INTRODUCCIÓN
El sistema educativo en México ha enfrentado históricamente desafíos significativos en términos de calidad y equidad, si bien la educación superior experimenta un crecimiento importante en las últimas décadas, especialmente en el sector privado, persisten preocupaciones sobre la efectividad de los procesos educativos y su impacto en la formación de los estudiantes. Las universidades privadas, que representan una proporción que ha ido en aumento de la matrícula nacional en la última década (Fernández Fassnacht, 2017), juegan un papel crucial en la formación de profesionales y en la generación de conocimiento, sin embargo, la calidad educativa en ellas no siempre está garantizada, lo que plantea interrogantes sobre los mecanismos de evaluación y mejora continua, particularmente en lo que respecta al desempeño docente.
González Cruz (2014) ha señalado que la calidad educativa es un concepto multidimensional que incluye, entre otros aspectos, la pertinencia de los planes de estudio, la infraestructura, los recursos tecnológicos y, de manera fundamental, el desempeño del profesorado. Así, la evaluación del desempeño docente resulta un elemento clave para asegurar que los procesos de enseñanza-aprendizaje sean efectivos y contribuyan al desarrollo integral de los estudiantes, se coincide con Martínez Domínguez y Montes de Oca Osuna (2024) y Reyes Colindres y Pastrana Palma (2021) que la evaluación docente adquiere una relevancia aún mayor en el contexto de las universidades privadas donde la competencia por captar estudiantes y mantener altos estándares de calidad es intensa (Balderas Gutiérrez y Ochoa Gutiérrez, 2022; Jiang et al., 2023).
A pesar de la importancia de la evaluación del desempeño docente, existe una falta de consenso sobre los indicadores más adecuados para medirlo y su relación directa con la calidad educativa (Ccoto Tacusi, 2023). En muchas instituciones, los procesos de evaluación docente se limitan a encuestas de satisfacción estudiantil, que, aunque útiles, no captan la complejidad del desempeño docente ni su impacto en los resultados educativos porque no siempre se establece una conexión clara entre los resultados de estas evaluaciones y las estrategias de mejora continua (Gómez y Valdés, 2019; Polanco Bueno et al., 2021). Lo anteriormente expresado genera un problema significativo: la evaluación docente no necesariamente se traduce en acciones concretas que mejoren la calidad educativa.
Entre los elementos clave que se pueden considerar para la evaluación del desempeño docente destacan la satisfacción del estudiante, la categoría del profesor, su nivel de titulación académica y su pertenencia al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Conacyt.
De esta manera, la satisfacción del estudiante es un indicador significativo porque refleja la percepción que los alumnos tienen sobre la labor del docente (Valentín Martínez y Mayor Ruiz, 2023; Grijalva Verdugo y Contreras Medel, 2022). Aspectos como la claridad en la exposición de contenidos, la disposición para resolver dudas, la metodología de enseñanza y la capacidad de motivar a los estudiantes son evaluados mediante encuestas y retroalimentación directa y no solo mide la efectividad del profesor, sino que también identifica áreas de mejora para fortalecer el proceso de aprendizaje (Valerio Ureña y Rodríguez Martínez, 2017).
La categoría del profesor (de planta, asistente, asociado, titular, entre otros) también influye en su evaluación, ya que refleja su experiencia y trayectoria dentro de la institución. Los profesores con categorías más altas suelen tener mayores responsabilidades y expectativas en cuanto a su desempeño académico y administrativo, no así los profesores contratados temporalmente (Anaya Pedraza, 2024).
El nivel de titulación académica, expresado en haber cursado licenciatura, maestría y doctorado, es otro aspecto relevante, ya que garantiza que el docente cuente con la formación necesaria para impartir conocimientos especializados (Gómez Chávez et al., 2022). En las universidades privadas, se valora especialmente la contratación de profesores con posgrados, ya que esto contribuye a elevar el prestigio y la calidad de la institución, así como la pertenencia al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) que se considera un indicador de excelencia en investigación. Los profesores que forman parte de este sistema demuestran un compromiso con la generación de conocimiento y su transferencia a la sociedad, lo cual enriquece la experiencia educativa de los estudiantes y fortalece el vínculo entre la docencia y la investigación (Hernández Ramírez, 2025; Uribe López, 2023).
