Con el transcurrir del tiempo el ser humano ha centrado su atención en la inteligencia; es decir se ha considerado un concepto primordial para lograr satisfacer sus necesidades, incluso se ha llegado a pensar si existirá más allá de este planeta algún signo de vida inteligente. De hecho, se han hecho y siguen haciendo estudios para medirla, estudiarla e incluso replicarla. Tan es así que cuando se iniciaron las maquinas se pensaba que se había conseguido la esencia de la misma, la programación misma así lo hacía entrever, a partir de allí surgieron de igual modo los ordenadores unos más avanzados que otros que dieron como resultados grandes logros en cada uno de los escenarios aplicados. A partir de allí surge lo que se conoce hoy día como Inteligencia Artificial (IA), la cual décadas más tarde tras los avances en el campo de las tecnologías como en la inteligencia misma se ha llegado a creer que esta ha llegado a sustituir la humana, pasando a otra más realista consciente de la verdadera complejidad que supone alcanzar tal reto.
Es una tecnología que se está desarrollando muy rápidamente y que cada vez tiene más aplicaciones en diversos ámbitos de la sociedad, especialmente en la última década. Por lo tanto, puede resultar difícil tener una visión clara y actualizada de dónde se encuentra, comprender los últimos avances, las últimas regulaciones y previsiones para el futuro próximo y el venidero.
De la misma manera, es importante recordar que la inteligencia no es un objetivo fijo, sino que puede desarrollarse y fortalecerse a lo largo de la vida. Aprender, adquirir conocimientos, práctica y experiencia son los factores básicos del desarrollo intelectual. La inteligencia artificial (IA) se ha convertido entonces en una herramienta valiosa en la investigación de las ciencias sociales modernas. Su capacidad para procesar grandes cantidades de datos y realizar análisis complejos en un tiempo récord ha cambiado la forma de trabajar de los científicos y ha abierto nuevas puertas en la búsqueda del conocimiento.
Los hechos han demostrado que la inteligencia artificial tiene una amplia gama de aplicaciones en varias ramas como la medicina, agricultura, manufactura, educación, investigación científica y otras áreas y campos. Su razón primordial es mejorar la eficiencia, productividad y calidad de los procesos, así como a ayudar a resolver problemas complejos que hasta ahora sólo eran resueltos por humanos. Un área en la que la inteligencia artificial ha demostrado ser particularmente útil es la recopilación y el análisis de datos. Los investigadores pueden utilizar algoritmos de aprendizaje automático para buscar y clasificar información en grandes cantidades de datos. Esto le permite detectar patrones y tendencias que de otro modo serían difíciles de detectar.
Más, sin embargo, es pertinente resaltar que la inteligencia artificial no está exenta de debilidades, desafíos y preocupaciones, de hecho, con la aplicación de la misma se pueden visualizar sesgos en los resultados de investigaciones. Puesto que, si un algoritmo se entrena con datos sesgados, así serán sus resultados indudablemente. Además, la falta y desconocimiento en la lectura e interpretación de los mismos dificultara la comprensión y validación que se pueda tener de los resultados obtenidos.
Como investigadora puedo afirmar que es importante tener en cuenta que la Inteligencia Artificial no puede ser considerada la herramienta exclusiva dentro del proceso investigativo como tal. Es necesario complementarla con otras fuentes confiables y perspectivas para poder construir un argumento sólido y bien fundamentado; solo así estaríamos en presencia de una verdadera investigación, muy a pesar de que nadie tiene la verdad absoluta porque a medida que transcurren los avances investigativos se pueden ir descubriendo otras formas y maneras de afrontar cada una de las problemáticas o situaciones.
Instituto de Investigación y Estudios Avanzados Koinonía,
Santa Ana de Coro, Falcón, Venezuela