INTRODUCCIÓN
El consumo cultural juega un papel fundamental en la formación de los estudiantes, ya que les permite desarrollar competencias como el pensamiento crítico, la creatividad y la apreciación estética. Además, la tecnología se ha convertido en una herramienta indispensable en el ámbito educativo, facilitando el acceso a la información, fomentando el aprendizaje interactivo y promoviendo la comunicación y colaboración entre estudiantes. En este orden, los medios de comunicación masiva despegaron de manera estrepitosa después de la segunda guerra mundial. En la industria cultural, el iluminismo como mistificación de masas (Horkheimer y Thedoro, 1988), subyace una demoledora critica en la forma en que desde occidente se pregonaba una modernidad basada en el ocio, y un consumismo basado en una economía en auge que pregonaba el bienestar de la sociedad. El modelo de vida a seguir se convirtió en una especie de sujeto condenado, no sólo a la vida productiva basada en serie como el fordismo o toyotismo, sino a ser consumidor de todos los productos que se ofrecieran en la incipiente radio y televisión que, como avance tecnológico, propició la gran trasformación cultural que se dio en el siglo XX. Ambos productos fueron desencadenando una conciencia individual y social que marcó todos los ámbitos sociales.
En tal sentido, tanto la producción como el consumo en masas comenzaron a determinar el proceso de afirmación de los sujetos en sus dinámicas individuales, sociales y su relación con la naturaleza. Es decir, cuando un individuo se constituye, lo hace sustentándose en una base narrativa social definida. Es un desenvolvimiento de la identidad, en dos rutas contrapuestas: ocurre un proceso de igualación entre individuo y sociedad, por un lado; y por otro, se da una diferenciación con el entorno. Esta dialéctica entre opuestos es lo que lo dota de una identidad propia. Sin embargo, tanto en su igualación como en su diferenciación se tiene como base un ideario cultural donde operan las lógicas de la producción y del consumo donde subyace un contenido ideológico.
Sin duda, es en los procesos de interacción social donde se adquieren comportamientos, valores, creencias, percepciones y preferencias, a grosso modo, la cultura tiene que ver con los deseos y comportamiento de los individuos, por lo que las decisiones de consumo, tienen estrecha relación con el contexto cultural (Rodríguez Rodríguez, 2021). De manera que el capital, como cultura global, resulta ser totalitario y busca afianzarse en un presente perpetuo. Estas características son las que constituyen la base ideológica de la producción y el consumo bajo la cual los sujetos buscan afirmarse, desarrollando, en consecuencia, una alienación indetectable. En el fondo, el consumo tiene como fin exaltar las sensaciones por lo que es instantáneo y pasajero (Guerrero, 2018). Desde luego, es parte del totalitarismo sumergir al individuo y sociedad en la creación de bienes y servicios basados en un conocimiento tecno científico para conformar una identidad superflua y afianzar el cumulo de costumbres de un estilo de vida del mundo desarrollado, basado en el libre mercado y, por ende, creador de bienestar y confort. Sometiendo con esto toda posibilidad de otras realidades, como las latinoamericanas, en las que el desarrollo y progreso sigue siendo un tema vigente en la agenda de las políticas públicas
En esa perspectiva, Carmona (2007), agrega:
Al discurso del progreso y los valores de la civilización que estimularon los adelantos de la ciencia, se adhirió el signo de una catástrofe universal representada por la degradación a gran escala de la biósfera, incremento de la desigualdad social, empobrecimiento masivo y militarización global de los conflictos derivados de estrategias económicas de expansión. Por cierto, esta militarización está basada no sólo en el desarrollo y uso de un arsenal tecnológico convencional, sino también bioquímico y nuclear desplegado por la ciencia, y que superó las capacidades reales de control de quienes los administran. (p. 152)
En el país de México, con una economía emergente, no escapó a lo anterior. Este desconocimiento de realidades distintas a las que impone un modelo de desarrollo, es resultado de la tendencia unívoca del capital que solo se traduce en un mecanismo colonizador y destructor de la naturaleza. En el análisis de Hegel (2000), específicamente en su capítulo sobre el "Señor y Siervo", se aborda el fascinante fenómeno del reconocimiento mutuo cuando dos autoconciencias se encuentran por primera vez. En este proceso, se destaca que uno de ellos demanda el reconocimiento del otro, llevando eventualmente a una dinámica de sometimiento: aquel que logra el reconocimiento se convierte en el "señor", mientras que el que lo otorga asume la posición de "siervo".