Ahora bien, la calidad educativa en las universidades privadas mexicanas se evalúa a través de diversos indicadores que permiten medir el desempeño académico, la eficiencia institucional y la satisfacción de los estudiantes; entre los elementos más relevantes se encuentran el ingreso a la carrera, la tasa de graduación, el promedio de tiempo de egreso, el promedio general de egreso, la tasa de empleabilidad, las encuestas de opinión de alumnos y el porcentaje de aprobación del EGEL (Exámenes Generales para el Egreso de la Licenciatura).
De esta forma, el ingreso a la carrera, que refleja la demanda y el interés que despiertan los programas académicos puede considerarse un indicador de la reputación y pertinencia en el mercado laboral (González Rodríguez et al., 2022). También la tasa y tiempo de graduación miden la eficiencia de una institución de educación superior en retener y formar a sus estudiantes, así como su capacidad para completar sus estudios en el tiempo establecido, como refieren en su libro Caicedo Zambrano et al. (2024), el tiempo de egreso menor al promedio nacional suele ser señal de un programa bien estructurado y de un acompañamiento adecuado a los alumnos. Relacionado con el egreso, el promedio general de egreso es un indicador del nivel académico de los estudiantes, mientras que la tasa de empleabilidad muestra la suficiencia de la universidad para preparar a sus egresados para el mercado laboral, lo que se traduce en oportunidades profesionales y relevancia social de los programas (Bobadilla Cornelio et al., 2024).
Por su parte, Valerio Ureña y Rodríguez Martínez (2017) reconocen que las encuestas de opinión de los alumnos son herramientas clave para medir la satisfacción con la calidad de la enseñanza, la infraestructura, los servicios y el ambiente académico. Otro indicador objetivo que evalúa el dominio de los conocimientos y habilidades esenciales de los egresados resulta el porcentaje de aprobación del EGEL que refleja la efectividad del plan de estudios (Rivera Garcia et al., 2021).
Los indicadores descritos anteriormente permiten a las universidades privadas mexicanas identificar áreas de mejora, fortalecer sus programas y garantizar una formación de calidad que responda a las necesidades de la sociedad y del sector productivo y están relacionados con la evaluación del desempeño docente, debido a que el trabajo de los profesores incide directamente en los resultados académicos y la satisfacción de los estudiantes (Reyes Colindres y Pastrana Palma, 2021). La satisfacción del estudiante, la categoría del profesor, su nivel de titulación académica y su pertenencia al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) son elementos fundamentales para medir el desempeño docente porque no solo reflejan la capacidad del profesor para transmitir conocimientos, sino también su compromiso con la innovación educativa y la investigación, aspectos que elevan la calidad de la enseñanza.
Por otro lado, para evaluar la calidad educativa de manera integral deben utilizarse de forma conjunta indicadores como el ingreso a la carrera, la tasa de graduación, el promedio de tiempo de egreso, el promedio general de egreso, la tasa de empleabilidad, las encuestas de opinión de alumnos y el porcentaje de aprobación del EGEL, indicadores que pueden ser mejorados por un cuerpo docente bien evaluado y altamente capacitado, ya que su desempeño influye en la retención estudiantil, el éxito académico y la inserción laboral de los egresados.
En este sentido, la evaluación del desempeño docente es un pilar para asegurar la calidad educativa en las universidades privadas mexicanas, ambos procesos se retroalimentan, porque docentes mejor preparados y motivados pueden generar un impacto positivo en los estudiantes, fortaleciendo así la reputación y el prestigio de las instituciones (Fajčíková y Fejfarová, 2019). El estudio que se presenta se enfoca en analizar los indicadores clave que permiten evaluar el desempeño docente de manera integral, así como en explorar su relación con la calidad educativa en una universidad privada mexicana. El problema central radica en la necesidad de desarrollar un modelo de evaluación que no solo mida el desempeño docente de manera efectiva, sino que también proporcione insumos para la toma de decisiones y la implementación de mejoras en los procesos educativos.
