Introducción
La coordinación motora gruesa es la capacidad de realizar movimientos que involucran grandes grupos musculares, como caminar, saltar, correr, lanzar, entre otros; esta habilidad se desarrolla desde la primera infancia y es fundamental para el bienestar físico, cognitivo, emocional y social de los niños y niñas (Pico et al., 2020; Sánchez-Macedo et al., 2022). Sin embargo, diversos factores como la falta de estimulación, el sedentarismo, las condiciones ambientales, las características individuales, pueden afectar el desarrollo de la coordinación motora gruesa. Para favorecer el desarrollo de la coordinación motora gruesa en los niños y niñas, se han propuesto diversas estrategias pedagógicas, entre las que destacan las actividades lúdicas. Estas actividades se refieren a la necesidad del ser humano de comunicarse, sentir, expresarse y producir una serie de emociones orientadas hacia el entretenimiento, la diversión y el esparcimiento (Barrios Pantoja & Muñoz Ponce, 2017); estas son una forma de vivir la cotidianidad con placer y valoración, propiciando el desarrollo de las aptitudes y habilidades (Candela Borja & Benavides Bailón, 2020; Parra-Astudillo et al., 2023).
Desde el siglo anterior, varios autores han resaltado la importancia del juego para el desarrollo de la coordinación motora gruesa en los niños y niñas. Por ejemplo, Groos (1902) sostuvo que el juego es biológico e intuitivo, y que prepara al niño en el desarrollo de funciones y capacidades. Luego, Huizinga (1938) afirmó que las actividades lúdicas favorecen en la infancia la autoconfianza, la autonomía y la formación de la personalidad. Ya en 1951, Piaget consideró que el juego es muy importante en la inteligencia del niño, un elemento para potenciar la lógica y la racionalidad; y posteriormente, Vigotsky y Cole (1978) enfatizaron que el juego es un factor básico del desarrollo cognitivo, mediante el cual se adquieren habilidades específicas y conocimientos concretos.
En la actualidad, la literatura académica resalta la lúdica como una dimensión del desarrollo humano que fomenta el desarrollo psicosocial y la adquisición de saberes, conformación de la personalidad donde se cruzan el placer, el goce, la actividad creativa y el conocimiento (Barahona et al., 2023; Méndez Vargas et al., 2012), mientras que el juego es considerado una de las principales herramientas educativas que ayuda a conocer la realidad, permitiendo al niño afirmarse, favorecer el proceso socializador y cumplir una función integradora (Gómez Rodríguez et al., 2015).
En el contexto peruano, el Currículo Nacional de Educación Básica (Minedu, 2016) menciona que en estas edades los niños y las niñas viven un proceso de individuación en el que trasciende de la necesidad de tener un vínculo de apego seguro con un adulto significativo. Tienen la capacidad de moverse y actuar desde su iniciativa, adquiriendo posturas y desplazamientos de manera autónoma. Es así que desarrollan sintiéndose seguros un mayor dominio de su cuerpo y con mayores recursos para conocer el mundo que los rodea. Sin embargo, a pesar de la relevancia teórica y práctica de las actividades lúdicas para el desarrollo de la coordinación motora gruesa en los niños y niñas, existen pocos estudios empíricos que hayan evaluado su efectividad e impacto en esta población. Por ello, el objetivo de esta investigación fue determinar la influencia de las actividades lúdicas en el desarrollo de la coordinación motora gruesa en niños y niñas de 2 años de edad. Se planteó como hipótesis general que las actividades lúdicas influyen favorablemente en el desarrollo de la coordinación motora gruesa en los niños y niñas de 2 años de edad de la Institución Educativa Particular N°00696-Huancavelica.
Materiales y métodos
El presente estudio tiene como objetivo determinar la influencia de las actividades lúdicas en el desarrollo de la coordinación motora gruesa en niños de 2 años de edad. Para ello, se planteó el siguiente diseño, población, muestra, técnicas e instrumentos de recolección de datos y análisis estadístico.
Diseño
El diseño de la investigación fue experimental, con un grupo pretest-postest. Se aplicó un pretest a los 10 niños y niñas participantes para evaluar su nivel inicial de coordinación motora gruesa, utilizando la lista de cotejo y el registro anecdotario. Luego, se implementó un programa de actividades lúdicas durante cuatro semanas, con una frecuencia de tres sesiones por semana y una duración de 45 minutos por sesión. Las actividades lúdicas se basaron en juegos de movimiento, equilibrio, saltos, lanzamientos y recepciones, entre otros. Se utilizó el registro de información en el aula para controlar la asistencia y el desarrollo de las actividades. Finalmente, se aplicó un postest a los 10 niños y niñas para medir su nivel final de coordinación motora gruesa, utilizando los mismos instrumentos del pretest.