Esta "génesis" cultural proporciona una perspectiva valiosa para analizar cómo los mecanismos culturales se activan a través del dominio y la exclusión del otro, estableciendo una relación de quien somete y quien es sometido. De esta manera, el capital se convierte en un sistema dominante que determina la totalidad de la producción y la existencia del siervo, influyendo en su conciencia, cuerpo, tiempo y espacio, los cuales se convierten en una reafirmación constante del poder del amo.
La conciencia del "señor" desempeña un papel fundamental en la definición y moldeado de narrativas, creencias, herramientas, discursos y conceptos, delineando así las trayectorias de la sociedad y configurando los paradigmas culturales. Por otro lado, el "siervo", a través de su labor, descubre un camino hacia la emancipación al modificar la naturaleza con su intervención tecnológica.
Esta dinámica de sometimiento también se observa en el ámbito educativo, donde la escuela, de manera similar, responde a los procesos de acumulación de capital al contribuir a la creación de desigualdades en una economía que dicta el modelo hegemónico a seguir. La escuela, en este sentido, juega un papel en la formación de profesionales destinados a servir a un mercado común de bienes y servicios. Como consecuencia, la fuerza de trabajo se ve segregada, organizada y parcializada, reflejando así la influencia del capital en este espacio específico. (Apple, 1997).
A pesar de lo anterior, las lógicas capitalistas se apoderan de las formas sentir y pensar de los sujetos. Manipula a su vez la imaginación y creación de prácticas situadas en sus espacios de convivencia y domina a su vez saberes, costumbres y tradiciones en nombre de una modernidad en la que los grandes inversionistas son los que deciden que se debe consumir y cómo comportarse en un espacio determinado. Todo esto, fundamentó la llamada industria cultural que, surgieron en los países más avanzados económicamente, y ahí es donde han triunfado en todos sus sectores: cine, radio, televisión, discográficas, editorial, publicidad (Ruano, 2007), junto con la cultura del hedonismo, es decir, la búsqueda del placer como un fin. Aunque este último es una contradicción ya que el cuerpo como tal es vulnerable ante las enfermedades, por tanto, es casi imposible ser felices todo el tiempo. Desde luego, está claro que todos los individuos tienen derecho a satisfacer sus necesidades básicas de reproducción social, no así a hacerlos dependientes por medio de la industria cultural al ser sometidos a consumir productos y servicios, que poco o nada son de utilidad en su vida personal, a nivel familiar y como sociedad.
En esa tesitura, el ser humano queda entonces “sujeto” al consumo y a la producción, es ahí donde se afirman como individuos, se diferencia del resto de los otros individuos y construyen su yo, volcado en las lógicas del capital. El consumo y la producción se tornan como la única forma de existir. Ambos se vuelven a la forma “natural” de estar en el mundo y de vivir, dejando de lado toda otra posibilidad de existir. Su totalitarismo se coloca como omnisciente y omnipresente. La frase “consumo, luego existo” no debe tomarse a la ligera, porque el individuo, al estar en la interminable lucha dialéctica con la generalidad social, va construyendo las diferencias que moldearán su conciencia bajo las dinámicas del capital.
En la perspectiva anterior, es importante no perder de vista lo importante de ser diferente, es decir; el reconocimiento de que cada individuo tiene aspiraciones y necesidades legítimas y que puede, incluso, tener una visión o gusto alternativo a la cultura dominante. Mazzotti et al. (1996), además señala al respecto:
La heterogeneidad, en cambio, tiende a la individuación de los especímenes en contacto, dentro de la línea alterizante basada en la afirmación de las diferencias. Su característica es la insolubilidad de los elementos en juego, es decir, su capacidad de afirmar la discontinuidad cultural, esto es, de marcar las fisuras que establece lo pluricultural. (p,28).
Es importante señalar que a pesar de que las lógicas del capital son totalizantes en su alienación tecnológica, en su seno mismo de operatividad, se abren brechas emancipatorias que insertan la mediación. Lo cual requiere una mirada e interrogantes sobre lo que nos depara como sociedad y sobre todo como seres humanos.
