida cotidiana los cambios societales que se están produciendo. Crisis de masculinidad es el término más utilizado para dibujar las confrontaciones que se producen en cada momento de cambios y transformaciones culturales.
En los siglos XVIII y XIX, se produce lo que pudiéramos llamar la primera crisis de la masculinidad veamos: Las Preciosas francesas fueron las primeras mujeres que se consideraron emancipadas confrontando los sellos patriarcales impuestos. Las Preciosas como movimiento, lucharon por lograr reconocimiento social reclamando el derecho a la educación. Sus quejas más fuertes estuvieron centradas en el matrimonio como expresión de la sociedad falocrática. Denunciaron el autoritarismo de los maridos y de los padres, derecho al placer, igualdad sexual. Se mostraron hostiles a la maternidad.
Frente a estos innovadores planteamientos, los hombres se organizan conformando el movimiento de los Preciosos quienes alineados con las mujeres, intentaron denunciar el poder patriarcal. Este movimiento de hombres adoptó una forma de vivir y actuar muy femeninas: pelucas largas, plumas extravagantes, perfumes, maquillaje. Estos hombres asumieron un trato más condescendiente y equitativo.
Durante los Siglos XIX y XX se produce lo que se conoce como la segunda crisis de la masculinidad. Su espacio geográfico: Europa y Estados Unidos. Debido a las exigencias de la industrialización y el afianzamiento de la democracia, las mujeres se dejan oír con fuerza. Inserción de la mujer en el espacio laboral, transformación de la familia nuclear, conquista del espacio de lo público, liberación femenina. La educación abre nuevas oportunidades para las mujeres quienes accedieron a estos espacios irrumpiendo en áreas del conocimiento históricamente destinadas para los hombres. Los movimientos feministas reclamaron derechos y espacios para el ejercicio de la ciudadanía. Ante estos avances, los hombres asumen una postura hostil frente a la amenaza de pérdida de identidad, fuerza y poder.
"La crisis masculina obedece primero a un proceso complejo de cambio cultural a partir del cual se advierte la emergencia de nuevas estructuras simbólicas en la que las mujeres comienzan a desarrollar habilidades tradicionalmente resguardadas a los hombres, poniéndose en peligro su capacidad proveedora y colocando en riesgo su autonomía. La situación podría resumirse en incapacidad masculina para resignificar las nuevas condiciones culturales y asumir un nuevo patrón genérico que lo libere de las imposiciones de la cultura machista".10
"De hecho interesa reflexionar sobre las consecuencias que el cambio cultural tiene sobre las identidades de género de hombres y mujeres, lo cual al generar un espacio temporal en el que se transforman los símbolos genéricos que representan las identidades masculinas y femeninas; supone una crisis en la identidad de los hombres".10
Badinter,2 recoge en este texto el espíritu de la época. "En una civilización en la que la mujer se ha masculinizado radicalmente y en la que la feminidad ya no representa en absoluto un refugio para el hombre, la mujer emancipada se convierte en un hombre en cuerpo femenino".
Como expresión de estos quiebres, la intelligencia masculina se da a la tarea de demostrar la debilidad ontológica de la mujer con toda suerte de calificativos: la mujer se mueve a partir de sus instintos más primitivos : celos vanidad y crueldad. Su verdadera vocación deba ser la maternidad y, en tanto tal, todas las mujeres emancipadas son malas madres. Queda bien claro que para que los hombres pudieran recuperar su virilidad las mujeres debían volver a sus espacios naturales. Es necesario que las mujeres se pongan la máscara del eterno femenino para calmar a los hombres en sus dudas sobre la masculinidad. Surgen en la literatura y en la gran pantalla los cow boys, tarzan, batman, el zorro, superman, y pare usted de contar. Para Badinter,11 las guerras resolvieron momentáneamente la crisis de masculinidad durante el siglo XX devolviéndoles simbólicamente el poder, la fuerza, la valentía.