Población y muestra
La población estuvo constituida por los 10 niños y niñas de 2 años de edad matriculados en el año 2019 en la Institución Educativa N°00696-Huancavelica, ubicada en el distrito de Huancavelica, en el centro-sur del Perú. La muestra fue censal, conformada por los mismos 10 niños y niñas de la población. El muestreo fue no probabilístico-criterial, ya que se seleccionó al grupo intacto para aplicar el pretest y el postest.
Técnicas e instrumentos de recolección de datos
La observación, la lista de cotejo y el registro de información en el aula se emplearon como técnicas e instrumentos de recolección de datos. La primera, que permitió describir y anotar las acciones realizadas por los niños como evidencia del mejoramiento de la coordinación motora gruesa; se utilizó un registro anecdotario de información del aula, que es un formulario especializado de observación incidental, es una descripción de la conducta y personalidad del niño en términos de observaciones frecuentes breves y concretas del niño hechas y registradas por el profesor. La segunda, que permitió enfocarse en el comportamiento del alumno, posibilitando la recopilación de una forma fácil y rápida la información. Se pudo documentar la ejecución detallada de cada estudiante, mostrando su progreso a través del tiempo. El tercero, que sirvió de ayuda para controlar la asistencia y tener en cuenta la información necesaria del niño.
Análisis estadístico
Se aplicó una estadística no paramétrica de Rangos de Wilcoxon, en razón a que los puntajes de las pruebas de entrada y salida no son producto de una muestra aleatoria, para determinar si hubo una diferencia significativa entre el pretest y el postest en la variable dependiente coordinación motora gruesa.
Resultados
Al aplicar el pretest, se evidenció que la mitad (50%) de los niños no reconoce sus extremidades, mientras que la otra mitad si los identifican plenamente sus extremidades como las manos y los pies; por otra parte, que 8 niños de un total de 10 (80%) no tienen la coordinación motora gruesa desarrollada y sólo 2 niños los tienen, pero de manera regular. Situación similar se observa en las dimensiones de tono y fuerza muscular, así como en el dominio corporal dinámico. En la tabla 1 se muestran las actividades ejecutadas y no ejecutadas por cada uno de las dimensiones de la coordinación motora gruesa, donde se puede observar en la dimensión de tono y fuerza muscular, que 5 de las actividades como: armar torres de tres cubos, tirar la pelota con las dos brazos, imitar las acciones que realizan algunos animales como el mono o el conejo, tocar la punta de los pies sin doblar las rodillas y dar como mínimo tres vueltas en su mismo eje, no han sido ejecutas tal como se esperaba; sólo las actividades de recoger objetos con ambas manos, lanzar como mínimo tres pelotas por encima de la cabeza y moverse al compás de la música fueron desarrolladas aceptablemente pero con ciertas dificultades. Mientras que en el dominio corporal dinámico todas las diez actividades no fueron realizadas como se esperaba, sobre todo en saltar soga sin ayuda de nadie y caminar llevando un vaso lleno de agua caminado cinco pasos, ninguno de los niños logró realizarlo. Estos hallazgos demuestran que efectivamente los niños no tienen desarrollado la coordinación motora grueso, sobre todo en la dimensión de dominio corporal. Resultado que ha permitido tomar decisiones para aplicar actividades lúdicas y mejorar en alguna medida la coordinación motora gruesa en los niños de 2 años de edad.