La relevancia del estudio radica en la necesidad de contar con herramientas robustas y confiables para evaluar el desempeño docente en el contexto de las universidades privadas mexicanas donde la calidad educativa se convierte en un factor determinante para la supervivencia y el éxito de las instituciones en un entorno cada vez más competitivo, donde es fundamental contar con datos precisos y análisis estadísticos que permitan tomar decisiones informadas. El estudio también pretende contribuir a llenar un vacío en la literatura existente, ya que la mayoría de las investigaciones sobre evaluación docente se centran en el sector público, dejando de lado las particularidades del sector privado, así, el trabajo que se presenta proporciona insumos valiosos para entender cómo los procesos de evaluación docente pueden adaptarse a las necesidades específicas de una universidad privada. Los resultados del estudio tienen el potencial de impactar positivamente en la calidad educativa, no solo en la institución analizada, sino también en otras universidades privadas que enfrentan desafíos similares, al establecer indicadores y análisis estadístico, se sientan las bases para la mejora continua y sostenible en los procesos de enseñanza-aprendizaje.
MÉTODO
Se realizó un estudio cuantitativo para estudiar el desempeño docente desde distintas perspectivas, todo ello con un enfoque de análisis descriptivo y correlacional; el estudio descriptivo se utilizó para caracterizar al claustro y la calidad educativa de la licenciatura; mientras que el estudio correlacional fue empleado para examinar las relaciones entre las variables disponibles, el desempeño docente, así como la identificación de patrones, tendencias y posibles factores asociados al desempeño.
De igual manera, en el artículo se analizó la calidad educativa de la Licenciatura en Ingeniería Química en el contexto de una universidad privada sin mencionar el nombre específico de la institución. A su vez, el enfoque utilizado permitió delimitar el alcance del estudio y ofrecer una evaluación relevante para este tipo de instituciones. De esta forma, mantener la confidencialidad de la universidad permitió que se llevara a cabo una evaluación imparcial y generalizable, la cual podría ser útil para otras instituciones privadas que deseen mejorar sus programas académicos. Por último, es importante esclarecer que el análisis se centró en indicadores clave seleccionados para ambas variables: calidad educativa y la evaluación del desempeño docente.
RESULTADOS
La licenciatura de Ingeniería Química se encuentra dentro de la facultad de Ingenierías y se imparte en dos campus de la universidad objeto de estudio. El claustro está conformado por 25 docentes, de ellos 16 comparten la docencia de las Ciencias Básicas a toda la facultad. De acuerdo con la categoría del profesor se agrupan en diez profesores de planta, siete de cátedra y ocho profesores honorarios, según la figura 1.
La figura 2 muestra que 14 profesores poseen el nivel de titulación de Doctores en Ciencia, que representa el 56% del claustro y excepto un Doctor en Ciencias de la Educación, el resto posee doctorados afines a la materia que imparten, mientras que solo un profesor no posee título de Maestría.
En el claustro hay un Investigador Nacional Nivel I y un Candidato a Investigador Nacional, ambos con categoría de profesor de planta.
La evaluación docente en la universidad objeto de estudio abarca a todos los tipos de profesores (planta, cátedra y honorarios) en un marco que incluye diversos componentes, tales como la evaluación por parte de los estudiantes, la opinión de pares y coordinadores, la observación directa del desempeño y la participación en reuniones académicas y entrevistas.
Se realizaron encuestas individuales a los estudiantes sobre cada docente. Los valores de satisfacción estudiantil se evaluaron en base a 10, el límite mínimo fue de 5 y el máximo de 9.2 en sentido general, se agruparon por categoría docente los resultados de las encuestas de satisfacción estudiantil y se muestran en la tabla 1.
Tabla 1. Satisfacción estudiantil por agrupación categoría de docente.
Categoría del profesor | Límite Superior | Límite Inferior | Promedio |
---|---|---|---|
Profesor de planta | 9.20 | 5.00 | 6.87 |
Profesor de cátedra | 6.90 | 6.40 | 6.60 |
Profesor honorario | 8.40 | 5.20 | 6.38 |
Elaboración: Los autores.