En la actualidad los especialistas en Men Studies rechazan la idea de una masculinidad única. Cuestionan las posturas relacionales y asumen toda una compleja plasticidad humana. No existe un modelo masculino universal. La masculinidad no constituye una esencia sino todo lo contrario, toda una compleja trama de aspectos. Estamos frente a una multiplicidad de masculinidades como bien lo reconoció Mead,12 en sus investigaciones dentro de diversos grupos étnicos.
La masculinidad se manifiesta de manera distinta según el contexto, la época, la cultura, el ciclo de vida, etc. La masculinidad se aprende y se construye por lo tanto puede ser modificada permanentemente.
LA IDENTIDAD MASCULINA
Tradicionalmente, La identidad masculina se define por oposición a lo que es femenino. El hombre para hacer valer su identidad masculina debe convencer a los demás que nos es una mujer, que no es un bebe y que no es un homosexual. La masculinidad necesita moldearse y demostrarse constantemente. "Nos comportamos como si la feminidad fuera natural, ineluctable, mientras que la masculinidad debe adquirirse pagándola muy caro" .." demuestra que eres un hombre".2
Deberes, pruebas, demostraciones son exigencias que evidencian el reto que tienen los hombres que asumir para construir su masculinidad. A decir de Gunter Grass,13 el hombre es un muñeco de feria, teatro de la angustia y la desesperación. El miedo a la pasividad y a la feminidad es un fantasma en la vida de los hombres.
En el sistema patriarcal se han utilizado múltiples caminos para lograr que los niños se conviertan en hombres. Se utilizan ritos iniciáticos, confrontaciones o pruebas de identidad masculina. El hombre ha de hacerse estoicamente, soportando pruebas para demostrar virilidad. Una de las características de la masculinidad es la heterosexualidad. " la posesión de una mujer refuerza la alteridad deseada, alejando el espectro de la identidad: tener a una mujer para no ser mujer".11 En la antigüedad la homosexualidad permitía consolidar la identidad futura de los hombres.
Es solamente en el siglo XIX cuando se define la identidad masculina a partir de la preferencia sexual. Ellis,14 define al homosexual con una concepción anómala congénita. A partir de allí pasa la homosexualidad a ser considerada una enfermedad. Se crea el término heterosexual para describir los patrones de normalidad enlazándose la identidad del género con la identidad sexual. A partir de ese momento, la homosexualidad pasa a ser considerada una enfermedad para luego ser definida como degeneración. Ningún hombre a finales del siglo XIX, era considerado normal si antes no afirmaba su identidad sexual. Sin lugar a dudas, la identidad sexual se convierte en destino. Se crea el concepto de heterosexualidad para enlazar de manera indisoluble la identidad de género con la identidad sexual. El sexo pasa a ser la verdad última del ser.11 El homosexual es considerado un peligro para la nación y para las familias y por supuesto, un traidor a la causa masculina. Badinter11 señala que la estigmatización de los homosexuales es el resultado de un perverso proceso de clasificación de las sexualidades.
Weeks,15 precisa que las prácticas homosexuales han existido desde tiempos remotos y aceptadas como valor de identidad. Con la aparición de la sexología, se le etiqueto convirtiéndose en un enmarañado sistema clasificatorio. Denominar supuso encarcelar.
Freud,16 fue el más tolerante y el más clarividente de los estudiosos de la homosexualidad. Gracias a su teoría de la bisexualidad originaria, reconoce que todos los seres pueden tomar como objeto de identificación sexual a personas del mismo sexo o del sexo opuesto. Defiende el aspecto natural y no patológico de la homosexualidad en contra de los sexólogos defensores de la existencia de un tercer sexo o de un sexo intermedio. Afirmaba Freud16 que la homosexualidad es tan compleja como la heterosexualidad. En la obra " Un recuerdo de infancia de Leonardo da Vinci publicada en 1910 señalaba : "No solo somos todos capaces de una elección homosexual, sino que todos en un momento dado, la hemos practicado aunque, después, unos la hayan relegado al inconsciente y otros se defiendan manteniendo una enérgica actitud contraria a ella".
