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Educere

versión impresa ISSN 1316-4910

Educere v.11 n.38 Meridad sep. 2007

 

Educere: diez años, una experiencia crítica, una celebración y un culto al saber publicado

Educere: ten years, a critical experience, a celebration and an ode to published knowledge

Pedro José Rivas*

Director editor Facultad de Humanidades y Educación. Universidad de Los Andes, ULA. Mérida-Venezuela

* Miembro del personal docente y de investigación de la Escuela de Educación de la Universidad de Los Andes, desde Junio de 1975. Profesor Titular y docente activo de pregrado y posgrado. Coordinador del Programa de Perfeccionamiento y Actualización Docente y del Seminario Venezolano de Educación Matemática. Director-editor de las publicaciones: EDUCERE, la revista venezolana de educación, y EQUISANGULO, la revista Electrónica Iberoamericana de Educación Matemática, ambas de la Facultad de Humanidades y Educación.

Diez años de existencia editorial celebramos en esta pequeña alma mater de la Facultad de Humanidades y Educación. Dos lustros cargados de recuerdos llenos de frescura y juventud nos señalan el largo camino de un estimulante andar en el mundo del libro.

Los obstáculos y las dificultades propias de las lides hemerográficas de una actividad extraña y sin experiencia quedaron a la vera del camino porque la tenacidad y la persistencia por seguir adelante, se convirtieron en las convicciones más arraigadas de nuestros actos.

Nacimos bendecidos por los dioses y agraciados por la confianza de aquellos que creen que detrás de la palabra está la evidencia de la obra. Allí está nuestro punto de apoyo y donde cualquier autor puede colocar la palanca para que su verbo pueda ser diseminado con el propósito de que en el más apartado rincón del país o del planeta, un lector cualquiera lo haga germinar.

Palabras alusivas del Director de la revista Educere

Celebración social del festejo aniversario

Acto de nacimiento

Gestada desde el Programa de Perfeccionamiento y Actualización Docente, PPAD, de la Escuela de Educación como una propuesta editorial al servicio de la actualización del magisterio y de la formación docente de estudiantes universitarios, nació en el alba del año 1997 al calor de un conflicto gremial universitario cuyo paro por reivindicaciones socioeconómicas se prolongó más de tres meses. Tiempo suficiente para inventar, imaginar y aventurarse en el mundo de las utopías posibles, donde se descubren las realidades que otros apenas sueñan.

Al documento fundacional que decretaba idealmente la creación de EDUCERE le acechaba la ciclópea tarea de darle cuerpo y forma a una imaginaria revista que solo existía en el pensamiento de sus forjadores.

La aventura comienza con un documento declarativo de principios y de una romántica invitación para que los profesores de la Escuela de Educación escribieran en las páginas de la inexistente revista. Todavía en el desvelo de algunas noches se espera el acuse de recibo o la encomienda solicitada por encargo genérico que nunca llegó.

EDUCERE dio a la luz su primer número porque apeló directamente y sin rodeos a la petición expresa y solidaria a amigos personales, allegados al imberbe director. Los profesores que respondieron oportunamente, sembrando los primeros hitos de lo que sería esta publicación, fueron: el inefable Aníbal León, Violeta Romo, Plinio Negrete, Piedad Londoño, Maria del Pilar Quintero, Freddy Mudarra y Claudio Briceño de la Escuela de Historia. Honrar honra.

Así nació EDUCERE baj o el tratamiento de un parto con forcep, porque la convocatoria a los pares no funcionó, tanto que los dos números subsiguientes se editaron como dossier o compilaciones temáticas, porque nadie se anotaba a un proyecto de revista sin indización ni reconocimiento institucional. La edición Nº 2 se diseñó sobre los documentos oficiales que preestablecían la orientación de la Reforma a la Educación Básica, y la versión Nº 3 se elaboró sobre los documentos, propuestas, comunicados y preocupaciones del Proyecto de Ley de Educación Superior, conocido como el PLES. Para el diseño de la edición Nº 4, todavía no contaba con un pequeño fondo de manuscritos que estimulara a creer que se estaba en posesión de una revista. Sin embargo, nunca dejamos de preguntarnos, ingenuamente, ¿dónde estaban los escritores y hacia dónde iban sus productos intelectuales?

En este recorrido por nuestra historia editorial aprendimos el rudo oficio de transitar por la cultura del libro impreso universitario lleno de incomprensiones e indiferencias y también de satisfacciones. Otras experiencias cargadas por la magia proporcionarían las nuevas aplicaciones de las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Hoy, dirigir una revista, legitimada por la academia, reconocida por la generosidad de los escritores y con el motivante disfrute de las políticas de financiamiento de la institución y del Estado nacional, es otra cosa. En el argot taurino, se diría “ver los toros desde la barrera”.