Las encuestas internas indican que más del 85% de los estudiantes están satisfechos con la calidad de la enseñanza y los recursos disponibles.
La matrícula y el egreso de la Licenciatura de los últimos cinco años se muestran en la figura 3.
Se estimó la tasa de graduación entre el 70% y 80%, considerando factores como cambio de carrera o deserción escolar; los estudiantes completaron la carrera en un promedio de 4 a 5 años, dependiendo de prácticas profesionales y programas de intercambio.
La carrera fue acreditada por CACEI (Consejo de Acreditación de la Enseñanza de la Ingeniería) con altos estándares de calidad educativa.
Otro indicador relacionado con la calidad educativa es la aprobación del EGEL, los resultados en los últimos tres años se muestran en la figura 4.
Los egresados suelen tener un promedio entre 8.5 y 9.2 (en una escala de 0 a 10), reflejando el alto nivel académico del programa.
En lo referido a la tasa de empleabilidad se evidenció alta inserción laboral, más del 90% de los egresados encuentran empleo dentro de los seis meses posteriores a la graduación. Los sectores de empleo se encontraron en un 35% en la Industria Petroquímica, insertados en empresas de petróleo y gas, alrededor del 25% trabaja en producción y desarrollo de medicamentos, vinculados al sector Farmacéutico y Biomédico, un 15% se dedica a procesos de producción de Alimentos y Bebidas y el resto se distribuye en consultorías, gestión ambiental y educación.
Para calcular la relación entre las variables se tomaron sus valores para los últimos tres años, estableciendo el Índice de satisfacción estudiantil como variable independiente, relacionada con el desempeño académico y el EGEL, el Promedio general de egreso y la Tasa de graduación como variables dependientes, relacionadas con la calidad educativa. Se calculó la correlación de Pearson para conocer la fuerza de asociación o relación entre dos variables cuantitativas, apoyado en el diagrama de dispersión.
En la tabla 2 se exponen los datos que se obtuvieron en el cálculo y en la figura 5 se muestran los diagramas de dispersión para cada una de las variables respecto a la variable independiente.
Tabla 2. Valores de los coeficientes de correlación de Pearson.
Variable | r |
---|---|
EGEL | -0.545 |
Promedio general de egreso | -0.981 |
Tasa de graduación | -0.327 |
Elaboración: Los autores.
El coeficiente de correlación se representa con una “r” y puede tomar valores que van entre −1 y +1. Un resultado de 0 significa que no hay correlación, es decir, el comportamiento de una variable no se relaciona con el comportamiento de la otra variable.
Los puntos en el gráfico del diagrama de dispersión que relaciona satisfacción estudiantil vs. porcentaje de aprobación del EGEL muestran una dispersión con tendencia descendente, lo que indica que, a medida que aumenta la satisfacción estudiantil, disminuye el porcentaje de aprobación del EGEL y sugiere que los estudiantes más satisfechos no necesariamente son los que obtienen mejores resultados en el examen.
El gráfico de dispersión que relaciona la satisfacción estudiantil vs. promedio general de egreso, muestra una correlación negativa casi perfecta, porque los puntos se alinean casi en una recta con pendiente pronunciada hacia abajo, evidenciando una relación inversa muy fuerte, que significa que los estudiantes con mayores promedios de egreso tienden a reportar menores niveles de satisfacción.
La relación que se muestra en el gráfico de dispersión que relaciona la satisfacción estudiantil vs. tasa de graduación con una correlación negativa débil expone la nube de puntos con una dispersión amplia sin una tendencia clara, confirmando que no hay una relación significativa entre ambas variables.
Analizando de forma integral las correlaciones hay una relación paradójica con el rendimiento académico, las correlaciones negativas entre satisfacción y desempeño (EGEL y promedio) desafían la suposición tradicional de que "estudiantes satisfechos rinden mejor", lo que sugiere que la satisfacción no siempre está alineada con la excelencia académica, lo que podría reflejar un enfoque docente en la accesibilidad (satisfacer a la mayoría) en detrimento del rigor académico, la necesidad de equilibrar metodologías pedagógicas: combinar engagement estudiantil con exigencia académica y limitaciones de las encuestas de satisfacción, porque este tipo de instrumentos, aunque útiles, deben complementarlas con análisis cualitativos que permitan comprender los motivos de las puntuaciones bajas en estudiantes con alto rendimiento.