Después de la segunda guerra mundial el informe Kinsey publicado en 1948, hizo interesantes aportes a la tesis sobre la bisexualidad humana. Existen tendencias homo y heterosexuales en la mayor parte de los seres humanos, señalaron.
Más tarde Masters y Johnson consolidaron la tesis de Kinsey con sus propias investigaciones; echando por tierra como se han construido los destinos tanto masculinos como femeninos marcados exclusivamente por la biología y no por la cultura. Esta fuerte marca ideológica fue reproducida por la familia, la educación, el estado y por diferentes dispositivos ideológicos que conforman el imaginario simbólico de la sociedad.
En la primera mitad del siglo XX, las sufragistas abrieron espacios interesantes para el logro del reconocimiento de las mujeres dentro de los espacios públicos. Los cambios demográficos, la incorporación masiva de las mujeres a los espacios educativos y al mundo del trabajo entre otros factores, permitieron colocar en las agendas de los organismos tanto nacionales como internacionales a finales de siglo, la discusión sobre las inequidades de género, incluyendo en sus análisis a los hombres.
La utilización de la categoría de género dentro de los diferentes marcos regulatorios contribuyo a acelerar cambios significativos para el logro de la equidad. Dentro de los avances puntuales podemos señalar los primeros estudios sobre masculinidades. Los hombres comenzaron a darse cuenta de la subordinación de la cual eran objeto. Durante décadas los modelos de desarrollo implementados en la región, se caracterizaron por un total olvido de los hombres. Era necesario revertir esta tendencia y comenzar a pensar en las identidades invisibles. Esta invisibilidad a decir de Kimmel,17 es consecuencia del poder y el privilegio que han tenido los hombres en una sociedad patriarcal. El universal genérico como medida de todas las cosas.
Los estudios sobre la masculinidad surgen en el mundo anglosajón en la década de los 70. Visualizar que la construcción social de las relaciones de género atravesaba no solo las prácticas y subjetividades de las mujeres, sino también la de los hombres constituyó el punto de partida para politizar las identidades masculinas. Sin lugar a dudas, la influencia de los diferentes feminismos fue el acicate para el inicio de esta nueva mirada. Los primeros grupos de discusión se ubicaron dentro del socialismo pro feminista denunciando al patriarcado como expresión de la lógica de dominación. Los cambios en la identidad femenina han originado cambios en la identidad masculina. Las feministas analizaron la masculinidad como expresión de una estructura de privilegios. Un capitalismo patriarcal responsable de la división social y sexual del trabajo. En tanto tal, esa construcción social puede ser transformada.18
Comienzan a trazarse los primeros caminos para el análisis sobre la masculinidad y su abordaje como componente fundamental en las políticas públicas.
Bordieu,3 precisa que todos nuestros conceptos y estructuras cognitivas son a la vez fruto del sistema de dominación. Connell,18 señala que la ciencia occidental está totalmente masculinizada. Seidler,19 ubica al iluminismo como el espacio histórico social donde se da la división tajante entre naturaleza y razón y por supuesto la asunción de la superioridad de la razón frente a la emoción. Punto de partida para la construcción de la masculinidad moderna.
EN LAS RUTAS DE LA MASCULINIDAD - LOS NUDOS CRITICOS
Iniciamos este aparte haciendo referencia a los nudos críticos que ha tenido que enfrentar la masculinidad en su proceso de construcción y deconstrucción identitaria.
Primer nudo crítico: relación entre la naturaleza y la cultura en las identidades masculinas
La interrogante que ha asaltado ha estado girando en torno a si el hombre está sobre determinado por la biología o indeterminado por la cultura. Las corrientes más conservadoras mitopoéticas y espirituales consideran que existe una esencia masculina profunda e inmutable. La visión esencialista del eterno masculino.