Tabla 1 Actividades de coordinación motora gruesa ejecutadas por los niños de 2 años de edad de la Institución Educativa Particular N°00696 de Huancavelica, previo y posterior a la intervención
Dimensión | Actividades observadas | Pretest (%) | Postest (%) | ||
---|---|---|---|---|---|
Si | No | Si | No | ||
Cognitivo | Reconoce sus extremidades | 50 | 50 | 10 | 0 |
Tono y fuerza muscular | Recoge objetos con ambas manos | 90 | 10 | 90 | 10 |
Lanza pelotas dentro de una caja* | 50 | 50 | 90 | 10 | |
Lanza pelotas por encima de la cabeza* | 60 | 40 | 100 | 0 | |
Arma torres con al menos 3 cubos | 40 | 60 | 100 | 0 | |
Lanza pelotas con los dos brazos | 30 | 70 | 100 | 0 | |
Imita las acciones de los animales | 10 | 90 | 80 | 20 | |
Toca la punta d elos pies sin doblar las rodillas | 10 | 90 | 80 | 20 | |
Gira 3 o más vueltas sobre su propio eje | 30 | 70 | 100 | 0 | |
Se mueve al compás de la música | 60 | 40 | 100 | 0 | |
Dominio corporal dinámico | Sube escaleras sin ayuda | 30 | 70 | 80 | 20 |
Sube las escaleras alternando los pies | 10 | 90 | 90 | 10 | |
Camina sobre líneas definidas | 30 | 70 | 100 | 0 | |
Demuestra equilibrio llevando una hoja en la cabeza | 40 | 60 | 100 | 0 | |
Se para al menos 10 segundos en un solo pie | 20 | 80 | 80 | 20 | |
Corre en Zigzag | 30 | 70 | 100 | 0 | |
Realiza saltos en 10 segundos | 40 | 60 | 100 | 0 | |
Salta en un solo pie | 30 | 70 | 100 | 0 | |
Salta la soga sin ayuda | 0 | 100 | 100 | 0 | |
Camina al menos 5 pasos llevando un vaso lleno de agua | 0 | 100 | 80 | 20 | |
*3 pelotas mínimo. **3 pasos mínimo. |
Una vez aplicadas las actividades de intervención, se observa que las actividades de lanzar como mínimo tres pelotas por encima de la cabeza, armar torres de tres cubos como mínimo, tirar como mínimo tres pelotas con los dos brazos, dar como mínimo tres vueltas en su mismo eje y moverse al compás de la música los realizaron perfectamente, en tanto que las otras actividades los realizan con ciertas dificultades o de manera forzada. En la dimensión del dominio corporal dinámico, las actividades de dar como mínimo tres pasos sobre las líneas pintadas en el suelo, demostrar equilibrio llevando una hoja en la cabeza dando como mínimo tres pasos, correr en zigzag, realizar saltos en 10 segundos, saltar en un solo pie y saltar la soga sin ayuda de nadie los realiza de manera ideal; en tanto que las otras actividades los realizan con ciertas dificultades, como por ejemplo, subir las escaleras sin ayuda de nadie, pararse con un solo pie durante diez segundos y caminar llevando un vaso lleno de agua dando cinco pasos como mínimo (Tabla 1).
En la figura 1 se presenta los puntajes obtenidos sobre coordinación motora gruesa en el pre y post test por cada niño, de donde se observa que la mayoría tienen resultados por encima de 17 puntos y solo un niño tiene el puntaje de 15, como resultado de la aplicación de las actividades lúdicas, en tanto que al inicio o en el pre test los niños tenían puntajes por debajo de 10, que implica que el nivel de desarrollo de la coordinación motora gruesa fue deficiente. Estos resultados indican que la coordinación motora gruesa se ha logrado desarrollar como efecto del trabajo con las actividades lúdicas.
Para evaluar la diferencia de los puntajes antes y después de la aplicación de las actividades lúdicas, se emplea la estadística no paramétrica de Rangos de Wilcoxon, encontrando que el valor de la prueba es de 55 con una mediana estimada de 11,50 y un valor probabilístico (p-valor) asociado de 0,003. Esto significa que hay una diferencia significativa entre el pretest y el postest en la variable dependiente coordinación motora gruesa, lo que indica que el programa de actividades lúdicas tuvo un efecto positivo en el desarrollo de la coordinación motora gruesa en los niños y niñas de 2 años de edad. Se puede afirmar que las actividades lúdicas son una estrategia pedagógica eficaz para estimular esta habilidad en la primera infancia.
Discusión
Los resultados de la presente investigación muestran que la aplicación de las actividades lúdicas influye favorablemente en el desarrollo de la coordinación motora gruesa en los niños y niñas de 2 años de edad de la Institución Educativa Particular San Francisco de Asís del distrito de Chulucanas. Se utilizó la técnica de observación para recolectar datos y como herramienta, la lista de verificación. Se encontró una diferencia significativa entre comparación de los resultados iniciales (pretest) y los resultados finales (postest) en la variable dependiente coordinación motora gruesa, lo que indica que el programa de actividades lúdicas tuvo un efecto positivo en la mejora de esta habilidad en la primera infancia. Así quedó comprobado según la comparación del pretest y el postest ya que se puede distinguir que antes de aplicar las estrategias para mejorar la motricidad gruesa los niños se encontraban en un nivel de inicio con un 62 %, el 23 % se encontraba en proceso y el 15 % estaba en logro, pero después de la aplicación de la estrategia del juego didáctico, el (92 %) de los niños llegaron a un nivel de logro; y solo el (8 %) se encuentra en proceso. Pero este (8 %) es equivalente a 1 niño quien no logro desarrollar su motricidad gruesa en relación a su relajación ya que se encuentra delicado de salud y debido a sus constantes tratamientos con antibióticos es que está nervioso e inquieto razón por la cual no logro desarrollar su relajación.