Los resultados del estudio tienen varias implicaciones para la mejora de la calidad educativa en la Licenciatura de Ingeniería Química, es importante fortalecer la formación pedagógica de los profesores, especialmente aquellos de cátedra y honorarios, para mejorar la satisfacción estudiantil y, en consecuencia, el rendimiento académico, de forma complementaria se podrían implementar estrategias para retener a los estudiantes con mayores dificultades académicas, lo cual podría mejorar la tasa de graduación.
Es necesario profundizar en el análisis de la relación entre la satisfacción estudiantil y el rendimiento académico, ya que los resultados sugieren que los estudiantes con mejores promedios tienden a estar menos satisfechos y podría requerir ajustes en la metodología de enseñanza o en la evaluación docente para asegurar que se atiendan las necesidades de todos los estudiantes, independientemente de su nivel académico.
Finalmente, la alta tasa de empleabilidad y los buenos resultados en el EGEL reflejan que el programa está cumpliendo con su objetivo de formar profesionales competentes, aunque, es importante mantener y mejorar estos indicadores mediante la actualización constante del plan de estudios y la vinculación con el sector industrial.
DISCUSIÓN
El estudio realizado sobre la relación entre la evaluación del desempeño docente y la calidad educativa en la Licenciatura de Ingeniería Química arroja resultados que permiten analizar diversos aspectos del proceso educativo, desde la composición del claustro docente hasta los indicadores de calidad y satisfacción estudiantil.
El claustro docente está conformado por 25 profesores, distribuidos en tres categorías: planta, cátedra y honorarios. La mayoría de los profesores (56%) poseen el grado de Doctor en Ciencias, lo que refleja un alto nivel de formación académica en áreas afines a la Ingeniería Química, solo un profesor no cuenta con título de Maestría, lo que sugiere que el claustro tiene una base sólida en términos de cualificación académica, refuerza además la suficiencia investigativa del programa, la presencia de un Investigador Nacional Nivel I y un Candidato a Investigador Nacional dentro del claustro, lo que es un indicador positivo de la calidad educativa.
La evaluación docente que se realiza en la universidad es integral al incluir la opinión de los estudiantes, pares, coordinadores, observación directa y participación en actividades académicas. Es necesario señalar que los resultados de las encuestas de satisfacción estudiantil con un promedio de satisfacción que oscila entre 6.38 y 6.87, dependiendo de la categoría docente, muestran que de forma general los estudiantes están satisfechos con la calidad de la enseñanza, aunque estos valores están por debajo del límite máximo de 9.2, el hecho de que más del 85% de los estudiantes estén satisfechos con la enseñanza y los recursos disponibles es un indicador positivo, sin embargo, los promedios de satisfacción más bajos se encuentran en profesores honorarios y de cátedra, que podrían sugerir la necesidad de fortalecer la formación pedagógica o la integración de estos profesores en la dinámica académica de la facultad.
La acreditación de la carrera por parte del CACEI es un indicador relevante que respalda la excelencia académica del programa, evidenciado además en la tasa de graduación, que se estima entre el 70% y 80% y refleja que la mayoría de los estudiantes logran completar sus estudios en un plazo de 4 a 5 años, lo cual es un indicador positivo de la eficiencia del programa; pero factores como la deserción escolar o el cambio de carrera podrían estar influyendo en este porcentaje, lo que sugiere la necesidad de implementar estrategias de retención estudiantil.
El porcentaje de aprobación del EGEL (Examen General de Egreso de Licenciatura) es otro indicador clave de la calidad educativa, los resultados evidencian que los egresados tienen un alto nivel académico, con promedios entre 8.5 y 9.2, que resulta consistente con altos estándares de acreditación. Además, la alta tasa de empleabilidad (más del 90% de los egresados encuentran empleo en los primeros seis meses) refleja que el programa está alineado con las necesidades del mercado laboral, especialmente en sectores como la industria petroquímica, farmacéutica y de alimentos.