La dependencia en la forma de adquirir productos, servicios y tecnología, atravesados por el eje cultural como instrumento de dominación, coincidimos en que es una realidad en nuestras sociedades. Deshumaniza sin duda a los individuos, los somete a las tecnologías de comunicación principalmente: WhatsApp, Facebook, TikTok, entre otras- Aunque es importante señalar que por sí mismos los sujetos eligen este tipo de dispositivos cuando deciden exponer en las redes sociales sus vidas y, en las que los dueños de estas empresas se ven favorecidos. Se establece una relación en la que desear y producir ilimitadamente requiere que el emprendedor contemporáneo se aliene a los dispositivos de localización subjetiva, puesto que consumir (goce sin fin) y vender exige ser visibilizado y publicitado (Bedoya Hernández et al, 2022).
Luego de la argumentación expresada se plantea como objetivo general de la investigación analizar el consumo cultural y tecnología, tendencias y alternativa en el modelo educativo del Colegio de Postgraduados, México.
MÉTODO
El estudio se realiza desde la perspectiva cuantitativa, mediante la recuperación, recopilación y análisis crítico de referencias documentales y bibliográficas. En este sentido, desde un diseño bibliográfico de tipo documental, los investigadores realizan un proceso investigativo en donde la población de estudio, se fundamenta básicamente en documentos escritos como trabajos arbitrados y tesis, además se considera el análisis de contenido de la información recopilada, lo que permitió producir resultados. Lo analítico-sintético, se fundamenta en descomponer mentalmente el sistema estudiado en varios compendios para poder llegar a la producción de nuevo conocimiento, desde la deliberación crítica, se construyó el método de análisis del fenómeno de estudio, lo que llevó a la obtención de información relevante. Se recurrió, además, al método inductivo- deductivo, el cual propone que para hallar una verdad se deben escudriñar los hechos y no basarse en meras especulaciones, igualmente a partir de afirmaciones generales para llegar a específicas (Dávila, 2006).
RESULTADOS
Se presentan a continuación los resultados obtenidos luego del método plateado por los investigadores.
El consumismo tecnológico
Actualmente, con la invasión de las tecnologías masivas que llegan a todos los rincones de la vida diaria, se potencializan los efectos del capital: la cultura se homogeniza, el hedonismo llega a más aspectos de la vida diaria y se busca el establecimiento del presente perpetuo. Con la era del Internet y los dispositivos móviles, los procesos sociales se trastocan con demasiada celeridad. El espacio físico, donde se construían los referentes culturales y las representaciones sociales, se ha rebasado.
La educación en la era de la tecnología masiva y sus procesos emancipatorios
Esta es una época en la que impera la lógica del capital, mediante la dominación de tecnologías digitales. Dicho paradigma ha moldeado todos los aspectos de la vida social y productiva. Es decir, con las tecnologías digitales se tiene poder de decisión qué comprar y qué consumir. Incluso, hasta los lugares a visitar y cómo establecer parámetros de manejo de recursos humanos, financieros y productivos. El poder se traslada a los datos y la capacidad de manejo de los dispositivos electrónicos. Sin duda, el desarrollo tecnológico tan acelerado es fruto de esta misma lógica y busca mantener y legitimar el statu quo de los dueños del capital. Ante este proceso de dominación cultural, el papel de la educación es fundamental, y es ahí donde el sujeto concientiza su proceso reflexivo el cual es la puerta hacia el pensamiento crítico y emancipador. No obstante, es preciso señalar que no todo proceso educativo es emancipatorio, ya que también es reproductor y modelador de los seres humanos de acuerdo a las necesidades sociales vigentes y, sobre todo, que el Estado, es garante de la educación. Por tanto, decide la política educativa a instrumentar en un contexto de lógica neoliberal, donde la tecnología aplicada a la educación; se convierte en un instrumento que ha transformado el modelo pedagógico. De tal forma, que sólo queda como discurso el pensamiento crítico, reflexivo y liberador. Dejando a un lado la función de la educación y en cierta medida, desconociendo las realidades socioculturales de los centros educativos (Solé, 2020).
Entre el saber ancestral y el pensamiento alternativo
Es evidente que la concepción de la educación que se ha heredado desde la modernidad se ha enfocado en el pensamiento utilitarista del conocimiento. La pluralidad de sentidos y significados, que el ser humano desarrollaba sobre su propia existencia, desde la infancia del género humano siempre ha sido vasta. Por otro lado, el agua, el fuego, los rayos, en suma, en el mundo de vida comunitario; ejemplifican esa relación estrecha con la naturaleza y a la vez inseguridad de temor hacia lo desconocido. Suficientemente documentado está que marca el inicio del dominio sobre la naturaleza a partir de la racionalidad técnica. Incluso en las universidades de la edad media, sabemos que prevalecía un trasfondo teológico, pero a su vez, las artes liberales engrosaban el sentido existencial.