Permítasenos un detén en algunas consideraciones muestrales extraídas de nuestra memoria que pueden servirnos como una reflexión para que la universidad conozca algunos pasajes de una revista humanística que festeja su trayectoria recordando momentos gratos de su experiencia editorial pero también, desvelando mitos y falsas deidades.

Los escritores de toga y sin birrete

Descubrimos que en la academia universitaria existe un lado oscuro y perverso que impide el desarrollo de cualquier iniciativa por más meritoria que fuere, si ella no está orientada, en gran parte, a la satisfacción de intereses particularísimos. Esta es una de las miradas auscultadoras a la antiuniversidad que muestra un especial tipo depensamiento elitesco que se expresa en las tintas de sus escritos y en la arrogancia de un utilitarismo que busca alojo acomodaticio en las consolidadas y selectivas publicaciones ranqueadas del país y del extranjero, donde no es fácil acceder a sus páginas por su carácter limitante y excluyente o por el altísimo costo económico que implica publicar para otras comunidades académicas.

¿Por qué se produce este fenómeno?, ¿por qué existe este mefistofélico culto al beneficio inmediato de ciertos autores que no apuestan al crecimiento y a la consolidación de revistas que están en proceso de formación?

Es conocido por todos que una publicación que recién inicia sus avatares editoriales no tiene identidad legitimada ni reconocimiento porque no posee trayecto ni tiene historial. Ella no da crédito porque no lo posee. El crédito académico proviene solo desde la escritura y de quienes creen en ella, es decir, de quienes le proporcionan el beneficio de la duda y aportan sus manuscritos sin preguntar si la revista es indizada o si está clasificada como tipo A, B ó C.

Un autor, académico, no nos referimos a si es un docente escritor o investigador meritorio, PEI o PPI, es auténticamente universitario cuando escribe voluntariamente y con agrado para revistas académicas altamente rigurosas y también para aquellas de corta data sin mucho currículo porque está consciente de que se trata de un acto para insuflar voluntaria e intencionalmente el prestigio de esa publicación, de alimentarla desde el calor de su pluma, de apoyarla para aquilatarla desde su saber humanístico, científico o tecnológico. Esta actitud de cooperación universitaria cataliza el desarrollo de una publicación temprana. Luego le será fácil ser incorporada a los índices, directorios, catálogos, colecciones, registros, bibliotecas y hemerotecas virtuales y repositorios institucionales electrónicos, tanto del país como del extranjero.

Así se construye universidad desde el aporte individual o grupal, pero solidario de los autores universitarios que fortalecen las publicaciones académicas. Solo sembrando un artículo se puede cosechar una revista. El individualismo engreído y pragmático de muchísimos autores representa las sombras borrascosas que contribuyen a que la universidad extravíe la mirada de su guía, timón y bitácora.

Este señalamiento se hace desde la experiencia de haber comprobado lo afirmado, no solo desde EDUCERE, sino desde otras publicaciones como EQUISÁNGULO, la revista electrónica iberoamericana de educación matemática, adscrita a la Escuela de Educación, y también desde PROSPECTIVA, la revista especializada en planificación de la Educación Superior, perteneciente a la Comisión Permanente de Directores de Planificación de las Universidades de Venezuela, OPSU.

El síndrome del tercer número que nunca existió

En octubre de 1998, dieciséis meses después de haber publicado la primera edición llegamos al cuarto número, prácticamente mendigando artículos por la indiferencia y el susurro de nuestros, aparentemente, pares. No obstante, crecimos, porque siempre mirábamos hacia adelante. Jamás hicimos de la experiencia brevemente dolorosa un culto a la rabia o a la molestia porque nunca la petrificada mujer de Lot alimentó nuestra existencia. Hoy poseemos un rico y fecundo banco de colaboraciones que permite escoger aquellos artículos que identificarán la línea editorial de los próximos dos números. Qué diferencia con nuestros dos primeros años de crecimiento, pero ¿a qué costo?

La historia de EDUCERE posee esa marca indeleble en su andar. Me atrevería a afirmar que esa trayectoria también la poseen las revistas que han logrado sobrevivir al Síndrome del Tercer Número, suerte de lápida en cuyo epitafio se registran los abortos editoriales de proyectos que fracasaron, por muchas razones, pero particularmente por falta de solidaridad, entrega, camaradería y cooperación entre los pares, que son excelentes impares del trabajo individualista que viven el disfrute de un prestigio lleno de competencias y con poco o nulo aporte a la consolidación de nuestras publicaciones periódicas.

El Síndrome del Tercer Número es declaración y acta de defunción de una publicación que nunca aparecerá porque nadie tiene allí nada que publicar. Es el fatídico tercer número que representa la cripta de las ideas y de los escritores ausentes. Es el intento editorial fallido de la esperanza ingenua de directores y editores de buena voluntad que acompañan a sus revistas al cementerio de publicaciones, donde no habrá lamentos, ni la universidad llorará porque la institución paradójicamente estará representada en nosotros, jamás en los otros.