Por otra parte, las corrientes pro feministas socialistas señalan que la masculinidad es un producto histórico- social. Las posturas relativistas culturales despojan a los cuerpos de significaciones en la subjetividad y en el interjuego social. Otros consideran que la masculinidad es un producto emergente entre lo biológico y lo cultural. Sin negar las determinaciones físicas o materiales, la mirada hay que volcarla sobre el cuerpo como expresión de las relaciones de poder entre hombres y mujeres.
"Es evidente que es en el terreno del cuerpo en donde se presenta la diferencia sexual entre mujeres y hombre. Lo que no es tan evidente es que la diferencia en los órganos reproductivos genere naturalmente un territorio emocional y productivo tan distinto para unos y otras, ni que los cuerpos no estén a su vez filtrados por las normas sociales e incluso por las practicas económicas e institucionales".20
Segundo nudo crítico: la masculinidad entre la construcción individual o relacional
Sin lugar a dudas la masculinidad existe en tanto existe la feminidad. Por lo tanto es un concepto relacional. Lo masculino supone toda una serie de patrones, conductas, representaciones atribuidas a lo masculino distintas a las consideradas propias de lo femenino. Sistemas de oposiciones binarias donde los hombres construyen su masculinidad. Ser un verdadero hombre es ante todo no ser mujer.11 Queda bien claro que la construcción de lo masculino opera como una suerte de huida de lo femenino, validación homosocial, aprobación de sus pares hombres y en consecuencia, homofobia.
La construcción de la masculinidad es referencial y lo referencial es la oposición a lo femenino. Los hombres se afirman de tres maneras: mostrándose a sí mismos y a los otros que no son mujeres, que no son bebes y que no son homosexuales.11 " no hay una construcción identitaria independiente de la simbolización de las relaciones entre los géneros, sino que la misma se activa en una trama de prácticas sociales que incluyen los vínculos de los hombres con las mujeres y con otros hombres".20
Tercer nudo crítico: elección individual o coerción social en la construcción de identidades.
La construcción de la identidad masculina no responden meramente a elecciones personales ni exclusivamente a formatos socio culturales." Hombres y mujeres se comprometen con las prácticas periódicas de creación de masculinidades y feminidades y a la vez, sus identidades de género son filtradas por instituciones y normas legales. Aunque hay un margen de elección individual, el modo de asimilar los mandatos sobre dichas identidades, esa libertad no es completa".20
Existe un punto de tensión entre las voluntades y los dispositivos sociales, en tanto tal, cualquier intento de abordar las masculinidades tiene que mirar hacia esos dos espacios: la elección individual de la identidad y el orden social que atraviesa el pensamiento, las prácticas y todas las relaciones.
La masculinidad se construye, se aprende, se practica y está vinculada al terreno de la acción, del movimiento y no al escenario de lo estático y lo predeterminado. Gilmore21 considera que la masculinidad se construye desde un ideal que no es simplemente un reflejo de la psicología individual, sino parte de una cultura que determina una representación colectiva.
Las identidades masculinas se imbrican en una gama de posiciones identitarias donde se articulan la clase social, el ciclo de vida, el territorio social, la etnia, la opción sexual; aspectos fundamentales que inciden en las relaciones intra e intergéneros.
MASCULINIDADES EN LA MIRA
Además de los prototipos de masculinidad sellados en la sociedad patriarcal, es preciso señalar que tipos esperables para los hombres pueden entre cruzarse o contradecirse. No hay un modelo fijo, universal. Existen toda una gama de heterogeneidades las cuales son reflejo de la compleja red de interrelaciones que se dan inter e intra genéricas. Existen variadas formas de vivir y valorar el hecho de ser hombre.