Los coeficientes de correlación de Pearson obtenidos entre la satisfacción estudiantil y los indicadores de calidad educativa (EGEL, promedio general de egreso y tasa de graduación) muestran resultados interesantes. En primer lugar, la correlación negativa entre la satisfacción estudiantil y el EGEL (r = -0.545) sugiere que, a mayor satisfacción estudiantil, menor es el porcentaje de aprobación del EGEL. Este resultado podría indicar que los estudiantes más satisfechos no necesariamente son los que obtienen mejores resultados en el examen, lo cual podría deberse a que la satisfacción estudiantil está más relacionada con aspectos como la metodología de enseñanza o el trato del profesor, que con el rendimiento académico medido por el EGEL.
En segundo lugar, la correlación negativa muy fuerte entre la satisfacción estudiantil y el promedio general de egreso (r = -0.981) es un hallazgo llamativo que sugiere que los estudiantes con mayores promedios de egreso tienden a estar menos satisfechos con la enseñanza y también podría deberse a que los estudiantes con mejor desempeño académico tienen expectativas más altas o son más críticos con la calidad de la enseñanza, alternativamente, podría reflejar que los profesores están enfocando sus esfuerzos en estudiantes con mayores dificultades, lo que podría estar afectando la percepción de los estudiantes con mejores promedios.
Por último, la correlación negativa débil entre la satisfacción estudiantil y la tasa de graduación (r = -0.327) indica que no hay una relación fuerte entre estos dos indicadores y sugiere que la satisfacción estudiantil no es un factor determinante en la tasa de graduación, lo cual podría estar influenciado por otros factores como la deserción o el cambio de carrera.
CONCLUSIONES
La evaluación del desempeño docente en universidades privadas mexicanas es fundamental para garantizar la calidad educativa, pero persisten desafíos en la definición de indicadores integrales y en la traducción de resultados a acciones concretas, si bien las encuestas de satisfacción estudiantil son útiles, su enfoque limitado no capta la complejidad del desempeño docente ni su impacto directo en los resultados académicos. Los indicadores clave para evaluar a los docentes incluyen su categoría (planta, cátedra, honorarios), nivel de titulación (56% del claustro analizado posee doctorado) y pertenencia al SNI, factores que reflejan su capacidad pedagógica, experiencia y compromiso con la investigación, elementos que unidos a indicadores de calidad educativa como la tasa de graduación (70-80%), el promedio de egreso (8.5-9.2), la empleabilidad (90% en seis meses) y la aprobación del EGEL, permiten identificar fortalezas y áreas de mejora en los programas académicos.
En el caso de la Licenciatura en Ingeniería Química estudiada, se evidencia un claustro altamente cualificado, con presencia de investigadores nacionales y acreditación CACEI, sin embargo, se detectan correlaciones negativas relevantes: a mayor satisfacción estudiantil, menor rendimiento en el EGEL (*r* = -0.545) y menores promedios de egreso (*r* = -0.981), lo que sugiere que los estudiantes con altos promedios son más críticos o que la enseñanza prioriza a alumnos con dificultades, en tanto la débil correlación con la tasa de graduación (*r* = -0.327) indica que factores como la deserción influyen más en este indicador.
Las implicaciones prácticas apuntan a: reforzar la formación pedagógica de profesores de cátedra y honorarios, cuyas evaluaciones de satisfacción fueron menores, adaptar metodologías de enseñanza para atender a estudiantes con distintos niveles académicos, equilibrando expectativas y rendimiento y fortalecer la vinculación con el sector industrial y actualizar planes de estudio para mantener altos estándares de empleabilidad y resultados en el EGEL.
El estudio subraya la relación intrínseca entre evaluación docente y calidad educativa, aportando herramientas estadísticas y análisis específicos para instituciones privadas, un sector poco explorado en la literatura, sus hallazgos ofrecen insumos para decisiones basadas en datos, promoviendo mejoras continuas en la enseñanza y posicionando a las universidades ante un mercado competitivo, además, la integración de indicadores multidimensionales y acciones concretas emerge como clave para equilibrar satisfacción estudiantil, excelencia académica y relevancia laboral