Para los autores, Rugne Peña et al. (2012) en un ejercicio de distinción entre la educación y la pedagogía, ejemplifica muy bien lo que aquí se pretende señalar como una educación alienante (reproductiva) y emancipatoria (reflexiva). En su artículo Pedagogía y praxis (práctica) educativa o educación, los autores señalan que la pedagogía y la educación se pueden diferenciar porque la pedagogía es una praxis que conlleva en esencia un hacer reflexionado, con un fin en sí mismo y libre. Lo cual se distingue de la educación lo cual es meramente reproductivo. De esta distinción se puede entender con mayor claridad los dos aspectos que conlleva la educación en general: su aspecto reproductivo y su aspecto emancipatorio.
Tabla 1 Contrastes de la educación reproductiva vs. emancipatoria.
1. Educación reproductiva | 2. Educación emancipatoria |
---|---|
Es un medio para alcanzar un fin | Es un fin en sí mismo |
Asimilación, imitación, iniciación, costumbre | Reflexiva |
Es inconsciente | Es consciente |
Introduce al mundo | Analiza el mundo |
Se centra en el producto | Se centra en la finalidad |
Es práctica | Es liberadora |
Elaboración: Los autores.
Se desprende de la tabla 1, que todo proceso educativo implica dos procesos distintos e incluso contradictorios. Queda suficientemente claro que, mediante la lógica del capital, siempre se inclinarán por la educación reproductiva, ya que es el medio por el cual se mantiene su hegemonía y permite coexistir la educación emancipatoria, siempre y cuando sus narrativas permitan ir subsanando sus mismas contradicciones. Por tanto, el papel de la tecnología, como herramienta del capital, incide profundamente en la concepción de los modelos educativos.
El modelo educativo del Colegio de Postgraduados (Colpos) y su papel en la era tecnológica
El Colegio de Postgraduados (Colpos) se fundó en 1946. Es una institución de posgrado que tuvo sus bases de la antigua Escuela Nacional de Agricultura (ENA); fundada en 1824, y trasladada de San Jacinto, Distrito Federal, a Chapingo, Estado de México en 1924. El modelo académico de la ENA, estaba dirigido a crear una agricultura moderna, técnica y productiva y, por ende, se requería de profesionales “más técnicos”. (Garmendia, 1990 citado por Gastelum Escalante, 2010).
En tal sentido, la experiencia de adopción del modelo estadounidense Rockefeller Foundation’s Mexican Agricultural Program (MAP), que culminó en modelo llamado de la Revolución Verde. En su instrumentación en México, desde 1943, creó las condiciones del llamado milagro mexicano, al tener incrementos en la producción de cultivos agrícolas, principalmente en maíz y trigo (Gastelum Escalante, 2010). Desde luego, los grandes productores que cuentan con suficiente capital fueron los beneficiados de este modelo productivo, pero a la vez ocasionó alto consumo de productos agroindustriales. En contraste, puso en crisis a la economía campesina por su difícil acceso al financiamiento e inversión. Aunque reconocemos que el nivel de conocimiento de los actores sociales, así como las condicionantes culturales, climáticas y regionales, influyen y causan desequilibrios en la producción local, así como en la capacidad de promover cambios, que pueden contribuir a mejorar las condiciones productivas y calidad de vida (Ribeiro y Fornazier, 2016).
De manera que las instituciones educativas, tienen la posibilidad de intervenir mediante opciones tecnológicas, para el desarrollo del sector agropecuario, pero bajo el reconocimiento e inclusión de las formas productivas tradicionales, además de tomar en consideración el contexto sociocultural y geográfico en que se encuentran los campesinos e indígenas en México. En esa perspectiva, el Colpos, puede desempeñar un papel fundamental, en la formación a nivel postgrado de profesionistas comprometidos con las comunidades organizadas que así lo requieran.
CONCLUSIONES
A lo largo de este trabajo es posible constatar la emergencia de reconocer un modelo pedagógico educativo que no responda a la hegemonía del pensamiento único, basado en los dictados del capitalismo y de la clase dominante. Por tanto, se requiere de una trasformación social y política, que le apueste a una educación liberadora y reflexiva, en la que se reconozcan los saberes que se han sometido por los intereses del capital. Este enfoque no implica favorecer un modelo educativo sobre otro; más bien, aboga por la investigación situada y la utilización de las condiciones en las que los sujetos del desarrollo llevan a cabo sus actividades cotidianas.