Por otra parte, es sano recalcar que los sellos ideológicos de la modernidad han permeado la construcción de las identidades masculinas. Al respecto Connell,18 establece cuatro tipos de masculinidades:
Masculinidad hegemónica: Reproducción del la lógica patriarcal.
Masculinidad subordinada: entre hombres existen relaciones de dominación y subordinación. El hombre inferior construido así por la lógica homofóbica. Los gay dentro de esta lógica son vistos como lo inferior, lo otro.
Complicidad: Existen hombres que no responden al tipo ideal de masculinidad hegemónica.
Masculinidad marginada: las masculinidades marginadas están conformada por grupos humanos considerados inferiores en relación a sus congéneres blancos fundamentalmente. Segregación racial hacia los afro descendientes e indígenas.
Dentro de la discusión en torno a la masculinidad hoy por hoy la reflexión está orientada a liberarse de los roles prefijados socialmente. Es decir, hablar de nueva masculinidad significa una apuesta por el cambio de lógica en un campo donde la herencia patriarcal tiene aún muy buena salud. Estas nuevas visiones tienden a construirse en las grandes ciudades, los hombres que pueblan zonas rurales aun permanecen sellados a los principios esencialistas,21 Para la autora nos encontramos en un momento histórico interesante, donde conviven discursos, prácticas tradicionales y contra hegemónicas articulándose de formas diversas.
Estamos frente a posturas alternativas a los modelos hegemónicos de masculinidad.
"En el contexto latinoamericano de fin de siglo no puede obviarse que los cambios que están operándose en las masculinidades tienen un anclaje en los que se produjeron a partir de la mayor participación de las mujeres en la vida social. El tiempo actual parece ser un punto de inflexión, de no retorno".20
La masculinidad supone un proceso de continua reafirmación, perfeccionadose a partir de mulitplicidad de rituales que pauta la cultura.10
Gilmore,21 en la misma línea de pensamiento de Badinter, señala que la masculinidad una vez ganada no se eterniza, todo lo contrario, debe reafirmarse continuamente. Tres imperativos básicos de esta reafirmación lo constituyen: la fecundación, la provisión y la protección. Faur,20 añade a estos tres mandatos la conquista sexual, la autonomía en lo público, la demostración de valentía y, la competencia social a decir de Valdés y Olavarria.23
El surgimiento de los estudios sobre masculinidades aparece a partir de las agendas feministas como señalamos en apartes anteriores. Los trabajos de Kaufman1 son pioneros en el área. El autor cuestiona el manejo del poder ejercido por los hombres. Poder y dolor constituyen la historia secreta de los hombres. El precio que deben pagar los hombres para alcanzar poder está en detrimento de su vida emocional. El modelo del varón y la construcción de la masculinidad en torno a la consigna del tener que ser importante, trae sentimientos de angustia y continuo riesgo de impugnación de su autoestima.24
LOS MODELOS DE DESARROLLO. EN LAS RUTAS DE LA MASCULINIDAD
En este aparte se intenta hacer las vinculaciones entre la construcción de masculinidades y el desarrollo social. Se abordan Los modelos de desarrollo implementados en América latina con el propósito de vislumbrar caminos en función de la inclusión social.
Modelo Mujeres en el Desarrollo (MED)
A partir de la década de los años 70 comienza la preocupación por incluir a las mujeres en el desarrollo. Se implementa el Modelo Mujeres en el Desarrollo (MED). Se pensó que mejorando el status socio económico de las mujeres mejoraría el país. No se cuestiono el sistema político vigente, y se culpabilizo a las mujeres de los grandes problemas sociales de la región. Las mujeres fueron el foco de atención. Los hombres quedaron sumidos en el silencio, una evidente postura misógina de quienes se encargaron de diseñar las políticas. La tendencia desarrollista de esta década centra el enfoque de la salud de la mujer en su función reproductora exclusivamente, para garantizar la salud de su descendencia tanto biológica como social. Una evidente sobrevaloración de la maternidad como responsabilidad central de la mujer. Se diseñaron políticas orientadas a racionalizar las Metas Demográficas a través de la Planificación familiar y el control de la natalidad.