Si la academia, en general, actuara solidariamente, entonces, la multiplicidad de revistas académicas sería otra, la permanencia daría mayor longevidad a su existencia y los escritores, tanto consolidados, como noveles, recibirían el beneficio de tener más espacios donde publicar.

Credibilidad

Podemos afirmar categóricamente que EDUCERE somos todos, escritores y lectores, árbitros y correctores, ilustradores y diagramadores, traductores y diseñadores, impresores y distribuidores, editores y secretarias; juntos nos hemos convocado para celebrar la llegada al X aniversario con una revista madura, fresca, ágil y con la fuerza que dan el reconocimiento y la distinción del otro, así como el elogio no buscado, que también congratula, pero enferma si no se tiene el antídoto para ignorarlo a tiempo.

Hablar de uno mismo es pedantería y a riesgo de parecerlo, a veces es necesario expresar nuestras reflexiones, emociones y sentimientos desde el saldo azul de las realizaciones de una publicación que como todas, representa una de las actividades más socializadas de la cultura del libro.

A lo largo de estos diez años y a través de treinta y siete ediciones ininterrumpidas, EDUCERE ha refrendado como principio emblemático que define su identidad editorial, la regularidad y la continuidad en sus apariciones. Estos principios de la credibilidad editora se pusieron a prueba y salieron airosos frente a las dificultades políticas y económicas del golpe de Estado del 11 de abril, y a las consecuencias del saboteo petrolero y del paro empresarial declarado oficialmente en diciembre, enero y febrero de 2003, lo que descalabró los mercados, especialmente del libro, y, en particular, de nuestra doméstica red nacional de distribución.

Estas circunstancias difíciles, lejos de hacernos sucumbir, aquilataron la credibilidad de la publicación manteniendo incólume la regularidad y la continuidad en sus apariciones. Mientras tanto, EDUCERE circulaba libremente por la red electrónica de la Universidad de los Andes aumentando su presencia y multiplicando su visibilidad. Amén de ello, se aumentó a las tres existentes una nueva edición anual que convirtió a EDUCERE en una de las poquísimas revistas no comerciales de aparición trimestral y, además, con un tiraje de 1500 números/edición.

La credibilidad de una buena publicación es el baluarte más preciado que debe mantener. Por eso, no nos cansaremos de afirmar que nuestro mayor patrimonio es la credibilidad institucional que los lectores endosan a EDUCERE como su mayor atributo.

El absurdo dilema de las publicaciones escritas vs. las digitales

En EDUCERE hemos roto la falsa dicotomía creada alrededor de la polémica entre las plataformas de las publicaciones impresas y las virtuales. En nuestro caso, las entendemos como herramientas que sirven al mismo fin. Por tanto, no coexisten, conviven; no compiten, se complementan. La virtualidad es instantaneidad, pero fundamentalmente es difusión, diseminación y visibilidad de lo publicado. Lo impreso es convencionalidad escritural y permanencia de lo inmanente. Por esta razón, ya es rutinario saber que en Caripito, la Mesa de Esnuj aque, Cabimas o en Tacarigua de la Laguna, leen la versión escrita en papel o la consultan por Internet, tal como lo hacen desde Toluca, Cali, Madeira, Viña del Mar, Ushuaia o la Gran Canaria; al final, es lo mismo, porque sirven con igual propósito.

Las nuevas maneras de concebirse la visibilidad de una publicación académica está determinada por el acceso rápido y efectivo de la información al público virtual. Las mediciones del impacto sociocultural que ella produce comienzan por descubrir qué nos dicen los contadores electrónicos sobre las estadísticas de consulta de una revista y sus artículos. Las comunidades de amigos que antes se citaban entre ellos dan paso a un lector virtual ubicado en algún punto del planeta, muy diferente al que daba la presencia personalísima o la sensación de la cercanía geográfica.

En tiempos de globalización, el lector planetario no tiene espacio ni tiempo definitivo, es un usuario particular que da virtualidad y, a la vez, concreción a la visita, a la consulta o a la descarga del documento de manera libre. Así es como hoy se valida y se acredita el valor de un artículo. La prueba de la carga la determina el contador electrónico de visitas que está a la vista del lector.

Ahora Internet ha generado otras formas de certificación y acreditación de facto. ¿Cuánto vale su artículo?, sencillo: cuantas veces haya sido consultado. Ya no se pregunta ¿cuántas veces ha sido citado el autor en publicaciones impresas? Para bien o para mal, no lo sabemos, pero la “circulación circular del saber” en las comunidades de fans que se escribían y se citaban incestuosamente, por fortuna empieza a quedarse atrás.