Los hallazgos de esta investigación son consistentes con los de otras investigaciones similares realizadas en varios países, que han demostrado los beneficios de las actividades lúdicas para estimular la motricidad gruesa en los niños y niñas de educación básica. Por ejemplo, Baque Guale (2013) concluyó que los problemas de la motricidad gruesa son causados por la no estimulación a través de las actividades lúdicas, y que el docente debe ser el responsable de detectar y direccionar un buen trabajo a través de estas actividades. Este estudio coincide con el nuestro en el objetivo general, la variable dependiente y la población objetivo, pero difiere en el tamaño de la muestra (30 niños y niñas), la duración del programa (ocho semanas) y el instrumento utilizado (la escala de valoración del desarrollo psicomotor). Los resultados mostraron que las actividades lúdicas mejoraron significativamente el nivel de motricidad gruesa en el 80% de los participantes, lo que indica que la estimulación temprana es fundamental para el desarrollo integral de los niños y niñas. Sin embargo, el autor reconoció que se presentaron algunas dificultades como la falta de recursos materiales, la escasa colaboración de los padres y la resistencia al cambio de algunos docentes.
Fernández (2015) encontró que el 58% de los niños realizan todas las actividades lúdicas para desarrollar la motricidad gruesa, mientras que el 38% está en proceso de logro y el 4% no lo logra debido a las limitaciones impuestas por la docente. Este estudio tiene un objetivo similar al nuestro, pero se enfoca en una sola dimensión de la motricidad gruesa: el equilibrio. La muestra fue de 26 niños y niñas, el programa duró seis semanas y se utilizó una lista de cotejo como instrumento. Los resultados evidenciaron que las actividades lúdicas favorecieron el desarrollo del equilibrio en la mayoría de los participantes, pero también se observaron diferencias individuales según el nivel inicial, el género y la edad. El autor señaló que algunas limitaciones del estudio fueron la falta de un grupo control, la heterogeneidad de la muestra y la subjetividad del instrumento.
Arzola Uchuya (2018) evidenció que la aplicación de los juegos motores influye significativamente en la psicomotricidad gruesa de los niños de cinco años. Este estudio tiene un diseño experimental con un grupo pretest-postest, similar al nuestro, pero se diferencia en el objetivo específico, la variable independiente, la población objetivo y el tamaño de la muestra (60 niños y niñas). El programa duró 12 semanas y se utilizó una ficha de observación como instrumento. Los resultados mostraron que los juegos motores tuvieron un efecto positivo en todas las dimensiones de la psicomotricidad gruesa: coordinación dinámica general, coordinación óculo-manual, coordinación óculo-pédica y equilibrio. El autor explicó que los juegos motores permiten a los niños y niñas desarrollar sus habilidades motrices a través del placer, la diversión y la socialización. No obstante, el autor también mencionó algunas limitaciones como la falta de seguimiento a largo plazo, la influencia de variables extrañas y la dificultad para controlar todas las variables.
Agramonte Herrera (2018) afirmó que el ritmo de evolución varía de un sujeto a otro, según la madurez del sistema nervioso, la carga genética, el temperamento básico y la estimulación ambiental. Este estudio tiene un objetivo general similar al nuestro, pero se centra en una sola variable dependiente: el juego didáctico. La muestra fue de 15 niños y niñas, el programa duró ocho semanas y se utilizó una ficha de evaluación como instrumento. Los resultados indicaron que el juego didáctico mejoró el nivel de motricidad gruesa en el 80% de los participantes, pero también se encontraron diferencias individuales según el ritmo de aprendizaje, el nivel de atención y la motivación. El autor sostuvo que el juego didáctico es una estrategia que favorece el desarrollo cognitivo, afectivo y social de los niños y niñas, además de su motricidad gruesa. Sin embargo, el autor también reconoció algunas limitaciones como la falta de un grupo control, la escasa representatividad de la muestra y la influencia de factores externos.