No se cuestiono el espacio privado el cual continúo desvalorizado social y económicamente, pese a su carácter primordial de reproducción de la vida y la sociedad. No se cuestiono la división sexual del trabajo y las relaciones de poder-subordinación resultantes. No consideraron las construcciones socio-culturales y percepciones de inequidades valorativas tanto de lo femenino como de lo masculino. No se estimó el ejercicio de las relaciones de poder como factor explicativo de las inequidades entre los sexos y sus oportunidades de desarrollo.
Modelo Género en el Desarrollo (GED)
El centro analítico de este modelo se refiere no simplemente a la mujer y al cambio de su condición, sino a la urgencia de incidir en las relaciones de podersubordinación ejercido por los hombres sobre las mujeres y por extensión, en el dominio de lo masculino en desmedro de lo femenino. Incide en las causas que estructuran la subordinación y que dan origen a un acceso, control y ejercicio inequitativo de las necesidades humanas fundamentales. Requiere actuar en las esferas micro y macro sociales, en la cultura, en el orden jerárquico, y valorativo; en fin, en la eliminación de obstáculos que impidan los procesos de autonomía y auto determinación en las mujeres para satisfacer las necesidades humanas fundamentales.
Esta tesis debe superar la noción de cuerpo femenino como máquina reproductora así como el énfasis de la causalidad orgánica y biologicista de las explicaciones de sus problemas.
Uno de los mas resaltantes aportes del modelo fue el reconocer la importancia de la cotidianidad de lo privado y lo familiar-lugar donde transcurre gran parte de la vida de la mujer y de los hombres- como un espacio fundamental de crecimiento individual, familiar, y colectivo donde tiene lugar las prácticas de socialización, de salud y de reproducción social.
El nuevo modelo puso énfasis en el desbalance que se da en las relaciones de poder-subordinación y su impacto en la posición desventajosa de las mujeres. Se intentó fortalecer los procesos participativos de hombres y mujeres revirtiendo la división publico/ privado. Ampliar y reconocer espacios de autonomía y autodeterminación de las mujeres y de los hombres para decidir sobre su cuerpo, su sexualidad, sobre su vida; abordando las diferencias desde las especificidades de la diversidad sexual.
Este nuevo enfoque dentro de los modelos de desarrollo, intentó superar el enfoque "mujerista", incorporando a los hombres dentro del análisis a fin de dar cuenta del origen de las desigualdades y fundamentalmente incluirlos en todas las políticas públicas. Molineux,25 y Kabeer26 incorporan dentro del análisis para abordar la masculinidad, necesidades prácticas y necesidades estratégicas. Los hombres comienza a ser asumidos como sujetos generizados. Los hombres y sus masculinidades son considerados producto y productores de sentido y en tanto tal, comienzan a ser incluidos en las agendas. Investigadores de la talla de Michael Kimmel,17 y Alan Greig,27 examinan relaciones de poder, producción y reproducción social, pobreza, gobernabilidad, violencia, salud, espacios laborales, dando cuenta en sus aproximaciones a los diversos posicionamientos ideológicos que las masculinidades han asumido dentro de la dinámica social contemporánea.
UNAS PALABRAS DE CIERRE
La masculinidad y la feminidad no se expresan de manera universal, de lo que se trata es de construcciones marcadas por diferencias culturales propias del momento socio histórico. Lo que está realmente en juego no es una hombría biológica, sino nuestras nociones de masculinidad históricamente especificas, socialmente construidas e incorporadas individualmente al equipaje socio cognitivo.1
En el tema de la construcción de identidades masculinas, la antropología, la psicología y la sociología han jugado un papel muy puntual para comprender la construcción de sellos ideológicos fundamentales para el funcionamiento societal.