La nefasta práctica empotrada en comunidades de amigos que se leían, se citaban y se recomendaban entre ellos, en una suerte de endogamia perversa y esterilizante que desfiguraba el valor universal del conocimiento, está dando paso a una nueva manera de democratizar el saber y de exponerlos para ser sometidos a la prueba de un público virtual que es diferentísimo al lector convencional que ayer conocíamos en los módulos enclaustrados de nuestras muy recordadas y altamente apreciadas hemerotecas físicas.

Diseminación y visibilidad

Esta nueva realidad de la palabra virtual, ha posibilitado que EDUCERE haya sido distinguida por sus lectores como una de las revistas más apreciada. De ello dan fe los contadores electrónicos de las estadísticas de los repositorios institucionales SABER-ULA de Venezuela y REDALYC de México que la catalogan al 31 de mayo de 2007 como la publicación más leída de esos países, amén de ser la más consultada de América Latina y el Caribe.

EDUCERE acumula en los primeros cinco meses del año 2007, 533.056 visitas, promediando 106.796 consultas al mes a razón de 3.560 descargas por día.

Estos resultados evidencian la gran aceptación que EDUCERE ha tenido en el público lector que recibe con beneplácito el producto intelectual de sus colaboradores, la pulcritud del trabajo arbitral, la calidad editorial y, nuevamente insisto, la regularidad de sus apariciones.

En el mundo de la ciencia existe un axioma que decreta que “lo que no se publica no existe”, por tanto, lo publicado debe tener circulación a través de las bibliotecas, hemerotecas, librerías y kioscos, así como en los índices y registros convencionales, pero también en las bases de datos o repositorios institucionales.

En conclusión, la definición de una política de divulgación de una revista particularísima, con sello institucional, pasa porque se tenga conciencia editorial de que solo la visibilidad multiplica el pensamiento y lo somete al exigente escrutinio del lector. La visibilidad es el equivalente de un suelo fértil, donde habrá de germinar cualquier semilla.

Premio y distinción

En esta efeméride queremos festejar con nuestros amigos congregados en este recinto de la Facultad de Humanidades y Educación la distinción de que fue objeto EDUCERE, en noviembre del año pasado, por parte del Instituto Autónomo Centro Nacional del Libro, CENAL y el Ministerio de la Cultura al conferírsele el Premio Nacional del Libro de Venezuela, 2005, como la mejor revista académica en la categoría de Ciencias Sociales y Humanas. Un reconocimiento que apenas fue comentado por la oficialidad institucionalizada.

El 6 de junio del presente año, el Fondo de Publicaciones Científicas del FONACIT publicaba los resultados de la Evaluación de Mérito, 2007, de las publicaciones impresas académicas venezolanas, debidamente registradas. Las calificaciones de las revistas meritorias señalaban a EDUCERE como la publicación cimera en la categoría de las Humanidades. Todavía, de esta distinción, el CDCHT no ha hecho ningún comentario del que tengamos conocimiento en nuestros archivos.

Un reconocimiento que queremos afirmar con especial afecto es que la cosecha de distinciones hecha a EDUCERE, la asumimos con el mayor de los orgullos, porque estamos absolutamente convencidos de poseer un magnifico equipo de trabajadores sin rostro, poseedor de un gran espíritu y devoción por la actividad editorial que contribuye a configurar un todo complejo y singular que define a una revista, merecidamente laureada, lo que permite a los escritores que puedan dar a conocer su producción intelectual.

Las consideraciones afectivas las llevamos en el pecho sin vanidad alguna. El reto no es ir detrás de prestigios ni privilegios, sino de sabernos mantener con la sencillez y la modestia que definió nuestro nacimiento como una publicación con visión inclusiva, hecha para los que no tenían donde escribir. Todavía seguimos manteniendo vigente el principio de inspiración constitutiva: publicar lo sencillo pero bien escrito y con calidad y pertinencia.

La universidad premiada

Agradezco a la Universidad de los Andes su apoyo institucional y sus reconocimientos altamente estimulantes. La universidad son sus publicaciones, EDUCERE es parte de la universidad, por eso afirmo con altivez y gallardía que quien fue verdaderamente premiada y distinguida fue la Universidad de los Andes, porque la institución somos todos, especialmente quienes la conforman desde sus contribuciones y lecturas.

Para finalizar, saldo una deuda con la historia de las publicaciones de la Facultad de Humanidades y Educación al afirmar, que sin el Programa de Perfeccionamiento y Actualización Docente, PPAD, instancia emblemática de la autonomía universitaria, responsable de editar a EDUCERE, esta revista que hoy celebra sus diez años de fecunda existencia, sería todavía un proyecto onírico en la cabeza de algún profesor, preñado de buenas intenciones.