Yarasca Huamani (2018) determinó que el nivel de motricidad gruesa en los niños y niñas de 4 años es aceptable, y que el nivel de esquema corporal es adecuado. Este estudio tiene un enfoque descriptivo, diferente al nuestro, y se basa en una sola variable dependiente: la motricidad gruesa. La muestra fue de 30 niños y niñas, no hubo un programa de intervención y se utilizó una ficha de observación como instrumento. Los resultados revelaron que el 53% de los participantes tienen un nivel aceptable de motricidad gruesa, mientras que el 47% tienen un nivel regular o deficiente. Asimismo, se observó que el 60% tienen un nivel adecuado de esquema corporal, mientras que el 40% tienen un nivel regular o deficiente. El autor argumentó que estos resultados se deben a la influencia del contexto familiar, escolar y social en el desarrollo de los niños y niñas. No obstante, el autor también admitió algunas limitaciones como la falta de un diseño experimental, la ausencia de una variable independiente y la subjetividad del instrumento.
Estas investigaciones respaldan la hipótesis planteada en esta investigación, de que las actividades lúdicas influyen favorablemente en el desarrollo de la coordinación motora gruesa en los niños y niñas de 2 años de edad. Sin embargo, también muestran que existen otros factores que pueden incidir en este proceso, como la edad, el género, el nivel inicial, el ritmo de aprendizaje, la motivación, la atención, el contexto y la estimulación. Por lo tanto, se debe tener en cuenta la diversidad y la individualidad de los niños y niñas al diseñar e implementar las actividades lúdicas, así como las condiciones y los recursos disponibles para su realización.
Por otra parte, también existen algunos estudios que presentan resultados diferentes o contradictorios con los obtenidos en esta investigación. Por ejemplo, Herrera Rojas (2019) realizó un estudio con 13 niños y niñas de 2 años de edad en una institución educativa inicial, no obstante, esta investigadora basó su programa de estimulación motriz en tres teorías del desarrollo psicomotor (la teoría de la educación de Henri Wallon, la teoría del cerebro total o cerebro base el aprendizaje de Nedd Herman y el enfoque organizadores del desarrollo psicomotor de Myrtha Chokler), mientras que en este estudio se diseñaron las actividades lúdicas a partir de los intereses y necesidades de los niños, sin seguir un marco teórico específico, lo que podría influir en el tipo y la calidad de las actividades propuestas. Estas diferencias metodológicas podrían ser consideradas como limitaciones o fortalezas de cada estudio, según el caso, y podrían servir como base para futuras investigaciones que profundicen en el tema.
En este estudio se encontró que la aplicación de un programa de actividades lúdicas durante cuatro semanas tuvo un efecto positivo y significativo en el desarrollo de la coordinación motora gruesa en niños de 2 años de edad, lo que se opone a los hallazgos de Saucedo Reategui (2022), quien evaluó la coordinación motora gruesa en niños de primer y segundo grado de primaria mediante la batería KTK y encontró que el 97,3 % de la muestra presentó una coordinación por debajo de la normalidad, el 1,5 % una coordinación normal y solo el 1,1 % una coordinación superior al estándar. Estas diferencias podrían deberse a varios factores, tales como: la edad de los participantes, que implica distintos niveles de maduración y desarrollo motor; el instrumento utilizado para medir la coordinación motora gruesa, que podría tener diferentes criterios y estándares de evaluación; el tipo y la duración de las actividades realizadas, que podrían variar en intensidad, frecuencia y complejidad; y el contexto sociocultural y educativo de los niños, que podría influir en sus hábitos y oportunidades de práctica motriz.
Estos estudios muestran que las actividades lúdicas no siempre tienen el mismo impacto en el desarrollo de la coordinación motora gruesa, sino que dependen también de otros factores como el contexto, la individualidad, la motivación y la emoción. Por lo tanto, se debe tener cuidado al generalizar los resultados obtenidos en esta investigación, y se debe considerar también las limitaciones y las diferencias que puedan existir entre las poblaciones y las muestras estudiadas.
En conclusión, los resultados obtenidos en esta investigación indican que las actividades lúdicas son una herramienta valiosa para promover el desarrollo de la coordinación motora gruesa en los niños y niñas de 2 años de edad. Sin embargo, también se reconoce que existen otros estudios que presentan resultados diferentes o contradictorios, lo que sugiere que se debe profundizar más en el tema y analizar con mayor detalle los factores que influyen en el efecto de las actividades lúdicas. Se recomienda a los docentes incorporar estas actividades en su planificación curricular, así como crear espacios adecuados para su realización. Se sugiere también a los padres y madres apoyar esta iniciativa desde el hogar, fomentando el juego libre y creativo con sus hijos e hijas. Se espera que esta investigación contribuya al conocimiento científico sobre el tema y al mejoramiento de la calidad educativa en la primera infancia.