Los estudios antropológicos desarrollados en diferentes culturas evidencian la supremacía del hombre por ser ellos depositarios del poder y la autoridad. Desde la Psicología Social, los estudios sobre el impacto de las construcciones identitarias y su influencia en la estructura subjetiva a partir de la cual, los hombres asumen su masculinidad. La sociología ha incursionado en la identificación de las estructuras de poder y los símbolos que sustentan el carácter patriarcal en la vida cotidiana. Recordamos a Heller,28 quien invita a revisar el efecto dinámico de la cultura y sus efectos en la nueva identidad masculina. Por otro lado Bell,29 hace interesantes aportes desde las implicaciones que han tenido las transformaciones sociales en la identidad masculina. Señala toda una serie de crisis en los hombres como producto de cambios culturales que generan toda una serie de contradicciones intergeneracionales. Bordieu,4 enfatiza sobre los aspectos estructurales que persisten en mantener la dominación masculina. El movimiento gay por ejemplo, elaboró a partir de las ideas feministas patrones identitarios basados en nuevas formas de expresión y liberación sin discriminación. No se trata de una auto desvalorización del género masculino ante el ascenso de las mujeres sino una desvalorización como individuo al ser parte de una sociedad que no parece ofrecer alternativas de progreso humano. Independiente de la crisis de la identidad masculina generada por los cambios que hacen las mujeres en su identidad, existen condiciones adversas para que los hombres puedan construir nuevas estructuras identitarias.
Se necesita una cultura genérica liberadora de ataduras sociales que impiden garantizar el establecimiento de relaciones más igualitarias. "el cambio cultural vivido desde los años 70 representa un proceso de cambio que finalmente ha presionado en contra de la integridad de la masculinidad".10 Se advierte señala el autor, cierta mutación del espacio de lo público que ve ascender a la mujer en casi todos los espacios de la vida societal. Cambios que impactan de igual forma el espacio privado y de una u otra forma han permeado las identidades masculinas. " aunque los hombres sean más conscientes de la situación sufren dolorosas contradicciones entre sus pensamientos, emociones y sentimientos".1
La estructura patriarcal se torna opresora para los mismos hombres. De lo que se trata es generar cambios societales que liberen tanto a hombres como a mujeres de los roles impuestos por la cultura patriarcalmisógina. En otras palabras, ir hacia la construcción de nuevas identidades genéricas masculinas que trasciendan el poder, la competencia y la dominación. Badinter,2 rompiendo con posiciones lineales, señala que la construcción de nuevas identidades masculinas pasa por amalgamar dentro del proceso de anclaje societal lo materno y lo paterno. Fusión que favorecería esa simbiosis a fin de quebrar al pensamiento esencialista kantiano.
En otra línea de pensamiento Bly,30 propone buscar la esencia masculina mediante nuevas formas de ejercer el poder. González,31 aboga por dejar de lado la búsqueda de lo que significa la masculinidad, es perder tiempo, acota. Lo importante es crear conciencia entre los hombres a fin de que puedan visibilizar las construcciones que hizo la cultura y los convirtió en presos de una identidad inmutable y por ende esencialista. Esta concienciación, sería el camino para que los hombres puedan estar más libres a la hora de ir redefiniendo nuevas formas de relación intra e intergenéricas. Cambios que exigen fracturar el régimen social de representaciones que han marcado la identidad masculina. Trazar nuevas rutas donde puedan transitar en libertad hombres y mujeres, con plena conciencia de sus elecciones. En otro orden de ideas, hay que obligar a los hombres a cambiar la forma como la cultura ha sellado el ejercicio de la sexualidad. Hay que luchar contra la dominación masculina así como se combate el racismo y el fascismo. Pafraseando a Stoltenberg,32 es imperativo salir de la masculinidad como piso identitario moderno.
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