Nos enfrentamos a una era en la que la inteligencia artificial se ha convertido en un catalizador imprescindible en el ámbito de la educación universitaria, su integración ya no es una posibilidad sino una realidad inminente que lleva consigo el poder de transformar la pedagogía y las prácticas académicas. tradicionales (Parreira et al., 2021). Es por ello por lo que se debe resaltar la capacidad que tienen esta tecnología para personalizar la experiencia educativa, adaptándose a los estilos de aprendizaje de cada estudiante y ofreciendo recursos didácticos que antes eran inimaginables (Parreira et al., 2021).
Entendemos que su uso trasciende las aulas físicas y se despliega en plataformas virtuales que rompen las barreras del espacio y el tiempo (Barrios-Tao et al., 2021), proporcionando acceso a conocimientos y experticia sin precedentes, reconocemos, sin embargo, que surgen interrogantes legítimas sobre la seguridad de los datos, la privacidad y la ética en la inteligencia artificial (Barrios-Tao et al., 2021). Temáticas que exigen un escrutinio riguroso y la implementación de políticas que salvaguarden la integridad de los usuarios (Martínez-Comesaña et al., 2023).
Somos conscientes de que el impacto social de la inteligencia artificial en la educación superior no es neutral, pues refleja unas ya amplificas desigualdades existentes (Barrios-Tao et al., 2021), es por ello que abogamos por un enfoque inclusivo y equitativo en su adopción en su uso para así ir asegurando que los beneficios lleguen a todos los estratos de la población estudiantil (Martínez-Comesaña et al., 2023). Se insiste en la necesidad de un diálogo continuo entre estudiantes, educadores y responsables políticos para establecer los cambios que esta tecnología conlleva (Barrios-Tao et al., 2021), pues solamente a través de un esfuerzo colaborativo podremos maximizar su potencial y mitigar los asociados (Martínez-Comesaña et al., 2023), a la inteligencia artificial no como un sustituto de los procesos educativos humanos sino como un complemento que enriquece y expande los horizontes de la enseñanza y el aprendizaje (Parreira et al., 2021) .
Compartimos la convicción de que la inteligencia artificial en la educación universitaria no es meramente una herramienta tecnológica sino también una entidad que desafía nuestra comprensión de la enseñanza y el aprendizaje (Parreira et al., 2021), este desafío nos invita a reflexionar filosóficamente sobre la naturaleza del conocimiento y el papel de la humanidad en la era digital (Barrios-Tao et al., 2021), nos urge a reconsiderar la relación entre el maestro y el estudiante en un contexto donde la máquina asume roles que históricamente han sido exclusivos del docente, reconocemos que la inteligencia artificial nos confronta con nuevos interrogantes: ¿Qué significa ser un aprendiz en un mundo donde el conocimiento puede ser curado y entregado por algoritmos?, ¿Cómo definimos la sabiduría cuando la información es accesible instantáneamente? ¿Y en cantidades abrumadoras? (Barrios-Tao et al., 2021), nos comprometemos a dar respuesta a estos interrogantes manteniendo al frente los valores de autonomía y libertad intelectual, defendiendo la idea de que la educación debe fomentar no solo la acumulación de conocimiento sino también la capacidad de pensamiento crítico, creatividad y comprensión profunda (Martínez-Comesaña et al., 2023).
Características que son intrínsecamente humanas y no fácilmente replicables por la inteligencia artificial (Martínez-Comesaña et al., 2023), abogamos por una simbiosis entre la inteligencia humana y artificial donde cada una complementa y/o eleva a la otra (Barrios-Tao et al., 2021), permitiendo no solo una educación más eficiente sino también más rica y humanamente significativa (Parreira et al., 2021), garantizando la tarea de integrar la inteligencia artificial en la educación universitaria donde esta debe estar guiada por una ética que honre tanto a la persona como al proceso de aprendizaje (Barrios-Tao et al., 2021), asegurando que esta nueva era tecnológica se convertirá en un capítulo de empoderamiento y no de alienación (Martínez-Comesaña et al., 2023).
Asumimos con gran responsabilidad el imperativo ético que subyace en la incorporación de la inteligencia artificial en la educación universitaria (Barrios-Tao et al., 2021), este nos insta a ser custodios de una tecnología que, aunque avanzada, debe servir para reafirmar los valores fundamentales del respeto por la dignidad humana y la justicia social (Parreira et al., 2021), nos comprometemos a salvar un entorno académico en el que las decisiones impulsadas por la inteligencia artificial sean transparentes, equitativas y sujetas al escrutinio de la comunidad universitaria. (Barrios-Tao et al., 2021), preservamos la idea de que la tecnología debe ser un medio para potenciar la capacidad humana y no una fuerza que desplace la reflexión crítica o la deliberación moral (Martínez-Comesaña et al., 2023) .
Es por ello que se debe promover una cultura de colaboración en la que la inteligencia artificial no solo esté alineada con los objetivos educativos sino también con los principios éticos (Barrios-Tao et al., 2021), conscientes de que la educación es el reflejo. de la sociedad, reafirmamos nuestro deber de preparar a los estudiantes no solo para que sean usuarios competentes de la tecnología sino también para que sean ciudadanos virtuosos y líderes reflexivos en un mundo cada vez más definido por la inteligencia artificial, en este horizonte, vemos la inteligencia artificial no como un fin en sí misma sino como un medio para alcanzar una sociedad más informada, más justa y humana (Parreira et al., 2021).
Coordinador de Investigación. Escuela de Posgrado.
Universidad César Vallejo.
Trujillo, La Libertad, Perú.